☆26☆ LUGAR SECRETO

Khristen

《Es solo un ser humano con una habilidad especial, no Hitler reencarnado》

Sacudo mi mente para responder la pregunta que acaba de hacerme este señor. Pero simplemente mi lengua se niega a colaborar.

—Pregunté por qué alguien de tu categoría se atreve a hablarle a mi hijo —presiona una vez más, escupiendo las palabras con su acento alemán.

Trago grueso y me dispongo a hablar. No le importará nada de lo que diga pero al menos no quedaré como una estúpida. Podré ser criada pero tengo dignidad. No obstante me cuesta, el hombre tiene una especie de aura intimidante.

—Se me atravesó y...

—¡Quién eres tú para reclamar nada ! ¿Los trozos de inmundicia replican? ¿Piensan acaso? —vocifera y parece que ladrara, como es típico del acento alemán. Su tono resuena incluso por encima del timbre que indica el comienzo de las clases.

—Señor yo no...

—¡Y no hables sino te lo ordeno! —La cara del hombre se enrojece y miro en dirección al grupo de persona en donde él antes figuraba; muchos de ellos se han ido pero los demás está contemplando la escena con interés. Tal vez tienen curiosidad por mí reacción.

Los jóvenes que van llenando los pasillos se acercan a observar también. Debe ser la situación más vergonzosa de toda mi vida. Intento ser fuerte, lo intento. Pero este momento es de esos que te empujan a sentirte desamparada y pequeña pues el hombre que tengo enfrente disfruta humillarme delante de más de cien personas. Quiero desvanecerme...

Retrocederé unos minutos atrás, a cuando llegué con Arthur a la Academia. Pudiera decir que ya tengo superado que todos me escudriñen de pies a cabeza, pero lo cierto es que no. Bajar del Lamborghini y que cada estudiante del jardín principal se volteara a mirar y murmurar sobre mi llegada con Arthur representó una agonía. Yo me concienticé que el tema de sus murmuraciones era cómo había sido víctima del Acecho Temible. Incluso algunos de los participantes en el acto se encontraban en la entrada y sus miradas no reflejaban burla como en otras ocasiones, sino algo peor, venganza.

Por lo que determiné que lo mejor era fingirme desentendida y llegar rápido a la puerta del salón de mi primera clase. Lo que ocurrió a continuación fue algo que podía haber evitado si hubiese estado concentrada en mis asuntos. En cambio tomó lugar una Khristen pasmada por el grupo de hombres y mujeres sacados de una revista Bazaar, vestidos de las más selectas boutiques, con un resplandor mayor que los internos de Howlland, que salían de la oficina del director con cara agria. Unos hablaban por teléfono, otros compartían frases breves entre sí. Era un grupo mixto con personas de distintos países, características diversas y estilos diferentes. Mas tenían algo en común: Su porte elegante, inmaculado, inigualable. Esa actitud de 'Yo soy el amo de la tierra', transmitiendo el claro mensaje de 'Apártate a tiempo' con unas ondas de cuidado juicioso para cualquier ser inferior.

Los ojos previsores, las sonrisas neutras y los cabellos cuidadosamente amoldados, cada detalle en ellos gritaba "Venimos de los Legendarios" y no me quedó ninguna duda. Se trataba de los graduados de la Academia, los líderes mundiales, los padres de los herederos.

Ahora comprendía mucho más la importancia de los linajes, porque cada representante colindaba con la perfección. Sus genes estaban formados por humanos y extraterrestres, ¿quién en la actualidad podía competir contra eso? Con razón eran imperialistas natos, la élite distinguida de este universo.

Y entonces, admirando en secreto a cada uno de ellos, sucede el garrafal error que me lleva a la situación en la que estoy metida ahora. No sé en qué momento, se me cruzaron en el camino y el choque fue tan fuerte que nos tiró a ambos al suelo.

—¡Eres idiota! —gritó el chico el cual reconocí como el alemán que estaba al borde de un colapso el lunes.

