Onns
Diez
<<Onns>>
Anteriormente
"—Olvídalo, no lo haré. No quiero soportar sus estúpidos reclamos y argumentos sin sentido cuando no llegan a acuerdos. Tampoco es que sea muy bienvenido en ese maldito lugar y lo sabes bien —lo miro de reojo.
—Ah, qué más da. Pensé que contaba contigo... —Alma suspiró, agachando la cabeza— No te preocupes por eso, seguro vendré a tiempo para trabajar en lo acumulado —lo soltó y levantó el rostro con una radiante sonrisa que Kanda interpretó como falsa.
Dejó que su hermano finalmente se fuera a las duchas y lo vio alejarse, con su ancha espalda y su largo cabello meciéndose imponente con cada paso.
Pero aún no estaba derrotado, una tenue sonrisa apareció en su rostro y una nueva idea surcó su mente..."
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La luz del sol fue bloqueada por la espesa nube de arena. Los grifos caminaron por varias horas buscando un refugio en medio de la tormenta del desierto, tenían claros signos de agotamiento y para colmo debían evitar pisar escorpiones escondidos entre la arena.
Para su fortuna, se encontraron una formación de ramas secas y rocas que era lo suficientemente grande para resguardarlos del viento. Bajaron de las monturas y los soldados revisaron el perímetro para descartar depredadores más grandes entre las grietas. Los demás revisaron el equipaje y les sirvieron agua a los grifos.
Su plan era esperar a que hubiera menos viento y mejor visibilidad para montar unas tiendas de campaña, pasarían el ciclo menor en ese lugar y resumirían el viaje a primera hora del día siguiente.
Lavi aflojó la bufanda que cubre su cuello para ventilarse un poco. El calor era más intenso por las partículas de arena y las múltiples capas de ropa lo estaban sofocando. Sabía disimularlo bien, pero no podía engañar a Bookman y su vista aguda, el alfa mayor se acercó y le lanzó un objeto que rápidamente fue capturado por su mano derecha.
Su ojo esmeralda vio la cantimplora con agua y entendió el mensaje. Comenzó a beber hasta dejarla medio vacía, vertió el resto en su rostro empapando la banda sobre su cabello y calmando su creciente jaqueca. La insolación era un problema con el que tenía que lidiar desde su mudanza a Cuargeo debido al calor extremo del desierto a diferencia del clima templado que había en Citrino.
La tormenta pasó horas más tarde y cuando el atardecer del ciclo menor cayó en el cielo la temperatura dio un giro drástico, mucho más refrescante para los viajeros atrapados a mitad del desierto. Lograron instalar un conjunto de tres tiendas de campaña agrupadas en un campamento provisional, cada una para ser compartida por dos personas; Allen y Link, Lavi y Panda, y los guardias.
Allen y Lavi se ofrecieron como ayudantes de Link, este preparaba la comida. Los guardias fueron en busca de más leña seca y Bookman estaba sentado sobre una alfombra, escribiendo cartas con el reporte de su ubicación para ser enviadas a Atlas y Cuargeo porque debían estar al tanto de su avance.
En cuestión de minutos un delicioso aroma comenzó a esparcirse. Link no era tan diestro como Jerry, pero cocinar era uno de sus pasatiempos favoritos además de leer. El beta se especializaba en postres pero aun así, con las pocas especias y carne seca que llevaron logró improvisar un caldo que no tenía nada que envidiar a los platillos del chef real.
—Huele delicioso —Allen pensó en voz alta, tragando la saliva extra que se acumulaba en su boca. Lavi asintió de inmediato con el estómago vacío.
Los curiosos ayudantes aspiraban el olor que provenía de la olla y el rugido de sus estómagos no se hizo esperar. La mirada hambrienta de Allen y Lavi molestaba a Link ya que no estaban concentrados en cortar correctamente los últimos vegetales y raíces, corriendo el peligro de cortarse algún dedo.
—Oye, Link... muero de hambre, ¿podemos comer ya? —pregunta Lavi, casi babeando.
