☆22☆ MIENTRAS TE OBSERVO
Arthur.
Lo tengo.
Está arrinconado contra una superficie dura, sin escapatoria luchando por respirar mientras el vendaval que he creado le comprime la garganta.
—¡¿Qué es lo que quieres con Khristen?! —inquiero expulsando humos por las orejas o la nariz, ya no lo sé con exactitud, pero lo único que tengo en claro es que no quiero que se le acerque, me da mala espina.
—Suéltame —pide, tosiendo con dificultad.
Retiro el aire que le aprieta alrededor del cuello y él cae de rodillas tosiendo. Me acerco con paso ligero, irracional.
—No te vuelvas acercar a ella.
El sujeto sacude la cabeza. Luego se incorpora y me enfrenta con esos ojos antinaturales que siempre ha poseído.
—¿Hasta cuando seguirás ciego hijo del aire? —interroga levantando mi desconcierto— ¿Nunca te has preguntado por qué aún representando la hija de la ama de llaves no es indiferente para ti?
Dejo escapar la tensión de ondas a mi alrededor y mi cuerpo activa su sistema de alerta. Jasper dijo algo parecido respecto a Khristen, y ya van varias personas respetadas en la Academia que afirman que yo en relación con ella tengo... bueno, problemas de comportamiento.
Es que el carácter de la ridícula es lo más obstinado que hay en el mundo.
—Tú no tienes que tratar Khristen a diario, creéme no es nada fácil —Desvío la vista—. Además, tengo el deber de velar por todos los empleados que vivan en mi casa y esa niña tiene una habilidad especial para meterse en problemas —afirmo, mirándolo de nuevo.
—No importa las excusas, siempre terminas defendiéndola y yo sé el porqué.
—Ya basta —atajo—, no quiero oír tus especulaciones, tú no la conoces, yo sí y sé como lidiar con ella. Ahora escúchame bien Forian Súllivan: No quiero que te le vuelvas acercar.
Mi receptor bosteza y me da la espalda tranquilamente mientras camina en dirección a su puerta dejándome como estúpido en medio de la calle; cuando llega a la esquina dobla a mano izquierda. Corro tras él y lo veo subiendo a su penthouse. Solo un pensamiento y el viento lo voltea frente a mí.
—Nadie me da la espalda primero —digo con severidad.
—Eres tan orgulloso como todos los Fayrem ¿lo sabías verdad?
—No me importa lo que opines de mí mientras vayas por tu lado y no te cruces en el camino equivocado.
—Veamos ¿cómo te explico? —suelta sereno, lo cual es notable en su voz—, comprendo que debido a tu sangre no puedas evitar sentir todo lo que sientes por Khris, pero no te interpongas en mis acciones porque no quiero perjudicarte.
—¿Crees que no sé todo lo que se murmura respecto a ti en la Academia? No eres quién dices ser, a mí no puedes engañarme —expreso ignorando sus amenazas.
Forian me mira condescendiente y esto me exaspera.
—Eres un niño...
Él aparenta unos veinticinco, pero como todo lo relacionado a su persona, sabrán los Legendarios qué edad tendrá.
—Escucha hijo del aire.
—Mi nombre es Arthur Kane.
—Arthur, negar tu origen ante el mundo no cambiará lo que eres, por eso te daré un consejo. —Baja las escaleras y se coloca frente de mí, poniendo sus manos en mis hombros — Sigue defendiendo a la chica como es característico de tu instinto, pero no impidas que yo la proteja porque estarás yendo contra un profecía de miles de años y no me quedará más remedio que deshacerme de ti. —Palmea mis hombros y se acerca más, quedando a milímetros de un oído— No me obligues hacer eso —susurra.
Habiendo terminado, regresa a la escalera y desaparece entrando a su casa. Y aquí me quedo yo, parado en el lugar con muchísimas dudas y el cerebro batido. Las palabras «origen» «defendiendo», «instinto», «profecía», resuenan repetidas veces en mi cabeza y hacen que replantee la idea que me pareció absurda hace un momento cuando Forian estaba hablando: qué yo estoy del lado equivocado del panorama.
Llego al Lamborghini y me siento en la parte del conductor sabiendo lo que tengo que hacer cuando entre a la Fortaleza. Manejo deseando llegar lo antes posible y cuando finalmente diviso el portón de acero la ansiedad corroe cada hueso de mi cuerpo. Puede parecer una insensatez lo que estoy pensando ahora mismo pero... todo me lleva ese razonamiento.
