☆59☆ DEBAJO DEL CASTILLO
Forian
Un guardián es más que el que cuida el cuerpo. Un verdadero guardián protege la pureza del alma, protege el corazón.
Desde el momento que decidí salvar a la princesa, supe que había aceptado una responsabilidad sumamente grande, y que todo el universo se volcaría a buscarme, incluso los daynonianos, pues era una afrenta que un destroyador les robara en sus narices a la bebé. Pero hice lo correcto, Khristenyara no seguiría viva por mucho tiempo en Irlendia: no existía lugar seguro en ninguno de los cinco mundos.
Daysera hizo bien encontrando a la humana que crió a la princesa. Nació fuerte, bella, un poco terca... pero con una valentía digna de alabanza. Y ahora se está enfrentando muy bien a la condición de princesa. La ventaja que se esté adaptando al nuevo estatus y entrenándose en la Academia me da tiempo libre para investigar. A Khris la tiene muy nerviosa el asunto del ladrón de la caja y me contó sobre sus certeras sospechas que fuera el mismo que había colaborado con los Petrov para capturarla. También la posibilidad que descendiera del clan Xarians por la magnitud de cerebro que hay detrás de todo esto, la pericia para organizar un rapto a espaldas de Jasper y colaborar en las investigaciones para descubrir más sobre los poderes daynonianos.
Las cosas no están mejor que en Irlendia. Si bien la saqué de un peligro, aquí se ha adentrado en otro. ¿Cuál es el mejor proceder? Una cosa que mi padre me enseñaba en los entrenamientos sobre las presas que resultaban demasiado peligrosas era evitar atacar de frente. Lo mejor en estos casos, era rodearla a escondidas, estudiar su proceder respecto a agresiones ajenas y descubrir el punto más débil; no varios puntos débiles, sino uno solo, el más vulnerable, el que lo haría caer en nuestras garras.
Y es lo que pretendo hacer: me meteré en territorio enemigo y descubriré su punto débil.
Estaciono el Jaguar en la carretera Oeste de las Montañas de Santa Mónica, cerca del desvío que lleva al castillo espeluznante de Jasper. Cierro la puerta y comienzo a caminar entre la niebla. La Luna se refleja opaca en el cielo porque la noche es demasiado oscura, demasiado invernal... más de lo que soporto, por lo que estoy cubierto con un grueso abrigo de cuero y pieles. Los destroyadores no estamos preparados para el frío.
La poca iluminación que tiene la zona, va quedándose atrás con cada paso que me acerco a mi destino. De este lado todo permanece en una penumbra imposible de atravesar para un ser humano así que hago uso de mi visión nocturna y los ojos se me vuelven verdes fosforescentes, atrapando como rayos láseres los objetos que escudriño.
Conozco la manera de actuar de los Oscuros, siempre con trampas y cepos para que las víctimas caigan por sí solas. Sus descendientes no deben ser diferentes, por lo que una vez que llego al portón de hierro, olfateo cada centímetro del mismo, también el suelo. Huele azufre y amoníaco. Normalmente los Donovan apestan a azufre, pero este protón tiene un recubrimiento especial. Me aparto, unos ocho o diez metros y cierro los ojos para visualizar lo que haré; siento la adrenalina, el viento y obtengo el resultado. Abro los ojos y corro, tomando la fuerza necesaria. Finalmente hago una breve flexión y salto. Me elevo sobre el portón de hierro recogiendo mis piernas, cayendo de pie. Ha sido un buen salto.
Ya estoy dentro del perímetro de Jasper, por tanto piso con cautela conectando con la tierra. Me concentro y me llegan varias percepciones: unas cuantas piedras de oro en lo más profundo, los invertebrados que se arrastran, algún que otro desperdicio en estado de descomposición y... oh, trampas, muchas muchas trampas. Sigo haciendo uso de mi poder sobre el elemento y las rodeo, no tengo ganas ni tiempo de desmontarlas. Avanzo ahora entre los árboles torcidos y huecos que están distribuidos alrededor del castillo. Desde las ramas, pares de ojos amarillos e infernales escrutan cada movimiento que hago pero no corean dando aviso, se quedan donde están sin dejar de observarme.
