XXIX

Antes de correr en busca de Baekhyun, Chanyeol consideró que sería correcto encargarse de algunas cosas primero. Habló detenidamente con la que fue la jefa de su novio, Dee Na, y, después de recolectar ciertos datos y darle una buena noticia (producto de su atrevimiento y amor hacia Baekhyun), se largó de allí hacia la casa de una persona a la que no tenía muchas ganas de ver ni de escuchar, pero que necesitaba ver y escuchar de todas formas. Había decidido tomarse las cosas con madurez.

Aunque cuando sus ojos enfocaron a Wu Yifan del otro lado de la puerta, lo primero que sintió fueron unas enormes e irrefrenables ganas de estamparle un puño en la cara.

El rostro de Yifan palideció, era extraño que el novio del chico al cual habías intentado seducir se presentara en tu casa de la nada y sin aviso. Además de la evidente sorpresa, pudo leer miedo en sus facciones y tuvo que admitir que se sintió bastante bien, hasta deseó poder jactarse. Al notar el arrepentimiento en sus ojos supo que Wu Yifan tenía un mínimo de sentido en su cabeza y no intentaría defenderse. Entre balbuceos inentendibles el tipo incluso lo hizo pasar, cosa que lo dejó impresionado. Se quedaron parados en medio del salón sumidos en un silencio incómodo, Chanyeol lo miraba con suspicacia y Yifan estaba cien por ciento enfocado en las baldosas del suelo. Torpemente le  ofreció algo de tomar, se negó, le pidió que tomara asiento entonces, volvió a rehusarse.

-Mira,- Habló Yifan con puro nerviosismo. -Si estás aquí para darme una paliza, hazlo rápido.

Arqueó una ceja. -¿Te dejarías golpear?

-Sé que he hecho algo horrible, no voy a excusarme.

Se encogió con indiferencia. -Si así están las cosas...- Se acercó y vio con satisfacción cómo el otro se encogía un poco y cerraba los ojos. Posó una mano sobre su hombro, haciéndolo respingar. -No estoy aquí para matarte a golpes.- Dejó caer el brazo con un rostro más serio. -Aunque ganas no me falten.

Yifan tragó saliva. -¿Qué quieres entonces? ¿Una disculpa?

-El único que merece una disculpa es Baekhyun. No fue a mí a quien forzaste y hasta marcaste.

-¿Lo marqué?- Preguntó con sincero horror.

Le dio una mirada escéptica. Su semblante se ensombreció al recordar el cuello blanco de Baekhyun corrompido por esa violácea mancha repugnante.

Yifan se dejó caer pesado sobre el sillón, cogió su cabeza en ambas manos y despeinó todo su cabello. -No fue... No fue lo que yo... Lo lamento, cualquier cosa que diga será una mala excusa.

De verdad no estaba allí para pelear, pero mientras más pensaba en lo torturado y triste que este hombre hizo sentir a Baekhyun, más tenso se ponía. -Te enamoraste del mismo chico que yo.- Fue todo lo que dijo antes de enfocarse en lo importante. -Baekhyun se ha ido a Busan sin una palabra.

Yifan parpadeó. -Si no te ha dicho nada al respecto quiere decir...- Comenzó tentativamente, Chanyeol puso un gesto hosco que lo detuvo. -Quieres saber dónde está.- Concluyó con rapidez. -No lo dejarás ir.

-Jamás.- Fue rotundo.

Yifan sonrió con tristeza mientras se ponía de pie. -Yo tampoco lo haría.

Luego de unas cuantas llamadas obtuvo lo que quería. Yifan era un imbécil, pero era inteligente y había sabido leerlo con facilidad. Antes de irse con la certeza de que no volvería a ver su cara nunca más, se dio la vuelta en el umbral y lo señaló con unos ojos penetrantes.

-Intenta lastimar de nuevo a mi novio y te haré tragar los dientes.

Yifan sonrió forzado, Chanyeol le dedicó una última mirada especulativa antes de confirmar que había entendido a la perfección sus palabras, sólo entonces se retiró para dejar atrás esta parte de su vida que sólo quería olvidar.

******

-Nos estábamos preguntando si el lugar es adecuado. ¿El espacio le parece suficiente?

