O35 | REFLEJOS DE UN AMOR DIVIDIDO
—¿Y si…? —comenzó, un poco titubeante—. ¿Y si esta noche solo nos masturbamos juntos? Para que puedas ir acostumbrándote a la intimidad —propuso bastante nervioso. Megan lo miró, sorprendida por la sugerencia. Su rostro se sonrojó instantáneamente, pero no pudo evitar pensar en la idea. La intimidad en un ambiente más controlado podría ser una forma de explorar sus sentimientos sin presionarse demasiado.
—N-no sé… —titubeó mientras su mente corría en círculos. Pero, al final, la curiosidad y el deseo de estar más cerca de él pesaban más que sus dudas. Después de un breve silencio, finalmente asintió, su voz, apenas un susurro—. Está bien… Creo que podría estar de acuerdo con eso.
Jungkook sonrió, una mezcla de alivio y emoción iluminando su rostro. La idea de poder explorar esa intimidad de una manera que los hiciera sentir seguros era emocionante. Y sin romper el contacto visual, se acercó un poco más, su aliento entrecortado por la anticipación.
—Si en algún momento te sientes incómoda, solo dímelo, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —asintió, sintiendo cómo la ansiedad se transformaba en emoción.
Ambos se prepararon para dar ese nuevo paso, dispuestos a explorar la intimidad de una forma que se sintiera natural y segura para los dos.
El silencio que siguió entre ellos estaba cargado de tensión, pero también de una curiosa sensación de seguridad. Megan nunca había considerado algo así antes, y la idea de abrirse a esa intimidad con Jungkook la hacía sentirse vulnerable. Sin embargo, su presencia, su manera calmada y el hecho de que parecía entenderla mejor que nadie, la tranquilizaban.
Él, siempre paciente, la observó mientras ella procesaba todo. Quería asegurarse de que cada paso que dieran fuera completamente consensuado, que nunca cruzaran una línea que pudiera romper la confianza que seguían construyendo. Se inclinó hacia Megan, acariciando suavemente el borde de su brazo con la yema de sus dedos, buscando confirmar que ella estaba bien con lo que seguía.
—No tienes que apresurarte —murmuró, su voz envolviéndola en calidez—. Podemos ir más despacio, si lo prefieres.
Asintió, agradecida por su consideración. Cerró los ojos por un momento, sintiendo el calor de su cuerpo tan cerca del suyo. Poco a poco, empezó a relajar sus músculos, soltando el nudo de ansiedad que había sentido momentos antes.
Con un movimiento suave, Jungkook se recostó más en el sofá, sin despegarse de ella. Megan se acomodó mejor a su lado, sintiendo la cercanía sin que fuera abrumadora. El aire estaba lleno de pequeños gestos, de caricias contenidas y miradas cómplices.
—¿Estás bien? —su voz salió suave y su preocupación genuina se reflejaba en sus ojos mientras la miraba.
—Sí —respondió más segura esta vez—. Contigo me siento bien.
Ella tomó un respiro profundo y dejó que la idea de este nuevo tipo de intimidad se asentara en su mente. No se trataba de una decisión apresurada, sino de un paso consciente hacia un espacio de confianza que ambos estaban dispuestos a explorar juntos.
Ambos estaban recostados en el sofá, sus cuerpos apenas rozándose mientras trataban de encontrar una posición cómoda. Megan sentía su corazón latir con fuerza en su pecho. La tensión nerviosa era palpable en cada fibra de su ser, y aunque había dado su consentimiento, la incertidumbre sobre lo que estaba a punto de suceder no dejaba de recorrer su mente.
Jungkook la observaba, su mirada fija en la de ella, mientras sus manos temblaban ligeramente. Con una calma tensa, deslizó una mano hacia la entrepierna, acariciando lentamente la tela de su pantalón. La tela, ajustada en su cuerpo, le ofrecía una suave resistencia, intensificando la presión en su entrepierna con cada movimiento. Cada roce sobre la tela ceñida le provocaba una mezcla de deseo y ansiedad, pero lo que realmente lo afectaba era la forma en que Megan lo miraba, cada uno de sus gestos atrapándolo más.
El calor que se acumulaba entre ellos lo hacía sentirse más expuesto, más vulnerable. Cada vez que su mano recorría la tela, más apretada a su piel, la sensación de ser observado aumentaba su deseo. No podía evitar la creciente necesidad de que ella lo hiciera también, pero quería darle espacio, sin prisa. La conexión visual lo mantenía atrapado, entre el control y el desbordante deseo de que Megan respondiera, al mismo ritmo que él.
Lo observó por un momento; su respiración irregular mientras luchaba con la idea de hacer lo mismo. Sentía el calor acumulándose en su cuerpo, una tensión que aumentaba con cada roce de la mano de Jungkook. No pudo evitarlo más y decidió dejarse llevar por la intensidad del momento. Con una mano temblorosa, comenzó a acariciar su piel justo por encima de la cintura, recorriendo con suavidad la curva de sus caderas. El contacto de su piel la hizo estremecerse, y sin pensarlo, su mano siguió bajando lentamente, hasta llegar al borde del bóxer que Jungkook le había dado.
Su corazón latía con fuerza, y un suspiro escapó de sus labios mientras sus dedos se detenían brevemente sobre la tela. La suavidad del material le hizo sentir un cosquilleo en su abdomen, pero sabía que debía ir más allá. Con decisión, metió la mano por debajo de la tela del bóxer, sintiendo el calor de su piel al tocarla directamente. Sus dedos recorrieron lentamente la línea de su piel suave y cálida, tocando la parte más sensible de su entrepierna. El roce de sus dedos sobre esa zona íntima la hizo estremecerse, y la presión aumentó el placer, llevándola a un estado de creciente deseo. Cerró los ojos y respiró profundamente, dejándose llevar por las sensaciones. Sus dedos se movían con más confianza, deslizándose hacia abajo y trazando círculos lentos sobre su clítoris, sintiendo el calor y la suavidad de su piel mientras el placer se intensificaba.
Cada caricia la llevaba más allá, el placer acumulándose a cada movimiento, y un gemido suave escapó de sus labios, resonando en la habitación. El sonido de su propio deseo se mezclaba con los suspiros de Jungkook, quien también se dejaba llevar por la creciente intensidad.
