Capítulo OO5: kneel and pray
Como era de costumbre Mina se encontraba aburrida viendo el teléfono sin esperar que alguien la fuera a visitar o salir para alguna parte, su vida siempre había sido así, por lo que se podría decir que se acostumbró a buscar la forma de aceptar que lo más probable es que se la pasará en su casa en vez de otro lugar, era sábado por la tarde lo que significaba que la mayoría de las personas saldrían para encontrase con sus parejas, amigos e incluso compañeros de trabajos, mientras que ella seguía en su cama completamente arreglada como si tuviera planes a algún sitio.
Cerró los ojos por un instante inflando las mejillas y pensando en cientos de cosas a la vez, a veces su mente tenía muchos temas que quería tocar al mismo tiempo por eso es que se le olvidaban algunas otras, estaba en funcionamiento todo el día por cosas que no eran tan importantes para el día a día, como por ejemplo si la señora que la había salido tan amable en la tienda se comportó así porque quiso o porque le pagan, o sí el perrito que vio ladrandole al niño es porque era suyo o porque lo quería agredir.
Muchas cosas divagan por su cabeza sin sentido alguna, solo porque no tiene nada que hacer y no se le ocurre absolutamente nada, estar aburrida era una de las peores cosas que podía atravesar en su vida por más que ya estaba acostumbrada había veces en las que se sentía algo mal por estar tan sola, hasta podía hablar fuerte y nadie le contestaría, necesitaba por lo menos a su familia para que la acompañara por más que no estarían de acuerdo con lo que ha estado viviendo estos últimos meses, desde que vio a Dahyun y fueron a ver una película no ha tenido contacto con ninguna.
A veces Chaeyoung le manda mensajes para saber cómo está, Nayeon le manda fotos de las cosas que compran o en donde se encuentra, Tzuyu es más reservada solo un buenos días y buenas noches, Dahyun escribe de vez en cuando explicándole siempre que está ocupada y que por eso no contesta, no entiende el por qué le escriben pero no puede negar que a pesar de lo que las une y sucedió son las únicas que puede considerar ahora mismo que son sus amigas y muy buenas.
Pero hay una en específico que la trata diferente como si fuera la persona más importante del mundo y no puede negar que eso hace que su corazón se acelera porque nadie la había tratado así, no con tanta delicadeza, paciencia y atención, es obvio que no está intentando conquistarla porque eso quedó claro en las pocas conversaciones que tenían en el pasado, más bien la cuida como si fuera su pequeña hermana menor y eso nunca lo había experimentado, es como si tuviera a alguien que la apoya desde lejos y que sabe que cualquier cosa ella estará ahí para apoyarla.
Aunque no sea mucho aquello si que lo ve como algo significativo y lo agradece en silencio ya que nunca ha tenido el valor para hacerlo, se ve que lo hace con mucho cariño y dedicación no esperando algún agradecimiento, una vez intento hacerlo y si que se enojó así que prefirió abstenerse a eso para mantener una relación tranquila y armoniosa.
— Hola... —. En un arranque de locura había decidido llamar sin importarle nada, necesitaba un poco de atención. — ¿Jihyo? —. Preguntó en un pequeño murmullo. — Perdón por llamarte pero créeme estoy muy abur-
— Ven a mi casa —. Soltó, parecía estar algo agitada así que Mina se preocupó al instante no era normal que la coreana hablara de esa manera.
— ¿Todo bien en casa? —. Indagó entre cerrando los ojos al escuchar un sonido de aprobación por parte de la coreana, no le gustó para nada que pareciera que le estaba mintiendo, apretó los labios y miró hacia abajo, movió los pies al ritmo de los latidos del corazón. — No es necesario que me mientas —. Insistió esperando la verdad.
— Acabó de correr por algo, te digo cuando llegues —. Ahora su voz sonaba más desesperada y hasta un poco molesta, Myoui se quedó un tiempo viendo el techo pensando en todo lo que tenía que decir o hacer, debatiéndose en si quedarse ahí insistiendo o haciéndole caso a la mayor. — Estoy bien, Mina —. La tranquilizó con esas pocas palabras haciéndola sonreír. — El correr me cansa mucho como a todo humano —. Con cada palabra era un peso menos que cargar.