Baekhyun recorrió la galería de brazos cruzados, los pasos resonaban sobre el parqué y hacían eco en el vacío. Pasó los dedos sobre las paredes blancas impolutas, allí donde sus obras se exhibirían en pocos días. Debería sentirse emocionado, pero lejos de todo lo que conocía, era como si en su cuerpo ya no hubiera espacio para nada más que la desolación y la cruel indiferencia. Trabajo era trabajo sin embargo y le permitía escapar de tanto dolor, así que no estaba tan mal.

-Es perfecto.- Mencionó a la ligera.

-Es un honor tenerlo con nosotros, Byun ssi.- La representante del estudio en Busan inclinó la cabeza de forma respetuosa, una modesta sonrisa en sus labios. -Soy gran admiradora de su trabajo.

Baekhyun se la quedó viendo. Era guapa, tenía el cabello largo y... de un marrón rojizo llamativo ahora que lo notaba, no era un color tan intenso, pero le recordaba a alguien que no podría olvidar jamás.

-¿Qué tan relativo es el tiempo?- Le preguntó de la nada.

Ella pestañeó con confusión. -¿Eh?

-¿Le parece aceptable entablar profundas conversaciones con extraños?

-Yo...- La pobre entrecerró los ojos sin saber cómo responder.

-Como con un asesino o un narcotraficante, algo como eso...- Su voz fue apagándose.

-Hum, me temo que no sé de lo que está hablando, señor.

-No, está bien, yo...- Negó con una sonrisa crispada, quiso agregar algo más, pero no supo qué.

Hubo un largo silencio. La mujer se notaba incómoda por sus excentricidades, pero logró carraspear para aligerar el ambiente. -Esto, si hay algo que necesite, puede hacérmelo saber, Byun ssi, haré que su estancia en Busan sea lo más cómoda posible.

-Dulces.- Dijo, esforzándose por ser más genuino. -¿Conoce alguna pastelería bonita? Me gustaría que...- La frase quedó en el aire cuando dirigió una fugaz mirada a través de los vidrios del frente.

-¿Sí?

-Disculpe.- Corrió hacia la puerta sin perder un segundo.

Salió a la acera sin aliento, rodeado de personas que iban y venían indiferentes a su desasosiego, vio hacia todas partes con el corazón en la garganta, preguntándose si ya había terminado de volverse loco.

-¿Hay algún problema?- La otra lo había seguido hasta afuera con preocupación.

Apoyó la frente en una mano y largó una gran bocanada de aire contenido, asintió sin dejar de ver alrededor y para no terminar de inquietarla trató de sonreír de la forma más natural posible, volviendo al tema inocente de la pastelería para despistar.

Cuando no estaba encargándose de la exhibición solía vagar por ahí sin saber qué más hacer, no quería quedarse encerrado en la habitación del hotel viendo el tiempo pasar. Cargaba siempre con su cámara con la esperanza de que una gran y repentina inspiración lo golpeara, pero eso no sucedía y temía que ni siquiera sus pasiones le devolvieran algo de luz a su vida. Días más tarde experimentó algo curioso sin embargo, de alguna manera pudo sentir que aquella persona estaba cerca. Durante su paseo incluso se giró varias veces con los vellos erizados y la sospecha de que lo seguían por detrás, no encontró nada fuera de lugar cada vez, pero en su pecho persistía esa agitación conocida.

Era como si tuviera un radar interno que le decía que Chanyeol estaba cerca.

Pasó la entrada del hotel con pasos pesados y se arrastró hacia el ascensor resignado a pasar otra larga noche solo y con insomnio, pero la chica de la recepción lo llamó entonces y luego de confirmar quién era, le sonrió y le dijo que alguien había dejado algo para él.

Parpadeó con sorpresa ante el frasco pequeño que le extendieron. Lo tomó con lentitud y lo observó con cuidado, aparentemente estaba vacío. Quiso saber quién lo había dejado, pero al leer la pequeña nota en la tapa su corazón se saltó un latido. Abandonó a la muchacha con la explicación en la boca y se apresuró hacia su habitación, apagó todas las luces y agitó el frasco.

Un par de luciérnagas no tardaron en aparecer ante la intranquilidad, haciéndose visibles por su luz.

Cubrió su boca con una mano, su mirada estaba borrosa por las lágrimas. Se pasó el resto de la noche recostado sobre el sofá con los ojos fijos en aquel frasco que iluminaba de forma tenue su rostro en medio de la oscuridad de su soledad, sus dedos seguían apretando aquella nota contra su pecho. Con esas palabras presentes en su mente y corazón, por fin pudo conciliar el sueño.

