III
El viernes por la tarde, Baekhyun y sus compañeros salieron a pasear por el centro comercial.
Mientras recorrían la avenida logró vislumbrar el mástil de una guitarra entre todo el gentío y se separó del grupo con curiosidad para ver mejor, sus hombros decayeron cuando notó que el dueño era un chico bajo de lentes. Más adelante percibió un vestigio de rojo en el cabello de alguien y se giró a la velocidad de la luz, descubriendo que sólo se trataba de una muchacha. Por dentro continuaba preguntándose qué demonios estaba haciendo, Seúl era una ciudad grande, ¿cuántas personas caminarían por ahí llevando sus guitarras?, ¿cuántas pintarían su cabello de rojo?
¿Por qué seguía buscándolo inconscientemente?
Porque quiero verlo, se respondió y frunció el ceño. Eso ya lo sabía, pero ¿por qué? El deseo no podía ser tan grande como para hacerle imaginar cosas.
Agitó la cabeza y se golpeó las mejillas un par de veces, tenía que concentrarse en el aquí y ahora, estaba con sus amigos, no había lugar para tonterías locas, eso fue lo que se repitió el resto de la tarde logrando con éxito divertirse sin pensar en nada, hasta que su mirada captó algo más y esta vez estaba cien por ciento seguro de no desvariar. En la acera del frente, justo a su misma altura, estaba su anónimo amigo del metro, arrastrando los pies mientras caminaba y leía un pedazo de papel en su mano con rostro confuso. Se detuvo y lo miró con atención, se pellizcó con fuerza el dorso de la mano y sonrió ante el dolor.
-¡Hey!- Llamó con las manos ahuecadas alrededor de su boca, el otro salió de su ensimismamiento y vio alrededor, agitó la mano para saludarlo. -¡Señor asesino!
El chico relajó su ceño fruncido luego de escuchar el apodo -¿Otra vez tú?- Preguntó cuando Baekhyun se le acercó.
-Te vi de casualidad y quise decir hola.
El otro arqueó una ceja y continuó caminando como si nada. -Hola.- Respondió.
Baekhyun tomó eso como una invitación y caminó a su lado con entusiasmo. -¿Ya no usas el metro?
Meneó la cabeza. -No lo necesito.
-Antes de ti no hablaba con nadie, se volvió aburrido.
-Estoy seguro de que encontrarás a otro asesino con el cual compartir tu desayuno.
Arqueó las cejas con expectativa. -¿Estás buscando a tu próxima víctima?
Negó. -Busco el punto pactado para intercambiar las drogas.- Bromeó con un rostro serio.
Baekhyun explotó en carcajadas. -Bueno, no sé sobre las drogas, pero sí parece que buscas algo.
El chico lo vio de reojo. -Si te digo la verdad, ¿continuarás siguiéndome?
Se rio con pena. -Lo siento, ¿estoy molestándote?
Hubo un largo momento de silencio antes de que susurrara: -No realmente.
Pudo haber pasado desapercibido con facilidad, pero él lo escuchó. -Entonces... ¿Está bien si te acompaño un poquito más?
-¡Baekhyun!- Le gritaron los otros. -¿Vienes o no?
Miró a su amigo del metro, este observó a los chicos esperando en la otra acera y luego lo miró a él, parpadeó un par de veces sus ojos perezosos y encogió un hombro con indiferencia antes de irse. -Haz lo que quieras.
Baekhyun sonrió. -¡Sigan adelante, luego los busco!
Cuando se alejaron, miró a su amigo desconocido con la misma cara perdida y sus dedos viajaron rápidamente a la cámara que llevaba colgada del cuello. -Hey.- Cuando se giró, lo capturó.
El otro trató de controlar su expresión. -¿De nuevo?
-¡Chico buscando!- Pegó un salto y se subió a la barrera que separaba la calle del parque, estiró sus brazos. -¡Buscando...! ¿Qué buscas?
-A una persona.
-Una persona.- Asintió, caminando a su lado desde la altura. -¿Un amigo?
-Es... Una extraña para mí.
Pareció desconcertado. -¿Por qué buscarías tan arduamente a alguien que no conoces?
-Dímelo tú, chiquillo charlatán y acosador.- Balbuceó.
Adelantó sus labios como un chiquillo ofendido. -Eso era innecesario, tú dijiste que podía seguirte si quería.
El otro meneó la cabeza con escepticismo. -Eres muy extraño.
-¿Y tú te consideras alguien normal?
-Yo...- Frunció el ceño, sin palabras. -Sólo sé que tú no lo eres.
Baekhyun se encogió de hombros. -¿Cuál es el estándar y quién lo decide al final?
Su amigo del metro se frenó para verlo con recelo en cada facción de su rostro, él alzó las cejas con inocencia y se quedó allí parado, dejando que lo observara todo lo que quisiera, al final sólo entrecerró los ojos y se alejó.
Se bajó de la barrera. -¿Ya tienes una impresión?
-No eres lo que parece, ¿verdad?- Fue todo lo que dijo. -Será mejor que siga buscando.
-Si lo piensas, ¿no estamos en la misma situación?- Comentó pensativo. -Me dijiste que era peligroso hablar con desconocidos, yo también podría ser un asesino o vender drogas.
Contra todo pronostico, lo oyó reírse un poco. -Con esa apariencia de niño bonito lo dudo mucho.
-Ya te dije que soy mayor que tú, respeta a tu hyung.
Chasqueó la lengua. -Tengo veintitrés años, tú no debes pasar de los veinte.- Aclaró con confianza.