—Aún no... —el beta solo arrugó las cejas e ignoró su insistencia hasta que guardaron silencio.
Pero al pasar los minutos, quien más comida requería estaba sospechosamente quieto. Link desvió su mirada a Allen; estaba sentado de espaldas a él y no podía ver claramente lo que hacía, así que de forma disimulada se acercó sólo para descubrir que ya había cortado su parte de los vegetales, pero se había comido la mitad de estos sin cocinar.
—¡¿Qué se supone que estás haciendo?! —regañó indignado cuando lo descubrió. Allen lo miró con inocencia y migajas en sus mejillas.
—Umm... tenía hambre y descubrí que la raíz de Bao sabe bien incluso antes de cocinarse —contestó como si fuera algo normal.
La sopa apenas empezaba a hervir, así que Link los envió al otro extremo del campamento improvisado en donde estaban los grifos para colocarles su comida y cerciorarse que estuvieran bien.
...
—Fíjate que la testera no se atore en sus cuernos —indicó Allen cuando vio que Lavi luchaba por acomodar las correas que mantienen a uno de los grifos en su lugar. El animal no estaba nada contento con la intromisión del alfa que no era su dueño y se levantó en dos patas, queriendo golpear al ojiverde. Lavi se agachó en múltiples ocasiones para evitar un picotazo o ser azotado por su cola.
—Eso intento, pero es algo difícil cuando quieren arrancarte la cabeza —se quejó, alejándose del alterado grifo que era de uno de los guardias.
Allen dejó por un momento a Timcampy para ayudarlo. Con su distracción el animal no notó que se acercaba, pero seguía tenso e inquieto, abriendo sus alas en advertencia.
Extendió su mano con calma— Tranquilo, amigo. Sólo te quitaré esto y luego te dejaré en paz, ¿sí? —dijo en un susurro aterciopelado con una sonrisa. El grifo lo vio a los ojos y poco a poco se fue calmando con su voz hasta bajar las alas y cerrar los ojos ante el tacto de la mano de Allen. Mientras tanto con la otra mano acomodó las correas que estaban mal posicionadas. El animal pronto regresó a lo suyo, comenzando a comer.
Allen acariciaba las plumas de su cuello bajo la mirada de asombro de Lavi— ¿Co-Cómo lo hiciste? —cuestionó incrédulo.
—Es una de las ventajas de ser omega... o quizás la única —pensó lo último en voz alta—. Nuestra voz no sólo calma a los cachorros, fue algo que Miranda me enseñó hace algunos años después de que accidentalmente hiciera enojar a uno de los grifos en el Grerto y me salvara por poco de perder la mano —explicó mientras tomaba asiento sobre una roca.
—No había escuchado la voz omega en mucho tiempo —confiesa sin salir de su asombro. Siendo un Bookman obviamente sabía que los omegas tienen un tipo de voz especial, pero pocas veces lo había visto en acción—. Y yo pensé que nunca te metías en problemas por tu cuenta. ¿Te imaginas la cara que hubiera puesto Cross si te hubieras lastimado en ese entonces? Deberían tenerte más vigilado —comenzó a burlarse.
—Lo dice quién sale a escondidas para participar en carreras de grifos clandestinas. ¿O no es verdad, "Conejo Escarlata"?
Lavi palideció al escuchar ese apodo y Allen sonrió victorioso al confirmar el pequeño secreto del alfa.
—¡Shh!... No lo digas en voz alta —trató de silenciarlo, viendo disimuladamente hacia donde estaban los demás— No sé cómo te diste cuenta, pero nadie más debe enterarse. Si el viejo panda llega a saberlo... —no quiso terminar la frase, llevando la mano a su cuello instintivamente.
Con su ingenio y astucia Lavi siempre escapaba de la vigilancia de Bookman hacia los suburbios de la ciudad donde suelen organizar dichos eventos. Le apasionaba sentir la adrenalina de las carreras de grifos que son bastante intensas además de ilegales en Lemuria. Con muchos años de experiencia logró obtener el título del mejor corredor en todo el reino; el dinero no era su motivación, después de todo es parte de una familia acaudalada, lo hacía por mero orgullo y el ímpetu competitivo que le caracteriza.
