Get along

Quince


<<Get along>>


Anteriormente


Allen no pudo más y cedió ante su peso, cayendo de rodillas mientras hiperventilaba y calmaba el temblor de su cuerpo. Los que estaban cerca lo ayudaron a ponerse en pie, pero el daño estaba hecho ya. Había una enorme brecha que debía ser superada, ya que el trato seguía vigente. Kanda no podía rechazar el compromiso, sólo el rey podía hacerlo.

El alfa lanzó las cosas que tenía a su alrededor, rompiéndolo todo. Se había encerrado en su habitación al no poder salir del palacio aun sin el permiso del rey, limitándose a caer sentado de espaldas a la puerta cuando no había nada más que destruir, con el ruido de su respiración agitada y el tormento de los recuerdos de su pasado.

¡¿Que podrían ellos entender?! ¡Sólo les importaban sus estúpidos tratos y leyes más viejas que los dioses en sí. No había forma de que aceptara siquiera compartir el aire con ese omega en una habitación. Kanda lo aborrecía por ser alguien que le pedía lo que alguna vez quiso para sí y alguien más.

No había forma de quererlo, ni siquiera como un amigo.

¿Morderlo? ¿Crear un vínculo?... ¡¿Procrear?!... ¡Al diablo con todo eso!



Un día había pasado, que al albino le pareció eterno tras el desastre que fue su encuentro con el príncipe Kanda Yuu, quien parecía verlo como si fuera una escoria.


El esfuerzo de Lavi por convencerlo y del príncipe Alma por disuadir a su hermano de entablar otra conversación había sido totalmente infructífero después de la fiesta de bienvenida. Era como si de un perro y un gato se tratara. El omega pronto creó en su cabeza el sentimiento de repudio por ese alfa que lo trataba peor que un sirviente del palacio muy a pesar del palpitar y la calidez que lo abordó cuando sus ojos vieron el profundo color zafiro del contrario y sintió su aroma... un particular aroma que no hizo más que estragos en su lado omega.


Creyó que lo que la capitana Anita le había explicado sobre los destinados era al final una simple historia para niños o los cuentos de hadas que hacen suspirar a las chiquillas enamoradas. Tristemente su compromiso tenía un propósito político y de intereses militares para acabar con la plaga de akumas que está consumiendo su reino... no era por amor.


Allen apenas pudo conocer a los príncipes de Atlántida en su infancia, y eso era debido al trauma que sufrió tras de la muerte de sus padres y las heridas que aquejaron su cuerpo luego de casi perder la vida en múltiples ocasiones. Recordaba al príncipe Alma como un niño alegre que observaba maravillado a los lemurianos... pero el príncipe Kanda parecía restarle importancia a todo lo que le rodeaba para dejar su vista perder en algún punto del techo del templo sagrado donde se dio el último honor a los reyes de Lemuria.


En ese entonces su mirada se veía triste, pero Allen nunca pudo entender a qué se debía el sentimiento en los ojos de ese niño atlante. ¿Acaso sus padres conocían a los príncipes Alma y Yuu? Ciertamente, ya que el rey Mana solía hacer múltiples viajes al reino vecino y la reina Daira en algunas ocasiones.


Él era sólo un cachorro, no siguió dando más vueltas a ese asunto. El ojigris poco a poco fue olvidando dichas memorias hasta que el aroma de Kanda finalmente las trajo de vuelta décadas más tarde y ahora siendo adultos. Contrario al nudo en su cabeza, su cuerpo reaccionaba con un leve cosquilleo en su vientre al recordar el momento en que lo vio tras muchos años. Su corazón gritaba silencioso que ese alfa era alguien muy especial, pero su terquedad le seguía diciendo que no se dejara llevar por las emociones nuevas que estaba experimentando y pusiera su reino por encima de sus intereses.


Ya se había cansado de tanto pensar, haciendo que soltara un suspiro cansado. El temblor en sus manos aún estaba presente cuando recordaba la intimidante voz de alfa del príncipe. No se comparaba a la de su maestro, pero era sin duda amenazante.


Tras unos minutos, el gruñido de su estómago delató el hambre que sentía. A esas alturas llevaba casi un día sin comer las cantidades generosas de alimento que necesitaba, sobre todo para mantenerse en forma ya que el cristal de inocencia parasitaria en su brazo requería muchos nutrientes para no consumir la fuerza vital de su portador.


Llevó la mano a su mentón, ideando la forma de obtener comida sin tener que someterse a encuentros incómodos o más preguntas del rey Tiedoll.


—Se acerca la hora de la comida. Les diré que estoy indispuesto a salir y que prefiero que la traigan a mi habitación... estoy seguro que el rey lo entenderá —murmuró, agachando su cabeza desanimado— No, soy un idiota. Eso sería muy descortés de mi parte. Además, no estudié tantas horas la etiqueta atlante como para sentir miedo.


Dio vueltas en la habitación como león enjaulado, murmurando entre dientes hasta terminar mareado.


Para empeorar los nervios del albino, el lugar tenía el aroma del príncipe alfa algo sutil pero perceptible para un omega como él. No era nada que una limpieza a profundidad no arreglara. Sin embargo, que la puerta de su habitación estuviera frente a la puerta de la habitación de Kanda no ayudaba a solucionar el problema.


