☆20☆ SER YO NUNCA HA SIDO FÁCIL.

Arthur.

El fuerte viento cuando se desata, es incontrolable. No hay opciones ni vuelta atrás. Lo mismo sucede dentro de mi organismo cuando me juegan cabeza, cuando pasan por encima de mis órdenes, cuando me enfrentan directa o indirectamente. Y no me importa si esa afrenta viene de mi propio hermano.

—Prepárate para podrirte en la carcel —anuncio prepotente y debo verme realmente mal, porque la mujer se endereza borrando de su cara cualquier vestigio de coquetería.

—¿De qué estás hablando?—se mete Aaron—. Para el carro Arthur y no te excedas, he decidido re contratar a...

—¿'He decidido'? —interrumpo con toda la rabia que me corroe— ¡He decidido! ¿Desde cuando tú decides en esta casa niñato?

—Desde ahora —se envalentona.

—Y vienes a escoger, de todas las cosas que hacer en Mansión Fortress traer de vuelta la gentuza que muy bien eché —le grito.

—No la llames gentuza.

—Las cosas por su nombre, ¿o también me enfrentarás en esto?

—Señor Kane yo... —intenta hablar la otra.

—¡Y tú te callas maldita sea!

—¡Arthur ya basta! —Aaron se pone delante de ella y su acto de protección levanta severas sospechas.

—¿Sabes lo que acabas de conseguir con esta perreta? —vocifero—. Acabas de desafiarme y eso es muy, muy grave.

—Por favor sal de aquí. —Se vuelve a la sirvienta ignorándome por completo—. Después te busco —asegura para mi perplejidad y le acaricia una mejilla.

《Arthur mantén la mente en claro para no partirle de nuevo la nariz a tu hermano》

—Pero Aaron... —repone ella atreviéndose con total frescura barata de llamarlo por el nombre.

—Ve Maggie —insiste él y es el colmo para mí.

Se hacen ojitos, se tutean... ¡Por todos los clanes ¿cómo rayos pasó esto?

Mi hermano se queda como idiota mirando cuando ella camina y el bombeo de mi sangre caliente arde debajo de los poros.

—Ahora tú y yo vamos a conversar como adultos civilizados —dice después que la sirvienta se marcha, pero no razono.

No estoy en mis cabales, las cosas que me están pasando ahora mismo por la cabeza aceleran más mis revoluciones ¡Aaron es un niño, por Fayrem! Y es un Kane, un descendiente por las dos vías de Legendarios ¡Con sangre pura! No pudo haber caído tan bajo de... de...

—¡Arthur reacciona! —grita molesto.

—¿Qué reaccione? —hablo por fin con un hilo de voz—. Aaron por todos los mundos. —Me paso ambas manos por el cabello—. Qué has hecho...

—He decidido re contratarla, ya lo has visto —suelta sin más.

—No te hagas el estúpido conmigo Aaron —Aprieto los puños— ¿Crees que nací ayer?

—No sé a lo que te refier...

—¡Te dije que no te hagas el estúpido! —Lo cojo enfurecido por la camisa.

—¡Y qué vas hacer! ¿Afixiarme como a Jason? —me reta tratando de soltarse pero se lo impido.

—¡¡¡¿Cómo no has podido ponerte un freno?!!! —vuelvo a gritar mientras él forcejea.

—El amor no tiene edad.

—El amor no tiene... —Lo suelto llevándome una mano a la frente. El muy inocente me ha hecho carcajear—. «El amor no tiene edad», ¿te estás oyendo? ¡Qué sabrás tú de eso?

—Mucho más de lo que te cuesta admitir.

—¡Tú no estás enamorado Aaron! ¿Estás loco? Es una vulgar plebeya.

—¿Lo dice el tipo que no se decide por ninguna mujer? Oh no disculpa —añade con sarcasmo—, olvidé que las piedras sin corazón no tienen sentimientos.

—Es diferente, no he encontrado la indicada y a diferencia de ti yo me tomo muy en serio la responsabilidad de quién llevara nuestro apellido —asevero señalándolo con el dedo—. No te equivoques Aaron, esto no va a quedarse así y tú no puedes hacer lo que te da la gana.

—¡Estoy harto que siempre seas el que da la última palabra! —alza bastante la voz batiendo los puños al aire.

—¿Ves lo que demuestras? Que eres un niñato inmaduro. Y todavía dices que sabes de amor —bufo por lo patética que me resulta la idea.

—Te dije que estoy harto —Su mirada se ensombrece y los adornos alrededor empiezan a balancearse.

—Aaron —advierto—, no quieras retarme, estás muy por debajo de mí en cuanto a habilidades se trata y lo sabes.

—Estoy cansado de que te creas el dueño y señor de todo lo que te rodea. —Mueve su mano y un candelabro de bronce sale disparado a mi pecho, mas logro esquivarlo—. Cansado que estés dictando reglas inviolables. —Está vez lanza un búcaro mediano—. Cansado que te metas en mi vida haciendo y deshaciendo a tu antojo.

