O38 | REDEFINIENDO EL DESEO
Jungkook caminaba hacia su coche, estacionado frente al edificio donde vivía, mientras las hojas caídas crujían bajo sus pies. El cielo de la tarde de otoño estaba cubierto por nubes grises y una brisa fresco acariciaba su rostro, dejando una sensación de calma inquietante en el aire. Con cada paso, una mezcla de esperanza y ansiedad se apoderaba de él. Había algo en el ambiente, una energía que lo envolvía, especialmente desde que Megan comenzó a abrirse mejor a la idea de estar con él. Recordaba las risas compartidas, las miradas furtivas y los momentos en los que le permitió acercarse un poco más de lo que antes podía. Todo parecía ir bien, como si estuvieran construyendo algo nuevo y hermoso. Sin embargo, a pesar de esa ilusión de progreso, una pequeña voz en su interior susurraba dudas que se negaba a ignorar.
Mientras se acercaba al coche, sintió una punzada en el estómago. ¿Realmente era suficiente? Se forzó a recordar cómo Megan, cuando tiempo atrás solo solían hablar en el bar, le habló de su atracción por las mujeres, de cómo vivió y amó de esa manera durante tanto tiempo. Aunque ella parecía estar disfrutando de su tiempo juntos, Jungkook no podía evitar preguntarse si era solo una fase, un desvío momentáneo en su vida.
La idea de ser una simple distracción lo llenaba de inseguridad.
«¿Y si un día decide que no es esto lo que quiere?» La angustia se acumulaba en su pecho. Intentó reprimir esos pensamientos, sonriendo para sí mismo mientras abría la puerta del coche
«Debo dejar de pensar así» se dijo «Megan es diferente, y lo que compartimos es real»
Se sentó en el asiento del conductor, cerrando los ojos por un momento y tomando aire profundo. En su mente, trazaba un mapa de posibles futuros: citas y la posibilidad de finalmente ser novios. Pero en el fondo, el miedo persistía, como un eco que no podía silenciar. ¿Podía realmente hacerla feliz? ¿Podría ser suficiente para ella, sabiendo lo que vivió?
Abrió los ojos y se miró en el retrovisor. El reflejo de su propio rostro lo observaba con curiosidad. «Debo volver a tener la misma seguridad de antes» pensó «Si ella ha decidido darme una oportunidad, debo aprovecharla al máximo» Con un ligero asentimiento, se sintió decidido a dejar atrás las dudas y disfrutar de cada momento que tuvieran juntos.
Su corazón estaba acelerado por la mezcla de emoción y ansiedad que sentía por Megan, pero aun así sacó su celular del bolsillo y, después de un breve momento de duda, decidió llamarla. El tono de marcado resonó en sus oídos mientras esperaba que ella contestara.
—¿Qué? —su tono seco y directo provocaron una presión en su pecho, pero terminó sonriendo al reconocer esa familiaridad en su forma de ser. Era una de las cosas que le atraía de ella, esa frialdad que escondía un corazón cálido.
—No puedo creer que me haya enamorado de alguien tan fría —bromeó, esperando que su humor aliviara un poco la tensión.
En ese instante, escuchó una ligera risa del otro lado de la línea, un sonido que hizo que una ola de alivio y felicidad le recorriera el cuerpo. Era un buen signo; ella parecía estar acostumbrándose a sus tonterías.
—Lo siento —su voz salió un poco más suave ahora—. Solo es mi costumbre.
—Está bien, pero solo te perdonaré si aceptas salir conmigo —dijo, sintiendo cómo la emoción lo invadía—. Como hoy está frío, quiero invitarte a beber algo caliente y, por supuesto, a que comas el pastel de chocolate que tanto te gusta..
—¡Claro! ¡Suena genial!
La sonrisa de Jungkook se amplió, y una sensación de calidez lo envolvió.
—Entonces, espero verte en unos cuarenta minutos en Liberty Bell.
Colgó, su corazón latiendo con fuerza mientras la anticipación llenaba su pecho. Sabía que, a pesar de las dudas, había algo especial entre ellos que valía la pena explorar. La idea de compartir un momento con Megan lo llenaba de alegría.
Después de un expectante viaje, Jungkook estacionó su coche cerca de Liberty Bell. La cafetería, situada en una encantadora esquina, cerca de donde vivía Megan, irradiaba un ambiente acogedor que lo atrajo de inmediato. La fachada era de ladrillo rojo, con grandes ventanales que permitían ver el interior iluminado por la suave luz del sol de la tarde. Un letrero de madera colgante, pintado a mano, mostraba el nombre de la cafetería en letras elegantes, acompañadas de un pequeño dibujo de una taza de café humeante.
Al abrir la puerta, el tintineo de una campanita anunció su llegada. Un cálido aroma a café recién hecho y pasteles horneados llenaba el aire, envolviéndolo como un abrazo. Las paredes estaban adornadas con arte local, retratos de la ciudad y fotografías en blanco y negro que celebraban la historia de Filadelfia, creando un ambiente íntimo y acogedor. Las mesas de madera oscura, con sillas de hierro forjado, estaban dispuestas de manera que permitían la conversación, mientras que algunos rincones contaban con cómodos sofás para quienes buscaban un lugar para relajarse con un buen libro. Una estantería repleta de libros y juegos de mesa ocupaba una de las esquinas, invitando a los clientes a quedarse un poco más.
El sonido del molinillo de café y las risas de los clientes se mezclaban, creando un murmullo armonioso. Mientras se acercaba al mostrador, Jungkook sonrió al ver el variado menú de la cafetería. Sabía que, cuando se trataba de Megan, tenía que ser especial. Así que, después de un momento de deliberación, decidió pedir lo que sabía que ella adoraba.
—Un café mocha doble —dijo, mirando a la barista con una sonrisa confiada—. Y un trozo de Devil's Food Cake, por favor. Es el más cargado de chocolate que tienen, ¿verdad?
La barista asintió con una sonrisa. El Devil's Food Cake era un pastel decadente de chocolate, extremadamente húmedo, hecho con cacao puro y cubierto con una rica ganache de chocolate oscuro. Era un verdadero festín para los amantes del chocolate y Jungkook sabía que Megan lo adoraba.
—¿Algo más? —preguntó la barista, mirándolo con curiosidad.
Pensó por un momento. Quería algo liviano que complementara el placer de Megan.
—Voy a querer un espresso doble y un croissant de almendras, por favor.
—¿Para llevar?
—No, no. Estoy esperando a mi acompañante.
La barista sonrió, asintiendo en comprensión. Jungkook sintió que una ola de anticipación lo invadía cuando la barista se acercó a tomar los vasos de café desechables. Y mientras esperaba su pedido, absorto en sus pensamientos sobre Megan, una voz familiar resonó en el ambiente.
—Voy a querer un latte de avellana, por favor —ordenó una mujer con un tono claro y firme.
El sonido hizo que su corazón se detuviera por un instante. Reconocía esa voz a la perfección. Sin poder evitarlo, se giró al instante y, efectivamente, ahí estaba ella: su exnovia, con una sonrisa despreocupada y un aire de confianza que siempre tuvo. El tiempo parecía detenerse. Jungkook sintió una presión en su pecho al volver a verla después de más de cuatro meses. Aunque nunca estuvo realmente enamorado de ella, la sensación de verla de nuevo era desconcertante. La forma en que su cabello caía libremente sobre sus hombros y cómo su sonrisa iluminaba el lugar le recordó momentos pasados que intentó olvidar.
—¿Keira?
Lo miró sorprendida mientras pagaba, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—Hola, Jungkook —sonrió levemente—. Pensé que no volvería a verte.
—Parece que a ambos nos ha tragado la tierra, ¿no? —bromeó, y soltó una risilla nerviosa, aliviando un poco la tensión en el aire.
El sonido de su risa lo envolvió, evocando recuerdos de risas compartidas y momentos despreocupados. Algo en ese sonido lo hizo sentir un torbellino de emociones. A pesar de lo que pasó entre ellos, era un alivio escucharla reír de nuevo.
—Sí, totalmente. Aunque supongo que eso suele pasar —hizo una mueca mientras continuaba riendo, su expresión relajándose un poco.
Su mirada se desvió brevemente hacia el mostrador, como si esperara que su pedido llegara pronto. Sintió que los segundos se convertían en minutos. La barista continuaba preparando su pedido, pero para él, todo se sentía como un instante congelado. ¿Debería preguntarle cómo había estado? ¿Mencionar a Megan? La presión en su pecho aumentó, pero sabía que no podía dejar que su mente divagara demasiado.
Notó cómo la atención de Keira se desvió hacia alguien más, y, al seguir su mirada, sintió cómo su corazón se detenía por un segundo. Allí, a pocos pasos, estaba Megan, observándolos. Su postura, normalmente relajada, se endureció, y sus ojos oscilaban entre confusión y una sombra de decepción que no vio antes en ella. La sorpresa fue tan profunda que apenas pudo controlar la expresión en su rostro, que por un momento mostró la incomodidad que intentaba reprimir.
La mirada de Megan le hizo sentir una mezcla de emociones que no esperaba, una punzada de culpabilidad y la inevitable presión en su pecho. Estaba atrapado entre el pasado y el presente, y esa extraña coincidencia lo paralizó. Sin saber todavía qué decir, notó que Megan fruncía el ceño, como si buscara entender el vínculo entre él y la pelirroja a su lado.
Y ella, al darse cuenta de la intensidad de la situación, no apartó los ojos de ellos y se acercó lentamente, insegura de qué significaba realmente esa escena. Jungkook, con nerviosismo, intentaba encontrar las palabras que pudieran disipar el tenso silencio que caía entre los tres.
Los ojos de Keira, brillantes y curiosos, pasaron de él a Megan, mientras que la pelinegra, con una expresión de desconcierto, se detenía a un par de pasos.
