Just a bad dream
Cinco
<<Just a bad dream>>
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"Para ingresar a la base de guardias de la zona debían salir del agua y adentrarse en la isla tropical a través de un puente entre dos cascadas brumosas opacando la luz del sol, subieron varias escaleras hasta llegar a una plataforma circular con intrincados diseños que no estaba sola. Frente a ellos ya los esperaba un grupo de guardias acompañando a un hombre del personal administrativo.
—Parece que llegamos tarde... otra vez... —murmuró Alma en medio de una risa nerviosa— ¿Qué tal, señores? ¿Por qué esas caras tan largas? —Levantó los brazos y sonrió inocente, pero solo recibió silencio como respuesta.
Lenalee trató de sonreír con resignación y Kanda los miró con indiferencia. El ambiente se sintió pesado y muy incómodo... y eso que aún faltaba la reunión con el gobernador."
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—No era una sugerencia, era una orden —dijo Allen. Él caminaba apacible mientras que Miranda parecía un manojo de nervios andante.
En cuestión de minutos Allen ya se había puesto su sherwani favorito. Con una kurta mediana de un suave color celeste, bordado con finas hebras doradas en el encaje del cuello y la espalda, pantalones del mismo color hasta sus tobillos y zapatillas doradas; aún llevaba el cinto colgando de su cuello.
—¡Allen, por favor, recién termina tu celo!... Tu aroma se siente por todo el palacio, ¿y qué crees que pasará si sales en este momento? —Miranda jalonea impaciente un mechón de su cabello, siendo ignorada por el presuntuoso y alegre príncipe albino mientras bajaban la enorme escalera de caracol.
—Agradezco tu recomendación, pero te preocupas demasiado y ya no soy un cachorro. Nada malo va a pasarme, además puedo defenderme solo—quiso excusarse, pero sabía que era inutil cuando Miranda se empecinaba en algo.
Entró al área de la cocina; cacerolas humeantes y el horno a fuego medio con pan a punto de salir lo hicieron sonreír ya que el delicioso aroma despertaba su siempre hambriento estómago. Al fondo alguien estaba dando órdenes a dos ayudantes que limpiaban con ímpetu los utensilios y la vajilla de unos estantes tan altos como el techo.
—¡Jerry, buenos días!
—¡Oh, pero mira a quién tenemos aquí! Buenos días, príncipe. Me alegra que la cocina sea tu primer destino del día. ¿Qué te sirvo? —saludó el excéntrico hombre de piel morena acercándose con una sonrisa enorme. De su delantal sacó un cuchillo y comenzó a rebanar las zanahorias y vegetales que tenía listos sobre una mesa de mármol— La cocina nunca es la misma cuando la comida se lleva hasta tu habitación. ¡La pasión y dedicación del chef real es siempre compensada al escuchar tu melodiosa voz pidiendo más dangos y postres!
—¡Huele delicioso! Puedes servirme lo que sea —respondió rascando su cabeza apenado ya que un gruñido proveniente de su estómago habló antes por él. El beta río ante la timidez del albino.
Miranda se acercó con una expresión fantasmal interrumpiendo su conversación— Jerry, haz algo para ayudarme. El príncipe quiere salir de la seguridad del palacio, su celo apenas ha terminado...
La castaña enlistó los posibles peligros que cualquier omega puede encontrar sin importar su estatus, caminando de un lado a otro como león enjaulado mientras Allen tomaba asiento en una mesa especial para él y Jerry le servía una docena de platillos calientes y fríos.
—...pretendiendo ir a quien sabe dónde. Sé que se puede cuidar solo, pero él mejor que nadie también sabe lo cruel que son las personas en la ciudad y peor los alfas. ¿Siquiera me están escuchando? —recriminó frustrada, llevando las palmas a la mesa llamando la atención de Jerry. Su aroma a café se había tornado tan ácido debido a sus nervios que Allen también la miró expectante.
El chef colocó una mano en su cadera y la otra en su mentón mientras Miranda esperaba impaciente. Allen no pudo ocultar su curiosidad en la cara llena de migajas y restos de crema dulce.
—¡Por Gea! Tienes razón, Miranda. ¡El príncipe Allen no puede salir... —afirmó Jerry luego de alzar su índice. La mencionada suspiró aliviada llevando sus manos temblorosas al pecho—... sin una ración de comida extra para llevar por si se le antoja un aperitivo! Los panecillos están por salir del horno —se giró hacia el albino y guiñó su ojo. Allen aguantó las ganas de reír tendidamente para no alterarla aún más.
