☆49☆ AMOR PLATÓNICO
Khristen
Me tomé un tiempo antes de entrar a mi apartamento. Las chispas habían desaparecido pero todavía tenía mucho en que pensar. París... París con Arthur... Parecía el más dorado sueño de cualquier chica del planeta. Después del episodio con los fanáticos de Aaron percibí mejor cómo el mundo veía a los herederos de Howlland. Porqué Eskandar, Hugo, Abigail y los demás trataban siempre a los que no eran de su clase de forma tan denigrante, aunque en el fondo tuvieran algún buen sentimiento. El mismo mundo había contribuido a que ellos se ensancharan en ese papel.
Pensé en los inicios de los Legendarios en la tierra y la manera que los humanos los habían venerado, aprovechando estos la necesidad espiritual con la que nacían todos los humanos. Los libros de Historia quisieron ocultar la verdad que los extraterrestres realmente habían visitado nuestro universo, pero la inclinación a postrarse ante sus descendientes, eso no había forma de manejarlo. Me pregunto si en la NASA estén al corriente y tengan algún proyecto para reabrir agujeros negros que conecten con Irlendia. Voy meditando en estas cosas cuando abro la puerta del apartamento. Lilly está sentada con mi madre a la mesa y los platos servidos.
—Estábamos esperando por ti —me dice la última y me siento con ellas.
La cena transcurre divertida porque mi mejor amiga es lo más ocurrente que existe. Nos sorprende con la cantidad de detalles minuciosos que sabe de Aaron Kane, incluso más que yo, que vivo en su terraza y voy con él a la Academia. Ella alega que es parte de sus deberes por ser la presidenta del club de fans de California llamado Aaronlovers, cosa que yo sabía de antemano. Pero jamás imaginé que conociera, por ejemplo, que la difunta esposa de Alioth fuera fanática del actor de cine americano Robert Taylor al punto de nombrar a su segundo hijo con el apellido del actor. Aquila se negó a que el niño fuera conocido mundialmente de esa manera, pero en la identificación nacional de su nieto se plasmó el nombre Aaron Taylor Kane, como siempre quiso su madre.
Lilly nos cuenta más detalles y nos contagia con su entusiasmo. En realidad necesitaba esa energía en estos momentos de mi vida, de lo contrario creo que me hundiría en la depresión. Cuando terminamos de fregar los platos me adentro al cuarto de baño para cepillarme los dientes y Lilly no se hace esperar.
—Suéltalo. —Se apoya en la pared de al lado del espejo.
Siempre me cepillo los dientes mirándome al espejo, una vieja costumbre.
—¿Qué? —articulo sin dejar de cepillar.
—Lo que está pasando entre tú y el señor control, ¿crees que soy tonta?
Escupo y me enjuago la boca.
—Pues va a ser que sí, porque no pasa nada —respondo y me seco la cara con una toalla.
—Khris. —Rueda los ojos—. ¿Te atreves a mentirme?, ¿a mí? No te vas a salvar y menos con la escenita de hace par de horas.
—Lilly...
—¡Se notaba la tensión cada dichoso segundo! Además te pusiste como un tomate. Pero no es solo eso. Estás por todo internet, ¿lo recuerdas?
—No he querido abrir las noticias.
—Entonces lo reconoces —determina triunfal.
—No, no, fue un malentendido. Lo que...
—Lo entiendo no tienes que justificarte —Alza las manos—. Antes comprobé lo que era estar a centímetros de esa criatura. ¿Puedes creer que hasta me temblaron las piernas? —sonríe—. Es imposible no caer rendida. Y sumado a lo de Instagram —Empieza a contar con los dedos—, los días que llevan conviviendo juntos, y que hace algún tiempo no me dabas quejas de lo insoportable del engreído Kane, todo cobra sentido.
Suspiro sin ánimos de negar algo, ¿tiene caso?
—Estás sonriendo. —Me señala—. Oh por dios sí te gusta. —Se lleva una mano a la boca.
—Ni siquiera me di cuenta cuando pasó —confieso y me apoyo a la meseta del lavamanos mirando a ningún sitio en particular—. En un momento estaba odiándolo y al otro...
《... lo tenía buscándome con más de veinte agentes del FBI》
Sonrío otra vez.
—Y al otro lo tenía buscando excusas baratas para justificar su desmedida preocupación por mí.