Cuando llego a la puerta principal olfateo buscando un rastro. Hedor a muerto mezclado con un perfume acaramelado me produce arcadas. Sin embargo no es lo que busco, necesito algo más específico. Continúo buscando en la negrura del lugar y caminando con cuidado por el lateral de la construcción. Un patio grande se extiende donde más árboles entorpecen el horizonte. Con la visión nocturna puedo penetrarlos, pero no me interesa hallar la salida ahora. Consigo el rastro y me afianzo a él a pesar que la temperatura empieza a bajar en la zona por la inclinación del terreno. Los sentidos destroyadores no funcionan a la perfección en temperaturas muy bajas, pero debo intentar mantener la destreza hasta que salga de esta pesadilla.
El castillo tiene arabescos extraños de piedras que simulan gárgolas. Las paredes están descoloridas y en distancia como a un tiro de piedra, se entierra una torre pequeña y torcida. Me acerco a la misma y como sigue su estructura por subterráneo sé lo que toca: bajar. Pero distingo que la misma está embadurnada de veneno, uno muy parecido al que preparan los oscuros en Balgüim. Me mantengo separado para evitar salpicarme, una gota de eso y mi piel se ahuecaría igual que si me cayera ácido. Mas como el rastro termina ahí y tengo que llegar abajo, me veo en la obligación de buscar algún conducto de ventilación para entrar. Cuando lo hallo, lo perforo, y una vez que doy con la rejilla la desmonto para introducirme. La torre es más profunda de lo que calculé. Por dentro hay unas escaleras que conducen a un pasadizo revestido de aluminio.
Nadie imaginaría que con el aspecto destartalado que tiene este lugar por fuera, bajo tierra sería tan moderno y costoso. El sistema de seguridad se activa en cuanto piso el pasadizo, encendiéndose un bombillo rojo en la pared de abajo del conducto de ventilación que he perforado. Capto unas cinco personas apresurándose hacia acá y sin dejar pasar más tiempo, uso mi ultra velocidad, perdiéndolos.
El salón donde me he detenido cuenta con seis vestíbulos a la redonda que deben llevar a diferentes pasadizos conectados entre sí. Estudio mentalmente la posible salida y memorizo todo el recorrido para usarlo llegado el momento. Sin embargo del segundo, latidos agitados y ruidos metálicos me hacen desviarme a ver de qué se trata. A cada lado del pasillo se levantan paredes negras, pero lámparas rectangulares iluminan el camino despejado; allí debe encontrarse algo gordo.
Camino un rato hasta que diviso una puerta de titanio. Activo mi visión nocturna y atravieso el metal logrando ver qué se esconde adentro.
《¡Por todos los clanes!》
Están construyendo una máquina, y no una máquina cualquiera, no una máquina humana. Este diseño es irlendiés y los xarianos lo usan para extraerle la fuerza vital, la inteligencia y la energía a otros seres. Jasper Donovan supervisa la obra que están fabricando los coreanos, levitando de un lado a otro con las manos en la espalda; se detiene en una esquina a hablar con alguien y luego empiezan a discutir. Por la posición en que estoy, me quedo sin saber de quién se trata pero todas mis alertas legendarias me indican que es la clave de todo. Medito un momento en lo que significa esto que acabo de descubrir. Con razón Jasper dejó un tiempo tranquila a Khris, con razón no había vuelto a salir en escena; el plan más calculado de todos era esto que estaba preparando, la máquina, y está casi terminada. Cuando finalmente esté lista van a usarla contra ella: van a extraerle su energía, sus poderes y su vida.
Entonces cometo el error, el garrafal error de inconscientemente apoyarme en la puerta para ver con quién está hablando y del otro lado del cristal un par de ojos surrealistas y amarillos aparecen de repente. Me aparto desconcertado y el animalejo empieza a chillar desesperado, dándole la alarma a todos. Como si ya estuvieran preparadas, mis piernas salen a la velocidad de un rayo del mefistofélico pasillo pero en el salón central que une todos los pasadizos ya me están esperando una veintena de italianos y griegos con cuchillo en mano deseosos de atacar. En Howlland no pueden hacerlo, pero aquí abajo nada los contiene.
