Capítulo II

Cruzando el océano, otro continente llamado Malconia albergaba al pueblo de Veneru, un lugar próspero de mercaderes y pescadores*,
gobernado por una poderosa e imponente reina, nacida en la familia* que había levantado en la cima de la colina más alta, cerca de la costa, su gran imperio, una edificación majestuosa que proyectaba la magnificencia y el orgullo de la familia real, construida con el marfil más puro y tejados rojos como el vino añejo que los rayos tenues de la luna iluminaban esa noche.

En cuanto se anunció la llegada de la reina, la gigante puerta del castillo se abrió de par en par para así dar paso al carruaje de su majestad y el príncipe heredero se alistó para dar la bienvenida a su madre.

Él cochero bajó y le abrió la puerta a la reina—Ya llegamos su Majestad.

La mujer bajó del carruaje, extendiendo su abanico con elegancia —Gracias, puedes retirarte. — indicó al cochero.

—Sí su majestad, permiso. —volvió a subirse y se retiró, dejando a la reina sola con su hijo.

La mujer poseía un elegante vestido ligero de color blanco, con un cinturón forjado en oro que hacía juego a la perfección, su cabello lacio, negro como la noche se extendía en longitud, enmarcando su rostro y ojos marrones, perfecta y elegantemente delineados.

—Hijo mío, que bueno que estés aquí. —dijo la reina Nealie—Tenemos un asunto importante que tratar.

La piel morena del muchacho palideció, no cabía en su propio nerviosismo, tenía ya una ligera sospecha de a qué se refería su madre.

—Sí, madre. —asintió luego de un trago en seco.

La reina caminó hasta la entrada del imperio junto a su hijo, mediante que caminaban comenzaron a conversar.

—Querido, sabes últimamente he estado buscando una mujer digna de convertirse en esposa, ¿Cierto?

El principe Nino miró a su madre aún más nervioso, tenía un mal presentimiento—Aah... sí madre, Pero, no hay por qué apresurar las cosas.

La reina se detuvo en ese instante y miró a su hijo con una expresión seria—Tonterías, siendo el único heredero al trono es lo más prudente, de hecho, nos habíamos demorado demasiado.

—¿Qué quieres decir con... habíamos?

La reina sonrió y cerró su abanico, posandolo en su mano contraria para mirar a su primogénito —A que ya te he conseguido una esposa, tienes que prepararte, mañana por la tarde será tu boda.

Él joven se sobresaltó ante la revelación.

—¿¡Pero por qué!? ¡Ni siquiera la he conocido!, Esto... esto no está bien—dijo Nino confundido.

—¡Es tu deber!, sabes que esto es por nuestro reino, y para eso naciste en noble cuna—se inclinó observando a su hijo—Ya todo está preparado, hoy hable con los padres de tu futura esposa... Y no nos podemos retractar.

Él chico miró a su madre molesto y con impotencia, pero a final de cuentas... no había nada que pudiera hacer, ¿o sí...?

—Está bien madre...

La reina le sonrió ligeramente y le acaricio el hombro—Bien, ve a dormir. Mañana será un largo día.

Nino asintió con la cabeza y se fue a su cuarto entristecido... cuándo llegó a su cuarto fue a gritar en su almohada, no quería casarse con una chica desconocida de por ahí; sabía que era parte de la realeza, o de la nobleza, ¡lo qué sea! En fin, no estaba preparado para vivir con una chica que ni siquiera sentía amor por ella... y tenía una "buena idea".

Escaparse del imperio, y posiblemente desaparecer del reino.

Así que tuvo que planear su escape de manera un poco improvisada. Y así fue, guardó sus pertenencias una bolsa con todo lo necesario y en la noche, trato de salir de su cuarto por la ventana con cuidado. Iba a ser una escapada complicada, mas lo iba a lograr sí o sí.

Era un acto de rebeldía y inmadurez de un joven de diecisiete años, no sabía lo que le iba a suceder mediante su fuga...

Salió bastante escondido del castillo sin ser detectado, hasta llegar a los puertos del Reino lo cual le llevó bastante tiempo. Cuándo logró salir de ahí fue inmediatamente a los barcos de comercio, trayendo puesto un velo para cubrir su cabeza para no ser reconocido por los pueblerinos.

