☆21☆ CONTRINCANTE
Arthur
Dicen que uno puede descubrir a qué le tiene más miedo el enemigo observando los métodos que este usa para asustarte.
Jasper se valía de la tenebrosidad que envolvía su pequeño mundo para absorber lo que deseara. La verdad su historia era bastante lamentable. Vivió en Rumania con su madre hasta los dieciocho años que ingresó en la Academia. Esto no tuviera nada extraño sino fuera por el hecho que su madre era una auténtica loca, loca de manicomio.
La señora Loana Dónovan había sido fruto de la relación de un esquizofrénico del linaje con una viuda estéril. Hay mucha leyenda sobre cómo el último marido consiguió embarazar a la viuda, algunos dicen que mezclando brebajes y como en su sangre estaba que se le dieran bien las combinaciones químicas por ser descendiente del clan Oscuro, la mujer quedó encinta dando a luz al portento de Loana. Destacó en su generación por sus habilidades con los componentes y su cerebro digno de envidia para el clan Xarians. No es que fuera inteligente, más bien, era un prodigio de ser humano.
Y ahora lo más aterrador de la historia.
Los Legendarios llevaban decenas de años sin cruzar por las anomalías, pero por alguna razón, uno del mundo Balgüim lo hizo para llevarse a Loana a Irlendia. Todos los que contemplaron la abducción coincidieron en la descripción del oscuro: llevaba yelmo y coraza, como un soldado, y no dio nombre. Solo dijo una palabra: «mensaje»; por lo que se llegó a la conclusión que era un mensajero del otro universo en representación de alguien más. Pasaron unos cincuenta años, y Loana Dónovan fue escupida de nuevo en la tierra. Tenía el mismo aspecto, pero era lo único que mantenía igual. Su poderosa mente había quedado resumida al mismo tamaño que la de una ardilla. Apenas podía hablar coherentemente, y explicaba las cosas por lenguaje de señas. Trajo con ella un cofre pequeño que contenía una mínima porción de energía Oserium, y no dejaba que nadie lo tocara. Guardaba una expresión sepulcral en la mirada, y los ojos se habían convertido en dos lagunas negras sin pupilas. Por las noches, Loana emitía gritos de terror en Káliz, el idioma de Irlendia.
Nadie supo nunca qué significaban estas cosas, y tampoco hicieron esfuerzo por averiguarlas.
Lo peor fue cuando al pasar de los meses, el vientre de la loca comenzó a hincharse: Cargaba dentro el legítimo hijo de un Legendario. Entonces nació Jasper. El crío fue temido desde el momento de venir al mundo, pues de forma natural desprendía lobreguez. A diferencia de los demás descendientes que desarrollaban sus habilidades entre los doce y trece años, el niño nació con poderes superiores y por ende, con una voluntad innata para doblegar.
Ninguna persona ha sabido nunca quién es el padre de Jasper. He escuchado que su madre, con todo lo desquiciada que está, mantiene una pizca de cerebro al respecto porque cada vez que le preguntan empieza a halarse los cabellos soltando espuma por la boca. Así que de toda esta icónica historia una cosa es segura: Loana pasó horrores en Irlendia, horrores que no quiso recordar y la torturaban cada noche; su hijo era el trágico resultado que se lo recordaba.
Tal vez otro niño hubiese crecido retraído y débil por la falta de afecto, porque toda su familia lo tratara como si fuera una monstruosidad. Pero no Jasper; como digno hijo de un Legendario, creció endurecido de carácter, volviéndose frío en sus sentimientos, calculador con lo que pensaba. Durante las clases en el Campo de entrenamiento, los profesores lo apartaban para que no matara 'accidentalmente' a ningún alumno. En los salones se sentaba a lo último, en las sombras de las paredes sin que notaran su presencia. Odiaba los animales, pero muchas veces se le veía con un cuervo posado al hombro.
Nadie en la Academia quería acercársele y sus primos lo respetaban como si se tratase de un Titán; aunque claro, era más pánico que admiración.
