Not a normal sandstorm

Nueve


<<Not a normal sandstorm>>


Anteriormente


"Ya de vuelta en el palacio, Allen estaba recostado sobre el césped dentro de su jardín privado. Suspiró para calmar sus nervios, pero no podía conciliar el sueño de ese día.

Los rayos del sol apenas si daban la sensación de calor sobre su piel al estar en el punto más bajo del ciclo solar menor; la mayoría dentro del palacio debía estar durmiendo sin notar su ausencia.

Su ansiedad se debía a que este podría ser uno de sus últimos momentos en Cuargeo antes de partir a tierras desconocidas, por lo que iba a atesorar cada sensación y aroma de Lemuria.

Llevó sus manos al cielo, queriendo alcanzar algo todavía imposible para él. Luego desvió su vista al brillo emanado del cristal de inocencia incrustado en su mano izquierda. Por un momento juró sentir la tibieza de las manos de sus padres sobre las suyas, como solían hacer cuando era un cachorro.

La expresión más pura de su afligida alma se convirtió en una sola lágrima, tan brillante como un diamante y tan solitaria como el corazón de su dueño en ese instante."


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La noticia del suicidio de uno de los más influyentes clérigos de la Rama Norte fue primicia en toda la ciudad, aunque el consejo real ocultó la parte sobre los espías de Erebo mezclados entre ellos para no desatar pánico en el reino.


Por otro lado, Allen ayudó en lo que pudo para los preparativos previos de su viaje a Atlántida. A última hora se enteró que Bookman y Lavi también se unirían en su travesía. Sería una despedida simple de los demás, sin tantos rodeos o celebraciones.


Link le había mencionado que es común que haya al menos un mes de cortejo antes de la ceremonia de compromiso en matrimonios arreglados. Estos comenzarán tan pronto llegue a Atlas, ya que no hay tiempo que perder y mientras más rápido se complete la unión, más pronto comenzarán a recibir la ayuda de sus aliados.


...


—¿Seguro que no necesitarás nada más? —pregunta Miranda, viéndose inquieta y revisando una libreta en su mano— Puse en las maletas más grandes un kit de primeros auxilios en caso de emergencia, además de los supresores. ¡Nunca los olvides! También tu pijama y sherwani favoritos, una lista de recetas detalladas de parte de Jerry, jarras con vino, botes con paprika y otras especias que dudo que encuentren en Atlántida, sogas, tapones para los oídos, tiaras y otras de tus joyas. Mandé a pulir tu armadura de batalla que también está en las maletas, puse toallas de baño, juguetes para tu grifo, cinco pares de capas para el sol, tus dangos favoritos y... —comenzó a enlistar, al inicio en voz alta, pero luego se convirtió en murmullos inentendibles en medio de su preocupación.


—Miranda...


La mencionada seguía enlistando objetos, Allen se preguntó mentalmente cómo pudo acomodar tantas cosas dentro de las maletas.


—Miranda, no necesito nada más. Gracias —sonrió apenado. Agitando sus manos finalmente obtuvo la atención de la castaña— Además... no creo que Tim sea capaz de volar con tanto peso.


Y ciertamente tenía razón, el grifo dorado hacia un intento bestial para siquiera poder mover sus patas debido al peso de los sacos y maletas en sus costados. Tendría que retirar muchas cosas y llevar únicamente las provisiones necesarias para el viaje.


—¡Hoy será un gran día! —se escuchó la voz cantarina de Lavi acercándose a ellos. Mostró una sonrisa dentada y colocó su mano sobre el grifo de Allen para apoyarse. El peso adicional hizo que Timcampy cayera al piso al no poder mantenerse de pie.


—Que Gea los proteja y se asegure que lleguen a salvo a su destino —Miranda juntó sus manos en una plegaria— Dicen que las tormentas en el mar son muy peligrosas.