El aire entre ellos era pesado, cargado de anticipación. Cada uno empezó a moverse con más confianza de forma individual, los sonidos suaves de la respiración acelerada llenando la habitación. Megan podía sentir el calor de su propio cuerpo aumentar, pero todavía no lograba sentirse completamente cómoda con lo que estaba haciendo. La incomodidad se mezclaba con la curiosidad, pero sus movimientos eran vacilantes, como si no estuviera segura de cómo proceder. Jungkook notó su nerviosismo. No quería que ella se sintiera presionada, ni mucho menos incómoda, pero sabía que la mejor manera de ayudarla a relajarse era acercándose más a ella, creando un espacio donde ambos pudieran sentirse conectados de una manera diferente. Dejó que su propia mano siguiera acariciándose mientras se inclinaba hacia Megan, sus labios buscando los suyos en un gesto suave, pero decidido.
—Está bien —susurró antes de besarla, sus labios apenas rozando los de ella, buscando no abrumarla.
El contacto de sus labios fue tierno al principio, una exploración lenta. Ella se tensó momentáneamente, sorprendida por el gesto, pero no se apartó. En cambio, dejó que el beso la envolviera, su nerviosismo cediendo ligeramente ante la calidez de Jungkook. Sus labios se movían juntos, despacio, dándose tiempo para ajustarse el uno al otro mientras sus cuerpos seguían sus propios ritmos.
La combinación de la intimidad física y el beso comenzó a relajarla un poco más. Aunque aún insegura, sintió que su cuerpo respondía al contacto, sus caricias sobre sí misma volviéndose un poco más constantes, aunque todavía tímidas.
Continuó besándola, profundizando el beso con cuidado, buscando transmitirle seguridad y cariño. Pero poco a poco se tornaba más profundo. El beso, que al principio había sido lento y delicado, comenzó a intensificarse a medida que ambos se relajaban en la situación, permitiendo que el deseo creciera entre ellos. Sus labios se movían en sincronía, y con cada respiración compartida, la tensión sexual se hacía más intensa. Podía sentir cómo la resistencia de ella comenzaba a ceder, aunque su nerviosismo seguía presente.
Jungkook, por su parte, estaba completamente cautivado por la visión de Megan. Cada vez que ella arqueaba la espalda o mordía su labio inferior, tratando de contener el placer, él sentía cómo su excitación crecía. Llevaba ya un rato acariciándose con firmeza sobre la tela de sus pantalones, moviendo la mano con una presión constante, disfrutando de la fricción que aumentaba con cada movimiento. La tensión en su cuerpo era palpable, y su respiración se volvía más irregular a medida que se acercaba al límite de lo que podía soportar.
Sin perder el ritmo, deslizó la mano dentro de su bóxer, sintiendo la suavidad de la tela y el calor que emanaba de su cuerpo. Con los dedos, comenzó a rodear la base de su erección, aplicando una presión firme pero controlada. A medida que sus dedos subían por su longitud, sus movimientos se volvieron más rápidos, alternando entre apretar y deslizarse hacia arriba, buscando un alivio profundo. La sensación de su propia piel lo hacía temblar, y cada toque se volvía más desesperado a medida que la necesidad aumentaba.
Las caricias que ambos se daban a sí mismos se volvieron más intensas y decididas. Megan, aunque aún con cierta inseguridad, comenzó a moverse con mayor confianza. Sus dedos presionaban suavemente sobre su clítoris, deslizándose hacia los lados antes de buscar más presión, explorando la zona con movimientos circulares. La humedad que sentía aumentaba, y aunque su mente seguía luchando contra el miedo y la duda, su cuerpo ya no podía resistir. Cada toque la hacía gemir en su interior, cada roce la empujaba más cerca de lo inevitable. Su respiración se volvía errática mientras la sensación de calor se expandía por su cuerpo, perdiéndose en la conexión física con ella misma.
Jungkook, igualmente perdido en la sensación de tocarse, aumentó la presión en su miembro. Con un movimiento más firme, sus dedos rodearon la base, deslizándose hacia la punta mientras la humedad comenzaba a acumularse. Cada caricia hacía que su excitación aumentara; la fricción contra su piel provocaba una sensación de alivio mezclada con deseo. Sus movimientos se volvieron más rápidos, más desesperados, sintiendo la tensión en su abdomen mientras su respiración se aceleraba. Cada gemido que escapaba de sus labios, profundo y bajo, resonaba en el aire, reflejo de la necesidad creciente.
El ritmo de sus respiraciones se acompasaba, y el nerviosismo de la pelinegra se iba disolviendo poco a poco entre los suspiros y las caricias. Jungkook, con su mano libre, acariciaba suavemente del hombro, como si no quisiera que nada la perturbara; su mano brindándole un ancla en medio de las emociones que luchaban por surgir. Aquel toque la tranquilizaba, y aunque la conexión entre ellos seguía siendo extraña para ella, no pudo evitar sentir una mezcla de curiosidad y deseo.
—No tienes que hacer nada que no quieras —murmuró entre besos, con una ternura que la hizo estremecerse.
Asintió, comprendiendo que tenía la libertad de detenerse si lo deseaba. Pero no quería parar. Quería entender esa confusión, quería explorar esa parte de sí misma que parecía despertar solo con él. Sus propios dedos comenzaron a moverse con mayor confianza, y el leve rubor en su rostro contrastaba con la determinación en sus ojos. La miró, su mirada llena de admiración y respeto, y eso le dio el último impulso para dejarse llevar.
Entregándose por completo a la exploración de su propio deseo, sintió cómo la conexión con Jungkook la impulsaba a moverse con mayor confianza. Cada uno de sus movimientos se volvía más fluido, liberándose de toda restricción, mientras la vibración de su cuerpo aumentaba bajo su toque. La oleada de placer crecía dentro de ella, y cada segundo intensificaba esa sensación ardiente. A medida que su ritmo se aceleraba, su luz interior parecía volverse más brillante, y los suspiros que escapaban de sus labios llenaban el aire con el eco del deseo.
En ese momento, la mirada de Jungkook la alcanzó. Sus ojos oscuros e intensos estaban fijos en ella, reflejando un deseo tan profundo que hizo que su corazón latiera aún más rápido. Su expresión —una mezcla de asombro y placer, como si él mismo se perdiera en lo que ella provocaba— la hacía sentir más viva, más conectada. Cada vez que su mirada se encontraba con la suya, la presión en su pecho aumentaba, empujándola hacia un lugar de éxtasis, sin poder detenerse.
Impulsada por el deseo que él despertaba en ella, dejó que su mano descendiera más, sus dedos deslizándose con facilidad en su interior y, en ese instante, escuchó un gruñido bajo salir de los labios de Jungkook, profundo y lleno de deseo. Fue ese sonido lo que la llevó a arquear los dedos en su interior, intensificando la presión y el placer en un solo gesto. La reacción de él, con una mirada aún más intensa y deseosa, la hizo perderse por completo en la oleada de sensaciones que la dominaban.