Miranda no puede más que sostenerse del respaldo de una silla para evitar caer de espalda debido al ataque de histeria. Mientras Cross se encuentra lejos del palacio, la seguridad y el deber de mantener a Allen sano y salvo recae en sus desconsolados hombros, cosa que aplicaba en ese instante.
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Tras unas cuantas mentiras piadosas y un poco de agilidad propia de su astucia, Allen consiguió escabullirse entre los túneles y pasajes secretos dentro del palacio sin que Miranda lo descubriera. Tomó un atajo que nadie más que él conocía para llegar una de las torres, caminando de forma sutil por un pasillo en cuyo final se podía apreciar una enorme puerta adornada con cristales preciosos y en su centro el emblema de la familia real que tenía un par de grifos dorados rugiendo.
Dos guardias beta que custodian la entrada cambiaron su posición, se inclinaron como reverencia cuando notaron la presencia del príncipe y abrieron la puerta.
—¿Está listo? —pregunta el omega.
—Tal y como usted ordenó. Su grifo ha sido preparado para salir, joven príncipe —responde uno de ellos. Allen ensanchó su sonrisa porque a pesar de la negativa de Miranda y su preocupación, si había avisado a los guardias del Grerto.
—Se los agradezco... Estaré de vuelta en un par de horas —respondió de forma amable.
Dentro estaba un área con monturas, armaduras y equipamiento para los grifos que se encuentran en cubículos similares a los establos de caballos. La diferencia principal es que dichos establos se encuentran a treinta metros del suelo, en una de las torres más altas del palacio.
El Grerto alberga a la mayoría de los grifos de los soldados y guardias que custodian el lugar, además de los grifos de los sirvientes y algunos miembros nobles que ocasionalmente visitan el palacio por motivos varios. Daba lugar a una maravillosa vista de la ciudad al estar en una de las zonas más altas.
Al notar la presencia del visitante, los grifos empezaron un bullicioso saludo con cantos y rugidos. Allen se colocó una capa blanca para pasar un poco más desapercibido, también le ayudaria a protegerse del inclemente sol y la arena.
Se acercó a uno de los cubículos con cierto grifo de plumas doradas y amarillas. El animal trató de lanzarse sobre él, siendo detenido de golpe por la correa que lo mantenía sujeto al suelo. Mientras que uno de los guardias abría la reja que separa el Grerto del exterior, el otro soltó la correa. Allen recibió gustoso el saludo de su grifo y comenzó a acariciar las plumas de su cabeza.
—Hey, Timcampy, ¿qué dices si salimos a pasear un rato? —pregunta entre risas. Tim estiró sus alas doradas listo para volar.
Allen odiaba el periodo de celo por varios motivos, pero el principal era que no podía montar a su preciado grifo. Timcampy más que una herramienta de transporte es su fiel compañero desde que era un cachorro.
Entre varios mimos y caricias, Tim terminó recostado en el suelo mientras que Allen rascaba su vientre, descolocando la montura que tanto les había costado a los guardias poner dado que el emplumado era bastante hiperactivo y poco social con personas que no fueran conocidas.
Sintió una extraña calidez en el pecho mientras otro recuerdo, esta vez más feliz, llegaba a su mente: justo después de mudarse al nuevo palacio real, cuando aún era un niño abrumado por la pérdida de sus padres y adaptándose a su nueva vida lejos del lugar que lo vio nacer...
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—Mueve tu trasero holgazán y sígueme —Cross le ordenó con una voz altanera.
El pequeño Allen tembló y se escondió tras una de las cortinas de su habitación.
—Ugh, ¿cómo es que terminé cuidando a este mocoso? —el alfa murmura con desgano sin dejar que el menor lo escuche. Nunca estuvo en sus planes ser su niñera, pero tenía un enorme aprecio y respeto por Mana—. No estoy molesto contigo, sólo tengo algo que mostrarte —resignado y chasqueando la lengua ablandó la mirada, esperando que el albino confiara en él y saliera de su escondite.
—Es-esta bien... —su táctica funcionó y Allen comenzó a seguirlo a su ritmo.
El pequeño príncipe tenía una vaga idea sobre el lugar adonde se dirigían. Cuando llegaron hasta el Grerto, su cara fue de sorpresa al ver a una cría de grifo con los ojos vendados. Sus ojos grises brillaron por primera vez en mucho tiempo, llamando la atención del alfa pelirrojo.
