XXVI

Los días en el estudio que tanto habían adorado estaban contados.

A tan sólo una corta semana del embargue el ambiente se había vuelto cada vez más silencioso y amargo. Cada empleado sacó sus cosas del lugar, Minha, Gail y Min Ki no dijeron una palabra, Baekhyun, alguna vez considerado un buen líder, se empeñaba en mantener alto el ánimo de todos, pero la situación era irreversible. Conseguir un lugar con la misma capacidad y una ubicación tan buena era imposible, las deudas impedían que pudieran utilizar algo de dinero en algún alquiler, quisieron evadir la realidad y negar el inminente final, pero pronto deberían seguir adelante por caminos separados.

Con Dee Na, la mujer con quien había compartido una larga relación de negocios próspera y segura, casi no hablaban después del último encuentro con Yifan. Nadie lo sacó a colación, pero la relación que mantenía con él no era agradada por ser justamente el tipo que buscaba adueñarse del preciado estudio que amaban, sabía que eso no era algo que pudiera controlar sin embargo. 

Ese día trabajó hasta tarde, debía acabar con sus compromisos laborales pendientes a pesar de todo. Estaba acomodando los lentes dentro del maletín cuando vio a Dee Na de reojo, ella se acercó y se lo quedó viendo en silencio.

Sonrió. -Hey.- Saludó sin mucha fuerza.

-Tu trabajo siempre ha sido excelente.- Apreció de la nada.

Arqueó las cejas con sorpresa. -Bueno, gracias.

-Es la verdad.- Se encogió ella. -No sé qué habría hecho sin ti.

Cerró el maletín con un suspiro. -Te las habrías arreglado. Por mi parte, yo...- Echó un vistazo al estudio vacío y desolado. -Sin este lugar, sin ustedes, no habría sido nada.

-No estoy de acuerdo, eres bueno en lo que haces, alguien con tanto talento no necesita de un pobre estudio.

-Lo dudo mucho.- Murmuró.

-¿Sabes? No quiero parecer una madre dándole un sermón a su hijo, pero hay ciertas cosas que uno aprende con la experiencia.- Baekhyun la miró confundido, ella hizo una mueca seria. -Ve bien a tu alrededor, Baek, para saber en quién puedes confiar y quién te quiere sólo por lo que posees.

Asintió lento. -No te gusta Yifan, ¿verdad?

Dee Na asintió. -Pero eso no es nada nuevo, él... Lo conozco hace años, ¿sabes?, siempre fue un mocoso astuto, sabe cómo meterse a la gente en el bolsillo, temo que su imagen te engañe, Baek.

-¿Estás hablando por mi bien o por el tuyo?

Ella suspiró, parecía afligida. -Me preocupo por ti, ¿lo que le pase a este estudio?, creo que ya no hay mucho que hacer al respecto.

-Yifan es un amigo, lo conozco, no es alguien con malas intenciones.- Insistió.

Dee Na lo miró, largo y tendido, al final asintió. -Está bien, no te estoy diciendo qué hacer, sólo fue una advertencia, tómala si quieres, pero...

Guardó silencio de repente y cuando pensó que seguiría, agitó su cabeza, tragándose sus palabras. De verdad creía que estaban equivocados con respecto a Yifan, él no era el hombre frívolo de negocios con intenciones malévolas que creían, lo había ayudado antes, quería pensar que era alguien bueno, pero también sentía que no podía desoír del todo lo que esta mujer, que por largos años había sido su noona y mentora, tenía para decirle.

-Por favor, continúa.

Dee Na frotó su nuca con incomodidad. -He visto cómo te mira, Baek.- Confesó. -Es como si... quisiera poseerte, me pone los pelos de punta.

Eso le dio escalofríos. -Y-yo ya tengo alguien a quien amo, no me importa nadie más.

-¿Yifan lo entiende?

-Está bien.- Negó brusco mientras recogía sus cosas y huía hacia la salida, si el tema se iba por esos lados, no deseaba oír más. -Nos vemos mañana.