—¿Qué pasa? –preguntó en un tono bajo y tenso, frunciendo el ceño.
Jungkook sintió cómo la culpa lo apretaba por dentro. No era capaz de encontrar las palabras adecuadas, y el peso de ambas miradas —una buscando respuestas, la otra cargada de curiosidad— solo aumentaba la incomodidad que sentía. Megan había llegado con una sonrisa, lista para compartir un momento juntos, y ahora su rostro reflejaba decepción, tal vez incluso duda.
—N-nada, solo... —intentó decir, pero su voz se desvaneció en el silencio. Notó que su tono carecía de la seguridad que siempre tenía con ella; no sabía cómo explicarse, ni siquiera estaba seguro de lo que sentía él mismo. La presión en su pecho crecía, y su mirada iba de Megan a Keira sin poder detenerse demasiado en ninguna.
La pelirroja, al darse cuenta del momento incómodo, se adelantó con una sonrisa y extendió su mano hacia Megan.
—Hola, soy Keira —su voz era cálida y amistosa, pero también tenía esa seguridad que siempre la había caracterizado y que ahora lo hacía sentir más dividido.
Esa simple presentación hizo que el ambiente cambiara de inmediato. Vio el ligero temblor en la mano de Megan mientras la tomaba y, por primera vez, sintió miedo de que las inseguridades de ella florecieran en ese preciso momento. Él le habló de su relación pasada de manera superficial, y solo fue cuando se la encontraba en el bar, evitando muchos detalles, pero ahora, verlas interactuar traía al presente todo lo que quiso dejar atrás. Keira, con su elegancia natural, irradiaba confianza. Sentía que fue diseñada para ser admirada, por lo que no pudo evitar compararse con ella, sintiendo cómo esa seguridad tan natural subrayaba lo frágil que era lo que construyó con Jungkook. Por un momento, su mente se llenó de dudas, cuestionándose si lo que sentía por él era lo suficientemente fuerte como para competir con alguien como la exnovia, alguien que parecía encajar con él de una manera que Megan, en el fondo, no estaba segura de poder igualar.
Mientras observaba a la pelirroja, el pelinegro notó cómo su semblante cambiaba; algo en sus ojos dejaba entrever una vulnerabilidad que no solía ver en ella. Era evidente que se daba cuenta de quién estaba en frente y que, con cada segundo, lo que ambos construyeron juntos se iba desmoronando.
Jungkook sintió que las palabras se le atoraban en la garganta. No quería que Megan pensara que Keira significaba algo todavía, pero tampoco sabía cómo explicar por qué seguía sintiéndose tan desarmado por la presencia de su exnovia. La tensión en el aire crecía, y por más que intentara aparentar tranquilidad, sabía que tanto ambas podían ver a través de él en ese instante, cada una con su propio entendimiento y sus propios sentimientos hacia él. Por esa razón, se obligó a sonreír, intentando con esa pequeña acción disipara algo de la incomodidad, pero ni siquiera él podía ignorar que esa sonrisa era apenas un reflejo débil de lo que realmente sentía.
Justo cuando el silencio comenzaba a volverse insoportable, la barista llamó a Jungkook, acercando el pedido. La intervención lo alivió de inmediato, dándole un breve respiro para reorganizar sus pensamientos. Aprovechando la oportunidad, pagó y tomó el pedido, para luego volver a acercarse hacia Megan con una sonrisa y, con un intento de alivianar el ambiente.
—Pedí tu pastel favorito, como me habías mencionado.
Ella le devolvió una sonrisa tímida, pero apenas logró tranquilizarse. Al ver cómo Keira miraba el pastel, sintió una repentina inseguridad que la hizo abrazarse a sí misma, notando las diferencias entre ellas. Los ojos de la pelinegra viajaron rápidamente entre el cuerpo esbelto y lleno de curvas de ella, un recordatorio tangible de la figura que no tenía, por lo que sintió un pequeño golpe en el estómago, una sensación de no estar a la altura.
Mientras tanto, Keira mantenía una expresión amable y curiosa, pero su mirada de reojo al pastel hizo que Megan bajara un poco la vista, mordiéndose los labios en silencio. Jungkook captó la tensión y la incomodidad en ella, pero antes de poder decir algo más, se dio cuenta de que la escena frente a él era mucho más compleja de lo que había previsto. Sintió un nudo en el estómago cuando captó la mirada de su exnovia, una mezcla sutil pero clara de sorpresa y dolor. Era evidente que comprendió lo que realmente sucedía, la naturaleza de su relación con Megan. En apenas unos segundos, se tensó, sintiéndose atrapado en una situación que jamás imaginó tan incómoda. Sabía que su ruptura con Keira aún podía ser considerada reciente, y la posibilidad de que estuviera lastimada por verlo con alguien más lo hizo vacilar.
Lo observaba con la misma intensidad de siempre, pero ahora con esa percepción aguda que lo cautivó en su momento. Era como si pudiera leer cada gesto y cada mirada, adivinando lo que significaba cada pequeña atención que él le daba a Megan: el modo en que la miraba, cómo le sonreía de un modo casi involuntario, la suavidad en su voz al hablarle, la suavidad en su mirada, el interés genuino en sus palabras, la calidez que parecía desprenderse de él sin esfuerzo. Todo lo que Jungkook jamás había mostrado con Keira en años de relación, ahora, esos gestos parecían fluir con naturalidad hacia Megan, como si algo en él hubiera cambiado.
En un impulso, Jungkook bajó la mirada hacia el pastel que pidió, como si pudiera encontrar ahí una distracción, pero el peso de la incomodidad seguía creciendo. Sabía que Keira lo conocía demasiado bien para no notar su interés genuino por Megan, y esa conciencia lo atrapó entre la culpa y la ansiedad, sin saber bien cómo navegar la situación sin herir a nadie más de lo que ya lo hizo tiempo atrás.
—Keira...
Estaba listo para decir algo más, cualquier cosa que aclarara lo evidente y apaciguara la situación, pero Keira lo interrumpió con una sonrisa suave.
—Espero que volvamos a vernos algún día —su tono amable parecía envolver el momento en una sensación casi surreal, como si nada hubiera pasado.
Luego, se volvió hacia la pelinegra y, con un gesto amigable, tocó su hombro. Megan, sorprendida y sintiéndose aún más insegura en su presencia, evitó mirarla directamente. Notaba la delicada feminidad de Keira, su baja estatura y el contraste tan marcado con su propia apariencia. Era imposible no compararse, y cada detalle la hacía retraerse un poco más. Jungkook observaba todo en silencio, incapaz de descifrar lo que pasaba por la mente de ambas. La despedida de su exnovia lo dejó desconcertado, y mientras ella se alejaba, se quedó inmóvil, sintiendo que no entendía del todo lo que acababa de ocurrir ni el peso de lo que Keira no dijo en palabras.
—V-vamos... ¿Nos sentamos? —sin poder disimular un ligero temblor en su voz, se volvió hacia Megan, señalando una mesa cercana.
Sin esperar respuesta, se adelantó y eligió un lugar junto a la ventana, depositando con cuidado el pastel y los cafés que pidió para ambos. Observaba sus manos, intentando controlarse y no mostrar la tensión que aún lo recorría tras el encuentro con Keira. Megan lo siguió en silencio, avanzando lentamente y abrazándose a sí misma como si buscara protección. Su mirada estaba perdida, aún sintiendo el impacto de la presencia de la pelirroja. Era como si cada paso la obligara a confrontar algo que preferiría evitar, como si la seguridad que tenía junto a Jungkook se volviera frágil de repente.
Cuando llegó a la mesa, alzó la mirada hacia ella, tratando de ofrecerle una sonrisa para tranquilizarla. Quería romper el silencio, decir algo que los devolviera a su propio espacio, pero las palabras se le quedaban atoradas. Tomó un sorbo de su café, sintiendo el calor en su garganta mientras intentaba encontrar algo que decir para aliviar la incomodidad entre ellos. La observó, notando cómo sus ojos parecían fijos en el pastel, aunque su expresión estaba distante, atrapada en sus propios pensamientos.
—¿No vas a probarlo? —con suavidad, rompió el silencio, ladeando la cabeza mientras la observaba—. ¿O me equivoqué y pedí el pastel equivocado?
—No, no es eso...—levantó la vista de inmediato, negando con la cabeza—. Solo que no tengo mucha hambre, eso es todo.
—Parecías emocionada cuando hablamos por teléfono —intentó sonar casual, pero su tono dejaba entrever cierta duda, mientras fruncía el ceño de forma ligera.
La tensión en Megan aumentó, su mirada bajó de inmediato, y sus dedos comenzaron a entrelazarse nerviosamente sobre la mesa, buscando alguna excusa que la sacara de aquel escrutinio sin que él notara cómo el reciente encuentro con Keira la desarmó.
—No esperaba encontrarte con... Keyla.
Jungkook suspiró, pasando una mano por su frente mientras recordaba los días en que solo eran amigos, las pocas veces que solía mencionarle a Keira, ella la llamaba Keyla. Sentía cómo la frustración se colaba en su voz, pero se obligó a responder con calma.
—Es Keira —aclaró, con un tono más directo de lo que pretendía.
—Da igual —murmuró, sin mirarlo, para luego chasquear la lengua y cruzar los brazos con algo de molestia—. Es lo mismo.
Cerró los ojos un instante y negó con la cabeza. Sentía cómo las palabras se acumulaban en su mente, cada una buscando salir, pero decidió dejarlo así. La conocía lo suficiente como para saber que, cuando estaba así, cualquier palabra podía intensificar la situación, y en su expresión leía esa intensidad latente. No quería empujarla más allá, especialmente en un momento tan cargado, además él no era capaz de discutir.