Su estómago volvió a gruñir, haciendo que tomara una decisión. ¿Qué le estaba pasando? Él no se comportaba de esa manera, no huía de ninguna situación, por más complicada que fuera y peor aún, nunca sucumbía ante los alfas.


Se regañó mentalmente y llevó las palmas de las manos a su rostro, golpeando sus mejillas para reaccionar. Sintió el escozor que el dolor provocaba en su cara, y sus ojos plateados se iluminaron con un brillo decidido.


Dispuesto a alejar sus temores, tomó un respiro profundo. Caminó hasta la salida y justo cuando la enorme puerta de cristal estaba abierta, la puerta de la habitación de enfrente se abrió de golpe.


Vaya desafortunada coincidencia...


Alfa y omega se quedaron un par de segundos analizando al otro. Kanda frunció su ceño de inmediato, sus días eran difíciles por el estrés de lidiar con un compromiso forzado. Ahora debía soportar a ese omega y peor, debía soportar sus molestas feromonas. Llevó involuntariamente la mano a su nariz; el aroma de Allen terminaría por provocarle una alergia.


Por otro lado, Allen intentaba ocultar el rubor en su rostro; mientras que él se encontraba vestido con un atuendo menos ostentoso que el de la fiesta del día anterior. El azabache tenía el cabello suelto, llevaba puesta una bata muy translúcida y únicamente unos pantalones oscuros cubriendo su parte baja, dejando ver la musculatura de su pecho, unas extrañas marcas en sus brazos y un exótico tatuaje con un símbolo que captó la atención del albino por un instante.


—¿Ya te cansaste de mirar, pervertido? —Kanda exclamó fastidiado tras carraspear su garganta. Allen saltó por la sorpresa e hizo de lado su rostro intentando sonar igual de altanero.


—Hmph... no es mi culpa que tengas el gusto de andar de exhibicionista. Dime quien es el pervertido aquí —contestó a modo de reproche. Se sintió un completo estúpido por quedar embobado con el torso desnudo del príncipe.


—No soy ningún exhibicionista, tonto Moyashi —reclamó con un tic en el ojo, señalando la toalla que llevaba en su mano, esa que Allen había pasado por alto. Dio un paso al frente—. Sólo voy a tomar una ducha, pero no tengo porque darle explicaciones a una hormiga del desierto —expresó molesto porque no tenía por qué decirle a dónde se dirigía.


Allen puso una mueca de sorpresa y molestia— ¡¿Moyashi?! Cuántas veces tendré que recordarte que mi nombre es Allen... ¡A-L-L-E-N!, Ba-Kanda.


Ante el insistente albino, Kanda bajó su rostro a su altura para continuar reprochando—¿Cómo me llamaste, Moyashi?


—Ba-Kanda... por baboso. Ese nombre te queda perfecto —contestó igual de irritado por su sobrenombre, cruzándose de brazos.


El ojiazul crujía los dientes, su poca paciencia estaba a punto de hacerle estrellar su puño en el rostro de Allen o partirlo en dos con su espada Mugen. Ningún omega había tenido la osadía de pararse tan soberbio frente a él en mucho tiempo. Lo tomó del cuello de su traje a nada de levantarlo del suelo.


—Dime así una vez más... y te juro que el doctor tendrá que encontrar tus dientes en el suelo antes de pegarlos en tu maldita boca —retó con sorna y una sonrisa amenazante.


—No me das miedo —fulminó con la mirada, aunque no iba a admitir que la fuerza en el agarre del príncipe lo estaba dejando sin aire. Kanda vio que los ojos plata de ese omega reflejaban determinación— Si crees que por ser un alfa o el príncipe de este reino vas a darme órdenes... estás muy equivocado, Kanda Yuu.


"Si piensas que seguiré tus ordenes estás muy equivocado, Yuu"


Fue la dulce voz que Kanda escuchó dentro de su mente. Su pasado lo estaba atormentando de nueva cuenta. Dio un paso atrás, soltando al omega quien llevó la mano rojiza hasta su cuello masajeándolo.


—Debe ser una maldita broma... —murmuró sorprendido, apenas audible para Allen. La mirada zafiro se volvió a endurecer.


Esta vez Allen notó el cambio en el príncipe alfa, su rostro estaba serio y no pudo distinguir aquello que había murmurado.


—Será mejor que no te me acerques. Mi promesa de ayudar a tu reino se mantiene, pero no pienso fingir que nos llevamos bien. Tampoco pienso continuar con este maldito juego del compromiso —aclaró, con un tono de voz indescifrable para el omega.


—¡¿Hah?! Esto no es un simple juego. ¿Qu-


No pudo terminar de hablar porque el de cabello azabache se había dado la vuelta dispuesto a seguir con su plan de tomar una ducha. Tomó el camino opuesto y el ojigris se quedó un segundo con el brazo estirado en la dirección en la que había desaparecido, dejándolo con muchas dudas. Hacía un momento Kanda tenía toda la intención de golpearlo, de pronto la molestia se esfumó y en su lugar quedó un extraño vacío en sus ojos.


Allen no iba a dejar eso así; una brillante e inusual idea lo había dejado pensativo. Averiguar sobre el pasado del misterioso príncipe de Atlántida.