Jungkook, por su parte, sintió que su propio placer aumentaba a la par con los movimientos de Megan. La visión de ella entregándose a su propia intimidad lo excitaba más de lo que había imaginado. Se permitió gemir más libremente, dejando escapar sonidos de deseo mientras su mano se movía con firmeza. La fricción de su piel contra la suya le proporcionaba un placer cada vez más intenso.
Su mirada no podía apartarse de ella, observando cada curva de su cuerpo y cada gemido que escapaba de sus labios. Cuando notó que estaba introduciéndose los dedos, arqueándolos mientras un suspiro profundo se le escapaba, algo en su interior explotó. Impulsado por esa visión, se inclinó hacia ella, con una mezcla de ternura y deseo, sin dejar de observarla.
Con una respiración entrecortada, dejó que sus labios rozaran los de ella, gimiendo en voz baja mientras saboreaba el momento. Lentamente, sus besos descendieron hasta llegar a su mandíbula, y en un gesto cargado de deseo, apoyó su frente en su cuello, respirando profundamente. La cercanía de sus cuerpos y el calor que emanaba de ambos aumentaban la tensión, volviéndola demasiado intensa.
—¿Te excita… saber lo que me estás haciendo? —su voz salió profunda y cargada de deseo, mientras su mirada ardía al ver cómo ella se perdía en sus propios movimientos—. Quiero saber… ¿Estás tan mojada como lo imagino?
Megan, avergonzada y algo confundida, sintió cómo el calor subía a sus mejillas. No sabía si debía sentirse atraída por lo que él decía o si debía rechazar la imagen que su mente comenzaba a crear. No podía negar que las palabras de Jungkook, tan cargadas de lujuria, estaban afectando su cuerpo de una manera que no entendía del todo. Se mordió el labio inferior, avergonzada, y sus palabras salieron a regañadientes.
—Sí… —admitió en un susurro, la vergüenza mezclada con algo más profundo que no podía identificar, su voz temblando.
Al escucharla, sintió un calor más profundo recorrer su cuerpo. Aunque sabía que no sentía lo mismo por él, la idea de que su cuerpo estuviera reaccionando de esa manera lo desbordó. Pensaba en lo que eso significaba, en cómo su cercanía y sus palabras la hacían sentir, y no podía evitar imaginar cómo estaba ella, si realmente su cuerpo estaba tan receptivo a la intensidad del momento.
—¿Lo estás mucho, Megan? Dime —su voz, ahora más grave, casi en un gruñido, apenas contenía la desesperación. Lo necesitaba saber. Necesitaba sentir que estaba tocando algo en ella, algo que la hacía perderse.
Megan, incapaz de negar lo que estaba sintiendo, y con el rostro aún rojo, agradeciendo no poder mirar directamente a Jungkook, que depositaba besos húmedos en su mandíbula. El simple hecho de que él le preguntara la desbordaba, pero no podía dejar de sentir un estremecimiento recorriéndole la piel mientras sus propios dedos seguían su ritmo.
—Mucho... —jadeó, su cuerpo temblando ligeramente, sin saber si estaba completamente avergonzada o si el deseo que sentía por ella misma estaba ganando terreno.
La respuesta hizo que Jungkook sintiera un estremecimiento que lo recorría entero, sus músculos tensándose mientras su mente continuaba explotando con la imagen de ella tan vulnerable. Aunque sabía que por el momento no era posible para él en ese sentido, ver la manera en que su cuerpo reaccionaba lo estaba llevando al límite.
Imaginó con más fuerza cómo debía estar en ese preciso momento. Sus dedos dentro de sí misma, su cuerpo tan receptivo, empapado de calor. No podía dejar de pensar en que fuera su miembro, en lugar de los dedos de ella, el que debía estar deslizándose dentro de ese lugar tan suave, tan cálido, haciéndola gemir con cada movimiento. Todo lo que veía y escuchaba solo alimentaba la imagen que tenía de ella, tan entregada, tan vulnerable, que casi sentía que él mismo podría ser el que estuviera sintiendo lo que ella experimentaba.
Junto con la intensidad del momento, lo llevó a tomar su propio miembro con más firmeza, dejando que el líquido preseminal se esparciera al ritmo de sus movimientos. Su mano se deslizaba con más urgencia, intensificando el placer y haciendo que un gemido bajo saliera de su garganta. La visión de ella, abandonada al placer, lo empujaba más allá de todo control, cada movimiento de su mano volviéndose más decidido, más firme. Cada detalle de Megan, cada suspiro y cada curva, lo sumergían más profundamente en la experiencia. Sus ojos recorrían su rostro, sus manos, notando cómo sus dedos desaparecían en su interior, mientras su respiración se volvía más pesada. Sentía que su cuerpo entero respondía al ritmo de su mano y al deseo que compartían, llenándolo de un calor intenso y de una anticipación que se acumulaba sin tregua. El sudor comenzaba a correr por su frente, sus músculos se tensaban, y sus movimientos se volvían incontrolables mientras la tensión lo llevaba cada vez más cerca del clímax, cada vez más unido al placer compartido con ella.
Megan, sintiendo la atmósfera cargada entre ellos, comenzó a moverse con más confianza, dejando que la ansiedad se desvaneciera. Sus dedos se movieron a un ritmo más rápido, encontrando la sincronía perfecta con sus gemidos. Sentía cómo la presión en su vientre se acumulaba, una energía ardiente que parecía estar lista para explotar. Cerró los ojos con fuerza, disfrutando de la sensación de libertad que le brindaba el acto; cada roce de sus dedos enviando pequeñas descargas eléctricas a través de su cuerpo.
—Jungkook... —murmuró más agudo de lo normal, incapaz de contenerse mientras la intensidad aumentaba.
Levantó la mirada. Sus ojos ardían con deseo. La manera en que ella pronunció su nombre lo llevó a un estado de frenesí. La conexión entre ellos se volvió casi mística, donde solo existían ellos dos, envueltos en una atmósfera de sensualidad compartida.
—Eres tan hermosa, Megan —su voz salió baja y temblorosa mientras aumentaba la velocidad de sus movimientos sobre sí mismo, llegando a gruñir—. Me vuelves loco.
Ella abrió los ojos por un momento, encontrando la mirada oscurecida de Jungkook llena de deseo y conexión. La combinación de sus movimientos, los gemidos y la química entre ellos era abrumadora. Se dejó llevar por la intensidad de sus emociones, y, en un instante, sintió que se desbordaba.
—No puedo más... —gimoteó, su cuerpo arqueándose hacia él mientras una ola de satisfacción la recorría de pies a cabeza, llevándola a un clímax explosivo, haciéndola chillar mientras cerraba piernas.