—No te preocupes por eso —aseguró el ojiverde mientras ayudaba a Allen a retirar la carga adicional sobre Tim— Nosotros cuidaremos bien de Allen.


—Es más probable que yo cuide de ti —respondió con burla— Te metes en problemas más seguido de lo que me gustaría admitir y casi siempre me veo envuelto en ellos.


Tras unos minutos extra en los que quitaron el exceso de carga en su grifo, ya estaban listos a la espera de la indicación final de partir. En el viaje iría Allen, Link, Lavi, Bookman y dos guardias beta como escolta.


Las compuertas estaban por abrirse y Allen ya se había despedido de todos, a excepción de una persona muy importante...


—¿Dónde está Cross? —se pregunta y voltea a todos lados con la esperanza de verlo. Tenía tanto que decirle y aunque no era un adiós definitivo, no lo vería en mucho tiempo.


—Lo lamento, él no vendrá —Miranda le explicó apenada por su cara de desilusión, recordando lo que el alfa le había encomendado— Dijo algo como "las despedidas emotivas no son lo mío" y desapareció hace un par de horas. P-Pe-pero... me pidió que te entregara esto.


Sacó una carta sellada de su delantal y se la entregó a Allen. El omega supo de inmediato que era de Cross debido al profundo olor a licor junto al sello del general impreso en cera roja.


—Dijo que no podías abrirla hasta que estuvieras fuera de la ciudad —añadió algo nerviosa.


—¿Huh?, bueno... Si él lo dice. Gracias de nuevo, Miranda —guardó la carta dentro de su bolso y dio una última mirada nostálgica a los que se quedarían en el palacio. Tomaría aproximadamente tres semanas sin contratiempos para llegar a Atlas, pero el clima impredecible o las tormentas marinas podrían retrasarlos un poco.


Y así, en una sincronizada coreografía, los grifos saltaron desde lo alto del Grerto, dando inició a su viaje más largo hasta ahora. El palacio de Cuargeo y la Rama Norte iban quedando atrás, perdiéndose entre los espejismos y el calor del desierto.


Volaron en maniobras suaves, casi planeando bajo las escasas nubes. Desde su salida, Allen había permanecido en silencio y algo cabizbajo. Extrañaría la comida de Jerry, el palacio y las costumbres de su reino porque sabía gracias a Bookman y Lavi que Atlántida es completamente distinto a lo que él está acostumbrado.


—¿Por qué la cara larga esta vez? —preguntó Lavi, acercándose ya cansado del silencio. Al volar sin turbulencia tuvo la peligrosa idea de hacer una maniobra sobre el lomo de su grifo; quedó recostado sobre su espalda, cruzado de piernas y juntando las manos bajo su cabeza como respaldo.


—Nada en particular —responde el albino encogiéndose de hombros, envidiando lo cómodo que se veía.


—Eres malo mintiendo. En vez de ahogarte en tus pensamientos deberías disfrutar de la vista. Es la primera vez que viajamos tan lejos juntos, aunque no sea una misión precisamente —rió y cerró su ojo para enfocarse en la sensación del viento— Imagina esto: pasaremos por cañones, bosques y valles, cruzaremos el océano entero para llegar a Atlántida y podrás ver personalmente a criaturas y bestias marinas que sólo has visto pintadas en libros. ¡Es una nueva aventura! ¿No era tu gran sueño conocer Atlántida desde que eras cachorro? —pregunta entreabriendo su ojo y levantando una ceja. Recordó las innumerables veces que Allen expresó interés en conocer el reino acuático.


—Lo era... pero mi sueño no empezaba de esta manera, ni terminaba como moneda de cambio en medio de una crisis económica —explicó su triste realidad. Suspiró, llevando la mano a la parte trasera de su cabeza— Pero la decisión ya está tomada, así que no puedo retractarme ahora, porque esto es por el bien de Lemuria.


