☆43☆ RIDÍCULA VS FENÓMENO

Arthur

Cuando me enteré que Khristen estaba desaparecida no me detuve a sacar absurdas teorías. No perdí tiempo y solicité los supremos servicios de la mismísima agencia de investigación criminal de los Estados Unidos. El FBI nos debía a los Kane los servicios que quisiéramos pedir. No eran pocas las veces que para resolver algunos de sus casos, habían solicitado nuestros casinos en Las Vegas para montar operativos. Incluso mi tío Alker había participado voluntariamente con roles pequeños para atrapar mafiosos y pendencieros. Como nadie iba a desconfiar del mejor gerente de Nevada, Alker conducía a los criminales a una trampa.

Claro el FBI lo dejaba exento de participación para su propia seguridad, no obstante los mayores escurridizos de la justicia no eran ningunos idiotas y sospechaban de las colaboraciones de mi tío. Así que él se montaba una guardia más selecta que la del propio presidente. Decir 'Kane' en las oficinas centrales del FBI de cualquier estado era sinónimo de ayuda, deber., obligación. Por eso solo tuve que hacer una llamada a Washington y los mejores agentes de California estaban en Mansión Fortress a mi entera disposición.

Mi padre estaba recién llegado de su viaje, agotado y con la cabeza atolondrada por los negocios. Además que ver a Vanessa en condiciones para nada estables por su hija lo afectó más de lo que me gustaría admitir. Por tanto, lo hice a un lado para que no me estorbara y yo pudiera en cambio, enfocarme en lo importante: encontrar a Khristen Daynon. Llamé también a Hugo para solicitar sus perros porque la raza doberman es usada para las investigaciones por lo sensitivo de sus caninos. A pesar que pertenecían a un estudiante de Howlland, estaban mejor entrenados que cualquier pastor alemán o labrador de la policía.

El día avanzó sin resultados concluyentes excepto pistas que no me servían para nada. Que habían roto el panel de alarma, las cámaras estaban destrozadas y etcétera. Los ineptos que dejaron desprotegida la Fortaleza fueron humillados, despedidos y con una tachadura en su expediente, hecha por mí nada menos. Jamás tendrían entrada a ningún lugar prestigioso ni mediocre, los condené a la miseria por el resto de sus días. ¡Y fui demasiado benevolente! Merecían morir. Por su culpa Khris... Khris...

No puedo ni pensar en todo lo que pasó sola y recluida, con hambre y frío.

Cuando Forian se apareció con ella en la terraza todo mi cuerpo se envolvió en un alivio indescriptible. Respirar volvía a tener sentido porque allí estaba, con los cabellos más preciosos del mundo encrespados y revueltos, con el vestido sucio y la piel llena de polvo; pero a pocos metros de mí, a solo zancadas de alcanzarla. Mi ridícula testaruda estaba viva.

Me apresuré agradecido, y en el trayecto se lo hice saber a Forian. Él hizo una leve inclinación de cabeza recepcionando mis intensiones y ya a pocos centímetros de Khris, me detuve un momento para admirarla bien. ¿Cómo podía lucir tan hermosa aún siendo un completo desastre? Farfulló unas disculpas por las alarmas y ya no pude contenerme: la abracé. La abracé como si mi existencia dependiera de ello, como si el destino o casualidad, o lo que fuera, me hubiese dado una segunda oportunidad para protegerla, cuidarla, defenderla... Y lo confesé, confesé el miedo que tuve, el que abrió una brecha profunda de inquietud y ansiedad que solo se cubrió al volver a verla.

Y aquí estoy ahora, incapaz de soltarla.

—Arthur no puedo respirar —tose sin hacer esfuerzo en apartarse.

—Lo siento. —Aflojo los brazos y me separo un poco—. Cielos Khris estás... estás bien. —Acaricio su cabeza.

—No llegaron hacerme daño —explica—, me escapé antes.

Sonrío por el comentario.

—Sí, yo sé por experiencia que das guerra —le guiño un ojo y ella también sonríe.

Sería estupendo llevarla a mi habitación, que se bañe con aceites aromáticos y descanse en mi confortable cama después de todo lo que ha pasado. Pero la fantasía se me explota al momento que ella me suelta y se encuentra con su madre. Se abrazan desesperadas y el rostro de Vanessa no puede estar más mojado de lágrimas. Mi padre también se acerca y mantiene una prudencial distancia.

