Hoy es nuestro primer aniversario de casados con Kou.
Él se fue a trabajar temprano en la mañana, y dijo que regresaría cerca de la noche.

Comencé a cortar los vegetales con una sonrisa, que se borró al instante.

—Amane… Quien diría que te casarías con Kou… Nuestro Kou…

Esa voz volvía a perturbar mi paz.

—Mírame. ¡MÍRAME, AMANE! ¡ESTOY AQUÍ!

—Basta, Tsukasa.

—Voy a matar a Kou.

—¿QUÉ? ¡NO VAS A HACER NADA!

—Amane… -Tsukasa comenzó a acercarse a paso lento pero amenazante. Cuando estuvo a centímetros de mi, me abrazó.

—SUÉLTAME.

—AMANE.

Me safé inmediatamente de él, salí de la cocina y me encerré en el baño.

No eres real, no eres real.
No eres real, no eres real.

—¡NO ERES REAL! —levanté mi vista y lo ví frente a mí.

—Si que soy real, Amane… Eres tú el que no sabe diferenciar las cosas…

Desesperado abro la puerta del baño otra vez y me dirijo a la cocina. Oigo sus pasos, lentos pero seguros, seguirme.

Agarro los fósforos que estaban en el cajón y enciendo uno.

—¡VOY A MATARTE SI NO ME DEJAS EN PAZ!

—Amane… ¿matarás a tu hermano otra vez?

Lancé el fósforo encendido hacia él.

(...)

Veía desde afuera las llamas que se esparcían por toda la casa.
Lo maté otra vez.

Estaba sentado en la vereda de enfrente, viendo como yo mismo había quemado mi hogar.

El hogar mío y el de Kou.

Nuestro hogar.

Nuestra felicidad.

—¡Amane!

Esa era la voz de mi amado esposo. Sentí que se agachó a mi lado mientras llamaba a los bomberos.

Yo seguía perdido.

—Amane debería haber muerto. A partir de mañana, te lo llevarás todos los fines de semana.

—¿Estás diciendo que te quieres separar de mi?

—No quiero vivir bajo el mismo techo que comparto con el hombre que me forzó a tener a Amane.

—Yo quería un hijo, y tú también. Fue mutuo.

—Pero nunca quise uno contigo.

La hoja en blanco, parecía volver a ser escrita.