☆36☆ PLANES NO PLANEADOS
Khristen
Han pasado seis horas, ¿o han sido siete? Tal vez ocho... ¿Habrá alguien que le suceda que se le mezclan las horas, se le confundan los minutos, le aturda cada segundo?
Es exactamente lo que me pasa.
Sé que es madrugada, porque hace mucho que mi madre llegó de sus clases de enfermería y me preguntó por qué no había comido. Evité que me viera los ojos hinchados que de seguro arruinaban la normalidad de mi rostro, y contesté con monosílabos algo más o menos creíble. Luego estuve encerrada en el baño bastante rato, pues compartimos habitación e iba a ser inevitable que se diera cuenta que pasaba algo fuera de lo común.
Para mi tranquilidad es domingo, no tengo que verle la cara a Arthur, no hay clases, y no tengo que enfrentarme al lugar que me recuerda la mayor verdad que cargo ahora mismo: la Academia Howlland. Hoy solo puedo ser Khris, la hija de Vanessa Allen, una simple chica criada en Palm Springs. Pretendo disfrutar eso, al menos veinticuatro horas.
Voy al baño y me lavo la cara. Luzco realmente mal, tengo ojeras horripilantes, lo hinchado no se baja y el mal dormir se me nota hasta en el cabello. Me cepillo los dientes repitiéndome lo que necesito tener en mente: soy una simple chica, una simple chica... Nada de mundos extra planetarios, nada de criaturas legendarias guerreando por un trono o por matarme. Me repito la misma frase una y otra vez hasta que me convenzo y luego salgo del cuarto de baño. Mi madre está preparando el desayuno. El cielo ha adquirido ese tono azul que se pinta antes del amanecer pero ella trabaja sin descanso en la Mansión y dentro de un rato debe ir a velar por el desayuno de los Kane.
Nunca hablo del trabajo de mi madre, pero la verdad es que se esfuerza mucho para que todo marche como debe ser. Veamos, el trabajo de ama de llaves consiste en controlar a todas las empleadas de la Fortaleza, ya sea que trabajen en limpieza, cocina o lavandería. Además es la encargada de estar a disposición del dueño en todo momento —osea Alioth— sirviéndole la comida y estando más cerca de su intimidad en el plano laboral.
Mansión Fortress tendrá unos ciento cincuenta o doscientos empleados, tal vez más. Algunos se quedan, el resto son externos. La mayoría trabaja de día, otra parte lo hace de noche. Y mi madre está pendiente que todo esté en orden. Cuenta con ayuda de Jackson para las cosas que tienen que ver con Arthur principalmente y Alioth dispone también de Eddy para otras tantas. Así, la estructura jerárquica de la Fortaleza no se ve afectada y todo funciona de maravilla. Claro, mientras todos hagan bien su trabajo y cumplan con su parte. Yo ayudo un poco los fines de semana cuando no tengo demasiado que estudiar aunque siendo sincera, en Howlland siempre hay un montón que estudiar. Mi madre me libera de trabajo alegando que es una oportunidad grandiosa y debo sacarle el máximo provecho. Por esto y más, valoro muchísimo a Vanessa Allen. Es entregada, valiente y se ha sacrificado por mí cuando ha hecho falta. Llego hasta ella y la ayudo a colocar los platos en la mesa en silencio, luego la sorprendo con un abrazo.
—Te quiero mucho, mamá.
—Oh Khris. —Me corresponde el abrazo—. También te quiero mucho.
Cuando nos separamos no puedo evitar que note la cara de ornitorrinco que debo tener.
—¿Qué sucede mi niña? —Alza su mano hasta una de mis mejillas.
—No dormí muy bien —me limito a decir.
—¿Hay algo que te preocupa?, ¿quieres que lo hablemos?
—No te perturbes mamá, solo necesito despejar un poco.
Mi madre se queda mirándome con profundidad. Tiene bastante perspicacia, aunque claro, jamás intuiría que su hija adolescente es la heredera de todo un universo extraordinario. Sin embargo me conoce, y sabe que me pasa algo.
