XV | Amores lejanos

Yo mirando por la ventana, 
el asfalto brillando perlas.
Los lugares que frecuentaba
no me atraen ni me interesan.
Y aunque hoy no estás, voy planificando
una y otra vez amores lejanos.
Y aunque hoy no estás, te abro mis brazos,
yo me quedaré aquí esperando...


¿Cuántas llamadas iban? ¿Cuántos mensajes? Chanyeol no quería pensar en ello por vergüenza a su comportamiento e inquietud ante el silencio.

No había podido contactarse con Baekhyun desde la última vez que lo vio. Al día siguiente de aquella dulce despedida en el umbral de su departamento, se había despertado con una liviandad que no había experimentado hasta el momento y lo primero que había hecho había sido mandarle un mensaje de buenos días para preguntarle, de paso, si estaba ocupado por la tarde para volver a salir a pasear por ahí.

No recibió respuesta a ninguno de los dos mensajes que envió.

Dejó pasar un par de días, entonces lo llamó y, para su decepción, fue enviado directo al buzón de voz. Baekhyun podría tener su celular apagado o roto, había cientos de opciones, pero ¿por qué se sentía tan fuera de lugar? Quiso convencerse de que estaba siendo dramático y aun así, volvió a mandarle un mensaje preguntándole si estaba bien.

Tampoco le contestaron esa vez.

Luego de una semana de ausencia comenzó a tomárselo más en serio. Su primer instinto fue pensar que, quizás, la última vez había hecho algo mal sin darse cuenta, pero después de repasar sus acciones miles de veces de principio a fin, concluyó que no llegaría a ningún lado de esa forma. Incluso así, no era propio de Baekhyun desaparecer sin una palabra.

Sacó el auto y su primera parada fue la pastelería LimDoux. Fingió bajar a comprar algo en lo que se mentalizaba para preguntar si lo habían visto de casualidad, pero no necesitó decir nada.

-Sé que es repentino, pero ¿sabes algo de Baek?- Preguntó Junmyeon con el ceño fruncido. -Hace días que no viene y es extraño.

Su hermana pareció igual de preocupada. -Si llegas a verlo, hazle saber que lo echamos de menos.

Chanyeol les dijo que estaba en la misma situación que ellos y se fue de allí apretando entre sus dedos la bolsa con los muffins de limón y chocolate con nuez.

En una ocasión volvió a tomar el metro. La misma línea, el mismo vagón, el mismo asiento... Tampoco se lo cruzó. Esa vez bajó en la misma parada que usaba Baekhyun para ir y venir de su trabajo, caminó entre las personas que intentaban comprar boletos y bajaban las escaleras, viendo alrededor con la esperanza de encontrarlo en alguna parte. Se cruzó con el muchacho que vendía café en la entrada, a su lado estaba otro de tez blanca y cabello muy negro. Cuando lo vieron se dieron de codazos entre ellos, fue tan evidente que no pudo ignorarlos y en su lugar, se les acercó.

-Tú eres Chanyeol, ¿verdad?- Adivinó el más bajito.

-¿Estás buscando a Baek?- Preguntó el otro.

Al escuchar su nombre no pudo evitar desenfrenarse y olvidar cualquier formalidad. -¿Saben dónde está?- Cuestionó directo. -Hace días que intento contactarlo y no responde, no sé nada de él.

Los dos chicos fruncieron el ceño, viéndose entre ellos y luego a él con pena.

-Tampoco sabemos.- Negaron con aflicción. -Pensamos que quizás tú podrías decirnos algo.

-Esto es malo, hyung.- El vendedor de café se giró hacia su compañero con preocupación. -¿Qué si le sucedió algo y no podemos hacer nada?

Se fue de allí con aprehensión en el pecho y un nudo en el estómago, aferrándose a su última esperanza: el estudio de fotografía. No importaba lo que pudiera llegar a pasar, Baekhyun amaba su trabajo, tenía que estar allí, ¿no es así? Subió las escaleras de a dos y preguntó por Minha cuando le abrieron; pensó que al conocerlo, tal vez la chica tuviera la confianza de contarle si es que sabía algo.

-¿Buscas a Minha? ¿De parte de quién?- El chico alto y esbelto de ojos altivos que lo había recibido parecía receloso.

-¿Me buscan?- La muchacha se asomó por detrás y sonrió cuando vio a Chanyeol. -Hola otra vez.

