Not the jail nor the gallows
Doce
<<Not the jail nor the gallows>>
Anteriormente
"—¡Será una carrera de ida y vuelta! El que regrese primero a la ciudad desde el arco de piedra es el ganador —explicó las reglas mientras comenzaban a ganar velocidad.
Allen estaba emocionado y comenzó a sentir la adrenalina en su cuerpo. Sería difícil vencer a un campeón de carreras de grifos pero Timcampy rugía confiado de que podrían ganar.
—Qué dices, Tim... ¿Crees que puedas? —preguntó, rascando el cuello emplumado. Recibiendo un rugido afirmativo, Timcampy aleteaba con más fuerza— ¡Entonces hagamos que Lavi se trague tus plumas!"
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Representaba un buen reto para su ávida necesidad de explorar los alrededores de la exótica ciudad arbórea a pesar de estar en desventaja, ya que Lavi había entrenado a su grifo desde cachorro para convertirlo en un competidor profesional y un imponente grifo de velocidad.
Loom hubiera sido inalcanzable en un sendero libre de obstáculos, pero el bosque y sus cientos de árboles enramados le brindaban a Timcampy la oportunidad de tomar la delantera, moviéndose de forma ágil entre espacios reducidos gracias a las plumas compactas de sus alas. Tim encogió sus alas para volar entre dos troncos que daban una estrecha pasada, bloqueando el camino libre de Loom obligándole a frenar junto a un chillido y un vigoroso aleteo.
—Hey, eso es trampa —alega Lavi, viendo la estela del grifo dorado frente a ellos.
—El ganador es quien llegue primero, pero no diste más reglas ¡A este paso te venceré! —Allen gritó en respuesta.
—¡Eso está por verse!
El omega tomó entonces la delantera, esbozando una sonrisa victoriosa al estar varios metros al frente. Los gigantescos árboles poco a poco dieron paso al valle de entrada, lleno de pináculos de piedras teñidas de verde por el musgo y la humedad de varios arroyos y ríos.
Faltaban pocos metros para llegar al arco de piedra. Allen estaba concentrado en ganar, más que para defender su orgullo, para divertirse y ser egoísta por un momento en su vida, disfrutando de un instante lúdico que probablemente sería uno de los últimos que podría disfrutar en Lemuria.
Lavi había logrado colocarse a la par cuando los obstáculos se acabaron, la verdadera demostración de velocidad empezaba en ese instante. Ambos grifos rodearon a la perfección el arco, volando de regreso y a toda prisa pues la meta estaba en el Grerto de la casa del gobernador.
—La victoria es mía —afirmó Allen inclinándose para ganar más velocidad.
—Ni en tus sueños —respondió decidido el ojiverde.
Retornaron al espesor del bosque en donde Allen tomó nuevamente la delantera debido a los obstáculos. Lavi quiso tomar un atajo acercándose a una zona residencial en donde había menos ramas y solo unos cuantos puentes colgantes. Los habitantes de Didierite pausaron sus quehaceres viendo como un grifo de formidable tamaño y armadura dorada volaba a toda velocidad en dirección a la ciudad.
Timcampy rugía sintiendo la victoria pasar bajo sus alas junto al viento. Pocos metros separaban a Allen y Lavi de la meta. La mirada filosa del ojo esmeralda y la sonrisa del albino eran prueba de que se estaban divirtiendo como no lo habían hecho en mucho tiempo.
Si bien Allen llevaba un poco de delantera, Lavi tenía varios trucos bajo la manga. No por nada era el mejor corredor de grifos; mostró una sonrisa confiada en su rostro mientras se pegaba más al esbelto cuerpo de Loom. Silbó repentinamente y su grifo entendió la orden, batiendo sus grandes alas dio una pirueta sobre Timcampy y Allen para ganar la velocidad faltante para entrar en el Grerto y coronarse como ganador.
Tanto Timcampy como Loom jadearon exhaustos una vez sus garras se clavaron en la madera del piso, pero la eufórica risa de Lavi resonó en todo el lugar.
—¡Ja! ¡¿Qué te pareció mi increíble hazaña?! —alega orgulloso mientras Allen sonríe resignado ante la felicidad del alfa— ¡Una victoria más para el Conejo Escarlata!
