26

EMMA

El trabajo iba como la seda. Terminé mi turno antes de lo previsto, así que podía irme a casa sin problema. Fui a ver a Logan a la oficina para despedirme. Cogí el ascensor y me dirigí a la zona donde se encontraba mi amigo. Le encontré sentado en su silla, frente al ordenador. Parecía concentrado. Llamé a la puerta para no asustarle.

—Emma. —Dijo al verme—. Pasa.

—Hola. —Respondí—. Estamos hasta arriba de trabajo, eh.

—Eso parece. Estas fechas son las peores, ya lo sabes.

—Sí... Estaba pensado... —Dudé un poco, pero terminé por decírselo. Después de todo es mi amigo—. ¿Te gustaría ir a tomar algo esta noche? Para evadirnos un poco de todo esto.

—¡Claro! Así podremos hablar tú y yo, señorita.

—¿So... sobre qué?

—Sabes que no está bien hablar a escondidas del jefe, querida.

Noté el sonrojo en mis mejillas al instante.

—Nos vemos luego, Logan.

—Te recojo a las nueve.

Salí de allí como alma que llevaba el diablo. Sabía que iba a sacarme el tema de Leone, y no era buena idea al tener alcohol encima. No quería decir cosas de las que luego iba a arrepentirme.

Valentino me esperaba en la puerta del hotel, apoyado en el capó del coche y, para mi sorpresa, fumando un cigarro.

—Valentino. —Dije llamando su atención. Mi guardaespaldas se asustó y tiró el cigarro lo más lejos que pudo—. No hagas como que no tenías nada, porque lo he visto.

—No se lo diga al Don, señora.

—Con una condición. —Dije cruzándome de brazos. Él me miraba expectante y asustado, seguramente debido a mi cara seria—. No me llames señora, Valentino. Me haces sentir vieja. Y no me trates de usted, puedes tutearme sin Leone delante.

—Claro, seño... Digo, Emma.

—Mejor. —Dije con una sonrisa.

Valentino me abrió la puerta de atrás del Range Rover y me ayudó a subir sujetándome de la mano. Cuando estuve dentro me sonrió antes de cerrar la puerta. Subió y encendió el motor para ir directamente a casa. Eran las siete y media, por lo que tenía tiempo de sobra para prepararme.

—Valentino. —Llamé al chico.

—Dígame.

Me di cuenta de su formalidad, pero lo dejé pasar esta vez.

—Voy a salir esta noche, con un amigo del trabajo.

—Está bien, ¿a dónde la llevo?

—Te he dicho que me tutees, Valentino.

—Perdóname, la costumbre. —Dijo—. ¿A dónde te llevo?

—No hace falta que me lleves a ningún lado, Valentino. Mi amigo viene a por mí a las nueve. Puedes tomar la noche libre. Visita la ciudad si quiere. —Le dije con una sonrisa.

—No puedo dejarte sola. Son ordenes del Don.

—Y yo te digo que no pasa nada. Voy con un amigo de confianza.

—No es por él, Emma. Es por toda la gente que hay a vuestro alrededor.

—Valentino, en serio. No pasa nada. No le digamos nada a Leone y ya está.

—El Don solo quiere protegerla. —Dijo Valentino con tono firme. Volvió a tutearme, pero en este caso no le dije nada.

—Y lo entiendo, pero yo quiero divertirme. No quiero estar pendiente de saber dónde estás para poder escaquearme un rato ni tú pendiente de mí para que no me escaquee. Sería más fácil para los dos.

—Emma...

—Valentino, per favore... (por favor...)

Suspiró negando con la cabeza, pero terminó accediendo. Ninguno de los dos se lo diría a Leone y yo pasaría una noche agradable y fiestera con mi mejor amigo. Nada podía salir mal. Al llegar a casa, vi a mi madre junto con una mujer de su edad y una chica más joven. Las tres me miraron en cuanto entré por la puerta. Valentino se quedó estático y con el ceño fruncido cuando vio a la pelirroja de cabello rizado.

—¿Ocurre algo? —Valentino volvió en sí. Me miro perplejo.

—No... ¿la... la conoces?

—No.

—¡Emma! ¡Ven, cara (querida)!

Me acerqué y me senté a su lado, frente a las dos mujeres. Deduje que eran madre e hija. Valentino seguía mirando a la más joven con una expresión extraña. Parecía confundido y sorprendido a la vez. Luego hablaría con él.

—Chicas, ella es mi hija Emma. —Comenzó a decir mi madre—. Cielo, ellas son Cloe y su hija Arianna.

—Encantada. —Dije sonriendo.

—El gusto es nuestro, cariño. —Dijo la madre de la chica pelirroja. —Tu madre y yo nos conocemos desde hace relativamente poco, pero siento que es una amiga de toda la vida.

—Así que relativamente poco, ¿eh? —Toqué mi anillo de compromiso bastante nerviosa. No sé por qué, pero tenía un mal presentimiento. No solo con ellas, sino con todo—. ¿Y cómo ha surgido esta amistad?