—Aah~ Siempre tan noble y sincero. Está bien ser egoísta en ocasiones... Sólo disfruta del viaje y grábalo en tu memoria —quiso restarle importancia para animarlo un poco. En realidad, estaba preocupado por Allen y a pesar de no demostrarlo ni decírselo de forma directa, siempre terminaba por hacerlo entrar en razón y ver el lado positivo a las cosas.


Allen asiente ya más relajado y con una diminuta sonrisa. Su conversación se vio interrumpida por el ruido de un golpe seco. Bookman hábilmente lanzó una piedra pequeña que dio directo en la cabeza de Lavi.


—¡Auch! Panda, ¿por qué hiciste eso? ¿De dónde sacaste un guijarro? —se quejó, masajeando la zona afectada por el golpe bajo la risa discreta del albino.


—Si te caes de la montura no nos detendremos a recogerte —reprende el mayor. Lavi lo miró con cierto reproche infantil mientras el viejo alfa ordenaba a su grifo regresar a la parte delantera—. Compórtate como el Bookman que eres y maneja correctamente tu grifo. Hay más de dónde salió ese guijarro si no lo haces.


Lavi optó por sentarse nuevamente de la forma correcta, un poco a regañadientes y con una ligera molestia en su cabeza en donde recibió el golpe.


—Para ser un alfa veterano, aún tiene mucha fuerza —Allen pensó en voz alta cuando el mayor se alejó y Lavi asintió.


—No esperaba menos del líder del clan Bookman —responde, pero Allen notó cierto cambio en los gestos del ojiverde, enfocando la mirada en la espalda de su abuelo quien volaba cerca de Link—. Sabes, Panda se retirará dentro de poco y cuando eso pase... yo... tomaré su cargo. Estoy en una posición similar a la tuya, con la diferencia que tarde o temprano enfrentaré algo para lo que aún no estoy preparado.


—Te comprendo, y al mismo tiempo te admiro, Allen. A pesar de todo lo que está en tu contra siempre sonríes y mantienes tu frente en alto, mantienes la esperanza de que todo cambiará para bien con las decisiones que tomarás a partir de ahora... ¿No son esas las cualidades de un líder?


Allen se quedó estático, procesando aquellas palabras con un nudo en su garganta ya que tampoco se sentía listo para tomar el cargo como rey o afrontar el compromiso arreglado. De cierta forma eso tocó cierta fibra sensible dentro de su corazón.


Este latió fuerte en su pecho, pero se armó de valor para regresarle una mirada cálida— Lo son. Pronto tendrás las cualidades para ser un líder, no... estoy seguro de que ya eres uno, Lavi —dijo con orgullo y el ojo esmeralda del alfa lo miró con admiración.


La conversación al final quedó en segundo plano y cada uno reflexionó sobre su posición y sus propias obligaciones; uno de ellos enfrentándolas en esos momentos, el otro esperando con resigno.


"¿Puedo ser egoísta al menos una vez en mi vida?" Se preguntó Allen en un fugaz pensamiento, regresando su vista al horizonte.


Sonrió y decidió disfrutar del resto de su travesía hacia un mundo desconocido.


"Tal vez no pueda cambiar mi pasado... pero me encargaré de forjar mi propio destino, uno en el que pueda protegerlos a todos"


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Después de varias horas volando sobre el desierto, ya bastante lejos de las tierras de Cuargeo, su travesía tranquila pronto se vio afectada por algo inesperado.


—¿Qué sucede? —Link agudizó su vista. Bajó la velocidad de vuelo al igual que Allen y los demás.


Los ojos de todos estaban puestos en el mayor del grupo. La mirada indescifrable de Bookman y la señal que hacía con su mano indicaba que algo ocurría. Lavi también adoptó un semblante serio al llegar a la delantera, mirando hacia un punto perdido en el horizonte árido.