Se abalanzan sobre mí a la misma vez, y a pesar que día tras día los entrené en la Academia y puedo predecir sus movimientos, son demasiados incluso para un solo destroyador. Los cuchillos me cortan la piel y la sangre corre sin detenerse. Logro sacarme unos cuantos, pero ya el relevo está esperando para lastimar mi espalda sin piedad. Intentan acuchillarme la cara y se los impido. Saco mis garras pero dos de ellos me las amarran. Pateo par de caras y entre varios me aguantan las piernas. Entonces de otro pasillo salen los Sullivan sosteniendo grilletes y cadenas.
No. No pueden encadenarme, tengo que avisar a Khris.
La sangre sigue saliendo de mis heridas abiertas que reciben vez tras vez más cuchilladas. Cierro los ojos, alejando el dolor, inspirando hondo. Visualizo la salida que estudié antes, intento concentrarme y...
Una bofetada me lo impide. Luego otra, y otra, y otra...
Caigo de rodillas escupiendo rojo, amargo, con un sabor a óxido abarcando mi paladar. Tengo que salir de aquí, tengo que proteger a la princesa.
《Céntrate》
Vuelvo a cerrar los ojos y el tiempo se detiene, literalmente, se detiene. Algo que escatiman los humanos es la hiper velocidad que los destroyadores manejan. Han inventado autos rápidos, robots y misiles, pero jamás jamás podrán superar la propulsión que nos cargamos los destroyadores. En situaciones de vida o muerte, nuestro organismo saca una porción especial que nos vuelve tan veloces, que es como si el tiempo alrededor se detuviera, transcurre extremadamente lento que solo en un pestañeo somos capaces de cosas inauditas. Y mi organismo ahora hace uso de mi porción.
Magullado, cojo y ensangrentado, logro zafarme de las manos de mis opresores. Voy tan rápido, y el entorno está tan condensado, que se quedan atrás descendientes, guardias de seguridad y pistolas. Apenas han apretado el gatillo cuando ya he despedazado la puerta que se interponía en mi camino, y una vez afuera bajo la luz de la luna, me detengo para recuperar el oxígeno.
Mas los que buscan arrancarme la vida ya han dado el aviso por todo el perímetro y escucho trotes de todas las direcciones, pronto me arrinconarán de nuevo. Sin pensar claramente, y con la orientación dañada, vuelvo a correr buscando el portón de hierro para resguardarme en el Jaguar y perderme de estos parajes. Pero las lesiones que desgarran mi cuerpo acentúan las punzadas y temo perder la consciencia. Estoy demasiado débil...
En medio de la aflicción la multitud de cuervos que estaban posados en las ramas de los árboles levantan vuelo y me rodean. Cuando empiezan a picotearme, saco mis garras e intento activar la visión nocturna, pero mis fuerzas son escasas y malamente puedo espantarlos.
Necesito llegar al auto, tengo qué...
Como último recurso, acudo de nuevo a mi elemento nativo, la tierra.
《Ayúdame》
El líquido espeso y rojo sigue deslizándose entre mis vellos, los humanos están más cerca y los cuervos desollan mi carne con sus picos. Estoy a punto de desfallecer al momento que el suelo se estremece, y gusanos de barro se levantan azorando a los malditos pajarracos. Los mismos me envuelven, y aunque sé que estoy vulnerable a infecciones por las heridas abiertas, importará poco cuando mi cabeza descanse en una de las picas del tejado del castillo. Algo que sí es conocido por los descendientes es la desgracia de nuestra especie de contraer las infecciones en menor tiempo de lo que normalmente le acaecen a los humanos. Todo es rápido en nuestro sistema; así que cualquier infección que en humanos demora dos o tres días en desarrollarse en nosotros sucede en cuestión de horas.
La tierra sigue llevándome entre sus brazos, y una vez arribado frente al portón de hierro, me lanza del otro lado. La caída es fatal y dura, golpeándose mi pecho y rostro contra la empolvada superficie. Acabo de romper el hecho de:
"Los destroyadores siempre caen de pie".
