uno

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(( ☕ ))

El día en cuestión llegó más rápido de lo que hubiera deseado. Me sentía exhausta y nerviosa. SeAh de verdad me había presionado y, debido a mis ganas por descansar, había estado postergando mi alarma muchas veces. Demasiadas. Ni siquiera llevaba la cuenta.

Me preguntaba por qué, en días así, mi cama se sentía más cómoda y mullida.

―¡HaeBi! ¡Apaga esa alarma! ―el grito molesto de mamá retumbó en la casa.

Al tanteo postergué la alarma un par de veces más hasta que mi sueño se esfumó. Me quedé viendo al techo durante unos minutos mientras pensaba en qué ponerme. SeAh solo dijo que usara ropa cómoda y normal.

Cuando me aburrí, me levanté con pereza y empecé a buscar en mi armario. Tomé un conjunto deportivo negro que consistía en una sudadera con un pantalón holgado que me llegaba hasta la cintura. También agarré una blusa de tirantes blanca y mi ropa interior. Con eso listo, me di una ducha corta para relajarme un poco antes de ir a desayunar.

Al salir, me vestí y arreglé. Cepillé mis dientes y cabello y me hice un maquillaje simple: delineador, pestañas rizadas y con máscara, BB cream, un poco de sombra y tinta en los labios. Casi siempre era igual.

Luego bajé a la cocina y me encontré con la figura de mi madre preparando lo que parecían panqueques, entonces supe que mi plan de un desayuno rápido no se haría, aunque no me quejaba. Olía realmente bien. De hecho, ella era especialmente buena cocinando lo que se propusiera, aunque rara vez lo hacía. De todas las veces que recordaba, no existió una en la que su comida supiera mal. Ni siquiera cuándo preparaba algo con lo que tuviera a mano.

―Estaba a punto de llamarte ―informó mamá, aún concentrada en el sartén.

―¿Panqueques o crepes? ―pregunté, sentándome en uno de los taburetes alrededor de la isla.

―Ya sabes, panqueques. Y antes de que lo digas, no, no vas a tomar café.

―Pero no tiene nada de malo, mamá. ―Hice un puchero que ella, claramente, no vio.

―Todavía eres muy joven para consumir cafeína. ―Giró un poco su torso y me lanzó una mirada autoritaria.

―Ya tengo diecinueve. ¿Cuándo vas a aceptar que soy, básicamente, adulta?

―Cuando dejes de vivir bajo mi techo ―soltó aquella frase tan común, apagando el sartén y dejando el plato con la pila de panqueques en medio de la isla.

Tomé uno y lo comí mientras mamá me servía un vaso de leche que puso frente a mí. Le di un sorbo en el momento que ella se preparaba una buena taza de café. Era como poner mi tentación en mi nariz. Amaba el olor de la cafeína, así que supuse que podría ir con SeAh a beber algo después de la audición.

Mientras desayunábamos, mamá y yo hablamos poco, tan solo lo suficiente. Los tópicos principales eran su trabajo o mis estudios. También solía mencionar si llegaría o no para el almuerzo, aunque casi nunca sucedía. Por ese motivo, era común que comiera fideos instantáneos o que pidiera comida. ¿Cocinar? Digamos que no era buena, siempre ocurrían desgracias que tardaría en enumerar.

Mi progenitora era muy dedicada a su empleo, por eso estaba poco en casa. A veces, como ese día, también iba a trabajar los fines de semana. Rara vez hacía comida casera y, bueno, la entendía. Ella era ambiciosa en cierto nivel, así que se esforzaba para tener un ascenso. Su ambición también hacía que su orgullo por mis calificaciones fuera extremo. Yo detestaba que siempre hablara de eso, pero no decía nada, porque ella parecía contenta.

Si ella estaba feliz, yo también.