Observándola en silencio, tomó otro sorbo de café, buscando alguna manera de tranquilizar el ambiente sin avivar el fuego que sabía que ardía en su interior.
—Tampoco esperaba encontrármela. Desde que terminamos no la he visto.
Lo miró, algo sorprendida por la confesión. Recordó esos momentos en los que, cuando solo eran amigos, solía preguntarle por su relación, curiosa y dispuesta a entenderlo mejor. Pero, por más que lo intentara, Jungkook nunca le contaba mucho sobre Keira. Siempre respondía de forma breve, sin profundizar en lo que sucedía entre ellos, limitándose a detalles que ahora se le hicieron insignificantes.
Al recordarlo, una extraña incomodidad comenzó a instalarse en su pecho. Era raro que, habiéndole preguntado tantas veces, nunca le hubiera contado algo en serio relevante sobre ella. Se sentía como si, incluso entonces, hubiera existido una distancia invisible entre ellos, un límite que él decidió no cruzar.
Megan se armó de valor y, sin mirarlo directamente, decidió hablar.
—¿Por qué nunca me hablaste de Keira? —la miró, algo extrañado, sin comprender del todo el tono en su pregunta. Ella continuó, encontrando la fuerza en la incomodidad del momento—: Digo... ni siquiera cuando éramos amigos hablabas de ella. Apenas me contabas nada.
—Porque, en ese tiempo, tú... te la pasabas hablando de ti misma, de tus problemas —suspiró y se rascó la nuca, buscando cómo explicarse—. Y como apenas nos estábamos conociendo, no sentía que tuviera la confianza para contarte sobre Keira.
Megan sintió cómo sus hombros se tensaban al escuchar sus palabras. Sabía que fue así; estuvo en una etapa descontrolada de su vida cuando se conocieron y encontró en él alguien dispuesto a escucharla. Pero aun así, una duda persistía.
—¿Y ahora? ¿Por qué no lo hiciste?
—Porque nunca me preguntaste —respondió simple y directo, aunque la miraba con calma.
La respuesta la dejó sin palabras. Abrió la boca para decir algo, pero no encontró qué responder. Pero luego frunció el ceño, sintiéndose un poco herida por la respuesta de él.
—De igual manera, cuando te hablé de Heather, tú podrías haberme hablado de Keira.
Jungkook sintió que la frustración empezaba a acumularse dentro de él. Su expresión se tornó tensa.
—No iba a hablarte de mi exnovia si tú no me preguntabas —suspiró, pasando una mano por su cabello con frustración, claramente luchando por controlar sus emociones—. No voy a mencionar a alguien que no ha estado en mi mente, como si hubiera estado pensando en ella todo este tiempo.
—Eso no es justo —una chispa de irritación apareció en sus ojos al sentirse atacada—. No puedes esperar que siempre sea yo quien haga las preguntas.
—Es algo que debiste preguntar tú. Pero entiendo por qué no lo hiciste —presionó los labios, luchando por mantener la calma—. Esas preguntas surgen cuando realmente te importa la persona y quieres saber cómo ha manejado su vida sentimental antes.
Megan se sintió acorralada. La insinuación de Jungkook la hizo sentir que él estaba sugiriendo que su falta de interés en su anterior relación era un reflejo de que no le importaba lo suficiente. La incomodidad crecía, y su frustración se reflejaba en el leve temblor de su voz.
—Tal vez, pero eso no significa que no haya interés de mi parte. ¿O es que eso no cuenta para ti?
Jungkook se detuvo por un momento, sintiendo la intensidad de la conversación. La atmósfera entre ellos se volvió demasiado tensa, y ambos parecían estar buscando la manera de reconectar a pesar del abismo que había entre sus palabras. Megan respiró hondo, tratando de suavizar la situación.
—¿Puedo preguntarte algo sobre Keira ahora? —su voz salió un poco más baja, aunque Jungkook notó una chispa de molestia en sus ojos.
Él dudó, sintiendo un nudo en el estómago. No quería iniciar una pelea, pero la invitación de Megan lo sorprendió. La preocupación por su reacción lo hizo titubear.
—Megan... No sé si sea el mejor momento para hablar de eso.
—Pero quiero que hables —frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho—. ¿Acaso tienes algo que ocultar?
Sintió una presión en su pecho al escuchar la insistencia en su voz. Sabía que era mejor abordar el tema, pero la incomodidad lo mantenía a la defensiva. Sin embargo, la expresión en el rostro de ella le dejaba claro que no podría escapar de la conversación por mucho tiempo.
—Está bien —aceptó resignado—. Pregunta lo que quieras.
—¿Cómo se dio tu relación con ella? ¿Y cómo era la relación que tenían?
La miró, sorprendido por las preguntas, pero la curiosidad en sus ojos era evidente. Se tomó un momento, permitiendo que los recuerdos fluyeran antes de responder.
—Bueno, nos conocimos en el instituto —comenzó, mirando al vacío mientras sus dedos jugueteaban con el vaso frente a él—. Éramos mejores amigos antes de empezar a salir. Desde el principio, había una conexión especial entre nosotros, algo que parecía natural —hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras correctas, y luego suspiró profundamente—. Pero cuando comenzamos a salir, me di cuenta de que Keira era... increíblemente atenta y amorosa —se pasó una mano por el cuello, algo incómodo, mientras sus ojos evitaban los de Megan—. Siempre buscaba maneras de hacerme sentir bien, incluso cuando yo no era capaz de apreciarlo del todo.
Mientras hablaba, Jungkook sintió el peso de la culpa apoderarse de él. Recordaba momentos específicos en los que, atrapado en su propio mundo y sus problemas, ignoró las pequeñas cosas que Keira hacía por él. Había veces en las que su mente estaba tan ocupada con sus preocupaciones que no se daba cuenta de lo mucho que ella se esforzaba por mantener su relación a flote.
Megan escuchaba con creciente malestar. Cada palabra resonaba en su mente, avivando la imagen de Keira, con su cuerpo con curvas y su sonrisa perfecta. La rabia y la inseguridad comenzaron a surgir dentro de ella, cada mención de la exnovia de Jungkook como un punzón en su pecho. Tomó un bocado de pastel de chocolate, masticando con fuerza, casi como si la dulzura del chocolate pudiera ahogar su creciente frustración.
—Pasamos por mucho juntos, incluso cuando fuimos a diferentes universidades que fue cuando empezó nuestra relación. Keira siempre estaba ahí, apoyándome —continuó, su mirada distante mientras recordaba—. A veces, era como si pudiera leerme, entenderme sin que yo dijera una palabra. Pero yo estaba tan atrapado en mi propia vida y mis propios problemas que a menudo la trataba con indiferencia.
La culpa lo invadió más intensamente al recordar los momentos en que sin ser consciente hirió a Keira. Se sentía como un idiota, un egoísta que nunca supo valorar lo que tenía. Cada vez que ella lo buscaba, él estaba demasiado ocupado o distraído, sin darse cuenta de que estaba rompiendo su corazón poco a poco. Ahora, al mirarlo en retrospectiva, la culpa lo consumía; su comportamiento hizo que Keira se sintiera sola, menospreciada, y eso lo torturaba.
Megan sintió cómo su corazón se retorcía. ¿Cómo podía hablar de ella así, como si fuera la única que hizo esfuerzos por ser buena? La rabia hervía dentro de ella, y cada bocado de pastel que tomaba era un intento vano de sofocar su frustración. Se sentía atrapada entre la rabia y la inseguridad que la invadía al pensar en cómo ella fue con él.
—¿Y tú? ¿No te sentías culpable por cómo te comportabas? —preguntó, su voz temblando entre la ira reprimida y la tristeza.
Jungkook bajó la mirada, sintiendo un nudo en el estómago al escuchar la insinuación en su voz. La culpa lo invadía con más fuerza; había fallado en ser el novio que Keira merecía. No hizo lo suficiente por ella, y la verdad le golpeó como un puño en el estómago.
—A veces sí —confirmó mirando al frente sin en realidad ver nada—. Me doy cuenta de que podría haber hecho más por ella, que a pesar de todo lo que hizo por mí, no siempre correspondí de la misma manera —sus ojos se cerraron brevemente, como si al recordar esa parte le doliera—. Me pesaba en la conciencia saber que no era el novio que ella necesitaba. Siempre estaba ahí, y yo, a veces, simplemente no la veía.
Megan sintió que su pecho se apretaba. Las inseguridades crecían dentro de ella, como un monstruo en la oscuridad. ¿Era suficiente? ¿Podría ser tan atenta y amorosa como Keira? La idea de no poder competir con la imagen perfecta de la exnovia de Jungkook la llenó de angustia.
—Pero ¿la extrañas? —indagó incapaz de ocultar la frustración en su tono—. Suena como si la extrañaras.
Se sorprendió por la intensidad de su voz, pero se obligó a mantener la calma.
—No la extraño —se apresuró a decir, sus manos apretando ligeramente el vaso de café como si tratara de calmarse—. No estaba enamorado de Keira. Si lo hubiera estado, no habría terminado la relación. Solo... reconozco que fue una buena persona. Hizo cosas increíbles por mí, y le fallé en muchas ocasiones.
Megan sintió un escalofrío recorrer su espalda al escucharlo decir que no extrañaba a Keira. Aunque él lo afirmaba, su tono nostálgico la hacía sentir insegura y molesta. La comparación era inevitable; la forma en que hablaba de ella la llenaba de dudas.
—Me pesa haberla herido —murmuró, mirando al vacío, su tono cargado de pesar—. No la traté como merecía, y aunque siempre estuvo a mi lado, no supe mostrarle el aprecio que debía —su mano se tensó ligeramente, como si intentara sostener los recuerdos que lo llenaban de culpa—. Mirando atrás, siento que fallé en ser el novio que necesitaba, y esa culpa sigue jodiéndome. Es eso, Megan.