-Baekhyun.- Lo frenó.

Logró ver a tiempo el sobre blanco que sacaba de algún sitio y se detuvo con la mano en el picaporte. Dee Na se lo extendió sin más preámbulos y tardó unos segundos en armarse de valor para cogerlo, sin saber cómo ni por qué lo sintió latir entre los dedos y supo, sin siquiera tener que abrirlo, que se trataba de algo importante.

No creía estar equivocado, pero por instinto decidió hacerle una visita a Yifan. Entró en la mansión viendo alrededor con una extraña y creciente inseguridad en el interior, pero no le hizo caso y siguió adelante al llamarlo en voz alta, el nombre retumbó por cada rincón, dando una muestra de lo solitario y vacío que era ese lugar. Subió las escaleras, a través de los grandes ventanales que daban al patio trasero se filtraba la luz del día, se acercó para ver y descubrió a Yifan.

Salió al balcón y con un poco de molestia por el sol de frente lo observó algunos segundos, se dio cuenta de que el dueño era igual que su casa: solitario y vacío, o al menos esa sensación daba caminando descalzo por al borde de su piscina, cabizbajo y taciturno.

Sonrió con amargura. -¡Yifan!- Llamó.

Este posó la mirada en él con sorpresa, luego sonrió y se apresuró dentro para recibirlo con entusiasmo. -¡Baekhyun! No te esperaba.- En ese lapso de silencio le dedicó una mirada extraña de arriba abajo, enseguida lo arrastró hasta la cocina. -Hoy es mi día de descanso.- Comentó mientras servía un vaso con jugo de naranja, lo deslizó hacia él. -Y... Estás aquí por tu propia cuenta.- Era difícil pasar por alto la complacencia en aquellas palabras.

Baekhyun carraspeó y ocupó casualmente una banqueta alrededor de la isla. Cogió la bebida que le habían ofrecido y luego de jugar unos segundos con ella, se la bebió hasta la mitad como si estuviera sediento, la realidad es que no lo estaba. Se mordió los labios y calló un buen tiempo, escuchando a Yifan hacer comentarios casuales para rellenar el vacío. No tenía una idea clara de lo que hacía, algo dentro le había dicho que fuera y allí estaba, ¿ahora qué? ¿Cómo explicaba esta rara sensación de desasosiego? Tal vez las palabras de su jefa sí que habían calado en él después de todo.

Hubo un repentino silencio y se dio cuenta de que ahora ninguno de los dos estaba diciendo nada, alarmado, lo miró. -¿Qué?

Yifan sonrió. -Me he enterado de algunas cosas.- Agachó la cabeza en reconocimiento. -Felicitaciones.

Se puso de pie al instante y comenzó a pulular por el lugar, frotándose los brazos como si hiciera frío. -No me felicites antes de tiempo.- Murmuró mientras se acercaba a una maqueta pintoresca. -Todavía no sé qué haré.

-Es una oportunidad que no surge todos los días, sería una pena desaprovecharla.

Meneó lento la cabeza. -Hay cosas aquí que...- Frunció el ceño. -¿Qué es esto?- Señaló el modelo a escala.

Yifan se paró a su lado. -Por ahora una maqueta, más adelante un espacio de usos múltiples como residencias, comercios, oficinas, ya sabes.

-Esta es la dirección del estudio...

-Una de las mejores vistas a la ciudad.- Asintió el otro con total indiferencia.

-¿Alguien...? ¿Quién sabe sobre esto? ¿Dee Na lo sabe? ¿Le dijiste que se destruiría todo?

-Noonim sabe lo que necesita saber y ya.

-Ella no va a vendértelo.- Negó con agitación.

-Lo compraré al Estado.- Concluyó con facilidad. -Dee Na lamentará no haberme escuchado.- Suspiró como si estuviera afligido, pero a los ojos de Baek no podía ser más frío. -Estos son negocios, nada personal.

-Para mi jefa sí es personal. Y para Minha y Gail y Miki y... ¿Y yo qué?- Quería llorar, entendía lo que Yifan estaba diciéndole, pero era tan injusto.