Con dicha tarea, regresó su vista al camino que debía tomar en medio de inmensos pasillos iluminados por cristales y piedras de colores. Su estómago le pedía insistentemente comida y no negaba que sus ansias por probar platillos propios de el reino acuático lo tenían impaciente.


Aunque al final terminó perdido en el laberíntico palacio.



Alma vio desde su asiento al príncipe de Lemuria acercándose a la enorme mesa con comida. Rió al notar la mirada asombrada de él y sus ansias de degustar los platillos que habían preparado para su bienvenida en el palacio, en su mayoría marinos. El omega estaba tan absorto en el olor de la comida, que no había notado la presencia del beta azabache.


—Si tienes hambre puedes comer, mi padre no tarda en acompañarnos —interrumpió los pensamientos de Allen quien se asustó por el repentino ofrecimiento. Alma señalaba el asiento más adornado de la sala siendo la silla del rey Tiedoll.


—Su alteza, príncipe de Atlántida. No me di cuenta que se encontraba aquí —saludó buscando ocultar sus nervios. Nunca había hablado en persona con el príncipe Karma y en su interior tenía miedo que tuviera la misma actitud altanera o estoica de su hermano.


El mencionado hizo un ademán con la mano para restarle importancia—. Ya somos familia, deja las formalidades de lado y sólo dime Alma —sonrió confiado. Recogiendo las mangas de su traje, tomó una copa dorada y una jarra para verter vino en ella— ¿Está bien que te llame Allen?


—C-claro... —contesta algo apenado, ya que sólo Lavi, Miranda y Cross eran las únicas personas que lo llamaban por su nombre con tanta soltura. Se alivió al notar la actitud calmada y lúdica del hermano mayor del príncipe alfa y tomó asiento cerca de este. El beta le extendió la copa que tomó con duda.


—No seas tan generoso con el vino de nuestras tierras, porque demasiado alcohol tiende a marearte —se burló de la mueca que Allen hizo tras oler el vino que contenía una cantidad considerable de alcohol— Ahora que recuerdo, el doctor del palacio una vez dijo que en exceso, provoca la pérdida del cabello —menciona natural, sin notar que el albino casi se atraganta al escucharlo.


—Gracias... pero creo que el jugo es lo mío —sonrió, escondiendo el horror de lo dicho por Alma y la mueca de asco por el sabor del vino. Ojalá y se te caiga todo el cabello por andar de ebrio, maestro tonto. Pensó, imaginando al general Cross en una cómica escena llorando con el cabello en sus manos.


Alma no paraba de observar de reojo al futuro esposo de su hermano. Estaba intrigado, el ojigris era todo menos un lemuriano normal a su parecer. El color de sus ojos le pareció único, sabiendo que sólo algunas personas elegidas por la diosa Gea portaban ese color. Tenía mil preguntas que hacerle y qué mejor momento que ese para recibir contestaciones—. Supe que venías acompañado del viejo Bookman y su nieto —preguntó con tono desinteresado comiendo de la fruta en una bandeja, aunque en realidad se sentía curioso por saber.


—Sí, Bookman en mi reino es un ministro muy importante y fue él quien se ofreció a acompañarme en el viaje hasta Atlántida. Su nieto, Lavi, ha sido mi amigo desde que era un cachorro —respondió amable, sin poder evitar tomar un plato dulce para comenzar a comer.


Alma apoyó la cabeza en su mano— Eeh... cuando conocí a Lavi no tenía ese parche en su ojo. ¿No sabes si le ocurrió algo? —Dijo intrigado, pero continuó tras ver el cambio en el rostro de Allen; de uno de sorpresa a uno de tristeza— Pero si es algo de lo que no te gustaría hablar... yo...


—Está bien... —interrumpió, relajando la expresión de su rostro— Fue durante el primer ataque de akumas en el reino. Ese día yo también obtuve esta cicatriz —señaló la marca en su cara, bajo el asombro del príncipe beta.


—Ese día, tus padres...


—Si. Fue difícil pero no imposible salir adelante. Mi pueblo tiene la esperanza de que algún día la maldición de Erebo desaparezca y podamos ser el reino próspero de la época de los anteriores reyes —respondió conteniendo el nudo en la garganta. Las preguntas del príncipe Alma le hacían recordar el largo camino que tuvo que tomar para llegar a ser la persona que era y su sueño de convertirse en alguien digno de heredar el legado y trono de su padre.


—Lamento si fui muy curioso, es que no tenemos contacto con lemurianos desde hace muchos años —se disculpó—. No tenía idea que volvería a ver a Lavi. Él también fue mi amigo cuando vivía aquí —buscó desviar el tema a uno menos incómodo para Allen.


Allen recordó algunas conversaciones con el alfa pelirrojo sobre el reino de Atlántida, pero jamás pensó que su amigo fuera un Atlante. Ahora tenía sentido cuando el ojiverde sufría de ataques de calor por la falta de humedad en Cuargeo y su desierto. Se sintió mal por no haberlo notado antes.


—Conocí a Lavi un año antes de eso. Nunca supe exactamente de dónde venía y jamás tuve la valentía de preguntarle. Mi padre me contó una vez que el clan Bookman tiene miembros esparcidos en ambos reinos, por lo general son nómadas y son imparciales en temas de política —rememoró en voz alta. Alma asintió.


