☆54☆ CAMPO DE ENTRENAMIENTO

Khristen

El Campo de Entrenamiento era grande, sin duda. Después de mi diálogo poco común con Bastian Dubois, había alcanzado a Forian a la entrada del gimnasio que se levantaba cerca del estanque.

Eso fue hace exactamente cinco minutos, y desde la primera pisada mi admiración no ha hecho más que aumentar. El techo es altísimo y lo primero que se te cruza en el camino es el muro artificial para escalar. Hay varios chicos con ganchos y arnés probando sus dotes. A la izquierda hay una gran piscina donde otros realizan competencias de natación y separada por una pared bajo el agua, del otro lado de la piscina, unos estudiantes del elemento agua practican nado sincronizado. Al extremo Oeste unas vidrieras muestran los aparatos de entrenamiento muscular tales como barras con pesas, bicicletas elípticas, prensa y poleas. Los varones de la Academia están trabajando allí con ahínco mientras sudan gotas gruesas de sudor.

—¿Pueden entrenar las chicas? —le pregunto a Forian.

—Por supuesto.

Entre tantos varones veo a Abigail realizando perfectas abdominales para remarcar más su abdomen y otras brasileñas y nigerianas. Cambio la vista al extremo contrario, el que me queda a la derecha, y diviso una pista de carreras con jóvenes mixtos practicando carrera de relevo o de velocidad. Finalmente, al norte solo hay una puerta.

—¿Y esa puerta?

—Una pista de patinaje —responde Forian—. Sobre hielo —agrega al notar el desconcierto en mi cara—. Por eso la puerta se mantiene cerrada, la temperatura adentro es de 5 grados.

—La pista tiene otro sistema de congelación que mantiene el hielo bajo cero. Pero la temperatura del local debe estar más alta, solo que esto es Howlland y todo es más extremo.

—Me doy cuenta. Se toman en serio lo de mantener congelada la pista.

—Por eso nunca he entrado a ese lugar —confiesa él—. Odio el frío.

Como si lo hubiera estado deseando, la puerta se abre y veo a Jessica O'Brien saliendo del cuarto con un traje típico de este deporte en colores índigo y rosa que ajusta su cuerpo de barbie en una figura muy delicada. Lleva unos patines blancos en la mano y he de reconocer que luce muy linda, con su cabello rubio recogido en una coleta y una cinta azul a juego con sus ojos. Se da cuenta que he entrado y su cara se avinagra, aunque sigue a lo suyo y no llega a decir nada.

—¿Por dónde debo empezar? —pregunto metiéndome las manos en los bolsillos traseros del jean. Este me lo compró Arthur.

—Debemos seguir en orden de los elementos, así que puedes ir al área de la piscina.

—¿No vendrás conmigo?

—Solo para dejarte encargada a alguien para que te guíe y demás.

Empezamos a caminar a la piscina.

—No te gusta el agua, ¿cierto?

—Trato de evitarla.

Bueno, aquí el Forian escueto de siempre. Aunque no puedo quejarme, he conocido varios detalles de él a golpe de escarbar mucho. Esta parte tiene anexada una fosa de clavado y la torre de trampolines le mide al menos dieciséis metros, con plataformas desde donde algunos están saltando y dibujando piruetas en el aire.

—¿Es seguro que la torre esté construida tan alta?

—No para los humanos comunes. Pero repito, esto es Howlland, aquí no se entrenan a humanos comunes.

—Claro...

Distingo en una de las plataformas a Hugo haciendo triple mortal en el aire y cayendo en una entrada perfecta al agua. Tendré que practicar mucho si quiero igualar eso. Paso de largo deteniéndome en el apartado olímpico destinado a las competencias de natación donde varios japoneses y españoles están rompiendo su propio récord a la velocidad de... no sé, la luz. Parecen rayos surcando el agua en vez de personas. El primero que toca la pared es Hiro y su cuerpo atlético sale del agua para acercarse a saludar. Toma una toalla para secarse en el trayecto y se baja las gafas de buceo.