—Descuida, no diré nada —dijo Allen en medio de su risa, y así siguieron conversando de temas triviales y simples mientras la hora de comer se aproximaba.
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Luego de comer todos se sentían en su límite de agotamiento pero acordaron que se turnarían un par de horas para vigilar mientras los demás duermen. Allen aceptó la primera ronda. Se quedó cerca de donde los grifos estaban descansando y también aprovechó el momento a solas para ordenar sus pensamientos.
Tim no tardó en acercarse a su dueño en busca de atención, la cual le fue concedida a través de caricias que el albino le daba en el cuello y su cabeza, haciendo que el gran animal se echara a su lado y dejara que las plumas de su ala le sirvieran de respaldo, trinando bajo en un sonido similar a un ronroneo felino que provocó una sonrisa en el omega.
En medio de sus pensamientos recordó la carta de Cross que Miranda le entregó antes de salir del palacio. Técnicamente estaban fuera de Cuargeo, así que la sacó dispuesto a leerla; el sobre estaba un poco arrugado por el agitado viaje, pero aún tenía intacto el sello de cera con la estampa del anillo del general y el escudo real de Lemuria. Era bastante grande y con más de una hoja de papel, al abrirlo sintió el olor a alcohol intensificarse, lo que le hizo fruncir el ceño, sumado a la pésima caligrafía que le indicaba el estado en el que el alfa pelirrojo se había dado a la tarea de escribir.
| Querido Allen...
¿A quién engaño con eso de "querido"? Ni la misma Gea lo creería. El único motivo por el que me tuve que hacer cargo de tu trasero real fue por Mana.
Ignora eso último, me da demasiada pereza buscar una nueva página para escribir o manchar el papel con tinta para borrarlo... |
De primeras había logrado que una notoria vena saltara en su frente, sus labios se torcieron en una mueca de disgusto para contener una lista de variados insultos hacia el alfa. Se tomó unos segundos para lanzar un enorme suspiro y calmarse pues de nada le servía enfadarse ahora, entendiendo finalmente el porqué de la extraña petición de leerlo estando lejos.
Reanudó con pesadumbre la lectura.
| Aquí vamos de nuevo...
Para mi aprendiz, quien es un príncipe idiota.
Maldita resaca la que me he conseguido. En este momento no estoy de humor para lidiar con tus reclamos, así que espero que cuando leas esta carta ya estés lejos del palacio. Con eso me ahorro las molestias de la cursi despedida y agradecimientos que estoy seguro me hubieran hecho dormir más rápido que una canción de cuna.
Además, detesto las palabras de agradecimiento, tu padre era igual a ti en ese aspecto. El siempre me agradecía por todo con esa sonrisa que me parecía molesta. No agradezcas aun, no hasta que cumplas tu propósito y encuentres tu propio camino... |
Esa última frase lo había descolocado un poco porque pensaba que nadie más que él sabía de las últimas palabras de su padre antes de morir por su propia mano. Nuevas dudas le abordaban, pero algo dentro de su corazón le decía que no era el momento de detenerse a llorar y hacer reclamos, ya tendría su debido tiempo para hablar a solas con Cross.
| Ahora, iré al grano, ya que no tengo nada de mi vida sexual que contarte o que sea de tu interés.
Ten cuidado con lo que hables o con quien conversas durante el viaje, incluso estando en Atlántida, porque el idiota de Leverrier trama algo y estoy seguro que están siguiendote o espiando en todo momento.
Parece que Leverrier es la mente maestra, o al menos está involucrado en alguna conspiración en tu contra, pero aún no puedo confirmar que busca ganar con esto. Tampoco puedo acusarlo de traición porque los papeles del acuerdo con Atlántida están muy bien modificados y me tomará tiempo demostrar que tiene algo bajo la mesa o averiguar si hay más involucrados.