—No estuvo mal. Debo admitir que esa última maniobra me tomó por sorpresa. Loom es increíble —dijo Allen, acariciando las plumas y los cuernos de la cabeza del grifo de Lavi. Timcampy lo golpeó con la cola, celoso de la atención de Allen en otro grifo que no era él.
—Tim también tiene que llevarse algo de crédito —añadió Lavi, colgándose del cuello del animal dorado— Pocas veces he estado cerca de perder. Es muy rápido.
—Será mejor que regresemos —Allen pensó en voz alta tras unos minutos para recuperar el aire— Link ya debe estar buscándome.
Lavi asiente apoyando al omega, pero para desdicha de ambos, apenas salieron del Grerto ya los esperaba Link y un malhumorado Panda. El beta recitó otro de sus discursos y regaños mientras los enviaba a ambos a arreglarse para el evento al que habían sido invitados por el gobernador Socaro.
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Un joven beta estaba sentado sobre una enorme pieza de metal, de las que se usan para forjar armas. Su mano pasaba con desgano una piedra especial para dar filo a su herramienta de trabajo, una hacha algo vieja y corroída en su base.
Realmente no quería estar ahí, pero debía seguir los pasos de su padre, de su abuelo, bisabuelo y un largo etcétera familiar producto de su profesión. Su trabajo era respetado, pero a la vez temido por los habitantes de Didierite.
"¿Qué es lo que quiero?" pensaba, acomodando una capa negra que cubría su cuerpo y tapaba su cabello castaño. Lo que quería no era ver el color carmesí de la sangre, más bien quería ver el mismo color pero en la tela de seda, o los delicados bordados de los Sherwani de la nobleza; el detalle de los vestidos tradicionales de boda, con la combinación perfecta de tonos para resaltar la piel o el color de los ojos; los accesorios más llamativos para acompañar el vestido de una dama o las mejores capas para cubrirse del sol.
Haría cualquier cosa menos lo que hacía por obligación, pero sus manos tenían los cortes y callos producto del manejo de su hacha y sus oídos ya se habían acostumbrado al chasquido y las chispas producidas por el metal al ser afilado para su siguiente uso.
Había bastante algarabía afuera, indicando que pronto sería su turno de tomar acto en la escena. Una mueca de disgusto se formó en su rostro, no es que su trabajo fuera algo que no pudiera hacer, su incomodidad venía de pensar que luego de unos cuantos meses sin un evento de ese tamaño, sus habilidades estuvieran tanto o más oxidadas que las cadenas de los sujetos que llevaban los guardias casi a rastras hacia el exterior, suplicando piedad.
Lo único que supo hacer luego de tal escena fue cerrar sus ojos, cubiertos por un enorme par de lentes, y rezar a Gea por la salvación de esas almas inocentes a través de sus manos.
Johnny podía ser una persona bastante reservada, tímida y sentimental, pero una vez su capa cubre su rostro, se transforma en eso por lo que aquellos hombres piden clemencia y tiemblan de temor.
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Una tarima había sido instalada en la plaza más grande. En los puentes y peldaños cercanos docenas de lemurianos comenzaban a llenar cada espacio disponible, empujándose para conseguir la mejor vista de lo que iba a acontecer en dicho lugar. Había personas de todas las edades además de alfas, betas y algunos omegas.
Allen se preguntaba por qué tanto entusiasmo por el juicio de simples ladrones, ya que les habían dado muy pocos detalles, pero luego de ponerse ropa más ligera esperó pacientemente en el lugar reservado para ellos. Vestía un sherwani elegante; de Kurta en tono verde oscuro con decoraciones e incrustaciones de piedras preciosas, además de pantalones claros. El sherwani fue un regalo de parte del gobernador debido a su compromiso.
No salía de su asombro al ver mestizos atlantes residentes en la ciudad. Estos estaban mezclados entre la multitud, pero resaltaban del resto debido a sus facciones más finas y por algunos detalles en sus vestimentas con similitudes a las del reino acuático.
Recordó que los atlantes sólo pueden vivir en lugares en donde el clima sea fresco o húmedo ya que su piel necesita estar en constante contacto con el agua. Por eso tras mudarse a Cuargeo tuvo muy poco contacto con nobles y mercantes atlantes debido a la escasez de agua y lluvia. Los veía más seguido cuando aún vivía en el castillo de Citrino, a la orilla del mar.