Khristen ella... ese efecto que me provocó la noche que llegó a Mansión Fortress...
Subo a la Biblioteca y voy directo al ejemplar original del libro con más peso para todos los linajes, "Libro Legendario". Mi padre lo tiene en una cúpula de cristal como de antaño decidió guardarlo mi abuelo, pero Aaron y yo conocemos la combinación para abrirla. De hecho me doy cuenta que recientemente alguien lo ha usado.
Una vez entre mis manos, busco ansioso las páginas que enseñan sobre el clan Daynon. Tantas imágenes de pelirrojos estremecen mis sentidos; esa piel blanquecina, esos ojos brillantes como la piedra ámbar... Empiezo a sudar ¡soy tan estúpido! Tan estúpido... Ha estado delante de mis ojos todo este maldito tiempo. El dolor de cabeza se me acrecenta y siento la inmensa necesidad de ver a Khristen, pero me contengo. Y si mis sospechas también son ciertas sobre el signo de interrogación de la Academia, con razón desea estar tan cerca de ella.
Debo impedirlo, debo impedir que cualquier descendiente de los Destroyadores se le acerque.
Los párrafos sobre el clan Daynon no me muestran más que lo que ya conozco: el mundo Jadre, sus características, la historia de la estrella caída...
Paso páginas hasta el clan Destroyers con la intranquilidad de mis teorías pero solo encuentro lo estudiado con anterioridad: habitan en el mundo de Drianmhar, mayormente en subterráneo, son cazadores experimentados, entrenan a tigres dientes de sables y comen carne cruda.
Nada de esto me sirve.
Sin embargo aquí tiene que haber algo, Forian no estaba hablando por hablar. Será raro pero sus palabras mantenían peso y propiedad. Rebusco en los capítulos que hablan de los oscuros pero solo dan pobres descripciones del mundo Blagüim, sus ungüentos curativos y demás pociones. Jasper también mencionó que Khristen debía morir para detener el derramamiento de sangre.
Derramamiento de sangre, derramamiento de sangre... ¿dónde he escuchado eso antes?
Claro, la Guerra Roja.
Avanzo hasta el final del libro donde se describe el enfrentamiento más feroz de todos los clanes. En Howlland se enseña sobre dicha guerra, pero los descendientes la conocemos desde que somos pequeños. Todo se resume a una gran profecía que provocó que el universo de Irlendia se manchara con sangre. Mundos enteros sumidos en la destrucción, alianzas equivocadas, sed de poder y ensobrecimiento de la justicia. En clases se da detalles de cómo el mundo del clan superior Daynon, Jadre, sufrió considerables muertos para proteger a la casa real por parte del clan Destroyers y el clan Oscuro. Sin embargo nadie de la actualidad conoce qué decía la profecía pues se perdió entre el pasar de boca de los Legendarios cruzados a su prole. De lo que se tiene constancia es que los horrores y muertes devastaron a los clanes.
Por eso repiten vez tras vez en Howlland que el clan Daynon aborrece al clan Destroyers y clan Oscuro.
Sigo pasando páginas por inercia hasta que mis ojos leen algo que en primera instancia me resulta imposible creer. La profecía. La profecía está... ¿aquí? ¡Cielo santo! Miro el reverso del Libro Legendario comprendiendo todo. Los estudiantes en Howlland tenemos una copia pero este... Sin perder más tiempo empiezo a leer uno de los misterios más grandes para los descendientes. Me considero con nervios de acero pero lo que estoy a punto de descubrir consigue que me tiemblen ligeramente las manos:
"Un nacido de la prole de los...
—¿Arthur?
Cierro el libro de golpe y al voltearme descubro que es mi padre el que me ha sorprendido.
—¿Qué estás haciendo?
Mi corazón palpita con fuerza fundiéndose al enigma que antes me era imposible descifrar. Alioth Kane metió a la fuerza a Khristen en la Academia, contrató a su supuesta madre sin decir nada y ha estado presionándome para que la proteja. Él lo sabe, ha sabido todo este tiempo que Khristen pertenece al Clan extinto y superior, el Clan Daynon.
—Hijo estaba muy preocupado por ti. —Da pasos adentrándose a la Biblioteca.