—Lo hago por tu bien —respondo sereno, sin mover mis manos.

No necesito hacerlo para que una bandeja de té que reposa en una mesa a varios metros salga disparada a mi hermano. La detengo justo antes de que impacte a poco centímetros de su cara.

—Detén esto Aaron, porque si continúas saldrás muy lastimado, no quiero hacerte daño.

Él le da un puñetazo a la bandeja y la manda volando por una ventana.

—Ya lo hiciste.

Y sin más palabras, reúne toda las ondas de aire que puede, creando una turbulencia decente que redirige hacia mí. Como no tengo tiempo de crear un contraataque, salto a un lado evitando el impacto. Aaron es rápido para estar en primer grado pero no lo suficiente para vencerme y por supuesto, no posee mi fuerza. Comienza entonces un enfrentamiento en el que no estoy a gusto. Se trata de mi propia sangre, mi familia, el niño con el que jugué hasta alcanzar la mayoría de edad

Trato de esquivar todos sus torbellinos y darle escarmientos que no logran su objetivo, pues él solo se enfurece más, aumentando su disposición en batirse conmigo. Cada minuto que pasa, vamos destrozando mayor cantidad de cosas y a esta hora estoy tan agotado de intentar frenarlo, que no me quedará otra que usar mi poder de la manera que he tratado de evitar. Hemos llegado a la terraza, volcando y rompiendo en esta inútil lucha todo lo que hay al paso.

Decido que es suficiente.

Me concentro al límite y el cielo empieza a rajarse con relámpagos que bien puedo mandar a freirle la cabeza a Aaron.

—Lo diré una vez más —grito en medio del tornado que se está formando—, detente, no quiero pelear contigo.

—Demasiado tarde —grita al otro lado de la piscina, empeñado en usar el ritmo de mi propia tormenta para levantar el agua que tiene delante.

Una, no es un O'Brien y dos, no es Arthur Kane.

Ser yo nunca ha sido fácil, pero en situaciones como estas me pongo a pensar lo afortunado que debo ser por dominar lo que me dé la real gana con mi mente. A veces hasta dudo que solo pertenezca al elemento aire; y luego lo recuerdo: Los Kane fuimos formados para estar en la cima del mundo. El aire es poderoso, el aire se lleva el fuego, lo extiende o extingue, el aire mueve ríos y presas, el aire sacude la tierra, el aire da vida o la quita.

El aire es supremo, y yo soy el aire.

El entorno se vuelve gris, las nubes me obedecen tronando como si no hubiese un mañana. Ya no puedo detenerme, lo advertí. Los vientos de los cuatro puntos cardinales acuden al llamado. Los vidrios de las ventanas cercanas estallan en mil pedazos, el ambiente se torna más frío y todo esto se suma a la cara de desconcierto que se le ha quedado a mi hermano.

Nunca me había visto hacer esto, nadie me ha visto.

Un tornado digno de película comienza a descender del firmamento y...

Una oleada potente, como una bomba invisible me impacta desde el costado derecho, desvaneciendo el tornado y mandándome de cabeza contra una silla.

¡Maldición! Ha dolido, y mucho.

—¡Estás loco! —Escucho que gritan en la distancia pero estoy aturdido por el golpe.

Solo después de unos segundos es que puedo enfocar mi difuso campo visual y comprender qué está pasando. Mi padre guerrea contra el viento en su contra, logrando el control, elevándose por encima del suelo a unos pocos metros. No suele hacer eso, a veces olvido que tiene habilidades. En unos minutos logra disolver lo que he desatado y desciende otra vez al suelo con su cara de pocos amigos.

—¡¿Se puede saber que están haciendo?!

Aaron no responde y por mi parte trato de levantarme. Aish me duele muchísimo la cabeza, de seguro me ha salido un bulto.

—No voy a volver a pedirlo una tercera vez. ¡Así que empiecen a hablar! —regaña Alioth y yo comienzo a marearme—. Arthur, explícame por qué razón ibas a hacer papilla a tu hermano.

—¡Ey no me iba a hacer papilla! —protesta Aaron—. Lo tenía controlado...

—Sí claro. —Mi padre se limpia el sudor de la frente—. Es decir, que si yo no llego y detengo este desastre —dice señalando nuestro alrededor—, de seguro tú y tu hermano estarían dándose abrazos.

Aaron chasquea la lengua y patea molesto el suelo.

—Padre tenemos que hablar —Llego hasta él finalmente obviando las vueltas que me da la cabeza.

—Evidentemente —espeta— ¿Dónde aprendiste a hacer eso?

—Solo... solo me sale... —Desvío la vista, no me interesa ahondar en ese punto ahora.

—En Howlland jamás te he visto hacerlo.

—Nadie lo ha visto —interviene mi hermano y recuerdo el tema central.

No soy yo y mi habilidad de controlar el clima.

—Aaron ha recontratado a la empleada inservible que despedí la semana pasada —expongo.