—Sabía que querías un grifo, así que conseguí uno por tu cumpleaños. Se llama Timcampy, cuidalo bien —explicó, ladeando su rostro al ver el cambio en la expresión de Allen y su sonrisa inocente. Desde la muerte de sus padres, Allen se había vuelto muy reservado y tímido, hablando sólo cuando era necesario. Era su primer cumpleaños sin ellos, por lo que verlo sonreír de esa forma conmovió a alfa.
—Es tan lindo... —dijo el ojigris. Extendió su mano pero aún dudaba bastante en tocar al emplumado. Cross se acercó y guió su mano rojiza hasta la cabeza del animal que se sobresaltó un poco ante el contacto, pero después aceptó gustoso las caricias.
Cuando el menor estaba frente a la cría de grifo, Cross se colocó a espaldas del animal, soltó la tela que cubría sus ojos para que hicieran contacto con los de Allen y formara el lazo de lealtad.
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Movió su cabeza de un lado al otro. No había dejado de pensar en su pasado desde que despertó. Con una sonrisa nostálgica por los buenos y malos recuerdos terminó de acomodar la montura de Timcampy y se subió a él.
Jalando de las riendas le ordenó moverse, Timcampy se subió a una plancha de madera especial y saltó hacia el vacío en una caída mortal. Extendió sus alas justo antes de llegar al suelo y comenzó a elevarse nuevamente.
Desde la sensación del viento acariciando su piel, moviendo la tela de su ropa, pasando impasible por sobre las plumas de su grifo, meciendo de forma agitada sus blanquecinos cabellos... si había algo que Allen Walker amaba con vehemencia era la sensación de libertad que su fiel compañero le brindaba. En el aire era donde se sentía con más vida.
Dieron un par de vueltas alrededor del palacio, deleitándose con la vista de Cuargeo, sus pintorescas casas talladas en piedra, las calles en formaciones cuadradas y las torres de vigilancia en los extremos que lo delimitan del enorme desierto como vecino.
Tras unos minutos de vuelo, se acercaron a una enorme edificación justo en el límite de la ciudad. Era fácil de identificar debido al contraste de la arena blanca y el color negro de la imponente torre que se alza varios metros. Los lemurianos conocen ese lugar como el templo de la Rama Norte, uno de los sitios sagrados y de adoración a Gea más importantes en todo el reino. También es la base en donde se reportan los guerreros sagrados a sus respectivas misiones.
El grifo dorado baja con cautela a una de las varias entradas que posee la torre. Allen buscó una en particular que usa con frecuencia para evitar llamar mucho la atención. Es un guerrero sagrado y tiene un tipo de inocencia parásita en su brazo, pero también es un príncipe, haciendo que las miradas siempre vayan a donde él va.
Bajando de su grifo y con los pies en tierra firme, Allen dio una mirada rápida a su alrededor para cerciorarse que estaba solo. No es que cualquiera pueda entrar en la Rama Norte sin identificarse primero, un hechizo especial permite el ingreso únicamente a los clérigos, exorcistas registrados y animales sin energía oscura como los grifos.
—Si tengo suerte puedo ir al área de entrenamiento —pensó en voz alta, con una mueca divertida— ¿Me esperas unos minutos aquí, Tim? —pregunta a su compañero que como si entendiera lo que dijo, golpeó con suavidad la espalda de Allen para empujarlo.
Pero antes de adentrarse captó de inmediato el aroma de un alfa en las cercanías. Aquello tensó su cuerpo, sintiendo un malestar en su estómago y la ansiedad creciente. Si bien su celo había pasado, su olor más dulce de lo usual aún estaba presente pudiendo alborotar los instintos de quien estuviera cerca, motivo por el cual permanecía en el palacio acompañado únicamente por personal que fuera beta u omega en la duración de su celo.
Sabía muy bien el problema en el que se metería y no quería un enfrentamiento innecesario o tener que dar explicaciones. Los pasos de esa persona se comenzaron a escuchar pero su aroma aún era demasiado débil para que lo pudiera reconocer.
Allen tomó una postura de alerta. Había aprendido con los años a tolerar la voz de alfa sin ser sometido, pero solo soportaba a alfas de menor rango o adolescentes. Si de lidiar con uno de mayor rango se trataba, aún podía defenderse pues tenía entrenamiento como guerrero sagrado y había desarrollado habilidades que sobrepasan a omegas o incluso betas comunes.
