✿ capítulo nueve


Era medio día de martes, TaeHyung se encontraba en una reunión de su empresa y JungKook estaba en su descanso de almuerzo junto a sus empleados y YoonGi. El día no estaba ajetreado y el sol se encontraba en su punto más alto, iluminando toda Seúl, así como las últimas dos semanas, que, por cierto, habían sido bastante armoniosas para los futuros padres. La semillita había estado bastante activa, moviéndose y dando golpecitos, cansando de paso a TaeHyung, pero no era algo que le molestara, en su lugar, le ponía feliz, el movimiento de su niño significaba que todo iba bien por ahí dentro, o eso había dicho el doctor Kim.

Estaba ya en su séptimo mes y ahora tenía chequeos de manera más continua. El parto podría estar, aproximadamente, para el diecinueve de septiembre —estando ahorita a mediados de julio— y eso sólo podía ponerlos más contentos. Incluso, hace aproximadamente tres semanas, habían comenzado a decorar la habitación para la semillita. Aprovecharon un domingo libre para comprar algunas cositas, entre ellas, tres botes de pintura. «Mejor que sobre a que falte», había dicho JungKook a la hora de pagar. Después de las compras se pasaron lo que quedaba de la mañana y toda la tarde pintando la habitación de un verde oscuro pastel. Por suerte, ambos papis tenían grandes habilidades para la pintura. Así que, para que TaeHyung no se sobreesforzara, juntos decidieron pintar algunas ramitas con hojas y limones en la pared en la que TaeHyung quería colocar la cuna, la cual ya estaba apartada.

—De verdad que nuestro bebé es el rey de los limones —había bromeado TaeHyung.

En el transcurso de los días, el tío SeokJin llegó a visitarlos varias veces... Cada una de ellas con regalos. TaeHyung se avergonzaba, pero Jin le regañaba diciéndole que él quería ser el favorito de su bebé y debía irse ganándoselo desde ahora; hasta ahora, el regalo más costoso que el rubio le había dado había sido un pequeño armario blanco —que después TaeHyung se encargaría de pintar— y que el tío Hobi junto al tío JiMin y la tía JooHyun se estaban encargando de llenarlo. TaeHyung también aportaba, cada vez que pasa al frente de una tienda para niños sentía la gran necesidad de entrar y cualquier cosa linda que veía comprarla, pero no lo hacía... O lo intentaba a veces.

El azabache había terminado ya su almuerzo. TaeHyung se había ofrecido a hacérselo y él con una gran sonrisa aceptó. Por lo general, era JungKook quien cocinaba y no le molestaba, sinceramente, pero cuando TaeHyung decidía cocinar se sentía el hombre más feliz del mundo; su novio tenía muy buena mano para la cocina.

Recogió sus trastos para luego lavarlos rápidamente, así mismo, limpió la mesa y golpeó en la cabeza a YoonGi, quien se encontraba durmiendo.

—Te pasas, hijo de puta —exclamó el pálido.

—Yah, ¿qué te tiene trasnochando, eh? Puedo ver tus ojeras desde mi casa.

—Muy chistoso —rio sarcástico—. Nada, simplemente JiMin ha estado enfermo y se levanta en la madrugada a vomitar, si no estoy con él entraría en pánico, seguramente.

—¿Vómitos? —preguntó JungKook, su cara hundida en confusión—. Uhm, ¿no crees que es un poco raro? Ya sabes...

—Entiendo lo que dices, me gustaría pensar que sí, pero no estoy tan seguro. Decidimos hacernos ambos los exámenes necesarios, pero los resultados no fueron muy claros —dijo—. Lo único que entendimos fue que yo no puedo quedar y que JiMin está en un cincuenta-cincuenta.

—Sí es así, entonces... ¿Por qué no estás seguro de que los vómitos se deben a un embarazo?

—Porque JiMin tiene un estómago sensible y el comer cosas condimentadas lo pone mal, hace unos días nos pasamos toda la tarde comiendo bolsitas de chucherías.

—Eso suena muy estúpido, YoonGi —rio—. Seguiré el ejemplo de Irene y te propongo una apuesta, ¿qué tal, eh?

—Ser como Irene no deja buenas cosas, JungKook.

—Es millonaria y maneja su propia empresa, yo creo que sí —defendió.

—Es inútil contigo —bufó—. A ver, dime, ¿qué quieres apostar?

—Si resulta que JiMin está preñado deberás hacer cierre por todo el mes y pagarme quince mil wons, si no es así, tú eliges.

YoonGi viró los ojos y negó con su cabeza. A veces pensaba que JungKook tenía problemas.

—No me parece algo correcto apostar dinero y tareas por alguna posible condición de mi pareja, pero ya qué. Si no es así, me darás dos semanas de vacaciones pagadas y deberás costearnos a mí y a JiMin una cena en el West House.

