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Wally: Es...tu Pokédex...
Emerald: Sí. Quiero que tú la tengas a partir de ahora, te la mereces, más que yo.
Wally: Emerald, no puedo aceptarla...
Emerald: Wally, tú eres un héroe de la región de Hoenn como yo y Sapphire y Ruby. Ayudaste en el cataclismo de hace cinco años, llegando a la cima del Pilar celeste y despertando a Rayquaza. Y hace unos meses, volviste a poner tu grano de arena para la seguridad de la región, te uniste a Ruby y le ayudaste a detener a Sapphire. Tú mereces esta Pokédex, sin duda eres su verdadero dueño igual que la anterior a esta.
Wally: Emerald, te lo agradezco de verdad, pero aún así no puedo aceptarla. Es tuya, además que tu anterior Pokédex debió llegar a tus manos, y yo la encontré de casualidad...
Emerald: Pues esta Pokédex ya no me pertenece. Cuando llegamos a Johto, le pedí ayuda a Gold y al Profesor Oak para borrar mi usuario del dispositivo, de esa manera, podrás completar los datos solicitados y ser el dueño legitimo de la Pokédex.
Wally: ¿Borraste tu información de la Pokédex? ¿Todo para que yo la tenga?
Emerald: Así es. Yo no soy tan buen Pokédex Holder como lo fuiste tú. Vamos, tómala.
Wally: Está bien-tomó la Pokédex.
Emerald: Los datos de los pokémon registrados siguen intactos, sólo completa tu perfil, y tendrás acceso a la información de muchos pokémon del mundo. A partir de ahora, eres el decimocuarto Pokédex Holder.
Wally: Entiendo. Le voy a dar un buen uso.
Esmerald: Sé que lo harás. Aquí nos separamos. Te veo luego-se fue al este del bosque.
Marge, Mitch, Ark y Angie estaban peleando contra varios soldados del Team Chronos, los cuales usaban Xatus, Vileplumes, Houndooms y Pupitars.
Ark: ¡Son demasiados!
Marge: ¡No se rindan! ¡¡No podemos dejar que lleguen hasta Wally y Emerald!!
Mitch: ¡No...!
Marge: ¡¿Mitch?!-ella y los dos ejecutivos del Equipo Aqua se quedaron sorprendidos; la mano izquierda de Mitch se había caído y se deshizo en cenizas que se desvanecieron en el viento.
Angie: ¡Su brazo...!
Marge: Se le está acabando el tiempo...
Angie: ¡Ark...! ¡Tú también!-al grandullón se le había caído el antebrazo derecho.
Marge: ¡Sus cuerpos han empezado a destruirse!
Angie: ¡Tenemos que ir al encinar, hasta el santuario!
Marge: ¡Sí! ¡Los tres, regresen sus pokémon a sus Poké Balls!-obedecieron-¡Mitch, saca a tu Swellow, y Angie, tú trae a Vibrava!-los dos cooperaron; la pelinegra le dio un carbón a su Ninetales y se subió al lomo de esta-. ¡Angie, sube al lomo de Ninetales! ¡Ark, tú usarás a Vibrava, y Mitch, tú a Swellow!-los pokémon voladores tomaron a su respectivo administrador de los hombros.
Angie: ¡¿Ahora qué?!
Marge: ¡Esto!-Ninetales usó Llamarada, mandando a volar a los soldados y pokémon que bloqueaban el camino del este, y tras eso, el cuarteto se dirigió rumbo al Encinar, después de todo, cada segundo valía oro.
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