☆11☆ LOS CLANES.

Khristen.

Me surgen millones de dudas y no sé si nos alcance la noche para satisfacerlas todas.

—¿Cuáles son los otros clanes?

—Uf son unos cuantos —responde Aaron arrascándose la cabeza—, pero no todos tuvieron descendencia con humanos. Por ejemplo está el clan Zook al que pertenecen las criaturas más estrafalarias de Irlendia. Generalmente habitan en el Bajo Mundo, pero se pueden encontrar algunos híbridos del clan repartidos por otros mundos. Los clanes que tuvieron descendencia con humanos fueron como te mencioné antes: los idryos, los fay...

—No Hoyuelos. —Detengo su exposición con la mano—. Quiero saber el porqué de la diferencia de clases entre los chicos de la Academia, de qué clan proviene cada apellido.

—Ah pues eso te lo aprenderás fácil, porque solo tienes que fijarte en las características físicas. Por ejemplo los Kane, ojos grises, cabello castaño, descendemos del clan Fayrem, los guerreros reales de Irlendia.

—Pero no hay más chicos así en la Academia.

—Los Kane somos los únicos descendientes en este universo de Fayrem. Nuestro ancestro Legendario cruzó hace décadas a los Estados Unidos y se casó con la hija de un empresario. Desde entonces ningún otro fayremse ha hecho lo mismo.

—Y por eso todo el mundo los considera superiores. —Enarco las cejas—. Ya entiendo por qué tu hermano es tan arrogante.

—No lo tomes tan a pecho, Arthur carga mucha responsabilidad en sus hombros desde muy joven.

—¿Y los chicos de abajo, los ingleses?

—Los O'Brien con los españoles provienen de los Legendarios del clan Idryo, los primeros enviados por los agujeros negros.

—Ja, tenían que ser... Con razón se creen los mejores. Es un milagro que compartan en paz con los Kane.

—De hecho Arthur y Jason se odian.

—No me sorprende en absoluto, ambos son idénticos.

—Si mi hermano te escucha diciendo semejante ofensa es capaz de matarte.

—No le tengo miedo —anuncio con suficiencia guiñando un ojo—. Ya sé que los rumanos Donovan, los rusos Petrov y los alemanes Meyer vienen de los Oscuros.

—Del mundo Balgüim, el clan Oscuro es el más temido en Irlendia desde que estalló la Guerra Roja.

—¿La Guerra Roja?

—Eso es lo darás en la Academia, no romperé la emoción del momento.

—Sí claro... —Pongo los ojos en blanco— ¿Y los cerebritos? Los asiáticos digo...

—Clan Xarians. En Irlendia también son considerados los cerebros superiores —recuerda lo que ya me había informado en el almuerzo.

—Y supongo que los terratenientes ricos son los del clan de donde provienen los árabes.

—Khris... —Aaron no reprime la risa—. Se te ocurren cada cosas.

—¿Así funciona no? Los Legendarios les incularon sus ambiciones a sus hijos.

—El clan de los Kumar y los Hassan se llama Atamar. Los atamarinos disfrutaban especialmente el Medio Oriente y solo tuvieron descendencia con mujeres árabes. Como todos los demás Legendarios, hicieron que su linaje fuera la mayor influencia del continente.

—¿Y el clan de la falsa Abby era Junos, no?

—¿Falsa Abby?

—La morena con extensiones...

—¡Ah! Los brasileños, Ferreira. Sí, efectivamente ellos con los nigerianos Dickson vienen del Clan Juno.

—Será extraño averiguar el clan de los franceses —suelto de repente—. No me imagino ningún ser cómico de la antigüedad corriendo con un palo tratando que el peinado no se le arruine.

Aaron se parte de la risa y yo termino carcajeando, he de reconocer que ha sonado gracioso.

—Ay Khris ¿por qué no llegaste antes a La Fortaleza? Mi vida hubiera sido más entretenida contigo aquí.

—Arthur no piensa lo mismo.

—Arthur ya se acostumbrará. —Hace un ademán al aire—. Pues los franceses vienen del único clan del universo paralelo del que solo cruzaron a la Tierra miembros del género femenino.

—¿Eso es posible?

—Sí, al parecer los del género masculino no resultaron tan aventureros. El clan se llama Lirne, y está compuesto por Vilfas, Sirysas y Turias. En los dos primeros grupos hay varones pero en el último solo ejemplares femeninos.

—Me duele la cabeza.

