Capítulo 11
Mi papá ama dos cosas:
1) A sus hijos.
2) Ir al supermercado sin mi mamá.
¿Por qué? Porque tiene alma adolescente y le encanta hacer compras estúpidas, cuando está mi madre no puede hacerlas, así que cuando sale solo al supermercado para él es la gloria.
Mi hermano está en el carrito viendo todo lo que le pasa mi papá, quien no deja de agarrar cosas, mientras que yo solo veo las góndolas sumergida en mis pensamientos.
—¡Papá, quiero eso! —grita mi hermano señalando unos cereales.
Lo agarro para ver de qué se trata y leo que dice la caja.
—"Cereales frutales con muñecos de acción para coleccionar" ¿Lo quieres por los cereales o por el muñeco de acción?
—Por los cereales, obviamente—dice Alex con una sonrisa y yo niego con la cabeza—. ¿Podemos llevarlos?
Mi papá agarra la caja y los observa para darle intriga a Alex, porque es obvio que los llevaremos.
—Mm, si haces tú tarea cuando lleguemos a casa podríamos llevarlos.
—¡Prometo hacerla! —exclama.
Luego mi papá le pasa la caja de cereales, mi hermano salta de la alegría haciendo que el carrito se tambalee.
—Lei, si quieres puedes llevarte algo también—me dice.
Recorro las góndolas buscando tés, hasta que la encuentro y agarro uno de manzanilla y miel, ese aun no lo he probado.
Se lo doy a mi papá y él se lo pasa a mi hermano, quien lo mira con asco.
—Que aburrida eres.
—No soy aburrida, Alex. Es lo que me gusta y me ayuda a estudiar—le explico.
—Eres una rara, a tu edad tendrías que salir a fiesta y drogarte cada fin de semana como lo hacen los adolescentes de la televisión, no comprar té para poder estudiar.
Lo miro con una sonrisa en el rostro y mi papá con el ceño fruncido, también con un poco de preocupación.
—Dios, a ti hay que mandarte a un conservatorio antes de que sea tarde. Serás todo un problema cuando tengas la edad de Lei.
—¡Es la verdad! Los niños de la televisión salen de fiesta, Lei se queda tirada en el sillón mirando alguna serie o tomando té, desperdicia su adolescencia.
—La verdad es que no me gusta acostarme tarde, prefiero dormir antes que bailar en una discoteca.
Mi hermano me ve con el ceño fruncido y yo le despeino el cabello haciendo que se ría.
Mi papá me cuenta sobre lo que le pasó hoy en su trabajo y lo que tiene que hacer en la semana, también regaña a Alex por moverse mucho en el carrito.
—Lei, ¿puedes buscar alimento para gatos? Es tarde y no me puedo demorar mucho aquí—me pide y yo accedo.
Recorro los enormes pasillos del supermercado y de vez en cuando me detengo a ver cosas que me llaman la atención, hasta que llego a la góndola donde están los alimentos para animales y busco el correcto.
¿Para qué quiere comida para gatos? Hasta donde yo sé no tenemos ningún gato.
¿Y si adoptan uno? ¿Por fin escucharon mis peticiones de adoptar a un gatito?
Ojalá que sí, siempre quise tener un gatito y llamarlo Michi, aunque es un nombre muy poco original a mí me gusta.
Hago un paso para atrás con la finalidad de ver bien cada alimento, pero en ese momento siento algo en el camino que me hace tropezar y caigo de culo al piso.
Levanto la mirada y veo a un hombre rubio de trabaje mirándome con diversión.
Tierra, trágame, por favor.
Cuando amago levantarme el hombre extiende su mano para ayudarme y yo le doy la mía con vergüenza.
—Lo siento, no te vi en el camino—le digo una vez cuando estoy parada.
—Está bien, tampoco es que me hayas golpeado—me dice con una risita.
Sus ojos celestes se achinan al realizar esta acción y si cabello rubio está muy bien peinado hacia atrás, también es muy alto.
Él me ve con detalle y con sorpresa, su mirada me intimida, así que solo bajo la cabeza y me rasco la nuca con incomodidad.
—¿Sabes quién soy? —me pregunta de repente y yo me confundo.
—Mm, disculpe, ¿qué?
—¿Qué si sabes quién soy? ¿Me conoces?