—Sí, déjate llevar —Jungkook respiró entrecortadamente, sintiendo que su propio placer se acercaba rápidamente. Con un último empujón, su mano se movió con rapidez y fuerza, y la presión se liberó en un estallido de placer que recorrió su cuerpo.
Jungkook sintió cómo su clímax lo atravesaba, una corriente eléctrica que lo consumía por completo. Se dejó llevar por la oleada de placer que lo envolvía, y con un fuerte gemido liberador, alcanzó el punto culminante. Su mano se movía con fervor, y sintió cómo su semen se derramaba, manchando la tela de su bóxer y su abdomen, evidencia de su deseo compartido. La sensación fue abrumadora, y se dejó caer por completo sobre el sofá, respirando con dificultad mientras disfrutaba de la liberación.
Ambos se quedaron allí, respirando con dificultad, sus cuerpos aún vibrantes de la experiencia que acababan de compartir. La conexión entre ellos evolucionó, y aunque existía una mezcla de vulnerabilidad y deseo, también había un sentido de confianza renovada. Al mirarse el uno al otro, ambos comprendieron que estaban en un nuevo capítulo de su relación, uno que había profundizado la intimidad y la conexión entre ellos de una manera que nunca anticiparon. Supieron que lo que compartieron era genuino y profundo. Con sus cuerpos aún temblorosos, se separaron un poco, respirando entrecortadamente, dejando que la calidez del momento se asentara entre ellos.
Megan, aún sintiendo el ardor en sus mejillas, volvió a mirar a Jungkook. La mezcla de satisfacción y timidez cruzaba su rostro, pero había un brillo en sus ojos que revelaba su apertura hacia esta nueva experiencia.
—No puedo creer que hayamos… hecho eso —comentó, su voz un poco temblorosa, pero también llena de sorpresa.
Sonrió, complacido. Se pasó la mano limpia por el cabello desordenado, disfrutando del momento y tratando de leer sus emociones.
—Fue increíble, ¿no? —insinuó, su tono ligero pero sincero—. Me gusta que hayamos compartido esto.
Megan sintió una mezcla de vulnerabilidad y emoción. En lugar de ocultarse, decidió abrazar lo que había pasado.
—Sí, fue diferente… emocionante, de una manera que no esperaba —confesó, ardiendo aún más, pero sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía aún más. Él se acercó un poco más. Su expresión se volvió seria y comprensiva.
—Quiero que sepas que no hay prisa para que estemos juntos de esa manera… —su voz salió grave mientras sus ojos recorrían su cuerpo con deseo evidente—. Pero quiero que entiendas que te anhelo, te deseo más de lo que puedo expresar. Aun así, voy a ir a tu ritmo, como lo estamos haciendo ahora.
—Gracias, realmente… me asusté un poco —admitió, sintiéndose más a gusto al abrirse con él, ya que sus palabras le provocaron alivio—. Siempre he estado en el otro lado de esto, pero contigo es diferente.
—Entiendo lo que sientes —aseguró, su voz suave y reconfortante—. Solo quiero que estés bien, que te sientas cómoda en todo momento conmigo.
Sonrió, sintiendo que podía ser sincera con él.
—¿Sabes? Nunca pensé que estaría aquí, haciendo esto contigo —murmuró, mirando sus labios hinchados y enrojecidos—. Pero... Me gusta, de verdad.
En ese momento, Jungkook no pudo resistirse. Se inclinó hacia ella, dejando un suave beso en sus labios, disfrutando de la conexión que compartían. Era un beso tierno, lleno de promesas y dulzura, que reafirmaba lo que habían construido juntos. Cuando se separaron, ambos sonrieron, sintiendo la calidez del momento y la complicidad que los unía aún más.
Jungkook, aún sintiendo la calidez de lo que habían compartido, echó un vistazo a su camiseta algo manchada que estaba un poco levantada, su abdomen y a sus boxers, que claramente evidenciaban lo sucedido.
—Creo que voy a tener que darme otro baño —comentó con una sonrisa avergonzada y sus mejillas sonrosadas.
Megan bajó la mirada, sus ojos abiertos con una mezcla de curiosidad y sorpresa al notar cómo el cuerpo de Jungkook estaba manchado con las evidencias de su reciente intimidad. Su rostro se encendió de un suave rubor, pero no podía apartar la vista, intrigada por lo desconocido, lo nuevo que él despertaba en ella. Soltó una risa suave, casi nerviosa, que vibró entre ellos, llenando el aire con una ligereza inesperada, como si ese momento de vulnerabilidad compartida derritiera cualquier tensión que pudiera haber quedado.
—No pensé que acabaríamos así.
Ella intentaba controlar su risa, cubriéndose la boca con la mano, pero Jungkook se unió a la risa, disfrutando de la espontaneidad del momento. Había algo liberador en compartir ese instante, en poder reírse juntos tras la intensidad que habían vivido.
—Ya ves, a veces las cosas no salen como uno planea —la miró con cierta picardía mientras se pasó la mano por el cabello, despeinándolo aún más.
—Tal vez deberías estar más preparado para un desastre la próxima vez —se atrevió a decir, sin poder contener una sonrisa traviesa, disfrutando del giro que había tomado la noche.
Aunque sorprendido, comenzó a reír suavemente, apreciando la forma en que su risa iluminaba el ambiente. A pesar de lo inesperado, sabían que había algo especial en lo que habían compartido. El momento se sentía natural y sin presiones, una conexión que iba más allá de lo físico, algo que comenzaba a solidificarse entre ellos.
Megan, aún sintiendo un ligero rubor en sus mejillas, se sintió aliviada por la ligereza del momento. En esa pequeña burbuja de intimidad, mientras ambos intentaban calmar sus risas, se dio cuenta de que estaba comenzando a disfrutar realmente de la compañía de Jungkook, sin preocuparse tanto por los detalles o lo que vendría después.
(...)
Habían pasado varios días desde aquella noche en el sofá, y aunque Jungkook y Megan no compartían el mismo espacio a diario, poco a poco comenzaron a integrarse en la vida del otro, a su manera. Ambos estudiaban en universidades distintas, en diferentes partes de Filadelfia, lo que hacía que sus encuentros fueran más espaciados. Aún así, se las ingeniaban para mantenerse presentes, incluso cuando la distancia física lo complicaba.
Megan se había acostumbrado a recibir mensajes de Jungkook durante el día. Aunque no podían verse con frecuencia, la pantalla de su celular cada mañana se iluminaba con un texto de él que decía: "Buenos días, Baker", y luego buscando saber sobre su día. Ese pequeño gesto, sencillo pero constante, mantenía el vínculo entre ellos. A veces, él le enviaba fotos rápidas de su trabajo en el bar o de algo divertido que le pasó durante el día. Esas imágenes y mensajes breves la hacían sentir como si estuviera a su lado, incluso en los días más ocupados.