La idea de deshacerse de todo lo que conocía, de perder lo más preciado, lo llenaba de dolor y de preocupación. Quería que todo siguiera igual, que todos estuvieran bien y felices, ¿por qué era tan difícil? ¿Por qué era tan inútil? Si tan sólo hubiera trabajado más duro, si hubiera aguantado un poco más, quizás habría podido encontrar una manera, otra solución.

No quería irse. ¿Por qué lo estaban empujando?

Yifan no parecía otra cosa que incrédulo. -No tienes nada que hacer allí, ¿en serio insistirás en quedarte?

-Tú no entiendes, no lo entiendes...- Retrocedió hasta chocar contra la pared.

Debido a la inconsciencia tardó en reaccionar cuando Yifan se elevó sobre él, acorralándolo por completo, estaban demasiado cerca y no era bueno. Lo miró estático, sin poder concebir lo que estaba pasando. ¿De verdad estaba haciendo lo que creía? ¿De verdad lo haría? Súbitamente, una decepción abrumadora aplastó su corazón como si se tratara de un martillo gigante.

Qué estúpido había sido.

-Yo no soy el tipo malo y lo sabes.- Dijo Yifan.

-No, fue mi culpa.- Susurró con amargura.

Sin previo aviso, Yifan lo besó. Contuvo la respiración y abrió los ojos bien grande, intentando quitárselo de encima con esfuerzo, se escabulló y lo encaró con el aliento atorado en el pecho, consternado hasta las lágrimas. -Tú, ¿cómo...? No... ¡No vuelvas a hacer eso nunca más!- Gritó furioso.

-Vamos.- Yifan no se rindió, siguiéndolo con la insistencia de alguien que se sabe querido. -¿A qué has venido, Baekhyun? ¿Piensas seguir jugando conmigo?

Negó una y otra vez. -¡Claro que no! ¡No quiero esto, nunca lo busqué! ¡Yo, ah...!- Retrocediendo ante sus avances, la parte trasera de sus piernas chocó contra el sofá y cayó sobre este. Yifan aprovechó esto y se posicionó encima. -Yo sólo quería... Sólo quería despedirme, no pienses...

-¿Que no piense?- Se rio. -Nunca pienso cuando eres tú.

-Tengo novio.- Cerró los ojos con fuerza. -Chanyeol es mi novio. Por favor, no hagas esto, no es justo.

Yifan ignoró por completo sus palabras y volvió a besarlo. Gimió de disgusto y forcejeó con insistencia, pero el otro era enorme y la endeble fuerza que tenía no ayudaba; intentó mover el rostro para evitarlo, pero incluso así no se rindió y se deslizó hacia el cuello. Los ojos nublados enfocaron aquella maqueta horrible, todo lo que era importante para él y otros sería destruido, desaparecería para siempre, y nadie podía hacer nada.

-Basta.- Sollozó. -Déjame.

No fue hasta que aquellas súplicas llorosas dejaron sus labios que Yifan aflojó el agarre y titubeó, entonces encontró la oportunidad para deshacerse de él y lo empujó con todas las fuerzas, resbalando de forma patética cuando salió corriendo a calzarse en la puerta a la velocidad de la luz.

-¡Baekhyun!- Yifan se le acercó con rostro desencajado de pánico.

-¡Aléjate!- Gritó con todo el cuerpo temblando. -¡Nunca más te me acerques!

Salió con un portazo y sin mirar atrás, dejando huellas oscuras por detrás, oscuras por la culpa y la atosigante muestra de fallas a sí mismo y a los demás.

-¡Chanyeol! ¡Chanyeol!

Sólo unos cuantos minutos después se halló golpeando la puerta de la casa de su novio con histeria, entró corriendo cuando le abrieron, frenético. Chanyeol intentó calmarlo y preguntarle qué había pasado, pero no podía oír ni una de las palabras que salían de su boca, podía ver sus labios moviéndose, pero el sonido era algo hueco, vacío, inexistente. Incapaz de sobreponerse al susto que había pasado y conmocionado hasta la médula, sólo pudo pasear los ojos por todo el lugar, despeinándose con la respiración agitada y luciendo como un verdadero lunático.