Quizás te haga falta alguna luciérnaga. 
Yo ya tengo a mi propia luz.

Por la mañana tuvo otra reunión para discutir la temática de la galería, intentó mantenerse enfocado, pero su cabeza estaba en cualquier sitio. Con la mejilla sobre la palma de su mano los miró a todos sin ser capaz de oírlos bien, jugaba con los dedos sobre la superficie de la mesa cuando desvió los ojos hacia la ventana que daba a la calle y entonces sucedió.

Lo vio.

-Chanyeol.- Susurró al erguirse con los ojos bien abiertos.

-¿Baekhyun ssi?

No se dio cuenta de que había hablado en voz alta, ahora todos lo miraban con extrañeza. Abrió y cerró la boca como un pez, señalando hacia la ventana incapaz de explicarse. Cuando se volvió una vez más, no había nada. Frunció el ceño, ¿estaba teniendo alucinaciones?

-¿Había alguien?

-El frasco... Y la nota...- Masculló.

El resto de la reunión actuó como si fuera normal y salió corriendo de la oficina como si su vida dependiera de ello ni bien acabó. Busan era una ciudad enorme, casi tanto como Seúl, las calles estaban concurridas todo el tiempo y era fácil perderse, y a pesar de todo sus pies se movieron específicamente en una dirección con naturalidad. Parecía que sabía lo que hacía cuando en realidad trotaba con la mirada perdida y el corazón embotado, puro instinto e impulso guiándolo.

-¡Bah!

Le dieron un pequeño empujón por la espalda y se giró con los ojos bien abiertos, visualizando una hermosa figura que se le presentaba como una realidad y no como una mera mentira.

Al final, no estaba tan loco.

Chanyeol, viéndose igual de obnubilado y sorprendido, sonrió con destellos en su mirar. -Me has encontrado tan rápido, en serio estamos conectados.

-¿Qué haces aquí?- Vio hacia todas partes con nerviosismo, sentía el pulso en sus oídos.

Chanyeol se le acercó lento, con cautela, y juró poder degustar sus pasos. Una oleada de calor le invadió las entrañas y en un parpadeo se convirtió en la persona más débil sobre la faz de la Tierra. Necesitó cerrar los ojos un momento y concentrarse en lo que creía correcto, tenía que tranquilizarse, de otra manera...

-Vine a buscar a mi novio.- Respondió el otro con simplicidad.

Su resolución estuvo a un paso de romperse. -Yo ya no soy tu novio.

Chanyeol estiró una mano y rozó la piel de su mejilla con sus dedos largos y calientes. -Lo veremos cuando hablemos al respecto.

Incapaz de alejarse o de alejarlo, empuñó las manos a los lados y contuvo el aliento, Chanyeol había cerrado la distancia entre ellos y estaban muy cerca. Cerrar los ojos fue una mala idea porque ahora todo se sentía el doble de intenso; su voz era más grave de lo normal y le erizaba la piel, aquellos dedos hábiles que trazaron un dulce recorrido desde su cara hasta su cuello le causaron escalofríos aunque apenas estaban tocándolo. Se sentía como si estuviera flotando, perdido por completo, desconociendo el presente.

Pensó que estar alejados lo volvería loco, pero al final fue tenerlo cerca lo que acabó con su cordura.

-Todavía te siento mío, Baekhyun.- Susurró Chanyeol. -Con cada parte de tu cuerpo besada y tocada por mí...

Con las piernas temblorosas y el corazón débil, estuvo a punto de rendirse y decirle que no se equivocaba, que era suyo por completo y que podía hacer con él lo que quisiese, pero en ese momento abrió los ojos y se encontró tan sólo a un respiro de su boca. De repente la magia se esfumó y cayó pesado contra el concreto de la realidad, lo empujó brusco, cubriéndose los labios con el dorso de una mano.

-¿Qué...? ¿Qué estás...?- No tenía idea de cómo llegaron a eso, fue cuestión de segundos para que estuviera en sus brazos otra vez. -¡No juegues sucio!

Chanyeol parpadeó, entre divertido y confuso. -Fuiste tú quien se acercó, Baek.