Al ser experimentados viajeros y poseer la mejor memoria de Hollow Earth, los Bookman conocen muchos peligros, motivo por el cual fueron enviados junto al príncipe en su viaje. Detectar a tiempo que algo anda mal puede ser la diferencia entre la vida y la muerte para todos.


—El viento... se siente diferente —Allen expresó en un murmullo, empezando a notar algo inusual también. Al ver hacia abajo no había nada más que dunas, con suerte algunas rocas sobresalen de la arena acompañadas de plantas que alguna vez estuvieron vivas.


—Debemos tocar tierra de inmediato—, dijo Bookman—. Se aproxima una tormenta de arena y si nos toma en el aire estaremos en problemas. Nos moveremos por el suelo hasta que pase, pero de ser necesario tendremos que buscar un refugio.


Comenzaron el descenso, llevaban medio día de vuelo ininterrumpido cuando finalmente las garras de los grifos se incrustaron en la arena. El viento arreció con el paso de los minutos y la arena pronto opacó el cielo.


Los lentes especiales y sus capas eran sofocantes con el infernal calor a su alrededor, pero es la mejor protección contra la arena que tiene velocidad suficiente como para irritar la piel expuesta. Por otro lado, los grifos están mejor adaptados al entorno desértico, sumado a las brillantes armaduras que los acorazan.


Las patas de Timcampy se hundían torpemente con cada paso; tenía su cabeza gacha y las alas encogidas protegiendo a Allen sobre su lomo. Sin embargo, apenas si podían ver unos metros al frente debido a la tormenta, por lo que enfocaron su prioridad en encontrar refugio.


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Al otro lado del inclemente desierto de las tierras profundas de Lemuria hay un contraste bastante drástico. Del desierto y arena pasamos a bosques espesos, apilados en valles montañosos con picos nevados.


Esas riquezas naturales pertenecen a la última barrera natural del reino, llamada Didierite o mejor conocida como "la ciudad esmeralda". Es el santuario del bosque sagrado de Onns y gracias a la barrera mágica que posee, la maldición destructora de Erebo no puede acabar con el suelo y matar a la vida vegetal de la zona.


Es en las profundidades de este mágico lugar, que dos personas protagonizan una extraña escena.


—Estúpido holgazán —cierta mujer alfa de cabello negro usó la punta de su estilizado zapato para lanzarle una patada a quien estaba recostado sobre un lecho de hojas secas y musgo. Este sólo lanzó un quejido, pero no de dolor, más bien de decepción y disgusto al ver su sueño perturbado.


—Déjame dormir unos minutos más, Lulubell —abrió los ojos y vio con molestia los ojos ámbar de su hermana.


—En unos minutos será casi una semana.


—Y hubiera sido más si no me hubieras encontrado. Eres molesta —se apoyó en la corteza de un árbol y estiró sus brazos junto a un largo bostezo. Sacó un cigarro escondido entre su ropa que prendió por arte de magia con un chasquido de sus dedos.


—Te recuerdo que estás invadiendo el territorio de mi misión. Si estás vagando en vez de estar con el clan, supongo que también tienes una misión asignada, ¿o me equivoco? —gruñó y arrugó sus cejas cuando Tyki le lanzó el humo en la cara.


—Increíble —ella dijo con sarcasmo— Seguro has pasado de fiesta con tus insignificantes amigos humanos. Date cuenta que eres un ser superior a esa escoria adoradora de Gea —adoptó una pose arrogante, ganándose la mirada filosa del moreno.


—No son "escoria", y por si no lo sabias ellos tienen nombre. Son Eez, Fred y Resmus —Lulubell no se perturba con la mirada de desprecio de Tyki, advirtiendo de no tocar más ese tema. De pronto se oyó su risa cínica— Si hablar de misiones es lo que quieres, bien... ¿Quién fue la que falló en su búsqueda del oráculo y desaprovechó a toda una horda de akumas y esbirros? Esa fuiste tú. Y por esa misma razón te estás escondiendo del Conde. Eres una cobarde.