-Él lo va a destruir y yo me equivoqué, y, y ya no existirá y todos me odiarán, y él... él casi me...- Una arcada se abrió paso por su garganta y tuvo que frenar sus balbuceos inentendibles.

Chanyeol lo cogió con fuerza de ambos brazos y lo sostuvo con cautela, su mirada lucía confusa e inquieta, podía decir que no sabía qué demonios hacer. Ahora alcazaba a entender su voz y pudo oírlo pidiéndole que volviera en sí, lo miró por primera vez con los ojos enormes llenos de lágrimas y de repente su cuerpo se sintió débil, casi se desploma.

-Destruirá el estudio.- Sollozó. -Y no podemos hacer nada, todo lo que alguna vez pasó allí desaparecerá, quedará enterrado y...

-¿Quién? ¿Quién hará eso?

-Yifan. Fue mi culpa, fue... Fui un estúpido, Chanyeol.

Sintió que su agarre se aflojaba y los párpados que mantenía apretados se abrieron, entonces vio la expresión de sincero horror que retorcía sus facciones y que le puso toda la piel de gallina. Chanyeol no lo veía a la cara, veía más abajo hacia alguna otra parte de su cuerpo, y una de sus cálidas manos subió para apoyarse en la base de su cuello con suavidad, casi como si fuera una delicada artesanía hecha de papel que ante cualquier pequeña presión podría deformarse.

-¿Quién?- Volvió a preguntar, esta vez con una voz apenas audible. -¿Quién te hizo daño?

No entendió lo que había pasado, ahora Chanyeol parecía aún más desesperanzado que él y las imágenes de lo que había estado a punto de pasar sobre aquel sofá volvieron a atormentarlo; incapaz de soportarlo, se arrojó a sus brazos con la intención de que lo hiciera olvidar, incluso cuando no era merecedor, incluso cuando todo era su culpa, al menos una vez más quería desaparecer en aquel mundo que sólo visitaba cuando estaba con él y que le hacía creer que todo estaba bien a pesar de todo. Siguió llorando todo el tiempo y cada vez que Chanyeol se detuvo por eso, él lo empujó a continuar con besos más profundos y provocaciones más descaradas. Podía decir que ninguno de los dos estaba en sus cabales y que aquello fue más una forma de descargarse que un dulce momento de amor íntimo.

Al final, cada parte quedó cubierta por la esencia del hombre que más loco lo volvía y por el que tanta pasión sentía, y pensó que estaba mejor.

Cuando por fin reaccionó no tenía idea de cuánto tiempo había pasado, pero Chanyeol estaba dormido mientras lo abrazaba muy apretado como si no quisiera dejarlo ir jamás. Salió de la cama sin despertarlo y juntó su ropa antes de ir al baño, se lavó la cara con agua helada y se miró al espejo, tenía los ojos hinchados de tanto llorar y los labios rojos de tanto besar y ser besado. Mientras se vestía después de limpiarse pudo sentir el dolor en varias partes, producto de un momento desenfrenado, pensó que eso lo haría aterrizar en la realidad, pero en el fondo seguía sintiéndose igual de sucio y culpable. A pesar de oler su perfume alrededor y de sentir la calidez remanente por haber estado acurrucado en sus brazos, se miraba al espejo y los labios seguían manchados, el corazón seguía manchado.

Y ahora toda esa suciedad se había pegado a Chanyeol también.

Entonces los ojos bajaron más y enfocaron una marca violácea estropeando lo inmaculado de la piel blanca de su cuello, los recuerdos se volvieron más nítidos y otra vez lloró. Ahora entendía la expresión desolada en la cara de Chanyeol en ese momento, ahora entendía su agarre mientras dormían, su renuencia mientras lo hacían.

Lo había herido.