Bueno, eso era... Era más que posible, de hecho, estaba seguro de que así había sido en realidad, pero se rehusaba a perder aún más de su golpeada dignidad. Se acomodó la ropa con suficiencia. -No lo sé, ni me importa.- Dijo antes de darse media vuelta y seguir su camino.

Chanyeol corrió para seguirlo. -No voy a pelear contigo.

-Será complicado si sigues insistiendo en tonterías.

-Estoy feliz de verte.

-Sólo ha pasado una semana.- Lo miró de reojo, Chanyeol estaba sonriendo de una forma tan sincera que tuvo que volver a hacer uso de su autocontrol.

-Semana bastante dura, de hecho. Fue ruin de tu parte no avisarme nada de tu inesperado escape a Busan.

-No era mi obligación, ya no éramos una pareja.

-Pensé en muchos lugares en los cuales podrías esconderte, ¿pero Busan? Vamos, no fui tan terrible, ¿o sí?

Se frenó en mitad del puente que atravesaban. -¿Todo esto es una broma para ti?

Chanyeol también se volvió más serio. -Claro que no.

-¿Te piensas que estas son mis jodidas vacaciones o qué? Si me fui tan lejos es porque... Es porque...- Chasqueó la lengua, no tenía fuerzas ni para terminar la idea. -Como sea, deberías haberlo captado.

-No, dime, ¿por qué fue? ¿No me querías cerca? ¿De la noche a la mañana comenzaste a odiarme? ¿Qué fue? Dame una explicación, Baekhyun, ¿no crees que me la merezco?

-Sabía que harías esto, sabía que insistirías, tú... Es mejor si estás lejos de mí, no soy bueno.- Sus ojos ardían con lágrimas otra vez. -¿No lo entiendes? ¿No...? ¿No me escuchaste ese día?

-Te oí.- La mirada de Chanyeol era como fuego. -Pero no lo creo. No te haré caso. Yo sé lo que de verdad te pasa conmigo, te he visto, lo sentí, aquí.- Posó una mano sobre su pecho. -Todo fue real.

Se aferró con fuerza al barandal, ¿qué demonios tenía que decirle a este gran tonto para que le entrara en la cabeza? Su mente estaba vuelta un caos, aunque quisiera tampoco tenía la capacidad de expresar algo coherente. Volvió a apretar los ojos con fuerza, era la única forma de escapar de la realidad que tenía delante.

-No desistiré.- Susurró. -Estoy tomando la mejor decisión para los dos.

-¿Ignorando lo que sentimos?

-No presiones.- Se alejó. -Te dije que no me siguieras, basta.

-¿Puedo pedirte un favor?- Chanyeol alzó la voz mientras huía. -¿¡Podrías regresar a este mismo lugar hoy por la noche!? ¡Ven cuando sea, te estaré esperando! ¡No me rendiré así de fácil contigo, Byun Baekhyun!

No podía dormirse.

Giraba y giraba en la cama, incapaz de deshacerse de esas intensas emociones. Lo había tenido cerca otra vez, había percibido su aroma, había sentido su toque, había oído su voz. Todo ese último tiempo había sido como un robot frío e insensible con el corazón arrancado y, de repente, había vuelto a la vida.

Se había recostado temprano como era lo usual en un vano y terco intento por mantenerse fiel a sus más hipócritas necesidades. Estaba decidido a no ir a ese puente, ni siquiera lo había considerado una opción y sin embargo allí estaba, con los ojos bien abiertos e incapaz de dejar de pensar. Volteó a un lado y vio el frasco sobre la mesa de luz, había dejado libres a las luciérnagas ya, pero no había podido desechar el recipiente aun cuando no tenía ningún uso por sí mismo.

No iba a ir. No lo haría. De ninguna manera.

El reloj marcaba las once cincuenta de la noche. Tenía que descansar, pero el tic-tac de las agujas torturaba su cerebro. Era tarde, a esas instancias ya no tendría sentido esperar, Chanyeol seguro ya se había ido. Dos personas que ya no tenían ninguna relación en común no tenían por qué citarse en la noche, no iba a sentir culpa.

-¿Verdad?

Y ahora eran las doce y media.