Timcampy sintiendo el estrés de Allen se posiciona frente a él de forma protectora. Sin embargo, con su olfato más agudo levantó la cabeza aspirando el aire.
—¿Tim? —cuestiona ladeando su rostro. El grifo erizó sus plumas y se adentra al lugar, girando a su derecha y perdiéndose de la vista de Allen.
Escuchó el rugido de Tim, un grito de pánico algo agudo y luego bastantes risas. No dudó en acercarse con cautela y en alerta para ver qué sucedía, pero para su grata sorpresa notó el peculiar aroma a libros que solo puede pertenecer a alguien en específico.
Descubrió que Timcampy estaba encima de su mejor amigo. El emplumado lamía el rostro de aquel alfa que reía a carcajadas por las cosquillas que le producían las plumas, despeinando su cabello pelirrojo.
—¡Aaah!... p-para ... ja... ¡Es su-suficiente, Tim! —trataba de articular palabras coherentes para que el enorme grifo se quitara de encima suyo. Finalmente se movió con la orden de Allen que reía de forma discreta.
—No esperaba verte hoy, Lavi.
El mencionado se incorpora y sacude el polvo de su uniforme— Esa frase la debería decir yo. ¿Qué haces por aquí? Creí que no te vería en dos días más —pregunta curioso. Allen comenzó a reír, rascando su cabeza.
Lavi es un miembro del clan Bookman y ahora también es un guerrero sagrado. A pesar de ser un alfa intimidante y fuerte, oculta su potencial tras una máscara infantil, inmadura y a veces coqueta.
Allen se permitió suspirar aliviado. Lavi le tiene bastante aprecio y lo cuida como un hermano, incluso de otros alfas. Al pasar tantos años juntos, el pelirrojo ya se había acostumbrado a su aroma, aunque claro, para evitar algún problema se mantenían alejados cuando era el periodo de celo.
—Vine a entrenar porque es la hora en la que menos personas se encuentran en el área de práctica —contestó Allen.
—Hmm... ¿Seguro que no te estás arriesgando mucho? —cuestiona, acercando su rostro al del albino que de inmediato retrocede con una sonrisa nerviosa. El único ojo de Lavi lo observaba de forma analítica— Aun puedo notar que recién termina tu celo.
—Sabes que odio estar encerrado por muchos días. Me siento atrapado y frustrado dentro de mi habitación —le responde desanimado, bajando el tono de su voz.
Lavi comenzó a reír, haciendo que Allen levantara una ceja— ¿Frustrado dices?... No dirías lo mismo si tuvieras a alguien con quien pasar esos acalorados días —guiño su único ojo, ensanchando su sonrisa burlona cuando la cara del ojigris se tiñó de rojo por la vergüenza.
—¡Pe-pero qué dices!
El ojiverde reía a carcajadas por la incomodidad del albino—No te hagas el puritano, que todos sabemos por lo que pasamos en el celo.
—¿P-por qué mejor no me acompañas a entrenar? —Allen trató de cambiar el tema a uno menos controversial.
La risa de Lavi se fue apagando y de pronto se puso algo tenso— Quisiera poder acompañarte, pero me escapé de la vigilancia del viejo Panda hace horas y seguramente ya me están buscando. Me espera una montaña de libros por leer como castigo —lloriqueó, haciendo gestos dramáticos.
Charlaron unos minutos más, pero cuando el ojiverde vio a los Bookman enviados por su abuelo se despidieron mientras el alfa buscaba una forma de escapar de ellos.
Allen retomó entonces su camino en medio de laberínticos pasillos llenos de pilares monocromáticos. Ansiaba poder descargar todo su estrés entrenando, sintiendo mejor la fatiga muscular que la mental ya que, hablando de forma administrativa, la cantidad de reclamos, sugerencias, tratados, decretos pendientes y cuentas por revisar hacían que su cabeza doliera de solo pensar en ellos.
Aspectos que se pudieran afrontar si su reino no estuviera en medio de una emergencia y la clase burguesa no le hubiera dado la espalda. Todos los habitantes de Lemuria buscan una solución que se hace más difícil de cumplir debido a la guerra declarada por el Conde y los seres oscuros con sed de sangre llamados akumas.