—¿Por qué no llamas a Lilly para que venga y se quede? —habla finalmente.
—¿Que se quede en Mansión Fortress? —Me quedo perpleja.
—Esta semana es la que antecede al fin de Moda en París ¿no? En Califonia es feriada. Puede venir y quedarse en la sala —explica.
Había olvidado por completo el fin de semana de Moda en París. Cada año, en todo el estado de California, a los estudiantes los liberaban la última semana de octubre en conmemoración del evento. Aunque acontece en Francia, como los Dubois tienen tantas influencias en Estados Unidos y sus herederos se quedan en Beverly Hills, esos días se promocionan los nuevos diseños, todos los rascacielos exhiben las super ventas del año anterior y se festeja la moda como tal.
—¿Crees que no haya ningún problema? —pregunto.
—Bueno, se botan diario toneladas de comida aquí y estoy segura que a Alioth no le importará.
—¿Alioth? —Enarco las cejas. Siempre lo llama 'señor Kane'.
—Lo importante Khris, es que te sientas bien —cambia de tema—. Has pasado unas semanas difíciles, creo que traer a Lilly será un respiro agradable con aroma a hogar.
—La verdad es que sí. —Sonrío satisfecha. Extraño mucho a Lilly, tenerla sería maravilloso.
—Pues ya está, hablaré con Al... con el señor Kane cuando le sirva el desayuno y luego te informo al respecto. —Extiende sus dos manos.
—Gracias mamá. —Vuelvo abrazarla.
Desayunamos animadas y cuando se va a la Mansión debo decir que mi estado emocional ha subido considerablemente. Estoy planeando las actividades que haré con Lilly en el momento que mi teléfono suena con un número privado. Me lo pienso antes de contestar, los números privados nunca me han gustado. Pero quien sea que esté detrás de la línea, es perseverante porque sigue llamando con esmero. Suspiro hondo y levanto la llamada.
—¿Sí?
Silencio.
—¿Con quién hablo?
Más silencio.
Estoy por colgar cuando siento una risa seductora.
—Hola Khristen Allen —responde con voz grave, baja y la imagen del que la posee me viene al instante a la cabeza.
Se trata de Eskandar Kumar.
—¡Pero cómo...! —exclamo asombrada.
—¿Tengo tu número? —termina por mí—. Tengo mis contactos, que tienen contactos que... bueno, resuelven contactos —contesta pícaro.
—¿Qué quieres?
Sí, así seca y directa. No me interesa andarme con rodeos con este chico, todavía tengo claro en la memoria su mirada lacerante amenazando al profesor de química por echarlo de clases.
—Vaya la plebeya tiene carácter. ¿No me vas a dar un lindo saludo primero? Reconoce que te sorprendió el que te haya llamado.
—Me sorprendió sí, pero en el mal sentido.
—¿Tan mala fama me antecede? —interroga con tono coqueto.
Comienzo a impacientarme. Este es un casanova de cuna.
—Habla ya o voy a colgar.
—De acuerdo Dinamita, no te estreses.
—¿Pero qué rayos?
—Ya sabes, dinamita... roja, explosiva, causa un gran caos...
—Como sea. —Ruedo los ojos—. Ahora dime porqué estás llamando.
—Necesito pagarte un favor —anuncia y me burlo.
—Eskandar, no 'pagas' un favor. Si necesitas ayuda, solo la pides.
—No en mi mundo. Ahora escucha, tienes que estar lista hoy en la tarde antes de las cuatro, pasaré a recogerte a esa hora porque el viaje es un poco largo.
—Ey, ey, un momento, para el carro. ¿De qué estás hablando? Ni siquiera sé de qué se trata y más importante, no te he dado un sí.
—Pero lo harás —afirma con convicción.
—¿Por?
—Porque voy a pagarte —suspira cansado, como si el hecho del pago ya lo hubiera explicado todo.
—No quiero tu dinero —aclaro.