Luego de haber llegado al muelle, fue a un barco cualquiera donde logró sobornar a uno de la tripulación para que lo dejara meterse.

Minutos después, el barco comenzaba a alejarse del reino...

Nino estaba escondido en alguna parte del barco, observando como se estaba alejando—Adiós mamá, adiós Malconia...

Durante toda su viaje, estuvo sometido en sus pensamientos... parecía que nada de malo iba a pasarle, sin embargo no podría ver el futuro. Pues sin saberlo, apenas estuvo en camino a su destino y el reino Veneru dieron el aviso de que el príncipe había desaparecido.

Día tras día, en la búsqueda del príncipe de Malconia; no habían encontrado ningún rastro alguno. La reina ya no tenía esperanzas, su hijo desaparecido... posiblemente muerto, secuestrado.

Su corazón

En una noche de lluvia, Nino estaba esperando todavía en llegar a su nuevo destino que estaba según confirmados por la tripulación. Cuándo menos se lo esperaba, la lluvia comenzaba a empeorar cada vez más... y eso era para preocuparse.

—Lo que faltaba... —suspiro el príncipe y trato de cubrirse con algo para después salir de donde se escondía.

En el momento que pudo salir, un relámpago cayó al suelo en el gran palo que poseía las velas. No era lluvia, si no un huracán. La marea alta balanceaba el aquel barco, la tripulación hacía lo posible para mantener su nave intacta...

Pero, una gran ola inundó y... barco se destrozó por completo.

Lo único que pudo lograr ver el princ, era la gigante ola caer sobre él y las demás personas...

👑

En una mañana en el reino de Kincia, la princesa Natalia estaba caminando junto a Honey al comedor a desayunar, donde su padre el rey Antonio ya estaba desayunando.

—¡Buenos días, papá! —dijo la chica con una sonrisa y se le acercó para darle un bran abrazó.

—Hija, buenos días. ¿Cómo estás? —sonrió igual y le acarició el cabello.

—Bien, papá. —habló contenta, hasta que se fijó que su madrastra no estaba en el comedor—¿Y la reina...?

—Ah, ella tuvo que volver a salir... al parecer no quiso comer conmigo nuevamente. —comentó Wasabi apagado, sin embargo a mirar a su querida hija con una cara de tristeza, tuvo que conformarla—Pero tranquila, ella es una mujer ocupada y lo sabes. De hecho, ayer estuvo de amorosa conmigo cuándo llegó al cuarto.

—¿No quiso comer a tu lado pero aun así estuvo de "cariñosa" contigo? —volteó a ver a su dama de compañía confundida, para después ver a su padre un poco confiada—Está bien...

Natalia se sentó a comer junto a su padre, estuvieron la mayor del tiempo conversando y planeando la fiesta de cumpleaños de la princesa. Mientras que en otro lado de Kincia, Dae y su compañero junto a los demás caballeros estaban patrullando por el pueblo sin preocupaciones.

—Todo está tranquilo por aquí...—dijo Dae mientras observaba la bella vista del mar.

—Afirmativo, Dae. –dijo Hyun-Ki, su hermano gemelo, hasta que ambos vieron los restos del barco flotar en el mar.

—¿Ah? —observó los restos del barco y se extrañó, teniendo que detener su caballo—Hyun... ¿ves eso?

Hyun se detuvo también y se quitó su casco—Lo veo, es un... barco, al parecer.

—Vamos, debemos averiguar que paso ahí. —él rubio comenzó a cabalgar hasta la costa de la playa, siendo seguido por él chico de cabello rojo.

Cuando llegaron a la playa estuvieron observando el gran desastre, Dae estaba enfrente de los demás guardias en ese instante viendo las piezas de madera rotas por todas partes... pero a lo que le llegó la atención, fue un chico inconsciente en pleno camino.

Dae se bajó de su caballo yendo hacía aquel joven, notando lo lastimado que estaba—Joven, ¿estás despierto? —lo agitó un poco—Por favor, reacciona. —dijo preocupado.