-¿Está Baekhyun aquí?- En ese punto, sentía que no tenía tiempo para nada más, ni para saludos, ni para cortesías, sólo quería sacarse esa sensación incómoda de incertidumbre de adentro. -Por favor, dime que sí.

Tanto la expresión de Minha como la del otro chico se oscurecieron delante de él, de repente estaban llenos de una preocupación y tristeza infinitas. Su corazón ya agitado comenzó a latir con más fuerza que antes, dejándolo sin aire.

-¿Qué le pasó?- Los miró con terror. -Él está bien, ¿no?

Mientras que el muchacho suspiró con aflicción, a Minha se le llenaron los ojos de lágrimas.

-¿No te dijo nada?

Chanyeol se fue con pasos lentos y pesados. En la acera, se quedó parado con los hombros caídos y una amargura insoportable extendiéndose por su pecho. Miró al cielo y preguntó de forma estúpida por qué la vida tenía que ser tan injusta. Lo que había pasado no tenía nada que ver con él, pero aun así le afectaba como si fuera propio. Podía sentirlo en su carne, podía sentir la furia, la tristeza, la indignación. Tenía ganas de coger algo y estrellarlo contra el suelo, romper, destruir, prender fuego todo Seúl. Se subió al auto y condujo como un poseso, pasando vehículos con rapidez, saltándose semáforos en rojo que apenas notó. Frenó en un esquina aleatoria con un chirrido escalofriante cuando el sonido de una bocina y una voz maldiciéndolo con furia lo hicieron despertar.

Incluso así, calmarse fue difícil.

Golpeó su cabeza contra el volante y cerró los ojos. De sólo imaginar una mínima parte de la angustia que Baekhyun tendría que estar pasando en esos momentos... Ni siquiera podía aguantarlo. Tendría que haber pedido su dirección para ir a buscarlo, pero luego de oír las noticias se había quedado tan petrificado que sólo había podido darse la vuelta y caminar lejos.

Si Baekhyun no le había hablado es porque no quería quería ver a nadie, pero no sabía si quedarse solo en su situación era la opción más sensata. Fuera lo que fuera, al menos tenía que hacerle saber que contaba con él.

Tenía que alcanzarlo, rápido, porque temía que su llama se extinguiera por completo.

Temía que ya no brillara más.

******

Baekhyun escuchó que tocaban la puerta de su habitación. No supo cuánto tiempo pasó, podrían haber sido cinco segundos o dos horas, entonces volvieron a tocar, esta vez más fuerte, pero seguía en ese raro estado de insensibilidad total que le impedía siquiera ser amable por apariencia u obligación. Una parte le dictó que debía pararse y atender, mas su cuerpo, pesado como el plomo, no respondió. Entraron y un montón de cosas en el camino cayeron y otras fueron empujadas en consecuencia, el desorden podría haber sido vergonzoso para alguien más, pero a él le traía sin cuidado. Su madre se paró a su lado con un plato de comida humeante entre las manos, lo observó en silencio un buen rato antes de susurrar. 

-¿Baekhyun?- Su voz sonó escalofriante en aquel lugar frío y vacío.

Estaba sentado frente a la ventana que daba a la calle, viendo hacia afuera o hacia la nada, era lo mismo.

Ante su silencio, su madre sólo dejó el plato frente a él en el escritorio junto a los otros con comida fría intacta. -Come.- Pidió, pero sonó tan débil y sin vida que ni ganas le dieron de echar si quiera un vistazo a lo que había traído.

No se fue enseguida a pesar de la falta de respuesta, se quedó allí a su lado, ambos en silencio. Baekhyun sintió presión sobre su hombro, en otro momento podría haber sido reconfortante, pero ahora no tenía significado alguno.

-Date un baño más tarde, te hará sentir mejor.- Aconsejó, entonces se dio la vuelta y se marchó.

Estaba usando la misma ropa desde hacía cinco días, ella tenía razón. Ojalá tuviera la voluntad suficiente para ponerse de pie y hacer algo por él. Vio a un auto conocido estacionarse en la acera y reaccionó, tomó la primera chaqueta que encontró y bajó las escaleras. Con un portazo hizo saber que no estaría allí y se subió al lujoso vehículo sin una palabra. La persona a su lado mantuvo el auto en marcha, pero no se movió, así que lo miró sin expresión. Yifan lo veía con pura preocupación.

-Estás mucho más delgado que la semana pasada.