—No todos los atlantes somos capaces de soportar el intenso calor de algunas ciudades en Lemuria —el azabache le responde—, pero si Lavi pudo adaptarse a vivir en la capital de tu reino junto a Bookman, no veo porqué tú tendrías problemas para adaptarte a nuestras ciudades subacuáticas.


—Agradezco tus palabras, príncipe Alma. Aunque... —ladeó su rostro para no ver la expresión del príncipe. No pensó que ese detalle saldría a la luz tan pronto.


—¿Aunque?


—N-no sé nadar —admitió en voz muy baja, jugueteando con la comida sumamente apenado.


Alma se asombró, hubo un incómodo silencio seguido de una sonora carcajada que bajó aún más los ánimos del omega. Una palmada en la espalda lo sacó de sus pensamientos, dando un respingo.


—¡Eres de lo más interesante! "No sé" y "nadar" nunca se usan juntos en Atlántida. A eso le llamamos lastre —terminó por limpiar unas diminutas lágrimas producto de la risa. Regresando a su compostura relajada continuó—. Eso será un problema, pero no uno que no tenga solución.


Allen arqueó una ceja a causa de las palabras del animado beta. Alma llevo el brazo por sobre los hombros del albino—. Luego de comer, yo mismo te enseñaré a nadar. No tienes de qué preocuparte. Mientras no salgas del palacio, dudo que tengas que hacer inmersiones largas—. Se ofreció como tutor personal. La sola idea encantaba a Alma, quien de por sí era un buen nadador además de ser unos de los pocos atlantes en aguantar la respiración hasta casi tres horas dentro del entorno líquido. Allen, en cambio, se sentía aterrado con la idea de ahogarse en las hermosas aguas cristalinas de Atlántida.


Los príncipes entablaron una amena conversación. Allen convenció a Alma de esperar un par de días antes de las clases de nado, porque aún tenía varios asuntos pendientes que completar en el reino. Ya luego tendría tiempo libre para practicar.


Que equivocado estaba...


—¿Sucede algo? —Allen pregunta de repente al notar que el príncipe beta no aparta la mirada de la puerta con un semblante serio.


—Si hay algo a lo que mi padre nunca falta es a la hora de la comida —comenta ocultando el tono de preocupación. Allen mira de soslayo y nota que efectivamente, ni los guardias reales se encontraban cerca. Alma se puso de pie, ofreciendo la mano para que Allen también se levantara.


—Iré a ver qué sucede. No te preocupes, a lo mejor se quedó pintando en uno de los jardines. Si tú quieres puedes terminar de comer, después de todo el festín era para ti.


—No me sentiré bien si no espero que el rey nos acompañe ¿Esta bien si voy contigo a ver qué sucede?... —pregunta sin saber si era buena idea.


—¡Claro! Vamos...



Sólo pintar quitaba un poco el estrés al soberano de la nación atlante. Pero aún con el más precioso jardín iluminado frente a sus ojos, su mente era una lluvia turbulenta en un día opaco. Su corazón se sentía pesado por la cantidad de complicaciones que estaban llegando poco a poco a su reino.


Su pesar se hacía más grande cuando recordaba a su viejo amigo Mana, y el destino cruel que acabó con su vida, la de Daira y la mitad de la capital de Lemuria en ese entonces. El ataque tomó desprevenido incluso hasta al propio general de las fuerzas militares del reino intraterrestre.


Cuando aquello pasó, simultáneamente en su propio reino se suscitó una fiera batalla entre guerreros sagrados y akumas que a pesar de las múltiples pérdidas, los guerreros y soldados atlantes lograron detener en el agua el avance del enemigo. El poder de Erebo mermó en un instante, evitando la caída de Atlas.


El daño estaba hecho. Mucho había cambiado desde el estallido de la guerra, pero Froi mantuvo su palabra de algún día concretar el compromiso de su hijo con el primogénito de Mana. No fue una simple decisión, esta fue tomada por la visión que la diosa Gea les dio a ambos soberanos en sueños, antes incluso de que el príncipe Allen naciera.


—Ah, no lo entiendo... —le habló a Bookman. Él estaba meditando bajo la sombra de una carpa no muy lejos. Al día siguiente las cosas seguían igual de tensas en el palacio y el rey había citado al líder de los Bookman para hablar, pero en realidad sólo quería saludar a su antiguo amigo y pedirle unos cuantos consejos—. Sé que mi hijo es algo terco, pero estaba seguro que podría congeniar un poco más con el príncipe Allen.


—Gea tiene todo calculado. No lo podemos ver, pero ella mueve las fichas en el tablero. Deja que ellos solos busquen el camino. Si están destinados, encontrarán la forma de arreglar sus problemas. —Bookman le responde sin siquiera abrir los ojos.


El plan de hacer que los príncipes de Lemuria y Atlántida se conocieran y cortejaran desde temprana edad como estaba establecido nunca aconteció. Décadas después, tras la propuesta de uno de unos de los clérigos de Lemuria, Froi aceptó el compromiso, recordando el pacto que había acordado con Mana Walker antes de la tragedia.


No quería que se volviera a repetir aquello que quitó el brillo en los ojos de su preciado hijo.


—Eso espero. No quiero pensar que Yuu tome mi lugar en el trono sin haberse casado.


