Capítulo V

La luz del sol comenzaba a filtrarse por las cortinas de la habitación de Natalia, anunciando un nuevo día. La princesa, aún adormilada, abrió los ojos lentamente y se encontró con la sonrisa amable de su dama de compañia, Hilaria, quien estaba de pie junto a su cama.

—Buenos días, alteza. Ha llegado el momento de prepararse para un nuevo día lleno de responsabilidades y alegrías.

Natalia se incorporó en la cama y estiró los brazos, despertando por completo. Agradeció internamente tener a Hilaria a su lado, quien siempre estaba dispuesta a asistirla en cada detalle.

—Buenos días, Hilaria. Gracias por estar aquí. Me siento afortunada de contar contigo.

—El placer es mío, alteza. Siempre estaré a tu servicio para ayudarte en todo lo que necesites. Permíteme seleccionar el atuendo adecuado para hoy.

Hilaria se acercó al guardarropa y comenzó a seleccionar cuidadosamente las prendas, considerando el estilo y las preferencias de Natalia. Después de elegir un hermoso vestido azul cielo adornado con delicados bordados, se acercó a la princesa y comenzó a ayudarla a vestirse.

Natalia se dejó guiar por las manos expertas de Hilaria, quien cuidadosamente ajustaba cada pliegue y cada detalle. La princesa se miró en el espejo y se sintió agradecida por la belleza que le rodeaba y por las personas que la rodeaban.

—Hilaria, a veces me resulta abrumador tener tantas responsabilidades. Pero, gracias a ti y a los demás, puedo sentirme más aliviada.

Hilaria sonrió mientras ajustaba el corset en el vestido de Natalia.

—La fuerza y la determinación están en tu interior, alteza. Siempre te apoyaremos, no importa el problema.

Una vez que Natalia estuvo completamente vestida, Hilaria se encargó de peinar su cabello con elegancia y colocar una de las coronas preferidas de la princesa en su cabeza. La joven se levantó de la silla y admiró su reflejo en el espejo, sintiéndose radiante y lista para enfrentar el día.

—¡Gracias, Hilaria! Eres increíble en hacer peinados. Me siento tan afortunada de tenerte a mi lado.

—Es un honor servirte, alteza. Ahora, debemos continuar con nuestras tareas diarias. Hay reuniones y compromisos que esperan tu presencia.

—Está bien, vamos a hacerlo. —se levantó de su tocador y ambas salieron de la habitación.

Luego de una tarde cansativa llena de quehaceres, Natalia se encontraba sentada frente a un majestuoso piano de cola en la sala de música del castillo. Sus dedos danzaban sobre las teclas, produciendo melodías suaves y armoniosas. Concentrada en su práctica, se dejaba llevar por la música que llenaba el aire.

En ese preciso momento, la puerta de la sala se abrió y un mensajero entró apresurado, sosteniendo una carta en sus manos.

—Princesa Natalia, tengo una carta para usted. Es del príncipe Nino de Malconia.

Natalia detuvo su interpretación y miró al mensajero con curiosidad—Gracias, buen hombre. Por favor, entrégamela.

El mensajero le entregó la carta y se retiró de la sala, dejando a Natalia ansiosa por leer las palabras de Nino. Antes de abrir el sobre, se volvió hacia su dama de compañía, Hilaria, quien se encontraba en un rincón de la sala.

—Hilaria, ¿no es emocionante recibir una carta de Nino? Si tan solo pudiéramos vernos y hablar cara a cara...

Hilaria, siempre dispuesta a añadir un poco de humor a cualquier situación, no pudo evitar hacer un comentario atrevido pero divertido.

—Oh, princesa Natalia, si pudiera ver el brillo en tus ojos y la sonrisa en tu rostro cada vez que hablas de Nino, no estoy segura de que solo quisieras hablar cara a cara. Podría haber un poco más de "cara a cara" que palabras.