De frente a él y con el libro escondido a mi espalda, me las ingenio para abrir la cúpula y guardarlo. Aquí hay algo gordo escondido pero no me interesa que Alioth se entere de lo que he estado haciendo y empiece a hacer preguntas para deducir cuánto conocimiento tengo del secreto que tanto se ha esmerado en guardar; porque no cabe duda que ese libro Legendario no es el mismo que el que nosotros estudiamos en Howlland.
Una vez que mis manos están libres, paso por el lado de mi padre llegando a la puerta de salida.
—Ya le he advertido a Jasper —digo antes de salir.
—Espera a dónde vas.
—Tengo que ver a Khristen.
—Arthur es más de media noche, ha pasado por cosas muy duras y necesita descansar, no vayas a despertarla.
—Tengo que ver que esté bien.
—Lo está, ya le he visto yo —Me coloca una mano en el hombro—. Ve a dormir, se te nota el agotamiento.
—No puedo.
—Mañana la verás.
—¡Qué no puedo! —Me aparto—. Tengo que verla, yo... —bajo la voz al darme cuenta que estoy gritando—. Necesito verla ahora —termino en un tono casi imperceptible, más bien para mí mismo.
Sin dar más explicaciones comienzo a andar nuevamente buscando la escalera. Atravieso la sala central, el comedor y la terraza hasta llegar a la zona de empleados. El apartamento de ellas es el primero pero no seré tan imprudente de tocar la puerta. Lo rodeo buscando la ventana que da al dormitorio y la toco suave pero firme.
No hay respuesta.
《¿Será posible que no tenga descanso de mis habilidades hoy》
Hago un último esfuerzo y me concentro, recogiendo las ondas de aire de alrededor. Es una noche fría con bastante brisa y no tengo problema en alinear las vibraciones que me llegan e intriducirlas por una rendija minúscula de la ventana, consiguiendo abrirla por dentro. Vanessa está rendida en la cama más lejana, y a pocos centímetros observo a la pelirroja acostada plácidamente. El sube y baja de su pecho por la respiración profunda me hace pensar que debe estar soñando.
Me apoyo en el marco de la ventana sin dejar de observarla, sin dejar de reprenderme por no haberla notado antes. La veía, pero era como si no lo hiciese...
Quisiera decirle tantas cosas, retractar de alguna manera mi actitud arrogante. Desde que hay constancia, el clan Fayrem tenía la responsabilidad de proteger hasta la muerte a cualquier daynoniano y yo he actuado realmente de forma estúpida. Quizás Jason O'Brien no estaba equivocado, soy una deshonra para mi clan y por ende mi linaje. Por eso ahora deseo hablarle, quiero contarle todo, pero no puedo... Si todos en la Academia lo supieran, Khristen correría un grave peligro por muchas razones.
Jasper lo sabe y aún así decidió no contarlo más que a su pequeño grupo de adeptos. No entiendo todavía el porqué, pero esto no me tranquiliza. Por ahora debo fingir que estoy ajeno a la situación, por el propio bien de ella. Sin embargo rememoro cada momento que ha puesto mis emociones en completo caos. Cuando la vi por primera vez, sacando esa prepotencia que no puede contener. El Lunes que entró por el comedor y todos susurraban sobre su aspecto, al pasar por mi lado una cosquilla nerviosa me recorrió el abdomen y creí que era alergia a su ropa. Bueno, quise creer... Tuve que sacar el teléfono para obligarme a no mirarla. Luego viene el suceso de Jason O'Brien y ¡cielos!, eso me hace arder en rabia cada ocasión que lo recuerdo. Y cuando mi padre nos enseñó a mi hermano y a mí la grabación a las afueras de Howlland, una Khristen temblando de pánico, los miserables herederos atemorizándola y yo sin poder hacer nada fue el tope; el tope que derramó todas mis emociones.
No me detuve a pensarlo entonces, pero ahora que la tengo a tan corta distancia, que con solo alargar mi mano puedo acariciarla, debo reconocer que... que yo Arthur Kane siento cosas por la ridícula.
Es loco, lo sé ¿Da risa? Bastante ¿Qué pasará cuando mis amigos se den cuenta? Por todos los clanes que existen, espero que eso no suceda de aquí a mil años. Claro que estoy consciente que en parte mi atracción se debe a que ella es clan Daynon y yo Fayrem, está en mi sangre defenderla a toda costa. Sin embargo, ¿será esa la única razón? ¿Y si hay más? Mucho más...
Meditando en todo esto he dejado el peso de mi cuerpo en el marco de la ventana, y está tan falta de mantenimiento que se remueve haciendo un ruido brusco.
