☆52☆ ENERGÍA OSERIUM
Alioth
El regreso a Estados Unidos era inminente. Cuando recibí el llamado de la Fortaleza que Aaron estaba desaparecido, todo mi mundo se vino abajo.
Estaba al tanto que llevaba días mal y deducía que era por el asuntillo de la empleada. Por eso no le presté mucha atención, tarde o temprano tendría que sanar. Sin embargo, mi hijo resultó incluso más sensible de lo que ya imaginaba y había tomado una medida drástica...
Por eso yo estoy ahora tan desesperado en lo que Vanessa recoge las maletas, porque no tengo idea qué hacer ni cómo actuar, ni dónde está mi Aaron.
—¿Ya todo listo? —Arthur entra a la habitación.
Jackson está haciendo su equipaje y volaremos todos juntos de regreso.
—Ya casi. —Me siento en la cama con las manos en la cabeza, angustiado.
—Ey, debes calmarte —dice serio a la vez que descansa una mano en mi hombro, sentándose al lado—. Lo encontraremos, lo sé.
Miro a mi primogénito y sus ojos infunden seguridad. Nunca entendí el enigma de cómo mis dos hijos nacieron tan diferentes, Aaron es puro sentimiento, Arthur posee un temple de acero. Pero el carácter de este último es el que necesito en estos momentos, porque me obliga a serenarme y no perder por completo la cabeza.
Arthur ha enfrentando situaciones difíciles desde que era un niño. Cuando nació su hermano, Ariana tuvo el horrible flujo de sangre y demás complicaciones que acabaron con su vida, por lo tanto, Arthur perdió a su madre con un año de edad y sin duda eso le ha afectado en toda su vida. Él dice que no se acuerda, que no siente dolor, pero una vez conversé con uno de los mejores psicólogos en el tema y me aseguró que mi hijo necesitaba terapia. Por supuesto que se opuso todas las veces que se lo pedí y cuando finalmente lo obligué asistir a las consultas se trancaba en sí mismo y se negaba hablar; desde pequeño ha sido un maldito testarudo.
Luego le sobrevino el fallecimiento de su abuelo Aquila y la afectación al respecto no fue capaz de ocultarla. Ellos eran muy unidos y mi padre consintió demasiado a Arthur; gran parte de cómo es él hoy fue debido a que su abuelo se la pasaba engrandeciéndolo por encima de todos sus primos. Aquila estaba firmemente convencido que Arthur sería alguien especial, y que la conexión con nuestros antepasados los Legendarios Fayrem vendría por él. Cuando expiró, Arthur sencillamente no quiso aceptarlo. Estuvo semanas aferrándose a la creencia que su abuelo había cruzado por una anomalía hasta Irlendia y por eso ya no estaba. Yo pienso que en el fondo siempre supo que en realidad estaba muerto, pero sus teorías eran una forma de sobrellevar la pérdida.
Y en sus años adultos, no han dejado de ocurrirle cosas que de seguro lo tienen afectado. Por ejemplo, la cuestión de Khristen, la profecía y sus... sentimientos. Al principio, hice hincapié que se relacionaran y limaran sus asperezas con la esperanza que los instintos fayremses de mi hijo salieran a relucir y terminara defendiendo a la princesa. No obstante, no calculé que ellos... bueno, lo que ha sucedido. No hay que mirarlos por mucho tiempo para percibir la gran atracción que sienten el uno por el otro. Y justo con todo el caos que se produjo ayer, sé que Arthur estará al límite de su paciencia, desesperado por hallar una solución para el descontrol de poderes de Khristen y el ladrón que robó la energía que por alguna razón ella guardaba. Desconozco cómo llegó a la Fortaleza, pero lo que sí me queda claro es que Daysi fue quien se la proveyó.
Ese es otro asunto del que tendré que ocuparme luego. De momento Khris está bien y mi hijo Aaron sigue desaparecido.
—Ya todo está listo para partir señor —informa Vanessa.
—Daré la orden que preparen el Jet. —Arthur saca el celular y marca el número.
Al momento, Jackson abre la puerta con cara cansada. La noticia nos llegó a primera hora y él se había pasado la madrugada en vela tratando los negocios de Arthur. Otro aspecto preocupante, mi hijo mayor jamás ha renegado de sus responsabilidades, sin embargo cuando se trata de Khristen parece no importarle nada, es como si perdiera el sentido de cordura y se lanzara a protegerla y cuidarla por encima de lo que sea.
—¿Khristen y su amiga están listas? —pregunta Arthur a Vanessa.
—Están arriba —contesta.