—La princesa se dignó a bajar a interactuar con los mortales —dice jocoso y me besa una mejilla—. Hace días no te veo —Toma mis dos manos y se separa, excudriñándome.

—No he aumentado ni una libra —sonrío.

—Lo sé, Yoshiyo te tomó fotos para mí cuando fueron a Francia. Estabas divina, ese vestido azul ufff... estupenda elección. Es una pena que yo no pudiera asistir.

—¿Mandaste a tu hermana hacerme fotos? —Tuerzo los labios sin perder la sonrisa.

¿Estoy molesta? Pues no, para nada. Es que con Hiro todo fluye. Es divertido, inteligente, le gusta la pizza y luce aun más guapo estando mojado.

—Bueno le pedí del evento en general —Sacude su cabello negro con las manos—. Pero te diré un secreto, solo me quedé con las que salías tú —Guiña un ojo y se me escapa una sonrisa—. Entonces Forian, supongo que como estás cruzado con gato me encargarás el entrenamiento de Khris en este elemento.

—Vendré por ella en una hora —informa este sin inmutarse, haciendo caso omiso a la mención de animal.

—Epa gatito, tranqui —Hiro se cuelga de él dándole unas palmaditas en el hombro—. Yo puedo cuidarla, la dejaré sana y salva en su próxima clase.

Forian se lo saca de encima y toma una toalla para secarse las zonas donde el japonés lo ha mojado.

—Vendré por ella en una hora —repite y después de una mirada cauta a Hiro, me asiente con la cabeza—. Ten cuidado.

—Lo tendré.

Y se va recto a la puerta de salida. Algunas chicas como es habitual se quedan mirándolo aunque él no lo advierte, o al menos, finge que no las nota.

—Venga, vamos a empezar —apremia Hiro—. ¿Ves ese probador? Puedes cambiarte con un alguna trusa limpia y luego iniciaremos con cosillas básicas.

Voy al probador que es bien elemental —aunque cuenta con un espejo inmenso—, escojo una trusa turquesa de mi talla con tranquilidad pues me doy cuenta que son desechables por un montón que hay depositadas en un cesto, y salgo a reencontrarme con mi amigo que ya se ha puesto una camiseta blanca y se encuentra tonteando con unas francesas que han salido de patinar.

Me aclaro la garganta y él se despide de ellas con una sonrisa pícara.

—Tú no pierdes el tiempo, ¿verdad?

—Culpable. —Se señala—. Pero solo soy diligente, por eso sé que me irá bien con el negocio familiar.

—¿Ah sí, diligente? —Arqueo una ceja entretenida por su carisma.

—Respecto al tiempo preciosa, que lo aprovecho, lo aprovecho bien.

—No me cabe duda —bufo y me acerco a la escalera de la piscina—. ¿Cuál es la primera lección?

—Gánales —Hace un movimiento de cabeza hacia los nadadores.

—¿Qué?, ¿así a la primera?

—Por supuesto que no, debes calentar. Después te metes y les ganas.

—Hiro es imposible, son invencibles.

Él sonríe de la forma encantadora que sonríe siempre y vuelve a revolverse el cabello que ya empieza a secarse.

—Khris, eres Legendaria daynoniana, claro que es posible.

—Yo...

—Observa. —Se coloca a mi espalda señalándolos y me susurra al oído—. Solo tienes que observarlos. El batir de sus brazos con el agua, su ejecución, el cuerpo dispuesto a estrellarse contra la pared...

—No quiero estrellarme.

—Esa es la clave Khris —asegura apartándose de mi espalda para colocarse de frente—, no lo harás. Déjate llevar por el agua, el agua es más que tu amiga.

—¿Más?

—Es tu sometida.

—Pero...

—Shhh —Me coloca su índice en los labios—, ven a mi lado.

Se sienta al borde de la piscina metiendo las piernas y lo imito.

—¿Sabes cuál es tu problema? Que te contienes demasiado. Debes desatarte Khris.