—¡Tienes que contármelo todo! ¿Cómo has podido ocultarme algo así Khris?
—Tal vez porque contártelo significaría aceptarlo y no estaba preparada. De hecho todavía... todavía me cuesta aceptarlo. Además no es nada supremo, solo me gusta un poquito.
—¿Un poquito? —Tuerce el rostro en una mueca incrédula.
—Exactamente —reafirmo mi posición—. Somos demasiado diferentes él y yo.
—Pamplinas. —Sacude con la mano—. Hacen una pareja hermosa. Todos lo dicen en las redes.
—Ey, ey para el carro, no somos pareja —aclaro y ella me mira chueco—. Arthur es un hombre importante y ante el mundo entero yo soy solo...
No termino la expresión porque hasta ahora me pongo a pensar en lo que significa. En realidad, sí que soy alguien importante, pero en secreto. ¿Cómo tomarían los socios de negocios de los Kane el que salga con una criada? Arruinaría toda su reputación.
—A veces quisiera coger tu cabezota y golpearla con un bate Khristen —espeta.
—Esta Mansión no le asienta a la gente —digo saliendo del baño—, las pone violentas.
—Bueno, yo te iba a pedir que me acompañaras a la habitación de huéspedes que me han brindado y como según tú no son pareja ni nada por el estilo no te negarás acompañarme.
—¿Adentro de la Mansión? —pregunto nerviosa.
Me da miedo que la muy loca con tal de tocar a Aaron haga algo que le consiga una demanda.
—Sip. Me da vergüenza entrar sola además que no conozco el camino. Claro, que como lo tienes todo tan controlado no será problema que me lleves. No te gusta tanto como para querer evitarlo, ¿verdad?
—Claro que no, ya te lo dije antes, ni siquiera sé cómo pasó y estoy trabajando en que el sentimiento desaparezca.
Ella no sabe todos los motivos, pero ya que lo mío con Arthur no tiene ningún futuro. He determinado que lo mejor es quedarnos como buenos amigos.
—Ya... —Alza las cejas—. Venga, ayúdame con las maletas.
Cada quien toma una maleta y empezamos el recorrido hasta la casa, atravesando la terraza y adentrándonos a la cocina. Pasamos el comedor, la sala principal y subimos las escaleras. Alioth le había dicho a mi madre que la habitación que mandó a preprar para Lilly era la penúltima del ala derecha, así que tendríamos que pasar por las puertas de los hermanos. Si corría con buena casualidad, los dos estarían estudiando tranquilitos sin moverse.
El vestíbulo está iluminado apenas porque es tarde y nostras tratamos de no hacer ruido al pasar. Todo marcha bien hasta el momento que la puerta de la Biblioteca se abre y un Aaron vestido con la parte inferior del pijama y sale bostezando. Miro a Lilly que está como vela derretida sin ningún tipo de pena. ¡Y antes se atrevió a decir que le daba vergüenza entrar sola a la casa! Si es que esta amiga mía...
—Ho-ola de nuevo Aaron —lo saluda sin cambiar la vista o disimular cuanto le gusta.
Rozo su brazo pero está anonadada y ni caso.
Aaron tiene su expresión de ornitorrinco y mira las maletas sin comprender bien qué es lo que pasa. Luego parece recordar que la inquilina se quedará en una de las habitaciones de huéspedes y prosigue el camino a su habitación.
—Buenas noches —musita Lilly cuando él pasa de largo por su lado.
No recibe respuesta.
—Vamos. —Le pongo una mano en el hombro al ver la decepción en su cara.
—¿Siempre será así? —pregunta mirando atrás cuando hemos llegado a la puerta que le corresponde—. ¿Me ignorará por no ser rica?
—Él no es así, te lo he dicho. ¿O se te olvida que fue el primer amigo que hice en Howlland?
—Pero es que...
—Oye Lilly, todos tenemos nuestros altos y bajos y vienes a conocer al menor de los Kane en el peor bache que le puede ocurrir.
—¿Tú sabes lo que le pasa?
—Bueno... —Acude a mi mente la niña con la que habló en la escuela—. Eso no es lo importante, sino ser pacientes y dejar que él mismo se recupere.
—Yo necesito que lo haga. Tengo tanto en mente. —Junta las manos emocionada.
Suspiro. No quería tener que hacer esto pero no me está dejando alternativa.