Mientras hablaba, Jungkook se dio cuenta de que su mirada se desvió momentáneamente hacia las comisuras de los labios de Megan, que estaban manchadas de chocolate. Era un pequeño detalle, un contraste inesperado en medio de la tensión que envolvía la conversación. Aquella imperfección, que en otro momento podría haber pasado desapercibida, ahora resaltaba en su rostro, trayendo consigo una oleada de ternura.
Sin pensarlo, se inclinó hacia ella, dejando de lado sus propias preocupaciones. Había algo en su vulnerabilidad que lo conmovía, y un impulso protector lo llevó a querer limpiar su rostro con dulzura.
—Megan, tienes un poco de chocolate aquí —informó, sonriendo con cariño, pero la expresión de ella cambió de inmediato. Su rostro se tiñó de un rubor intenso al darse cuenta de lo que sucedía, y con un movimiento brusco apartó su mano, como si quisiera distanciarse no solo de su gesto, sino de la intimidad que este representaba.
El momento, que debería haber sido ligero, se convirtió en un recordatorio de las inseguridades que aún latían en el fondo de su corazón. Jungkook sintió un pequeño dolor al ver su reacción, como si el gesto de cariño hubiera sido malinterpretado, y eso lo dejó reflexionando sobre la fragilidad de la situación entre ellos.
—¡No me toques! —su voz resonó en la cafetería, llamando la atención de algunas personas. Las palabras salieron de sus labios con una intensidad que la sorprendió a ella misma, pero no había otra forma de expresar la tormenta que sentía en su interior.
Sintió que el rubor en sus mejillas se intensificaba, como si el chocolate se convirtiera en un símbolo de su torpeza. Su mente corría a mil por hora, comparando su cuerpo con una imagen persistente que la atormentaba. Cada detalle que antes la hacía sentir especial se convirtió en un peso que la oprimía. Mientras su corazón latía con fuerza, se sintió completamente expuesta, como si cada imperfección en su figura se amplificara en la luz de la cafetería. Su ropa le pareció más ajustada de lo habitual, y el peso de su inseguridad la envolvió como una manta pesada. En contraste, la imagen de Keira seguía asaltando sus pensamientos: la figura esbelta y elegante, las curvas perfectas que parecían naturales en ella, mientras Megan se sentía demasiado grande y torpe.
Avergonzada, apartó la mirada de Jungkook, temiendo que pudiera leer sus pensamientos. El gesto que fue tan gentil se transformó en un recordatorio de que siempre habría algo entre ellos: una brecha que se sentía cada vez más insalvable. Él se quedó paralizado, la sorpresa pintada en su rostro. Su confusión se transformó al instante en preocupación mientras intentaba entender la explosión emocional que acababa de provocar.
—Megan, yo solo... —comenzó a decir, pero la angustia en su mirada le hizo ver que no podía continuar. Ella se sentía expuesta, como si su vulnerabilidad estuviera al descubierto.
La presión de sus palabras y la comparación con Keira fueron demasiado. Megan se sintió desbordada por la confusión y la rabia.
—T-tengo algo que hacer —murmuró, y al levantarse, sintió que la frustración brotaba en su interior.
La observó alejarse, sintiendo la frustración y la tristeza en el aire. La presión de sus palabras y la sombra de Keira crearon un abismo entre ellos que parecía imposible de cruzar. Mientras Megan se marchaba, sus emociones luchaban por salir, llevándola a un lugar donde pudiera estar sola con su confusión y dolor, lejos de la comparación que tanto la lastimaba. Cuando salió de la cafetería, Jungkook se quedó paralizado por un momento, atónito por la rapidez de lo ocurrido. La puerta se cerró tras ella, resonando en su mente como un eco de la confrontación que acababa de vivir. Se tomó la cabeza entre las manos, sintiendo el peso de la culpa que lo acompañó desde su ruptura con Keira y que ahora se mezclaba con la frustración que le causaba el comportamiento de Megan.
—¿Qué carajos puedo hacer? —murmuró, su voz temblorosa apenas audible. La frustración lo invadió, sintiendo que sus esfuerzos por acercarse a Megan se desvanecían cada vez que ella se mostraba distante. Lo único que quería era abrirse a ella, compartir su mundo, pero no podía evitar que esa imagen de ella apartando su mano lo atormentara.
Se pasó la mano por el cabello, sintiendo cómo la desesperación lo consumía. Megan era todo lo que había deseado, y se sentía cada vez más impotente al darse cuenta de que ella se cerraba en lugar de abrirse a lo que podría ser entre ellos. Se quedó allí, en un mar de pensamientos, preguntándose cómo llegó a este punto. La inseguridad de ella, su irritación, todo eso lo desorientaba. Solo quería que las cosas fueran diferentes, que pudiera borrar la sombra de su pasado y ofrecerle lo que merecía: su apoyo incondicional, su amor. Pero la presión de la culpa por su pasado lo mantenía atrapado en una espiral de dudas. Sin respuestas y con el corazón pesado, la única pregunta que resonaba en su mente era: ¿por qué siempre tenía que ser tan complicado?
(...)
Con el cielo oscureciendo, Megan se encontraba en su departamento, sentada en el sofá con una expresión ausente. Taehyung, su mejor amigo, intentaba hacerla reír con historias divertidas, pero sus palabras parecían perderse en el aire. Su mente no podía dejar de divagar sobre Jungkook y Keira, cada recuerdo de ellos como un puñal en su corazón. No podía dejar de pensar en lo perfecta que era ella, no solo en su físico, que parecía sacado de una portada de revista, sino también en cómo fue en su relación con Jungkook. A pesar de que él le dijo que no estuvo enamorado de su exnovia, la presencia de ella aún pesaba en la mente de Megan. La confusión la asaltaba. ¿Por qué Jungkook había decidido terminar con alguien que, a pesar de no ser su gran amor, estuvo a su lado durante tanto tiempo? ¿Y qué lo llevó a querer intentar algo con ella?
La inseguridad la invadía, como un peso sobre sus hombros que no podía sacudirse. Se preguntaba si realmente tenía algo que ofrecerle a Jungkook. Aun sabiendo que él terminó con Keira porque no sentía amor por ella, no podía evitar compararse. Su mente le decía que, aunque Jungkook la eligiera, ella jamás podría ser suficiente.
—¿Megan? —Taehyung notó su falta de atención. Ella apenas se dio cuenta, absorta en su mundo de inseguridades. Las dudas seguían ardiendo en su mente. La idea de que Jungkook pudiera estar interesado en ella la llenaba de confusión y ansiedad. ¿Podía él realmente ver algo en ella que no se limitara a un simple consuelo después de Keira?
De repente, un suave pero firme toque en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Se sobresaltó, sintiendo una mezcla de ansiedad y curiosidad. No tenía idea de quién podría ser, pero el corazón le latía con más fuerza. Se levantó, sintiendo que cada paso hacia la puerta era una pequeña batalla contra su propia incertidumbre.
Al girar el picaporte y abrir la puerta, se encontró cara a cara con Jungkook. Estaba de pie en el umbral, con una expresión que destilaba vulnerabilidad. Su cabello oscuro caía desordenadamente sobre su frente, y sus ojos, que solían brillar con confianza, ahora estaban cargados de una mezcla de nerviosismo y deseo de conexión. Vestía un abrigo gris oscuro, y un suéter de lana asomaba por debajo, sugiriendo un intento de ofrecer calidez en medio de la frialdad de la estación. A pesar de su apariencia que en general era imponente, algo en su postura lo hacía parecer más humano, más accesible, incluso con un leve temblor en sus manos.
—¿Qué haces aquí? —preguntó desconcertada, su voz temblando un poco mientras una oleada de emociones la invadía. La sorpresa se mezclaba con el desasosiego, y no sabía cómo manejar su presencia, especialmente después de la conversación que tuvo con Taehyung sobre él.
Desde el fondo del departamento, su mejor amigo, asomó la cabeza con curiosidad..
—¿Quién es? —su tono transmitía sorpresa y una pizca de emoción.
Jungkook se sorprendió al escuchar la voz del castaño, pero decidió avanzar y entrar.
—Hola, Taehyung —dijo antes de volver a dirigir su atención a Megan. Al estar frente a ella, su expresión cambió. Con una media sonrisa nerviosa que parecía buscar tranquilidad, murmuró suavemente—: Hey, vine a verte para saber cómo estás.
Se acercó un poco más, y con un gesto de ternura, acarició su mejilla con la yema de sus dedos. La suavidad de su toque evocó una chispa de calidez que recorrió su piel, pero también le recordó lo complicado de su situación. Sin embargo, ella no pudo evitar sentir que ese gesto era demasiado pronto. Aunque deseaba acercarse a él, la inseguridad que la asediaba se manifestaba en su reacción.
Ella se apartó un poco, haciendo evidente que todavía necesitaba espacio. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, sintió la mezcla de confusión y vulnerabilidad que emanaba Jungkook. Su corazón se apretó al ver la incomprensión en su rostro, y la necesidad de protegerse la llevó a distanciarse, reafirmando su necesidad de manejar sus sentimientos a su propio ritmo.
La tensión en el aire se hacía intensa, y para Megan, el instante se sentía interminable. Taehyung, el mediador entre ellos, decidió romper el hielo con una sonrisa forzada que intentaba aliviar la incomodidad.
—Qué bueno que llegaste, Jungkook. Justo necesitaba hablar con los dos.
Jungkook miró a Megan, permitiendo ver una mezcla de inseguridad y deseo de entender cómo actuar. Ahora sabía que necesitaba su espacio, aunque lo que él necesitaba era acercarse a ella, sentir que todavía había un lugar para él en su vida.
