Capitulo 2

Lei

Leo cada mensaje intentando creérmelo y aun así no puedo.

No puedo creer que mi madre haga tal cosa.

Mi vista se nubla mientras veo chats, fotos y demás cosas. Las lágrimas ruedan por mis mejillas una tras otra.

Me siento traicionada, es decir, ¿Cómo mierda se atreve? ¿Jamás pensó en mi hermano o en mí? ¿En mi papá? ¿Cómo se atreve a traicionarnos así?

Mi madre le es infiel a mi padre.

Es lo único que repito en mi cabeza preguntándome si esto es verdad con la esperanza de que no lo sea.

La mujer que siempre me ha dicho que no mande fotos intimadas porque es muy peligroso lo está haciendo.

La mujer que me dijo que engañar a alguien está mal lo está haciendo.

Es que no lo puedo creer. No quiero creerlo, duelo mucho hacerlo.

Escucho como el garaje de mi casa se abre y deduzco que es mi padre junto con...mi madre.

¿Cómo la veo a la cara ahora?

Dejo el celular donde estaba y limpio mis lágrimas lo más rápido que puedo e intento respirar, no pueden ver que estuve llorando o algo así porque se preocuparán y me harán muchas preguntas.

—Hola, corazón—me dice mi padre entrando con cuatro bolsas de supermercado y yo le sonrío— ¿Cómo estás?

Pues, nada bien.

—Muy bien, pa—le digo y luego entra mi madre.

No la miro, bajo la cabeza.

—Hola, Lei— me dice—. ¿Sabes dónde está tu hermano? Le compré está campera y quiero que se la pruebe.

Zorra.

No puedo creer que esté pensando estas cosas de mi madre. Jamás quise pensarlas, pero siento tanta rabia que quiero gritarle un montón de cosas.

—Búscalo tú—le contesto secamente y ella me mira con el ceño fruncido.

—Veo que estamos de mal humor.

Trago en seco porque me dan ganas de llorar.

—Voy a mi cuarto—aviso yéndome rápido con lágrimas en los ojos.

Cuando llego cierro la puerta rápidamente y me tiro al suelo a llorar.

Ella no puede hacernos esto. ¿Cómo se atrevió?

No sé cómo no vi las señales antes.

Ella siempre me dejó agarrar su celular, pero últimamente me lo ha prohibido completamente. También se ha estado comprando mucha ropa interior un tanto sexy, se me hizo raro cuando lo noté, pero no le vi lo malo. Y se ha estado yendo de la casa con excusas como "voy a ir a comprar" y vuelve 3 horas más tarde. Una vez se enfrío la comida por esperarla.

Hay muchas cosas que no vi hasta ahora.

¿Debería decírselo a mi padre? No sé si seré capaz de eso, es decir, él se merece saber, pero ¿Qué pasaría con mi familia?

No sé qué hacer. No sé qué pensar.

Decido tomar una ducha para relajarme y pensar como seguiré con mi vida después de esto y que debería de hacer al respecto.

El agua de la ducha tibia cae en mi cabeza mientras lloro y pienso si debería decírselo a alguien o no.

¿Mi padre también le será infiel?

Una parte de mí quiere que lo sea.

Me seco el cabello y me cambio de ropa antes de bajar a la cocina, donde no hay nadie y busco el celular de mi papá.

Una vez que lo encuentro reviso todo. Instagram, Facebook, WhatsApp y no hay nada. Él no es así.

Él aún le es fiel a mi madre y la sigue queriendo. Eso me rompe el corazón, tenía la esperanza de que él le pagara de la misma manera, pero es mucho mejor persona que ella.

—¿Qué haces con mi celular?

Mi padre me toma con tanta sorpresa que yo tiro el celular para arriba asustada y me levanto de la silla de golpe. Él agarra el celular me mira divertido.

—Je, heredaste mi torpeza—me dice, luego me mira un rato—. ¿Estuviste llorando, Lei? Tienes todos los ojos hinchados—me pregunta agarrando mi cara con sus manos.

—Eeh—pienso una excusa —, es que tuve otro ataque de pánico, lo de siempre.

—Ay, Lei—él me abraza fuerte y yo se lo devuelvo de la misma manera mientras me deja un beso en la frente.

Tenía muchas ganas de abrazarlo.

—Lo siento tanto, ¿ahora estás bien? ¿quieres algo?

—Estoy mejor, gracias—le digo.

—¿Sabes qué te hará sentir mejor? Tu segunda comida favorita, o sea el pastel de carne. Te haría guiso, pero no tengo salsa—me dice y yo le sonrió.

Me lo quedo viendo con tristeza. Él es un gran hombre no se merece esto. No se merece a mi madre.