—Tonterías Dinamita, todo el mundo quiere dinero y más el que sale del bolsillo del hijo de un sultán.
—¿Te crees muy importante, no?
—Soy importante —afirma meloso y sé que sonríe detrás de la línea.
—No —decido de forma rotunda.
—En mi cultura decir «No» es una falta de respeto.
—Y en la mía sobornar a las personas también lo es. Buenos días Eskandar.
Y dicho esto cuelgo para volver a enfocarme en mis planes. ¿Pero qué se ha creído el príncipe?, ¿que soy una de esas mujeres de ellos, que llevan con la soga al cuello? Trato de continuar el horario de las actividades que haré con Lilly pero me encuentro después de media hora todavía molesta por su atrevimiento. Intento olvidarlo y hacer como sino hubiera pasado.
Para el mediodía, almuerzo con mi madre y ella me da la buena noticia que Alioth ha accedido sin problemas a que mi amiga se quede con nosotras. Inclusive insistió en darle una habitación de invitados en la Mansión para que nadie tuviera que dormir en la sala. Debo decir, que Alioth no ha resultado tan decepcionante. Se ha portado bien conmigo y con mi madre, a esta última le está cubriendo el costo de las clases de enfermería y ahora el asunto respecto Lilly. Claro, sabe quién soy y apuesto todo lo que tengo que no se limita al parcial conocimiento de Legendaria daynoniana, sino a... a... bueno, el asunto del trono.
Me cuesta adaptarme a la idea de ser emperatriz. Vamos, que es una locura que me ha dejado en shock; por tanto evito mencionarlo.
Aprovecho para adelantar deberes de Antropología que he dejado rezagados. Es la materia que menos me gusta porque estudiar las sociedades pasadas y presentes me hace revivir mi realidad dentro de Howlland. Y también que además de las culturas de la tierra, Antropología se entrelaza con Historia para que aprendamos las culturas de Irlendia. La cabeza me explota cada vez que nos dejan un trabajo de alguna de las dos asignaturas y teniendo en cuenta que anoche no dormí absolutamente nada, termino la tarde rendida sobre el colchón, con libros sirviéndome de almohada.
Siento que han pasado solo cinco minutos cuando me despiertan, aunque al abrir la puerta y notar las condiciones de la tarde me percato que he estado horas. Quien ha tocado la puerta ha sido Eddy.
—¿Sucede algo? —Me preocupo.
—No señorita Allen, pero estaba preparándome para salir a llevar a los empleados y llegó el jeque¹ Kumar pidiendo que la llamara.
—Será descarado...
—¿Disculpe?
—Oh, no, em... gracias Eddy. Puedes decirle que no estoy disponible.
Y antes que pueda agregar algo más cierro la puerta. No han pasado diez minutos y vuelven a tocarla, esta vez, más fuerte. La abro protestando.
—Eddy te dije que...
Mi frase se queda a mitad porque no es Eddy el que aparece, sino Eskandar Kumar, con su altura imponente y su piel canela fresca, desprendiendo un aroma de ciruela y otros frutos exóticos. Viste un chándal marca The Row y teniendo en cuenta el fabricante no importa que sea un conjunto deportivo, debe cargar no menos de diez mil dólares encima solo en tela. Sin contar por supuesto, las típicas cadenas y manillas de oro.
—¿Qué haces aquí? —Es mi saludo.
—Te dije que vendría a las cuatro, y un Kumar siempre cumple su palabra.
Se mete sin permiso al interior del apartamento y no tengo forma de impedirlo, me supera en fuerza y altura.
—Este lugar es más enano que el cuarto de juegos de mi chita —expresa tocando con la punta del índice el techo.
—Sí, es pequeño, ya lo viste. Ahora vete.
—Verás Dinamita. —Empieza a sacar fajos de billetes del bolsillo de su abrigo y dejarlos sobre la mesa de la cocina-comedor—. Tengo un asunto hoy en la tarde que necesito resolver de una vez por todas.
—Te dije que no quiero tu dinero por lo tanto no es mi problema. —Me cruzo de brazos.