Ella al notar el peso de sus miradas, se sintió un poco abrumada. La última cosa que quería era crear más distancia entre ellos, así que, tras un momento de titubeo, hizo un gesto con la mano, invitándolo a sentarse.
—Siéntate.
Jungkook asintió lentamente, agradecido por el gesto, pero aún sin perder la inseguridad que lo acompañaba desde que llegó. Se sentó en el borde del taburete, manteniendo una postura tensa mientras dirigía una mirada furtiva a Megan, buscando su aprobación, su apoyo.
La tensión persistía, pero Taehyung decidió romperla con una noticia que estuvo guardando. Miró a sus amigos, intentando establecer un ambiente más relajado.
—Oigan, quería contarles algo —comenzó, una sonrisa leve brotando en su rostro—. He estado conociendo a alguien.
Megan, al escuchar esto, desvió un poco su atención de Jungkook y se centró en Taehyung, interesada.
—¿En serio? ¿Quién es? —indagó, sintiendo que un cambio de tema podría hacerle bien a todos.
—Su nombre es Serena —su voz cargada de un entusiasmo apenas disimulado—. Es un par de años mayor que yo —desvió su mirada mientras cruzaba los brazos por un momento antes de volver a relajarlos—. Desde que comenzamos a conocernos, no puedo evitar sentir que esto va más allá de una simple amistad.
A medida que hablaba, ellos lo escuchaban con atención, y el castaño continuó, como si supiera que necesitaba romper la tensión en el aire.
—Pero... —hizo una pausa, su expresión tornándose más seria—. Aún estoy esperando que Marie se decida si quiere volver. La he visto en redes sociales disfrutar de su vida, y no puedo evitar sentir que estoy perdiendo tiempo —su voz se volvió un poco más grave mientras se encogía de hombros, como si tratara de restarle importancia al asunto—. Sigo amando a Marie, y aunque me gusta Serena, no sé si estoy listo para dar el siguiente paso —su mirada se desvió hacia el ventanal, observando distraídamente como si buscara algo que le diera claridad—. Si decido dejarme llevar por lo que siento por Serena, tendría que hablar con Marie. Pero la verdad es que no sé cómo hacerlo —murmuró, sus dedos presionando la tela de su suéter como si intentara apretar un poco de calma en su pecho—. Creo que jamás podría enfrentarla y decirle que estoy interesándome en otra persona. Me aterra la idea de que ella se sienta herida o piense que la estoy reemplazando.
Megan lo miró con compasión, sintiendo que la confusión de Taehyung resonaba en su propia vida. Entendía lo complicado que podía ser el amor, pero no podía evitar que sus pensamientos se desviasen hacia Jungkook, hacia la inseguridad que sentía al compararse con la relación pasada de él. La sombra de Keira, con su perfección y la historia que compartía con Jungkook, la hacía cuestionarse si realmente era suficiente para él.
—¿Y qué piensas hacer? —preguntó, intentando que su voz no temblara mientras luchaba contra sus propias inseguridades.
—No lo sé. Estoy tratando de ser honesto con mis sentimientos, pero es complicado —sus ojos se enfocaron en el suelo por un momento, como si las palabras le costaran más de lo que quería reconocer. Luego levantó la mirada, y su expresión mostró una mezcla de frustración y duda—. A veces siento que quiero seguir adelante con Serena, pero otras veces me pregunto si aún hay algo entre Marie y yo que vale la pena salvar —confesó con un leve movimiento, se pasó la palma de la mano por la frente, como si quisiera borrar los pensamientos que le atormentaban—. La idea de perderla para siempre me asusta más de lo que quisiera admitir.
Sus palabras pesaban en el aire, y Jungkook sintió que su corazón se apretaba. Sabía que su amigo estaba lidiando con su propia batalla, pero a la vez se sentía impotente por la distancia que había entre él y Megan. El ambiente se volvió denso, lleno de emociones no expresadas. Deseaba poder cruzar esa brecha que parecía crecer entre ellos, pero temía que las inseguridades de ella lo alejaran aún más. A pesar de que sus sentimientos eran claros, la confusión en su mente era cómo acercarse sin presionarla, sin recordarle las sombras del pasado.
La tensión seguía presente en la habitación mientras Taehyung reflexionaba sobre sus sentimientos. Finalmente, se volvió hacia ellos, buscando consejo en sus expresiones preocupadas.
—¿Qué piensan que debería hacer? —preguntó, claramente ansioso por obtener una dirección.
—Creo que deberías seguir intentando con Marie —Megan no dudó en responder—. La amas, ¿verdad? No puedes dejar que la incertidumbre te haga descartar lo que sientes por ella —lo miró, intentando darle un consejo honesto, mientras su mirada se suavizaba—. Puede que esté confundida, pero si realmente hay algo especial entre ustedes, deberías luchar por ello.
Asintió, reconociendo la verdad en las palabras de Megan, pero su inseguridad seguía latiendo en su pecho.
—Es lo que quiero, pero... —susurró, antes de detenerse en seco.
Jungkook observó a su amigo, sintiendo que era el momento de compartir su perspectiva.
—No estoy tan seguro, Taehyung —frunció el ceño, pensativo—. Tal vez deberías conocer más a Serena. Por lo que has dicho parece que hay una buena conexión entre ustedes —se inclinó hacia adelante, sus ojos fijándose en el rostro de su amigo—. A veces, arriesgarse a explorar algo nuevo puede abrir puertas que nunca imaginaste.
Megan se sintió como si un balde de agua fría le hubiera caído encima al escuchar a Jungkook. La sorpresa fue seguida rápidamente por una indignación que no pudo contener.
—¿Qué? ¡¿Estás hablando en serio?! —exclamó, dirigiendo su mirada hacia Jungkook, con los ojos entrecerrados—. No puedes estar sugiriendo que debe dejar a Marie por alguien más, especialmente cuando sigue amándola.
—No es que le esté diciendo que la deje. Solo... pienso que a veces aferrarse a algo que puede no volver puede ser perjudicial —intentó explicarse, sintiéndose tomado por sorpresa por la reacción de ella—. Serena parece una buena opción para explorar. No está mal considerar nuevos caminos.
—¿No crees que eso sería traicionar el amor que siente por Marie? —replicó, su voz firme y apasionada—. Si todavía sientes algo por alguien, deberías al menos intentar resolverlo, no salir corriendo hacia otra persona.
La intensidad del debate encendió una chispa en la habitación. Taehyung, sintiéndose entre dos mundos, miró a Jungkook y luego a Megan, intentando encontrar un equilibrio.
—No estoy diciendo que quiero dejar a Marie, pero... —sus palabras se volvieron vacilantes—. No quiero quedarme estancado mientras ella se decide. Y Serena, bueno, es diferente.
Megan suspiró, sintiendo que sus propias inseguridades comenzaban a surgir nuevamente. Mientras Taehyung debatía su futuro emocional, la sensación de que su propia posición en la vida de Jungkook era frágil y complicada la llevó a cuestionar si realmente estaba preparada para enfrentar cualquier cambio.
—Solo creo que debes ser honesto contigo mismo, Taehyung —finalmente dijo, su voz más suave—. Si sientes que Marie es lo que quieres, entonces lucha por eso. Pero no te apresures a una nueva relación solo porque sientes que no puedes esperar más.
El comentario de Megan resonó en el aire, y Jungkook sintió cómo la mirada de ella se tornaba hacia él, como si estuviera señalando algo más profundo. Su mente se llenó de defensas; sabía que dejó a Keira, pero la situación era diferente.
—No es lo mismo, Megan —aclaró, intentando explicar su perspectiva—. No me apresuré a empezar algo contigo.
—¿De verdad? —la indignación surgía de su interior—. ¿Te olvidaste de lo rápido que decidiste dejar a Keira y cómo te lanzaste hacia mí en cuanto tuviste la oportunidad?
—No es eso...—protestó, pero Megan continuó, cada vez más decidida.
—Entonces, ¿qué es? ¿Soy solo una solución temporal para el vacío que Keira dejó? —su voz temblaba ligeramente, pero su furia no se desvanecía.
—¡Chicos! —intervino, alzando la voz en un intento de calmar la situación—. ¡Estamos hablando de mí aquí! ¿Por qué tienen que discutir?
Ambos se detuvieron, sorprendidos por el estallido de Taehyung. La tensión creció tanto que el aire se sentía pesado, y la mirada de ambos se centró en él.
—No entiendo por qué tienen que hacer esto ahora —continuó, frunciendo el ceño—. Lo único que quería era hablar con ustedes sobre mis propios problemas. No necesito que se pongan a pelear por mi culpa.
Ambos intercambiaron miradas, reconociendo que su discusión desvió la atención del verdadero problema. La intensidad del momento se desvaneció un poco, y ambos comenzaron a comprender que el foco debía estar en Taehyung, no en sus propias inseguridades.
—Tienes razón —dijo Jungkook, bajando la guardia—. Lo siento, Taehyung. No quise desviar la conversación.
—También lo siento —asintió, sintiéndose un poco culpable por haber atacado a Jungkook—. No era mi intención hacerte sentir incómodo.
—Gracias. Solo necesito el apoyo de ustedes en esto —respiró hondo, sintiéndose un poco más aliviado al ver que su amigos volvían a la calma—. Ahora mismo me siento perdido entre lo que quiero y lo que debería hacer.
—Está bien, solo cuéntanos más sobre cómo te sientes al respecto —lo animó Megan, intentando suavizar la atmósfera y abrir el camino para que compartiera su carga emocional.
La conversación giró hacia los desafíos de Taehyung con Marie y Serena, y mientras hablaba, sus amigos se intercambiaban miradas, recordando que, aunque sus propias inseguridades persistían, su amistad era lo más importante en ese momento.
