Capítulo OO3: a perfect body
Sacarse de la cabeza dos encuentros sexuales prácticamente simultáneos no ha sido para nada fácil, no ha podido dormir con tranquilidad porque lo único que pasa por su cabeza son pequeñas imagines de lo ya mencionado anteriormente, para nombrar algunas de ellas, los carnosos labios de Chaeyoung, el olor particular de Nayeon que la embriagaba, los latidos acelerados del corazón de Son, es que eso hacía que todo su cuerpo se sacuidiera, ella necesitaba más pero lamentablemente no podría hacerlo con esas dos chicas, porque ya había pasado su turno.
Ahora tenía que estar con las otras seis.
Ya sea Jeongyeon con ese espectacular look que hizo que sus muslos se tensaron o Momo con esa sonrisa ladina que paralizó todo su mundo, eran las mayores y era algo que le gustaba, había una cosa en ellas que le atraía tal vez la idea, la experiencia o el simple hecho de que eran tan calladas, cuando hablaban lo que decían se escuchaba tan perfecto y misterioso que le erizaba la piel, sentía que cada fibra de su cuerpo se debilitaba al pensar en esas dos chicas tan peculiares.
Aunque claro tampoco es que no piense en las otras, el escote pronunciado de Jihyo que no dejaba mucha a la imaginación, es lo que tiene en mente cuando decide tocarse o la dulce y a la vez caliente mirada de Sana, como si quisiera saber hasta lo más profundo de su alma, le pareció demasiado atractivo ver cómo se comía aquella cereza mientras la miraba a los ojos, una provocación que sigue intacta en su cabeza y que la vuelve loca, es una mezcla entre adora le y sexy que puede que sea lo más impresionante que ha visto de alguien.
También está Dahyun es alguien que para su parecer es demasiado seria, cuando se sonreía o reía apenas y se veían sus dientes, los cubrió y acomodaba su cabello cada que sentía que estaba mal, una chica que parece que es capaz de todo para que hagan lo que ella quiera, lo que ella denomina pasiva dominante, esa que no te dejará hasta que la hayas complacido tanto que no pueda pedir otra cosa, luego está Tzuyu, esa chica de esbelto cuerpo y sonrisa tallada por los mismísimos Dioses, tiene esa aura de niña buena y estudiosa que no hace nada pero a la vez lo hace todo.
Una persona capaz de llevarte hasta lo más profundo del infierno o a lo más alto del cielo, si pudiera elegir entre tantas chicas hermosas, porque le es imposible hacerlo, siente que sus ojos se dirigirian a la castaña por el simple hecho de ser tan reservada, parece que cuida cada una de las palabras que salen de sus labios como si quisiera hacerle saber al mundo que los buenos modales y la pronunciación perfecta de las palabras es lo fundamental para ser alguien del interés de mucho.
Comparte ese mismo pensamientos o es lo que ella deduce, le gustaría escuchar como trata de decir lo que le pida mientras tiene sus dedos dentro de la más alta, la verdad es que nunca ha tratado de ser activa porque le da bastante miedo no poder complacer a la chica como ella misma se complace, ese miedo se ha ido agrandando desde que comenzó a darse cuenta que de seguro esas chicas han tenido buenas pretendientes que tienen experiencia y saben hacer bien las cosas, en cambio ella tuvo su primera vez hace un mes, apenas y podía gemir sin sonrojarse.
Es una completa vergüenza para alguna de las chicas que faltan, le gustaría saber cuáles le darían el chance para ser ella quien actúe, porque la verdad es que le encantaría experimentar lo que es hacer sentir bien sexualmente a una persona, que cada una de sus peticiones sea ejecutada exitosamente, definitivamente eso haría que su ego se agrande es algo que aunque no diga es cierto, es alguien que ama ser superior, puede que este mal pero ahora que tiene a tantas chicas con ella, es el momento perfecto para sentirse la persona más deseada del mundo.