— Creeré en ti solo porque eres confiable —. Se escuchó la risa de Park y al instante la de la nipona, tal vez era por su cercanía de edad pero si que se llevaban bien, como si fueran amigas de toda la vida.
— Te espero aquí entonces —. Se lanzó al sofá y Mina pegó un brinco por el sonido. — Minari... —. Elevó ambas cejas por el apodo, a los pocos segundos se relajó porque sabía muy bien que no tenía problema en que lo dijera y mucho menos si hacía esa voz que caracterizaba a la castaña.
— Dime —. No pudo contener una gran sonrisa.
— ¿Estás sonriendo? —. Se estaba burlando de ella, Mina rodó los ojos divertida por la situación. — Bueno...ahora que lo sé te podré molestar con ello —. La japonesa suspiró derrotada, siempre iba a hacerlo y no podía evitar reírse por ello, las burlas de Park eran lindas en cierto sentido y no la ofendían para nada, es más, la hacían sentir como parte de algo que no sabía muy bien que era y se sentía bien porque es la primera vez que lo vive. — Ya no te quito más el tiempo, ven —. Y cortó la llamada antes de que pudiera decir algo, Mina soltó el teléfono y con la mayor rapidez que puso salió disparada hacia su ropa debía ir bien vestida sabiendo como es Jihyo debe verse espectacular con cualquier cosa.
— Park Jihyo... —. Dijo en un suspiro mientras se ponía el pantalón.
Sus ojos subieron lentamente el edificio, era normal nada del otro mundo; sin embargo, demasiado alto para ella, tenía que subir tanto que de solo pensarlo se le helaba el cuerpo, hasta sintió mareos y eso que ni siquiera había pisado el lugar, no es que no era decidida y por eso se estaba debatiendo el subir o no, es que de verdad le tenía miedo a las alturas y el subir era un gran mérito que necesitaba de algunos espectadores. Estuvo bastante cerca de comenzar a alardear que lo haría pero luego se dio cuenta de que sería bastante vergonzoso así que prefirió caminar.
Se escuchaba el sonido de sus botas que por alguna razón parecían tacones resonando en todo el lugar al punto en el que sentía que era incómodo para algunos que pasaban a su lado ya que volteaban a verla y eso había dejado de ser común desde que cambió su estilo de vestir.
Hizo una reverencia a la recepcionista que no dejaba de negar con la cabeza, sentía que siempre le pasaban esas cosas porque tenía muy poca suerte y que la vergüenza debía apoderarse de ella porque es lo que la caracteriza.
Al entrar al elevador soltó un resoplido, esa señora que se le quedo viendo la estaba juzgando con la mirada y eso que no había hecho nada más que elegir esas botas que suenan mucho contra la madera, ella no tenía ni idea que el piso era así y que parecería que acaba de entrar alguien con zapatos de tap, rió un poco por ello y apretó el botón, solamente tenía que subir nueve pisos así que tampoco era tanto, solo la distancia necesaria para lanzarse y morir, tragó saliva y se removió incómoda, esperaba no ser testigo nunca de ese tipo de cosas.
Miró la pequeña pantalla que avisaba que poco a poco iban subiendo y se sintió cada vez más orgullosa de los pisos que estaba pasando, nadie hubiera apostado nada por ella si decía que tenía que subir tantos pisos, eso sí no se acercaría a una ventana ni a cincuenta metros, si era por ella se la pasaba pegada a la puerta de la pared de salida y no se movía más de ella solo que no quería parecer lunática, bueno más, frente a Jihyo que de seguro la estaba esperando desde hace unos quince minutos pero el taxi decidió tomar el camino más largo.
La suerte no estaba de su lado.
Al escuchar el peculiar sonido del elevador, sonrió y se preparó para pasar una buena tarde junto a la de cabellos castaños, con un poco de rapidez se acercó a la puerta y tocó el timbre lentamente, no quería parecer desesperada, lo estaba, solo que no quería aparentarlo porque eso haría que Jihyo crea que solo está ahí para hacer cosas que no debería, eso pasó por su cabeza y frunció los labios, se supone que la única forma de que ellas estuvieran hablando una frente a la otra es por eso.