Y todas esas cosas las tengo muy presente ahora que voy a su encuentro. Desde que salí de la Fortaleza, han transcurrido treinta minutos. Jasper vive del lado oeste de las montañas de Santa Mónica, en un castillo espeluznante que antes de su estancia estaba abandonado. Hay crecida una arboleda alrededor que impide que la luz solar penetre por las ventanas. Y claro, tiene trampas repartidas por el área para espantar a los intrusos. Realmente, nunca he pisado su morada, pero he escuchado historias del lugar.
Cuando estaciono mi Lamborghini veo que a las historias faltó añadirles el toque macabro que le da esta estación de otoño al castillo. Los árboles deshojados se alzan con raíces torcidas, la vegetación gastada y carente de color transmite la idea de envenenamiento y por supuesto, el humo oscuro que Jasper se ha ingeniado en fabricar rodea el seto que separa la edificación de la carretera. A todo esto se le suma la negrura de la noche y la luna llena como único farol.
Me bajo del auto cruzando el patio delantero y distingo puñados de cuervos repartidos en las ramas secas que me observan con aspecto criminal, sus pequeños ojos brillan con un fulgor amarillo que transmite demasiado repelús. No me sorprendería que mi compañero de Howlland los hubiera entrenado para picotear a otro ser viviente hasta sacarle las tripas. Golpeo con las aldabas la puerta principal y para mi beneplácito no tengo que esperar una eternidad, se abren dándome paso. La estancia se encuentra escasamente iluminada con candelabros de diferentes tamaños. Hay armaduras completas que reposan de adorno en algunas esquinas y reflejan la luz de las velas.
—¡Jasper sal! —grito al directo, no estoy para rodeos.
El ambiente se mantiene en silencio unos minutos y comienzo a impacientarme.
—Bienvenido seas sucesor de los Kane. —Escucho el eco de su voz.
—Muéstrate cobarde —sigo gritando hacia ningún sitio en particular—. Estoy cansado que siempre estés escondiéndote en la sombras.
—Yo no me escondo —responde al instante.
—¿Ah sí? Pues da la cara ¿o es que me tienes miedo? —reto.
Entonces un cuervo aparece de entre las columnas que tengo a la izquierda emitiendo un graznido ronco. Vuela hacia mi dirección y aunque me agacho, el pajarraco logra levantarme un mechón de cabello con sus patas. Sigue el vuelo posándose en el barandal de las escaleras de enfrente. Seguidamente Jasper se deja ver, saliendo del mismo lugar.
—Yo no le temo a un mocoso engreído —dice bajo, casi en susurro.
—¿Ah no? Ya veremos tu parecer cuando pruebes el castigo de este engreído —anuncio extendiendo mis manos perpendicularmente— ¿Dónde está Khristen?
—Autodominio descendiente Fayrem, no quiero terminar con tu vida —expresa tranquilo.
—Es una pena que yo no piense lo mismo —ladeo la cabeza y ya empiezo a sentir las vibraciones de las ondas del aire en mis dedos—. Te hice una pregunta.
—No sé con certeza dónde está pero te diré algo. No seas necio, pelear conmigo te hará gastar energías innecesaria y...
No dejo que termine y con una fuerte ráfaga de viento lo lanzo de la escalera hacia una de las columnas. La parte trasera de su cabeza se impacta contra la misma y Jasper cae horizontalmente en el suelo.
—Conmigo no ¿pero con Khristen sí, cierto? Eres un gallina, es gracioso lo rápido que te acobardas con alguien que puede hacerte papilla ¡¡¡Dónde tienes a Khristen!!!
—No te dejé entrar para pelear, debes saber algo importante —alega incorporándose a la vez que masajea la zona del golpe.
—¿Me dejaste entrar? Ya veo... Entonces reconoces que cometiste un grave error. —Lanzo otra ráfaga de viento pero él la esquiva—. Dime dónde la tienes y puede que se me ocurra ser clemente.