Cuando sintió que despertaba ya había estado un rato sentado a los pies de la cama viendo hacia el infinito en silencio, aguardando y mentalizándose. Oyó un gruñido seguido del frufrú de las sábanas cuando se levantó, entonces su espalda se apretó contra un pecho ancho y un par de brazos largos lo rodearon con fuerza y protección. Sólo eso bastó para hacerle sentir cuán importante era y ya no pudo sostenerlo, apretó el juego de llaves en un puño y se puso de pie, sonriéndole como siempre.

El otro no era idiota y se dio cuenta de que estaba fingiendo. Lo miró con el ceño fruncido, temor titilando en sus pupilas negras.

-Fue lindo, Yeol.- Dijo tratando de sonar natural. -Amé estar contigo, cada momento.

-¿De qué estás hablando?- Chanyeol bajó lentamente de la cama.

Él caminó de espaldas hacia la puerta, sin dejar de sonreír. -Hablarte en el metro fue la mejor decisión de mi vida.

-Ven aquí.- El otro extendió una mano, su voz buscó sonar autoritaria, pero el temblor lo arruinó.

-Quise ayudarte, no sé si lo conseguí, pero...

-Baekhyun.

-Las mejores cosas surgen de forma espontánea, prométeme que no te cerrarás de nuevo ¿sí? Espero...- Su sonrisa titubeó. -Espero que encuentres a alguien que sea bueno para ti.

-¿De qué mierda hablas? ¡Ven aquí!

Había muchas cosas que había planeado decir, pero ya no podía, si abría la boca una vez más, se derrumbaría.

-Baekhyun, no hagas esto.

Fue lo último que escuchó ante de salir y trabar la puerta desde el otro lado, asegurándose de que la distancia entre ellos era grande e irremediable. Chanyeol forcejeó, pero era en vano, estaba encerrado en su propio apartamento, incapaz de alcanzarlo.

-¡Baekhyun! ¿¡Qué estás haciendo!? ¡Abre la puerta!

-¡No me sigas!- Le contestó ahogado en llanto.

Lo escuchó llorar también mientras insistía: -¡No me alejes! ¿¡Por qué...!?- Se ahogó. -¿Por qué estás haciendo esto?- Susurró, pero todavía podía entenderlo.

Sentía la imperiosa necesidad de gritar hasta desgarrarse la garganta y sangrar por la boca, pero sólo podía sufrir en silencio. Se deslizó sin fuerzas y acabó de rodillas en el suelo, la frente apoyada contra la puerta. -No puedo estar contigo, ya no valgo nada.

-Cállate.- Dijo la voz amortiguada de Chanyeol. -Cierra la boca. Cállate.

-Te engañé.

-Cállate.- Hubo un pesado golpe contra la madera. -Deja de hablar tonterías.

Sonrió con tristeza. -Dejé que me besara, dejé que me marcara, ¿cómo le llamas a eso?

Chanyeol gimió. -Sé que no es así. Por lo que más quieras, deja de hablar y abre esta puerta, Baekhyun.

-Continúas creyendo en mí.- Se rio, fue un sonido roto ajeno a cualquier dicha. Apretó los puños y los párpados, impotente. -Si tan sólo no hubiera sido tan...

-Baekhyun.

-Siempre dijeron que mantenía todo iluminado, pero la verdad es que sin ti me habría dado por vencido hace rato.

Hubo un largo silencio tras el cual Chanyeol volvió a llamarlo tentativamente con un hilo de voz, él ya no le respondió, era suficiente.

-Baekhyun, te amo.- Dijo a una supuesta nada.

Pero sí que lo había oído. Se cubrió la boca con una mano para acallar los sollozos desconsolados, se puso de pie y un 'adiós' inaudible salió de sus labios antes de marcharse, fingiendo no haber escuchado aquello último, haciéndole creer que nadie había recibido su confesión.

Cuando estuvo en la calle, sí que lloró como si fuera la última vez que podría hacerlo. Y las huellas que dejó fueron igual de negras.

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