Natalia se ruborizó ante el comentario atrevido de Honey, pero no pudo contener una risa tímida.

—¡Hilaria! ¡Qué atrevimiento! Pero, tienes razón, anhelo poder pasar tiempo con Nino más allá de las cartas. Aunque, por ahora, estas palabras son un bálsamo para mi corazón.

Con una sonrisa entusiasmada, Natalia abrió la carta de Nino y comenzó a leer las palabras escritas con amor. A medida que avanzaba en la lectura, su rostro se iluminaba de alegría... hasta que, de la nada su sonrisa se desvaneció convirtiéndose en una mirada de confusión.

—¿Princesa? ¿sucede algo?

—No entendí algo... Nino ha dicho de que no busque un pretendiente hasta la fiesta de mi cumpleaños...

—Qué curioso... bueno, solamente quedaría esperar a que sea el día de tu cumpleaños.

Natalia asintió—Tienes razón, Hilaria. ¿Sabes? Estas cartas son un tesoro en sí mismas. Tal vez algún día nuestros caminos se cruzarán de manera inesperada. ¿No es así?

—¡Exacto! La vida tiene millones de posibilidades. Confía en ti misma y podrás lograr todas tus metas, Su Majestad.

👑

Natalia se encontraba en el balcón de su habitación, con la suave brisa nocturna acariciando su rostro mientras sus ojos se perdían en el manto estrellado que adornaba el cielo. Sostenía en sus manos la carta que Nino le había enviado, ella se encontraba todavía confundida. No comprendía que significaba lo que él príncipe quiso decirle. Tal vez solo bromeaba, ya que cuando lo conoció notó que su forma de escribir siempre era humorista y simpático.

De pronto, Hilaria abrió la puerta de la habitación con cuidado, acompañada por la sirvienta que sostenía una bandeja con la cena. La luz suave de las velas del cuarro iluminaba el ambiente, creando una atmósfera cálida y acogedora.

Natalia, que había abandonado el balcón y se encontraba cerca de la puerta, sonrió al ver a Hilaria y a la sirvienta. Sonrió mientras se acercaba para saludarlas.

—Buenas noches, Hilaria. ¿Cómo está todo? —preguntó Natalia con amabilidad, mientras sus ojos se posaban en la bandeja de comida que la sirvienta sostenía.

Hilaria correspondió la sonrisa de Natalia y le respondió con cortesía—Ha sido un día tranquilo, Su Alteza. He estado ocupada preparando todo para la cena y asegurándome de que todo esté perfecto para su disfrute.

Natalia asintió, agradecida por el esfuerzo de Hilaria. Sabía que su dama de compañía siempre se esmeraba en brindarle lo mejor, y eso era algo que valoraba profundamente.

La sirvienta se acercó y colocó la bandeja en una mesa cercana, revelando una delicioso platillo ligero y saludable. Los aromas exquisitos inundaron la habitación, despertando aún más el apetito de Natalia.

—Hmm, la cena se ve maravillosa, ¡muchas gracias! —exclamó Natalia con entusiasmo, dirigiendo su mirada hacia la sirvienta—Agradece a los cocineros por su trabajo y diles que aprecio todo su esfuerzo.

La sirvienta asintió y salió de la habitación con una reverencia respetuosa, dejando a Natalia y a Hilaria a solas. La rubia se acercó a la princesa y le ofreció su brazo.

—Permítame acompañarla a la mesa, Su Alteza. Estoy segura de que disfrutará de esta cena especialmente preparada para usted. —dijo Hilaria con amabilidad.

Natalia asintió, entrelazando su brazo con el de Hilaria. Ambas se dirigieron hacia la mesa, donde tomaron asiento y comenzaron a disfrutar de la deliciosa comida. Durante la cena, Hilaria y Natalia conversaron animadamente sobre diversos temas, compartiendo risas y anécdotas.

—Y bien, ¿ya decidiste que disfraz usarás para tu cumpleaños?