—¿Recuerdas que quise siempre estudiar cocina? —Me preguntó mi madre—. Bien, pues he empezado hace unos días en un estudio dedicado a la gastronomía. Dan clases y me apunté cuando vi un anuncio en la tele. Es una forma de animarme un poco más estos días.

—Pero mamma... Potrebbe essere pericoloso (Puede ser peligroso). —Dije preocupada.

—Tranquila. Tengo a la mejor maestra. —Dijo apuntando a la tal Cloe.

—Sí. No suelo establecer relaciones muy estrechas con mis alumnos, pero tú madre es una persona maravillosa. Nos vamos a llevar muy bien.

Asentí con la cabeza no muy convencida. Miré a Valentino, aún tocando mi anillo de compromiso. No entendía mucho esta situación, así que decidí cambiar de tema. Sabía que Valentino estaba alerta, pero le vi demasiado concentrado en la pelirroja.

—¿Y Leonardo? —Pregunté a mi madre.

—Ha salido con un amigo suyo. ¿Por qué no sales con Arianna a dar una vuelta?

—Ya he quedado, mamma.

—¡Bien! ¡Id juntas!

Miré a Arianna, la cual me observaba con entusiasmo e ilusión. Quizás no sería tan malo, después de todo mi mejor amiga se ha esfumado para siempre.

—Claro, ¿por qué no? —Dije sonriendo. La chica asintió sin decir nada. De repente, su madre se dirigió hacia mí de nuevo.

—Estaréis bien protegidas, ¿verdad? —Mi ceño se frunció al instante.

—¿Por qué lo pregunta?

—¿Eres la futura mujer de Leone Caruso, no? Deduzco que ese chico que ha entrado contigo es tu guardaespaldas y no tu amante.

—Deduces bien. Y la verdad no tengo motivos para engañar a mi prometido con otro hombre. Nos queremos mucho y estamos muy ilusionados por la boda. —Respondí firmemente.

—Cariño, no hace falta que te pongas así. —Dijo mi madre.

—No te preocupes, Samara. Es normal que reaccione así, se supone que pintan a Caruso como un mujeriego. ¿Verdad, querida?

—No se corta un pelo a la hora de entrar en la vida privada de los demás. ¿Verdad, señora?

—¡Emma!

Mi madre se puso en pie. La miré incrédula. No pensé que esta conversación agradable fuera a dar un giro tan radical en tan poco tiempo. Yo también me puse en pie, pedí disculpas a todos y subí a mi habitación, con Valentino pisándome los talones. Entré y cerré la puerta para quitarme la ropa del trabajo y ponerme un vestido de noche. Cuando terminé de cambiarme, abrí la puerta para que Valentino entrara y me explicara por qué había reaccionado así al ver a la chica.

—¿Leone te ha contado algo sobre Adrianna?

Me giré lentamente. Asentí con la cabeza sin hacer nada más que escuchar las palabras de Valentino.

—¿Por qué lo preguntas?

—Porque esa chica es el vivo reflejo de la difunta mujer del señor. Incluso tiene un nombre parecido.

—Adrianna...

Valentino asintió con la cabeza. Tras unos segundos de silencio salió de mi habitación para que pudiera prepararme. Cuando ya me maquillé, pensé en alisarme el pelo. Realmente hacia mucho tiempo que no me le alisaba, solo cuando le tenía largo, y quizás ahora podía verse raro. Estuve pensándolo un buen rato hasta que alguien llamó a mi puerta. Valentino asomó la cabeza.

—Emma. La señora quiere hablar contigo.

—¿Mi madre? —Pregunté extrañada. Él negó con la cabeza—. Que pase.

La madre de la chica con la que tenía que salir hoy de fiesta entró en mi habitación como si se tratara de mi propia madre. He de decir que no me fiaba ni un pelo de ella, pero todos merecemos una segunda oportunidad después de todo. Incluidos aquellos a quienes no queremos ni ver. Aquellos como mi padre, supongo. La mujer se sentó en mi cama, no me acordaba ni de su nombre. Me miró con admiración.

—Estás preciosa.

Tenía un vestido negro largo con una abertura en la pierna derecha. Era simple, veraniego y fresco, y en estas temporadas se agradecía algo así. Lo complementé con unos tacones dorados, a juego con los pendientes, anillos, collares y bolso.

—Gracias, señora...

—Llámame Cloe, por favor.

—Cloe.

Se hizo un silencio de lo más incómodo. Valentino se había quedado fuera, pero sabía que estaba escuchando a través de la puerta.

—Siento mucho todo lo que ha ocurrido abajo. Tu madre se ha quedado un poco decepcionada, pero la culpa ha sido mía. Tenías razón, no debía meterme en tu vida privada sin a penas conocerte. —Asentí con la cabeza, dándola a entender que aceptaba sus disculpas. Ella soltó una leve sonrisa—. La verdad es que me preocupa mi hija. Ari ha sido una chica amable con todo el mundo, pero por alguna razón terminan traicionándola. Sus amigas, o eso decían ellas, algún novio que le ha puesto los cuernos...

Sentí pena por la pobre chica. Parecía buena persona y solo le han hecho daño. Me recordó a mí no hace mucho tiempo. Sabía lo que se sentía cuando te abandonaban. Mi padre, mi mejor amiga, mi ex novio...