—Cosas malas pasan cuando me desato. —Bajo la cabeza, intentando que mis ojos no se humedezcan.

—Eso puede arreglarse, con un poco de guía y...

—No ahora, es un mal momento—interrumpo—. Prefiero mantenerme en mi estado de humana hasta que tenga determinación para controlar mis poderes.

—¿Te digo algo preciosa? —Hiro me observa unos segundos con su sonrisita traviesa y luego se enfoca en el agua. Como los mechones frontales de su negra coronilla están un poco largos, le caen en la cara proyectando un perfil precioso—. Nunca será un mal momento para que empieces a ser tú, tú la verdadera.

Medito en esto y puede que él tenga razón. La sinceridad es algo que siempre he apreciado y debo ser sincera conmigo misma. Esto es lo que soy y por más que me pese, debo aceptarlo y trabajarlo en vez de ocultarme tras el muro de los lamentos.

Me pongo de pie para comenzar el calentamiento y miro la piscina recordando cómo el agua me obedeció aquella ocasión en el hotel Le Bonheur. Sé que pudiera ser capaz de nadar rápido, funcionaría crear una corriente que me llevara de forma veloz; si ellos pueden siendo humanos, yo también siendo daynoniana. Pero vencerlos como tal..., vencer a los expertos herederos ya es otra cosa.

De Howlland salen los mejores médicos, abogados, científicos, arquitectos, atletas, músicos y pintores, todo el mundo lo sabe. Yo sin haber practicado el control de respiración más que en mi bañera, debo meterme en la piscina y vencer a competidores olímpicos nada menos. Desde que entré con Forian, varias miradas del lugar se han posado en mi persona y ahora que estoy por meterme al agua, cada interno ha dejado de hacer lo que estaba haciendo, literalmente, para comprobar mis potenciales legendarios.

—Bueno. —Respiro hondo terminando de calentar—. Allá voy.

Me coloco encima de un bloque de salida preparándome mentalmente. Espero que los nadadores golpeen la almohadilla que tiene el contador que marca el tiempo y emerjan del agua, quiero hacer la primera ronda sola. Hay chicos y chicas por igual y no veo a nadie conocido hasta que... oh, rayos.

—Vaya —sonríe Jason en el borde de la piscina quitándose las gafas de buceo, mostrando esos ojos azules que tanto alababan las muchachas de Palm Springs y por los que matarían para ver al directo–, que honor princesa.

Seguido a sus palabras, Colette Dubois, la de mi clase, también saca la cabeza del agua nada contenta. Al ver que está en competencia con Jason deduzco que su antepasada fue una Syrisa. He sabido entre los descendientes que toda la prole del clan Lirne se apellida Dubois, sea del grupo de sea.

—Cinco punto tres segundos más tarde ¡Quelle malchanse!

*¡Que mala suerte!

—Acéptalo Colette. —El inglés mantiene su sonrisa impulsándose arriba para salir del agua—. Soy mejor que tú en todos los intentos. —Le extiende una mano para ayudarla a salir.

—Sí bueno, la única ventaja es que me ayudas a perfeccionar mi récord. —Ella también se impulsa hacia arriba rechazando la mano—. Los inútiles de la competencia olímpica no se comparan a ningún descendiente, así que igualándote seré invencible para ellos.

—¿La escuchas, princesa? Cree que puede igualarme —cuestiona jocoso Jason colocándose las manos en la cintura—. ¿Crees tú eso?

—No lo sé Jason. —Desvío la mirada.

Sé lo que hace, porque lo hace siempre. Le gusta que los demás noten lo perfecto que es, en apariencia física, habilidades, personalidad... No niego que sea encantador para la mayoría, y hasta cierto punto, yo al principio de conocerlo bajé un poco la guardia creyéndolo inofensivo. No obstante, voy entendiendo porque a Arthur le cae tan mal.

—De acuerdo, no me digas. —Se coloca en el bloque que está a mi izquierda—. Vamos a comprobarlo.

—¿Cómo?, ¿quieres que compitamos? —lo miro atónita.