—Sí, ¡me voy a disfrazar de ángel! ¿Crees que me quede bien? —preguntó la princesa.

—Por supuesto. Serás una bellísima ángel, deslumbrante y angelical. —río un poco.

Natalia se río con ella y le sonrió—¿Y tú? ¿que disfraz usarás?

—Decidí en disfrazarme de pavo real, ¡es tan colorido! ¿no lo crees? —cuestionó la dama de compañía.

—¡Wow! Quedarás preciosa con ese disfraz, ya me imagino de como te veías.

—¿De verdad? —Hilaria sonrió con entusiasmo—¡Gracias Alteza! Le aseguro que será la mejor fiesta de cumpleaños de su vida. —dijo con confianza.

Después de una cena exquisita y una charla animada, Natalia agradeció a Hilaria por su dedicación y cuidado. Ambas se despidieron con una sonrisa, sabiendo que al día siguiente continuarían con varios servicios como todos los días. Natalia se recostó en su cama, sintiéndose llena de felicidad. Sabiendo que podía contar con el apoyo de personas tan especiales como Hilaria, cerró los ojos y soñó con el futuro le aguardaba.

Después de que Natalia se quedara dormida, el tranquilo silencio envolvió la habitación. Mientras la princesa descansaba, los sucesos continuaban desarrollándose en el castillo y más allá de sus muros.

En algún lugar del reino, los preparativos para la futura celebración real se encontraban en pleno apogeo. En el corazón del castillo, el rey Antonio se encontraba en su despacho, revisando documentos y asuntos de gobierno. Mientras tanto, en la cabaña del bosque, Lumy continuaba con sus estudios de magia. Concentrada y enfocada, exploraba nuevos hechizos y expandía su conocimiento de la magia. Mientras que su padre cocinaba la cena.

En otra parte del mapa, Nino se encontraba en su habitación, sumergido en sus pensamientos. La presencia de Natalia había despertado en sua emociones profundas y complejas. Recordaba cada carta que habían intercambiado, cada palabra compartida, y la conexión especial que sentía con ella. La indecisión y la esperanza se entrelazaban en su corazón, mientras anhelaba poder estar a su lado...

👑

En un castillo oculto, envuelto en sombras y con una vibra siniestra, la reina Linda llegó acompañada de sus cómplices, Sebastian y Alex. La estructura imponente del castillo contrastaba con su apariencia oscura y misteriosa.

—Finalmente, ¡hemos llegado al lugar donde se encuentra el rey Antonio y su preciada hija Natalia! Este castillo oculto será nuestro refugio mientras tramamos nuestro plan.

Alex miró a su alrededor, impresionado—Qué lugar tan sombrío y magnífico. No cabe duda de que es perfecto para nuestras intenciones. Pero recuerden, nuestro objetivo principal es eliminar al rey y a la princesa Natalia. Debemos actuar con cautela y precisión.

—No te preocupes. Nuestro plan está bien trazado. Hemos investigado al rey Antonio y sabemos de su amor por su queridisima hija. —habló una con mirada despiadada.

—Exactamente. Y debemos asegurarnos de que parezca un accidente. ¡Quiero que el rey sufra, que su corazón se desmorone ante la pérdida de su hija! Pero antes de poner en marcha nuestro plan, necesitamos recopilar más información sobre los movimientos del rey y de Natalia.

Alex sacó un pergamino de su bolsa de cuero—Tengo aquí los informes de nuestros espías. Sabemos que Antonio ha estado ocupado con asuntos de gobierno y que Natalia ha estado explorando más el reino, desarrollando una conexión especial con el... ¿príncipe Nino? Podemos utilizar esta información en nuestra ventaja.

—Lo del príncipe no creo que sea efectivo, pero bueno. Primero, quiero que ustedes dos vayan al castillo y darle una pequeñita sorpresita a mi queridisimo esposo... Mientras hacen sus tareas, yo iré a despejar mi mente.