Nada más que el sexo.
— Que sea lo que Dios quiera —. Dijo al ver como poco a poco la puerta se abría dejando ver poco a poco como era la casa le encantaba que fuera completamente blanca y con decoraciones oscuras dándole un hermoso contraste, miró a todas partes pero fue inevitable no fijarse en lo hermosa que se veía Jihyo con esa ropa deportiva ceñida al cuerpo que no dejaba nada a la imaginación de nadie. — Ho-hola —. Balbuceó provocando una risa por parte de la causante de sus tonterías.
— Hola Minari —. Saludó con los brazos abiertos que no duraron en envolverla en un gran abrazo, si tuviera que elegir es el mejor abrazo que le ha dado alguien. — ¿Cómo te va? —. Entre abrió los labios sin comprender nada de lo que estaba a su alrededor solamente el rostro y cuerpo de Jihyo que seguía dando vueltas en su cabeza sin parar. — ¿Mina? —. El rostro preocupada de la contraria fue lo que la volvió a la vida.
— Hola Jihyo —. Cómo si fuera un robot entró y se sentó en el sofá, Jihyo la miró de reojo y con una sola mirada le hizo saber que algo andaba mal y que era la causante de ello, tragó en seco nerviosa por lo que iba a decir.
— Acabas de sentarte arriba de algo muy valioso para mí —. No comprendía nada hasta que sintió algo raro y duro debajo de su trasero, cerró los ojos esperando lo peor y lo sacó en un rápido movimiento pensando que era todo menos lo que se encontró cuando los abrió.
— ¿Biblia? —. Ahora era ella la que parecía que se estaba burlando de algo demasiado chistoso, Jihyo al notar eso se cruzó de brazos antes de ir directo hacia ella y acto seguido arrancarsela de las manos.
Para el que no se haya dado cuenta hasta ahora, Park Jihyo fue criada por padres estrictos a la par que amorosos eso sí la biblia era de las cosas más importantes que tenían y sobre todo ir a la iglesia todos los domingos, algo típico pero no tanto para la japonesa que se estaba tomando todo como si fuera el típico juego que acaba en risas y enfatizando que era broma toda la angustia que le está haciendo pasar en este momento.
Mina la miró buscando un atisbo de burla en su rostro pero no encontró nada más que una expresión sombría y de pocos amigos, era la primera vez que la veía de esa manera y le ponía los pelos de punta ya que no sabía que era lo que sucedería, la tensión se palpaba en el ambiente y se estaba mareando por ello, Jihyo si que se veía enojada.
— Arrodíllate —. De ser una chica adorable y con una sonrisa que transmite felicidad, tranquilidad y amabilidad a ser alguien que cruzando miradas te puedo helar la sangre, nunca pensó que ese cambio podría existir hasta ahora que se está arrodillando y Park sentándose justo frente a ella. — Te quedarás ahí hasta que yo diga —. El lugar se volvió pesado, la respiración de Jihyo igual, lenta como si estuviera calculando algo, Mina estaba al borde de un colapso por los nervios y el miedo que inundó cada parte del lugar, de la nada lo que parecía ser espacioso se convirtió en un pequeño lugar asfixiante que la estaba llevando a la mayor desesperación de toda su vida.
Volteaba cada tanto para verla pero ese cruce de miradas no era para nada esperanzador, eran como dagas que se clavan en sus ojos y le hacen saber que las cosas no están yendo tan bien como debería, tratando grueso y ahora con las manos en los muslos de Park sabía que algo andaba terriblemente mal, puede que si se haya pasado sentándose sobre el libro más bendito de todos los tiempos pero es que no se dió cuenta es demasiado despistada como para ver qué había algo parecido a una enciclopedia gigante de color marrón con letras en dorado encima de un sofá con cojines blandos. Se mordisqueó el labio inferior sintiendo el primer tirón en su pierna derecho provocando un sonido que hizo que Jihyo moviera involuntariamente las caderas hacia ella.
Eso hizo que volviera a verla y en los ojos de la castaña no había más que un brillo ensordecedor que le provocó tantas cosas en tan poco tiempo que estaba sorprendida por ello.