—Yo no sabía... oh mi niña. —Su madre le sujeta la cara con firmeza—. No sabía lo especial que eras.

—Tranquila mamá, estoy bien.

Khris es inteligente y debe darse cuenta que ya Alioth le ha contado todo a la ama de llaves sobre el clan Daynon y lo peor, que su hija está consciente que es adoptada.

—Discúlpame cariño, discúlpame por no decirte que eras... adoptada —solloza Vanessa—. Yo siempre te sentí tan mía. —Vuelve abrazarla—. Ahora entiendes el porqué nunca te hablé de tu padre.

—No tienes que disculparte, eres mi mamá y nada cambiará eso —asegura Khris limpiándole las lágrimas.

Luego mira buscando algo.

—¿Y Aaron?

Trago saliva. Mi hermano lleva mal bastante tiempo. No pensé que dejar de ver a la mujerzuela le afectara en demasía, la verdad. Se enteró que Khris no estaba solo cuando vio el ajetreo en la Mansión y ni siquiera reaccionó como hubiese esperado. Tenía los ojos caídos y las pupilas enrojecidas, su sudor era pegajoso y arrastraba los pies con dificultad. No quiso que me le acercara y se quejó cien veces de la claridad que entraba por todas partes. Yo estaba tan perturbado organizando un plan de búsqueda que no le presté más atención.

—Aaron ha estado sintiéndose mal... Sin embargo se alegrará mucho al saber que estás de vuelta.

Khris asiente y su madre le peina el cabello con las manos.

Los inspectores del FBI se han acercado para ver y también Hugo sosteniendo a sus perros por dos correas gruesas, una en cada mano. Estos hacen fuerza y lo arrastran para olfatear excitados a Khris, han encontrado el objetivo. Anteriormente les había dado un pijama pero el rastro terminaba en los muros que colindaban con las montañas de Santa Mónica. Ahora ladran felices claro, anunciando donde está.

—Tranquilos —calma Hugo.

Forian se pone tenso y Khris mira al alemán un poco confusa así que intervengo.

—Tuve que contarle que... que tú eras... Necesitaba sus servicios —concluyo sin más palabras porque se ha entendido.

—Está bien —asiente—. Me sorprende que no lo sepa ya todo Howlland.

—Oye Khristen yo... este... —empieza a balbucear Hugo—, sobre nuestros encontronazos...

—Descuida —corta Khris—, ni siquiera los recuerdo.

—Bien. Te estrecharía la mano pero —Alza un poco las cuerdas de los perros.

—Mejor no. —Khris sonríe.

—Hija mía entremos para que te bañes —interviene Vanessa todavía llorosa—. También debes tener hambre.

—Coman con nosotros —pido y todos me miran—. ¡Jackson! —lo llamo pues anda cerca—. Manda que preparen un menú especial para celebrar que Khris esté devuelta.

—Sí señor.

—Claro que Khris puede ir pero yo... —duda Vanessa.

—Retírense todos —ordeno para que se desintegre el molesto espectáculo.

Mi autoridad es incuestionable y en segundos la multitud se evapora. El FBI empieza a recoger y los demás empleados de la mansión y guardias de la familia se van por ahí a ocupar sus lugares o fingir que están haciendo algo importante, pero obedecen sin falta y nos dan privacidad.

—Vanessa —le dice mi padre—, tú eres bienvenida.

—Pero no soy nadie importante, solo una ama de llaves, ¿cómo podría sentarme a la mesa con los señores Kane?

—¿Acaso cuidar de Khristen no es importante? Has hecho un excelente trabajo todos estos años, y me alegra poder decírtelo finalmente. Por favor, acepta comer con nosotros.

Ella sonríe y su hija la mira suplicante.

—Será un honor —acepta

—Con permiso de todos, necesito retirarme para darme un buen baño —anuncia Khris mirando a los alrededores—. ¿Dónde está Forian?

Los presentes también lo buscamos con la vista pero es evidente que ha desaparecido.

—No te preocupes ya aparecerá, yo personalmente me encargaré de darle las gracias por rescatarte —declara mi padre.