Pasaron unos minutos y su mirada curiosa buscó a Link o a Bookman entre la multitud, ya que no los había visto desde que el beta le indicó donde sentarse. Las personas parecían impacientes y poco o nada de idea tenía sobre qué tipo de espectáculo se iba a llevar a cabo. Se limitó a agitar su mano con nerviosismo a unas jóvenes que lo saludaban y a algunos ancianos que se inclinaron en una escueta reverencia.
Suspiró tranquilo cuando vio venir a Link junto a los demás. Las cejas del beta casi siempre están fruncidas, pero en esa ocasión su cara se miraba más seria de lo normal— Parece más un circo que una sentencia pública —dijo el rubio. Allen lo miró con duda.
—El gobernador dijo que sería el juicio de los ladrones que capturamos y su líder, pero realmente parece una fiesta —piensa en voz alta. Allen sintió una gota de sudor bajando en su frente cuando a su cabeza llegó la imagen de los ladrones aterrados por Winters.
—Para quienes viven aquí sí que lo es... ¿Por qué crees que Didierite, de entre todas las ciudades en Lemuria, es la que menos índice de crimen tiene? —explica, dejando al omega bastante pensativo. Allen giró el rostro para dar otro vistazo a los habitantes. Noto que las omegas no sufren de ningún tipo de discriminación, una inclusión que en el fondo envidiaba y deseaba que también fuera parte de Cuargeo, pero debía haber algo más y aquello le producía una mala espina.
—No conoces el lado poco ortodoxo de las reglas aquí, príncipe Allen. Por algo el general Marian intercedió en la Rama Norte para evitar enviarte a misiones en este lugar —añade Bookman. La mirada de Lavi le dio a entender a Allen que algo no estaba bien.
Las personas guardaron silencio luego de la llegada de cierto alfa a la tarima. Las miradas se clavaron en el presentador que, con su imponente voz, hacía llegar su mensaje a cada rincón de la plaza.
—Tengan un excelente día... Hoy tenemos la casa llena y unos invitados especiales. Denle la bienvenida a su alteza, el príncipe Allen Walker —el alfa se dirigió con propiedad y una sonrisa que no auguraba nada bueno. Luego se escucharon aplausos y los gritos de las personas emocionadas.
Allen no tuvo tiempo de preguntar a Bookman o a Lavi sobre lo que iba a suceder, teniendo que averiguarlo de la peor manera.
—Sé que han ansiado este día y no hemos tenido un evento así desde hace meses. La batalla contra los malditos monstruos de Erebo nos mantuvo ocupados defendiendo el bosque sagrado... pero henos aquí ahora. ¡Qué mejor forma de celebrar que con el tan ansiado Yargi!
El príncipe observaba atento mientras el público exigía al gobernador que comenzara el juicio de una vez. La sonrisa de alfa moreno mostró sus filosos dientes, desenvainó una espada con forma de sierra para cortar una soga. Varias poleas y engranajes comenzaron a moverse y abrir una compuerta de la que salieron los guardias; jalaban de las cadenas como si arrastraran animales, pero eran aquellos ladrones con claros signos de golpes y marcas de tortura en sus cuerpos. Mientras ellos lloraban, las personas en el público se mofaban de sus lamentos.
Allen no podía creer lo que estaba presenciando. En total seis betas y un alfa fueron amarrados en estacas de madera, su líder fue apartado de los demás y llevado a la tarima en donde Socaro lo miraba con desprecio. Con una seña de su mano dio órdenes a sus hombres, los guardias colocaron un gran objeto de madera siendo una base bastante alta en la que había unos escalones, un grillete para sujetar el cuello y bajo este, una figura tallada del torso de Gea sosteniendo con sus brazos un plato de oro.
—Es en estos momentos que la verdadera naturaleza de Didierite sale a la luz. He oído rumores sobre los Yargi, pero jamás creí que fueran ciertos —comentó Link, aunque no demostraba su incomodidad a diferencia de Allen o Lavi que parecían igual de impactados.
—Supongo que nuestros invitados están un poco confundidos, sobre todo su alteza. Déjenme explicarles lo que está por suceder... —dijo Socaro, moviendo con maestría el arma en su mano—. Algo que caracteriza a Didierite es que no hay esclavos, discriminación o inseguridad, pero aquellos que infringen las reglas y van en contra de los valores de Gea, se deben someter al castigo divino dictado por los clérigos de la Rama Norte.