Lo peor es que su acción ha provocado que otros chicos se animen, incluso Colette.

—Hagamos algo. —Vuelve a ponerse las gafas—. Si tú ganas, aceptaré frente a todo Howlland que lo has hecho y no me vanagloriaré de ser el mejor.

—¿Y sí tú ganas? —increpo con una mala sensación.

—Si yo gano cumpliremos esa cena que hace rato me prometiste —informa mostrando su dentadura desprovista de defectos y se agacha en la posición correspondiente listo para saltar.

Hago lo mismo deseando con todas mis ganas vencerlo en esta estúpida competencia. He ahorrado saliva en intentar negarme porque sé que al final se llevará a cabo una de las dos cosas y la verdad, deseo mucho derrotarlo para ver cómo lo reconoce frente a toda la Academia. Hiro Nakamura es el que dispara el primer aviso y todos los competidores aumentamos la concentración en nuestro puesto. El segundo disparo nos lanza al agua y empiezo a nadar con toda la potencia que poseo.

Normalmente las piscinas para estas competiciones son de cincuenta metros. Pero como esto es la Academia Howlland y nada es normal, han dispuesto que los internos se sobreexigan a ochenta metros. De alguna manera, no sé a ciencia cierta cuál, percibo que estoy rezagándome en comparación a mis compañeros y hago uso de mis conexiones legendarias con el elemento agua.

《Venga H2O, demuéstrame que eres mi aliada》

No obstante, aunque siento una corriente relativamente fuerte que me impulsa, estoy consciente que no será suficiente para ganar. Entonces el enunciado de Hiro me llega tan claro como mis inteciones: "El agua es más que tu amiga, es tu sometida". Y lo acepto, yo controlo el agua... No, más que eso: soy el agua.

Siento los fluidos de mi cuerpo correr a una velocidad inhumana alrededor de los huesos, y la propulsión al frente es tanta, que mis ojos se abren. La piel se me enfría, el cerebro se aligera y cada emoción que me conecta a algún sentimiento simplemente desaparece para dejarme hecha partículas de átomo. Ni siquiera me percato cuando mi dorso golpea la almohadilla, porque con el mismo poder que he invocado, salgo de la piscina ante cien espectadores boquiabiertos que se han reunido alrededor. Incluso Hiro que se mantiene invariablemente gracioso se ha quedado con una expresión extraña, esa mezcla entre asombro y fascinación.

Sin embargo el resto de los herederos están espantados. Me acerco a tomar una toalla y retroceden como si se tratase de un monstruo el que ha salido del agua y no una chica.

—¿Hiro? —inquiero pero hasta yo misma escucho mi voz diferente.

—Khristenyara tú... solo mírate.

Inspecciono mis brazos y entonces me doy cuenta qué es lo que sucede. Soy yo, estoy brillando con una luz azul. Tomo la toalla y entro al probador, mirando mi reflejo en el cristal. Mis ojos también han desaparecido, en cambio, poseo unas cuencas que irradian incandescencia extra terrenal. Juro que si no se tratase de mi misma persona, también me temería. Es casi perverso.

Intento que desaparezca concentrándome en mi apariencia habitual pero al abrir los ojos, sigo siendo un foco celeste. Cuando deseé ser el agua en la piscina para ganarle al infantil de Jason debí recordar que una vez desatato los poderes no estoy capacitada para volverlos a desactivar a mi antojo. Sí, sí ya sé, soy idiota, me lo repito mucho últimamente, soy una gran... Siento algo que hace corto circuito deslizándose por mis mejillas y al salir de los ojos deduzco que son lagrimas.

Y aquí estoy, sentada en el suelo del probador del gimnasio en el Campo de Entrenamiento, sola, siendo una especie de ninfa lumínica del agua y para colmo de males también, chispas moradas empiezan a recorrer mis dedos. Las ondas de aire están moviendo los objetos alrededor y me percato que estoy convertida en un real fenómeno, activando varios poderes a la vez, descontrolada. Arthur en realidad no le hace honra al apodo, sus habilidades por muy fuertes que sean jamás asustarán tanto como lo que yo desato.