—El Clan de Loto no lo permitiría —habló Bookman.


—Lo sé, lo obligarán a casarse con una omega del círculo noble. Deben asegurarse que el linaje de alta categoría le dé al reino un heredero alfa y sólo se podría lograr si el lazo es de alfa-omega... aun si es a costa de un matrimonio forzado —comentó preocupado, usando el pincel para rascar su cabeza con frustración. No lograba concentrarse en el tono correcto de óleo para el color turquesa del agua cristalina de un pequeño estanque.


—Ese es el menor de nuestros problemas, Froi —alertó el viejo alfa, poniéndose de pie— nuestra investigación está mostrando que los movimientos del Conde tienen un patrón peculiar y las zonas de ataque en Lemuria nos indican que está expandiendo el territorio conquistado por su maldición. Se dirige hacia acá.


Tiedoll detuvo su acción para mirar al viejo Bookman, su semblante era serio y su tono de voz denotaba un poco de preocupación.


—Viene por el oráculo —el rey pensó en voz alta, a lo que el alfa asintió juntando sus manos.


— ¿Qué planeas hacer ahora que tienen a Atlántida como objetivo? —cuestionó, acercándose a la pintura para echarle un vistazo.


—Ni mis generales de rango más alto tienen acceso a esta información. No podemos discutirlo si no hablamos con los clanes antes —el rey cerró los ojos. Bookman le estaba advirtiendo con anticipación que se aproximaba una nueva guerra, una silenciosa. La acción pronta lo sería todo... pero había un pequeño detalle, uno muy importante.


Necesitaban reunir al rey de Atlántida, el rey de Lemuria y del líder de los Bookman, además de obtener la aprobación de un selecto grupo de nobles de los respectivos clanes para acceder a los grimorios de Hevlaska, documentos resguardados por los Bookman que contienen el secreto mejor guardado de Hollow Earth.


Sin embargo, el rey Mana estaba muerto y el príncipe no tendría ese derecho hasta que tomara su lugar. Pero siendo apenas el heredero al trono, tardarían demasiado en esperar y para entonces el Conde ya habrá movilizado a su ejército de seres oscuros.


Sólo había una persona en toda Lemuria con la autoridad suficiente para representar a su reino.


—Llamaré a Cross, esto se saldrá de control si no actuamos primero —Bookman habló, interrumpiendo los pensamientos de Tiedoll. Él había dejado los pinceles a un lado—. Se supone que su llegada estaba programada dentro de dos semanas a las puertas de la ceremonia de compromiso. Pero si perdemos al oráculo, Lemuria y Atlántida estarán entre la espada y la pared...


—Eso dejaría a Lemuria en una gran desventaja. Sería dejar al reino a merced de cualquier ataque por la falta del principal estratega y general. Pero tienes razón, sin él no seremos capaces de dar el primer paso en esta guerra —pensó el beta, colocándose su bata y preparándose para salir hacia un lugar en específico.


—Pero si no tomamos medidas inmediatas, podría significar la caída de ambos reinos —El sabio alfa culminó, tomando uno de los pinceles que el rey había dejado sobre una mesita cerca del lienzo.


— ¿Pasa algo? —Tiedoll preguntó, extrañado por la actitud de Bookman.


—No es nada, sólo te hizo falta un poco más de amarillo a la mezcla de óleo que usaste en los arbustos —concluyó, haciendo que se mostrara asombrado. Pensó que el mayor no estaba interesado en su pintura.


—Gracias por decirme, lo arreglaré luego —respondió, haciendo una seña para que los guardias que custodiaban los alrededores del jardín lo acompañaran. Primero harían el intento de disuadir a los miembros del clan pero de ser necesario, buscarían traer a Cross a Atlántida sin que nadie se dé cuenta.


El rey atlante abandonó el jardín del palacio dejando a Bookman solo... o eso parecía.


Afiló su mirada y lanzó el pincel con precisión milimétrica en un segundo, rozando con tanta rapidez la mejilla de Link, que provocó un pequeño corte en su piel.


—Lo que sea que hayas escuchado, no necesito recordarte lo que le sucede a los traidores, ex Cuervo —contrarió al beta de cabellos rubios. Link había disminuido su frecuencia cardíaca y ocultado su presencia con las habilidades mágicas de su espíritu domesticado llamado Atuuda, pero no fue suficiente para despistar al sabio alfa, siendo el único que detectó su presencia.


Link era un antiguo miembro de los Cuervos, soldados encargados de hacer el trabajo sucio de los Clérigos nobles y La Rama cuando se trataba de magia y estudio de la materia oscura del dios Erebo.


—Lo lamento, Señor Bookman. El general Marian me pidió que lo mantuviera al tanto de lo que sucedía alrededor del príncipe ya que teme que su vida corra peligro —se excusó, volviéndose visible y obligando al espíritu con forma de golem blanco a regresar a su cuerpo por medio de unos tatuajes en sus manos ocultos bajo guantes.


—Nuestro príncipe se encuentra en el lugar más seguro de todo Atlas... Confío en Cross, pero no confío en ti —arrugó la cara con molestia.


— ¿No soy alguien de confianza? He cuidado del príncipe Walker desde hace un año y jamás he vacilado en protegerlo —espetó algo molesto por el cuestionamiento altanero de Bookman y por haberlo llamado Cuervo.