Allen ató cabos en pocos segundos. Se sintió impotente viendo cómo los guardias que retenían al líder de los ladrones golpearon sus piernas hasta hacerlo caer de rodillas sobre el extraño aparato. Con sus manos toscas pusieron su cuello sobre el grillete y lo inmovilizaron totalmente. El alfa tenía su mirada llena de odio puesta sobre el gobernador.
—¿Huh? ¿A qué viene esa estúpida mirada asesina ahora? —cuestiona Socaro, burlándose de su lamentable estado.
—Pedimos clemencia, señor Winters. Si robamos fue solo para sobrevivir —suplica uno de los ladrones, cosa que enfureció a su líder.
—¡Idiotas! No pierdan su dignidad y acepten nuestro destino. Debíamos pagar por nacer en la pobreza tarde o temprano, pero un día el castigo de Gea caerá sobre los que son injustos —fue rodeado de miradas de impotencia. Su único pecado fue luchar por sobrevivir a su manera.
—Qué curiosas últimas palabras viniendo de un sucio ladrón. Hay más dignidad en los esbirros que en escorias como ustedes... —se burló y se dirigió al público nuevamente— ¡Demos la entrada al sayón de Gea!
El gobernador fue alabado con aplausos y gritos. Por otro lado, Allen estaba petrificado, sus manos apretaban con fuerza la tela de su traje hasta que sus nudillos se tornaron blancos. La euforia del público le causaba una sensación de repulsión. ¿Dónde quedaron las mujeres y niños inocentes? ahora solo veía rostros deformados, sedientos de sangre y deseosos de ver tortura. Por un momento pensó que Didierite era la ciudad utópica y ejemplar por la que sus padres habían luchado y dado la vida. Pero luego entendió que nada después del inicio de la guerra podía ser tan bueno como imaginaba.
Era el turno para aquel joven encapuchado de hacer acto de presencia, con solemnidad salió de la oscuridad por donde antes los enjuiciados habían pasado. La palidez de sus víctimas y la mirada congelada del primero en probar su habilidad sólo le provocaban más ansiedad.
Sentía un poco de pánico escénico, pero era algo que debía controlar al ser él la última persona capaz de demostrarlo. Optó por ocultar bien su rostro y sus cabellos, caminando lento y rayando el suelo con la punta de su hacha chirriante en cada paso.
Solo se detuvo un ínfimo instante, buscando la aprobación de su jefe. Socaro asintió deseoso y el beta subió los escalones hasta pararse a la par de su primera víctima del día.
A los ojos de Allen, todo ocurrió en cámara lenta. Sus irises plateados reflejaron el brillo mortal del arma en los brazos del verdugo. Sus oídos ya no lograban captar los aplausos provenientes del público en ansia de morbo.
Aquel alfa sólo murmuró un "lo siento", antes de ser cercenado por el filo del arma del sayón. La dureza de las vértebras y la delicadeza de la carne cedieron ante el corte. La cabeza del hombre cayó toscamente sobre la bandeja de oro, dejando arriba a su cuerpo mostrando sin pudor el agujero del esófago y las arterias esparciendo sangre como una dantesca fuente que bañó la estatua de Gea.
La sangre voló por doquier y una pequeña gota cayó sobre la mejilla de Allen. Estaba de pie, atónito, las palabras estaban bloqueadas por un nudo en su garganta.
Sintió que aquella gota de sangre quemaba su piel mezclándose con sus lágrimas. Los ojos del decapitado se movían erráticamente, aterrándolo y haciéndolo recordar el momento en el que su madre sufrió un destino similar, haciendo que su piel se erizara y soltara de forma inconsciente feromonas denotando su miedo.
Se estaba repitiendo de nuevo en su mente, llegaban de forma tormentosa las escenas más duras que marcaron su vida. Al final su rostro pálido quedó reflejado en los ojos opacos y finalmente inmóviles de la cabeza de ese pobre alfa.
—¿Pero qué mierda está sucediendo aquí? ¡Todos ustedes están locos! —exclamó Lavi, igual de perplejo que Allen. Se puso de pie, dispuesto a encarar al gobernador y poner fin a la ejecución pública, pero su kurta fue sujetada por la mano de Bookman.
Lavi giró el rostro para reclamarle, pero pudo notar un poco de consternación en Bookman— Déjalo, Lavi. No podemos interferir en estos asuntos, en especial nosotros —aseveró el mayor.