Me alegra que no haya que perder más tiempo y sin demora, todos nos desplazamos al helipuerto del hotel, donde están algunos jet de los descendientes que hemos venido por los cielos. Todos están consternados por la repentina tragedia, incluso la chica de Palm Springs tiene el rostro enrojecido y los ojos hinchados de tanto llorar.
Cuando ya estoy sentado rumbo a América la ansiedad empieza a corroerme. Vuelvo a llamar a la Fortaleza para chequear si tienen noticias favorables, pero la búsqueda de mi hijo no está resultando.
Apoyo la cabeza en el espaldar del asiento, respirando profundo sin evitar que varias ideas negativas me aturdan la mente. Miro en dirección a los demás, Arthur tiene el semblantes más recio de lo normal, revisando el teléfono a cada rato tal vez intentando como yo, conseguir buenas nuevas de su hermano. Khristen, que está sentada a su lado, se da cuenta y apoya los dedos sobre el dorso de su mano en un gesto que se interpreta tranquilizador. Me asombro cuando Arthur toma la mano femenina entre las suyas y suaviza la expresión. Cielos, sino lo veo no lo creería jamás, realmente mi hijo está enamorado de ella. ¿Cuándo fue la última vez que vi al muchacho dando mimos a una mujer? No puedo recordarlo porque nunca lo había visto y ninguna tenía las suficientes espuelas para reclamárselos. Es frío por naturaleza, pero no con Khris. Tal vez sino estuviese tan agobiado con el problema de Aaron me pusiera a analizar los inconvenientes de su relación respecto a la profecía pero ahora mismo solo tengo la preocupación que se encuentre a mi hijo ileso donde quiera que esté.
Las horas de vuelo se vuelven las más largas y tormentosas de mi vida y cuando por fin aterrizamos el estrés es tanto que de mi frente se desprenden gruesas gotas de sudor.
—Nos alegra que haya llegado señor. —Me recibe Albert, uno de los encargados de la seguridad mientras bajo por las escaleras del Jet.
—Dime que tienes noticias positivas. —Camino a la salida aflojando el nudo de mi corbata.
El hangar queda a cuatro kilómetros de la mansión, así que mi limusina está esperando afuera junto con uno de los autos de Arthur para el traslado.
—Respecto a eso, hemos llegado a una conclusión señor. El inspector Thompson lo está esperando en la sala de conferencias junto con todo el equipo de búsqueda. —Me abre la puerta de la limusina.
—Se me va reventar la cabeza —confieso aceptando el trago que me sirve.
—Esto lo relajará señor.
—Solo me relajará saber dónde está mi hijo, Albert.
Una vez que el vehículo estaciona en uno de los jardines traseros de la Fortaleza, me apresuro con Arthur y los hombres que nos siguen a la sala de conferencias ubicada en la segunda planta. La puerta se encuentra abierta y una docena de agentes del FBI, los nuevos guardias que vigilan el perímetro y demás empleados de Mansión Fortress, están sentados esperando nerviosos que Thompson, el mismo director al mando de la oficina general de investigación de Estados Unidos, me dé la conclusión del caso.
—Buenas tardes, señor Kane. —Me saluda con un apretón de manos.
—Solo serán buenas cuando usted me las alegre —respondo y me siento—. ¿Qué han encontrado?
—Le seré claro señor Kane, porque la situación no está para andar con rodeos.
—Por favor. —Hago un ademán para ceder la palabra.
—He puesto los mejores agentes en este caso, los mismos que buscaron de sol a sol a su inquilina hace par de días —menciona respecto al rapto de Khristen—. Hemos realizado un análisis exhaustivo de los alrededores, soltado los mejores perros oficiales, inspeccionado cada centímetro de sus tierras y finalmente tengo la respuesta.
—¿Y...? —No quepo en mí de la tensión.
—El chico nunca salió de estas paredes. Sigue en la mansión.
Las palabras me desconciertan tanto, que para comprobar si ha sido obra de mi imaginación desesperada o realmente el director del FBI las ha dicho, busco apoyo visual en Arthur que se ha quedado de pie. Mi hijo mayor está tan perplejo como yo, sin dar cabida a la conclusión que nos ha presentado el hombre.
—¿Está seguro? —increpa escéptico.
—Cuando se presentan teorías y se usa el método de descarte, la que queda por lógica, es la acertada.
—Esas son fanfarronerías de Sherlock Holmes, un detective que ni siquiera existió —reposta él con su característica vena marcándole la frente.
—Puede que el personaje no haya existido, pero el razonamiento es sin dudas irrebatible —afirma sereno el señor Thompson.
—¿Padre? —Arthur se vuelve hacia mí, ejerciendo tanta presión en las manos que tiene apoyadas sobre la mesa que los músculos de los brazos se notan.