Era claro que sus rangos en la nobleza eran muy diferentes, pero Link trató de mantenerse firme ante la presencia del alfa mayor. Su pasado turbulento no era algo de lo que se enorgullecía, pero realmente no mentía. Era un perro leal del reino además de que su propia familia había jurado servir a los Walker generaciones antes de la suya. Bookman sabía eso, pero con la delicada situación en la que se encontraban, quien moviera la primera pieza, aliado o enemigo, sería el ganador de la guerra.


—Tómalo como un consejo sabio... pero al final es una advertencia. No te metas en estos asuntos, sin importar quién te haya dado esa orden. Esto va más allá de los intereses del príncipe Allen —Bookman caminó despacio hasta adentrarse nuevamente en el palacio—. Por cierto, hay cosas peores que ser condenado por traición en estas tierras, ¿entiendes?


Link chasqueó su lengua al quedarse solo. Sus intenciones no eran malas, incluso pensar en traicionar sus principios espirituales o a la misma diosa Gea le era imposible. Se culpó a sí mismo por haber sido descubierto tan fácilmente.


Ni el mismo Link conocía el propósito con el cual el clérigo Leverrier requería dicha información de la que Tiedoll y Bookman hablaban. Pero desafortunadamente debía más lealtad a ese hombre que al difunto rey y su descendencia por haber salvado su vida.


Ahora estaba contrariado sobre lo que debía hacer con los datos que había obtenido.



En un estanque cerrado, dentro de cierta área del palacio de cristal estaba el príncipe Kanda. Con un dolor de cabeza aminorante en las humeantes aguas termales que fluyen por pequeños nacientes bajo la superficie.


Nunca se consideró un devoto a la diosa Gea. Eso era más típico de su padre y su hermano. Pero ahí estaba, maldiciendo la suerte de estar atado al destino dictado por la diosa. Su mente le hizo recordar el momento en que protestó en contra del compromiso días atrás.


...


—¡Cómo que no se puede anular! ¡¿Me están tomando el pelo?! —cuestionó fúrico a los ancianos sentados en círculo, viendo hacia abajo como el príncipe alfa había roto la silla de piedra en la que estaba sentado momentos atrás. Ellos estaban sentados en la parte alta, como si de un juicio se tratara.


—Hay decisiones irrevocables que son tomadas en base a las predicciones del oráculo. Y este ha predicho que el matrimonio se llevará a cabo y será la pieza clave en la derrota del dios Erebo —contesta uno de los eruditos del clan. Sus rostros estaban tapados por capas oscuras, dejando ver sólo la punta de una nariz avejentada.


—¡Me importa una maldita mierda lo que diga el oráculo! —gritó. Sus ojos transmitían furia y su mandíbula estaba demasiado tensa.


Luego de enterarse de la noticia a manos del rey, su único pensamiento fue el de reclamar a los ancianos del clan de Loto. Eran las últimas personas a las que les pediría ayuda, pero haría todo lo posible por evitar ese compromiso.


Él ya tenía una pareja, y re rehusaba a formar un lazo inquebrantable con otro omega, aunque se tratase del mismísimo príncipe de Lemuria.


Los hombres más sabios y ancianos de Atlántida, miraban al príncipe de su reino con ninguna expresión fija en el rostro. A Kanda esto no hacía más que llenarlo de ira e impotencia.


—La decisión fue tomada por los reyes de ambos reinos antes de la fatídica muerte del rey Mana, y fue aprobada por el clan de Loto bajo el seguimiento del clan Bookman. No hay nada que podamos hacer. Este asunto ya no será discutido, príncipe Kanda Yuu. Si algún día quiere convertirse en el soberano de este reino, tendrá que hacer sacrificios.


Una risa impetuosa y cínica llenó la sala en la que había un silencio pesado—. Qué fácil es para ustedes decir que debo hacer sacrificios, ¡¿cuánto más debo perder para que ustedes, bola de oportunistas, estén satisfechos?!


—No entra a discusión. La autoridad máxima que asegura nuestra supervivencia son las sagradas visiones de la diosa. No toleraremos esta actitud infantil y la impertinencia a Gea. Te recordamos que en tus venas corre sangre real y bendecida con la inocencia.


—¿Quien está siendo infantil aquí? —respondió el ojiazul cansado de negativas a su petición, de sus brazos brotó sangre y se solidificó en su espada Mugen. Los ancianos se pusieron nerviosos y los guardias de inmediato se pusieron en guardia, apuntando sus armas al cuello del alfa que los miraba prepotente. Su mano con la espada pronto apuntó hacia el erudito que antes había hablado.


—Pues entonces me niego a tomar asiento en un trono bañado con sangre inocente. Me niego a ceder al compromiso sólo porque una alucinación colectiva o un trato de viejos reyes les dijo que así debía ser. Gea no estaba ahí cuando yo me retorcía de dolor, no estaba ahí para protegernos del ataque del Conde, ¡no estuvo ahí para evitar que mi madre muriera...! ¡Por su culpa Alma y yo fuimos malditos ratones de prueba!