Nino no reaccionaba porque estaba desmayado por el agua salada y la deshidratación, él caballero comenzaba a preocuparse más que ya lo estaba y decidió cargarlo a brazos.

—¡Señores, tenemos que llevar a este joven al castillo de inmediato! ¡ahora mismo! —ordenó él rubio—¡Puede morir en cualquier momento!

—¡Sí, señor! —obedecieron los demás y se llevaron a Nino lo más rápido posible para recibir ayuda médica.

Después de un largo tiempo, Nino estaba descansando en uno de los cuartos reales del castillo; El rey, junto a sus consejeros y una curiosa mujer hechicera estaban con el chico.

El príncipe tenía un brazo fracturado, estaba totalmente frágil... Antonio no paraba de observarlo impresionado, ¿qué hacía un príncipe en su reino y cómo fue qué terminó en la costa?

Dejó de observar al joven y se fijó en la mujer mezclando en su caldero pequeño, colocándole sustancias y otras cosas de origen natural.

–Señora, ¿crees qué con eso logré recuperarse él chico?

—Por su puesto su Majestad, en unos días estará como nuevo. —terminó de hacer la poción y lo sirvió en un pequeño frasco—Listo, ahora sólo falta dárselo. Sólo que... debemos esperar a que se despierte, no puedo darle esto mientras duerme.

—¿Por qué no? —preguntó el rey.

–Hmm... no es tan recomendable su Majestad. —respondió Cass.

—Tía, mira. —dijo Tadashi, señalando a Nino—Se está despertando...

—Hm... —empezó a abrir los ojos—¿Qué pasó?... ¿Por qué estoy aquí?...

—¡¿Despertó ya!? —Cass fue rápido a verlo y sonrió alegre—Oh jovencito, ¿estás bien? ¿cómo te sientes?

—Estás una de las habitaciones del reino Kincia, no te preocupes. —dijo amablemente uno de los consejeros—No te haremos daño, sufriste un accidente en un barco y uno de los caballeros te rescató.

Nino se levantó un poco mareado y miro a la ventana—¿Lo logré?... Lo... ¡logré! —dijo feliz de haber llegado muy lejos de su reino, sin embargo se balanceó de la debilidad.

—¡Cuidado! —Cass lo sujetó—No hagas eso, estás en condiciones delicadas. —lo llevó nuevamente a la cama.

—Debes descansar muchacho... —habló el rey Antonio.

—Tu brazo deberá estar en reposo, por ahora te he hecho un cabestrillo de tela para tenerlo inmobilizado. —informó Cass.

—Gracias, señora... Aún así valio la pena el escape... —miró al techo, quedando delatado.

Cass miró confundida al rey y luego al joven—¿Escapar de que, eh? —puso sus dos manos en la cintura.

Nino se quedó callado y no dijo nada más que voltear la cabeza para el otro lado—De nada... sólo quería irme de ahí...

Antonio lo veía con mucha confusión, ¿de que estaba escapando?

—Bien, ya que por fin se despertó es hora de darle la poción. —Cass se acercó al adolescente y sirvió el medicamento en una cuchara—Abre la boca.

—¿Qué?- —apenas pudo decir algo y la hechicera metió la cuchara en su boca, quedando algo asqueado por el sabor de la poción.

—Bueno pequeño, ¿cómo te llamas? —preguntó Wasabi con amabilidad.

Él adolescente lo vio un poco tímido, pero sin ser inseguro—Mi nombre es... Nino, su Majestad.

—Nino... —analizó la situación y le murmuró a uno de sus consejeros—Así se llamaba el príncipe de Malconia, ¿no es así?

—Sí, su majestad. ¿Será que sea el mismísimo príncipe? —murmuró uno de los señores.

—Quizás... —susurró y volvió a preguntarle al chico—Mira Nino, quiero que seas sincero conmigo-... —le hizo señas a sus consejeros y a la hechicera para que se fueran de la habitación.

—¿Ser sincero contigo? ¿A qué se refiere, señor? —preguntó él adolescente.

De repente, Natalia entró a la habitación y le entró la curiosidad a ver tanta gente alrededor, y ya que era baja de estatura, trato de colarse de alguna manera.