Pero yo no sé que decirle, no sé, por primera vez estoy totalmente perdido, sin definir con exactitud si el enterarme que Aaron nunca salió de la Fortaleza me alivia o me aterra. Alivio porque reduce el noventa y ocho por ciento de las posibilidades a dónde pueda estar. Aterra, porque si no lo han encontrado aún eso pudiera significar que está... que él está...
El corazón me oprime el pecho en un profundo pesar. Aaron, mi dulce y tierno Aaron, ¿por qué no le presté más atención cuando pude? Sin penas o tapujos rompo en llanto delante de los más de cincuenta hombres que están en la sala de conferencias. Siento la prescencia de mi otro hijo al lado, colocándome una mano en la espalda.
—Hemos rebuscado por toda la mansión señor Kane, pero volveremos hacerlo las veces que sean necesarias. Solo necesitamos que usted nos ayude y nos diga las habitaciones que solía frecuentar su hijo.
'Solía', en pasado... Mi alma envuelta en quebranto no puede soportar la idea. Esos ojos de su madre, esos cabellos claros, esa inocencia que desprendía... No, mi hijo no puede estar muerto.
—Señor Kane... —presiona con sutileza Thomson.
—Padre —alienta Arthur y noto en su grave voz un temblor impropio de él—, padre necesitamos pensar...
—Dígame la verdad Thomson —reuno fuerzas para preguntarle—: ¿hay alguna posibilidad que Aaron esté vivo?
El hombre intercambia rápida miradas con sus compañeros y a estas alturas no logro interpretar nada, solo quiero escuchar las benditas palabras, solo quiero escuchar que mi bebé está bien.
—Han pasado muchas horas pero... quizás... quizás esté vivo...
Lo ha expresado con toda la desesperanza que puede alojar un ser humano pero no me importa. Si hay una minúscula probabilidad que mi hijo esté respirando me voy aferrarme a ella de toda fe.
—Inicien de nuevo la búsqueda —ordeno poniéndome de pie—. Encuentren a Aaron Kane.
Nadie discute, simplemente se levantan en silencio, obedientes, y salen por la puerta para volver a la faena en que han estado enfrascados toda la mañana. El director es el último en abandonar la sala, me dedica unas palmadas en el hombro de esas del pésame y luego cierra la puerta.
Arthur y yo pasamos los siguientes minutos sin hablar, frustrados sin poder hacer más que pensar y pensar el lugar que Aaron pudiera haber escogido. Vanessa y su hija nos sorprenden entrando extremadamente consternadas con el rumbo de los acontecimientos.
—Ya nos hemos enterado de la conclusión de los agentes —dice Vanessa con ojos llorosos—. Están rebuscando en cada esquina de la mansión.
—No tengo ninguna opción disponible —dialoga Arthur—, Aaron no era de deambular mucho, se pasaba el tiempo en su habitación, entre sus libros y el play station...
—Y la Biblioteca —salta de repente Khristen y todos la miramos—. La tarde antes de recoger a Lilly, me mandó a llamar a la Biblioteca.
—¿Qué estaba leyendo? —Me impaciento.
—No lo recuerdo —Se agobia ella—. Pero ese mismo día, a altas horas de la noche mi amiga y yo lo volvimos a encontrar saliendo de la misma.
—La Biblioteca la han revisado de punta a cabo —espeta Arthur.
—No del todo —revelo tragando grueso y ahora las miradas se posan en mí.
—¿No del todo? —inquiere Arthur molesto—. Explícate padre.
—Hay un compartimento en la Biblioteca que... —Trago saliva antes de exponer el secreto.
Con Vanessa no hay problema, confío en ella, con la princesa tampoco; si guardaba energía Oserium de seguro debe conocer que puede abrir portales entre universos. Mi hijo ya es hora que lo sepa, pero es imposible que Aaron lo haya descubierto... ¿oh no? Ha sido por años el secreto mejor guardado de los Kane.
—¿Qué? ¡Qué! —se impacienta mi sucesor—. ¡Suéltalo de una vez maldita sea! —Le da un manotazo a la silla más próxima tirándola al suelo.
Vanessa y Khristen se estremecen.
—Arthur...
—¡Estoy cansado!, ¿no te das cuenta? —sigue vociferando—. Te has pasado la vida ocultándome todo.
—Eso no es cierto. —Me levanto—. Solo te fui suministrando la información que necesitabas saber en el momento.
—¿Te percatas que por tus secretos estamos en esta situación? ¡¡¡Si yo hubiera sabido que existía dicho compartimento hubiera empezado por ahí a buscar a mi hermano!!!
—Solo lo conocíamos tu abuelo y yo, es imposible dar con él sino te sabes la combinación correcta.