Por su parte, Jungkook también pensaba en Megan a lo largo del día. Entre sus clases y turnos en el bar, encontraba momentos para recordarla. Si tenía un descanso, aprovechaba para ver si ella había compartido algo en sus redes o para mandarle un mensaje espontáneo. A menudo, terminaba su jornada tarde, exhausto por el trabajo, pero con la misma energía de siempre cuando pensaba en verla, aunque fuera a través de una pantalla.
Sus encuentros, aunque esporádicos, eran intensos. Cada vez que lograban verse en persona, el tiempo parecía detenerse. A veces, Megan se trasladaba hasta la parte de la ciudad donde estudiaba Jungkook, o él hacía el viaje hasta su universidad, recorriendo las calles de Filadelfia solo para pasar unas horas con ella. La sensación de anticipación antes de estos encuentros los hacía sentir más especiales. Ninguno de los dos mencionaba lo mucho que querían verse más seguido, pero lo sentían como un leve peso en el pecho que desaparecía cuando estaban juntos.
Taehyung, el mejor amigo de ambos, estaba feliz de seguir compartiendo tiempo con ellos, disfrutando de las salidas en grupo y manteniendo la cercanía que siempre había tenido con sus mejores amigos. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por mantener la normalidad, no podía evitar sentir que las cosas ya no eran lo mismo. La conexión entre Megan y Jungkook era tan evidente que, aunque él estuviera presente, parecía que estaban en su propio mundo, uno donde él no encajaba del todo. A veces, la intensidad de lo que compartían le hacía sentir algo apartado, pero, en el fondo, trataba de reprimir esos sentimientos. Sabía que Megan necesitaba este paso, que se merecía enamorarse de Jungkook, y aunque le costaba aceptar que su relación estaba evolucionando, en el fondo deseaba verlos avanzar.
Sin embargo, la discreción de Taehyung les daba tranquilidad, y los encuentros que compartían en su círculo de amigos se sentían más como un juego de escondidas que una dinámica normal. La confidencialidad se convirtió en un hilo que entrelazaba sus interacciones, pero también los hacía sentir que lo que compartían era aún más especial.
Megan, a pesar de su timidez e inseguridad, comenzaba a sentirse más cómoda con Jungkook. No era fácil para ella abrirse completamente y menos con alguien que parecía gustarle ser tan demostrativo, pero con el tiempo, sus nervios disminuían. Cada vez que él le sonreía o la abrazaba, ella se permitía relajarse un poco más. Claro que no todo era perfecto. Había momentos incómodos, especialmente cuando sus horarios no coincidían, los planes se complicaban o Jungkook sentía su distanciamiento al estar ella con sus amistades. Pero ambos aprendieron a adaptarse, a reírse de las situaciones difíciles.
A pesar de esos inconvenientes, los días avanzaban con una suavidad inesperada. El hecho de que no pudieran verse todos los días, o que mantuvieran su relación en secreto, no disminuía lo que sentían el uno por el otro. Al contrario, esos pequeños momentos de conexión, los mensajes a deshoras y las visitas esporádicas les hacían valorar más lo que estaban construyendo. Así, poco a poco, empezaron a formar una especie de rutina, aunque alejada y diferente, donde el simple hecho de pensar en el otro durante el día, o recibir un mensaje inesperado, hacía que el día pareciera más brillante.
Durante la tarde, Megan, Taehyung y Sophie estaban en una cafetería cerca de la universidad, disfrutando de un momento de descanso entre clases. El ambiente relajado y el murmullo de conversaciones estudiantiles creaban una atmósfera cómoda. Sus amigos conversaban animadamente, compartiendo anécdotas mientras ella escuchaba en silencio, concentrada en su café.
En un punto, Sophie sugirió poner una canción en la rockola, una máquina antigua que todavía funcionaba con monedas, perfecta para darle un toque retro al ambiente. El castaño, siempre animado, aceptó con entusiasmo. Los dos se levantaron para elegir una canción, dejándola sola en la mesa.
Aprovechando el momento, sacó su celular y comenzó a revisar sus redes sociales, deslizando distraídamente por las historias que subían sus amigos en Instagram. Al seguir pasando, notó que Jungkook había publicado una fotografía junto a James, el amigo que, en el pasado, le había dado el mal consejo sobre mantener cierta distancia con ella. Podría sentir algo de resentimiento hacia él, pero recordaba que el pelinegro se lo había presentado semanas atrás, cuando fue a recogerlo de la universidad, y James parecía ser una persona agradable.
En la fotografía, Jungkook estaba al frente, tomando la foto con una expresión de alegría desinhibida. Su cabello oscuro estaba peinado hacia atrás con mechones sueltos que enmarcaban su rostro, dándole un toque rebelde y juvenil. Sonreía ampliamente, mostrando los dientes con una mueca divertida y un ligero guiño en un ojo, lo cual le daba un aire travieso. Su piel se veía suave bajo la luz del atardecer, y los piercings en sus labios le añadían ese estilo único que siempre la había atraído.
Detrás de él, James, de cabello castaño y una ligera barba, tenía un cigarrillo en los labios y una expresión despreocupada, apoyado en una pared del campus universitario. La actitud relajada de ambos reflejaba la complicidad entre amigos.
Su mirada se volvió al instante, sin poder evitar notar lo atractivo que se veía Jungkook, su corazón acelerándose ligeramente mientras sus ojos se detenían en la imagen. Sintió un nudo de nerviosismo al darse cuenta de lo mucho que le gustaría estar cerca de él en ese momento. Sus pensamientos vagaron hacia sus besos, recordando la suavidad de sus labios. Involuntariamente, sus mejillas se sonrojaron al reconocer que sus ojos se habían fijado especialmente en sus labios, pensando en cuánto extrañaba esos momentos íntimos juntos.
Fue entonces cuando decidió pasar a la siguiente historia, buscando desaparecer aquellos nervios. Pero, quizás, fue un grave error. Jaeden había subido una historia, y su corazón dio un vuelco al ver a Heather en la imagen, sonriendo junto a él.
Las memorias volvieron de golpe. Las vacaciones en Stowe, cuando esa amistad había cruzado una línea que nunca debieron haber cruzado. El momento íntimo que compartieron había sido tan inesperado como intenso; la decepción que luego la invadió, y Megan se dio cuenta de que sus sentimientos hacia Heather eran más profundos de lo que había pensado. Pero, lamentablemente para ella, la rubia había elegido a Asher, su novio, rompiéndole el corazón sin ni siquiera darse cuenta del todo.