Recogimos todo cuando terminamos de comer y luego subí para cepillar mis dientes y ponerme perfume, siempre en ese orden, era mi costumbre. También preparé mi mochila, guardé un cuaderno, un par de libros y una lapicera con lo básico. Sin importar lo que fuera a hacer, acostumbraba a llevar lo necesario para estudiar si tenía algún momento libre. No es que disfrutara hacerlo si soy honesta, pero mis calificaciones no iban a mantenerse solas.

Después, desconecté mi celular y vi la hora: diez para las nueve. También me percaté de un mensaje de SeAh que decía que estaba por llegar. Guardé el aparato en mi sudadera y eché mis audífonos a la mochila y la cerré. Era poco probable que los usara, pero igual los llevaba.

Seguido de cargarla sobre en mis hombros, salí de mi habitación y bajé los escalones con parsimonia, como si no quisiera llegar al último, aunque solo estaba haciendo tiempo hasta que llegara mi mejor amiga.

Justo antes de pisar el penúltimo peldaño, el sonido del timbre resonó: ding, dong. En apenas un segundo vi a mi madre llegar a la puerta hecha un bólido. Mientras ella recibía a SeAh, yo apenas llegaba a la entrada y tomaba mi billetera, la cual guardé en el bolsillo delantero de mi mochila. Saludé de mano a mi amiga antes de sentarme en el piso para cambiar mis pantuflas por unas deportivas blancas. En ese poco tiempo, mi madre le había realizado todo un interrogatorio a la recién llegada.

Cuando me puse de pie, saludé mejor a SeAh con un abrazo y nos despedimos de mamá, quien no cuestionó mucho y solo dijo lo típico de “no llegues tarde”. Así, nos alejamos unos pocos pasos de mi casa, cuando SeAh no pudo contenerse más y me lanzó una mirada sugerente.

―¿Qué? ―pregunté con una sonrisa divertida.

―Estoy emocionada. Creo que tendrás suerte. No ―se corrigió―, estoy segura. Tengo fe.

―No sé yo. Ya veremos.

Ella sonrió de forma confiada, entrelazando nuestros brazos y continuamos caminando hasta la parada de autobuses, donde esperamos unos minutos hasta que llegara el transporte. Al subirnos, pasamos la tarjeta por el detector para que nos cobrara y escogimos un par de asientos casi al fondo. Como era habitual, SeAh se adueñó del que estaba junto a la ventana.

El viaje fue ameno, ya que hablamos sobre diferentes cosas. A veces daba un vistazo por la ventana, observando la ciudad. También pasaba olímpicamente de lo que sonaba en la radio, porque estaba pendiente de SeAh. Aunque, tampoco tenía mucho interés en la música local, siendo que cada vez era más popular.

―Tenemos que bajarnos en la parada que sigue ―comentó SeAh y asentí en respuesta.

Ese último tramo, me desahogué sobre un drama que había empezado a ver hace poco. Fue demasiado trágico para mi gusto. Me concentré tanto en lo que estaba diciendo que no noté que la siguiente parada estaba cerca, por lo que SeAh decidió tomar mi mano y empujarme para que me levantara y me bajara del autobús.

―No hacía falta tanta agresividad ―me quejé en broma.

―Casi nos haces pasarnos

―Mejor deja de ser tan paranoica y guíame por el sendero de mi posible futuro, anda ―dije con tono teatral―. Acabemos rápido para poder ir por un café.

―¿YoungHa no te dejó tomar café de nuevo? ―Sonrió con un ápice burlesco.

Asentí repetidas veces con frustración.

―Sigue diciendo que soy muy joven. Por suerte entre semana sí puedo obtener mi dosis de cafeína.

SeAh dejó salir una pequeña risita.

―Vamos, pero esta vez no te tropieces.

Empezamos a caminar.

―¡Ya olvídalo! Eso fue hace meses ―me quejé.

(( ☕ ))

Frente a nosotras se alzaba un edificio de varias plantas que resultaba imponente pese a que, a su alrededor, había otros mucho más altos. Todas las ventanas se veían azules debido al reflejo del cielo en ellas. En realidad, era un edificio común. Ni siquiera tenía algún letrero relacionado a la empresa.