—Aléjate. —Retrocedo cuando siento que alguien está abriendo la puerta.

No sé quién es pero no quiero dañar a nadie. Sin embargo no me hace caso y cuando entra veo que se trata de Forian. Debe haber olido que estoy desecha, aunque no sé si sus facultades apliquen a mi estado daynoniano en apogeo.

—Khris... —Se agacha frente a mí.

—Forian apártate, yo no...

Me toca. Me toca la mejilla con su palma abierta y veo que no le sucede nada.

—No... no lo entiendo.

—Te lo dije antes princesa, tengo secretos y esos secretos incluyen que no puedes dañarme, por lo menos no ahora.

Medio sonrío al sentir un calor humano, bueno, destroyador; es agradable cuando más hundidos nos sentimos percibir el acercamiento de un ser querido. Sé que puede intuir lo que quiero, pero como ya anteriormente creé una conexión telepática con él, hago más y le permito escuchar mis pensamientos, me da un poco de vergüenza decirlo en voz alta. Veo en sus ojos que lo ha captado y empuja mi espalda hacia sí para abrazarme. Y lo abrazo, lo abrazo con fuerza sintiéndome revitalizada. Poco a poco mi estado lumínico va menguando, las chispas desaparecen y los objetos dejan de moverse. Que Forian y yo nos abracemos me da seguridad. Es extraño, inexplicable pero sin duda necesario.

—Gracias. —Me separo y él se levanta, extendiéndome una mano para ayudarme hacer lo mismo—. Ya sé... para ti son cosas humanas sin sentido pero ayuda en serio, seamos de la raza que seamos.

—La verdad también lo he sentido.

—¿Qué?

Forian está a punto de abrirse, necesito una cámara para grabar este momento.

—Tu revitalización, seguridad... Y yo...

—¿Cómo te ha hecho sentir? —insisto ansiosa.

—Pues... bien, muy bien. Me gustó que nos hayamos abrazado.

De acuerdo, es un progreso. Es Forian por favor, algo es algo. Lo que ha dicho es como desprenderse de una barrera enorme así que atesoro cada palabra.

—Me alegra mucho —revelo— ¿Qué clase me toca ahora?

—¿Ya dispuesta? Te has recuperado rápido.

—Efecto del abrazo —recuerdo.

—Entonces querrás que nos abracemos más a menudo o...

—Descuida. —Sonrío al ver su cara asustada y hago ademán mientras me acerco a la puerta.

A veces me dan ganas de escribir mi propio libro de destroyadores. Los que tenemos a disposición en Howlland solo dan especificidades de Drianmhar y aspectos físicos de la especie, pero su verdadera forma de ser es bastante nula y no hay mucha información al respecto. Pero yo tengo uno delante de mis narices y se me hace muy interesante sus reacciones a muchísimas cosas. Además que por mi naturaleza curiosa, me he puesto la meta de estudiar todos sus comportamientos.

—Vamos al área de las mascotas —anuncia, saliendo del probador.

—Se escucha bien. —Lo sigo, evitando volver a cruzar mi mirada con alguno de los presentes en el gimnasio.

Esta es un área que desde que me enteré de su existencia moría por explorar. Siempre me han gustado los animales y desde que Forian me regaló a Órga algo se activó dentro de mi alma, como un instinto de millones de años. Respecto al clan Daynon no hay mucha información excepto la que todos conocemos, pero me pregunto si una de nuestras capacidades será la de proteger de primer momento a cualquier criatura inferior. Desde mi niñez se evidenciaba esta tendencia mía cuando salía en defensa de los marginados, o cuando me peleaba con los pillos que se burlaban de Daysi.

Por eso estoy muy ansiosa mientras avanzamos hacia allí, sé que de todas las clases, tratar con animales será mi favorita.

Notas

•Edit de Khris como linfa lumínica del agua.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top