—Sino tienes que hacer nada —continúa y no me refiero a que continúe solo hablando, sino también, sacando fajos y fajos de billetes—. Lo tuyo será acompañarme y ser tú —Se encoje de hombros acomodando el dinero—. Hablas si quieres, sino no hables. Estornuda, bosteza, defeca, en fin... has lo que te plazca cuando te plazca y como te plazca.
Al fin termina con los dólares y echando un cálculo rápido, me atrevo afirmar que nunca he visto una cifra tan desorbitante ahí, a menos de un metro de distancia.
—¿Qué es exactamente lo que sucederá esta tarde Eskandar? —inquiero desconfiada.
Desde el Acecho Temible mis alertas con mis compañeros escolares se han cuadruplicado.
—Te diré —exhala de forma tediosa, como si hacerlo fuese en extremo trabajoso—. Mis padres llegaron esta mañana de Dubái a California. El jet privado abordó sobre las diez y me han estado esperando desde entonces, lo que gracias a mi elevado ingenio he logrado aplazar el encuentro hasta la cena.
Bufo sacudiendo la cabeza. 'Mi elevado ingenio' dice...
—Debo presentarme y seguirles el teatro un rato, luego puedo volver tranquilo a mi resort.
—¿Y me viniste a recoger porque...?
—Porque necesito salir de sus absurdos requisitos de una vez por todas.
—No te sigo Eskandar.
—No necesitas hacerlo. Solo ve conmigo a esa estúpida reunión a cambio de estos diez mil dólares y también, tendrás un descendiente del clan Atamar agradecido de por vida. Y si aprendiste algo en la Academia sabes que eso significa solo cosas buenas.
—Pero...
—Vamos, se nos hace tarde.
Sale por la puerta y yo voy tras él tratando de coordinar algo lógico que objetar, pero me he quedado tonta en la parte de los diez mil dólares.
—Eskandar —logro alzar la voz para que se detenga, el tipo camina rápido.
—No es que me preocupe llegar puntual, pero la verdad debía estar desde las doce y mira, son las cuatro y ni siquiera he partido hacia el Valle de la Muerte².
—¡Valle de la Muerte! Pero eso queda a cinco horas de aquí —me alarmo.
—Que va —ríe bajo—, no con Max.
—¿Quién narices es Max?
Lo he seguido hasta la terraza principal. Eskandar bordea la piscina sin detenerse así que aprieto el pie y casi corro para detenerlo por el brazo.
—Oye. —Lo detengo, sofocada—. ¿Quién es Max?
—Ven. —Hace un gesto con la cabeza—. Está esperándonos aquí.
La intriga es tan grande que camino con él y luego de dejar atrás la terraza y salir al driveway me doy cuenta de qué se trata.
—Ese es Max —presenta el árabe orgulloso vacilando su propio auto.
Sí, porque Max es un auto. Y no cualquier auto, oh cielos no. Es un vehículo salido del sueño más monomaniático de un fabricante. ¿Cómo puedo explicar sino hallo palabras exactas? Los terminales puntiagudos de todos los ángulos transmiten salvajismo, los focos encendidos en tonos vibrantes te hacen flipar desde las tripas. Su color es como el mejor vino tinto y las ruedas grandes y feroces son las que se esperaría para ser dignas de su categoría. En resumen, Max está echando humo.
—Waooo es...
—Sí, sí. —Sacude la mano mi acompañante sin sobresalto—. Es la primera reacción de todos.
—¿Qué clase de automóvil es este? Jamás había presenciado nada parecido.
Espero la gran revelación de Eskandar pero en cambio se oye una voz que conozco a la perfección. Elegante, formal, pero sin perder su habitual prepotencia:
—Se trata del Devel Sixteen —anuncia tranquilamente Arthur levantándose del otro lado del carro sacudiéndose las manos—. La goma delantera derecha está floja de aire —le advierte a Eskandar.
—Lo he sentido cuando conducía —responde este.