Lo observo unos minutos pensando, pero la verdad es que no tengo ningún registro de su rostro, si se me hace un poco familiar, pero sin duda alguna no tengo ni idea de quién es.
—No, lo siento—le respondo finalmente.
Se me queda observando un rato más con detalle hasta que otra voz masculina rompe el incómodo silencio.
—¡Lei! Qué alegría verte aquí—Tom se me acerca con una sonrisa en el rostro y con dos cajas de leche, luego dirige su mirada al señor que está a mi lado—. Oh, conociste a mi papá.
—¿Tu papá?
—Un placer, señorita—me dice el señor.
Con razón su rostro se me hacía familiar, tiene casi los mismos rasgos que Tom y sus mismos ojos. Tal vez por eso me miraba tanto y me preguntó si lo conocía.
—El gusto es mío—le respondo estrechándole la mano.
—¿Cómo se encontraron? —nos pregunta Tom
—Mm, me tropecé con el pie de tu papá—le cuento y él se ríe.
—No deberías reírte, Tom, comparten la misma torpeza—le dice su padre chocándole el hombro con delicadeza.
Ambos son muy atractivos. Sus ojos celestes como el cielo y su cabello rubio perfecto, literalmente Tom tiene la genética perfecta.
Siento mi celular sonar y cuando lo agarro veo a mi papá llamándome.
—Tengo que ir me con mi papá, los veo luego.
—Adiós, Lei. Ten bonita tarde—se despide Tom.
Busco a mi papá por todo el supermercado hasta que lo encuentro en la fila para pagar todo lo que llevamos.
Él me ve y empieza a apuntar el reloj que tiene en la muñeca con impaciencia acompañado de un moviendo con su pie izquierdo.
Cuando me acerco le sonrío y él me ve con una ceja enarcada.
—¿Qué parte de que no me puedo demorar mucho no entendiste?
—Es que me encontré con Tom y su papá—le explico y él niega con la cabeza junto con una sonrisa.
Mi hermano sigue en el carrito observando todo lo que compramos, hasta que llega la hora de pagar y mi papá lo baja.
Empiezo a dejar todas las cosas en la caja mientras que el hombre que nos atiende empieza a pasarlas, cuando levanto la mirada veo a nadie más que al hombre que estaba en mi casa el otro día.
¿No era arquitecto? ¿Qué hace aquí?
Me quedo viéndolo con extrañeza y mi papá nota eso.
—Lei, apúrate ya es tarde.
Él hombre me ve y en seguida que lo hace baja la mirada.
Okey, esta situación es muy extraña.
Guardo las cosas rápidamente así mi papá no me regaña y salimos del súper con todas las bolsas.
Mi cabeza queda en el momento donde vi al señor.
¿Qué no era arquitecto? Normalmente la gente con ese tipo de trabajos no tiene dos. Además, ¿por qué evitó mi mirada?
Ese señor me trae muy mala espina.
—Papá—llamo su atención y él se da vuelta a verme—¿Contratamos un arquitecto para algo de la casa?
—¿Un arquitecto? No, para nada. ¿De dónde sacaste eso?
¿Mi mamá me mintió otra vez? Quise creerle y no pensar otras cosas sobre ese señor, pero me engañó de nuevo y no tengo que ser muy inteligente para saber porque ese hombre estaba en mi casa.
Al principio no quería creer que ella había llevado un hombre a mi casa, pero veo que así fue.
—Lei—pronuncia mi papá pasando su mano por delante de mi cara—, te quedaste en un trance. ¿Por qué pensabas que habíamos contratado a un arquitecto?
—Mm—no puedo decirle, debería, pero no es el momento y no sé cómo reaccionaría él—, no lo sé, creí que sí.
Veo como me ve extrañado, pero ignoro eso y me subo al auto junto con Alex, quien está jugando un juego en el celular de mi papá.
Mientras tanto sigo pensando en aquel hombre. ¿En serio mi mamá sería capaz de llevar a uno de sus amantes a mi casa? ¿Y si no lo es? Tal vez si es un arquitecto y también trabaja en el supermercado, se me haría raro, pero tampoco es imposible.
No puedo sacar suposiciones sin pruebas, tengo que averiguar bien quién es ese hombre. Aunque una parte de mí sabe bien quien podría ser, pero duele aceptarlo.