—¿Segura qué estás bien, Lei? Sabes que puedes contarme cualquier cosa estoy aquí para apoyarte.

Papá, mamá te engaña.

—Estoy bien, solo cansada—le respondo—. Iré a mi cuarto a ver alguna serie para distraerme.

Ya no quiero pensar en nada, así que voy a mi cuarto a hacer lo que dije y luego bajo a comer evitando hablar con mi madre. Luego me acuesto a dormir hasta que mi mamá me levanta para ir a la escuela.

—Intenta no demorarte mucho, Lei, sino llegarás tarde como ayer.

—Ya lo sé, mamá—le respondo cortante.

Siempre me apura y no deja que me arregle tranquila para ir a la escuela, me hace enojar mucho.

Hoy desperté olvidando por un momento todo lo que vi ayer, pero luego de 5 minutos lo recordé.

Una parte de mi desea no haber visto eso nunca, pero tal vez prefiero saberlo solo para conocer a mi verdadera madre. Aunque duele conocer a esa parte de ella.

Termino de arreglar mi cabello y de ponerme el uniforme de la escuela porque mi mamá me apura y bajo a la cocina para buscar mi mochila.

—Lei, mira quien vino a visitarnos—me dice con emoción cuando me ve bajando las escaleras.

Levanto la mirada a su dirección y veo a mi primo. Inmediatamente me invade el recuerdo.

— ¿Te han dicho que eres una niña muy bonita?

No, no, él no.

—Si haces ruido, Lei, te golpearé ¿okey?

El nerviosismo empieza a invadir mi cuerpo y siento como el aire deja de llenar mis pulmones.

—Qué lindo es volver a verte, Lei. Estás mucho más grande que la vez pasada ¿hace cuánto fue?

—Hace...8 años—digo con la voz temblorosa.

—Cuanto tiempo ha pasado, te extrañé mucho, prima—me dice mientras se me acerca a abrazarme.

Por favor, déjame, no me gusta este juego—le digo llorando.

—No seas llorona, Lei.

Creí que lo había superado, que ya no me afectaba que...eso.

Mis manos tiemblan como si tuviera un terremoto en las venas e intento contener las lágrimas delante de mi primo y mi mamá.

—¿No estábamos llegando tarde? Iré subiendo al auto—aviso alejándome de mi primo y agarrando mi mochila.

Voy a paso fijo hasta el auto y espero allí a mi madre.

Él no puedo estar aquí. ¿Qué hace en mi casa? Se supone que estudia en Estados Unidos, no debería venir, no lo ha hecho en 8 años.

Respiro agitadamente mientras se me cae una lágrima, hasta que veo a mi mamá e intento disimular.

—¿Por qué fuiste tan seca? Él vino a visitarnos trátalo bien—dice mi madre subiendo al auto.

—¿Qué hace aquí? —pregunto mirando por la ventanilla.

—Aun no me ha dicho, supongo que viene a visitar.

Ella enciende el auto y en todo el camino no la miro. Solo miro la ventanilla moviendo mi pierna y conteniendo las lágrimas.

Que esto sea mentira, por favor.

Cuando mi madre para el auto delante de la escuela me bajo rápidamente olvidando saludarla. Ella me regaña, pero la ignoro.

Camino con la respiración agitada por los pasillos llenos de estudiantes, lo último que quiero es estar rodeada de tantas personas, así que me dirijo rápidamente a los baños esquivando gente y empujándolos. Hasta que me encuentro con alguien que está de espaldas con una guitarra, intento esquivarlo y al hacerlo esta persona se da vuelta a mi dirección pegándome con el borde de su guitarra.

Caigo al piso y me agarro la cabeza con dolor. Me siento más mareada de lo que ya estaba y siento como algo caliente empieza chorrear por mi frente.

—Ay, por Dios. Lei, ¿estás bien? No puede ser, lo siento tanto.

Veo borroso, pero reconozco la silueta de Dante con su guitarra en la espalda como siempre y sus auriculares en el cuello.

Él se me acerca y ayuda a que me levante.

—Está bien—le digo con en un susurro.

—Creo que estás sangrando, te llevaré a la enfermería ¿sí?

—No, no estoy bien. Digo, sí, estoy bien.

—No te ves bien, estás sangrando y estás pálida—me dice él, pero yo lo ignoro.

Me alejo de Dante como puedo, él me grita, pero yo sigo mi camino hasta que llego al baño. Me encierro en unos de los cubículos y empiezo a llorar y a agarrarme el pecho.

Mis manos tiemblan al igual que mis piernas y no puedo respirar, simplemente no puedo. Me siento mareada y veo como gotas de sangre caen de mi cabeza al piso.

Escucho como alguien entra al baño e intento hacer el menos ruido posible así no me escucha llorar.