—¡Pero solo mira lo que están haciendo! Hasta los niños parecen disfrutarlo. Esto es enfermo y todo por órdenes de la Rama Norte —se quejó, afilando su mirada y sintiendo una ligera punzada en su ojo faltante. Odiaba que la clase alta y los clérigos corruptos se aprovechan de la falta de un rey para imponer sus propias reglas. Chasqueó la lengua, estaba molesto ya que el viejo Panda tenía razón, como Bookman no puede interferir y ni Allen podía hacer algo al respecto.
Su ojo esmeralda se desvió hacia Allen. Link sacudía su hombro con impaciencia tratando de sacarlo del pesado trance en el que estaba.
El omega ni siquiera parecía pestañear, con la mirada puesta en el baño de sangre que cubría la figura de Gea. La dama de oro tenía una expresión serena, ajena al olor vomitivo de la sangre fresca que la cubría. Los guardias removieron sin un ápice de respeto el cuerpo sin cabeza, empujándolo a la orilla para dar espacio al siguiente en enfrentar su destino. Otro hombre fue colocado en el mismo lugar, manchando su cuello y sus ropas con la sangre de su líder. Comenzó a llorar y rezarle a Gea, siendo en vano pues su cabeza también cedió ante la frialdad del verdugo encapuchado quien le arrebató la vida.
Otra tanda de ovaciones y aplausos no se hicieron esperar. Nadie en el público parecía perturbado por la macabra escena en la tarima cuando una tercera, cuarta, quinta cabeza caía sobre la bandeja que tenía la estatua de la diosa.
La mano portadora de su inocencia hizo añicos parte del separador, sin embargo, los pies de Allen estaban congelados en su lugar. Para los ojos del omega fue demasiado, estaba acostumbrado a ver los cuerpos grotescos de los akumas y esbirros descuartizados en las batallas, seres deshumanizados llenos de odio y oscuridad, pero otra cosa distinta era ver a personas siendo masacradas frente a sus ojos.
La vida de todo intraterrestre fue dada por Gea, y solo ella podía encargarse de reclamarla a su debido tiempo, sin importar los pecados cometidos.
Era injusto... era cruel.
Al final el malestar aquejó su cuerpo, inmediatamente llevó ambas manos a su boca buscando detener las arcadas producto del asco que retorcía sus entrañas. Sin importarle los reclamos de Link, le dio la espalda queriendo escapar de ahí y tomar aire fresco.
Los brazos de los guardias trataron de detenerlo, pero Allen fue más ágil, esquivándolos sin problema; se sentía asfixiado por sus propias feromonas, el temblar de su cuerpo y el sonido de los gritos del público que taladraban en sus oídos. El gobernador lo sabía, el público lo sabía muy bien, todos en Didierite estaban enterados de la trágica muerte de la reina a manos del clan Noah y aun así parecía que se burlaban en su cara.
Le tomó un par de saltos y maniobras con Crown Clown para alejarse lo suficiente y montarse en Timcampy. Llego en unos minutos a la residencia del gobernador y pese a no querer tener nada más que ver con ese alfa, no le quedaba de otra pues era el único lugar que conocía de la ciudad.
Corrió hasta encerrarse en el baño de la habitación prestada en la casa del gobernador, ignorando a la servidumbre. Su corazón latía desbocado y no podía controlar sus emociones o las feromonas que liberaba. Se deslizó desde la puerta, juntó sus piernas y las abrazó una vez sentado en el suelo, deseando que Miranda estuviera ahí para calmarlo como siempre solía hacer, pero en su lugar solo sentía un gran vacío abrazándolo como un manto frío que lo hacía temblar. Sus labios tiritaban y de pronto el asco por el olor de la sangre lo volvió a invadir, provocando que gateara hasta llegar al baño para expulsar lo poco que había comido horas antes.
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El Yargi había terminado. Al final del evento las personas se retiraron en orden para retomar sus quehaceres o irse a sus casas. Los guardias apilaban los cuerpos y las cabezas en unas canastas grandes para descender hasta el suelo por medio de poleas. Los llevaron junto a los cuerpos de los akumas y esbirros que quedaron de la batalla a orillas del bosque para luego ser incinerados.
