CAPITULO 11. R DE RAUL Y RECUERDOS.
Ese jueves, mis padres me llevaron a la estación del Velocinator (algo parecido a un ave, con la diferencia de que era más veloz y resistente y no contaminaba dado que funcionaba mediante energía solar y productos orgánicos). Allí nos despedimos. Una vez en el tren, me senté al lado de una anciana que según me había contado iba de visita a casa de su hija para celebrar el nacimiento de su nieta. Se la veía feliz, animada. La vida arrebataba un ser pero al mismo tiempo ponía otro, para equilibrar la balanza. Ojalá esos seres que arrebataba pudiesen vivir más. No sé en qué parte concreta del trayecto me quedé dormida, ni en la cual empecé a soñar con Raúl, recordando momentos que compartimos juntos. Momentos que repetiría una y otra vez si tuviese la oportunidad de hacerlo.
3 años atrás:
Lapsus 1
Cuando entré en aquella habitación lo 1º que vi fue a un joven delgado y con la cabeza rapada, que me dirigió una gran sonrisa que parecía querer decir “bienvenida a nuestro nuevo hogar”. Poco después de que mi enfermero se fuese, se presentó como Raúl el flacucho, haciendo que soltara una sonrisa, pues se llamaba así mismo flacucho para que los demás si lo llamaban así vieran que no le importaba. Hablamos sobre nuestras operaciones, viendo quien llevaba más, como si aquello fuese una competición, un juego más. Fue a través de esa charla como descubrí que el también padecía del Genar13, y que este último ingreso se debía a que padecía el Linfoma de Hodgkin, concretamente con esclerosis nodular. Este tipo de cáncer, según me comentó él, comenzaba en las células llamadas linfocitos que forman parte de nuestro sistema inmunitario. En su caso se había originado en los ganglios linfáticos del tórax. Para poder vencerlo había recibido quimioterapia y radioterapia, causando que su pelo fuera cayendo poco a poco y que su cuerpo fuera perdiendo masa corporal. A pesar de todo, se veía todos los días optimista y con una sonrisa. Según él,esto se debía al hecho de que había sobrevivido y otros no tuvieron esa suerte, así como que era mejor vivir feliz y poco tiempo que vivir mucho y triste.
Pasamos varios momentos juntos: jugando al ajedrez, a las cartas, o momentos en los cuales yo le leía un libro o viceversa. Poco a poco nos fuimos conociendo y entablando una gran amistad.
Lapsus 2:
Nuestro 2º rencuentro fue en las navidades en las que yo tenía 14 años. En estas a Jake se le ocurrió la fantástica idea de organizar una gran fiesta para los niños y padres. Recuerdo que estuvo varias semanas preparando y organizando todo para que la fiesta saliera a la perfección. Según el, quería que los niños y niñas recordasen esas navidades como unas Navidades mágicas y no por el hecho de estar hospitalizados. Al final acabé metida en el embrollo y emocionada por tener algo en lo que ocupar mi mente que suponiese la felicidad de otros. Nos pasamos varios días intentando contactar con alguna organizadora de fiestas y asociaciones que nos ofreciesen un buen precio, pero a pesar de varios y varios intentos, no encontrábamos la adecuada. Teníamos todo el resto preparado: la decoración por los pasillos y las habitaciones, la comida, los regalos, las luces pero nos faltaba el ingrediente más importante. Al final ese ingrediente apareció justo 3 días antes de Navidad. La noticia,de que en el hospital un grupo de jóvenes quería celebrar una fiesta por Navidad para alegrar a los niños ingresados, llegó a oídos del director de un circo quien se acabó poniendo en contacto con Raúl ofreciendo su espectáculo gratis. A pesar de que habíamos insistido por video- llamada de pagar algo, el director dijo que su mayor pago serían las risas de los niños. Aquel hombre, llamado Scott, consiguió las risas de los niños al final por Navidad, gracias a su gran espectáculo el cual incluía magia, payasos y acrobátas.
2 años atrás
Lapsus 3:
Raúl y yo nos encontrábamos en una cafetería de mi ciudad natal hablando sobre nuestro futuro, sobre nuestros sueños. Raúl ingresaría al año siguiente a la Universidad, y se mostraba ansioso, ilusionado por emprender esa nueva etapa, mientras que a mi aún me quedaban dos para ingresar. Mostraba las ansias por aprender de los jóvenes. Recuerdo que esa tarde nos la pasamos gran parte en el bar y luego paseando por el parque. Le hablé sobre Mike y de lo bien que estaba llevando lo de mi enfermedad, de que no le importaba ese hecho. Recuerdo como se arregló cuando se lo conté y del gran abrazo que me dio a continuación y de cómo la gente nos miraba con pena. Seguramente pensaban que nos estábamos despidiendo de manera definitiva, pues por aquel entonces Raúl seguía igual de delgado y su cabeza rapada.