—Oye... em... te voy a dar un consejo y te lo daré porque te quiero.
—¿Un consejo?
Bien, llegó el momento que quise evitar a toda costa. He estado aplazando esta conversación desde que la recogimos en mi antiguo instituto. Esperaba que mi mejor amiga limitara su obsesión a sus clubs de fans y redes sociales. Aquí no puede demostrar esos caprichos abiertamente y ojalá me equivoque, pero intuyo que vino a la Fortaleza con otras intensiones extras además de visitarme. Aprieto mis labios esperando sonar lo más condescendiente posible.
—Olvídate de Aaron.
—¿Olvidarme? Jamás, ni aunque me maten.
—Entiendo que te guste, nos gusta a todas. Pero tú sabes a lo que me refiero —presiono y a ella se le aguan los ojos—. Lilly, si yo te conté lo de Arthur, sé justa y no me ocultes lo que verdaderamente viniste hacer a Mansión Fortress.
Aprieta los puños respirando profundo y una lagrimilla se le escapa.
—Sabes que es mi amor platónico desde que tengo memoria.
—Amiga... tenemos cientos de amores platónicos y aprendemos a vivir con eso. Por ejemplo, yo nunca podré superar a Dan Reynolds. Pero eso no significa que me escabulle a su mansión de Malibú para intentar conquistarlo.
—Te queda cerca —tienta ella.
—¡Lilly ese no es el punto! —regaño a la vez que intento olvidar el hecho que efectivamente la mansión del vocalista de Imagine Dragons me queda cerca y puedo escabullirme—. La cuestión es que debes abandonar esas ideas con Aaron, no resultarán y terminarás sufriendo.
—¿Por qué tendría que ser así? Mírate a ti con Arthur. Además, llevo años estudiando a Aaron, conozco sus gustos y preferencias.
—A ver Lillisbeth —respiro un poco irritada, esto está siendo más difícil de lo que pensé—. Voy a ser bien específica: no eres su tipo.
Ella no responde y en cambio me vira la cara enfurecida. Empieza a desempacar con rabia arriba de la cama. La habitación que le han dado es bonita pero carece de detalles. Se nota que nadie la usa.
—Vete Khristen, por favor —pide cuando ve que no me muevo.
—¿En serio te has molestado? —suspiro buscando paciencia—. Solo te he dicho la verdad y repito que es por tu bien.
Sigue tirando los vultos de ropa sin levantar la vista.
—Lilly...
—¡Ya basta Khris! —Me mira por fin y veo que está llorando.
—Amiga no te pongas así. Yo no quería...
—Lo que estás insinuando es que yo por ser una miserable chica común jamás podré llegar a Aaron pero tú si que puedes divertirte con su hermano e irte de huelga para luego fanfarronear en Instagram.
—¿Qué? ¡No! Por supuesto que no me refería a eso.
—Te pedí que salieras de la habitación —recuerda y desvía su mirada llorosa.
—Por favor, tienes que entender que nunca insinué...
—¡Que te vayas!
—Bien —acepto—, buenas noches.
Llego hasta la puerta y la cierro. Lo reconozco, ha sido una fea discusión entre amigas. Espero que mañana la hayamos superado. Tal vez pude escoger otras palabras pero estoy bloqueada, Arthur se marchará a primera hora a Francia y tengo asuntos más importantes de los que ocuparme; por ejemplo, controlar mis poderes y evitar que me maten. No puedo encima estar recogiendo los pedazos del corazón roto de mi mejor amiga cuando no pueda cumplir su meta de conquistar a Aaron.
Bajo las escaleras y atravieso la terraza. Antes de abandonar la misma, escucho ladridos moderados de la caseta de Ulises. Me acerco a curiosear y lo veo jugando con Órga. Quien pudiera... tan contentos, sin preocupaciones en plena noche interactuando sin terminar quemados. ¿Acabo de ponerme celosa con la mascota de Arthur y mía? Necesito dormir.
—☆—
Es viernes por la mañana y hace alrededor de tres horas que estoy sentada con mi madre y Lilly en un avión que vuela a Francia. Y no cualquier avión, conste que viajamos en el mismísimo jet Airbus del señor Kane. Todo el mundo sabe que la corporación Airbus Group es la más selecta de la Unión Europea y por tanto los aviones que fabrica, los más caros. Como es rápido, llegaremos en otras seis horas.