—Tranquila. Todo arreglado. —Dije. Puede que pareciera buena persona, pero ahora más que nunca debo estar alerta con todo el mundo. Sé que los rusos me buscan, y no presagio nada bueno.

—Bien, te dejo que te prepares. Ari tiene muchas ganas de hacer amigos, aunque no lo diga directamente. Es muy reservada.

—Entiendo.

—Adiós. —Dijo cerrando la puerta de mi habitación una vez fuera.

Terminé de maquillarme y arreglarme. Salí de la habitación, aún me quedaban quince minutos hasta que viniera Logan a por mí. Bajé las escaleras con Valentino detrás, casi pisándome los talones. ¿Se acordaría de que le había dado la noche libre?

—Emma, estás guapísima. —Dijo mi madre una vez estaba en el salón.

Grazie, mamma. (Gracias, mamá).

—Sé buena con la niña, está sola. Quiere hacer amigos.

—Lo sé, mamma. Tranquila. Logan y yo la llevaremos por ahí. Lo pasaremos bien.

—¿Llevas a Valentino contigo?

Miró a mis espaldas.

—No, le he dado la noche libre.

—Pero... igual es peligroso. Ya sabes todo lo que pasó con Sophia...

—Tranquila, mamma. Va a estar todo bien. Quiero divertirme sin tener una sombra detrás.

Miré a Valentino, el cual tampoco parecía muy convencido de mi decisión.

—No sé si es una buena idea, Emma. —Dijo Valentino esta vez.

—Valentino...

—Valentino tiene razón, Emma. Debes tener protección. Por algo te la dio Leone.

Suspiré, cansada.

Va bene... (Está bien...). Pero no me atosigues, por favor. Esta noche quería pasármelo bien.

—Y lo harás, Emma. Pero te estaré vigilando.

—No sé yo.

—Haremos una cosa. Yo estaré alejado, bastante. Te lo prometo. A lo largo de la noche te olvidarás de que estoy ahí. Te divertirás y a la vez estarás protegida.

Va bene. —Dije asintiendo. Justo en ese momento sonó el timbre de la entrada—. Logan acaba de llegar. Me voy. Ciao (Adiós), mamma.

Ciao, bella. (Adiós, cariño). Diviértete.

—¡Grazie! —Exclamé saliendo por la puerta.

Valentino salió detrás de mí, cerrando la puerta. Se montó en el Range Rover, mientras yo me montaba en el Audi de mi amigo.

—Hola, Emma. —Dijo con una sonrisa—. ¿Viene? —Señaló con el pulgar hacia atrás cuando vio el todoterreno arrancado detrás de su deportivo.

—Sí. Viene. Temas de seguridad. Leone está paranoico. —Mentí un poco. Es cierto que la seguridad depende de Leone, pero hace semanas que no sé de él. Me pregunto qué estará haciendo. Debo confiar en él. Quiero confiar en él. Salva me dijo que sus misiones eran peligrosas y no podía mantenerse en linea ni conectado a internet por su seguridad. Y lo entendía, las redes sociales nos rastrean sin que nos demos cuenta.

—Tu novio es todo un caballero, ¿eh? —Dijo Logan con voz pícara. Asentí.

—Estaría mejor si al menos me llamara. —Lo dije más para mí que para él, aunque creo que lo escuchó. No dijo nada y arrancó el coche, poniéndose en marcha con Valentino detrás.

—¿Quieres saber a dónde vamos o mejor me callo? —Me preguntó divertido.

—Prefiero no saberlo. Pero debo pedirte una cosa. —Él me miró extrañado por uno segundos, pero luego volvió la vista a la carretera.

—Tú dirás.

—¿Podríamos ir a buscar a una chica, por favor? Digamos que es una amiga mía.

—Si dices "digamos" es porque no estás segura.

—Tienes toda la razón. Pero me encantaría saber qué tal está. Lleva un tiempo fuera de viaje de negocios y aún no me ha llamado.

—Tranquila. El jefe es un hombre con muchas obligaciones. Por algo es el dueño de una cadena hotelera, y no es nada fácil. No le ha pasado nada.

—Ya... —Dije, aún muy poco convencida.

—Bien, así que tenemos que ir a por una amiga tuya, ¿no? —Asentí con la cabeza—. Vale. Vamos a por ella y cenamos. En cuanto lleguemos pediré una mesa con una silla más y ya está.

Logan condujo hacia la dirección que le dije. La casa de Arianna no estaba muy lejos de donde estábamos. Cuando llegamos, ella ya estaba fuera, esperándonos con un vestido corto y unos tacones que alzaban su figura. Era muy guapa. En cuanto nos vio, me dio una sonrisa y se montó en el coche.

—Hola. —Dijo al entrar.

—Hola, soy Logan. —Logan también era un chico bastante atractivo. Arianna se puso roja cuando le vio. Sonreí, quizás la noche terminaría bien para ambos.

—Encantada, soy Arianna.

Logan asintió y arrancó. Miré por la ventana durante el trayecto, pensando qué estaría haciendo mi hombre italiano.

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