siete

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(( ☕ ))

Durante toda la cena, mamá y el señor Han hablaron de negocios. Dijeron que estaban en la mejor época de la empresa y muchas otras cosas que me dieron igual. El señor Han también alardeó de los logros recientes de su hijo en los deportes y mamá resaltó lo buenas que eran mis calificaciones para no quedarse atrás. Después de eso volvió a salir la idea de emparejarnos.

―No cabe duda de que serían una pareja envidiable ―comentó el señor Han.

Yo me limité a sonreír con falsedad y comer. Aunque MinJae sonrió con satisfacción.

Hubiera querido que la cena no terminara. Sabía que mi condena había sido dicha. Detestaba que las personas con dinero tuvieran tanto poder.

MinJae se levantó y tomó mis manos.

―Ya hablé con tu mamá sobre esto y tengo su bendición, HaeBi ―informó emocionado.

Quería que el pelinegro dejara de arruinarme. Quería borrar nuestra primera interacción. Quería huir.

Mis manos sudaban.

―¿Quieres ser mi novia?

«No».

―Sí ―solté sin más al ver de reojo a mamá y su rostro expectante.

Una sonrisa que aparentaba ser sincera se instaló en sus labios y me levantó de la silla para abrazarme con fuerza. Me sentía aturdida. Ni siquiera tenía claro qué respondí.

Terminé de arruinarme sola sin darme cuenta.

―Prometo que te haré feliz.

Le devolví el abrazo solo porque sentí la mirada de los mayores y, así, ellos empezaron a aplaudir. La satisfacción en sus caras no era broma. Incluso empezaron a hablar de matrimonio. ¿Qué diablos? No había forma de que yo dejara que llegue tan lejos esa relación. De no ser por el claro chantaje de Han, le habría dicho que no.

Si no hubiera amado tanto a mamá, la historia sería muy distinta. Y ojalá lo fuera.

―Tengo otro anuncio ―el señor Han llamó nuestra atención―. Enhorabuena, YoungHa, tendrás un ascenso.

Así que la euforia colectiva creció.

―¿En serio? ―Mamá se tapó la boca por la sorpresa y noté sus ojos volverse más brillantes.

―Claro. Te lo mereces.

―Muchísimas gracias. ―Reverenció y no pudo contener sus lágrimas.

―Al parecer solo hay buenas noticias hoy ―dijo MinJae, abrazándome por la espalda―. Me alegra. ―Besó mi mejilla.

¿A mí también me alegraba? Si mamá obtuvo lo que quería, ¿podía conformarme con su felicidad? Creía que sí.

―Que no les de vergüenza. Pueden besarse ―dijo el señor Han.

MinJae, sin esperar por más, me dio la vuelta y plató sus labios sobre los míos. Para mi fortuna, no profundizó el beso.

―Ya eres mía ―murmuró al alejarse.

Tuve la sensación de que tardó mucho en decirlo. Me dieron náuseas.

―Hiciste lo correcto. ―Juntó nuestras frentes.

Apreté los labios y cerré los ojos, odiándome por ser tan fácil de manipular. Por eso a SeAh tampoco se le complicaba mucho convencerme de algo.

Necesitaba un botón de salida de emergencia.

―Verles juntos me derrite el corazón ―mencionó mamá.

Eso nos hizo separarnos.

―La siguiente cena será en nuestra casa ―dijo el señor Han―. Ahora vayan al jardín. Tengo que finiquitar unas cosas con YoungHa. Te avisaré para irnos ―le dijo a MinJae.

―Sí, padre ―le respondió.

Con demasiado descaro, mi nuevo y para nada deseado novio tomó mi mano y le llevó hasta el jardín a rastras. Se sentó con la espalda apoyada en el viejo árbol y, debido a que nunca me soltó, me acomodé a su lado. El silencio que debió durar tan solo dos minutos fue abrumador. Mi mente no me dejaba tranquila, así que empecé a morder mi labio, lo peor fue que también empecé a sacar algunos pellejos. Hace tiempo que había dejado de hacer lo último. Escuchar la respiración tranquila de Han solo aumentaba mi ansiedad. Cerré los ojos cuando el brilló de la pantalla de su teléfono apareció. No me importó fijarme en qué hacía, porque no lograba sacar la pregunta de mi cabeza: «¿Qué diablos hiciste, HaeBi?».

La llamada que recibí de SeAh en ese instante me bajó de nuevo a la tierra.

―¿¡Cómo que eres la novia de MinJae!? ―chilló del otro lado, sorprendiéndome.

―¿Cómo te enteraste de eso?

No habían pasado ni cinco minutos.

―No lo subestimes. Ya lo publicó en su perfil.

«Maldita sea».

―No tuve opción ―murmuré. Mi cara denotaba aflicción―. Me chantajeó.

―Vaya, lo logró ―dijo con incredulidad.

MinJae me arrebató el teléfono.

―Habla conmigo, yo soy tu novio.

―Por desgracia. ―Extendí mi mano―. Dámelo ―indiqué en tono firme, porque no importaba que tan mal me sintiera, no quería que él lo notara.

―Primero dime con quien llegaste hoy. ¿Me querías poner celoso? ―preguntó con arrogancia.

Me tomó un segundo concluir que no fue mamá quién me vio llegar, sino Han. Tal vez quería recibirme en la puerta o algo así.

―Ni en tus sueños. ―Reí con ironía―. Además, no es de tu incumbencia.

Ladeó la cabeza y sonrió de lado.

―Se te está olvidando que eres mi novia. Espero que no te acerques a otros chicos de ahora en adelante.