—¡Eres un maldito... ! —Estaba realmente molesta. Rechinó sus dientes, mostrando sus puntiagudos colmillos y su piel cambio de color a un tono grisáceo.


Con fuerza sobrehumana lanzó una patada al árbol en el que Tyki reposaba. Lo partió desde la base, cayendo sobre el alfa que no se movió a tiempo. El inmenso bloque de madera hizo un enorme hueco en el techo del bosque y dejó pasar varios rayos de luz que contrastaron con la escena en el suelo, ya que el Noah quedó aplastado bajo el tronco... o así parecía.


—Bien... bien, me iré —se escucha su voz bajo el tronco— No necesito que me recuerden lo que tengo que hacer.


Tyki levantó el árbol caído con una sola mano y lo movió como si fuera una pequeña rama. Una vez de pie sacudió su túnica, lamentando haber perdido su último cigarro— Rayos... Encontrar a Road en Atlas será como buscar una aguja en un pajar. La mocosa ha aprendido a camuflarse bien entre las personas, pero supongo que es mejor buscarla que quedarme a ver como terminas de destruir el bosque y llamas la atención de los guerreros sagrados —Suspiró, pensando en voz alta con real fastidio.


Era una pérdida de tiempo el discutir entre ellos y técnicamente Lulubell tenía razón, había desperdiciado valiosos días de viaje al distraerse con sus amigos betas, jugando juegos de azar y rondando por el bosque cerca de la ciudad de Didierite.


Sin nada más que decir, caminó pasando de largo a la joven de mirada ámbar.


—Tyki... —llamó, haciendo que el mencionado se detuviera— Se me olvidaba. Si te llegas a encontrar con el príncipe Walker en tu camino a Atlántida, no te metas en sus asuntos.


—Oh... —aquello captó de inmediato su atención, mirándola de soslayo— ¿Puedo saber qué tipo de asuntos hicieron que el cachorro mimado saliera de la seguridad de Cuargeo?


—No tengo la obligación de decirte —se cruzó de brazos— Además, te conozco muy bien. No pudiste matarlo en ese entonces y aprovecharás cualquier oportunidad para intentarlo de nuevo, no debo ser el oráculo para darme cuenta. Como sea, debiste matarlo cuando pudiste, ahora el Conde lo tiene en la mira para algo diferente.


Al final sólo chasqueó su lengua y retomó su camino. "Es una pena que no pueda matarlo. Pero... nadie dijo nada de jugar un rato con él. Si la suerte está de mi lado nos veremos muy pronto, Allen Walker" Pensaba mientras su rostro se desfiguraba en una sórdida sonrisa a medida que su silueta se perdía en la bruma del bosque.


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Tres de los mejores soldados del reino, aun siendo alfas de gran tamaño y buena musculatura fueron vencidos fácilmente por Kanda en el enorme salón que sirve como área de entrenamiento.


Eran pocos los que aún se atrevían a desafiarlo, pero todos terminan derrotados. Aquellos hombres yacían tirados en el suelo entre las astillas de las que fueron sus armas de madera. Por otro lado, Kanda estaba en óptimas condiciones; ni siquiera una gota de sudor en su cara. Incluso antes de cumplir sus 100 años ya había derrotado a los mejores generales, ganándose el título de alta categoría a tan corta edad.


Cuando pensó que finalmente estaba solo, el sonido de un fuerte aplauso llamó su atención. Alma se había colgado boca abajo de unas barras metálicas no muy lejos, siendo un espectador inesperado. Tomó impulso para lanzarse al suelo en una pirueta invertida, cayendo con estilo en una pose agraciada, con su actitud tan alegre y jovial como siempre.


—¡Perfecto! Cada día tus movimientos son más ágiles, pero no tan rápidos como los míos —alardeó, inflando su pecho— Yo soy el único que puede vencerte, Yuu.