—Basta, ¡hemos tenido suficiente! —sentenció un miembro del clan Bookman. El erudito Yeegar había permanecido en silencio y únicamente como espectador, pero los ánimos se estaban caldeando demasiado y si la pelea verbal continuaba, traería una desgracia mayor a la maldición de Erebo. Se puso de pie, removiendo la capucha para ver a todos a la cara—. El rey Tiedoll aún tiene mucho que enseñarle a su rebelde hijo. Entiendo que el príncipe no esté de acuerdo con un compromiso, y todos bien sabemos lo que ocurre cuando un lazo se fuerza—. Calló a los hombres del clan de Loto. Su vista pronto se dirigió al príncipe, quien también había cesado sus insultos.


—Y usted, su alteza, es un alfa muy fuerte con toda una vida por delante. Si no quiere creer que nuestra diosa intercesora ha unido su destino con el del príncipe Allen, está bien. Pero recordará mis palabras cuando buscando evitar su destino se encuentre con él... y le traiga la paz que tanto ha anhelado.


...


Una risa irónica salió de sus labios. En serio creían que su destino estaba atado a una persona que apenas acaba de conocer. La risa pronto fue reemplazada por el fruncir de cejas y un gruñido molesto.


Allen Walker... no es más que un omega noble y un debilucho. El príncipe huérfano a cargo de un reino que se cae a pedazos. Lemuria no es ni la sombra de lo que fue en su época dorada. Pensó.


Buscó calmar el enojo que brotaba de su cuerpo, se sentía asfixiado por sus propias feromonas denotando estrés. Con los ojos cerrados, recordó bien las facciones del rostro del albino; su cara se veía suave, con la excepción de esa retorcida cicatriz cerca del ojo. Su cuerpo estaba bien trabajado, pero no ocultaba la delicadeza que solo un omega puede tener en cuanto a complexión. Por su brazo rojizo supo que se trataba de una pieza de inocencia, no daba crédito a que un omega pudiera soportar el desgaste de una tipo parásito.


Pero lo que más perturbó la mente del estoico alfa fue recordar los ojos plateados de ese joven. En el salón del trono, cuando vio al príncipe de Lemuria por primera vez tras muchas décadas, lo que más llamó su atención fue una llama violácea que parecía danzar dentro de los ojos brillantes de ese omega. Por un instante, las voces se sumieron en silencio, sólo se escuchaba el ondear del viento en un valle y el ruido de un ave que nunca en su vida había escuchado. La sensación era relajante.


El brillo plateado que jamás había presenciado le trajo una sensación que podía describir como...


—Paz... —abrió los ojos y meditó sobre sus palabras.



Traducción del título: << Llevarse bien >>


Hola hola, minna-san. Ha pasado mucho tiempo ¿no?... desde enero para ser exactos. wow.

Como cuando Hoshino actualiza su manga más rápido que yo con mis fics *Inserte aquí el meme del gato con ojos llorosos*

Desearía regresar a esa época de mi vida en la que podía disfrutar de mucho tiempo libre, actualizar semanalmente, estudiar, ver anime y dormir más de 8 horas. La vida de adulto y el trabajo a veces es muy duro, sobretodo porque se tiene lo que antes no tenía -dinero (y tristemente un par de libras de más)-, pero se pierde el tiempo libre para poder gastarlo. TwT Además de que he estado en recuperación por más de quince días tras una operación de la que ya estoy bien al menos.

Aun así, me las he apañado para escribir de a poquito en mis días libres. Espero que este capítulo sea de su agrado. Se centra un poco en conversaciones pero no desesperen, que la acción y los secretos no tardan en ser revelados. Como pequeño spoiler del próximo capítulo, habrá un rehén y una nueva aventura que involucra a los cuatro protagonistas -almenos los de este fic: Kanda, Allen, Lavi y Alma- + Lenalee que no crean que me he olvidado de ella.

7u7r sólo diré eso... lo demás lo descubrirán en el próximo capitulo xD que solo Gea sabrá cuándo verá la luz.

Mientras tanto, aquí les dejo un nuevo -sensual y hermoso- fanart de Allen bb con su traje Atlante en todo su esplendor *grito de fangirl* ¡¿a que no es hermoso?!

El crédito siempre se lo lleva Yukariet moyashisa16... o Hisa, para los amigos. ;) Abajo sus redes sociales para que descubran más de sus lindos fanarts y dibujos no solo de DGM, también de otros fandoms.

FB: Yukariet

Insta: yukariet

*Cuervos: Los cuervos son los que se encargan de cualquier trabajo sucio que pueda manchar la reputación de la Rama Norte o Sur. Su propósito es el de infiltrarse en cuanto lugar sea posible y exterminar lo que sea que se interponga entre su camino y la inocencia o un posible portador para raptarlo de ser necesario y convertirlo en un arma para la lucha contra el dios Erebo. Su fin no es tan malo, pero los medios no son justificables. Se cree que ocultan información robada del clan Bookman, utilizan energía oscura y se desconfía, en cierto punto, de la fidelidad de sus miembros a la diosa Gea o los clérigos de la Rama. Ellos portan este tatuaje ya sea en el brazo o en la espalda.

*Clanes: En Hollow Earth existen los ya conocidos continentes de Lemuria y Atlántida con los reinados que llevan sus respectivos nombres. Pero debía explicar lo de sus clanes para evitar confundir a algunos.