-¡Ja!- Se cruzó de brazos. -Tengo veinticuatro, listillo.
Su cara estaba llena de contrariedad. -Eso es espeluznante, ¿cómo es que luces tan joven?
-Lo tomaré como un cumplido, gracias.
El otro negó con una pequeña sonrisa en los labios que estuvo complacido de ver en el fondo íntimo de su corazón. Ambos se acompañaron durante algunas cuadras en completa calma antes de separarse otra vez, dejando al azar mediante un acuerdo tácito mutuo si volvían a encontrarse o no.
******
Chanyeol llegó a su casa tarde por la noche.
Estaba exhausto después de haber recorrido toda la ciudad y su mente era un lío por no haber podido encontrar nada. Luego de tantas semanas de búsqueda infructífera no comprendía cómo es que a una persona se la tragara la tierra, ¿era posible que no hubiera rastros de ella por ninguna parte? Estaba en extremo disgustado y sin embargo ese día no se sintió tan pesado como los anteriores, todo gracias a un tipo extraño salido de la nada que lo había acompañado la mitad del camino entreteniéndolo con muchas preguntas aleatorias.
Nunca le había gustado hablar de sí mismo, era solitario e incómodo y la falta de costumbre lo ponía nervioso, pero por alguna razón conversar con él era bastante fácil.
Simplemente había este... tipo de atracción inesperada.
En la penumbra del apartamento la luz blanca de la luna llegaba a través de las ventanas, una ligera ventisca hizo flotar la cortina en el aire con suavidad. Se tiró sobre la cama con fatiga y frunció el ceño cuando algo se le clavó en la espalda, metió la mano y sacó un sostén, lo miró intentando adivinar de quién rayos era, al final se encogió de hombros y lo arrojó a un rincón, alguien vendría a recogerlo tarde o temprano. Luego de una cantidad de tiempo indeterminada, cuando estaba a punto de dormirse tocaron la puerta, al abrir vio a una muchacha joven y muy guapa a la cual intentó identificar sin éxito, ella se presentó sola por suerte, era la dueña del dichoso sostén.
Se levantó semidesnudo de la cama con la boca seca horas más tarde, dejó el vaso vacío sobre la mesada y observó perdido el goteo de la canilla, desvió la mirada hacia su teléfono sobre la mesa del recibidor por lo que pareció una eternidad hasta que su cuerpo se movió de forma automática, marcó un número con dedos temblorosos y se lo llevó a la oreja con el corazón en la garganta.
El tono de espera retumbó en su interior ahuecado e hizo eco.
-¿Hola?
Su aliento escapó frágil y trémulo por entre sus labios, quiso responder, pero estaba estático.
-¿Hola?- Insistieron del otro lado. -¿Eres tú?- Preguntaron luego de más silencio.
Chanyeol ahogó un gemido.
-¿Cuántas veces tengo que decirte que no quiero saber nada de ti?
Cortó. Cortó y estrelló el aparato contra la mesa de un solo y sonoro golpe, esta vez no tenía la fortaleza para soportar escuchar más insultos. Su respiración agitada le dio la pauta de que la situación era intolerable para él, lo que le hizo preguntarse por qué seguía llamándolo cuando sabía cómo terminarían las cosas.
Quería... seguir intentándolo, hasta que las cosas se recompusieran, sólo un poco.
Unas tibias y finas manos recorrieron su torso desde atrás y cerró los ojos con gusto mientras su cabeza se calmaba, al menos no estaría solo el resto de la noche y con suerte encontraría algo de consuelo.
******
Para su grata sorpresa, Baekhyun volvió a compartir el metro con su compañero anónimo.
Luego de aquella improvisada caminata el viernes por la tarde, los gestos entre ellos comenzaron a ser mucho más naturales y fluidos. Ahora, cada vez que extendía una mano en su dirección, el otro se estiraba para chocar palmas a regañadientes, también aceptaba los muffins que le compartía y hasta un café que le compró en una ocasión, aunque se quejó de su dulce sabor, se lo bebió hasta el final. Este hombre perezoso y reservado le resultaba hipnótico con sus ojos grandes, pero somnolientos, su cabello siempre desordenado y su ropa ancha y plana. Era atractivo, no negaría lo evidente, pero había algo más llamándolo que todavía no había podido descubrir.
En una de sus charlas insistió con el tema de la búsqueda de la persona misteriosa, así se enteró de quién era: Rima Guk. Al principio se rio, pero cuando el otro se mantuvo serio, frunció el ceño.
-¿Por qué estás buscando a una cantante desaparecida hace años?
No quiso decirle.
Rima Guk fue una cantante famosa, querida y reconocida de Corea que de un día para otro desapareció de la escena. Lo único que circulaba en torno a ella eran rumores de adicción a las drogas y demás cosas igual de desalentadoras.
Aquello lo volvió más y más curioso.
Y ese día, quiso ignorar su parada para bajarse con él.
Una adictiva sensación florecía dentro, incontrolable y necesaria como pocas cosas, aquellos impulsos cada vez más recurrentes lo poseían y era incapaz de reaccionar con mesura. El recorrido era el mismo cada día, pero esa vez le pareció demasiado corto y, antes de que las puertas del metro se cerraran, se apresuró y bajó de un salto, casi perdiendo su maletín en el transcurso.
Cuando abrió los ojos, estaba una parada antes de su trabajo.
Y frente a él, había otra persona.
-¿Tienes algo más qué hacer?- Le preguntaron con intriga.
No pudo responder nada, pero por dentro gritaba que sí aunque no supiera lo que significaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top