Khris parece satifacerle la respuesta, o es que se encuentra demasiado cansada para hacer otra cosa. Se va caminando con su madre en dirección a la zona de empleados y yo me quedo viendo como los cabellos enmarañados van moviéndose con la brisa nocturna.

—Suelta esa presión, ya está segura con nosotros —me sorprende mi padre.

No me he percatado de en qué momento se colocó junto a mí, siguiendo la dirección de mis ojos.

—No tengo ninguna presión.

—¿Y por que tienes revueltas las ondas de aire que se fueron siguiendo a Khristen? —revela—. Las siento hijo... No quieres desprenderte de ella.

Aprieto mis puños.

—Incunmplí mi deber como descendiente fayremse.

Nunca he sido gran adepto a los clanes pero ella llegó y lo intensificó todo.

—Yo también, y tu hermano. Sin embargo la Fortaleza tiene un nuevo sistema de resguardo. No hay forma humana, ni inhumana de que puedan volver a penetrarla.

—Voy a matar a esos desgraciados —confieso entre dientes sin dejar de mirar al frente.

—No vas a matar a nadie, es muy temprano para muertos. Suficiente hay con la Guerra Roja y...

—¿Guerra Roja? —concentro mi atención en él, induciendo con mis ojos a que suelte de una vez todo lo que sabe—. Nos enseñan en Howlland que no saben si esa guerra terminó hace kiloaños porque no hay más registros de ella. ¿Oh no padre?

No contesta, desvía la mirada a otra parte.

—Alioth Kane... —presiono.

—Verás hijo...—Suspira—. Existe algo demasiado grande que no sabes. Algo que no sé cómo tomarás.

—Si no me dices de una vez, nunca lo averiguaremos. —Arqueo una ceja molesto, recordando los párrafos leídos del Libro Legendario la noche que Khris sufrió el Acecho Temible.

Piensa un instante y empieza hablar, a soltar toda la sopa y cada palabra me va pareciendo un trozo de carne incomible: oscuros, destroyadores, y la desaparición de la criatura de la profecía. Una niña daynoniana con los genes perfectos para sentarse en el trono de los cinco mundos, una niña que fue traída a la tierra en circunstancias desconocidas, una niña que debe volver y ocupar su lugar como emperatriz.

—¿Por qué ningún heredero sabe esto? —replico en un hilo de voz.

—Las copias de sus libros Legendarios están incompletas —revela—. La única versión original está asegurada en nuestra biblioteca y... —baja la cabeza— ... ella la tomó. Ya sabe toda la verdad.

Estoy perplejo, atónito, pasmado, ¿cuántas palabras existen para describir el grado excelso de estupefacción que me abarca ahora mismo? Khristenyara, ese es su nombre real, es una princesa. Es... es la que debe gobernar Irlendia, ella... Mis cejas están tan altas, mi boca abierta y el corazón amenaza con romperme el pecho. La chica que humillé en el pasado, que nombré ridícula, que fue víctima de mis burlas con amigos... es mi soberana; mía, de mi padre, de todos los Legendarios que existen.

Es poderosa, es lo máximo en ambos universos.

Vuelvo mi cuerpo rígido en dirección a su apartamento y veo como se abre la puerta, permitiéndome observarla a plenitud bajo el brillo lunar. No es una noche clara, pero las farolas repartidas por la terraza y jardines embellecen el ambiente sin eclipsar la luz propia de la chica con cabello de fuego. Detrás viene su madre mortal pero ni me fijo en qué trae puesto. De hecho no me fijo en más nada que no sea Khris y su piel apetecible en un vestido ámbar igual a sus ojos. Percibe como la estoy observando y se sonroja sin dejar de caminar. Una fuerte ráfaga de viento choca con su cara y hace que las puntas del vestido floten en una danza. Otras nuevas vuelven a batirse contra su figura y siento una corrientente escaparse de mis brazos. Entonces me percato: las estoy creando yo.

—Estamos listas —dice Vanessa cuando se reencuentran con nosotros.