El vuelo hubiese estado genial sino llega a ser por el pequeño detalle que llevo desde temprano alentando a mi mejor amiga que llora desconsoladamente porque Aaron no quiso asistir al evento en París. Tal vez si no lo hubiese visto ayer en las condiciones que estaba... Retrocederé para contar los sucesos del jueves.
Amaneciendo, Lilly ya estaba en nuestra puerta para el desayuno. Los primeros minutos fueron algo incómodos por nuestra discusión de la noche anterior hasta que de momento no pudimos más, nos miramos pidiéndonos perdones silenciosos que solo nosotras entendíamos y nos abrazamos fuertemente enterrando el asunto. Seguía pensando que debía olvidar su empeño con Aaron pero de momento no volví a tocar más el tema. Las primeras horas las pasamos con un maratón de pelis de Netflix y tuvimos un almuerzo tardío a las dos. Como al final asistiríamos al evento en París, nos pusimos adelantar deberes hasta las cinco. Estudiar con mi mejor amiga era lo máximo, porque el estudio se hacía entretenido y entre materia y materia nos contábamos algún chisme.
Después la dejé preparando muffles en la pequeña cocina del apartamento y me entré a bañar. Darían las seis cuando salí afuera, pero no la encontré por ninguna parte. Empecé a buscarla por los alrededores del la zona de empleados pero ni rastro. Entonces recordé que estaba encaprichada en husmear por el gimnasio y demás apartados destinados al entrenamiento físico de los Kane. Sin embargo en el gimnasio no se encontraba, tampoco en la cancha de tenis. Ya estaba dando por hecho que se había colado en la habitación de Aaron cuando escuché el impacto de un balón contra un tubo y me dirigí al área.
Resulta que los chicos tienen un lugar pequeño, después del jardín del estanque, que posee dos canastas y limitantes hechas con pintura blanca en el pavimento. Contiene diez metros de ancho y no pasa los veinte de largo; pequeña en comparación con la media oficial de las canchas de baloncesto. En realidad no se trata de una cancha, sino un espacio abierto para practicar tiros libres o jugar entre dos.
Pues yo me fui acerando a la zona dejando detrás el jardín, guiada por el ruido del balón. Fue cuando contemplé a Hoyuelos; aunque ciertamente ya es hora que deje de llamarlo así, pues hace mucho no sonríe.
Estaba tirando con rabia el balón de básquet una y otra vez, acertando algunas canastas, golpeando el tubo de las mismas el resto de las veces. Tenía una simple camiseta llena de sudor y tierra, y unos leggins grises que combinaban con el color de sus ojos. Destilaba impotencia y frustración.
Se suponía que era otro de sus momentos privados, y lo correcto era apartarme. No obstante cambié de parecer cuando me di cuenta que Lilly estaba a pocos metros de mí, detrás de una gran maceta que tenía plantada una gruesa palmera de Madagascar. Estaba rodeando el tronco de la planta con ambas manos y lágrimas en los ojos. No apartaba la vista del chico y comprendí el enorme aprecio que le tenía. Esa noche entendí que la mayoría de las veces los caprichos no están sostenidos solo en escenas de nuestra imaginación. A veces se puede sentir algo puro y real por una persona que conocemos a la distancia. Se puede llegar amar los gestos de la misma, la manera en que se proyecta, las cosas que come, las ropas que usa, el sonido de su voz y la forma que se proyecta en hacer prácticamente cualquier cosa. Después de todo, ¿no es lo mismo que nos pasaría si la tuviéramos en frente?, ¿qué diferencia hacía que fuera a través de una pantalla?
Aaron era uno de los seres más estudiados del planeta y era imposible que cualquier cerebro bien puesto se resistiera a ese par de hoyuelos que adornaban sus mejillas. Cuánto más verlo en pleno estado de tristeza, con el semblante caído y una ira impropia de su personalidad. Aunque seguía corriéndole por las venas sange fayremse y supuse que todos los Kane tenía esa beta nociva de guerreros.
—Lilly —Coloqué la mano en el hombro de mi mejor amiga, confirmando que estaba ahí y también me dolía.
—Está sufriendo Khris, está sufriendo mucho... —sollozó sin apartar la vista de él—. Hace un rato intenté acercarme y reaccionó como un león furioso capaz de despedazarme —Las lágrimas le corrieron al mencionarlo—. Y yo no sé que más hacer...
