CAPITULO 12. OH ROMEO ROMEO ¿ERES TU MI ROMEO?

Al día siguiente al entierro de Raúl, asistí junto a Lena a clases. Mis amigos me preguntaron que tal me encontraba, pues Lena había contado la mentirijilla de que me había sentido indispuesta por la noche por lo que había decidido quedarme un día en casa. El viernes transcurrió rápidamente entre las clases, la academia y la sesión de cine que habíamos programado Lena, Tina y yo en mi casa; quien se había quedado a dormir en esta para ayudarme al día siguiente a prepararme para la cita con Kevin. A la 1:00 de la mañana las tres aun nos encontrábamos despiertas en la habitación hablando sobre chicos y chicas, mientras jugábamos al UNO, un juego que no pasó de moda a pesar de los años.

- Y te lanzó un +4.

- Tina, creí que éramos amigas. Esto es una gran traición por tu parte.

- Lo siento Lena, pero esto es un juego y suelo ser muy competitiva así que vete cogiendo esas 4 cartas sin hacer trampitas.- Estuvimos jugando hasta que el reloj dio las 1:45, momento en el cual decidimos que era mejor dormir si mañana no quería despertarme con ojeras.

El sábado se presentó un poco nublado, por lo que las opciones que mis amigas habían elegido para mi cita quedaron anuladas. Mientras yo me fui a duchar y a continuación a peinarme, recogiendo mi pelo en una trenza rusa, mis amigas estuvieron revisando mi armario en busca de lo que ponerme. Cuando salí del baño envuelta en una toalla, mis amigas ya se habían decidido por un conjunto. Este estaba compuesto por un pantalón de vestir negro, una blusa de manga corta de color rojo con detalles en el cuello de color negro y una rebeca de color negro con botones dorados que creaban el coonjunto perfecto. Me vestí en el baño, dado que temía que Tina viera mi cicatriz en el costado e hiciera preguntas al respecto. Luego, también aproveché para maquillarme un poco: un poco de brillo de labios rojo sabor cereza y un poco de eyeliner de color negro en los ojos que hacía resaltar estes. Una vez arreglada salí del baño y me dirigí a mis amigas quienes estaban sentadas en la cama esperando a que acabase de arreglarme.

- ¿Ya estás lista para la cita?

- Si, lo estoy Tina.

- Pues ya era hora, Kevin debe estar al caer- Tenía razón. Eran ya las 12:00 y había quedado con Kevin a las 12:15.  Antes de bajar al salón me calcé con unos zapatos de salón de tacón bajo de color rojo y mi bolso de mano de color dorado con piedras en color rojo que iban a conjunto con el resto de la ropa.

A las 12:15, sonó en punto el timbre de la casa. Me dirigí a la puerta despidiéndome de mis amigas. Al abrir la puerta vi a Kevin enfundado en unos vaqueros oscuros, una camisa blanca y una americana azul negra. Estaba realmente muy guapo. Había que admitirlo. Los dos nos quedamos mirándonos sin realizar ningún movimiento, hasta que a mi buena amiga Lena se le ocurrió decir

- He oído una puerta abrirse pero no cerrarse, así que me imagino que seguís aquí. Dejad de comeros con la mirada y poned pies en polvorosa que vais a llegar tarde.- Ese comentario consiguió sacarnos una sonrisa y romper la incomodidad del momento. Al final ambos salimos por la puerta cogidos de la mano rumbo a la ópera para ver el ballet de Romeo y Julieta. Tuvimos que coger el autobús solar para llegar al centro de la ciudad y llegar a tiempo a la ópera. Una vez que llegamos nos sentamos en nuestros respectivos asientos. Me encantaba la historia de Romeo y Julieta y su amor prohibido y todo su esfuerzo por terminar juntos a pesar de que sus familias eran enemigas y verlo representado a través del ballet hizo que me gustara más. Al terminar la obra y salir de la ópera vi que tenía mis mejillas mojadas, intenté ocultarlas pero Kevin se percató de ello.