Megan no podía evitarlo; el ver a Heather con Jaeden la hacía volver a ese dolor que había intentado enterrar. Sin poder resistirlo, decidió desbloquearla y así comenzó a stalkear el perfil de ella, repasando fotos y recuerdos.
Deslizaba sus dedos, moviéndose casi por instinto mientras repasaba cada foto. Lo primero que vio fue la misma sonrisa radiante que siempre había asociado con su amiga, una sonrisa que alguna vez había significado tanto para ella. Las primeras imágenes eran recientes: Heather en salidas con amigos, en cafés, en parques, en la universidad, notando que hasta parecía verse demasiado radiante, feliz. Pero en ninguna estaba con Asher.
Frunció el ceño ligeramente, buscando alguna señal de él. Pasó a la siguiente foto y luego a otra, esperando encontrar esa típica imagen de pareja, pero no había rastro de Asher en ninguna. Decidió echar un vistazo a las historias destacadas, donde siempre tenía guardadas fotos de sus viajes y momentos importantes con él. Al abrir las historias, su corazón dio un vuelco. La carpeta que había estado dedicada a Asher simplemente ya no estaba.
Megan se detuvo por un momento, observando la pantalla con el ceño fruncido.
«¿Acaso terminaron?» pensó, la incertidumbre comenzando a instalarse en su pecho.
Heather había borrado todas las huellas de Asher. Una mezcla de alivio y confusión se apoderó de ella, aunque no sabía bien por qué. Sentía el eco de aquella vieja herida abriéndose de nuevo, y a pesar de que habían pasado meses, el dolor seguía latente.
No podía evitar preguntarse qué había sucedido entre ellos, y sobre todo, qué significaba eso para ella.
Mientras seguía inmersa en el perfil de Heather, apenas notó el regreso de Taehyung. Sophie, que había estado seleccionando música en la máquina de la cafetería con él, se excusó para ir al baño, dejándolos solos en la mesa. Su amigo, siempre observador, se acercó despreocupado al principio, pero al ver la expresión concentrada de Megan y lo que estaba mirando en su teléfono, su humor cambió al instante.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó en voz baja, con una mezcla de incredulidad y reproche en su tono.
Levantó la vista rápidamente, sorprendida por su repentina intervención, pero su reacción fue inmediata: bajó el celular como si no hubiera estado haciendo nada fuera de lo común. Aun así, la tensión en sus hombros la delataba.
—Nada importante, solo estaba revisando mis redes —respondió, evitando mirarlo a los ojos.
Taehyung frunció el ceño, evidentemente molesto. Sin pedir permiso, se inclinó sobre la mesa y pudo ver la pantalla de su celular aún encendida, con el perfil de Heather abierto. La frustración se hizo evidente en su rostro.
—¿Heather? —alzó una ceja, mientras su tono dejaba claro que no podía creer lo que estaba viendo—. ¿En serio, Megan? ¿Ahora te pones a stalkearla?
Presionó los labios, incómoda por el peso de sus palabras. Sabía que no estaba haciendo nada particularmente dañino, pero tampoco era algo de lo que se sintiera orgullosa.
—Taehyung... no es por lo que tú piensas —intentó justificarse, aunque la explicación sonaba vacía incluso para ella—. S-solo tenía curiosidad.
—Curiosidad, claro —murmuró con ironía, cruzándose de brazos mientras desviaba la mirada con frustración. Bajó la voz para no atraer atención, pero el disgusto era evidente en su expresión. Su mandíbula se tensaba mientras hablaba, y sus ojos reflejaban una mezcla de incredulidad y decepción—. ¿Y qué pasa con Jungkook? ¿Lo has pensado? —hizo una pausa, observándola fijamente como si intentara descifrar sus intenciones—. Están bien, por fin avanzando. Y ahora vienes a hacer esto... —sacudió la cabeza con un suspiro exasperado—. No sé, Megan, parece que lo estás traicionando.
La palabra "traicionar" resonó en su mente y provocó que su pecho se contrajera de inmediato. Megan negó con la cabeza, pero las emociones comenzaron a agitarse en su interior.
—No estoy traicionando a nadie —se apresuró a decir, esta vez con más firmeza, sintiendo que su propio enojo empezaba a surgir—. Solo es... No sé, solo es que...
—Solo es que no puedes dejarla ir —la interrumpió, sin molestarse en suavizar el tono—. Estás con Jungkook ahora, ¿o no? —Su voz se volvió más baja, pero su mirada permanecía fija en ella, llena de desaprobación—. Entonces, ¿qué demonios haces obsesionándote con Heather otra vez? —cuestionó, como si no pudiera creer lo que estaba diciendo—. ¿Es que te olvidas de lo que te hizo?
El silencio que siguió fue pesado. Sintió cómo la culpa y la confusión la golpeaban con fuerza. Sabía que Taehyung tenía razón en cierto sentido, pero no podía controlar esa parte de ella que aún se aferraba a esos sentimientos del pasado. Al mismo tiempo, odiaba que la hiciera sentir así, como si no pudiera manejar sus propias emociones.
—No es tan simple.
—¿No es tan simple? —repitió, soltando una risa amarga mientras sacudía la cabeza. Sus brazos se cruzaron de nuevo, y la intensidad de su mirada la hizo estremecer—. Megan, lo estás complicando tú —Se inclinó un poco hacia ella, bajando la voz, pero el tono seguía cargado de frustración—. Ya te rompió el corazón una vez, y ahora estás con alguien que se preocupa de verdad por ti —suspiró y desvió la mirada por un momento, como si intentara encontrar las palabras adecuadas—. No entiendo por qué sigues... —la miró de nuevo, con una mezcla de dolor y desesperación en los ojos—. Sigues buscando algo que no te hará bien.
Megan sintió cómo la ira crecía dentro de ella, casi como una descarga eléctrica que le recorría todo el cuerpo. Sus manos temblaban de rabia, y sus uñas se clavaron en sus palmas, tratando de contener la explosión que estaba a punto de desatarse. Se plantó frente a Taehyung, su mirada dura, llena de resentimiento y una vulnerabilidad que trataba de ocultar desesperadamente.
—¿De verdad crees que soy una estúpida, Taehyung? ¿Que no sé que esto puede herir a Jungkook? —espetó, su voz llena de resentimiento—. Claro que me doy cuenta de lo bueno que ha sido conmigo, de todo lo que ha hecho, pero ¿quién demonios eres tú para decirme cómo debería sentirme? —se pasó una mano por el cabello, claramente frustrada, como si estuviera al borde de estallar—. ¿Crees que puedo enamorarme a voluntad? Ni siquiera sé si puedo enamorarme de un hombre, ¿entiendes? No tengo la maldita seguridad de nada.