Como si la pesadilla no pudiera ir peor, escucho lo más fatídico que pueden mis oídos escuchar: ladridos de perros. Me arrodillo primero y con lentitud consigo enderezarme. Me encamino tembloroso y vascilante por la oscuridad al Jaguar, y una vez dentro enciendo el motor para desaparecer de aquí.
El rumbo que escojo es Westlake Village, Mansión Fortress. Debo tener hasta ampollas en los sesos, pero mi única preocupación es Khristen; después de lo que he visto esta noche necesito conprobar que está bien, y debo informale que el mayor peligro aún no acontece y debemos contraatacar. Presiono el acelerador para que el mecanismo de cuatro ruedas se lleve al límite y me presente cuanto antes en la Fortaleza.
Aquí es donde me pregunto el porqué fui tan obstinado y me negué a aceptar ese aparato que usan los demás para comunicarse. Cuando Alioth me ofreció un celular no quise aprender a usarlo. Pero ahora sí que me haría falta. Tal vez después de esto, si salgo vivo claro está, reconsidere la opción y me compre uno.
El Jaguar ha avanzado rápido y después de estacionar al costado de las murallas traseras de la mansión, saco la poca voluntad que me queda y vuelvo a invocar la tierra. Otro gusano se levanta, me envuelve y me lanza. Cierro los ojos preparándome para recibir el impacto. Debido a la velocidad, distancia y altura, no será un aterrizaje bonito.
Como resultado final, me estrello contra uno de los ventanales de la planta alta en el balcón y los vidrios rotos se me entierran en las heridas.
《Agsh, ¿por qué no me muero aquí mismo?》
—¡Forian!
Es la voz de Khris. Khris...
No puedo hacer nada, me quedo tirado sin que mis músculos entumecidos reaccionen, siendo capaz únicamente de respirar, y de manera dificultosa.
—¡Oh por el clan Destroyers! ¿Pero qué te ha pasado?
—¡¿Se puede saber qué es esto?! —distingo al hijo mayor de Alioth acercándose.
—Es... es Forian ¿no te das cuenta? Madre mía... —Ella comienza a sollozar—. Pero qué le han hecho...
Toso consiguiendo que se me remueva todo el esqueleto. El sudor y otros fluidos empapan mi cuerpo y es Khristen la que me ayuda a sentarme en el lugar.
—Forian... —Toma mi cara entre sus manos. Está llorando.
Miro a Arthur Kane que se mantiene incrédulo a pocos centímetros y detrás de él distingo una mesa con una copa de vino y dos copas, adornada con velas encima y por los alrededores. Compruebo la vestimenta de ambos y me doy cuenta que acabo de arruinarles una magnífica velada.
—Respóndeme Forian —vuelve a insistir Khris y veo como le tiemblan las palabras en la boca—. ¿Quién te hizo esto?
—Escucha —me fuerzo hablar—, Jasper Donovan está planeando algo, él... —Una estocada invisible y aguda que me llega a los huesos corta la advertencia.
—¿Te has metido solo en el castillo de Jasper? ¡En qué estabas pensando!
—Khristen tienen la máquina, está trabajando con alguien, quieren tus poderes... —logro decir entre el malestar y la tos.
—Pero Forian ¿has perdido la cabeza? ¡Podían haberte matado! —se angustia.
—Ya ves que no —intento sonar tranquilo—. Hace falta más que un puñado de descendientes armados y unas mini bestias aladas para matarme.
—Arthur, necesita morfina. —Me toca la frente—. Está ardiendo.
—¿Y de dónde voy a sacar yo eso? —Se irrita el muchacho—. Pago a sirvientes que se ocupan de esas cosas y en este caso debemos mantenerlo en secreto. —Me mira las heridas asqueado.
Lo entiendo, nuestro olor nauseabundo en estas condiciones es otra característica del clan Destroyers y mi organismo no tiene recursos de energías para fabricar el aroma de eucalipto.
—¡Puedes dejar tu actitud estúpida un momento! —Se vuelve a él, frustrada—. Tenemos una situación aquí.
—¡Lo veo! Jasper además de ser un cadáver loco de remate está confabulado con otro más loco todavía ¡y yo no sé quién es!