—Ja... Eso sólo ocurre en tus sueños —rodó los ojos y tomó con desgano sus cosas para irse rumbo a las duchas.


—Oye... —reprocha el beta— ¡No me ignores! —Kanda pasó de largo, así que tuvo que caminar rápido para alcanzarlo. Al ver que no se detenía se paró frente a él—. Lamento ser el portador de malas noticias, pero me han asignado una nueva misión, aunque no está muy lejos de Atlas.


—Eso no es una mala noticia para mí —respondió arrugado levemente las cejas.


—¡Vamos, sé que me extrañarás! —se burló, picando su pecho con el dedo índice. Kanda gruñó molesto— Para mí sí que lo es. ¿Tienes idea de la cantidad de papeles acumulados que tendré que leer y las aburridas reuniones del clan que me esperan al volver? Debo hacerme cargo incluso de asuntos de la familia Cheng que ni siquiera me corresponden.


—Tsk, eso es porque abusan de tu bondad. Sólo diles que no, no puede ser tan difícil —suspiró cansado. Le molestaba que Alma no se diera cuenta del exceso de trabajo al que estaba siendo sometido, y el culpable no podía ser otro que el clan de Loto— Aun no me has dicho a qué venias. Deja los rodeos y habla de una vez.


—Af... tan cortante como siempre. Necesito que me ayudes por unos días con el clan. Así, cuando vuelva antes de la llegada del príncipe Allen, tendré algo de tiempo libre para conocerlo —pidió al alfa, aunque no fuera ese el principal motivo para tener tiempo extra en sus manos.


El poco ánimo de Kanda terminó de decaer al escuchar ese nombre. Alma sabía que ese tema lo ponía de muy mal humor, torciendo sus labios en una sonrisa lúdica— Además... Si quieres ser un buen rey tienes que involucrarte más en los asuntos políticos. Eres excepcional resolviendo los problemas tácticos y logísticos que discuten en el consejo.


Sin embargo, sus halagos cayeron en oídos sordos. Cuando se dio cuenta, Kanda ya lo había rodeado y se alejaba cada vez más. Otra cosa que odiaba era estar cerca del clan de Loto; solo en casos extremos, o bajo las órdenes de Tiedoll se le veía por los oscuros pasillos de madera de la ciudadela.


Volvió a detenerlo, esta vez lo sostuvo de la manga de su traje.


—Olvídalo, no lo haré. No quiero soportar sus estúpidos reclamos y argumentos sin sentido cuando no llegan a acuerdos. Tampoco es que sea muy bienvenido en ese maldito lugar y lo sabes bien —lo miro de reojo.


—Ah, qué más da. Pensé que contaba contigo... —Alma suspiró, agachando la cabeza— No te preocupes por eso, seguro vendré a tiempo para trabajar en lo acumulado —lo soltó y levantó el rostro con una radiante sonrisa que Kanda interpretó como falsa.


Dejó que su hermano finalmente se fuera a las duchas y lo vio alejarse, con su ancha espalda y su largo cabello meciéndose imponente con cada paso.


Pero aún no estaba derrotado, una tenue sonrisa apareció en su rostro y una nueva idea surcó su mente...


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Traducción del título: <<No es una tormenta de arena normal>>

En esta ocasión solo tengo dos pequeños datos relevantes que quiero aclarar. El primero sería que, así como hay dos tipos de alfa: normal y de alta categoría, también hay dos tipos de omegas. El nombre de la categoría especial de los omegas se revelará más adelante.

Personajes dentro del AU Lemuria: La segunda aclaración es para evitar confusiones. A diferencia de la serie (anime/manga cannon) en donde nos dan a entender que Mana y el Conde son la misma persona, aquí los he separado en dos personajes completamente distintos. Lo mismo aplica a las vidas pasadas de Alma y Kanda en la serie, en mi AU son personajes diferentes.

。*゚**゚*。

Los dejo con un Bye Bye Dango...

レムーリャ By: Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。

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