La tensión entre ambos continuaba creciendo, y sus voces resonaban en la cafetería, llamando la atención de los demás clientes. Cada palabra se volvía más hiriente, y las miradas curiosas solo aumentaban la incomodidad de Megan.
—¡Pero es que no puedo creer que estés haciendo esto! —gritó, su frustración clara en cada sílaba—. Estás aquí mirando el perfil de alguien que te rompió el corazón, cuando deberías estar disfrutando de lo que tienes ahora.
—¿Y tú crees que esto de Heather es algo que puedo apagar como si fuera un interruptor? —replicó, su voz alzándose mientras sus puños se apretaban hasta que sus nudillos se pusieron blancos—. ¡Llevo años amándola! ¡Años deseando que las cosas fueran diferentes, rogando que ella se diera cuenta de lo que siento! Pero eso no va a desaparecer solo porque tú o cualquier otra persona lo quiera —frustrada, llevó una mano a su pecho, como si intentara calmar los latidos frenéticos de su corazón, y apretó los dientes, respirando de forma entrecortada—. Quiero superarla, quiero dejarla atrás, claro que sí, pero eso no es algo que pueda hacer de la noche a la mañana —Su mirada se volvió desafiante, y en un gesto desesperado se pasó ambas manos por el cabello, tratando de arrancarse las emociones que la consumían—. ¡Voy a hacerlo a mi manera! No porque tú o alguien más me diga qué debería sentir o hacer.
—¿Y Jungkook? ¿Acaso no piensas en él? —frunció el ceño—. ¡Lo vas a lastimar al hacer esto! ¡Estás traicionando su confianza!
Megan sintió que su corazón latía con fuerza, luchando por contener las lágrimas. No era solo Jungkook; era su propia inseguridad y confusión sobre su identidad. Respiró profundamente, tratando de calmar el temblor de sus manos, pero la furia seguía subiendo en su pecho, hasta que finalmente estalló.
—¿Sabes qué? Ya estoy cansada —susurró, y su tono bajo y tenso era aún más peligroso que si hubiera gritado—. Estoy cansada de que tú me juzgues como si las cosas fueran tan simples, como si amar a alguien fuera un maldito botón que se enciende y apaga a conveniencia de los demás —frunció el ceño, respirando entrecortadamente, y en sus ojos brillaba una mezcla de desafío y tristeza—. Tú no sabes lo que es esto, Taehyung. No tienes la menor idea de lo que se siente estar en mi lugar.
—Pero te has estado aferrando a Heather como si ella pudiera resolver tus problemas —masculló, su voz cargada de enojo—. ¡Solo estás haciéndote daño a ti misma!
—¡Y tú actúas como si supieras todo sobre mí y mis sentimientos! —apuntó indignada—. No puedes simplemente imponer tus opiniones sobre lo que debería ser mi vida. No estoy menospreciando lo que hemos construido con Jungkook. Solo estoy lidiando con cosas que tú no entiendes.
—¡Tal vez debería haberte dejado sola en vez de intentar protegerte! —escupió, su enojo reflejado en su expresión—. No quiero que lo lastimes por tu inseguridad. ¡Está haciendo lo mejor que puede!
—¿Te crees con derecho a decirme cómo manejar mi vida? ¿A decirme lo que debería sentir por Jungkook? —replicó con cinismo —. Tal vez para ti es fácil juzgar desde afuera, pero yo soy la que vive con este maldito conflicto todos los días, la que carga con esto en el pecho. ¡Así que, por una vez, en lugar de decirme qué hacer, deja de meterte en mi maldita vida!
Sophie, al acercarse, sintió la creciente tensión entre sus amigos y decidió que era hora de intervenir antes de que la situación se saliera de control. Se acercó a ellos, levantando las manos en un intento de calmar la tormenta que se avecinaba.
—¡Chicos, por favor! —alzó la voz, con una mezcla de preocupación y frustración—. No tiene sentido seguir gritando así. Necesitan calmarse y hablar de esto de una manera más civilizada.
La rabia de Taehyung no solo era por lo que Megan sentía por Heather, sino porque la veía poner en peligro lo que tenía con Jungkook. La amistad que había con él lo hacía sentir una protección casi fraternal, y no podía soportar ver cómo su amigo, que se estaba esforzando tanto por ganarse el corazón de Megan, estaba siendo ignorado. Todo lo que había hecho por ella, todo lo que le había dado, no parecía ser suficiente para Megan, y eso destrozaba hasta a Taehyung.
La frustración que sentía era tan grande que, aunque su lealtad siempre había estado con ella, en ese momento sentía que debía frenarla, protegerla de sí misma, porque sabía que si continuaba así, iba a perder todo lo que realmente valía la pena.
Megan, por su parte, también sentía la presión de la confrontación. La furia de Taehyung no le pasaba desapercibida, y aunque sabía que lo hacía porque se preocupaba por Jungkook, también le dolía que él no pudiera entender lo que realmente estaba viviendo. Sabía que su amigo la había elegido tantas veces, pero ahora todo parecía estarse desmoronando, como si no tuviera el derecho de decidir por sí misma lo que sentía. Las palabras de él calaban hondo, pero la confusión que sentía dentro de sí misma solo la hacía más distante.
El aire entre ellos estaba cargado de rabia, dolor y frustración, y ambos se miraban como si cada uno intentara entender al otro, pero el rencor se imponía y ninguno lograba ceder.
—No hay nada de qué hablar —dijo, su voz baja, pero cargada de resentimiento—. Solo estás siendo egoísta, Megan.
—¿Egoísta? —repitió, su voz temblando entre la ira y la tristeza—. ¡Eres tú quien no entiende lo que estoy sintiendo!
—Megan, Taehyung, escúchenme. No pueden seguir así —insistió, tratando de interrumpir el ciclo de gritos—. Este no es el lugar para discutir. Tal vez deberíamos…
Pero sus palabras se perdieron en la tormenta de emociones.
—No necesito tus lecciones sobre cómo manejar mis sentimientos —recalcó, sintiendo que las lágrimas se acumulaban en sus ojos—. No sabes lo que es estar atrapada entre lo que quieres y lo que sientes que deberías hacer. Así que, por favor, si no tienes idea de lo que es, no me digas cómo vivir mi maldita vida.
Respiró profundamente, su mandíbula apretada, mientras miraba a Megan con furia contenida. Cada palabra de ella lo golpeaba con más fuerza, como si fuera un ataque directo, pero algo más profundo lo estaba carcomiendo. La rabia que sentía hacia Megan no solo era por lo que estaba haciendo, sino por cómo la veía distanciarse lentamente de él, como si ya no le importara tanto como antes, como si ahora su atención estuviera centrada solo en Jungkook, para que ahora sucediera esto.