Ni siquiera la chica más popular de la universidad tiene la suerte que ella posee, en sus manos tiene la fuerza para controlar a ocho chicas que están esperando su llamada, lo sabe por los mensajes que le han mandado, por lo calientes que pueden llegar a ser las fotos que le mandan de vez en cuando, porque ella sabe muy bien que es lo que desean y es a ella, cada que lo recordaba su corazón se aceleraba, no podía con tanta emoción.
Estaba tan metida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que cruzó por tantos lugares, ahora no sabía en donde se encontraba, la universidad era demasiado grande así que solo iba a los lugares que a ella le tocaban, además de que nadie le dio un tour porque seguramente asumieron que ya sabía cada parte, como si fuera quién creo la estructura, es que ni eso está estudiando, su madre quería que fuera profesora así que eso fue lo que estudió, según su progenitora tenía una gran corazón y era muy buena con los niños así que sabía cómo actuar en cualquier situación.
De seguro lo hizo para que comenzará a querer tener hijos pero la verdad es que nunca le ha llamado la atención criar a un infante porque siente que no tiene la capacidad para hacerlo, además de que solo es buena con los niños que no son suyos porque es obvio, no los puede regañar o castigar por sus desobediencias, aún así con todas esas contradicciones que tenía hacia su madre decidió inclinarse por esa carrera, porque por alguna razón le pareció bien y no podía negar que le gustaba enseñar, era algo de familia que se llevaba en la sangre aunque no lo quisiera ahí estaba.
Apretó los dientes y se dio media vuelta, estaba en la zona de arte, como detestaba pasar por ahí porque todo olía a pintura, sueños rotos, sexo, alcohol, yeso y tal vez un olor que llamó su atención, se quedó en silencio y comenzó a caminar hacía aquel aroma que despertó cada uno de sus sentidos.
No lograba identificar el olor debido a los otros pero cada vez se hacía más fuerte, una puerta se abrió a su lado justo cuando iba a llegar a aquel olor y la golpeó, haciendo que cayera al suelo seguido de una chica misteriosa, ésta yacía encima de su cuerpo tensó por el dolor que tenía en sus codos, se quedó quieta sin hacer un mínimo movimiento ya que había encontrado el olor y provenía de la persona que casi la mata.
"Discúlpame". Había sido testigo de esa hermosa y melodiosa voz, nunca olvidaba algo cuando le gustaba, era bastante evidente de quien venía así que sonrió en grande, exactamente la persona que necesitaba y de quién estaba pensando antes de que se diera cuenta el donde se encontraba. "Oh...". Sonrió y se miraron a los ojos con auténtica felicidad. "Mina unnie".
Es que hasta su nombre se escuchaba perfecto, la manera en la que hablaba era tan lindo cómo decía todo, se mordió el labio inferior y asintió, la más alta la jaló del brazos y la metió en el salón, al verlo se quedó impresionada no esperaba que fueran así, paredes blancas con varios cuadros con imágenes que la verdad le daban un toque artístico excepcional, las luces eran tenues y los asientos de un hermoso color verde olivo.
Lo que más le llamó la atención fue la extensión del escritorio, madera caoba oscuro, las patas eran de acero, para ser exactos color plomo, la silla en la que presuntamente se sentaba el profesor era negra, de esas que tiene ruedas, simple pero elegante recubierta de semi cuero.
"Este es mi salón". Sonrió y abrió un poco las manos como si estuviera orgullosa y es que no era para menos, su salón eran un chiste a comparación de éste, le encantaría poder vivir ahí, estaba mejor decorado que su habitación. "Espero que no te sientas incómoda". Negó con la cabeza y se sentó en el primer asiento de la primera fila, estaba un tanto ansiosa por lo que pasaría, le intrigaba saber de qué serían testigos los cuadros. "Nayeon me contó que estuviste con ella".
Le impresionaba que hablaran de ese tipo de cosas, el rubor en sus mejillas no se hizo esperar cosa que le pareció adorable a Chou, ésta suspiró y se apoyó levemente del escritorio, se veía bastante cómodo. "Hace poco estuve con ella". Murmuró arrastrando las palabras, es que no sabía lo que le pasaba pero esa chica le robaba el aliento. "¿Por qué me lo dices?". Tzuyu sonrió y se encogió de hombros parecía que quería decir algo pero por alguna razón se acobardaba, como si hubiera esperado tanto tiempo para decirlo que ya le resulta absurdo.