Aaron con sus característicos hoyuelos marcándole el rostro toma el libro grande y grueso que reposa a su lado y por el que ha ido antes a la biblioteca. Me lo extiende y leo el título.

—¿"Libro Legendario"?

—Trae todo en detalles. Cronología de los Legendarios y sus saltos por las anomalías, los poderes de cada clan, las descripciones de los cinco mundos de Irlendia... Te será muy útil para aprobar Historia.

—Ya lo creo...

Empiezo a ojearlo y busco por el índice el clan Lirne. Las imágenes son preciosas, y ahora entiendo de dónde provienen las leyendas de las sirenas. El clan tiene tres especies, las Sirysas son lo más parecido a las leyendas urbanas, con cola de pez fluorescente y rostros femeninos, aunque estos son bastante diferentes de los que pintan en los animados; lucen más... irreales.

—Son increíbles... —expreso pasando ahora las páginas que hablan de las Vilfas.

Tienen cuerpo humanoide y par de alas, también fluorescentes. Todo su cuerpo brilla y el tamaño no sobrepasará los setenta centímetros.

—Las Turias son mis favoritas —menciona Aaron y las busco.

—¿En serio? —resoplo mostrándole la imagen de una araña gigante con la cavidad superior de mujer. O algo parecido...

—Solo míralas, tan rudas... Me encantan.

—Tienes un pésimo gusto —expreso y él sonríe encogiendo los hombros.

El libro tiene un montón de información del universo de Irlendia. Veo teorías sobre los agujeros negros y detalles de la estrella Saol. Entonces detengo el pasar de páginas totalmente estupefacta. Un temblor espasmódico se apodera de mi cuerpo, y un sudor frío me recorre la frente. Ese hombre, el de los ojos pardos profundo, el de la piel bronceada como los demás australianos, el que provoca tantas sensación en mí siendo un perfecto extraño, mi perseguidor misterioso... está pintado en el libro.

Intento hablar pero mi boca también tiembla. Suelto el objeto horrorizada, convenciéndome que tiene que haber una explicación razonable para haberlo visto en la Academia y encima, representado en un libro que habla de criaturas de cientos de siglos atrás. Con él hay un grupo de hombres fuertes, con garras salidas de sus nudillos y entre manos, conejos, ciervos y gansos muertos.

—¡Ah! Ellos son los destroyadores —dice Aaron recogiendo el libro—. Son cazadores que viven en el mundo de Drianmhar y... ¿Khris?, ¿estás bien?

Niego con la cabeza incapaz de proferir palabra poniéndome de pie. Aaron me imita.

«Destroyadores. Destroyadores.»

—Estás pálida. —Me toca pero aparta la mano chasqueando la lengua—. ¡Aish! ¿En qué momento te ha subido la fiebre?

—Tengo... tengo que irme —logro decir y salgo a trompicones hasta la puerta.

No coordino hacerlo por donde he entrado, sino que corro fuera de la habitación por la salida principal. No reparo en los detalles a mi alrededor, simplemente busco la escalera como una desquiciada.

—¡Oye! —protesta Arthur cuando choco con él.

—Lo... lo s-siento.

Sigo corriendo ignorando la cara de estupor que se le ha quedado, solo quiero llegar al apartamento y trancarme bajo llave.

«Cuídate de los destroyadores, aléjate de ellos. ¡No confíes en ellos!»

Atravieso la gran sala con la advertencia de Daysi resonando en ecos infinitos dentro de mi mente, y cuando estoy a punto de salir a la terraza alguien me detiene por el brazo.

—¡Suéltame! —Forcejeo presa del pánico pensando que el fantasma finalmente ha decidido atormentarme de nuevo.

—Tranquila, tranquila —pide una voz ronca y me calmo.

Esa voz no es la del acosador invisible.

—Así... respira.

Se trata del inglés, Jason O'Brien. Tiene apoyada ambas manos en mis hombros, y no deja de hacer ejercicios de respiración para que lo imite. Me doy cuenta que hace unos segundos, es lo que he estado haciendo y mi respiración se nivela.

—Creo que ya te sientes mejor ¿cierto?

—Sí... sí gracias. —Me aparto un poco confundida.

—Estás muy pálida.

—No he comido nada —justifico.

—En ese caso ven conmigo.

—¿Qué?

—Que vengas conmigo.

Me toma de la mano y arrastra fuera de la Mansión. Su Rolls Royce está estacionado a unos metros y tardo un poco en comprender lo que sucede.