— Jihyo —. La llamó y la mayor negó con la cabeza exactamente como lo hizo la recepcionista, con esa mirada de que estaba haciendo algo muy malo y que debía ocuparse de ello de inmediato para no enojarla más.
— Park Jihyo —. La tomó del mentón obligándola a no despegar la mirada de su rostro en el cual se dibujó una gran sonrisa antes de levantarse, Mina la miró desde abajo como lo hizo con el imponente edificio en el que vivía que a pesar de que fuera "común" era tan alto que le quitó la respiración. — Te enseñaré a usar la boquita y estar al pendiente de cada uno de los detalles a tu alrededor —. Esa voz dominante provocaba cosas en ella, hacia que tuviera un cosquilleo debajo de su abdomen que hacía que cerrará las piernas con fuerza y esperara que lo que sentía que salía no fuera nada más que la imaginación.
— Park Jihyo —. Dijo esperando que lo que sea que estuviera pasando se suavizará porque sentía bastante miedo, creía que seria algo malo.
— Cierra los ojitos, Minari —. Lo hizo al instante, sus manos permanecían en el sofá apretándolo de vez en cuando por los nervios. — Eres una buena chica —. La mano de Jihyo llegó a su cabeza y la acarició como si se tratará de un perro, al poco tiempo el peso de la coreane en el soda se hizo presente. — Abre los ojitos —. Abrió uno y luego el otro, no pensó que se iba a encontrar a Jihyo abierta de piernas mostrándole cuán mojada estaba, la forma en la que chorreaba su centro de sorprendente como si realmente le gustara tratarla así.
— Di-Dios —. Tartamudeó quedándose sin palabras por la obra de arte que tenía frente a sus ojos, se relamió los labios dispuesta a hacer todo lo posible por hacerla sentir bien y Jihyo se dio cuenta de ello hasta de la manera en la que cambió por completo su postura de una que tenía miedo a otra que estaba segura de lo que haría y que estaba dispuesta a todo por probarla, algo que sin lugar a dudas le encantó.
— ¿Qué esperas? —. Sería la primera vez que lo hace sorprendentemente iba a tener otra primera vez de las anteriores que ha tenido, mientras se acercaba podia percibir el aroma que desprendía, el verdadero olor de Park Jihyo y le encantó, sin quitarle la mirada de encima, la tocó con la punta de la lengua, un gruñido fue la respuesta, luego la pasó de arriba hacia abajo con cuidado esperando provocar algo y efectivamente lo hizo, sentir como las piernas bien ejercitadas de la coreana se intentaban cerrar en su cabeza era un deleite y más al sentir el sabor.
Sintió una explosión directa en sus papilas gustativas arrebatándole un gemido a Park debido a la forma en que movía los labios y la lengua, tan desesperada pero sutil a la vez que haría gemir a cualquiera.
— Mierda, Mina —. Blasfemias salían de su boca y no podía ocultarlas así que estaba haciendo un buen trabajo, infló el pecho y con toda la seguridad del mundo le abrió más las piernas para meter con cuidado por el orificio apretado y palpitante de Jihyo, la lengua, lo hacía despacio pero con firmeza. — Carajo —. Sacudió las caderas, Mina lo estaba disfrutando tanto que no le importó el sentir como por los costados de su boca chorreaban los fluidos de una castaña que tenía la cabeza hacia atrás esperando sus próximos movimientos, no tenía en mente usar dedos porque sabía que si lo hacía podía dejar de sentir el sabor tan puro así que se limitó abusar la lengua, meterla y sacarla con tanta rapidez que comenzaba dolerle.
Pero al mismo tiempo disfrutaba como Park ya estaba cerrándose cada vez más alrededor de su lengua, como se movía y gemía su nombre como si dependiera de ello, le estaba pidiendo más entre pequeños gritos y gemidos fuertes que de seguro los vecinos escucharán, su nombre salía después de una maldición y un fuerte suspiro,estaba en la gloria haciendo sentir asi a la chica mas hermosa que podía encontrar.