1 año atrás
Lapsus 4:
- Aria lo he conseguido. He entrado a la facultad con una beca con todos los gastos cubiertos. Mi sueño está más cerca de cumplirse. Todavía no me lo creo- Tan pronto oí ese mensaje, no dudé en llamarlo por video-llamada. Al poco rato apareció su cara y sus ojos de color ocre que mostraban un brillo especial.
- ¿Lo has conseguido? Te dije que lo harías. Esto hay que celebrarlo a lo grande mañana. No todos consiguen entrar a una facultad con todo cubierto. Así que te invito a una buena caña para celebrarlo
- Te tomo la palabra. Ahora me tengo que despedir que mis padres quieren celebrarlo también.
- Disfrútalo. Nos vemos mañana universitario.
Al día siguiente nos encontramos en nuestro bar para celebrarlo. Raúl pidió su cerveza bien fría y yo mi querido batido de mango y plátano helado. A continuación de eso nos perdimos por las calles de la ciudad, hasta llegar a la plaza, en la cual se encontraba el gran reloj en donde se daban las campanadas para la celebración del año nuevo. Además en ella se encontraba una gran fuente en el medio así como unos árboles y bancos para sentarte. En ella se encontraba un grupo bailando y tocando. Raúl me ofreció su mano para bailar y yo me negué
- Raúl quieres que me muera de vergüenza
- Pero si eres bailarina Aria, bailas delante de muchas más personas
- En actos si, pero esto es como más en público.
- Porfa Aria, hazlo por mí. No todos los días un chico consigue entrar en una facultad con una beca completa.
- ¿Estás usando mis palabras en mi contra?
- Puede. ¿Funciona?- Al final acabé aceptando y acabamos bailando en la plaza bajo la mirada de la gente que nos aplaudía y que al final se acabó uniendo.
El suave sonido de la voz de la anciana fue quien me despertó y me alejó de mis recuerdos
- Niña hemos llegado a tu parada- le di las gracias por avisarme y me despedí de ella. Ahora aún venía la peor parte.
Al entierro de Raúl asistieron muchas personas, quizás algunas incluso desconocidas para el y su familia. En ocasiones la gente tiende a acudir a entierros de personas que no conoce de manera directa sino indirectamente a través de lo que oyen, y los cuales tuvieron una muerte un tanto trágica o una muerta después de un periodo de lucha. Odiaba eso, odiaba que un desconocido me diera su pésame a pesar de que sintiese su pérdida. Un acto como este debería ser algo íntimo y familiar, al que sólo asistiesen personas conocidas. Para mi aquellas personas daban la imagen de un grupo que quería saber más sobre cómo había sido la muerte, sin importar como había sido esa persona en vida. Ese simple hecho haría que Raúl fuese conocido al igual que Annie como un mero luchador por su enfermedad, sin que nadie conociera su verdadero yo. Quedando este en los recuerdos de unas pocas personas que lo habían conocido realmente en vida. Si la gente me preguntase ahora ¿Cómo era Raúl?, les hablaría de: su gran corazón, de cómo a pesar del dolor y del cansancio que causaba su enfermedad, hacía un esfuerzo para visitar a diferentes pacientes del hospital para sacarles una sonrisa con sus bromas, cuando el era el que necesitaba ser animado, o les hablaría de nuestra fiesta en el hospital por Navidad, de su esfuerzo para lograr entrar en la facultad que quería para poder estudiar la génetica humana y en un futuro descubrir curas a enfermedades que aún no tenían nombre. Así era el, un chico que anteponía sus deseos a los de los demás.
Al acabar la ceremonia me acerqué a sus padres, quería hablarles de lo importante que había sido Raúl en mi vida y de lo buena persona que había sido. Quería decirles que yo lucharía por los dos, y que cumpliría nuestros sueños. Al terminar de hablar, me dieron las gracias por todo, y por haber sido su amigo durante ese tiempo. Sus padres me entregaron un pequeño paquete que Raúl les había dejado para mí. Poco después me despedí de ellos y me dirigí de nuevo a mi casa. En el Velocinator abrí el paquete, que contenía un libro. Su libro favorito. El libro que según él le había enseñado a vivir cada día. El libro era “Un mundo amarillo”. Incluso después de su muerte, Raúl conseguía hacerme reír. Adiós amigo, hasta que volvamos a vernos, dije mirando al cielo tras la ventana.
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