―¿Segura que es aquí? ―le pregunté a SeAh sin dejar de analizar la fachada.

―Sí, la Plaza YangJin.

―Esto es… dudoso.

―Ten fe, ¿cuántas veces debo repetirlo? ―Tomó mi mano y tiró de ella―. Hay que entrar por un costado.

Una puerta de cristal se dejó ver debajo del letrero de la plaza. Esta estaba abierta y permitía el ingreso. No había nadie alrededor.

―Van a secuestrarme y traficar mis órganos y va a ser tú culpa ―dramaticé.

―Que no, mujer. Relájate.

―¿Vienen a las audiciones? ―Una chica que vestía formalmente preguntó.

―Ella. ―SeAh me dio un empujón.

―Bien, eres la primera, acompáñame.

―¿Qué? ¿La primera?

Empecé a seguirle al piso superior, dejando a SeAh atrás después de despedirme con la mano.

―Sí, es bastante temprano en realidad. Aún falta hora y media más o menos ―informó con calma.

En mi mente, tuve ganas de darle un zape a SeAh por hacerme llegar tan temprano.

Entramos a un cuarto de tamaño medio donde había varias sillas distribuidas y también un escritorio simple. En él, reposaba un portátil y una carpeta, de la cual la chica sacó un papel que me entregó.

―Debes llenarlo y me lo devuelves para registrarte.

―Entiendo. ―Asentí tomando el formulario―. Gracias.

Me senté en la silla que tenía más cerca y saqué un bolígrafo y un cuaderno para apoyar la hoja.

Nombre: Kwon HaeBi (권해비)
Edad internacional: 18
Fecha de Nacimiento: 01 de enero de 1998
Género: Femenino
Lugar de Residencia: Hannam-dong
Redes Sociales: Instagram: @haebi_kwon

Al terminar de llenar la información necesaria, firmé al final y le devolví el papel a la chica. Ella lo dejó a un lado de su portátil y empezó a teclear con rapidez.

Para matar tiempo, hice garabatos en la última hoja de mi libreta, aunque me aburrí pronto y terminé leyendo el libro de historia que tenía guardado en la mochila. O puede que solo haya estado ojeando las imágenes.

Pasado un buen rato, sentí que llegó una persona más. Luego otra y otra. Había chicos y chicas. A mis espaldas, una de ellas chilló con emoción:

―Podré conocer a BTS si paso.

Debido al ruido que iba en aumento, decidí dejar de lado el libro de historia y lo guardé. Saqué mi celular para ver la hora y me fijé en varios mensajes que SeAh me había mandado. Los leí por encima. Seguía diciendo que tenga fe y que lo haría bien.

Minutos después, otra chica entró a la sala. Al verle, detallé su atuendo: una blusa blanca con unos pantalones de vestir anchos y de cintura alta. Eran lo suficientemente largos para cubrir un poco los tacones tan altos que llevaba. Era formal y a la vez femenino. También noté su cabello peinado a la perfección. Se notaba la atención puesta en su aspecto físico.

Ella revisaba algo en su tableta y, antes de llamar el primer nombre, vio la hora. Una vez comprobado el tiempo, anunció:

―Kwon HaeBi, dieciocho años. Acompáñeme.

Me levanté, tomando mi mochila y caminé rápido, ya que sentí muchas miradas sobre mí.

La chica me guio hasta otra sala, donde recibí un adhesivo con el número 001, el cual tuve que pegar en mi blusa. Luego me entregaron un micrófono y me pidieron las pistas de acompañamiento, así que entregué una memoria USB que SeAh me dio repitiendo que ahí estaba el instrumental de la canción y la música para la coreografía. En ese momento agradecí no haberla olvidado.

―Bien. Deja tu mochila ahí. ―La chica señaló un lugar cualquiera y obedecí―. Y ponte sobre la equis ―añadió dándome un micrófono.

Por dentro me estaba muriendo de nervios, sin embargo, intentaba mantener mi compostura. «Es solo como una exposición», me mentalizaba y mordía mi labio con ahínco mientras caminaba hasta el centro de la sala. También estaba apretando el micrófono con fuerza e intentaba no fijarme demasiado en las personas que estaban al frente.