—Sí, Su Majestad... —dijeron ambos espías y se fueron del castillo, dejando sola a la reina.

La mujer a verlos marcharse, se fue caminando al balcón del castillo. Cuando llegó, Linda observó el cielo anochecido con una sonrisa malévola en los labios. Las estrellas y la luna brillaban sobre ella iluminandola ligeramente.

—Pronto, todos los reinos caerán a mis pies. Seré la emperatriz de la oscuridad y gobernaré con puño de hierro. Nadie se interpondrá en mi camino, y todos los que se atrevan a desafiarme pagarán un alto precio. —posó sus manos en la baranda del balcón con fuerza—¡Pronto, el mundo conocerá mi poder y temerá mi nombre!  Ninguna fuerza en este universo podrá detenerme. ¡Los reinos se rendirán ante mí, y la oscuridad gobernará para siempre! Todo... ¡será absolutamente mío!

Con su mente llena de intenciones malévolas, Linda se retiró del balcón, dejando que la noche se convirtiera en su aliada. Con cada paso que daba, su determinación se fortalecía y su sed de ambición se intensificaba...

👑

El rey Antonio se encontraba en su oficina revisando algunos documentos cuando escuchó la puerta abrirse. Al levantar la vista, vio entrar a su esposa, Linda, con una expresión seria en su rostro.

—Linda, ¿dónde has estado? Estaba preocupado por ti. —sonrió a verla, pero pronto su sonrisa se desvaneció a verle la cara de seriedad de ella...

—No es asunto tuyo. No tienes derecho a preguntarme sobre mis asuntos. —respondió Linda fríamente.

—Pero Linda, soy tu esposo. Me preocupo por ti. ¿Por qué te enfureces de esta manera?

—¡Porqué... siempre estás más preocupado por tu hija que por mí! —exclamó la reina Linda con un tono de resentimiento en su voz—¿No te das cuenta de que estás arruinando nuestro matrimonio al ponerla siempre en primer lugar?

El rostro del rey Antonio se ensombreció mientras luchaba por mantener la calma. Sabía que su esposa no tenía el mismo amor y aprecio por Natalia como él lo tenía, pero eso no significaba que pudiera ignorar a su hija.

—Linda, Natalia es nuestra hija. Es natural que me preocupe por su bienestar y felicidad. —respondió el rey con voz firme pero apacible—No puedo dejar de amarla y protegerla solo porque eso te molesta.

La reina Linda lanzó una mirada de desprecio hacia su esposo y susurró con amargura—Nunca serás un buen rey si sigues atado a esa niña mimada. Te estás convirtiendo en un débil, Antonio.

Las palabras de Linda golpearon el corazón del rey Antonio como una daga afilada. Se sintió herido y desconsolado al escuchar las duras palabras de su esposa. A pesar de sus intentos por mantener un equilibrio entre su amor por Natalia y su deber como rey, parecía que Linda no podía entenderlo ni aceptarlo.

La reina Linda, satisfecha con su última declaración, se dio media vuelta y salió de la oficina del rey, dejándolo sumido en un mar de tristeza y confusión. Antonio se apoyó en su escritorio, sintiendo el peso de la responsabilidad y el dolor de la situación.

En ese momento, su mirada se posó en una pintura de Natalia junto a su madre, llamada Béatrice, que descansaba en la pared. La imagen de su amada hija le recordó el amor incondicional que sentía por ella y la importancia de protegerla de cualquier daño.

Con el corazón apretado, Antonio se levantó de su escritorio y salió de la oficina. Sabía que tenía mucho trabajo por delante para mantener su promesa, pero no estaba dispuesto a renunciar a la felicidad de Natalia, incluso si eso significaba enfrentar más conflictos con su esposa. Caminó por los pasillos del castillo en silencio, su mente llena de preocupación y tristeza. Llegó a la puerta del cuarto de su hija y la abrió con suavidad.