- ¿Estás bien?

- Si, lo siento, es que esta obra siempre consigue hacerme llorar. Es muy triste que a pesar de todo el esfuerzo que ponen por su amor acaben muriendo ambos por culpa de una guerra entre sus familias- Mis lágrimas seguían recorriendo mis mejillas sin poder parar. Eran lágrimas causadas no sólo por la obra, sino por el hecho de que yo acabaría como Julieta, muerta, y Kevin como Romeo sufriendo y quizás sintiendo que el también se muere. Pero yo también quería mi historia de amor, merecía mi historia de amor al igual que los demás. Merecía ser amada aunque fuese por un pequeño período de tiempo.

- Está bien Aria, no tienes por qué disculparte- Me dijo Kevin secándome una lágrima y luego abrazándome- Además me gusta esta Aria, por un momento cuando te conocí, creí que serías una chica ruda por la forma en que me respondiste y te defendiste, pero ahora veo que detrás de todo esto- me señaló el cuerpo entero- hay una chica con sentimientos que espero que tenga tanta hambre como yo.

- Eres un idiota ¿Lo sabes?

- Eso suelen decirme- Juntos nos dirigimos a un pequeño restaurante con vistas a las montañas del Purgatorio, Infierno y Paraíso, quienes se les había dado ese nombre en honor a la obra "La Divina Comedia" de Dante. Nos sentamos en una mesa para dos y al rato el camarero nos preguntó que queríamos tomar

- Para mí una sopa de verduras y de 2º el entrecot con ensalada y para beber zumo de naranja natural

- ¿Y para el señorito?

- De 1º quiero mejillones con salsa marinera y de 2º pollo al cajún con ensalada también y de beber agua fría por favor.

- Muy bien, en un rato les traerán la comida. Espero que la disfruten- Ambos les dimos las gracias al camarero y poco después nos pusimos a hablar.

- ¿De dónde viene tu afición por el baile?

- De ver El cascanueces con mis padres a los cuatro años en el pequeño teatro de mi ciudad. Cuando vi la forma que tenían de narrar la historia a través del baile, me enamoré de ese arte y les dije a mis padres que quería ser bailarina. Al día siguiente mis padres me apuntaron a la academia del pueblo y desde aquel día sigo bailando. ¿Y tú qué me dices? ¿A qué viene lo de las artes marciales?

- Para poder defenderme. Antes asistía al otro colegio de la ciudad, pero me acabé cambiando por el de ahora por cercanía. En mi nueva clase había un grupo de chicos a los que no les agradaba por ser el nuevo y el centro de atención por lo que siempre se acababan metiendo conmigo. Un día llegué a casa con el ojo morado y les dije a mis padres que quería aprender artes marciales para poder defenderme y defender a otros que sufrían de abusos como yo. Al cabo de unos días mis padres terminaron apuntándome a una academia.

- ¿Qué edad tenías cuando ocurrió todo eso?

- 9 años.

- Lo siento. Siento que tuvieras que pasar por eso.

- No te preocupes, al final todo se solucionó. De hecho esos chicos hoy en día son mis amigos y compañeros en la academia y tú ya los conociste en la fiesta de la playa. No soy de los que guardan rencor cuando alguien te pide perdón.

- Eso es muy noble por tú parte. No todos son como tú.

- ¿Y has dejado algún chico atrás?- De nuevo la imagen de Mike vino a mi mente.

- No. No he dejado a nadie- En ese mismo momento vinieron los camareros con la comida. Ambos empezamos a comer y probamos la comida del otro. Todo estaba buenísimo, y las vistas eras espectaculares. Al terminar nos preguntaron si queríamos algo de postre a lo que ambos respondimos que sí al mismo tiempo. Acabamos pidiendo un trozo de tarta de milhojas y Kevin se decidió por un brownie relleno de chocolate fundido en su interior. Este pequeño dulce de chocolate le jugó una pequeña mala pasada pues le acabó creando un pequeño bigote.