—Espera, espera. —Hago fuerza y me detengo—. No voy a ir contigo a comer a ningún lado.

—¿Por qué no? Acabas de decir que tienes hambre.

—Exacto, tengo hambre, tengo una comida esperando por mí, allá adentro. —Señaló a mi espalda.

Él sonríe sacudiendo la cabeza, un gesto petulante que de seguro le ha ganado un millón de seguidoras en Instagram, y se gira a decirle algo al hombre calvo que espera frente al vehículo. El tipo le da las llaves y comienza a hablar por el celular.

—Vamos. —Jason tira de mi mano y me mete al auto.

—¡Pero no me has oído! —chillo.

—Alto y claro —responde encajando las llaves y prendiendo el motor—. Pero tampoco he comido.

El Rolls Royce empieza a alejarse de la Fortaleza y cuando llegamos al portón principal los guardias nos ceden el paso a la carretera.

—Ponte el cinturón —ordena.

—Me las vas a pagar —prometo entre dientes y me abrocho el cinturón.

—De seguro le dices eso a los Kane todo el tiempo y nunca lo cumples —se burla.

—¿Ahora eres adivino que sabes lo que digo?

—No hay que serlo. Si yo viviera con ellos también lo diría —Me mira ladeando la cabeza—. Lo que yo si cumpliría las amenazas.

Acelera la velocidad y todo por la ventanilla se vuelve difuso. Es una noche clara de luna creciente pero Jason maneja para llegar rápido a su destino, no para disfrutar el paisaje.

—¿Qué pasa con tu hermana? —pregunto cuando veo las primeras luces de Beverly Hills.

—Ya he dejado órdenes a Niall para que se encargue.

Imagino que se refiera al hombre calvo que he visto antes. Como apenas lo conozco, mato el tiempo que dura la trayectoria en apreciar las lujosas edificaciones de la ciudad; Beverly Hills es puro glamour, mansiones y fama. Jason estaciona el auto frente a un local nombrado "SAVEUR" y me abre la puerta, extendiéndome la mano.

—No te gusta la comida rápida —bufo.

—Es uno de los restaurantes franceses que ofrece comida decente teniendo en cuenta los precios.

Me burlo mentalmente de sus palabras «Uno de los restaurantes franceses», menudo niño pijo. Esta es la primera vez que comeré comida francesa en un local así, y puedo contar descansadamente con los dedos de una sola mano, las veces que he pisado un restaurante.

Entramos al lugar sin hacer cola, basta un saludo de Jason con su espectacular sonrisa al portero para conseguir un pase VIP.

El ambiente es tranquilo con una decoración elegante . Las luces no son muy fuertes y la pulcritud es cinco estrellas. Tiene mesas dispuestas donde los comensales disfrutan sus platos, y también hay una barra larga con sillas altas dónde nos sentamos. El barman nos saluda cordialmente y nos entrega carta.

—Pide lo que quieras —dice despreocupado Jason ojeando las ofertas.

Espero no pasar vergüenza y conocer al menos un plato del menú. Abro la carta y...

—¡Madre!

—¿Qué pasa?

《¿Qué pasa? ¡Unos daditos de queso cuestan ochenta dólares!》

—Nada que... que me ha alegrado ver mi queso favorito en el menú...

—Es un poco tarde para comer queso.

—Claro...

Ahora entiendo a grado cabal el comentario anterior de Jason. Los precios de aquí a su majestad deben parecerle de risa; olvido a veces que estoy rodeada de multimillonarios. Seguro le causaría más gracia saber que con ochenta dólares yo merendaba un mes completo en mi escuela pública.

—Yo voy a pedir una sopa vegana con hongos y col rizada ¿Y tú?

—Lo... lo mismo. —Cierro la carta, no tiene caso.

Jason hace el pedido y pide además un 'Cabernet Sauvignon', que solo reconozco que se trata de un vino tinto cuando traen la botella. La comida no tarda mucho y realmente acompaño el comentario que es decente. La sopa tiene buen sabor, la col está fresca y nunca había probado este tipo de hongos pero deduzco por el silencio de el chico a mi lado que resultan tal como se esperaban.

—¿Qué te pasaba hace rato? —intenta averiguar sin mirarme cuando hemos acabado de comer.

—No es tu as... —Respiro. Me ha invitado a comer, no puedo ser tan ingrata—. Cosas.

—Ya... Pues esas «cosas» —recalca abriendo comilla con sus dedos—, te pusieron muy mal.