Se abrazó a sí misma y apretó los dedos en la piel, condenándose inútilmente por no descubrir la manera de sacar a Aaron de su opresión emocional. Volví a verlo. Siguió tirando el balón par de veces más hasta que un grito amargo escapó de su garganta, haciendo que su cuerpo se flexionara apoyando las manos en las rodillas, fatigado, levantando capas de polvo con las ondas de aire que había dislocado. Observé rápido a Lilly pero ella seguía sollozando con la cabeza baja.
Aaron se dejó caer, se deshizo de la camiseta mostrando su pecho en suma agitación y me sorprendió con lo que hizo: empezó a llorar.
Lilly articuló que no podía seguir presenciando aquello y yo determiné también que era suficiente, me volví de espaldas para regresar al apartamento pero el llamado un poco ronco procedente de su boca consiguió que me detuviera. Me giré de nuevo en su dirección, contemplando que no se había levantado del suelo, pero sus ojos empapados de angustia se clavaban sobre los míos en un mensaje que no pude entender.
—Lo siento Aaron yo... —comencé a justificar.
—Lo he encontrado Khristen —declaró a ninguna parte.
Supuestamente me hablaba, pero la mirada estaba perdida y en medio del ambiente nocturno con la brisa invernal que iniciaba, el sonido de las palabras resultó aterrador. Aaron no parecía Aaron.
—¿Qué has encontrado? —interrogué por lo bajo no segura que él le interesara que de verdad supiera.
—Este es el final, esta es mi despedida para ustedes.
—Aaron me estás asustando.
Quise acercarme pero una fuerza desconocida me ancló al lugar, a la vez que un miedo extraño se extendió por mis miembros.
—Es la única solución, lo que me salvará de esta pena. Es lo que debo hacer.
—Aaron...
No fui capaz de decir más nada porque mi mente se bloqueó ante lo tétrico de su habla. Se incorporó limpiándose las lágrimas y con un movimiento breve de manos, levantó una polvareda que me hizo perderlo de vista.
Desde entonces no lo volví a ver.
Alioth nos contó este viernes por la mañana que su hijo había insistido en quedarse por malestares de salud y no hubo forma de convencerlo. Con mi madre y Lilly, me subí al Jet y no he dejado de pensar en el asunto y las misteriosas declaraciones de Aaron. Por supuesto, no se lo he contado a nadie, además en las condiciones que está Lilly más me vale cerrar la boca.
—Hey, anímate ya verás lo bien que lo pasamos en Francia —aliento.
—Pero... —Sorbe mocos—. No será lo mismo sin él Khris, no será lo mismo.
—Howlland tiene un montón de herederos, solo busca los que lleven el prendendor —señalo el que tengo colgado en la parte izquierda del pecho—, y listo.
Todos los estudiantes de Howlland llevamos un prendedor con el símbolo de la Academia. En vista que a el evento acuden numerosas personas de todas partes, el mismo es un distintivo entre los demás.
—Te presentaré a par de ellos —añado a ver si logro que deje la actitud penosa.
—¿De verdad? —Levanta lla cabeza—. ¿Conoces a más?
—Uy sí, la pasarás súper con Eskandar.
—Sé quién es, el hijo del Sultán de Dubái. En el instituto hay pósters de él pegados en los casilleros de mis compañeras.
—Pues vas a tener el honor de hablarle.
—¿No será un cretino?
—Sí, es un cretino —río—, pero un cretino que tiene algunas cosillas agradables.
Consigo que ella sonría y se acomode a su asiento.
—Vale, no me hará daño refrescar un poco hasta que vuelva a la Fortaleza y esté de nuevo con Aaron.
Ahogo un suspiro de indignación porque no habría ser humano posible capaz de sacarle de la cabeza al más chico de los Kane pero al menos lograría que estuviese normal por dos días. Luego ya me las arreglaría para atajarla en la Mansión. Eso si Aaron...
Algo extraño comprime mi pecho al rememorar sus palabras, el tono fúnebre y como prometió que era una despedida...
Aparto de mi mente malas ideas y miro por la ventana, apreciando el azul cielo y el aire que mueve a su antojo las nubes que parecen algodones de azúcar. Aire, algodón de azucar, Arthur... Estoy a cinco horas de encontrarme con él.
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