―Preséntate ―pidió la voz del hombre sentado en el medio.

―Me llamó Kwon HaeBi y tengo dieciocho años. Cuiden de mí. ―Hice una reverencia.

―Puedes empezar ―indicó la misma voz.

Entonces la melodía del piano empezó y cerré mis ojos para no pensar en nada más. Recordaba las palabras de SeAh por última vez:

―Además de afinar, debes cantar con sentimiento, porque no tiene gracia si no.

Secret de TaeYeon fue la canción que escogimos. Era tranquila y me gustó mucho cuando SeAh me hizo escucharla.

La letra fluyó de mi memoria y terminé sin darme cuenta. Abrí los ojos.

Así mismo, me indicaron que continuara con el baile. En ese aspecto no me sentía confiada, pero seguí el ritmo de la pista según SeAh me había enseñado.

Al concluir, me mantuve sobre la equis, aún mordiendo mi labio y apretando el micrófono con tanta fuerza que tenía miedo de poder dañarlo. Además, mi respiración estaba muy agitada. Aunque intentaba evitarlo, no podía dejar de ver a los adultos anotando en sus papeles y hablando entre sí de forma que, para mí, eran murmullos.
Me sentía impaciente.

El hombre en la mitad, el cual llevaba anteojos, tomó un micrófono y empezó a hablar:

―Es un placer, HaeBi, soy Bang PD. ―Revisó sus hojas y continuó―: Veo bastante potencial en ti y sé que, si te esfuerzas, puedes ser capaz de explotarlo y mejorar muy rápido. ¿Estás dispuesta a hacerlo?

Asentí con prisa sin ser capaz de sacar palabras de mi boca. Necesitaba beber agua.

De reojo, vi que otro hombre tomó el micrófono frente a él.

―Solo tengo una pregunta: ¿por qué una estudiante de último año, que está dentro de las mejores del país, está haciendo una audición para convertirse en idol?

Supuse que pudieron buscar mi nombre en Internet. ¿Era algún protocolo? Tal vez. La realidad era que no resultaba difícil encontrar información sobre mí y varios estudiantes más. Muchas noticias hablaban sobre eso cada cierto tiempo.

Acerqué el micrófono a mis labios, pensando en una buena respuesta, porque decir: «mi mejor amiga me convenció de venir», no sonaba factible.

―A veces queremos cambiar nuestras vidas, tomar riesgos. Este es el riesgo que estoy tomando hoy ―expresé en una mezcla de ideas.

―Gracias, eso es todo ―dijo el que había preguntado y luego asintió, viendo a Bang PD.
Este habló:

―Espera en esa sala. ―Señaló una puerta ubicada a un costado.

Hice una reverencia final, devolví el micrófono y me dirigí al lugar indicado. Allí se destacaba una pared cubierta con espejos. Era un espacio muy amplio.

Al no saber qué hacer y recordar que dejé mi mochila en la otra sala, me di un golpe mental. No tenía con qué distraerme y tampoco sabía cuánto tiempo estaría ahí. Lección interna: no dejar mis cosas dónde sea. Debido a eso, me senté a esperar, apoyada en uno de los espejos.

Al menos tenía mi celular.

Lo saqué de mi bolsillo y encendí la pantalla, topándome con un nuevo mensaje de SeAh:

sáb., 18 de junio del 2016

SeAh_10:20

Me tengo que ir.
Mi tía me pidió ayuda en la tienda.
Me avisas como te fue. 💕

HaeBi_10:38

Creo que pasé.

Envié el mensaje y suspiré. No tenía con quien ir a tomar un café. Definitivamente se lo cobraría luego.

Abrí el primer juego que se cruzó en mi camino e intenté pasar el rato. Pensé en ver alguna película, pero no tenía mis audífonos cerca. Qué irónico.

«Muchas gracias, universo».

(( ☕ ))

-Bi (Rain.y) 🌧

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