Asiento y me vuelvo a la casa dejándolos atrás. Estoy tenso por completo, mi padre tiene razón, ando ejerciendo mucha presión en el aire ahora mismo. Además mi cerebro procesa que he estado conviviendo con una princesa daynoniana. La misma a la cual le he dicho que no se confundiera, que no me gustaba pero yo a ella sí. ¿Por qué lo dije? Ni siquiera venía al caso. En ese momento de nerviosismo estaba tratando de atajar algún problema mayor... ¿Por qué estaba nervioso? ¡¿Por qué rayos lo estoy ahora?! Me aliso la camisa y acomodo el pantalón. Solo tengo que dejar de pensar en ella, ya está.

—Señor ¿servimos la cena? —pregunta una empleada cuando entro a la cocina.

—¡Pues claro! Menuda pregunta —potesto regañándola con la vista mientras otra se me atraviesa delante y un estruendo de platos se escucha al caer estos al suelo—. ¡Mira por donde caminas idiota! —grito.

—Lo siento señor —se disculpa arrodillándose a recoger el desatre—. Ha.. ha sido mi culpa.

—Obviamente —gruño con el pantalón salpicado de salsa—. ¿Ves lo que has hecho? ¡Has arruinado un Tom Ford!

—Lo lavaré —solloza con la cabeza inclinada.

La sala es Gribiche y por tanto está fría. Pero si llega a estar caliente y me quema... Respiro hondo, buscando alguna gota de paciencia. Percibo a mi padre, Khris y Vanessa entrar a la cocina. El resto de los empleados se hacen los desentendidos con la escena porque no quieren que los despida, saben el humor que me cargo.

—Oh vaya —se acerca Khris detallando la mancha en la tela—, puedo lavarlo con líquido Vanish, quedará sin nada.

—No tienes que hacer nada —Empiezo a caminar de nuevo para que dejen todos de concentrarse en mi pantalón, no soy un maniquí—. Y tú... —señalo a la criada temblorosa todavía arrodillada en el suelo, parece que hasta aguanta la respiración a la espera de lo que decida— ... ten más cuidado —Viro los ojos y subo las escaleras.

En otro tiempo la hubiera despedido pero... No es que no tenga deseos... Es solo que.. que no estoy para dramas, tengo la cabeza echa un lío. Mientras recorro el vestíbulo me encuentro con Aaron saliendo del cuarto de música mal vestido y despeinado. Profundas ojeras se le marcan junto con una mirada perdida y sin rumbo. Parece un zombi.

—Tienes una pinta horrible. —Me detengo frente a él.

—Métete en tus asuntos —Me esquiva para seguir de largo pero lo detengo.

—Khris ya está aquí.

Ante la noticia parece revivir un poco. No es que ese semblante sin brío se alumbre pero al menos la expresión es de... ¿alivio? Difícil acertar.

—¿Está bien? —pregunta.

—Compruébalo tú mismo. —Hago un gesto con la cabeza al piso de abajo.

Suspira asintiendo y ahí se va, directo a la cocina a ver a su amiga. No sé que hacer con él, pero no puede estar eternamente en esas condiciones, es malo para nuestro apellido. Igual me tendré que ocupar de eso más adelante porque ya la salsa está traspasando la ropa interior y de veras se siente incómodo. Llego a mi habitación y al fin entro al cuarto de baño. No tengo ganas de llamar a nadie para que me prepare la tina, necesito soledad, así que lo hago yo mismo.

Mientras estoy relajándome en el agua templada, vuelvo a pensar en la posición de Khristen y todos mis actos para con ella. ¿Es posible que me caiga algún castigo? No creo en el absurdo karma, ni en el destino. Pero bueno, dicho a lo crudo, sigue siendo una extraterrestre venida de un universo de profecías y ese rollazo. Capaz haya algo que dictamine que quien se haya portado mal con la suprema emperatriz pague a lo medieval. No sé, tal vez en Jadre me cortarían la cabeza. Como sea, estoy en Estados Unidos y nunca me han importado las cuestiones de Irlendia. Además yo no sabía nada, ¿cómo iba a imaginar que la hija de una plebeya con ese carácter terco y ropas patéticas resultaría ser una princesa? Ahora lo de la Guerra Roja, eso es ya otra cuestión, y una muy grave. Luego el rapto de Khris, Jasper y sus planes de sacrificio... Aisch, se me funde el cerebro, necesito una pastilla que me haga dormir una semana. Me sumerjo en la bañera cabeza incluida, y desconecto la face pensar. Esta es una de esas ocasiones que necesito, de verdad necesito ser un chico normal.