Es culpa de Jackson.
Mañana temprano le ordeno que busque alguien para repararlo. Quiero confiar que Khristen no se ha despertado pero es inútil, porque empieza a revolverse entre las sábanas abriendo los ojos.
—¡Qué! —chilla cuando me ve y pega un brinco en la cama.
—Shhh. —Llevo el índice a mis labios y le hago señas que salga afuera.
Me dispongo a bordear el apartamento para recibirla cuando abra la puerta y aunque no escucho lo que dice, percibo cómo sale resoplando de la habitación. Sonrío porque la conozco y ya sé que esperar de ella. Debe estar lanzándome vituperios con todas las ganas. Pero también sonrío porque ella cree saber qué esperar de mí y no tiene ni idea de todo lo que contengo. No tiene la más remota idea de lo que ha sucedido en el universo para que esté pisando mi casa, bajo mi protección.
Cuando se abre la puerta, y la luz de la Luna hace brillar su exquisita piel ante mis ojos, el órgano vital que llevo en el pecho parece aumentar cinco veces su tamaño. Quiero confesarle tantas cosas, enrredar mis dedos entre su pelo; y no puedo realizar nada.
Estamos tan cerca y a la vez tan lejos...
La impaciencia crece más desde lo profundo de un corazón que ya no puedo contener.
Trago grueso reprimiendo las palabras mientras la misma sensación potente en mis venas que sentí al observarla por primera vez reaparece ahora.
Ella es tan... atrapante.
La noche es fresca y el aire le balancea los cabellos rojos, dando la imagen de una danza sin coreografía organizada. Juro que no tengo nada que ver en las ondas, simplemente sus mechones se baten libres en todas las direcciones. Ahí está, con expresión de desconcierto mostrando sus inigualables ojos ámbar, que me hipnotizan sin esfuerzo alguno. A pesar que viste con un patético pijama de Bob Esponja, luce extraordinaria. Por los poros de Khristen se desprende que ella es muy superior a una simple empleada. Y yo no lo vi, no lo vi hasta hoy.
—Oye... em... ya sé que aunque lo niegues te quedas observándome muchas veces pero ahora estás tardando más de la cuenta... —dice nerviosa frotando sus brazos y bajando la cabeza a sus pies descalzos.
—Eres tú... —expreso en un susurro.
—Pues sí —Se encoje de hombros mostrando su cara de obviedad—. Yo misma, la ridícula que tanto te mortifica ¿lo recuerdas? Ahora me vas a decir porqué me estabas espiando por la ventana.
Camino hacia ella, recortando la distancia que nos separa. Cómo no pude darme cuenta antes de su simetría perfecta, de esos labios rosados, de su complexión a la justa medida...
—Arthur... ¿qué rayos te pasa? —Se aparta.
—Que fui un ciego todo este tiempo —repito las palabras de Forian.
—¿Te golpeaste la cabeza? —pregunta de forma sarcástica.
—De... de hecho sí —Masajeo la zona del golpe. Todavía me duele.
—Con razón estás tan raro —bufa tratando de escucharse graciosa, pero está más confundida de lo que le cuesta admitir.
Es inocente a su condición, no sabe lo especial que es...
—Voy a defenderte Khris, voy a defenderte con mi vida.
—Vale, ahora sí comienzas a darme miedo de verdad —Alza las manos en señal de stop—. Voy a fingir que no escuché eso último y me volveré a mi habitación a descansar para mañana, ha sido un día largo.
Me da la espalda dispuesta a entrar pero la sujeto por la mano antes que lo haga.
—Espera.
—¿No habrás bebido también, cierto? —intenta deducir mirando atónita mis dedos afincándose en su piel.
Nunca la había tocado. Es tan suave...
—Solo... solo quiero desearte buenas noches —La suelto y me regaño mentalmente, debo recuperar la compostura.
—Bieeeen —alarga las vocales y hace una mueca de incredulidad—. Buenas noches Arthur —responde con el ceño fruncido y entra por la puerta.
Suelto un suspiro y comienzo la marcha a mi habitación. Quiero conservar cada segundo este episodio, quiero conservarlo porque no se puede volver a repetir. A partir de mañana todo debe seguir igual, según como ha sucedido en días anteriores.
«Será difícil proyectarte ahora Arthur»
Lo sé, será difícil esconder que me atrae Khristen Daynon.
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