—¡Pues ya ves! Aaron lo ha encontrado, así que vas a soltar ahora todo lo que sabes en detalle porque te juro que como le haya pasado algo a mi hermano voy a estar culpándote de por vida.
Bajo la cabeza reconociendo mi error. No tiene que haberle pasado nada a mi niño, ya me siento culpable por el hecho de que haya desaparecido, jamás debí irme a Francia y dejarlo solo.
—Escuchen, la razón por la que Aquila y yo mantuvimos tanto tiempo el secreto es por lo poderoso del mismo —comienzo—. Es sabido que el único Legendario del clan Fayrem que tuvo descendencia entre los humanos fue Ared, y por tanto los nacidos del linaje Kane somos tan valiosos. Ared, no solo nos dejó las habilidades y rasgos con los que hoy nacen todos los descendientes, sino que dejó un regalo inestimable, un tesoro que debíamos proteger hasta llegado el momento de uso.
—Energía Oserium —razona Arthur ya en un tono diferente.
—Exacto, una porción de la poderosa estrella Saol —apoyo—. Mansión Fortress no solo es especial por su grandeza y lujo, sino por ser el único lugar en la Tierra que resguardar dicha potencia. Pensaba que Daysera solo disponía de un mínimo fragmento que le concedí cuando Khristen empezó con las convulsiones.
—Recuerdo que en aquella ocasión ella me aseguró que Khris se curaría —rememora Vanessa—. Luego desapareció por un día y al siguiente, ya las convulsiones de mi hija habían desaparecido.
—Ese día ella viajó hasta aquí, Westlake Village, a recoger lo necesario para que Khristen se recuperara, y así sucedió.
—No lo entiendo —interviene Khristen—. Si todo este tiempo he estado sustentándome con energía Oserium, ¿por qué hasta ahora es que empiezan a desarrollarse mis poderes?
—Es cuestión de cantidad —explico—. Daysera solo tenía una dosis pequeña, y tuvo cuidado que no te acercaras lo suficiente para tocarla. Sin embargo yo poseo la última porción, que es relativamente grande, y eso ha influenciado que al llegar a la Fortaleza tus genes daynonianos empezaran a activarse.
—Y el malnacido que ha robado la que ella guardaba terminó de detonar todos los poderes de Khris al abrir la caja la noche del evento —concluye mi hijo.
—En efecto —asiento—. No quería decirlo en voz alta, pero... eres muy peligrosa ahora Khristen, guardas mucho poder y por tanto es indispensable que sepas controlarlo.
—Lo sé —Se entristece ella y noto como Arthur se tensa entero—. Pero ahora lo importante es encontrar a Aaron.
—Allá vamos. —Camino a la puerta—. El compartimento donde se ha guardado por generaciones la energía está al final de la Biblioteca, debajo del gran reloj que cuelga en la pared.
—Es imposible, esa pared es lisa —recalca mi hijo mayor.
—Porque no es la entrada —confieso apresurándome por el corredor—. Repito que se encuentra debajo del reloj, literalmente.
—En el suelo —declara Khristen y asiento.
Todos hemos recorrido el vestíbulo hasta la puerta de la Biblioteca. Como ha sido el lugar de registro más reiterado, en estos momentos se encuentra vacío. Cierro la puerta con seguro y voy dispuesto al tercer pasillo. Allí reposa una escalera larga que se usa para llegar a los estantes más altos de libros. Subo por ella hasta alcanzar el reloj y lo retiro para marcar la combinación adecuada en el panel digital que se esconde debajo. El suelo es de madera pulida dividido en tablones anchos; el más próximo a la pared, se abre mostrando la entrada al compartimento secreto. Los cuatro bajamos por los escalones al reducido espacio y... una ola de calor me golpea el estómago: No hay nadie.
Sin embargo, una camiseta de Aaron reposa en el suelo y cuando la tomo siento que está todavía húmeda de sudor. Entiendo que ha pasado, lo entiendo todo. Un pánico desconocido me abarca.
—No está... —murmura Arthur desconsolado—. Mi hermano, él... —
Dominado por una agonía que pesa en el pecho, abro la única gaveta del lugar para confirmar mis sospechas.
—Padre... —expresa Arthur con un hilo de voz pero no reacciono.
—No hay energía Oserium —declara Khris después de echar un vistazo a la caja abierta y vacía que reposa en la gaveta.
—Pero entonces eso significa que... —Arthur se cubre el rostro con ambas manos—. No puedo creerlo...
Hago un esfuerzo sobrehumano para hablar al fin, para decir en voz alta lo que quisiera negarme a creer.
—Significaque Aaron ha abierto un agujero negro por primera vez en dieciocho años y ha saltado a Irlendia sabrá la casualidad a qué mundo...
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