—¿Crees que cago dinero o algo así? —exclamó furiosamente bromeando.

—Tú empezaste, yo sólo aproveché.

JiSoo, quien había estado escuchando la conversación por estar lavando algunos trastes, negó con su cabeza; su jefe y YoonGi eran un par de idiotas sin remedio.

TaeHyung recién salía de su reunión, su cabeza dolía un poco y se sentía mareado, fatigado. Sentía una presión terrible en su pecho. Irene iba a su lado revisando y firmando un par de papeles ignorando todo a su paso, por lo que el pelicenizo la movía de derecha a izquierda o viceversa para que no chocara con nadie. Sin embargo, no esperó que quien chocaría con la pelinegra sería él mismo.

—Tae, ten cuidado —habló, mas sin prestar real atención.

Al no recibir alguna respuesta o excusa, despegó la mirada de los papeles que leía y se giró para ver qué sucedía. Chilló asustada cuando se encontró con TaeHyung recostado a la pared casi a punto de caer por el tembleque en sus piernas. Se acercó rápidamente y tomó al castaño en sus brazos.

—¿Tae? Tae, bebé, respóndeme, cariño.

El menor no dio respuesta, TaeHyung se había desmayado. Miró a su alrededor en busca de ayuda y, como si de un ángel tratase, uno de empleados de marketing llamado HoSeok —o mayor conocido como WonHo— apareció en el pasillo; el chico era conocido por su cuerpo y músculos de dioses, sabía que podía cargar a TaeHyung sin problema alguno.

—¡WonHo, ayúdame, por favor!

El mencionado se giró asustado ante el grito desesperado de Irene, al caer en cuenta del estado del embarazado llegó corriendo a ellos.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó.

—No lo sé, ¡t-todo estaba bien hace sólo unos m-minutos! —balbuceó, el miedo que la recorría era notable—. Por favor, ayúdame a llevarlo al médico.

WonHo no lo pensó dos veces y alzó el cuerpo con todo el cuidado que podía, estaba al tanto del estado del pelicenizo, claramente. Con Irene pisándole los talones se dirigió al ascensor, su jefa presionó los botones y las puertas se cerraron.

—¿Sabes cuál es mi auto? —preguntó, a lo que WonHo negó—. Presiona el botón y sabrás cual es, espérame en la entrada principal. Iré con Wendy para que avise inmediatamente a JungKook y a JiMin, yo llamaré a su doctor en el camino.

Dijo para luego dejarle las llaves en la mano y bajar del ascensor cuando este llegó al primer piso. WonHo se quedó hasta que llegaron al estacionamiento —que estaba debajo del edificio—, miraba cada cierto tiempo a TaeHyung esperando alguna reacción, pero no había ninguna. Comenzaba a ponerse ansioso, Kim era una persona increíble y amable, esperaba que lo que sea que estuviera pasando se fuera pronto; el chico no merecía cosas malas.

Ya en el lugar, desbloqueó las puertas del auto con el control de las llaves, causando que las luces de un auto moderno se encendieran. Caminó hasta él y abrió la puerta trasera para, suavemente, acostar a TaeHyung y luego él subir también. Condució hasta la entrada principal e Irene ya se encontraba ahí, tanta era la desesperación de la pelinegra que, apenas "estacionó" —si a lo que hizo se le podía llamar estacionar—, abrió la puerta trasera y se subió al auto, exigiendo de paso que acelerara.

—Todo estará bien, TaeTae. Lo prometo —susurró al oído del menor, dando leves mimos en la mejilla de este.

Velaba por la seguridad del bebé y de su pequeño mejor amigo, también por JungKook; porque si ella estaba sintiéndose mal por lo que sucedía, no podía imaginar como el azabache reaccionaría.

Cuando llegaron al hospital privado, el doctor Kim esperaba por ellos en la entrada con una camilla y enfermeras a su lado. WonHo se encargó de colocar al pelicenizo en la camilla para que seguidamente las enfermeras y el doctor comenzaran a moverse hasta un consultorio.

JungKook llegó unos veinte minutos después de que ellos lo hicieran. JooHyun al verlo llegar sudoroso, tembloroso y con su cara bañada en preocupación y nerviosismo, sólo pudo pedirle a los miles de dioses que este pequeño desliz no fuera perjudicial para la semillita en camino.

lemonade baby│capítulo nueve

sinceramente, no tengo mucho que decir. me siento terriblemente avergonzada de tardar tanto con las actualizaciones. es horrible esperar, lo sé, y realmente siento mucho el hecho de que yo (una persona re-x) los haga esperar. por eso decidí que trabajaría con capítulos cortos para traerles actualizaciones rápidas.

pronto se cumplirá un año desde que publique lemonade baby y no he avanzado absolutamente. que vergüenza, en serio.

pero bueno...

a las personitas que aún siguen aquí y esperan por mí, muchas gracias por leer y perdonen cualquier error.

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