Bookman es el único en quien puedo confiar tu seguridad por el momento, no te alejes mucho de su nieto o de él.
No habrá más cartas, nos vemos en Atlas en unos días. Mas te vale que cumplas tu parte del compromiso y no hagas algo estúpido una vez llegues a Pragas.
Hasta entonces,
C. Marian |
No negaba que su estómago se revolvía al pensar que estaba expuesto a un peligro igual o mayor al de un ataque de akumas. La ambición de ciertas personas de la clase alta siempre había sido un problema desde que se supo que era un omega. Sus manos arrugaron el papel sintiendo impotencia, por eso y otras razones debía concretar el compromiso y así poder reclamar su derecho al trono de Lemuria.
"¿Qué gana Leverrier con ofrecer mi mano en matrimonio si planea algo en mi contra?" pensaba mientras posaba su vista en el cielo nublado por el remanente de la tormenta. Era sencillo atinar que al formarse la alianza de ambos reinos todas las tierras de Lemuria pasarían a ser parte de un solo reino regido principalmente por el rey alfa de ascendencia atlante, además de que él pasaría a ser un miembro más de la familia real de Atlántida, y como tal sería protegido.
Regreso su vista al papel porque noto que había algo más escrito cerca del borde con una caligrafía casi ilegible.
| PD: Me metí en una deuda apostando y sé que como eres un gran príncipe benevolente y generoso me ayudarás con este insignificante problema. Esa y otras cuentas están a tu nombre en las páginas adjuntas. |
Suponiendo lo que el "insignificante problema" era en realidad, cerró los ojos al tiempo que pasó la página, los abrió despacio y casi se infarta al ver los números de varias cifras estampados en el papel; una larga lista llena de nombres de licores exóticos, comidas lujosas y cuentas de burdeles de omegas de todos los negocios de los barrios bajos de Cuargeo y otras ciudades.
—¡Eres un... —no terminó de exclamar su improperio pues este fue detenido por la voz de Lavi.
—Ya es mi turno para vigi-... ¿qué estás haciendo? —preguntó sin salir de su asombro al verlo tan alterado.
—N-Nada. ¡Todo está bien! —Allen mintió en medio de una sonrisa falsa, dándose la vuelta y logrando esconder a tiempo la carta tras su capa.
—Entiendo... Ya empieza mi turno. Debes descansar porque saldremos a primera hora mañana.
—S-Si, si, nos vemos — se despidió rápido, evitando darle la espalda. Cuando se alejó lo suficiente y se aseguró que nadie lo observaba respiró aliviado. Guardó la lista de deudas y arrugó la carta antes de lanzarla a la fogata, esperando que se convirtiera en carbón fino y ceniza hasta eliminar todo rastro de lo que estaba escrito.
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—¡Allen, tienes que ver eso! —señaló el ojiverde, llamando la atención del omega. Con gran euforia el alfa apunta su dedo a cierto lugar.
Después de dos largos días en el desierto este finalmente quedó atrás. El clima se volvió más agradable y húmedo dando paso a árboles y arbustos además de valles atravesados por arroyos que bajan desde las montañas nevadas.
—¡Es increíble! —sus ojos grises brillaron encandilados ante la belleza de unos gigantescos arcos hechos de piedra. Aun desde la altura en la que volaban se sentían pequeños en comparación al grosor de las estructuras cubiertas por musgo y hongos fluorescentes, dando a entender que tenían milenios en dicho lugar sin ser perturbadas.
Al pasar bajo los arcos fueron bienvenidos por una parvada de pájaros de cuello largo y vibrantes plumas de colores volando en forma deltica. Los inesperados acompañantes graznaron sin intimidarse por los grifos. Allen levantó su mano para acariciar las plumas de uno de los que volaban cerca, pero Timcampy le lanzó una mirada celosa al ave y voló más rápido para dejarlo atrás.