—Escucha Kane, mi castillo está repleto de trampas mortales, las he desactivado porque sabía que vendrías —esquiva por tercera vez lo que le lanzo—. Si te quisiera muerto lo hubiera conseguido desde el momento que pusiste un pie fuera de tu Lamborghini.
—Haberlo pensado antes.
Recojo toda la brisa que recorre los pasillos y formo una pequeña turbulencia. Estoy por dirigirla a Jasper cuando él resopla irritado, voltea los ojos en blanco y sacude su mano. Basta ese solo movimiento para que la turbulencia se vuelva contra mí e inhabilite mis manos.
—¿No puedes pelear limpiamente verdad? —protesto, haciendo esfuerzo por volver a tener el control.
—Tu imadurez me asquea —Mueve la mano de nuevo y me manda directo contra la escalera.
Condenado sea, ha conseguido que me lastime el chichón que hace una hora me produjo mi padre.
—¿No te has preguntado a que se debe esa atracción hacia Khristen? —inquiere, acercándose.
—¿Atracción dices? Qué atracción... Si hubiera sido cualquier otra empleada también hubiera venido a darte una paliza, ningún payaso se mete con lo que es mío—Trato de levantarme pero la presión de la gravedad que domina ahora Jasper me lo impide—. No eres nadie para andar incumpliendo las reglas de la Academia cuando se te antoje —suelto entre dientes.
—Te equivocas. —Sube el brazo y me elevo en el aire—. Ni en tus sueños más dorados me darías una paliza.
—Bájame —exijo tratando que las ondas me obedezcan.
—Escúchame bien Kane, porque lo diré solo en esta ocasión. Ella debe morir para que cese el derramamiento de sangre. Vienes aquí gritando y enfrentándome, resultando tan tonto por no haberte dado cuenta que yo no soy el problema, sino Khristen. Su futuro está marcado hace kiloaños atrás y ni tú ni nadie va a impedirlo.
Dicho esto, desata una ventolera que me estrella contra una ventana, sacándome fuera del castillo. Aterrizo en la base de un árbol seco y los cuervos que están posados en sus ramas se esfuman volando. Este cretino acaba literalmente de darme la paliza que le tenía yo preparada. Me pongo de pie y el fuerte dolor de cabeza hace que me lleve las manos a esta. Veo a mi contrincante levitando detrás de la ventana rota desde donde me ha lanzado.
—Ríndete, se nota que estás débil. Aquí no conseguirás lo que buscas.
—Aunque sea con mi último aliento la encontraré —expreso ignorando los latidos del golpe en el cráneo.
—No la tengo —confiesa sin perturbarse—. Si estás tan desesperado por encontrar a tu criada deberías preguntarle a la persona correcta.
—¿A qué te refieres?
—Forian se la ha llevado —anuncia con un tono rencoroso y desaparece de mi vista.
Forian...
El signo interrogatorio de Howlland. Son tantos misterios que lo envuelven que ni siquiera mi padre o Jonan saben del todo sobre él, y si lo saben, han decidido guardárselo. Desde que tengo conciencia está en la Academia. Algunos sospechan que es un Legendario aunque nadie lo ha confirmado. El único registro que hay al respecto es lo que él mismo ha dicho, que proviene de Australia, del linaje Súllivan. Pero ni sus coterráneos saben ubicarlo cronológicamente así que Forian viene siendo el eslabón perdido de su familia. Según él su madre era una sobrina lejana del actual patriarca Súllivan y se escapó de casa siendo adolescente.
Como sea, es un tipo que levanta todas las sospechas aún poseyendo habilidades. Si lo que ha dicho Jasper es cierto y tiene a Khristen, he manejado hasta Santa Mónica en vano.