- Señor mustacho, tendría que ir al barbero para que le arreglaran el bigote.

- Aria ¿De que me hablas?- Le saqué una foto con mi móvil y se la enseñé. Esto causó que se pusiera rojo. Oh dios mio, Kevin colorado. Esto si que era digno de ver. Para evitar que se sintiese más avergonzado cogí un pedazo de su browny y me hice un pequeño bigote también.

- Ahora estamos igualados. Creo que no se nos puede sacar de casa señor mustacho-  Después de este comentario, ambos nos reímos y Kevin decidió sacarnos una foto con su móvil que acabó subiendo con mi permiso a la red Photoofme (red social en la cual podías subir fotos y comentarlas así como crear videos y subirlos), con la etiqueta de “El mustacho es lo que se lleva ahora”. Al terminar todo salimos del restaurante, después de que cada uno pagara su parte, lo cual me costó lo suyo, pues Kevin quería pagar todo. Sabía que de parte de el era un gesto de afecto, pero aun así este gesto en ocasiones puede entenderse como una muestra del poder del hombre sobre la mujer. Antiguamente, muchos años atrás las mujeres eran relegadas como a un segundo plano, siendo el hombre el que trabaja y llevaba el dinero a la casa. Con la revolución industrial esto cambió, haciendo que las mujeres se incorporasen al mundo laboral y aportasen también dinero a casa. Sin embargo la sociedad siguió manteniendo la superioridad y el poder del hombre sobre la mujer durante muchos años. Nos costó mucho conseguir la igualdad en los trabajos y en el salario, pero al final lo conseguimos en el año 2.075.  Por todo eso, no permití que Kevin me pagase, pues mis antepasadas habían luchado muy duramente para ser tratadas de igual forma. Al salir del restaurante, decidimos bajar hasta los acantilados  de Dante, los cuales se accedían a través de un teleférico. Una vez arriba, estuvimos caminando por el pequeño bosque que se encontraba en este hasta llegar al mirador de Dante, el cual ofrecía unas vistas del océano y de las montañas  del Purgatorio, Paraíso e Infierno a la izquierda y de la playa Beach Paradise a la derecha. Las vistas eras espectaculares. Allí arriba, la temperatura era más fresca haciendo que me estremeciese. Kevin me abrazó por detrás intentando darme algo de calor, y juntos contemplamos las vistas al tiempo que sacamos varias fotos haciendo el tonto. Unos 30 minutos después, cuando se empezaba a nublar, bajamos de nuevo rumbo a la ciudad en donde cogimos de nuevo el autobús rumbo a mi casa.

- Kevin, en serio, no tienes por qué acompañarme a casa.

- Un verdadero caballero acompaña a su dama a la entrada de su casa- Con esas palabras se subió al autobús solar y yo me subí detrás de él. El autobús nos dejó cerca de mi casa, en el paseo marítimo de Adam y Eva. La cita estaba terminando y no quería que terminase. Había sido un día inolvidable junto a Kevin. Caminamos el trayecto que separaba el paseo marítimo de mi casa en silencio y de forma lenta como queriendo prolongar esta cita. Pero a pesar de eso llegamos a mi casa. Ambos nos quedamos mirando de nuevo, como cuando nos vimos por 1º vez a día de hoy sin saber muy bien qué hacer o que decir. Al final Kevin se acercó a mí y yo a él como si estuviésemos siendo atraídos por la fuerza de un imán. A continuación, tocó una de mis mejillas y poso sus labios sobre los míos, al mismo tiempo que la tormenta que había amenazado con llegar hacía acto de presencia. Al separarnos ambos estábamos mojados, pero felices y seguros de que nos gustábamos. Kevin se acabó despidiendo de mí con otro pequeño beso en los labios.  Entré en la casa, en la cual se encontraban Lena y Tina que me miraban con cara de interrogación, ¿Como si no estuvieran observando todo tras la ventana? Puede que al final, Kevin, si resulte ser mi Romeo.

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