Como no le respondió, suspiró y lo dejó estar. Ninguno dijo nada en el largo trayecto hacia la casa de Yifan. Cuando llegaron, Baekhyun tiró su abrigo en cualquier lugar y salió a recorrer las afueras con su fiel cámara en mano. Yifan, al igual que los pasados días, no lo reprendió de ninguna forma ni le exigió ninguna cortesía, simplemente lo dejó ser en su eterna decadencia de la cual no planeaba salir en un buen tiempo. Sabiendo que prefería estar solo, tampoco lo acompañó, sino que se mantuvo observándolo desde lo alto de su casa a través de los ventanales con una taza de café en la mano.

-La cocinera preparó algo de comida.- Dijo cuando regresó.

-Crecieron flores en los canteros de atrás.- Baekhyun lo ignoró adrede.

-No me cambies de tema.- Esta vez no lo dejó pasar. -Tienes que comer.

Se sentó en el sillón. -Capturé buenas imágenes. ¿Quieres verlas?

-Baekhyun...

-No tengo apetito.

-No importa, si sigues así te harás daño.

-Cada vez que huelo algo de comida me dan náuseas.

-¿Podrías intentar aunque sea un bocado? Sólo uno pequeño, ¿por favor?

Lo miró de reojo. La realidad es que si no fuera por su insistencia, hubiera muerto en su cuarto por inanición hace días. Accedió con una mueca y mientras engullía lento y con dificultad el plato simple que le habían traído, el otro miró la televisión frente a ellos. Era una dinámica familiar: Yifan lo sacaba de su casa y lo dejaba comportarse como peor le saliera sin preocuparse por las apariencias. Su casa se había convertido en un lugar lúgubre y horrible en el cual no deseaba estar nunca más. Incluso con su madre todavía allí no podía soportar la pena dolorosa y sólo podía huir, correr lejos, cerrar los ojos y fingir que no existía.

Estaba tan cansado. No tenía fuerzas para preocuparse por nadie, ni siquiera por sí mismo.

Yifan no le hacía preguntas de ningún tipo, no le cuestionaba si estaba bien cada vez que lo veía ni intentaba levantarle el ánimo de forma obvia; no decía nada cuando lo veía romper en llanto o con mala cara. Ahora mismo que estaba sin paciencia, indignado con el mundo y la vida mientras que las personas no le resultaban más que un fastidio, apreciaba ese tipo de actitud. Su casa estaba lejos de todo y el terreno era enorme, se la pasaba sacando fotos cada vez que iba y eso era lo único que necesitaba.

Luego de la tercera cucharada de comida, cerró los ojos y arrugó la nariz. Si no vomitaba, caería desmayado por el sueño. Le gustaría poder dormir, pero cada vez que se acomodaba sobre la almohada, imágenes del pasado venían a su mente, volviéndolo incapaz de relajarse. Si los recuerdos no lo atormentaban, entonces soñaba con asuntos inconclusos: cosas que no pudo decir, cosas que nunca pudo hacer, cosas que olvidó. Se despertaba con la camiseta empapada de sudor y lloraba hasta que se hacía de día, imaginándose en situaciones hipotéticas que nunca llegarían a suceder.

Ni hablar del trabajo, no podía siquiera pensar en presentarse, pero muchas cosas habían dejado de importar en ese corto y difícil tiempo.

-No contestas el teléfono.

-Está tirado en algún lugar de la habitación.

-Debe haber gente preocupada por ti.

-Esa gente debería recibir la indirecta de no molestar.

Yifan hizo una mueca. -No seas injusto.

Baekhyun dejó los palillos a un lado. -Estoy en mi derecho de no querer ver ni hablar con nadie.

-La vida va a continuar, así lo quieras o no.

Lo miró con el ceño fruncido, haciendo muecas para contener las lágrimas. -La única razón por la cual estoy contigo es porque no me recuerdas todo el tiempo que estoy siendo una mierda.

Yifan abrió la boca, pero sólo pudo quedárselo viendo antes de agachar la cabeza, sin palabras. Supo que había sido demasiado duro y se odió todavía más de lo que ya lo hacía. Se le acercó con intenciones de hacer las pases, pero incluso así tardó un buen rato en decir algo.

-Lo siento. Eres una buena persona y me caes bien, por eso estoy aquí. Lo siento.

-Lamento no ser quien te dé lo que realmente necesitas al final del día.