—¡Tú te has atravesado! —me atreví a increpar.

Y esa frase desencadenó el apocalipsis. Uno de los hombres que estaba con el grupo alzó la cabeza a ver qué estaba pasando y por ende el resto de padres. Cuando detalló de qué se trataba, se encaminó hecho una furia a nosotros apartando a quien se le metiera en el camino. Me incorporé trabajosamente mientras él vociferaraba ofensas que me dejaron muda, luego todo el drama con el que empecé el relato.

Y aquí estoy ahora, deseando que el suelo se abra y me trague. Fuese tan útil tener el poder del elemento tierra... ¿Por qué los seres humanos comunes no podemos nacer con poderes también? Acude a mi memoria el recuerdo de mi salvador misterioso la noche del Acecho Temible y cómo logró que montículos de tierra nacieran desde el núcleo mientras los dos caíamos abrazados. Fue impresionante y el efecto se acentuó cuando diez garras filosas salieron de sus nudillos, amortiguando el impacto final.

Revivo el momento pero algo extra hace que mi cuerpo se tense, el corazón triplique la velocidad de los latidos y la sangre fluya más allá de lo normal. Lo siento, siento su entera presciencia.

Es él. Forian está aquí.

—Retrocede —Su voz supera el ruido del ambiente y se impone con voluntad de hierro. Me coloca detrás de él en un acto de protección.

El hombre le hace caso, aunque mantiene su actitud despectiva. Lleva puesto un traje entallado color burdeos que hace notar más sus ojos esmeralda. Una barba ligera adorna su mentón y el cabello rubio semi enchorongado le termina de dar ese prospecto europeo que enloquece a las mujeres.

—Debe pagar por lo que hizo —gruñe entre dientes en un gesto de prepotencia.

—¿Y tú cuando pagas por las barbaries que has hecho y haces Rainer? —expone tranquilo Forian y el otro aprieta los puños.

—No te metas en mi camino sino quieres desaparecer —Amenaza con el dedo—. No te creas que por llevar años en la Academia eres alguien aquí, ninguno te tiene miedo.

—No pretendo intimidar a nadie —Ladea la cabeza mi protector—. Olvida que esto ha pasado y yo me haré de la vista gorda con tus negocios en Holanda.

Ante la mensión, Rainer del linaje Meyer se contrae a plenitud y los demás padres del grupo tragan grueso. ¿De qué me suena Holanda en negocios turbios? Oh..., el tráfico de personas vendidas como esclavas. Existen muchos rumores negros pero la prensa nunca ha podido reunir las pistas suficientes para hundir a los culpables. Y resulta, que quien está detrás de todo moviendo los hilos es un descendiente alemán. No debería asombrarme. Ahora mismo el ambiente se vuelve tirante y hasta los jóvenes se han quedado en silencio.

—Ándate con cuidado rata —advierte por lo bajo Rainer—, porque no siempre tendrás a este protegiéndote. ¡Hugo! —grita llamando a su hijo y este resopla.

No se saludan, no intercambian miradas cariñosas. Simplemente nos dan la espalda retirándose como si no hubiera pasado nada. La multitud se dispersa y respiro aliviada.

—Debes fijarte por donde caminas ¿no crees? —Forian se vuelve quedando de frente, permitiéndome contemplar su rostro esculpido y complexión.

Viste sencillo, como es habitual en él, aunque claro, igual de costoso que el resto de los descendientes. Una playera de mangas cortas de Ralph Lauren que deja al descubierto una marca en el brazo izquierdo que no he visto antes. Son dos franjas circulares, una más ancha que la otra. Como la playera es negra, hace que sus ojos verdes se vean más audaces. Tiene el cabello un poco alborotado y unos vaqueros de mezclilla clara que le aportan el aire casual.

—Gracias —le digo sin bajar la cabeza. Estoy aprendido a sostener miradas penetrantes.

—Es un placer verte sana y completa Khristen, el hijo del aire ha echo un buen trabajo con la defenza.