Después de que Taehyung se marchara, la tensión se intensificó. Megan se quedó parada a un lado de la puerta, su mente en un torbellino. Sabía que Jungkook estaba presente, pero la cercanía parecía una burbuja lista para estallar. Las imágenes de Keira la asaltaban, cada recuerdo de su perfección la dejaba sintiéndose insuficiente. ¿Cómo podía Jungkook estar interesado en ella después de haber estado con alguien como Keira?
Sintió un nudo en el estómago. La lucha interna entre su creciente atracción hacia Jungkook y su miedo a no ser lo que él necesitaba se intensificaba. Respiró hondo, buscando las palabras para expresar lo que sentía, aunque sabía que no sería fácil.
—Necesitamos hablar —dijo finalmente, su voz tensa—. No puedo seguir ignorando lo que pasó entre nosotros, especialmente después de lo de Keira.
Al escucharla se quedó paralizado, sintiendo que el aire se le escapaba. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de nervios y un profundo deseo de acercarse a ella, de abrazarla y asegurarse de que estaba bien. Pero el miedo a perderla lo mantenía en la cuerda floja. Su mente giraba, pensando en cómo responder, pero cada opción lo llenaba de ansiedad.
—Megan, yo... —comenzó, pero su voz se quebró. Ella lo interrumpió, su frustración acumulándose como una tormenta.
—¡No! Solo quiero que entiendas cómo me siento. ¿Por qué decidiste estar conmigo después de terminar con ella? —preguntó mientras su voz se alzaba—. No puedo dejar de pensar en lo perfecta que es Keira. ¿Por qué estoy aquí, lidiando con esto?
Jungkook sintió un profundo abismo formarse entre ellos. Quería gritarle que no se trataba de Keira, que su amor por ella era real y que no era una segunda opción, pero cada palabra que intentaba articular se sentía vacía, impotente. La desesperación lo consumía.
—N-no se trata de Keira —se esforzó por mantener la calma, aunque su voz traicionó su angustia—. Estoy aquí porque quiero estar contigo.
La mirada de Megan era intensa, por lo que sintió que su corazón se hundía. Cada palabra que ella decía parecía confirmar sus peores temores: que no quería estar con él, que era incapaz de proporcionarle el amor seguro que necesitaba. La ansiedad lo apretaba como un lazo, cada latido de su corazón resonando con la certeza de que podría perderla.
—No puedo evitar preguntarme si alguna vez seré suficiente para ti —su voz se quebró, y la tristeza en sus ojos hizo que su corazón se partiera. Jungkook sintió que el vacío en su pecho se expandía, y se le empezaba a hacer difícil encontrar el aire—. Siento que siempre hay algo que te falta, algo que Keira tiene.
—Por favor, no digas eso. Estoy aquí, intentándolo, porque tengo sentimientos por ti. Solo por ti —aseguró, sintiendo la desesperación elevarse dentro de él—. Pero estoy asustado, Megan. Tengo miedo de que un día despiertes y decidas que esto no es lo que quieres.
Megan desvió la mirada, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar. La intensidad de sus emociones parecía consumirla. La lucha que estaban enfrentando era real, y cada segundo que pasaba se sentía más pesada.
—Quizás necesitemos tiempo para pensar en lo que queremos y es mejor para ambos —sugirió, sintiéndose derrotada—. No sé si estoy lista para enfrentar esto ahora mismo.
Jungkook sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. No podía soportar la idea de que se alejara de él, y la presión de la inminente separación lo hizo sentir como si estuviera ahogándose.
—Megan, por favor... no te alejes así —dijo, su voz casi suplicante—. Necesito saber que esto no se ha terminado.
Lo miró, su expresión llena de conflicto. La lucha entre su deseo de acercarse y su miedo a fallarle a él era abrumadora. La ansiedad en Jungkook era evidente y él deseaba que la distancia se desvaneciera, que pudiera abrazarla y decirle que todo estaría bien.
—No quiero pelear, pero tengo miedo de no ser suficiente. No sé cómo lidiar con esto.
—Tampoco yo. Solo quiero estar contigo, pero no sé cómo hacerlo si no me dejas acercarme —se apresuró a decir, sintiéndose completamente vulnerable—. Me asusta pensar que esto se pueda acabar antes de que tenga la oportunidad de demostrarte todo lo que siento.
Ambos estaban atrapados en un ciclo de inseguridades, donde el deseo de acercarse se encontraba con el miedo de perderse. Sin saber cómo avanzar, la tensión se mantuvo en el aire, mientras ambos enfrentaban la dolorosa incertidumbre de lo que podrían llegar a ser. Jungkook sintió que el aire se volvía más denso a medida que las palabras de Megan se asentaban entre ellos. La idea de un "tiempo" lo llenó de pánico. La ansiedad lo envolvía como una niebla oscura, y cada latido de su corazón resonaba con la urgencia de no dejarla ir. Se acercó un paso más, su mirada fija en ella, buscando cualquier indicio de que todavía había una oportunidad.
—Por favor, Megan, no quiero que nos tomemos un tiempo —dijo con voz temblorosa—. Hemos luchado tanto por llegar hasta aquí. No quiero que esto se acabe
Sintió cómo su pecho se contrajo, una mezcla de desesperación y miedo apretando su corazón. La ansiedad le hacía sudar levemente, un hormigueo recorriendo sus manos mientras se mantenía cerca de ella. La imagen de Megan alejándose de él, la posibilidad de que se fuera sin mirar atrás, era un dolor punzante que no podía soportar. Lo miró, sus ojos reflejando una lucha interna. Había algo en su mirada que le decía que ella también sentía ese mismo peso, pero la confusión la mantenía anclada. Jungkook se aferró a esa pequeña chispa de esperanza.
—No podemos dejar que las inseguridades y los miedos se interpongan entre nosotros —continuó, su voz cargada de emoción—. Si nos damos un tiempo, si nos distanciamos... No sé si podré volver a reunir las piezas.
Cada palabra que pronunciaba parecía resonar con el eco de su ansiedad. Sus manos temblaban ligeramente mientras buscaba las de Megan, y cuando finalmente logró entrelazarlas, sintió que un pequeño rayo de esperanza iluminaba su interior.
—¿No podemos intentar luchar juntos? —preguntó, su voz casi un susurro—. Yo quiero seguir intentando, Megan. No quiero mirar atrás y lamentarme por lo que podría haber sido...
Sintió que la presión en su pecho aumentaba. La ansiedad lo hacía sentirse al borde, como si cada segundo que pasaba sin una respuesta concreta pudiera llevarlo a un precipicio del que no podría regresar. Megan abrió la boca como si fuera a decir algo, pero no pudo. Jungkook vio cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, y eso hizo que su ansiedad se disparara aún más. Se sintió al borde de un abismo, la idea de que ella pudiera dar un paso atrás lo llenaba de un miedo que no podía manejar.
—Por favor, Megan... —rogó, su voz apenas un hilo—. Por favor, no tomes decisiones ahora. Demos un paso más, intentemos descubrir cómo superar esto juntos.
Su corazón latía con fuerza, una mezcla de esperanza y terror a medida que la miraba. Solo podía esperar que ella viera lo que él veía: que su conexión merecía ser luchada, que había algo valioso en lo que compartían.
Megan inhaló hondo, su expresión cambiando a medida que absorbía su fervor. Jungkook no podía predecir lo que pasaría, pero pensaba en que tenía que seguir luchando por ella, incluso si eso significaba abrir su corazón aún más, a pesar del riesgo de que se rompiera. La mirada de él, cargada de angustia y deseo, hizo que algo se rompiera dentro de Megan. Verlo tan vulnerable, con esa desesperación en sus ojos, la atravesó como una corriente eléctrica. Todo lo que estuvo sintiendo, sus inseguridades, sus dudas, parecieron desvanecerse por un instante. Sin poder resistirlo más, dio un paso adelante y lo abrazó con fuerza.
Jungkook, sorprendido al principio, se dejó llevar por el calor de su abrazo, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba al instante. Acarició su espalda con sus manos, aferrándose a ella como si fuera su único refugio en medio de la tormenta. La ansiedad que lo consumía comenzó a desvanecerse mientras respiraba su aroma familiar, una mezcla de flores y algo que solo era de ella. Era el alivio que había estado buscando.
—Megan... —murmuró, su voz apenas audible. Cerró los ojos, dejando que el momento lo envolviera—. Dime que vamos a seguir luchando. Dime que no me dejarás ir.
Ella se apartó un poco y lo miró directamente a los ojos. La intensidad de su mirada lo hizo sentir aún más vulnerable, pero también le dio esperanza.
—Tranquilo. No quiero que esto termine. Estoy aquí, contigo.
—E-entonces... —apretó su agarre, como si temiera que cualquier movimiento en falso pudiera hacer que ella se escurriera de sus brazos—, no quiero que te alejes.
Asintió lentamente, y eso fue suficiente para que la ansiedad de Jungkook se desvaneciera un poco más. Era como si cada palabra y cada pequeño gesto entre ellos construyeran una muralla contra sus miedos. Se sintió aliviado, como si hubiera sobrevivido a una tormenta, pero aún quedaba una parte de él que temía que el sol no volviera a brillar.
—Lucharemos juntos, ¿verdad? —preguntó, la voz más firme esta vez, pero con un hilo de vulnerabilidad aún presente.
Megan sonrió débilmente, y el calor de su abrazo le transmitió una sensación de seguridad. En ese momento, se sintió más cerca de ella que nunca, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera y solo existieran ellos dos.
—Sí, lucharemos juntos.
Jungkook sintió que la tensión en su pecho comenzaba a aliviarse. Se aferraron el uno al otro, dejando que ese abrazo les recordara que, a pesar de las incertidumbres y el dolor, había algo hermoso en lo que compartían. Un destello de esperanza que prometía un futuro, siempre y cuando estuvieran dispuestos a luchar por él.