Dentro de la habitación, Natalia estaba sentada en su cama, mirando por la ventana con ojos llenos de melancolía. Al escuchar la puerta abrirse, giró la cabeza y su rostro se iluminó al ver a su padre.

—Papá, ¿qué pasa? Te noto preocupado. ¿Sucedió algo?

Antonio forzó una sonrisa y se acercó a ella, sentándose a su lado en la cama—No te preocupes, querida. Solo estoy un poco cansado por los asuntos del reino. Nada de qué preocuparse.

Natalia miró a su padre con ojos llenos de comprensión, sabiendo que algo no estaba bien pero respetando su deseo de no contarle la verdad. Se levantó de la cama y se acercó a él, envolviéndolo en un abrazo reconfortante.

—Papá, siempre estaré aquí para ti, ¿sabes? Puedes contar conmigo si necesitas desahogarte o simplemente hablar.

Antonio abrazó a su hija con fuerza, sintiendo el amor y el consuelo que ella le brindaba. Apreciaba su corazón bondadoso—Gracias, mi querida niña. Eres un rayo de luz en mi vida, eres

La princesa Natalia asintió, sabiendo que su padre estaba pasando por momentos difíciles.

—Papá, recuerda que siempre estaremos juntos, superando cualquier adversidad que se presente. Confío en ti y sé que encontrarás una solución a lo que sea que te esté preocupando.

Wasabi sonrió con gratitud y besó suavemente la frente de Natalia—Eres mi mayor tesoro, hija. Prometo hacer todo lo posible para protegerte y asegurar tu felicidad.

En ese momento, Natalia sintió un nudo en su estómago, una sensación de que algo más estaba sucediendo, pero decidió confiar en su padre y en su promesa.

—Está bien... te quiero mucho, papá.

—Y yo más, Natalia. Eres una luz en mi vida y me reconforta saber que puedo contar contigo. Pero por ahora, solo quiero que te concentres en ser la maravillosa princesa que eres y en disfrutar de tu juventud.

Natalia asintió nuevamente, pero el peso de la preocupación seguía en sus hombros. Sabía que había algo más detrás de las palabras de su padre, pero también entendía que él estaba tratando de protegerla de un dolor innecesario.

El rey se levantó de la cama y besó la frente de Natalia con cariño antes de alejarse lentamente de su habitación. Mientras caminaba por los pasillos del castillo, su corazón se llenó de tristeza por la situación de su matrimonio.

Por otro lado, Natalia se quedó sola en su cuarto, con la preocupación flotando en el aire. Sabía que había algo más que su padre no le estaba diciendo, pero también entendía que, por el momento, era mejor no presionarlo más.

La princesa suspiró y se recostó en su cama, pensando en su madre y en su padre, esperando en silencio que las aguas turbulentas de su vida se calmaran y pudieran encontrar un camino hacia la felicidad nuevamente.
Mientras que en otro lugar, el rey se adentró en su habitación, sintiendo un vacío que parecía envolver cada rincón. El ambiente tranquilo del cuarto real contrastaba con el torbellino de emociones que lo embargaba. Se quitó la corona con cuidado y la depositó con reverencia sobre la mesita de noche, como si dejara atrás no solo su papel como rey, sino también sus preocupaciones y tristezas.

Vestido con una bata real de suaves tonos azules, Wasabi se preparó para descansar, deseando encontrar un refugio temporal en los brazos de Morfeo. Se deslizó bajo las sábanas de seda, sintiendo el frescor de la tela acariciar su piel cansada.

Cerró los ojos con la esperanza de encontrar la paz en el sueño, pero en ese preciso momento, un ligero susurro se deslizó por la habitación, rompiendo el silencio nocturno.

Wasabi se incorporó rápidamente, sus sentidos alerta ante la presencia inesperada. Miró a su alrededor, tratando de identificar el origen de aquel sonido misterioso. Fue entonces cuando su mirada se posó en un resplandor tenue proveniente de la ventana abierta.