—Lei, hija, ¿escuchaste lo que acabo de decir? —la voz de mi papá interrumpe mis pensamientos y lo miro por el espejo retrovisor.
—No, lo siento.
—Tu tío vendrá a cenar mañana por la noche, visitará a tu primo y a su novia. Por favor, les pido que se comporten ambos ¿sí?
Detesto a mi tío casi de igual manera que a mi primo.
Él no me ha hecho nada, pero sus comentarios machistas y homofóbicos me dan ganas de pararme y golpearlo fuertemente en la cara por ser tan imbécil.
En teoría, toda la familia de parte de mi mamá es mala, excepto mi abuela.
—¿No puedo irme a la casa de Esther ese día? —pregunto esperanzada, pero sé cuál es la respuesta.
—Ya sabes que no, Lei. Tienes que estar cuando venga tu tío. Sabes, a mí tampoco me agrada del todo, pero es familia ¿sí? No podemos hacer nada respecto a ello.
Ojalá existiera una máquina para que puedas dejar de ser familia de alguien, a mí eso me solucionaría la vida de cierto modo, pero lamentablemente no existe y tengo que aceptar mi triste realidad.
Mi tarde se pasa tranquila, hago la tarea y me tomo un jugo de naranja que me prepara mi papá. También hablo con la novia de mi primo, no resultó ser tan mala al final. Ahora me está pintando las uñas.
—Tienes buenas uñas, Lei, ¿por qué no te las pintas más seguido?
—Es que no me gusta pintármelas.
—Bueno, ahora me tienes a mí para eso—me dice Sophie y la miro extrañada.
—¿Vivirás aquí?
—No, pero si estaré casi todo el tiempo porque a tu primo le encanta mi presencia, espero que a ti no te moleste.
—Bueno, no eres tan mala como creí—le digo y ella suelta una risita, luego le pregunto—. ¿Cómo es mi primo en una relación? ¿Es buen novio?
—Oh, es muy respetuoso y le encanta hablar. Es un poco sobreprotector y también un poco celoso, pero no es mal chico.
No entiendo como a las personas les puede parecer bueno a mi primo, Sé que con la mayoría de las personas es bueno y yo soy la excepción, pero ¿acaso no se dan cuenta que es un gran idiota?
Creo que el único que lo nota es mi papá, pero todo parecen verlo como un angelito y eso me enoja mucho.
Estoy segura de que si yo contará lo que me pasó todos seguirían viéndolo de la misma manera y yo sería una cualquiera que quiere llamar la atención, es una de las principales razones por las cuales no le digo a nadie lo que me pasó.
Escucho el timbre y me paro abrir, Sophie dijo que no lo haga porque tengo las uñas pintadas, pero tengo que ir porque no hay nadie más.
Cuando la abro veo al mismo señor del supermercado con una rosa y bien vestido. Lleva una camisa blanca con unos jeans negros.
—Mm, ¿puedo ayudarte en algo? —le pregunto confundida.
No me digas que...
—Lei—mi madre aparece con un vestido puesto y bien arreglada, se la nota un poco preocupada e impactada—. No era necesario que abrieras, corazón, yo ya bajaba.
—No importa, yo estaba desocupada. ¿A dónde vas?
Ella se queda pensando un rato mientras que el hombre observa la incómoda escena.
—Iremos a hablar sobre lo que hará en la casa—se excusa mi madre.
Sé que no es cierto, ya no le creo en nada.
Ella pasa por mi lado saliendo de mi casa y yo la detengo.
—Hoy íbamos a cenar en familia.
—Ay, será la próxima, Lei.
No quiero que se vaya con ese hombre, tengo que evitarlo, pero no se me ocurre nada bueno ahora.
—Pero...
—Te veo mañana, hija.
Ella se va con el hombre y yo me quedo viendo la escena con decepción.
Debo evitar eso, no se puede ir con ese hombre habrá a saber qué hará con él, no puedo permitir eso, pero ¿Qué hago al respecto? No puedo hacer nada.
Tengo que pensar algo.
¿Qué pasa si los sigo? Ambos tienen cincuenta años, no deben ver muy bien de lejos, así que será fácil esconderme, pero no puedo hacer eso, está mal.
¿Sabes qué cosa también está mal? Acostarte con alguien más que no es tu esposo y mentirles a tus hijos.
A la mierda. Los seguiré hasta donde vayan.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top