"Le tengo envidia". Dijo entre dientes como si le costará admitirlo, tal vez era algo que había resguardado por mucho tiempo, aunque le incomodaba un tanto el hecho del tema de la envidia hacia algo o alguien podría llegar a entender a lo que se refería. "He estado esperando mucho tiempo para hacerlo y viene ella y me quita la oportunidad". En cada palabra que salía de sus perfectos labios daba un paso hacia ella.
"¿Que quieres hacer?". Preguntó, estaba jugando tratando de averiguar lo que la mirada oscura de Tzuyu le estaba diciendo pero le era imposible, seguía en shock por todo lo que pasó en tan poco tiempo.
Abrió los ojos como platos al verla arrodillarse frente a ella. "Quiero probarte, quiero que aprietes mis dedos como lo hiciste con ella, que empapes mi mano y que gimas mi nombre". Se quedó sin palabras muy cosas veces pasaba pero eso había sido mucho para todo su cuerpo, no esperaba que la menor fuera tan atrevida pero el hecho de que lo fuera le parecía perfecto, porque así podría jugar y sería divertido que respondiera. "¿Estoy mal por pensar tanto en ello?". Llevar un jean asustado no fue la mejor elección que ha tenido en toda su vida.
"Hazlo". Apenas y se escuchó, lo dijo con un hilo de voz casi inaudible, pero había tanto silencio que Chou la escuchó a la perfección, con cuidado desabotonó el jean y con fuerza lo bajó, al escuchar el sonido de la tela rasgandose sonrió, si que tenía brazos y manos fuertes. "Nada te impide que lo hagas". Los ojos de la castaña brillaron antes de bajarla las diminutas bragas que llevaba puesta, le agradece al mundo haberlas elegido.
Eran de color blanco así que fue bastante evidente la mancha de humedad que había en ellas, Tzuyu sonrió había provocado eso solo con su voz, ni corta ni perezosa se inclinó hacia delante pasando la lengua por los pliegues vaginales de la mayor quién gimió sin importarle nada, echando la cabeza hacia atrás en el proceso.
"Tzuyu". Gimió aquel nombre tan preciosa mientras posaba ambas manos en la cabeza de la contraria, ésta pasaba la lengua con rapidez y chupaba su clítoris de una manera atan exquisita que sentía que acabaría más rápido de lo que quería, sacudió la cabeza contra su cara esperando que se diera cuenta de que quería que fuera más rápido, que la destrozara.
Introdujo solo la punta en su interior penetrándola con tanta rapidez que su cerebro no lograba procesar todo lo que estaba sintiendo, se retorcía y gemía cada que sentía como las uñas de Tzuyu se clavaban en sus muslos, definitivamente era mucho para ella, eso de tener que aguantar como esas chicas ejercían un poder en ella le excitaba, más de lo que podría controlar
Chou seguía chupando su clítoris antes de insertar un dedo en su cavidad y penetrarla con tanta fuerza que su trasero chocaba contra el espaldar de la silla, el sonido que ejercía tal acción era música para sus oídos. "Veo que te gusta lo que hago". Habló tan cerca de su oído que sintió como el aliento caliente de ésta chocaba contra su cuello haciéndola estremecer, apretó los dedos y movió las caderas contra éstos, no había mejor sensación que esa.
Chocar contra la palma de la mano hacia que su clítoris se hinchará cada vez más al punto que comenzaba de doler, gimió y con cuidado bajó la mano para acariciarlo con tanta rapidez que su brazo parecía que se encenderia en cualquier momento, rodó los ojos hacía atrás y arqueó la espalda, estaba más cerca de lo que pensó. "Tz-Tzuyu". Entre abrió los labios.