Se acercó cautelosamente y se asomó hacia el exterior. Una figura etérea, envuelta en una luz plateada, flotaba en el aire, emanando una energía familiar pero desconocida. Era la reina Béatrice, su ex esposa.

Wasabi no podía creer lo que veían sus ojos. Nealie había fallecido años atrás, y sin embargo, allí estaba, radiante y hermosa como en sus días de gloria. El corazón del rey latía desbocado, mezclando asombro, incredulidad y una esperanza increíble.

—Antonio, mi amor, sé que te encuentras en un momento difícil y lleno de melancolía. He venido para recordarte que no estás solo, que siempre estoy contigo, aunque mi presencia sea ahora un suspiro en el viento. —dijo con una voz suave y reconfortante.

Las palabras de Béatrice resonaron en los oídos de Wasabi, llenando su alma de un cálido consuelo. Sus ojos se humedecieron, dejando escapar lágrimas que reflejaban tanto el amor como el dolor que habían compartido.

–Béatrice, mi amada, nunca imaginé volver a verte de esta manera. ¿Qué significa esto? ¿Por qué has regresado?

—Mi querido rey, estoy aquí para recordarte que el amor trasciende las barreras del tiempo y del espacio. Aunque nuestras vidas tomaron caminos separados, el amor que una vez nos unió nunca se ha desvanecido. Estoy aquí para guiarte y protegerte en tus momentos más oscuros.

Wasabi se dejó llevar por las emociones, sintiendo una mezcla de alegría y tristeza en su corazón. Sabía que su encuentro con Nealie era efímero, pero la certeza de que su amor perduraba era un bálsamo para su alma herida.

—Béatrice, mi reina, te extraño tanto. Cada día siento tu ausencia, y enfrentar los desafíos sin ti ha sido una prueba difícil de superar...

—Querido, sé valiente y sigue adelante. Tu corazón es más fuerte de lo que crees. Natalia, nuestra hija, necesita tu apoyo y guía. Protégela, ámala y sé el padre que siempre quisiste ser.

Las palabras de Béatrice resonaron en lo más profundo de Wasabi. Recordó la promesa que le había hecho a su amada esposa en su lecho de muerte: cuidar y proteger a su amada hija, Natalia.

—Te lo prometo. Haré todo lo que esté a mi alcance para ser el padre que Natalia necesita. Te extrañaré siempre, pero sé que siempre estarás con nosotros.

Nealie asintió con una sonrisa cálida y se desvaneció lentamente en el aire, dejando a Wasabi sumido en un profundo sentimiento de gratitud y esperanza.

Wasabi se recostó nuevamente en la cama, sintiendo la presencia amorosa de Nealie a su alrededor. Sabía que el camino no sería fácil, pero ahora, con su amor y la memoria de Nealie como guía, estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío para proteger a su amada hija y forjar un futuro mejor para ambos.

En ese momento, Wasabi cerró los ojos y se entregó al sueño, sabiendo que tenía una fuerza renovada dentro de sí. Y en los sueños que lo acunaron, Nealie lo acompañó, envolviendo su corazón en un amor eterno.

Sin embargo, en medio de la oscuridad de la habitación, una tenue luz azul comenzó a brillar suavemente. Wasabi abrió los ojos sorprendido y se encontró con una figura etérea de apariencia femenina que flotaba en el aire frente a él. Era una hada, una presencia inesperada en su habitación.

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

La figura se acercó lentamente, revelando rasgos delicados y una sonrisa amable.

—Soy Aria, la hada de la esperanza y el amor. He venido a ti con un mensaje importante.

Wasabi se sentó en la cama, atónito y confundido por la aparición de la hada—¿Un mensaje? ¿Qué tipo de mensaje?

—Tu corazón está lleno de tristeza y soledad, pero debes saber que no estás solo. Hay un destino que te espera, un nuevo camino que se abre ante ti. —reveló la hada.