A medida que bajaron altitud y se adentraron en el bosque encontraron enormes montículos de piedra que sobresalen del suelo y se mezclan entre los árboles. Allen miraba hacia todos lados sin perder cada detalle del lugar que pocas veces visitó en su infancia y apenas recordaba. La mayoría del bosque estaba intacto, aunque poco a poco se comenzaron a ver algunos daños causados por el ataque de semanas atrás.
Las tierras de Didierite son un punto estratégico en Lemuria ya que es el único lugar en el reino donde la maldición de Erebo que seca el suelo y destruye las plantas aún no ha caído, esto es gracias a la barrera mágica del bosque de Onns ubicado en su parte más recóndita.
Descrito en leyendas milenarias como el nido de la creación de todos los intraterrestres, también es el refugio actual de seres extraordinarios, mágicos, semidioses y espíritus de la naturaleza que sirven a la diosa Gea. Los habitantes del lugar viven en una ciudad arbórea y semi flotante; los troncos de los árboles sirven como base principal para puentes colgantes, centenares de escaleras en espiral, poleas y plataformas a varios metros del suelo. Las personas que viven ahí también hacen uso de los grifos y caballos en la base del bosque.
Ya estaban cerca de comenzar a ver la zona residencial de la ciudad, pero no tardaron en detectar que algo andaba mal.
—El bosque no debería ser tan silencioso —cuestiona Allen. Los pájaros que los acompañaban desaparecieron entre los árboles y solo se escuchaba el aleteo de las alas de sus grifos.
Lavi estaba alerta cuando detectó desde lo alto un diminuto destello escondido entre las hojas. Sacó su martillo de inmediato y lo hizo crecer evitando que el proyectil los impactara.
Una lluvia de flechas comenzó a caer. Fueron emboscados en una trampa bastante elaborada y si bien Allen podía detectar la presencia de los akumas, existen otros peligros que pueden pasar desapercibidos hasta que ya es muy tarde. Sus atacantes usaron la sombra de las hojas y los árboles a su favor, lanzando flechas desde varias direcciones, algunas incluso tenían redes para inmovilizar a los grifos pero estos fueron hábiles y las esquivaron sin dificultad.
—¡¿Qué está sucediendo?! —se pregunta Allen, al inicio un poco aturdido por el repentino ataque. Con su mano detuvo una flecha que iba a su cabeza.
—Concéntrate en esquivar las flechas —se quejó Link mientras buscaba una abertura para cubrirse del ataque. No podían contraatacar porque no sabían desde donde venían las flechas. Los grifos hicieron giros y maniobras pero no podían esquivarlas por más tiempo.
Los habían desviado del sendero principal y ahora estaban en una parte más hostil, siendo la zona dañada por la reciente batalla de los generales cerca del templo del Fénix.
—Los puedo ver —exclamó Bookman. Al menos media docena de hombres estaban saltando de rama en rama vestidos con trajes hechos a base de hojas que les servían como camuflaje. Al verse descubiertos, el que parecía el líder del grupo comenzó a reír con sorna, corriendo entre las ramas con intención de capturarlos aunque no ilesos.
A este paso alguien resultaría herido, así que Link sacó de la manga de su kurta un talismán lleno de símbolos extraños y lanzó el pergamino hacia los hombres cuando finalmente identificó su posición.
El talismán estalló y se multiplicó en cientos de copias que como si fueran un imán se pegaron a los cuerpos de los bandidos. Sus brazos y piernas fueron inmovilizados y pronto comenzaron a caer al suelo en lo que parecía una muerte segura. Gritaron aterrados, pero fueron atrapados por una extraña red de tela blanca que se había sujetado de los troncos, Allen había usado su inocencia para detener su caída.
Cuando la inesperada persecución dio su fin, Allen bajó al grupo de hombres hasta el suelo siendo rodeados por los guardias, Bookman y Lavi.
Link se acercó molesto y su mirada era aterradora— Muy bien, se acabó su juego, ahora me dirán exactamente sin rodeos quiénes son y de dónde sacaron el valor suficiente para atacar a una comitiva real.