¿El hijo del aire? ¿Defensa? En qué momento habló con Arthur...

—Ven. —Me toma de la muñeca y me dirige a un lugar diferente.

—¿A dónde vamos?

—A un lugar seguro.

No opongo resistencia y dejo que me guíe a donde quiera que vayamos. Anteriormente había reconocido que el perímetro de la Academia es inmenso, pero después de atravesar el área de mascotas, uno de los jardines traseros, y un campo de tiro estoy empezando a creer que tal vez no sea tan buena en matemáticas como suponía. Howlland debe tener más de novecientas o mil hectáreas, eso como mínimo. Hemos caminado bastante cuando un seto se nos presenta en el camino. Forian lo salta y aunque es bajo, me carga para que no haga esfuerzo en cruzarlo. Del otro lado innumerables árboles tapan el horizonte y no me da miedo que el muchacho siga caminando adentrándose en ellos.

Prometí que a pesar de la circunstancia más temeraria, no volvería a dudar del que me salvó la vida dos veces.

Cuando finalmente salimos a campo abierto, contemplo el paisaje más hermoso que he visto en mis diecisiete años. Es sencillamente cautivador, cada roca, cada planta, incluso el estanque abandonado que refleja un agua verde. A pocos pasos hay una glorieta de mármol con enredaderas de hojas, vilfas esculpidas en piedra caliza y libélulas coloridas que sobrevuelan sin precaución. A lo lejos se ven las montañas de Santa Mónica y el cruce por ellas se desvanece por las nubes bajas que rodean el entorno.

—Es... es... no tengo palabras...

Forian se limita a asentir con la cabeza y caminar hasta un banco lleno de hojas. Se me olvida que es alguien introvertido, de pocas palabras. Me siento a su lado y los insectos voladores me rodean.

—Les agradas —hace notar.

—Al parecer. —Sonrío colocando mi índice en alto para que se pose alguno.

—Este lugar está olvidado Khristen, solo cuatro personas sabíamos de su existencia y una de ellas está muertaa.

Lo miro con seriedad. Los tres lunares que posee en el lado derecho de la cara se ven más nítidos con la claridad que abunda en este sitio. Al mencionar al muerto no descubro ningún tipo de sentimiento en sus ojos, deduzco por tanto que no eran tan cercanos a pesar de estar dentro del grupo reducido de personas que compartían un secreto.

—Es cierto. Eso de que represento un enigma para ti —habla de repente exponiendo mis pensamientos.

—¡Te dije que no te metieras más en mi cabeza! —increpo.

—De verdad no es a propósito Khris, lo intento, pero no puedo renegar de mis instintos.

—Pues inténtalo más fuerte. —Me cruzo de brazos.

—Eres un libro abierto —confiesa—. Me vendría bien un poco de ayuda.

—¡Pero yo no tengo idea de cómo dejar de ser un libro abierto!

—Lo sé. Ya aprenderás —asegura y su mirada encierra esperanza.

Y se queda en silencio mientras yo trato de descifrar lo que encierra su frase «Ya aprenderás». No obstante intento despejar la mente para que él no adivine mis próximas ideas. Sin embargo soy inquieta desde que vine al mundo, no está en mi sangre quedarme tranquila.

—¿Por qué me trajiste aquí?

—Quería que tuvieras un lugar en California para sentirte en casa.

—Lo tenía en Palm Springs.

—Esta es tu nueva vida, y debes aceptarla.

Medito en todo lo que ha conllevado mi "nueva vida". Que me intenten asesinar en dos ocasiones, convivir con un fenómeno con complejo Kane, soportar los cuchilleos de niños pijos, tener un atractivo guardián del que no sé absolutamente nada y recientemente ser vigilada veinticuatro siete en mi estancia. Sí, me he adaptado bastante bien.

—Forian...

—¿Mmm?

—¿Puedes acompañarme a un lugar después de clases?

—¿Tanto extrañas tu antiguo hogar?

—¡Y de nuevo...!