Trago saliva esperando que el primero se marche pues es la última persona que quiero ver, pero no lo hace. En cambio nos observa analizando la situación, tal vez preguntándose qué narices hace un Kumar conmigo.
—Max ostenta la salvajada de un motor de dieciséis cilindros con cinco mil caballos de vapor. En estado de reposo, puede alcanzar en uno coma ocho segundos los cien kilómetros por hora —detalla Eskandar, jubiloso.
—El espacio disponible en cubículo no es suficiente y por tanto tiene fallas en la refrigeración —refuta el otro.
—Es el mejor auto nacido en Dubái y se convertirá en el más rápido de la historia.
—Carece de seguridad y no es controlable.
—Las últimas pruebas han sido satisfactorias —Reta con la mirada Eskandar.
—Los modelos que fabrican se siguen sometiendo a incontables pruebas y por eso no ha salido al mercado —agrava Arthur.
El oxígeno me falta y creo que es lo apretado del ambiente.
—Solo tú sabrás como te has hecho con este armatoste, no deberían dejarlo circular en Estados Unidos —sigue.
—Tengo contactos que tienen contactos —hace uso el árabe de las mismas palabras que pronunció en mi apartamento.
—Claro —dice el otro sin perturbarce.
—Entra Dinamita —me pide Eskandar abriendo la puerta.
—¿Entra?, ¿Dinamita? —ahora sí Arthur se irrita—. ¿A dónde vas Khristen?
Un halo de furia se apodera de mí y el primer impulso es ofenderlo de una manera tan grosera, que luego tendría que lavarme la boca. ¿Cómo se atreve? Anoche nos dijimos cosas muy intensas y por su culpa estuve llorando hasta quedar sin lágrimas. Y aquí está ahora, muy sereno, exigiendo explicaciones. ¿Es que acaso él no le afectó ni un poco lo sucedido ayer? ¿Cómo puede ser tan irrompible, tan inalterable?
Trato de distinguir algún vestigio de mal dormir, de pesar o remordimiento, una mínima pista que me indique que no es una escultura de acero con figura de hombre. Mas no percibo nada excepto perfección. Sus ojos grises perfectos en combinación de sus ropas caras y perfectas, manteniendo su mandíbula en alto con un afeitado perfecto.
Me muerdo la lengua y me hablo a mí misma.
《Aunque el mundo se caiga a pedazos a tu alrededor, tú solo sonríe》
De repente la idea del muchacho con piel canela no me parece descarada —apartando el hecho que dejó diez mil dólares en la mesa claro, los cuales pretendo devolver—. Decido que este viaje me viene como anillo al dedo.
—Por supuesto —Le sonrío a Eskandar de la forma más encantadora y entro al vehículo.
—Un momento, no dejaré que te subas a esa locura que se han atrevido a nombrar auto —intenta intervenir cuando el otro chico ocupa el asiento del conductor.
—Cálmate viejo —El árabe baja la ventanilla oscura—. Te traeré a tu plebeya antes de la medianoche —Y cierra la ventanilla para pasmo de Arthur.
—Khristen no lo conoces. —Arthur empieza como un loco a golpear la ventanilla—. Es un casanova malnacido e irresponsable. ¡No sabes dónde te estás metiendo!
Suprimo una carcajada por el señor 'Yo controlo todo' Kane la cara desencajada que debe tener ahora mismo. Cuando se encienden los motores de Max, la voz de él se opaca por el potente ruido del coche y me queda más que demostrado que es una bestia con cuatro ruedas, no un auto. Los dos propulsores que adornar la parte trasera nos impulsan y mi alegría se evapora al comprender que voy a repetir la pesadilla de hiper velocidad que viví con Arthur en su Lamborghini.
—☆Notas☆—
¹Jeque: Titulo nobiliario que significa líder, (ya sea religioso o político). En Inglés y otros idiomas se utiliza el término: Sheikh.
²Valle de la Muerte: Región árida de California.
•Ficha de Eskandar y foto del famoso y conflictivo Devel Sixteen en la Guía, en la ficha bajo el número 36.
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