(...)
La luz tenue del apartamento de Megan envolvía la sala en un ambiente cálido y acogedor. Jungkook estaba tumbado en el sofá, su cuerpo ligeramente inclinado sobre el de ella. La discusión que tuvieron anteriormente parecía lejana, como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento. El silencio entre ellos era cómodo, aunque, por unos minutos más, Megan pudo sentir cómo su respiración aún no era completamente estable. La idea de tomarse un tiempo, algo que ella propuso antes, afectó a Jungkook más de lo que anticipó. Sintió cómo su abrazo se apretó, sus brazos rodeándola con fuerza, como si temiera que ella pudiera irse. En el roce de sus cuerpos, notó cómo el cuerpo de él temblaba sutilmente, como si aún cargara con la inseguridad de la discusión, y sus latidos se sentían acelerados, como si su corazón estuviera luchando por encontrar un ritmo tranquilo después de todo el caos que los rodeó. Sabía que, aunque las palabras de disculpa ya fueron intercambiadas, había algo más profundo que los conectaba ahora.
Ella, sintiendo su proximidad, lo miró con una mezcla de vulnerabilidad y expectación. Atravesaron momentos de tensión, pero ahora, en esa intimidad, el aire entre ellos era diferente. Sus palabras dieron paso a una conexión más profunda, y él podía sentir cómo su corazón latía con fuerza, cómo el temor de perderla aún no se había disipado por completo, pero también cómo se entregaba a ese momento, a ella, más que nunca.
—Lo siento por lo de antes —murmuró Jungkook, su voz suave, casi un susurro.
—Yo también.
Había algo en su expresión que le decía que estaba dispuesta a dejar atrás la discordia. Sin pensarlo demasiado, Jungkook se acercó un poco más, sus rostros casi tocándose. La atracción era innegable; podía sentir el calor de su aliento y la electricidad en el aire. Se detuvo un instante, sus ojos recorriendo el rostro de Megan, como si buscara su aprobación.
—¿Puedo? —preguntó, su voz un poco temblorosa, revelando la mezcla de nerviosismo y anticipación que lo invadía.
Asintió lentamente, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa que le dio la confianza que necesitaba. Jungkook, sintiendo que el mundo exterior se desvanecía, cerró la distancia entre ellos y unió sus labios con los de ella. Fue un beso suave al principio, como si ambos exploraran el terreno, pero pronto se volvió más intenso, lleno de la pasión y la conexión que estuvo hirviendo bajo la superficie. Ambos se perdieron en el momento, dejando atrás las preocupaciones y las tensiones, sumergiéndose en la calidez de la compañía del otro. Jungkook sintió que, por primera vez en mucho tiempo, todo encajaba, como si estuvieran destinados a estar ahí, juntos, en ese instante.
El beso se profundizaba, y sintió cómo cada fibra de su ser respondía a la calidez de Megan. Sus labios se movían con una urgencia casi desesperada, como si intentaran comunicar todo lo que las palabras antes no pudieron. La suavidad de su piel contrastaba con la firmeza del cuerpo de él, que irradiaba fuerza y una confianza innata.
Ya no estaba pudiendo soportar el peso de Jungkook sobre ella. Aunque la cercanía de su cuerpo la envolvió en una sensación cálida, el peso de su figura musculosa comenzaba a ser un poco abrumador. Sus brazos, bien definidos por horas de entrenamiento, presionaban contra ella, mientras el aire entre ellos se volvía denso. Podía sentir el lento y profundo movimiento de su pecho al respirar, y, en la cercanía de su torso, los músculos de su abdomen se marcaban sutilmente, como si recordaran la fuerza que acumuló a lo largo de los años.
Megan, sintiendo la mezcla de la conexión emocional y física, soltó un ligero gruñido mientras sus labios se separaban por un instante.
—Estás muy pesado...
La risa de Jungkook resonó en la habitación, alegre y despreocupada. Era un sonido que aliviaba la tensión acumulada entre ellos, y su sonrisa iluminó su rostro. Apreciaba el momento; era una mezcla de ternura y desahogo.
—¿Pesado? —repitió, levantándose lentamente y girándose para quedar sentado en el sofá. La forma en que sus músculos se tensaban y se relajaban mientras se movía era hipnótica. Jungkook decidió que era el momento perfecto para sorprenderla.
Con un movimiento ágil, tiró de Megan hacia él, colocándola sobre su regazo. El cambio fue inesperado, y ella arqueó una ceja, sorprendida, pero no tuvo tiempo para quejarse, ya que la envolvió con sus brazos, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el suyo.
—Te ves mejor aquí —murmuró con una sonrisa traviesa, antes de acercarse de nuevo y volver a capturar sus labios en un beso apasionado.
Esta vez, el contacto fue más intenso, sus bocas se movían con más necesidad, y el pelinegro profundizó el beso, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. El sabor de ella era embriagador, y la forma en que se hundía en él, dejándose llevar, hizo que su deseo creciera. La cercanía de sus cuerpos, la presión de su peso sobre él, la llenaban de energía y emoción. En ese instante, todo lo que existía era la conexión que compartían, la promesa de lo que estaba por venir.
La intensidad del beso continuaba creciendo, como si el mundo exterior se desvaneciera a su alrededor. Jungkook, sintiendo la calidez de Megan y el latido acelerado de sus corazones, se apartó un poco para mirarla a los ojos, una chispa de timidez iluminando su expresión.
—¿Puedo...? —comenzó, su voz un susurro nervioso—. ¿Puedo besarte en la habitación?
Sorprendida por la pregunta, se sintió sonrojar, pero en el fondo, la emoción y el deseo que sentía eran más fuertes que el nerviosismo. Asintió lentamente, y Jungkook no pudo evitar sonreír, como si una carga se hubiera levantado de sus hombros. Sin pensarlo dos veces, la levantó logrando que ella en un chillido enredara las piernas en su cadera, ambos riendo mientras caminaba hacia su habitación.
El recorrido fue breve, pero cada paso que daba hacia la intimidad la llenaba de una mezcla de alegría y ansiedad. La colocó suavemente sobre la cama, pero antes de que pudiera procesar completamente el momento, él tomó el peluche de conejo, que le regaló en aquel parque de diversiones en Stowe, y lo lanzó juguetonamente al suelo.
—¡Oye! —protestó indignada—. ¡No! ¡No puedes tirar a Kook así!
Sin embargo, antes de que pudiera levantarse para recogerlo, Jungkook se acercó y la tomó de los brazos, evitando que se moviera. La sorprendió con un nuevo beso, un movimiento que era tanto posesivo como tierno. La dominación en su acción la sorprendió, y un escalofrío recorrió su columna vertebral. Se quedó inmóvil por un momento, atrapada entre el deseo y la confusión. El sabor de su aliento se mezclaba con la dulzura del momento, y la manera en que Jungkook la sostenía, firme pero suave, la hacía sentir segura y vulnerable al mismo tiempo.
Jungkook sonrió contra sus labios, disfrutando de la forma en que se dejaba llevar, y al mismo tiempo, la cercanía de su cuerpo la hizo perderse en la sensación de tenerlo tan cerca. Pero, en el fondo, una parte de ella seguía luchando entre la alegría y la ansiedad por lo que eso significaba. Aunque, en ese instante, solo deseaba sentirlo más, ser parte de esa conexión que los unía.
La atmósfera se cargaba de una tensión eléctrica mientras los besos se profundizaban. Sus labios se movían con fervor, explorando cada rincón de la boca de Megan, que se perdía en el ritmo de sus caricias. Jungkook, sintiendo su entrega, decidió ir un paso más allá. Con movimientos suaves pero decididos, empezó a deslizar su mano por la cintura de ella, levantando su camiseta con cada caricia. Cuando la tela se deslizó sobre su piel, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Su corazón latía con fuerza, y la sensación de su calor la envolvía como una manta suave. Él se apartó un poco para mirarla, sus ojos oscuros reflejando el deseo, y al ver su consentimiento en la forma en que lo miraba, decidió quitarse la camiseta también, revelando su torso musculoso. Sus abdominales bien definidos y sus brazos fuertes hacían que Megan sintiera un nudo en el estómago, la combinación de admiración y anhelo se apoderaba de ella.
Con un brillo travieso en sus ojos, se inclinó hacia ella, comenzando a dejar suaves besos en su cuello. La calidez de su aliento y la suavidad de sus labios hicieron que soltara un ligero suspiro, dejando que su cuerpo se relajara. Los besos continuaron descendiendo, dejando un rastro de fuego en su piel, y cada vez que sus labios tocaban su pecho, un estremecimiento la recorrió. Mientras Jungkook exploraba, se dejaba llevar por el momento, sintiéndose más viva que nunca. Sus manos se enredaron en el cabello oscuro, tirando de él hacia ella, guiándolo con un impulso que la hacía querer más. Los besos se volvían más intensos, llenos de una pasión desenfrenada que ambos estuvieron conteniendo. Sintiendo su respuesta, se concentró en sus senos, dejando que sus labios se deslicen por su piel suave, sintiendo cada reacción de Megan bajo su toque. La forma en que ella arqueaba su espalda, los gemidos suaves que escapaban de sus labios, todo lo que hacía solo alimentaba su deseo de seguir explorando. Era un juego entre lo dulce y lo salvaje, un intercambio de confianza y vulnerabilidad que los unía aún más.
Perdida en la sensación, se abandonó a él, sintiendo que la habitación se llenaba de un calor. Cada beso, cada roce, se convertía en una promesa de lo que podría ser, y en ese momento, todo lo demás se desvanecía. Solo existían ellos, atrapados en un instante que parecía no tener fin. Jungkook, sintiendo la intensidad del momento y la conexión entre ellos, se tomó un instante para observar el rostro de Megan. Sus ojos brillaban con deseo y un leve rubor se extendía por sus mejillas. Con una sonrisa juguetona, se inclinó hacia ella y, con un movimiento cuidadoso, desabrochó su sostén, dejándolo caer suavemente al lado.