"Termina". Fue una orden que acató con rapidez, no quería enojarla y la verdad es que estaba muy cerca, eso fue suficiente para hacer que terminará como nunca antes, Chou bajó lentamente la mirada y sonrió, ese era el resultado que estaba esperando y consiguió. "Veo que te gust-". Antes de que pudiera hablar, Mina la besó levantándose y empujándola contra el escritorio, la castaña estaba sorprendida por lo que estaba pasando pero no dijo nada solo vio como Mina metía las manos dentro de su pequeña falda y le quitaba las bragas.
Parecía que no estaba pensando porque en sus ojos solo había una sola cosa y eso era determinación, así que no le diría nada solo debería que hiciera lo que quisiera con ella, porque se veía que tenía la confianza suficiente para hacerlo.
La verdad es que estaba aterrada, por dentro gritaba y habían luces rojas que le decían que era peligroso, tenía que tener cuidado de en donde se estaba metiendo, literalmente, porque no sabía cómo iban a acabar las cosas y si es que llegaba a funcionar, debía dejar que las cosas fluyeran para que todo saliera bien, se acercó a su cuello y lo besó con cuidado como si tuviera miedo a lastimarla.
Chou sonrió y jadeó moviendo la cabeza a un costado para que tuviera más acceso a aquella zona, Mina estaba feliz de eso así que mordió un poco y tiró provocando un gemido en Tzuyu que le indicó que iba por buen camino, metió la mano entre los muslos de ésta y los acarició antes de pasar el dedo pulgar por el clítoris hinchado, metió lentamente el dedo medio arqueandolo cuando estaba completamente dentro, era una sensación extraña pero le gustaba sentir como las paredes lo apretaban y succionaban de una manera tan deliciosa que no pudo evitar gemir contra los labios ajenos.
"¿Se siente bien?". Preguntó, le latía el corazón con mucha fuerza, quería seguir e ir más rápido, Tzuyu asintió mientras se apoyaba de sus hombros, apretandolos con tanta fuerza que sentía que se le iban a desprender, gruñó y le mordió el labio inferior haciendo que la contraria arqueara la espalda, al ver que no contestaba metió otro dedo con cuidado moviéndolo con tanta rapidez que la madera del escritorio crujió. "Contesta". Murmuró en su oreja antes de morderle el lóbulo y sonreír.
Chou no podía vocalizar bien, lo único que hacía era gemir y jadear, mientras pensaba en lo afortunada que era por ser la primera chica con la que Mina era activa, sería la primera persona con la que ha sentido lo bien que es estar dentro de alguien, esperaba que nunca se le olvidará, porque ella no lo harías pensaría en esto por el resto de su vida, es afortunada y lo sabe muy buena sonrió y cerró los ojos, apretó los dientes y se mordió el labio con fuerza, no tenía ni la menor idea del por qué Myoui era tan buena en todo.
Aún así no se quejaba por más que eso la intrigara, tal vez porque lo ha hecho en ella misma y sabe exactamente en donde debe tocar. "¿Falta poco?". La voz ronca de la japonesa la dejó sin aliento, no esperaba que esa dulce voz cambiará a una tan caliente que la hacía apretar tus dedos con fuerza, iba a acabar por el simple hecho de saber que era la única persona que había visto a Mina de esa forma. "Bebé". Gruñó. "Contesta". Se quejó antes de unir sus labios en un desesperado beso.
Dejó de escuchar de la nada, simultáneamente sus músculos se tensaron y sus talones se clavaron en la espalda baja de la mayor, cayendo hacía atrás, todo su cuerpo chocando contra el escritorio, había sido mucho pero no se arrepentía, era lo mejor que le pasó en años.
Mina apoyó la frente en el abdomen de ésta repartiendo varios veces sin dejar de moverse, despacio, para que pudiera asimilar todo lo que acababa de suceder. "¿Te encuentras bien?". Asintió y sonrió en grande, si que estaba bien todo su cuerpo estaba levitando. "Me alegro". La miró a los ojos antes de sacar con cuidado los dedos y meterlos en su boca, chupandolos con una gran sonrisa, el sabor de Tzuyu era exquisito.
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