—☆—

Mientras bajo las escaleras escucho las risas de Alioth, Vanessa y Khristen provenientes del comedor. Me acerco a la mesa notando que el único puesto libre es al lado de la pelirroja. Mi padre ha tomado una cabecera y continua a él, está Vanessa; cualquiera que los viera ni pensaría que son jefe y empleada. Luego, mi hermano está mal sentado a la otra cabecera de la mesa, con el cuerpo desplomado en la silla en una postura que más bien parece que quiera acostarse. Yo siempre me siento en una cabecera, siempre.

Resoplo un poco molesto y tomo el lugar al lado de Khris. Ella se mueve de manera extraña en su silla.

—Estábamos esperando por ti para cenar hijo —comenta mi padre.

—Ya ordena que traigan la comida —digo buscando en el celular qué tengo mañana en la agenda.

Si Khristen se dio cuenta o no de las ráfagas de viento hace un rato me vale poco. Tengo trescientas excusas preparadas por si decide sacarlo.

—¿Pretendes que no coma? —habla por lo bajo cuando los empleados empiezan a traer los platos por orden de mi padre.

—Tenía estrés y por eso el aire se puso inquieto —suelto la primera, sin apartar los ojos del celular.

—¿Qué?

De acuerdo daré una más creíble...

—Me refiero a tu perfume —se adelanta ella—, es insoportable.

Ah, eso...

—Consíguete una buena pinza para la nariz —espeto.

Khris se ríe repitiendo mis palabras con voz pardilla. Aprieto los dientes.

《Calma Arthur, eres un adulto para andar con inmadureces de niño》

Se sigue riendo sola de su actuación sin que más nadie advierta el teatro. ¿Esta es la chica que abracé hace un momento en la terraza?, ¿por la que estaba desesperado, obligando a inspectores para que la buscaran por toda California? Inhalo hondo preguntándome cómo centellas gobernará cinco mundos.

《Es una princesa, es una princesa, es una...》

—Ridícula —proclamo dando dedo en mi celular y al instante me despejo.

Aaah... que bien se siente.

—Fenómeno —ríe chocando mi codo con el suyo y la observo seleccionar la cuchara incorrecta para la sopa.

Me acomodo en mi silla y levanto la mano por detrás de ella para escoger la adecuada. Dejo que mi antebrazo roce los cabellos que le caen en la espalda.

—Es esta —le susurro al oído con expresión divertida en mi rostro.

Ha vuelto a sonrojarse y ya no ríe.

—Gracias —traga saliva y toma la cuchara evitando mirarme.

Es tan graciosa cuando se pone... me gusta. Me gusta ponerla así.

Alioth y Vanessa siguen su animada conversación ignorando a la humanidad y Aaron revuelve su sopa que está más tiesa que lo mortuorio de su carácter.

—¿Sabes Khris? —aprovecho—. Mañana te llevaré a un lugar.

—¿Uhm? ¿A mí? —se sorprende—. ¿Por qué?

—Porque me apetece y punto.

—¿Y si no quiero ir?

—Te obligaré, soy Arthur Kane ¿recuerdas?

Chasquea la lengua fingiendo fastidio y vuelvo a divertirme con sus reacciones. El rubor de las mejillas se le ha acentuado.

—¿Y a dónde me obligarás a ir si se puede saber?

—Es una sorpresa —limito.

—Claro, claro... —refunfuña—. Lo misteroso no te queda bien

—A mí todo me queda bien.

—Baf, creído. Te aseguro que no es cierto.

—Mañana lo comprobaremos jueza Daynon.

Me mira un momento, sin nervios, sin rubor, advierto gratitud en esas piedras preciosas color ámbar.

—Gracias por todo Arthur, gracias por buscarme sin descanso.

—Prometo que lo que te pasó no sucederá de nuevo —tranquilizo.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque esta vez voy a dejarle claro a todo Howlland que eres intocable.

Edit del Khristhur porque este ship es hermoso y porque moría ya de tanto esperar estos momentos!!!!

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