Tras una buena sesión de ejercicio, sus entumecidos músculos ya estaban relajados y en forma. Debía enfrentar días muy ocupados en el palacio y sin misiones asignadas como guerrero sagrado no había excusas para salir, principal razón para escaparse momentáneamente, también aprovechando que tanto Cross y Link estaban ausentes.
Link cumple el papel de su asistente técnico, que al contrario de Miranda está más enfocado en asegurarse que su papel como príncipe no solo sea el de ser un rostro bonito sin conocimientos sobre cómo liderar un reino. Miranda simplemente le dijo que beta estaría ausente en las primeras horas del ciclo mayor solar sin decir exactamente el motivo de su salida.
Distingue las miradas curiosas de unos buscadores beta quienes al darse por descubiertos decidieron ignorarlo y seguir con lo suyo, limpiando o ubicando materiales y pergaminos.
Allen también regresó a realizar estiramientos y controlar su respiración cuando de pronto escuchó que los mismos buscadores de antes comenzaron a murmurar y se hicieron a un lado dejando pasar a un grupo de soldados.
Eso definitivamente no era buena señal. Hay muy pocos motivos que impliquen a soldados dentro del templo sagrado. Frunció el ceño aún más cuando vio que se dirigían en su dirección. Alguien iba con ellos, un hombre beta de cabello rubio y dos distintivas marcas sobre su frente.
Al reconocer a Link, de inmediato aclaró su garganta nervioso. Sabía muy bien que se había metido en un problema.
—Miranda te envío, ¿cierto?
Link suspiró al tiempo que masajeaba su cien— Me dijo que apenas despertaste le ordenaste preparar a tu grifo para salir. Te fuiste sin dar explicaciones o a donde ibas, peor aún en tu condición, siendo potencialmente peligroso para tu integridad.
—Estoy bien, no pasó nada malo —restó importancia al regaño del mayor, cruzándose de brazos.
Una vena notoria saltó de la frente de Link. Aún se estaba acostumbrado a lidiar con la rebeldía del albino, pero por órdenes del clérigo Leverrier debía estar al tanto de sus movimientos.
— ¿Cómo me encontraste?
—Eres bastante predecible y también eres la persona que más destaca en este lugar, pero dejemos las preguntas tontas de lado, que no he venido precisamente por eso. Debemos irnos de inmediato al palacio. —ordenó, dejándolo con más dudas.
No pudo evitar preguntarse qué sería tan importante como para requerir de su presencia, ya que las reuniones de los nobles y ministros son siempre lideradas por Cross.
El mayor notó su preocupación y se adelantó a explicar—Ha surgido un problema. El consejo real, generales y ministros se han reunido y solicitan tu presencia lo más pronto posible —de inmediato asintió y fue acompañado por Link y los guardias hasta donde Timcampy lo esperaba.
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Traducción del título: <<Sólo es un mal sueño>>
Kurta, sherwani y lehenga: Son los nombres que se le dan a los trajes tradicionales de algunas culturas orientales como la hindu, siendo más común en la india. Kurta es la camisa para hombre, sherwani el conjunto de ropa masculina y lehenga es el nombre de la falda larga y blusa en el conjunto de ropa de mujer.
Dado que el ambiente de Cuargeo y la mayoría de ciudades de Lemuria es de clima árido o desértico, pensé que este sería el traje que mejor describe su cultura. Cuando pienso en Cuargeo también se me viene a la mente la capital del reino de Pars de la serie de Arslan Senki... Si no han visto esa serie, está más que recomendada. ;)
Aquí un ejemplo de sherwani y lehenga:
Lazo de lealtad: Si aún recuerdan en la introducción, los grifos solo son fieles a la persona con la que crean el lazo de lealtad. Este es un lazo de por vida y ocurre cuando el grifo vé por primera vez a un intraterrestre y siente que su alma se sincroniza con la de él.
Guerreros Sagrados: Es el término que usaré para referirme a los exorcistas.
Buscadores: Quise dejarles el mismo nombre que en la serie porque cumplen con funciones similares. Son ayudantes de los guerreros sagrados y ayudan con equipaje, barreras y talismanes de protección contra materia oscura además de ayudar con la recolección de información.
Edad y casta de los personajes presentados:
Lavi: 118 años / 19 años humanos (alfa)
Link 187 años / 30 años humanos (beta)
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Los dejo con un Bye Bye Dango...
レムーリャ By: Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。
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