Pero ¿cómo es posible? Qué tendrá que ver con ella si ni siquiera se conocen ¿oh sí? Nunca los he visto coincidir en Howlland. Llego hasta mi auto trabajosamente, latiéndome la cabeza y con ganas de vomitar. Todo me da vueltas pero finjo que me queda estabilidad física para llegar a Malibú. Por los registros de la Academia, Forian vive en un Penthouse con vista a la playa. Manejo todo el trayecto sin quitarme el molesto pensamiento del porqué se la llevo consigo a su casa y no a Mansión Fortress. Suponiendo que haya tenido buenas intenciones al sacar a Khristen del terror que estaba provocando Jasper y los demás ¿qué necesidad había de recluirla a solas con él?
Cómo se haya intentado propasar con ella juro que le reviento la cara.
Golpeo el timón del coche y aumento la velocidad. Estoy demasiado agotado para hacer uso de mis habilidades y sobrepasar el alcance límite del Lamborghini, así que me resigno a demorarme más de lo deseado hasta llegar a mi destino. En situaciones como estas es cuando se me antoja chasquear los dedos y tener el Bugatti. Finalmente estaciono en cualquier zona de playa y le marco a Jackson.
—Necesito que me des la ubicación exacta de Forian Súllivan.
—¿Forian Súllivan? Pero quién es...
—Solo búscalo —Me limpio el sudor de la frente ¡Es tan molesto gastar saliva en explicar todo! Para algo le pago...
—Entiendo ¿algo más señor?
—Sí, la necesito ahora. —Cuelgo y espero impaciente.
Al cabo de doce minutos no he recibido respuestas.
¡Doce minutos! No entiendo cómo puede tardar tanto para una nimiedad... Cuando va a dar el minuto trece mi celular empieza a sonar.
—Señor...
—Dime que la tienes.
—Aún no la he buscado.
—¡Qué! ¿Jackson me estás viendo cara de payaso?
—Lo siento señor Kane estaba en el baño y...
—Ahórrate las excusas —corto—. Dime por qué razón estás ahora perdiendo el tiempo en esta llamada incumpliendo lo que te he mandado.
—La chica está en la Fortaleza.
Ante la declaración algo raro sobresalta mi pecho.
—¿Está bien? —pregunto haciendo uso de mi impavidez.
Creo que en el fondo, muy en el fondo claro, temo escuchar la respuesta.
—Sí, está bien —contesta Jackson y el aire que había comprimido inconscientemente dentro del auto vuelve a fluir con normalidad—. Un poco sucia y cansada, pero no parece tener ninguna afectación seria.
—De acuerdo... de acuerdo Jackson. —Me aclaro la garganta—. Ahora búscame lo que te pedí.
—Sí señor, enseguida.
Cuelgo y espero esta vez, sin estar pendiente del tiempo que pasa. Khristen está bien... Por un momento temí qué...
Un momento.
¿Presto atención a mis pensamientos? Temí no, yo no temo por la vida de ningún plebeyo, cielos ¡no! La forma correcta sería reconocer que me preocupé por la empleada. Sí, eso está mejor. Lo que pasa es que quedaría como un completo irresponsable si le llega a pasar algo a la ridícula; no me interesa crear más asperezas con mi padre justo después que me haya dicho que le agota la paciencia mi manera de llevar los asuntos. Soy Arthur Kane y debo demostrar superioridad en cada detalle que administro.
Y luego viene Khristen Allen a complicarme las cosas.
¿No puede comportarse como cualquier criada y ya? Tiene que andar metiéndose siempre en líos...
Comienzo a repasar las medidas que tendré que tomar para cuidarla, es decir vigilarla, cuando un mensaje de Jackson hace vibrar mi móvil. Es la dirección de Súllivan. Enciendo el motor y llego a la ubicación indicada, pero todo está a oscuras así que imagino que anda de regreso de mi casa y decido esperar. Pasan veinte minutos desesperantes hasta que finalmente diviso las luces de un Jaguar que parquea al costado del Penthouse. Y entonces lo veo bajar, abrir el garaje e introducir su auto.
No me lo pienso dos veces para salir del mío, extender mi mano derecha y ordenarle a un vendaval que se le clave al cuello, estrellándolo contra la pared...
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