El clan de Loto se ubica en las ciudades más importantes del reino de Atlántida y las familias de este círculo suelen vivir en ciudadelas separaras de la clase media y baja del reino. En el clan hay tres rangos: el tercer rango va para betas -y en pocos casos omegas- de familias que pertenecen al clan. Gozan de privilegios como puestos de trabajo más acomodados, acceso a una vida de lujos y posibles candidatos a heredar las propiedades cuando los ancianos de las respectivas familias fallecen.

Los de segundo rango son únicamente los alfas nacidos en dichas familias, cuando envejecen son los candidatos a formar parte del grupo de eruditos del consejo real -el equivalente a los ministros y diputados de una nación- que junto con el rey toman las decisiones más importantes del reino. Son los que heredan las propiedades y pueden llevar cargos relacionados a la medicina, política y ser clérigos de alto rango en la Rama Sur. Un ejemplo de este apartado es Komui (Lenalee es de tercer rango al ser omega, pero la hermana de un alfa clérigo de la Rama Sur).

La gran mayoría del clan de Loto forma parte del segundo rango. El primer rango es únicamente para la familia real. No necesariamente rey, reina y príncipes. Puede incluir también primos, tíos y sobrinos. El mejor ejemplo de este rango es Noise Marie, al ser un alfa y primo de Alma y Kanda -aunque no se parecen, pero al final lo coloqué en esta categoría. Perdonen si en el capítulo anterior estaba en el tercer rango, luego lo edito xD-.

El clan Bookman está menos estructurado que el clan de Loto pero básicamente se divide en dos; los líderes y los recolectores de información, siendo los segundos los que se encargan de recolectar la información de ambos reinos y los líderes quienes almacenan toda la información en bibliotecas ubicadas en puntos estratégicos tanto de Lemuria como de Atlántida. Cuando un Bookman decide retirarse del clan o es exiliado, su memoria es borrada completamente para evitar la filtración de información. Son totalmente imparciales, habiendo miembros de este clan inmiscuidos en Lemuria, Atlántida y algunos entre la familia de los Noah. El símbolo del clan Bookman es el Kanji del fuego (como en el martillo de Lavi).

El motivo por el cual Bookman y Lavi tuvieron una etapa de nómadas es porque Lavi, siendo el sucesor del líder principal del clan, tiene que aprender ambos papeles, el de recolector y el de almacenador de datos.

Aunque en Lemuria no se consideran como un clan, ya que sus intereses son muy egoístas, podría decirse que los miembros del consejo real de Lemuria y algunos generales forman parte del grupo de personas o familias adineradas, concentrándose en Cuargeo principalmente. Formado en su totalidad por alfas y betas y siendo Allen la única excepción a esta regla, por lo menos en ese reino. No tienen estructura fija ya que esta se perdió con el ataque a Citrino. El nombre del extinto clan de Lemuria se llamaba "Clan Campbell" y como habrán adivinado, los reyes y su familia eran parte de este.

*Lavi Bookman: Por si aún no les había quedado claro en el capítulo anterior, Lavi nació en Atlántida. Sin embargo, es un mestizo: su madre es atlante y su padre es de Lemuria, pero Lavi adoptó las habilidades de los atlantes. Dejé un par de pistas desde los primeros capítulos, pero casi nadie sospechó de ese dato curioso.

Casta y edad de los personajes presentados:

*Erudito Yeegar: (Alfa) 475 años / 76 años humanos - Clan Bookman

Las preguntas preguntonas no pueden faltar en cada actualización:

¿Les gustó el capítulo?

¿Qué plan creen que traman Road y Tyki?

Inserte aquí teoría loca-chan sobre qué le ocurrió a la madre de Kanda y su antigua pareja (Leeré detenidamente sus comentarios, a ver quién está más cerca de averiguarlo)

Inserte aquí cualquier teoría loca-chan sobre el personaje que ustedes tengan en mente.

¿Habrá un avance en la relación de Kanda y Allen en el próximo capítulo?

¿Podrán Woody y Tiro al Blanco cruzar el gran cañón a tiempo?

¿Dejaré de hacer preguntas tontas algún día?

Les agradezco infinitamente por su paciencia. Sé muy bien lo difícil que es estar prendido en una historia y que su autor este en hiatus o actualice como yo, cada que pasa el cometa Halley xD, lo sé de primera mano, pues yo también soy lectora -muy ocasional, pero lo soy-.

Ah, algo más que había olvidado mencionar. ¡Quiero darles la bienvenida a todos los lectores nuevos! Es un honor que formen parte del universo de la tierra hueca, conocido como Hollow Earth. Muchísimas gracias por leer, y también a mis lectores más fieles. Les mando un enorme abrazo y con esto me despido por otra temporada.

PD: Recuerden que el siguiente fic a actualizar es Jikan no Breaker.

PD 2: En unos días publicaré un pequeño One Shot, por si quieren ir a leerlo se llamará Innocent Eyes. Mi intención era subirlo antes de este capítulo, pero me he atrasado con la portada un poco y unos cuantos detalles finales. Espero les guste ;)

PD 3: Les advierto que el OS será Nea/Mana x Past Allen! 7u7r

PD 4: Quedan advertidos xD

**(^ᴗ^)**

Los dejo con un Bye Bye Dango... y nos leemos (espero) en unos cuantos días ^^

レムーリャ By: Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。

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