No podían perder más tiempo en el bosque y aún tenían que resolver el problema de qué hacer con ellos pues no pueden simplemente llevarlos en los lomos de los grifos a la ciudad debido al exceso de peso.
—¡Malditos nobles! Todos ustedes son iguales —respondió un hombre que, a juzgar por su aroma, era el único alfa del grupo.
—¿Y bien...? ¿Vas a responder mi pregunta? —el beta rubio vuelve a cuestionar sin inmutarse por la mirada de odio del sujeto, este le escupe pero no pudo alcanzar su cara. Link recitó en voz baja una oración y de pronto los talismanes comenzaron a apretarse, haciéndolos gritar de dolor.
—N-Nosotros solo queremos rescatar a nuestro líder antes de la ejecución —uno de los betas se vio forzado a hablar, haciendo que Link dejara de apretar los talismanes.
—¿Habrá una ejecución? —pregunta Allen metiéndose en la conversación algo consternado.
—S-sí. Vimos que traían el escudo real en sus grifos y pensamos que eran invitados del gobernador, es por eso que planeamos capturarlos para liberarlos a cambio de nuestro jefe. Pero juro que no sabíamos que el príncipe viajaba con ustedes —respondió tenso, mientras el dolor por la constricción se disipaba.
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Alma no podía evitar sonreír siempre que desde lo profundo de su mente brotaban aquellos recuerdos de la época feliz de su infancia, bellos e inocentes días en los que pasaba incontables horas junto a cierta persona jugando y explorando en los jardines del palacio. Dichos recuerdos fueron el ancla que le ayudó a mantenerse cuerdo ante las atrocidades y momentos amargos que acontecieron en su vida poco tiempo después, y que dejaron cicatrices en su cuerpo y su espíritu.
En medio de la pelea los buscadores lograron adelantarse y llevarse unos pergaminos cruciales para su nueva misión. Alma meció el filo de su inocencia en forma de hoz en suaves movimientos al compás de una canción que salía de su boca como un tarareo, un baile letal en el que sangre de miembros amputados de los esbirros y akumas llovían por doquier, manchando su uniforme y su rostro.
—Te matarán si sigues soñando despierto —Daysha se burlaba por el poco sentido de preservación del príncipe, exponiéndose a peligros innecesarios por andar con la cabeza en las nubes— ¡Cuidado! —gritó alarmado.
Ese grito lo sacó de su ensoñación y al darse cuenta, las fauces filosas de un akuma estaban a punto de clavarse en su cuello. Daysha lo empujó a tiempo y lanzó su inocencia, una esfera de metal que rompió los dientes del akuma, atravesando su cráneo. El akuma voló varios metros hasta impactarse en las rocas, cerca de la orilla del mar.
El objeto esférico pronto regresó a manos de su dueño sonando como si fuera una pequeña campanita. Los dos betas estaban en medio de una movida batalla para acabar con un grupo de akumas de considerable tamaño que amenazaba con apoderarse de una isla cerca de la costa continental de Barraig. Eran muy raros los casos de akumas en Atlántida, razón por la cual fueron enviados, ya que Kanda no podía por el tema del compromiso. Al final les llevó todo el día limpiar la zona y acabar con los akumas restantes. Los cuerpos de los esbirros empezaban a desintegrarse y el par de guerreros respiraban agitados y cansados por el esfuerzo físico.
—Estoy exhausto y no siento mis brazos... —Daisya dijo con desánimo, dejándose caer sin gracia sobre una roca para tomar asiento— No recuerdo cuándo fue la última vez que vi tantos akumas reunidos en un solo lugar. Si el supervisor Lee o los clérigos superiores se hubieran percatado antes habrían enviado a Yuu con nosotros.
El peliazul asiente mientras desactiva su inocencia, enrollándose en toda la extensión de su brazo derecho. Mientras tanto, la vista de Daisya comenzó a ponerse borrosa. Alma lo noto de inmediato y puso la mano en su pecho cuando este empezó a inclinarse.