Johnny se sintió mal al ver la expresión del joven peliblanco antes de correr y desaparecer entre los árboles. Era raro ver forasteros en la ciudad, menos siendo invitados por el gobernador. A juzgar por lo detallado de los bordados de su sherwani se trataba de alguien noble y por murmullos de las personas luego se enteró que ese joven era el príncipe Allen.
Era la primera persona que mostraba una reacción diferente a la que toda su vida había visto en los habitantes de la ciudad. Su ceño se frunció y sus labios se tornaron en una mueca triste, aún con su semblante decaído se internó en el área de calabozos, llegando una vez más a aquel lugar en donde afilaba su hacha; se quitó los lentes y comenzó a limpiarlos con un trozo de su túnica que no estaba manchado de sangre. Tan concentrado estaba que se llevó un buen susto al sentir una gruesa palmada en su espalda, casi deja caer sus lentes por el respingo provocado por la voz de Socaro.
—Hiciste un excelente trabajo hoy, muchacho. Estoy seguro que tu padre estaría orgulloso de que decidieras continuar con el trabajo familiar —expresó el alfa en medio de risotadas que alteraban aún más los nervios del delgado beta.
—No es para tanto, gobernador Winters... Y con r-respecto al tra-trabajo, aún estoy pensando si es buena idea... dedicarme a esto —respondió trémulo y algo incomodo por los ojos negros y la mirada fría del hombre — E-es decir, Tapp y su hermana me ayudaron a encontrar un nuevo trabajo con el sastre Jerkings del distrito comercial y-
—Por tu bien, realmente espero que reconsideres tu decisión, mi estimado Johnny —añadió el alfa, dando palmadas a su hombro, pero el más bajo sintió el sudor bajando en su rostro al notar el evidente cambio de humor del gobernador.
—Lo tendré en mente. C-con su permiso, me retiro —Johnny se alejó con rapidez para no enojarlo más. Usó unas escaleras estrechas para salir de los calabozos, dejando su capa negra atrás para mezclarse con las personas, agradeciendo en silencio que nadie más que el gobernador y unos pocos amigos supieran que él era el verdugo, logrando llevar una vida común y corriente cuando no hay Yargis.
Suspiró tranquilo al estar más lejos, dirigiéndose al distrito comercial donde está la sastrería de su nuevo jefe.
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Lavi, Link y Bookman lograron encontrar a Allen gracias a que los sirvientes de Socaro les dieron aviso. Se habían juntado en la habitación a esperar que el omega decidiera salir del baño por su cuenta.
—Todos están dementes aquí —Lavi se queja en voz alta, jalando su cabello con algo de frustración por haber sido incapaz de detener la ejecución pública.
—Recuerda cuál es nuestra posición, Lavi. Los Bookman solo tienen permitido interferir en los asuntos de ambos reinos si nuestra integridad o la información que resguardamos corre peligro, caso contrario solo podemos registrar la historia a través de nuestros ojos —le dijo Bookman, comunicándose de forma telepática. El ojiverde giró su rostro para observar la mirada seria de su abuelo— Aun eres joven, te falta mucho por aprender y emociones por reprimir si vas a convertirte en mi sucesor. Recuerda que no todo el conocimiento es fácil de asimilar.
Mientras tanto, Link seguía dando ligeros golpes a la puerta del baño esperando que Allen cediera, pero no se oían más que sollozos al otro lado.
—El plan era que pasáramos el ciclo menor en Didierite, pero será mejor que partamos. Además, no hay tiempo que perder y aún tenemos un largo camino por delante —sugiere Link al fallar en persuadir a Allen.
Bookman responde— A 70 km al oeste, hay un valle elevado con pocos árboles donde podemos acampar durante el ciclo menor.
—Entonces quédense aquí mientras aviso a nuestros guardias y al gobernador que partiremos lo más pronto posible —ordena el beta rubio mientras deja la habitación.
—Si el general se llegara a enterar de lo que pasó aquí... —Lavi menciona nervioso, sabiendo que Cross podía llegar a ser algo sobreprotector con Allen.
—No lo hará, a menos que el príncipe se lo diga... cosa que veo poco probable —dice el mayor.
Minutos después, escucharon que la puerta del baño fue abierta con torpeza. Lavi y Bookman se acercaron a verificar el estado del omega, siendo Lavi el primero en sostener a Allen de los hombros cuando lo vio tambalearse. Allen se veía pálido, con los ojos claramente hincados por el llanto y podía sentir sus feromonas denotando estrés y miedo. Rápidamente lo llevó hasta la orilla del colchón para que tomara asiento y lo dejó pensar en sus palabras.