Dejo de jugar con la cuchara para mirarlo, es un poco incómodo que él lo haga de forma tan insistente. Los ojos azules se clavan desarmando el alma, no porque me resulten atractivos, sino porque quieren desvelar todos los secretos. No me gusta la gente que te investiga con la mirada.

—Ya deja de hacer eso —Le pongo la palma de mi mano frente a la cara.

—Hacer qué. —Él se mueve divertido hacia un lado para seguir mirándome.

—Eso... mirarme así.

—¿Por qué no?

—¿Es tu pregunta para todo?

—Sí cuando no me dan respuestas claras.

—No me gusta.

—A mí sí.

Por alguna patética razón mis latidos se aceleran. Jason sonríe ante mi desconcierto y saca de su billetera cinco billetes de cien dólares y se levanta. Es alto, mide casi dos metros como la mayoría de los chicos de la Academia, lo que me hace sentir diminuta cuando en realidad no lo soy. Pero es... el porte, la seguridad. Todo en él se acomoda en su figura de quien heredará un imperio.

—Me gusta mirarte Khristen Allen, y no me retengo nunca de lo que me gusta.

—Cómo...

Intento preguntar cómo sabe mi nombre completo pero mi cerebro tiene un conflicto con la garganta producto a lo que acaba de escuchar.

—¿Cómo lo sé? Te olvidas que mi padre es el otro dueño de Howlland nena. Te busqué en sus papeles.

—Pero... pero...

—Vamos.

Toma mi mano y me arrastra afuera. Jason es tan transparente que me bloquea. Normalmente puedo enfrentarme a las personas engreídas como él, pero no calculé que a diferencia de Arthur, este chico fuese... abierto. Entramos al auto e intuyo que la media hora siguiente hasta Mansión Fortress será bastante incómoda. Pero para mi sorpresa, él empieza hablar de sus gustos en vino y le sigo la corriente, más o menos.

Llegamos rápido y espero que mi madre no eche en falta el tiempo que he estado fuera. Justo cuando estoy bajándome del Rolls Royce pensando que no abordaremos más el tema, Jason toma la palabra.

—No has hablado mucho de regreso.

—No tenía mucho de que hablar... —Tanteo una mejor respuesta, hasta que finalmente lo digo—. Mira, te agradezco pero aún no entiendo por qué lo has hecho.

—¿Alimentarte?

—Todo en general. Eres empresario, asistes a Howlland, y tu hermana no me soporta por ser una plebeya, como ha dejado claro. Tenemos clases sociales totalmente diferentes y...

—Veo que no te ha quedado claro nena —me interrumpe, y se alisa el cabello rubio miel con las manos—. Me gustas.

Y ahí está, haciéndolo de nuevo. Mostrando su media sonrisa petulante creyendo que se ve encantador. Lo peor es que es verdad.

Ante mi silencio, saca una tarjeta de su billetera y me la entrega. Leo que tiene que ver con su negocio de la inmobiliaria de la familia O'Brien.

—No voy a comprar sus muebles.

—Al reverso tiene mi número telefónico. Quiero que lo tengas para que me llames cada vez que estés con hambre.

—Sabes que eso no sucederá.

—Yo creo que sí. —Me guiña un ojo—. Vamos entra, me aseguraré que llegues al apartamento.

—Em... Jason, gracias por la comida, estaba deliciosa.

—¿Quieres agradecerme? Llámame.

Se me escapa una sonrisa estúpida y me regaño al momento por eso.

《Al final te está haciendo efecto la impresión que causa el inglés Khris》

Salgo caminando para atravesar la terraza central y cuando doblo buscando el apartamento, desaparezco del ángulo de visión de O'Brien. Cuando abro la puerta, veo un plato preparado en el microondas y abarca una pena por mi madre. Me asomo a nuestra habitación pero está a oscuras, y ella reposa rendida en su cama. Me cambio de ropa y reviso el celular, tengo seis videollamadas perdidas de Lilly y un mensaje:

"¿Seguimos siendo mejores amigas?"

Oh cielos, le dije que la llamaría después de instalarme pero he tenido dos días bien locos.

"Lo siento. Prometo llamarte."

Me limito a responderle. Mañana sin falta la llamo. Guardo el teléfono y me tiro en mi cama para recuperar fuerzas y enfrentar otro día loco en Howlland.

NOTAS

SAVEUR: Sabor, en francés.

La ficha de Personaje de Jason está en la Guía.

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