Baekhyun se sintió apenado. -Esa no es tu obligación, Yifan.

Lo vio a los ojos fijamente. -¿Pero y si sí quiero que la sea?

Siempre que surgían este tipo de comentarios no sabía cómo manejar la situación. Comprendía que Yifan tenía ciertos sentimientos que no podía corresponder porque en su mente y en su corazón sólo había espacio para un solo gigante. En serio lo lamentaba, Yifan era un buen hombre y se preocupaba por él, por eso la idea de causarle dolor no le resultaba atractiva y en su lugar prefería seguir evitándolo, huir aun si sabía que no podría hacerlo para siempre. Se metió otro bocado de comida como excusa y buscó su abrigo. Yifan no empujó por una respuesta, probablemente en el fondo sabía cuál era esta, y lo devolvió a su casa sano y salvo.

Se levantó al otro día lleno de lágrimas y con dolor en el pecho. Se obligó a tomar una ducha y se deprimió por el estado general de su habitación. Solía ser muy organizado y limpio, y ahora todo estaba hecho un desastre con ropa sucia por doquier, comida echada a perder sobre el escritorio, mal olor... No quería estar allí, así que cogió su cámara y volvió a salir.

Sus pies lo condujeron hacia su parque favorito. No era muy amplio, pero estaba lleno de árboles y siempre había adorado verlos cambiar de vestimenta de acuerdo a las estaciones. Hojas verdes primero, luego amarillas, marrones y ocres, algunas flores por aquí y por allá y un desnudo para el final. Estaba cerca de su casa y tenía buenos recuerdos allí, extrañaba esos días de su infancia.

Su padre solía cargarlo en sus hombros para que alcanzara el pasamanos, siempre lo hamacaba con fuerza para que sus pies tocaran el cielo y al final del tobogán, iba a esperarlo sin falta con una sonrisa... Antes de darse cuenta, sus mejillas estaban empapadas otra vez. Era extraño, nunca antes se había considerado alguien demasiado sentimental y pocas veces recordaba haber llorado, pero ahora se sentía como una fuente que dejaba correr el agua de forma eterna. Caminó con pasos lentos, visualizándolo todo lleno de emociones, su corazón se sentía pesado y sus energías se drenaban cada vez más, dejándolo vacío.

Cruzó el puente y se detuvo en medio, miró hacia abajo desde la altura con una leve ventisca que removió su cabello y le hizo sentir el rostro frío por la humedad de sus lágrimas. Jadeó con pesadez de repente, quiso tomar aire y llenar sus pulmones, pero no pudo. Las cosas se estaban volviendo cada vez más difíciles de controlar y ya no sabía quién era, quién debía ser o quién quería ser. Su cuerpo temblaba mientras elevaba una pierna y luego la otra, sentándose sobre el borde de piedra y observando sus pies que colgaban hacia el vacío.

Una horda de ciclistas pasó por debajo y otra ventisca lo acarició, trayendo a alguien con ella.

-Oye.

Ah, esa voz... Siempre estaba ahí aunque no la esperara.

-Es peligroso que los niños jueguen en las alturas.

Como pudo, sonrió. ¿Era esa su primera sonrisa genuina en todo ese tiempo? Quién sabe. Inclinó la cabeza y sintió el viento sobre la piel.

-Ya no voy a estar alto... Ya no lo estoy.- Murmuró.

Chanyeol se acercó un poco más. -¿Es así? Yo siempre te vi desde abajo.

Baekhyun negó. -Me lanzaré de aquí y acabaré con todo.

-¿Tú crees que es lo más razonable?

-No. Pero, ¿qué de todo esto tiene lógica?

-Bueno, la vida en sí nunca la tuvo a decir verdad.

-Yo... Ya no sé si quiero descubrir si tienes razón o no...

Chanyeol se paró a su lado de brazos cruzados, viendo hacia abajo con las cejas alzadas. -Si caes de aquí, seguro te darás un buen golpe, en eso sí que tengo razón.

-¿Me estás incitando a hacerlo?

Le sonrió. -Sé que no lo harás. Vamos.- Le extendió una mano. -No voy a discutir qué es razonable y qué no, por el momento sólo sígueme.

Baekhyun sintió que algo se encendía en su interior y sin pensárselo estiró su mano también, trémulo, lento y de a poco, pero confiado, y entonces, cuando intentó alzarse para bajarse de allí, su pie resbaló y terminó cayendo.

-¡Baekhyun!

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