—Yo... eh... p-perdón. Eso del Yargi me tomó por sorpresa, pero no dejaré que mis emociones se descontrolen de nuevo —se disculpó, levantando su rostro y mostrando una diminuta sonrisa falsa. Lavi definitivamente no le creyó, sabía perfectamente de su pasado al haberlo vivido en carne propia.
—No tienes que disculparte por nada... Después de todo, pronto nos iremos de la ciudad. Link fue en busca de los grifos y las provisiones —el ojiverde le resta importancia, buscando cambiar de tema.
—Pero... ¿y el gobernador? Nos había invitado a quedarnos en su residencia.
—Ese asunto lo arreglaremos Link y yo —dijo Bookman, tranquilizando al omega—. Te daremos espacio para que limpies tu cara y te pongas un sherwani más cómodo antes de partir.
Allen asiente con la cabeza y Bookman caminó a la salida, pero al ver que Lavi seguía sin moverse, lo tomó de la oreja e igual que un cachorro regañado por su madre salieron de la habitación.
—¿Y ahora qué te sucede, Panda? —se queja y recibe un golpe en la cabeza.
—Idiota... ¿Piensas que dejaré que el príncipe se cambie de ropa frente al pervertido de mi nieto? Ten algo más de respeto por el que será tu rey —fue su contestación sería, causando un sonrojo en Lavi.
Lavi y Allen siempre han sido bastante cercanos. Además de ser el único amigo de Allen, también considera al albino como un hermano pequeño. Sin embargo, Lavi es un alfa y Allen es un omega, por lo que debe darle su espacio pese a ser bastante sobreprotector con él.
—Está bien... tú ganas —ladeo su rostro apenado, siguiendo sin rechistar a su abuelo. Aún se sentía preocupado por Allen, en especial si el gobernador se encontraba con ellos nuevamente.
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Traducción del título: <<Ni la cárcel o la horca>>
¡Holo, minna-san!
Hablando de capítulo y más específicamente sobre Socaro, no quiero que lo vean como un villano, así como Leverrier, el clan Noah o el Conde. Como gobernador de una ciudad tan importante en Lemuria, Winters cumple muy bien su papel ya que es el protector del bosque sagrado y Didierite en general, pero aun deje parte de su personalidad tosca y algo agresiva, por lo que sus ideales chocan bastante con los de Allen, por eso se ve más como un villano desde su punto de vista, pero no está relacionado con Leverrier en ningún aspecto y tampoco está interesado en el trono.
También se me hizo algo difícil la inclusión de Johnny en el fic. Quería hacer varios cambios respecto a algunos personajes como ya se habrán dado cuenta con Alma, Daisya y como próximamente verán con otros, lo mismo aplica en Johnny. En el canon es solamente un científico que no es capaz de matar a una mosca, pero me fascinó la idea de que tuviera otro lado en su personalidad en la que es capaz de quitar una vida de forma tan fría y sin emociones.
Espero que su aparición haya causado la sorpresa que esperaba. Esto es solo la punta del iceberg de lo que se viene: drama, gore, peleas, un poco de comedia, fluff, y sobre todo... nuestro querido OTP.
*Ejemplo del arco y la entrada al bosque de Onns por el que Lavi y Allen volaban en la competencia de velocidad.
Yargi: Palabra de origen turco que significa juicio.
Sayón: Sinónimo de verdugo.
Casta y edad de los personajes presentados:
Johnny Gil: (Beta) 156 años / 25 años humanos
La sección de preguntas está abierta:
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Se sorprendieron con el papel de Johnny?
¿Algún día se reunirán finalmente Kanda y Allen?
¿V-chan actualizará más seguido?
¡Gracias a las personitas que han comentado recientemente! Pensé que mis fics estaban más olvidados que el ático de casa vieja. En serio agradezco el tiempo que se toman para leer mis desvaríos y locuras hechas fanfic.
Les daré un pequeño spoiler del siguiente capítulo, finalmente salimos del continente de Lemuria... ¿Qué aventuras les esperan en la travesía marina? *Evil laugh
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Los dejo con un Bye Bye Dango...
レムーリャ By: Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。
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