🍂;;12•El significado de Felicidad.
—Te amo.
Le había dicho, después de mucho tiempo. Lo pensé todo el día, que me salieron las palabras sin ningún mínimo esfuerzo.
Podía oler su aroma a cítrico que tanto lo caracterizaba.
Él me miró, y yo lo miré.
Podía ver un cielo infinito en sus ojos azules, podía ver una profundidad interminable.
Ambos recostados en el suelo, mirándonos a los ojos, bajo el cielo repleto de estrellas, ¿podría pasar algo malo?
Kou acercó su cara a la mía. Nuestras narices rozaron, y nuestros labios también. Podía oler su aliento, me fascinaba.
Unió nuestros labios y no dudé en corresponder a aquel beso dulce e impaciente, aquel que encendía mi corazón en llamas.
—Yo también te amo, Amane.
Me sonrió y me volvió a besar.
(...)
Después de tantos años, después de muchos anhelos, por fin llegaba el día en el que me casaría.
El día que me casaría con la persona que más amo.
—Yugi Amane, ¿acepta a Minamoto Kou como su legítimo esposo?
—Acepto.
—Minamoto Kou, ¿acepta a Yugi Amane como su legítimo esposo?
—Acepto.
(...)
Había esperado este momento desde hace mucho. Los dos solos en nuestra casa, y en nuestra habitación.
—¿Puedo? —me preguntó, levantando un poco la camisa.
Lo besé y comencé a sacarle la ropa a él.
Su cuerpo me encantaba.
Retiró la camisa y empezó a lamer mis pezones.
Comencé a soltar jadeos y algunos gemidos mientras buscaba pegarme a él.
Quería sentirme lo más caliente posible.
Parece que Kou entendió y me agarró por la cintura, pegó su cuerpo al mío por detrás. Sentí su miembro duro en mi trasero, y luego sentí que pasaba su lengua por todo mi cuello y clavícula.
Dejé escapar gemidos más fuertes, sentía la temperatura aumentar.
Lo lancé a la cama y me senté sobre él, rozando nuestros miembros.
—¿Estás listo, Amane? —me preguntó otra vez entre jadeos. Asentí.
Me bajó el boxer y yo el suyo, empezó a masturbarme con una mano mientras que con la otra me preparaba.
—Mételo ya, Kou —le dije después de unos minutos, estaba desesperado.
Kou me hizo caso. Al principio me dolió bastante, pero conforme pasaba el tiempo me iba acostumbrando.
Moví mis caderas, indicándole que podía moverse.
Me embistió fuerte, me sentía mejor que nunca.
Olvidé todo.
Por una noche, olvidé toda mi vida.
(...)
—Buenos días, Amane.
Al escuchar su voz, sonreí. Me di vuelta en la cama y sonreí aún más.
—Buenos días.
—¿Te dije que me gusta cuando sonríes?
—No, pero puedes decirlo —me sonrojé.
—Me gusta mucho cuando sonríes, Amane —me acarició el cabello—. ¿Por qué estás tan feliz?
—Porque te amo mucho, idiota.
—Si, tu idiota.
Los dos nos reímos.
Realmente estaba feliz de vivir lo que en el pasado solo parecía un sueño.
Kou es la persona que llegó sin aviso, y que terminó por enamorarme.
Él es mi luz, es mi todo.
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