—¿Y? ¿Tenías que desatar dichos poderes porque te llevaron la contra? Me estás agotando la paciencia Arthur, tú y tu cargante costumbre de formar una perreta por todo lo que escape de tu control.

—¡No es el caso! —me irrito.

—¡¿Y cuál es?! Te he dado responsabilidades importantes, confié en tu capacidad de liderazgo, pensé que podía descansar en tu destreza pero ahora resulta...

—Tienen un amorío —confieso deteniendo su discurso de decepción.

—¿Qué?

El rostro de enfado desaparece mostrando un desconcierto vergonzoso. Se ha escuchado realmente humillante y eso que evité decir "sirvienta". Aaron se pone rojo a más no poder y baja la cabeza.

—Eso no es...

—¿Te vas atrever a negarlo, mentiroso?

—¡Tú no sabes como se han dado las cosas! —grita mi hermano.

—¡Cállense ambos! —brama nuestro padre.

Este sigue conmocionado por la revelación, deduzco buscando la calma para este tipo de situaciones. Aunque creo que jamás imaginó enfrentar algo similar.

—Vamos a... vamos a ir todos al despacho, necesitamos... —Aprieta el puente de su nariz—. Necesitamos resolver una cuestión y luego veremos semejante... —Nos mira a ambos con un gesto que no sé si interpretar como angustia o disgusto.

No termina la expresión y se dirige al despacho. Lo seguimos en silencio, aún me duele el chichón de la cabeza y Aaron debe dolerle la dignidad.

Una vez dentro Alioth enciende el televisor e introduce una cinta magnética. Comprendo que se trata de una grabación de la Academia. Las grabaciones de allí se hacen de esta manera por razones técnicas, además el sistema analógico ofrece una continuidad que no da el digital.

El video se reproduce mostrando imágenes súper graciosas. La ridícula abriendo la puerta y recibiendo una bolsa de porquería que le explota en la cara, tengo que contenerme para no reír. Escuché que los brasileños estaban planeando esa broma no entiendo por qué mi padre nos ha reunido aquí. Luego se ve a Khristen entrando en el baño de chicas para ducharse.

—¿Es chiste? —resoplo cuando mi padre acelera la grabación.

—Esto no es lo importante —declara y deteniene el video en el momento justo que nubarrones negros empiezan a cubrir el entorno—. Sino esto.

Las cámaras hacen uso de rayos infrarrojos y entonces veo el verdadero problema. Los gemelos han convocado a los Súllivan y demás descendientes de los destroyadores en el ritual que reconozco como "Acecho temible". En años anteriores sus primos lo habían usado para asustar a los nuevos pero el director y Jonan decidieron que era un acto de vandalismo y lo prohibieron. Se basa en un espectáculo de intimidación para inmovilizar todos los sentidos y reflejos de la víctima. Los descendientes del Clan Destroyers cazan un gato y lo destripan, se embarran con su sangre y se rasgan las ropas. Los descendientes del clan Oscuro controlan el aire creando caos meteorológico. En resumen, es una situación desesperante para cualquier ser viviente y mucho más para una humana común sin oportunidad de defenderse.

Tengo mi carácter y me considero intransigente para la mayoría de las cosas, pero lo que hicieron con Khristen es un abuso con todas las letras y no va a quedarse sin castigo.

—¿Dónde está? —pregunta Aaron preocupado.

—Para cuando logré salir de la oficina de dirección ya no estaba.

Mi hermano pregunta otra cosa mientras yo me mantengo atento a la pantalla. Jasper entra en escena con su invariable personalidad. No escucho lo que dice pero si veo como Khristen tiembla sin poder evitarlo. Jasper Dónovan, principal heredero de Rumania, adepto de la historia legendaria. Va en cuarto grado, y no rozamos mucho. Es un sujeto extraño; no conduce ningún vehículo y aparece en la Academia de repente, sin que nadie lo perciba solo cuando ya lo tienen delante. Creo que usa su habilidad para trasladarse de un lado a otro. En su mesa del comedor no comparte con nadie, no va a fiestas, no come postre y ayuna los viernes. Detesta tanto la claridad, que aún el día más soleado de verano se las ingenia para que las sombras lo protejan.

El video sigue su curso y me impaciento en extremo cuando lo veo invocar relámpagos levantando sus manos. Khristen no cabe en sí del pánico y no ha dejado de temblar.

Algo ataca a Jasper desde atrás y la grabación se corta.

—Ese vástago me las va a pagar —exclamo dando mi espalda al televisor lo más dispuesto del mundo a coger el Lamborghini y encontrarlo.

—Arthur no actúes a lo loco —pide mi padre pero su voz ya se me hace lejana— ¡No hagas nada de lo que puedas arrepentirte!

No aminoro la marcha, atravieso el jardín lateral y llego por un atajo al garaje. Arranco mi auto y me doy el gusto de pensar como le volaré los sesos al ser más despreciable de la Academia Howlland.

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