—No sé qué estás diciendo, pero lo que sí sé es que vas a terminar por lastimarte tú misma, Megan —su voz tembló de frustración, incapaz de ocultar el enojo que había estado acumulando durante días. Sabía que no podía mencionar el nombre de Jungkook frente a Sophie, pero el dolor que sentía por él estaba en cada palabra—. No sé cuándo te convertiste en esta persona, que prefiere crear un maldito drama y hacerse la víctima, y que ahora ni siquiera te importa a quién estás lastimando, ¿sabes? Todo lo que haces es una excusa tras otra porque tienes miedo.
Sus palabras eran como un golpe, y Megan sintió que el dolor se acumulaba en su pecho. La herida era profunda, y su respuesta fue casi instantánea. Mientras él sentía cómo la ira le nublaba la vista, cómo la idea de que su amiga estuviera dispuesta a herir a alguien que se había entregado por completo, lo consumía.
—Y lo peor es que, de alguna manera, últimamente has estado apartándome poco a poco por esa persona —su voz salió más áspera de lo que había querido, y un tic nervioso recorrió su mandíbula, haciendo que sus dientes se apretaran con fuerza—. Y ahora con este drama estás arrastrando... a esa persona como si en realidad no te importara.
Con un gesto brusco, pasó una mano por su cabello, despeinándoselo en un intento de canalizar la rabia que se acumulaba dentro. La mirada que le lanzó estaba cargada de indignación, pero también de un dolor profundo, como si cada palabra que saliera de su boca le costara más de lo que estaba dispuesto a admitir.
—Es estúpido, es ridículo, y me está cansando —masculló, su voz temblando con una rabia que no podía contener. Sus ojos brillaban con frustración mientras se cruzaba de brazos, mirando a Megan como si estuviera viendo a alguien completamente diferente—. No voy a quedarme aquí para ver cómo te hundes en esto.
El último comentario salió con una dureza que hacía eco en la habitación, como si las palabras fueran puñales que trataba de clavar en el corazón de Megan. Y cuando terminó, Taehyung dio un paso atrás, se giró bruscamente y, sin esperar a una respuesta, comenzó a alejarse, dejando atrás una atmósfera densa y cargada de tensión.
Sophie miró a ambos, dándose cuenta de que la pelea había escalado a un punto donde no podía hacer nada. La atmósfera se volvió tensa, y se sintió impotente ante el conflicto que la rodeaba.
—¡Taehyung, espera! —llamó Sophie, pero él ya se había girado para irse—. No puedes simplemente marcharte así.
Megan sintió cómo el aire se escapaba de sus pulmones. Se quedó allí, inmóvil, con la mirada fija en el vacío, mientras las palabras de Taehyung seguían resonando en su mente. Cada una de ellas caló hondo, atravesándola como una flecha afilada. El daño estaba hecho, y aunque sabía que él tenía razón en algunas cosas, la rabia aún quemaba en su pecho. Pero lo que más le dolía era que, a pesar de su enojo, sentía que algo dentro de ella se quebraba, como si estuviera perdiendo algo que tal vez nunca había tenido.
«¿Es cierto? ¿Me estoy apartando de Taehyung?» pensó con amargura. Siempre había sido la misma, pero tal vez no se había dado cuenta de cómo sus sentimientos por Jungkook la habían cambiado. Siempre había sido una mujer segura de su sexualidad, siempre había sido lesbiana, había amado a Heather durante años, y ese amor, ese deseo reprimido, había sido su único refugio. Pero ahora, con Jungkook… Sentía que todo lo que pensaba saber sobre sí misma comenzaba a desmoronarse.
—No puedo creer que esto esté pasando —dijo Sophie, sentándose de nuevo con una expresión de desconcierto—. ¿Qué está sucediendo entre ustedes?
Su mente recorría constantemente las imágenes de Heather, la mujer que había ocupado su corazón durante tanto tiempo. Pero ahora no podía dejar de pensar en Jungkook. A veces, solo a veces, sentía algo por él, algo que no sabía cómo definir. Un magnetismo que no entendía, una atracción que la confundía, la hacía sentir vulnerable. Pero ¿cómo podía estar enamorada de él? Ella había sido tan clara sobre su identidad… Nunca se había considerado nada más que lesbiana, nunca había imaginado que podía sentir algo por un hombre. Pero ahí estaba él, una presencia que se colaba en su vida de maneras que no podía evitar. Y lo peor de todo es que, mientras más lo pensaba, más se preguntaba si algún día podría enamorarse de él, si siquiera era posible para ella.
«Voy a terminar haciéndole daño» «Me está importando más de lo que pensaba, y no sé cómo lidiar con esto» pensó, llevándose la mano al rostro, sintiendo la presión en su pecho. Era una sensación que nunca había experimentado antes. Sentía que se estaba perdiendo en un mar de confusión, que su identidad estaba siendo puesta en tela de juicio por algo que no había anticipado.
Y lo peor de todo era que, incluso cuando Taehyung la había atacado, su amigo con el que había compartido tantas cosas, Megan sabía que tenía razón en una sola cosa: se estaba alejando de él. Pero ¿a quién más podía recurrir? ¿Cómo podía dejar ir sus sentimientos por Heather, su amiga, su amor no correspondido, y empezar a sentir cosas por un hombre? Era todo tan dolorosamente nuevo, tan aterrador.
El nudo en su estómago se apretó aún más al pensar en las palabras de Taehyung, pero también sabía que no podía simplemente hacer como si no hubiera nada. Porque Jungkook estaba ahí, dispuesto a darlo todo por ella, y ella no podía ignorarlo, aunque quisiera. Pero ¿por qué sentía que lo estaba traicionando? ¿Por qué se sentía tan perdida?
Era una lucha interna, un torbellino de inseguridades. El amor por Heather aún ardía, pero la atracción hacia Jungkook la llenaba de temor. ¿Estaba traicionando su esencia al desearlo? Cada latido resonaba con la pregunta de quién era realmente, atrapada en un laberinto de sombras y recuerdos, anhelando una luz que le guiara en su confusión. La búsqueda de su identidad se sentía como un viaje solitario, donde cada paso era un recordatorio de que el amor, en todas sus formas, era un doloroso dilema que aún no sabía cómo enfrentar.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó la intimidad que compartieron Jungkook y Megan? ¿Esperaban que en algún momento hubiera un tipo así de cruce al Taehyung ser amigo de ambos? ¿Creen que este drama es inevitable que llegue a oídos de Jungkook?
Espero que les haya gustado el nuevo capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos pronto!
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