—Es lógico, tu cuerpo a entrado en un estado de recesión y ...

—No quiero una descripción fisionómica de mí misma, gracias —Detengo con la mano—. En fin ¿me acompañarás o no?

—Por supuesto.

—Bien, ¿a qué hora terminas las clases?

—¿Clases?

—Eres..., ¿eres profesor cierto?

Se muerde el labio inferior y sonríe arrugando los ojos. En serio por qué, por qué todo en él tiene que ser tan atrayente...

—¿Quién te dijo eso?

—El director.

—Veo que Alioth sigue usando el mismo truco. No Khristen, no soy profesor en la Academia. Colaboro como instructor voluntario en el campo de entrenamiento para ayudar a los chicos del elemento tierra y entreno a los linajes Sullivan, Diamanti y Di Marco en las hazañas del clan Destroyers.

—Ellos siempre se están disputando la categoría de Valentía. —A mi memoria llega la gran tabla de posiciones.

—Mejoran cada día en destreza, proactividad y pericia, pero sin duda los descendientes de los destroyadores son muy valientes.

—¿Cuántos años tienes Forian? —pregunto de repente.

No viene al caso pero es una duda que me ha estado carcomiendo desde que lo conocí. Él se recuesta en el espaldar del banco y apoya los antebrazos mirando al estanque. Las venas en los bíceps se le marcan lo suficiente para hacerme entender lo duro que ejercita.

—¿Qué edad aparento? —me invita a deducir.

—Pues... diría que veinticinco tal vez.

Se ríe y por un segundo de los nudillos asoman las puntas de las garras, pero vuelven a hundirse.

—Ni por asomo rozo veinticinco —Me mira y logra que me sienta indefensa.

A veces Forian da miedo de verdad. No hace nada del otro mundo, pero tiene algo... que cada acción se percibe diferente a cualquier persona. Siempre acechando, analizando... Con la peligrosidad de sus ojos fulminando la fortaleza del contrario y un gesto firme en los labios que figura impiedad.

Antes que yo pueda responder algo respecto a sus últimas palabras, él se levanta y mira en dirección al castillo de la Academia moviendo ligeramente sus orejas.

—En breve alguien tocará el timbre dando paso al inicio de clases. Vamos, ya escucho los pasos.

Sale caminando apresurado y yo trato de seguirle el ritmo como puedo.

—¿Cómo es posible que hayas escuchado los pasos? —pregunto atónita—. Estamos a kilómetros de distancia.

No contesta, que novedad. Hemos avanzado un buen tramo cuando su voz seductora vence el silencio.

—Digamos que tengo un buen oído —Me guiña un ojo y vuelve a enfocarse en el sendero.

Es así, qué hacer. Cambia drásticamente de una acción a otra, no da muchas explicaciones y es alérgico a las preguntas personales. «Tengo un buen oído», sí, uno muy bueno que también es capaz de escuchar los latidos de un corazón a millas de distancia.

Recorremos toda la trayectoria de vuelta y es inevitable que recuerde la noche que me aferró contra su pecho y corrió a una velocidad sobrehumana. ¿Podrán los descendientes del clan Destroyers hacer lo mismo? No es que me apetezca tratar con los colaboradores de los Dónovan, pero quizás si conociera otro descendiente del clan de Forian pudiera saber más acerca de él. No obstante para todos la verdad sobre Forian y su origen legendario sigue estando oculta. Al parecer Alioth se ha guardado lo poco que sabe.

¿Cuál será el pasado de este destroyador para que la explicación de su existir como miembro del linaje Súllivan esté constituida de agujeros y mentiras?

Creo que nunca lo descubriré. O tal vez sí...

Cuando llego a la zona principal delante del castillo, me volteo a despedirme y voilá, ha desaparecido. Muy típico de Forian. Tomo una bocanada grande de aire y me preparo para enfrentar el día. Solo espero que pase muy rápido y que ha Jasper le haya dado un ataque de asma y por tanto, no haya venido a la Academia.

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