— ¡¿Qué ocurre?! ¿Te sientes mal?
Daisya se quitó la capucha con dificultad, dejando ver un corte considerable en la parte baja de su cabeza, había perdido mucha sangre y eso lo estaba debilitando.
—Déjame revisarlo... —se acerca para distinguir la herida.
—Tsk, no es nada grave, solo dejará una marca. No tienes que ayudarme, en serio —dijo sin dejar de sonreír para no preocupar a su compañero. Pero Alma sabía que la pérdida de sangre podía ser peligrosa.
—Si no hago nada, el cerebro se saldrá de tu cabeza —reprendió fingiendo estar molesto. Daisya reía en medio de muecas de dolor por el movimiento.
—Dile a mi esposa y mis hijos que los amo entonces —exagero lúdico contagiándolo de su risa.
El ojiazul dejó de reír y su rostro se volvió más serio. Colocó su mano derecha sobre la herida de Daisya, cerrando los ojos para concentrarse en lo que debía hacer. El sello sobre su pecho comenzó a sentirse cálido y brillar en un tono púrpura. Después de unos segundos abrió los ojos y retiró su mano, pudiendo observar cómo de forma minuciosa el corte dejaba de sangrar y comenzaba a regenerarse.
— ¡Gracias!... Tu habilidad es tan útil en estas misiones. No entiendo cómo es que no la usas siempre —agradeció y se puso de pie, caminando a donde estaban los buscadores para ayudarles pues la habilidad de Alma no solo había curado la herida, también había recuperado su energía.
—No hay de que... —Alma responde. Poco a poco va perdiendo la sonrisa en su rostro mientras el azabache le daba la espalda.
Tomó asiento en la misma roca en la que Daisya estaba sentado hacía unos instantes y llevó la mano hasta su cabeza, apretando justo en la zona donde estaba la herida de su amigo, reteniendo las lágrimas que amenazaban por salir...
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Voz de omega y alfa: Cuando haga uso de este tipo de voz estará colocado en cursiva a diferencia de la del alfa que estará en negrita.
Grifos: El lazo de lealtad de los grifos significa que serán fieles de por vida a una sola persona, pero si esta persona quiere viajar con alguien más, el animal lo permitirá siempre y cuando tenga un olor similar al de su dueño (familiares), o si sus dueños no se muestran nerviosos ante la persona extraña.
Inocencia de Alma: Se llama Ftera Nero que se traduce del griego antiguo como "plumas de agua"
Su inocencia es similar a la que se muestra brevemente en la serie (la que tiene su vida pasada cuando era exorcista), y es un plumero alargado.
Ftera Nero es de tipo Parásito/Cristalizado. Alma tiene un solo estigma similar a los de Kanda y Lenalee, y se encuentra sobre su hombro derecho. Cuando la inocencia está desactivada, se enrolla en su brazo como un espiral y se convierte en un tatuaje un poco abultado de color carmin con plumas en ambos extremos.
Habilidades: Alma controla a voluntad las plumas que se endurecen como cuchillas de metal, también puede acomodarlas para convertir su arma en una hoz de dos hojas. Tiene ataques de largo alcance similares a los torbellinos de viento que crea Lenalee y puede lanzar algunas plumas endurecidas como si fueran proyectiles, pero Alma prefiere el combate de cuerpo a cuerpo y corto alcance.
*La habilidad de curación NO es parte de su inocencia. Eso lo describiré más adelante.
Casta y edad de los personajes presentados:
*Daisya Barry: (Beta) 117 años / 19 años humanos
¡Daisya está vivo! Bueno, al menos está vivo aquí al igual que Alma *cries in Spanish*
Apuesto a que no se esperaban su aparición y apuesto mucho más a que no se imaginan el papel de cierto personaje en el próximo capítulo. Los dejo con la intriga para que se preparen.
⋆。*゚✲*⋆*✲゚*。⋆
Los dejo con un Bye Bye Dango...
レムーリャ By: Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。
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