El aire en la habitación se volvió más denso, cargado de una mezcla de anticipación y deseo. No pudo evitar admirar la belleza de Megan, la forma en que su piel se iluminaba con la luz tenue. Sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia adelante, dejando que sus labios tocaran la piel sensible de su seno. El roce de su boca provocó un pequeño gemido en ella, y la hizo arquear su espalda involuntariamente. Con cada beso, Jungkook jugaba con sus senos, usando su lengua para explorar, dejando un rastro de calor en su piel. Sus manos, fuertes y seguras, se movían con ternura, acariciando y sosteniendo suavemente mientras alternaba entre besos apasionados y suaves mordiscos que hacían que ella se estremeciera de placer. La forma en que la tocaba, como si la conociera a la perfección, la llenaba de confianza y deseo.
Envuelta en una mezcla de sensaciones, sintió que cada caricia encendía una chispa dentro de ella. No podía evitar moverse hacia él, buscando más contacto, más intensidad. Jungkook, disfrutando de su respuesta, aumentó la presión de sus besos, llevando su atención de regreso a sus labios mientras continuaba jugando con su cuerpo, dejando que la pasión los consumiera poco a poco. El momento se convertía en una danza entre la vulnerabilidad y la necesidad, un intercambio de placer y conexión que parecía expandirse a su alrededor.
Jungkook, sintiendo una mezcla de deseo y ternura, comenzó a bajar sus besos por el abdomen de Megan. Cada contacto era suave, pero cargado de intensidad, como si quisiera explorar cada centímetro de su piel. Sintiendo el roce de sus labios, murmuró su nombre en un susurro, una mezcla de sorpresa y un leve titubeo. Sin embargo, a medida que su mente se nublaba con la euforia del momento, una sombra de inseguridad se cernió sobre ella, recordándole el encuentro con Keira. Esa visión dejó una marca en su interior, una sensación de inferioridad que la hizo querer apartarlo, temiendo que él no viera en ella lo que había en su exnovia. Con un movimiento nervioso, intentó separarse un poco, su cuerpo en conflicto entre el deseo y la vulnerabilidad.
Pero, atento a cada reacción de ella, sintió la resistencia. Su aliento se hizo más profundo, y continuó acariciando su piel, dejando que sus dedos trazaran caminos de deseo. La calidez de sus labios, la suavidad de su lengua deslizándose por su piel, pronto hicieron que Megan olvidara sus inseguridades. Cerró los ojos, jadeando, dejándose llevar por el placer que él le ofrecía, sintiendo cómo la tensión se disolvía a medida que él continuaba su viaje hacia su vientre. De repente, la sorpresa la invadió cuando sintió que tomaba los bordes de su pantalón, tirando suavemente hacia abajo, como si estuviera a punto de despojarla de la última barrera entre ellos. Su corazón se aceleró, y un leve estremecimiento recorrió su cuerpo al darse cuenta de lo que estaba a punto de suceder. Aunque su mente luchaba contra la inseguridad, el deseo puro que él irradiaba era suficiente para hacer tambalear sus dudas.
Cuando sintió que empezaba a bajar su pantalón, un impulso de detenerlo la invadió. Con un leve movimiento de sus manos, intentó sujetarlo, su voz temblando al pronunciar su nombre.
—J-Jungkook, espera...
La inseguridad y el miedo se mezclaron en su pecho, haciendo que se sintiera vulnerable ante la intensidad del momento. Y él sintiendo su resistencia, se detuvo un instante. La miró con una mezcla de ternura y deseo, sus ojos profundos reflejando su voluntad de hacerla sentir segura. Se inclinó hacia ella, sus labios encontrándose de nuevo en un beso profundo que la hizo temblar.
—Confía en mí —susurró contra sus labios, su voz suave y cálida.
Con cada beso, empezó a relajarse, su cuerpo respondiendo a la conexión que compartían. Jungkook, notando su cambio, tomó un momento para acariciar su mejilla con una mano, buscando su mirada para asegurarle que todo estaba bien.
Siguió bajando el pantalón de ella, deslizándolos suavemente junto con las bragas, dejando al descubierto su piel. La mezcla de ansiedad y excitación inundó a Megan, pero, al sentir la devoción en los gestos de Jungkook, encontró el valor para dejarse llevar. La miró con deseo, un destello de admiración en sus ojos, mientras el mundo exterior se desvanecía, y solo existían ellos y la conexión ardiente que compartían en ese momento. El aire fresco acarició su cuerpo, provocando que se estremeciera, pero a la vez se sintió vulnerable y expuesta. Miró hacia abajo, sintiendo una mezcla de inseguridad y deseo. Pero, antes de que pudiera dejar que la duda la abrumara, él, que humedecía sus labios, la miró con una intensidad que la hizo sentir deseada y especial. Se acercó, dejando que su aliento caliente rozara su piel, lo que hizo que ella cerrara los ojos y jadease.
—Me encantas, Baker —expresó, su voz baja y cargada de deseo.
Se inclinó, comenzando a explorar con su boca, dejando suaves besos que la hacían temblar. Su lengua se movió con destreza, trazando líneas cálidas por su piel, mientras sus manos acariciaban sus muslos, manteniéndola cerca, llevándola a un estado de éxtasis.
Cada contacto era electrizante, y aunque Megan quería protestar, recordando sus inseguridades, el placer que él le brindaba la llevaba a un lugar donde esos pensamientos no importaban. Se dedicaba a recorrer su cuerpo, haciendo que se olvidara de todo, dejándola caer en un mar de sensaciones. Sentía su corazón latir fuertemente mientras él se movía, y su cuerpo reaccionaba al ritmo de sus caricias. Cuando Jungkook llegó a su feminidad, se mordió el labio, sintiendo una oleada de deseo y anticipación. Con una sonrisa traviesa, la miró a los ojos un momento, asegurándose de que estaba lista, antes de dejar que su boca explorara el lugar donde más la deseaba.
Jungkook continuó con su exploración, sintiendo que la atmósfera a su alrededor se cargaba de electricidad. Cuando sus labios finalmente hicieron contacto, fue un roce suave pero lleno de pasión. La calidez de su boca, combinada con la suavidad de su piel, hizo que Megan se estremeciera, un gemido involuntario escapó de sus labios. La observó, atento a cada reacción, disfrutando de la forma en que su cuerpo respondía a cada caricia. Con movimientos lentos pero decididos, Jungkook la complacía, dejando que su lengua trazara suaves círculos, jugando con la delicada sensibilidad de ella. Megan sintió cómo el placer comenzaba a acumularse en su interior, mientras su respiración se tornaba más entrecortada, incapaz de contener los gemidos que deseaban escapar.
—Dime si necesitas que pare —susurró, su voz profunda y cargada de deseo, con un tono que la alentaba a dejarse llevar.
Lo miró a los ojos, y aunque su mente aún luchaba con las inseguridades, la sensación de sus labios y la forma en que se entregaba a ella superaron cualquier duda. Asintió levemente, deseando más de él, sintiéndose cada vez más atrapada en el momento.
—No... No pares —logró murmurar, su voz temblorosa.
Con esa confirmación, Jungkook intensificó sus caricias, permitiendo que su boca trabajara de forma más fervorosa, alternando entre suaves besos y movimientos más decididos. La forma en que la tocaba era a la vez exploratoria y posesiva, haciendo que cada latido de su corazón resonara en su pecho. Megan se aferró a la manta, sintiendo cómo la ola de placer la arrastraba, mientras su cuerpo se arqueaba hacia él, buscando más de su contacto.
La intimidad entre ellos creció, y Jungkook, sintiendo su deseo desbordarse, no podía evitar sonreír mientras la miraba disfrutar de cada momento. Era un equilibrio perfecto entre vulnerabilidad y poder, donde cada caricia y cada beso los unía más.
Megan disfrutaba de cada caricia de Jungkook, pero de repente, él se detuvo, tomando un respiro profundo antes de inclinarse hacia ella.
—¿Quieres disfrutar aún más? —su voz estaba cargada de deseo pero también de una inquietud.
Lo miró, confundida, sin entender a qué se refería. Sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad e incertidumbre, lo que hizo que su corazón latiera un poco más rápido.
—¿A qué te refieres?
La calidez de su cuerpo se mezclaba con una sutil inquietud, como si estuviera al borde de un precipicio, lista para dar un salto. Jungkook se sentó sobre la cama, tomando su mano con suavidad. Su agarre era firme pero gentil, como si intentara disipar cualquier posible tensión que pudiera haber entre ellos.
—Recuerdas que hablamos de ir lento, de ver si algún día podrías querer sentirme de una manera diferente... Se me ocurrió una idea —su mirada era seria, pero también llena de un destello juguetón que hizo que su corazón se acelerara. Megan alzó una ceja, intrigada y un poco nerviosa. La habitación estaba envuelta en un silencio suave, lleno de la energía que solo ellos compartían en ese momento.
—¿Cuál idea? —indagó, sintiendo que la curiosidad podía más que la confusión. Sus palabras salieron casi en un susurro, como si temiera romper la burbuja de intimidad que los rodeaba.
—¿Tienes el dildo? —preguntó, su tono directo, pero había un matiz de complicidad en su voz que la hizo sonreír un poco, a pesar de la sorpresa.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Esoeraban qué el reencuentro con Keira desencadenara tanto? ¿Ya quieren leer lo que se viene?
Espero que les haya gustado el nuevo capítulo, y ya saben que si quieren doble actualización voten y comenten mucho jujuu
¡Nos leemos pronto!
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