—Ya nos encargaremos de eso luego, ahora hay que curar a Forian.
—Queda arruinada lo que sería una noche perfecta... —murmura para sí mismo pero logramos oírlo.
—No protestes sin razón y ayúdame a cargarlo —exige Khris.
—Es con razón... —masculla Arthur—. Nunca me ha gustado tener alimañas dentro de la casa.
Entre ambos se las ingenian para sostenerme verticalmente y me arrastran al interior de una de las habitaciones. Me dejan sobre una mesa amplia y fría.
—Necesito que cooperes y te voltees boca abajo Forian, por favor... —pide Khris acariciándome el cabello.
Hago lo que me pide con un doloroso esfuerzo, y me tiendo boca abajo en la mesa, dejando expuesta mi espalda para ella.
—Arthur tráeme agua caliente y vendas limpias.
—¿Qué? —resopla.
—Que me traigas agu...
—Sí te he oído Khris.
—¡Entonces! —se irrita ella.
—¡Jamás en mi vida he tenido que traerle nada a nadie!
—Siempre hay una primera vez —Khristen se pone las manos en la cintura, impaciente.
—No empezaré con Forian el raro. Noup.
—Arthur. —La voz femenina se torna grave y el muchacho se endereza..
No puedo verle el rostro a Khris pero apuesto a que está muy disgustada.
—Sino me traes lo que te he pedido... —piensa por unos segundos— ... vomitaré sobre tu Lamborghini.
—No te atreverías.
—¿Quieres probarme?
—Baff...
—También volveré a usar mi ropa de antes, con converses viejos y camisas de cuadros de temporadas pasadas.
—Ni se te ocurra.
—Y no volveré a comer ni tomar vino contigo.
Ante esto último, la respiración de Arthur Kane se vuelve precipitada, el corazón se acelera y la presión arterial sube al punto de descomponerse.
—Bien —dice entre dientes y se va obediente por la puerta que da al vestíbulo dentro de la casa.
—Siento que hayas tenido que escuchar todo eso. —Khris vuelve acariciarme la coronilla.
Me arde cada facción del cuerpo, pero sentir dicho afecto lo compensa; puedo alejar el dolor e incluso, responderle.
—El término humano para lo que ustedes son, si mal no recuerdo, es «adorables».
—Somos todo menos eso —bufa ella.
—Tal vez yo como destroyador tenga un mal concepto del término. Pero después de vivir dieciocho años en la Tierra, puedo asegurar que los comportamientos del pre-apareamiento son...
—¡Forian! —Khris grita tan alto que mis tímpanos me reclaman—. ¡Pero qué cosas dices!
—La brutalidad del descendiente de Fayrem solo significa que le gustas mucho, Khristen. Y según los humanos eso es considerado «adorable» —expreso mi opinión antes de toser de nuevo.
—Y yo pienso que estás hablando muchas tonterías. —Me toca la frente que está ardiendo—. Y con razón...
—Sigo pensando que los humanos son criaturas extrañas.
—Totalmente.
—Khris...
—¿Mmm?
—También te gusta mucho el hijo del aire, ¿cierto?
—Supongo que en vista que te encuentras en una mesa agonizando, no estás cualificado para exigir respuestas.
—Has evadido la pregunta.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Soy tu guardián, y los guardianes se encargan de muchas cosas. Khristen has pensado en lo que... —Respiro fuerte, ahogando un grito.
—Forian aguanta un poco más. —Ella me toma la mano y la aprieta.
—¿Has pensado en lo que eso significa? —Sigo ignorando el clamor de mi piel rota.
—No te sigo.
—Tu futuro está en Irlendia, no en la Tierra. ¿Arthur está dispuesto a abandonar toda su vida aquí e irse contigo?
—No... No hemos hablado de eso. —Me suelta la mano para abrazarse así misma.
—Es hora de... —Hago otra mueca por la ardentía—. Es hora de que establezcas reglas. A partir del lunes nada será igual en Howlland y no sé si me dé tiempo terminar tu entrenamiento.
—Cómo que no sabes si te dé tiempo...
—Khristen... —suspiro— ... debemos volver a Irlendia y todo empuja a que sea cuanto antes...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top