―¿Vas a vigilarme para asegurarte o qué?

―Podría. ―Se encogió de hombros y me devolvió el celular―. Mañana voy a pasar por ti, así que espérame. Si no, habrá consecuencias.

―Ya tengo suficiente con ser tu novia y ¿ahora quieres que pase tiempo contigo? ―inquirí con molestia―. ¿No estás siendo demasiado posesivo?

―Solo pido lo justo. Te daré tu espacio siempre y cuando pases algo de tiempo conmigo.

―Han, no tengo tiempo para esto. No quiero un novio. Estamos en nuestro último año y, por si no te diste cuenta, necesito mantener mi promedio.

―Podríamos estudiar juntos.

―Tú me hartas. ―Me pasé la mano por el cabello, exasperada―Me pides mucho cuando no quiero darte nada.

―Solo tienes que poner de parte, aunque sea un poco. Yo puedo poner el resto. ―Se tocó el pecho―. Quiero que esto funcione. ―Se empezó a acercar con lentitud hasta estar muy cerca de mi rostro―. Quiero hacerte feliz. ―Me besó.

Lo que tenía claro era que Han nunca iba a implicar felicidad para mí y detestaba que él creyera que sí.

Con prisa y asco, le aparté de un empujón y hui para refugiarme en mi habitación. Me excusé con los adultos diciendo que estaba cansada. También me abstuve de cerrar de un portazo. Me lancé sobre la cama boca abajo y lloré, ahogando los jadeos con el colchón.

«¿Cómo pudiste dejar que te bese? ¿Cómo pudiste dejar que te tome de la mano? ―me preguntaba―. ¿Cómo voy a verle a la cara sin sentirme mal?». Tomé una almohada y ahogué un grito en ella. Mi intención no era decirlo en voz alta, pero todo lo que JeongGuk me provocaba solo conseguía dejar en claro que aún tenía sentimientos por él. Y lo odié, pues estábamos muy lejos de ser algo de nuevo.

Toc, toc. Me apresuré en limpiarme las lágrimas y sentarme. Respiré profundo mientras él entraba en mi habitación, evitando el contacto visual y agradeciendo que las luces estaban apagadas. Después de acomodarse a mi lado, dijo:

―De verdad me gustas, HaeBi. He querido que seas mi novia desde el primer momento y no quiero perderte ahora que ya te tengo. Sé que a veces soy un cretino, así que lo siento. ―Me abrazó con demasiada fuerza.

¿Sinceridad? No pude encontrarla, sobre todo en la última frase.

―MinJae, sabes que no me siento de la misma forma que tú y no va a cambiar ―le respondí con frialdad.

―Haré las cosas bien, solo dame una oportunidad. Sé que puedo lograr que te enamores de mí. ―Me alejó, sosteniéndome de los hombros, y sonrió. Pude notarlo gracias a la luz de luna.

―Solo una ―bisbiseé.

Me abrazó con más fuerza, como si fuera posible e intentó besarme, sin embargo, me cubrí la boca con la mano. Me sorprendí cuando dejó un beso en mi frente y no se quejó por mi rechazo. Entonces me soltó.

―Mañana paso por ti.

Debía empezar a intentar quererle.

―Bien.

La sonrisa seguía en su rostro. Asintió una vez antes de salir.

La oportunidad que le di no nació de mis deseos propios, sino de los ajenos. De los deseos de mamá. Quise creer que lo que ella quería para mí era lo que estaba bien y, sabiendo eso, también quise convencerme que lo mejor era construir un muro entre Jeon y yo. Nuestros caminos se habían separado hace mucho y, pese a habernos encontrado de nuevo, No debíamos unirlos. Cada uno estuvo viviendo su vida sin el otro durante esos años y no hubo problemas. ¿Por qué cambiar lo que está bien?

Con la luz encendida y frente al tocador, jugué un rato con la pulsera. Sopesé mucho, pero la mejor conclusión fue quitármela. La eché sin cuidado en el cajón y lo cerré. No podía aferrarme a un objeto y mucho menos a uno que significaba tanto. Tanto que dolía. Parecía aceptable dejar eso para ir por el camino que me llevaba con Han. Hablaría con JeongGuk solo de ser necesario. Intentaría respetar mi nueva relación, aunque no quisiera estar en ella. Supuse que habría una recompensa a largo plazo, sin importar las peripecias del principio.

Sonaba tan convincente, pero ¿por qué no podía dejar de llorar? Me repetí: lo que quieres no es lo que necesitas, siendo Jeon lo primero y Han lo segundo.

Aunque me sintiera como la marioneta de mamá, quería soportarlo por darnos la vida que teníamos en ese momento. Tal vez todo se calmaría luego. Tal vez luego me agradezca a mí misma.

Con un cumulo de pensamientos y recuerdos que necesitaba olvidar, me acosté a dormir, deseando que alguien me abrazara. Que alguien me ayudara a saber por dónde ir. «Todo va a mejorar cuando estés con MinJae», las palabras de mamá rondaron por mi mente sin cesar. Tal vez era verdad, pero eso no hacía que dejara de sentir el dolor y frustración en mi corazón. 

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3/4

Ojalá estén disfrutando de los capítulos.

¿Sabían que el emoji original de LB era una paleta (🍭)? Era así porque combinaba más con los colores de los baners y la portada. Sin embargo, cuando empecé a editar la historia, lo cambié por un café porque representa a HaeBi.

Con amor y cariño, Bi. ♡

-Bi (Rain.y) 🌧

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