Entornó los ojos hacia la oscuridad de la habitación, ¿por qué estaba dudando tanto?, ¿tan débiles eran sus resoluciones? Siempre se creyó un tipo bastante directo, pero esto era... ¿A quién engañaba? Sabía que Chanyeol era tan tonto como para seguir esperándolo a pesar de la hora, en esos momentos estaría allí parado en medio de la noche fría, incómodo y solo con una alta posibilidad de que lo asaltaran en cualquier momento... Chasqueó la lengua con tanta fuerza que hasta él se aturdió, no, Chanyeol había esperado algunos minutos y al ver que no aparecía había vuelto a donde sea que estuviera parando, no vivían en una película romántica ni en un libro de ficción, eso era lo más sensato.

Se volvió de forma obstinada hacia la izquierda y su cabeza estuvo callada un rato antes de preguntarse: ¿dónde estaba parando Chanyeol exactamente? Abrazó la almohada y respiró profundo, ¿qué importaba? El hombre tenía dinero para pagarse un lujoso hotel.

Doce cuarenta y cinco.

Estaría solo... Pero ¡qué demonios! Chanyeol siempre estaba solo y no era un niño, podía manejarlo. ¡No era su vida y tampoco su asunto! Sin embargo recordó las noches pasadas llorando por la tristeza de extrañarlo, añorando lo que no le pertenecía... Aparecieron un montón de imágenes irreales de Chanyeol en el mismo estado y sintió un enorme peso sobre su pecho. En los dramas cursis y sensibleros, los protagonistas siempre se alegraban de que el otro estuviera pensando en ellos, para él la simple idea era una tortura.

Lo que más deseaba era que Chanyeol sonriera y estuviera feliz, incluso si él no tenía nada que ver con esa felicidad, eso no era lo importante al final.

A la una de la madrugada llegó a la conclusión de que no dejaría de pensar locuras hasta cerciorarse de que Chanyeol se había ido. Por completo hastiado, se calzó con un par de deportivas y se puso una chaqueta gruesa encima, todavía con su fragante pijama encima, salió del hotel prorrumpiendo groserías todo el camino.

Se paró al inicio del puente con la respiración agitada, en efecto, allí no había nadie. Avanzó lento hasta la mitad y vio hacia la oscuridad del estanque, un coro de grillos y sapos inundando sus oídos. Aun cuando la noche era perfecta, siguió sintiendo mucho frío por alguna razón. Su respiración se acompasó, pero el vacío dentro se hizo más grande y la certeza de que era un idiota se afianzó con uñas y dientes a su consciencia. Se estremeció con fuerza y consideró que, tal vez, la sensación helada no venía del ambiente, sino de su interior.

Entonces la Tierra se volvió el cielo. Decenas de estrellas abandonaron el firmamento y se volvieron terrestres, pequeñas luces emergieron de los juncales y lo inundaron todo con luz. De forma inevitable revivió aquel momento en su mente: él encima de un hombre hermoso, repartiendo besos sobre su rostro relajado, iluminados del mismo modo.

Extendió la mano y la hundió dentro del mismo universo. -¿Podrás contarlas todas?- Susurró con una triste sonrisa.

-Las contaré mientras espero.

Ah, lo sabía. Ni siquiera se sorprendió cuando Chanyeol se acercó desde un extremo, sus dedos jugueteando con un guijarro. Incluso después de tanto tiempo había esperado y no tuvo palabras para explicar lo que eso le hizo sentir, pero tuvo que dejar de mentirse: cuando salió del hotel, había sabido que allí estaría. Chanyeol lanzó la piedra provocando que más luciérnagas se desperdigaran por el aire. Lo miró con el corazón en un puño, ¿cómo lograba lucir tan tranquilo y natural?

-¿Cómo lo haces?- Cuestionó. -¿Cómo puedes seguir? Si yo...

Si yo me muero porque no te tengo. Callando el resto de sus palabras, desvió los ojos con amargura.

-Baek.- Dijo Chanyeol. -A lo largo de todo este tiempo, varias veces hemos estado separados, ¿verdad?

Asintió. Siempre que habían estado lejos, había encontrado el camino devuelta hacia él de una u otra forma. Incluso ahora la vida seguía poniéndoselo delante.

-¿Sabes lo que hacía cada que te ibas?

Lo miró a los ojos y Chanyeol sonrió con calma. Negó en respuesta y se aferró con fuerza al borde del puente de piedra con el corazón acelerado.

-Esperaba a que volvieras.

Su pecho apretado se sintió más liberado y pudo respirar mejor. Esa noche durmió mejor que las anteriores.

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