Cuándo logró asomarse, ahí fue cuando vio aquel chico de piel morena... ese joven de ojos ámbar, parecían oro puro.

Wasabi notó que alguien estaba detrás de él y se sobresaltó a ver que era la princesa —¿Hija? ¿qué haces aquí? ¿no deberías estar estudiando en la biblioteca?

La princesa se avergonzó y se alejó un poco—Y-yo... bueno, eh... —titubeó—Escuche que alguien sufrió un accidente en un barco y que ahora está aquí... 

—Hija, sal de está habitación ahora. Puede verte y ni siquiera sabemos de quién se trata todo este desastre. —habló autoritario.

—Pero... bueno, está bien. —resopló al final y se dirigió a la puerta para volver a la biblioteca.

Uno de los consejeros tuvo que intervenir y le susurró al rey—Su Majestad, es mejor que lo dejes descansar...

El rey volteó a verlo pensativo, era cierto lo que decían... él pobre adolescente estaba cansado, debía que descansar y dormir. En cuánto obedeció a las palabras de su consejero.

—Tienes razón... —dijo Wasabi—Bueno Nino... es mejor que descanses por hoy, las sirvientas te servirán el desayuno, el almuerzo y la cena en cama. ¿Está bien?

—Está bien, gracias por la hospitalidad... —sonrió él chico con amabilidad.

Wasabi extrañamente le devolvió la sonrisa, y sin mas dejaron al príncipe solo para que descansará.

Mientras tanto, en los pasillos, Natalia estaba caminando hasta llegar a la biblioteca hasta que... vio a su madrastra aparecer.

Aquella reina era sorprendentemente preciosa, con una apariencia curvilínea, su cabello rosa rojizo se balanceaba con elegancia y sus ojos morados podrían hipnotizar a cualquiera que se le cruzará.

Llevaba siempre vestidos oscuros, entre ellos siempre se vestía de negro y rojo.

Y la princesa Natalia, la apodaba "vampira", cosas de jóvenes por así decirlo, ¿no?

La adolescente a ver a su madrastra decidió acercarse a saludarla, para tratar de agradarla—Buenos días, madre.

Linda miró a su hijastra y se le acercó con una sonrisa un tanto chueca—Hola niña... —recibió un abrazó por parte de la menor y hizo una mueca de desagrado—Jovencita, no estoy de humor de abrazos.

La princesa se separó del abrazo viéndola confundida—Pero madre... tú siempre estás de mal humor...

La reina sacó su abanico viéndola con seriedad—Señorita Natalia, así no debes hablarle a tu propia madre. Cuida tus modales, ¿quedó claro?

Natalia frunció su ceño molesta, cruzando sus brazos—Sí, madre...

Wasabi en ese momento apareció detrás de ellas y se les acercó—Ahí están, ¡amor mío!

Linda volteó a verlo y se le acercó también—Cariño, ya estoy aquí, ¿por qué tanto alboroto?

—Bueno... necesito que hablamos a solas, con mis consejeros de favor.

—Está bien, no debe ser tan malo después de todo. —la mujer comenzó a caminar siguiendo a su esposo, dejando a la jovencita sola...

👑

—Un momento, ¿¡dejaste a un desconocido entrar a nuestro castillo sólo porque se accidentó en un barco!? —gritó Linda.

—Era necesario, él pobre necesitaba de ayuda médica y estoy sospechando que es el príncipe de Malconia. —argumentó Wasabi—Por favor, debes entenderlo... incluso, ¡hasta ahora nadie sabe la razón del por qué se subió al barco!

—Pues... pues, ¡eso es cosa tuya! ¡sabes qué es prohibido que entren plebeyos en nuestro castillo!

—Ahí vas de nuevo... —se masajeó las sienes—¿¡Y qué tiene que haya entrado una hechicera en el castillo!? ¡era urgente por el amor de Dios!

—¡Cállate por una maldita vez! —Linda con fuerza trato de abofetear a su marido, siendo vista por los consejeros del reino... Mas sin embargo, fue detenida por él afrodescendiente.

La reina se zafó del agarre del rey, viéndolo con rabia... él ambiente estaba tenso, Linda se fue alejando de la oficina real y cerró la puerta de un azote.









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