— Sigue así —. La acercó más al punto de que apenas podía respirar, su nariz chocaba con el clítoris ajeno el cual no estuvo mucho tiempo sin atención ya que la mayor comenzó a frotarlo rápido en busca del ansiado orgasmo, abría de vez en cuando los dedos pellizcandolo y jalándolo con rudeza. — Ya voy a correrme —. Subió otra vez la mirada para fijarse en las caras que hacía Jihyo, eso la estaba mojando más y más al punto que comenzó a mover las caderas al compás que las lamidas ya que su centro estaba chocando contra sus propios pies y aquel contacto la hacia gemir.
Esas vibraciones fueron suficientes para que Jihyo gimiera tan alto que estaba segura que las paredes retumbaron, posteriormente salió un chorro directo a su boca el cual trago gustosa antes de lamer cada parte de la feminidad de Jihyo quien sufrió de espasmos por unos segundos antes de abrir los ojos y recomponerse.
— En posición de perrito con la vista a la ventana —. La obedeció al instante. — Eres tan fácil que me sorprende que las chicas hayan dicho que eras correcta —. Rió, se sintió un poco mal por lo que dijo pero a la vez bien, había algo en la forma en la que Jihyo hablaba que la hacía apretar las piernas. — Esto nos estorba —. Le quitó el pantalón junto con la ropa interior. — Mira que tenemos aquí —. Los dedos de Jihyo abriendo su intimidad la hicieron gemir. — Estás tan mojada que si te dejo un momento así harás un cacho en el sofá —. Otra vez la risa y luego silencio antes de que de la nada y sin precio aviso, exactamente como había hecho ella con Dahyun, sintiera dos dedos en su interior de una sola estocada.
— ¡Jihyo! —. Gritó por la mezcla entre el dolor y la satisfacción, se mordió el labio con fuerza y gimió apretando las manos en los cojines blancos creyendo que le iban a sangrar los dedos por la fuerza que estaba aplicando.
— Estás tan mojada —. Jihyo metió más profundo los dedos sintiendo como palpitaba, probando hasta donde podían llegar y lo que podía hacer al respecto, se mordió el labio cuando pequeños apretones comenzaron a impedir sus movimientos, iba rápida y concisa como si quisiera que todo acabará rápido. — Me encantaría que estés sobre mi montando mis dedos —. Sentía el aliento caliente de la mayor en sus glúteos y se tenso lo que provocó un delicioso apretón a los dedos de Jihyo, arqueó la espalda por la sensación y apoyó la cabeza en sus manos intentando buscar algún tipo de soporte. — No sabía que eras tan sensible —. Se burló y fue más rápido, llegando a lugares en los que ella nunca creyó que alguien llegaría y eso que era solo con los dedos, se mordió la mano para ahogar sus gritos más cuando sintió una presión en el clítoris y luego movimientos en estos que la estaban sobre estimulando y llevando a la gloria.
Las piernas ya no le estaban respondiendo como deberían así que se movía errática en busca de su orgasmo el cual había estado esperando por tanto tiempo y que no tenía uno desde hace un montón, gimió cada vez más alto hasta que todo se paralizó, sus piernas se tensaron al igual que su abdomen, sintió un movimiento extraño en el vientre antes de rodar los ojos y dejarse llevar por uno de los mejores orgasmos que ha tenido.
Todo su cuerpo se sacudió como si estuvieran en un terremoto y eso no pasó desapercibido por Jihyo quien sonrió orgullosa por lo que había logrado, al caer al sofá la mayor la acomodó como pudo boca arriba, ambas se miraron y rieron.
— Perdón si me pasé, es que hay veces que no me controlo —. Estaba apenada pero a la vez feliz de lo que había logrado en la japonesa de cabelleras negras. — Aunque lo hice un poco —.
— No me quiero imaginar cuando no te controlas por completo —. Park se rió. — De verdad lamento lo de la biblia —.
— Cuando estés mejor te quiero de rodillas rezando por el pecado que cometiste —. Mina la miró algo asustada.
— ¿Qué pecado? —. Suponía que era el de sentarse arriba.
— El de hacerme adicta a un cuerpo que solo será mío, hoy —. Myoui se encogió de hombros.
— ¿Qué te puedo decir? —. Se acercó a los labios de Jihyo. — Tengo mis encantos —. Y con eso dicho se fundieron en un beso que decía lo que Jihyo estaba esperando, que siguieran con la diversión.
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