Wasabi frunció el ceño, intentando comprender las palabras de la pequeña hada—¿Un nuevo camino? ¿Qué significa eso?

—Pronto, una persona especial llegará a tu vida. Un alma que iluminará tu mundo, traerá alegría y renovará tu esperanza. Prepárate para recibir el amor que mereces. Pista, es una persona que siempre ha sido leal contigo.

El rey Wasabi quedó perplejo ante las palabras del espíritu. ¿Podría ser cierto? ¿Había esperanza de encontrar el amor nuevamente en su vida? La emoción se mezclaron en su corazón, llenándolo de esperanza.

Antes de que pudiera formular más preguntas, la hada se desvaneció lentamente en el aire, dejando a Wasabi sumido en sus pensamientos. El rey se recostó nuevamente en su cama, confundido por el suceso tan extraño...

Por la madrugada, el rey Antonio se despertó sobresaltado por unos ruidos extraños que resonaban en los pasillos del castillo. Sin perder tiempo, se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta de su habitación, decidido a descubrir la causa de la conmoción.

Al abrir la puerta, fue recibido por una escena aterradora: dos figuras encapuchadas y armadas se abalanzaron sobre él, intentando atacarlo. Wasabi apenas tuvo tiempo para reaccionar, pero antes de que pudiera defenderse, un relámpago de acero se cruzó frente a él.

Era Dae, el valiente caballero que había servido fielmente a Su Majestad. Con una destreza y agilidad asombrosas, se enfrentaba a los intrusos, blandiendo su espada con maestría. Sus movimientos eran rápidos y precisos, bloqueando los ataques enemigos y contraatacando con ferocidad.

Wasabi se quedó paralizado por un momento, observando la valentía y habilidad de Dae. Cada movimiento del caballero emanaba una elegancia y confianza inquebrantable, y en ese instante, el rey se dio cuenta de que había algo más que admiración y respeto en su corazón.

Mientras Dae luchaba con determinación, Wasabi se sintió atraído hacia él de una manera que no podía ignorar. La forma en que se movía, la valentía en su mirada, todo en él parecía despertar un anhelo profundo en el rey. Por primera vez, comenzó a notar la belleza del caballero, su fortaleza tanto física como emocional.

El enfrentamiento fue intenso, pero finalmente, Dae logró derrotar a los intrusos, dejándolos inconscientes en el suelo. Se acercó al rey Wasabi, su respiración agitada pero su mirada llena de determinación.

—Mi rey, ¿se encuentra bien? Ha sido un ataque inesperado.

Wasabi asintió, sin apartar los ojos del caballero—Sí, gracias a ti, Dae. Tu valentía y habilidad en la espada son asombrosas. Me has salvado la vida.

Dae inclinó la cabeza humildemente, su cabello rubio cayendo ligeramente sobre su rostro—Es un honor servirle, mi rey. Siempre estaré dispuesto a protegerlo.

Wasabi sintió cómo sus sentimientos se intensificaban, cómo el aprecio y el respeto hacia Dae se transformaban en algo más profundo. Pero era consciente de las limitaciones y complicaciones que rodeaban su posición como rey.

—Dae, eres un hombre valiente y noble. Tu lealtad es impresionante. Aprecio todo lo que has hecho por mí y por el reino.

Dae asintió. Tomó la mano de Antonio y le depositó un gentil beso—Mi lealtad siempre será inquebrantable, mi rey.

Antonio no pudo evitar sonrojarse al tierno gesto de su caballero, trato de disimular tosiendo ligeramente—Llévate a los intrusos al calabozo, por favor.

—Sí, Su Majestad.

Con un gesto de determinación, Dae se dirigió hacia los intrusos derrotados para llevárselos. Mientras Antonio permanecía allí, sintiendo un torbellino de emociones en su interior. Había encontrado en Dae algo más que un leal caballero, y ahora, debía enfrentar los desafíos que surgirían de ese descubrimiento.






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