—Lei—escucho la voz de Dante—, ¿estás aquí? Por favor no te escondas solo quiero ayudarte.

Dudo en responderle, pero lo hago.

—Aquí estoy—le digo entre lágrimas.

—¿En qué baño estás?

—En- en el último de todos.

Escucho como se acerca y deja su guitarra en el piso. Él se sienta junto a ella y pasa su mano por debajo de la puerta, se la agarro con fuerza mientras lloro y tiemblo.

—Aquí estoy ¿sí?

—No puedo respirar—lloroso.

—Lo sé, tranquila—me dice intentando tranquilizarme—. ¿Recuerdas lo qué te dije en el pasado? —yo no le digo nada, solo lloro—. Son momentos horribles, pero es un ataque de pánico, luego pasará y todo estará mejor. Estoy aquí, Lei, ¿qué necesitas?

Tardo en responderle, hasta que le digo:

—No me sueltes la mano, por favor—él me agarra la mano más fuerte y yo cierro los ojos intentando tranquilizarme.

Él acaricia mi mano con sus dedos y el frio de sus anillos me impacta un poco.

—Oye, ¿recuerdas el día del campamento?

—E-eso creo.

—¿Recuerdas qué jugué al doctor?

Recuerdo ese día, yo me había raspado la rodilla jugando y Dante fingió ser un doctor y curó mi herida.

—¿Cómo olvidarlo? El doctor Dante—le digo riéndome un poco.

Él también se ríe—Me gusta escucharte reír. Intenta inhalar y exhalar.

Lo intento y logro tranquilizarme. Salgo de baño y veo a Dante allí sentado mirándome con una pequeña sonrisa.

—Lo siento.

—No hiciste nada malo, Lei, no hay nada que disculpar—me dice y luego nota mi cabeza sangrando—. Mierda, mira lo que te hice, soy un estúpido. ¿Te duele mucho?

—No tanto.

—Te llevaré a la enfermería.

🦋🦋

La enfermera de la escuela me puso una venda en mi herida y me dio un chupetín porque tenía la presión un poco baja. Dante está a mi lado mirando atentamente y escuchando todas las recomendaciones que me da la especialista.

—¿Quieres llamar a tus padres para que te retiren?—me pregunta la enfermera.

Creo que ir a mi casa es el último lugar al que quiero ir, se convirtió en el sitio donde más insegura me siento.

—No, está bien. Puedo quedarme aquí—le digo.

Le agradezco por ayudarme y me quedo en la camilla sentada junto con Dante que me mira preocupado.

—No te sientas culpable.

—¿Cómo sabes que me siento así?

—Te conozco desde que tengo 8 años, Dante, sé muy bien qué cara pones para cada situación—él suelta una pequeña risita.

—Así que, ¿no quieres llamar a tus padres? —me pregunta y yo niego con la cabeza-. ¿Por qué? Te sentirás mal si estás aquí.

—La verdad, quiero ir a cualquier lugar que no sea mi casa—le digo, él asiente con la cabeza y no pregunta más sobre el tema—. ¿No tienes que ir a clases?

—Sí, debería, pero tengo un mejor plan—me dice y yo lo miro extrañada—. Tú no quieres ir a tu casa y yo no quiero ir a clases, podríamos escaparnos.

¿Dónde está el Dante que no falta jamás y nunca desobedece a sus madres?

—¿Escaparnos? El chico que tiene la asistencia perfecta desde 4to grado y jamás en su vida salió de su casa sin que sus madres sepan ¿quiere escaparse?

—Quiero conocer la rebeldía, Lei. Además, ya arruiné la asistencia perfecta cuando contraje varicela, ya no vale cuidarlas más.

—Okey. ¿Qué haríamos?

—Podríamos ir a comer algo, pasar la tarde juntos y luego ir al festival que habrá hoy.

Había olvidado por completo ese festival con razón mi hermano estaba de mal humor ayer, porque él quería, pero no tiene la edad.

Yo tampoco tengo la edad, pero tengo documento falso.

Pienso su propuesta. Jamás me escapé y hacerlo suena un poco peligroso, pero teniendo en cuenta que estaré con Dante supongo que nada malo pasará y no tengo otro lugar donde ir que no sea mi casa.

También quiero olvidarme un poco de todo esto.

—Está bien, escapémonos.

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🦋 Nota de la autora 🦋

Hoolis.

Volvimos con Dante y Lei 💙🎸
Tendremos más de ellos :)

Con respecto a las actualizaciones, de seguro lo haré cada martes, pero aun lo estoy pensando.

Instagram: dell_h16
Tik tok: dell_h1

Espero que les haya gustado, los veo en la próxima actualización 💜😊

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