ocho

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(( ☕ ))

Me levanté de la silla con los nervios consumiéndome de pies a cabeza. Cerré los ojos y me repetí por enésima vez que solo tenía que decirlo como todas las veces que practiqué con mamá antes de llegar.

―Hola, me llamo Kwon HaeBi. Por favor cuiden de mí. ―Me incliné con un ángulo de noventa grados.

Pese a que toda mi familia era coreana, no había tenido relación con la cultura. Hasta ese entonces había vivido en Canadá y, aunque los adultos hablaran coreano de vez en cuando, nunca fui capaz de aprenderlo para expresarme, pero sí para entenderlo. Me sentía insegura.

―Bien, puedes sentarte.

Mamá había decidido, después de analizarlo mucho, que regresáramos a Corea. Consiguió empleo en Busán, aunque su meta original era llegar a Seúl directamente. Tampoco le hizo mucho ruido, ya que sus padres vivían en la costa. Era un poco obvio que yo no estaba feliz con su decisión en absoluto, pero tampoco lo expresé.

―Tu mamá necesita hacer esto ―mi abuela habló conmigo antes de irnos―. Lo sabes, ¿verdad?

―¿Es por papá?

Ella asintió. Acarició mi cabello.

―Sé que no quieres irte y que será difícil, pero va a mejorar con el tiempo. Eres fuerte, HaeBi. ―La abuela me atrapó en un abrazo.

Pero yo no me sentía fuerte en absoluto. Estaba siendo obligada a dejar todo lo que conocía. Amigos, primos, tíos, abuelos paternos, ellos se iban a quedar ahí. Añadiéndole lo del idioma, era frustrante. Mamá dijo que no me preocupara por eso, porque acabaría aprendiendo tarde o temprano. Citó el método de la inmersión lingüística. ¿Pero cuánto tomaría?

Las clases fueron difíciles. Me sentía perdida. Las costumbres y el idioma eran lo principal. Solo llevaba tres días en Corea y ya quería irme, solo que, según mamá, era casi imposible que regresáramos a Canadá a menos que quisiera ir a la universidad allá. Me causó pesar oírlo, pero olvidé el tema cuando me di cuenta de que ella había dejado de llorar por las noches, porque, aunque lo hubiera intentado disimular, siempre alcancé a darme cuenta. Claro que tampoco llegué a preguntarle al respecto. De cualquier forma, una vez le escuché hablando con mi tía, entendí que le dolía, supuse que hablaba de papá. Ese era un tema que me intrigaba mucho, sin embargo, preguntarles a los adultos era impensable. ¿Por qué? Ellos solían evadir el tema con agilidad, como si ya tuvieran práctica. Actuaban como si mi progenitor no hubiera existido y, en lugar de borrar por completo mi interés, hacían que creciera. Me parecía un misterio por resolver. Durante un tiempo intenté ser Sherlock Holmes y obtener información, pero fracasé de forma estrepitosa. Lo peor del caso era que no tuve ni un cabo del cual tirar. Sin fotografías, sin cartas, sin nada. He ahí el enigma familiar. Incluso mi prima intentó ayudarme, siendo mi Watson. Al menos fue divertido intentarlo.

En algún punto llegué a preguntarme qué habría cambiado si mi progenitor se hubiera quedado en caso de irse o si hubiera vivido. No sabía por qué no estaba.

Solté un suspiro largo, cansada de no entender nada pese a poner atención. Harta de no poder tomar apuntes, porque era lenta leyendo hangul y aún más lenta escribiéndolo. El inglés era un millón de veces mas fácil. Imaginé que la mejor opción que tenia en ese instante seria buscar una explicación en internet más tarde. Dejé caer el lápiz mecánico sobre mi cuaderno y me apoyé en el espaldar de la silla con brazos cruzados, sin dejar de ver al frente a ver si se me quedaba algo de información, aunque era evidente que ya había tirado la toalla.

―¿No entiendes? ―susurró el chico que estaba a mi derecha.

Volteé a verle y negué con la cabeza.

―Te puedo explicar después ―se ofreció de forma amable y sonrió un poco con los labios juntos.

―Gracias ―respondí de manera formal.

Ambos volvimos a atender después de eso. O lo intenté al menos.

Me quedé pensando cuál era su nombre, porque no alcancé a leer su broche. Debería preguntárselo luego, aunque, ¿cómo? Conocía la palabra nombre, pero nada más. No pude formular la pregunta.

(( ☕ ))

Tenía el teléfono en la mano mientras esperaba una llamada de mamá. Estaba sentada en las gradas de la cancha de futbol, debajo de una pérgola, porque llovía. Aun así, algunos chicos mayores estaban jugando. Les veía para pasar el rato. En otras circunstancias, me habría ido sola a casa, pero tenía claro que si salía de la institución me iba a perder y mamá dijo que me recogería. Empecé a mover las piernas de forma algo frenética por el frio y la ansiedad. Después empecé a morderme el labio. Ya había pasado un tiempo desde la ultima clase. No quedaba mucha gente.

Al girar a la derecha, vi al chico de hace un rato. Se acercaba sin prisa, cubriéndose de la lluvia con su sombrilla.

―Hola de nuevo ―dijo antes de sentarse junto a mí―. ¿Olvidaste traer paraguas?

―No es eso. ―Me quedé callada un segundo tratando de formar la oración que quería decir―. Mi mamá... ―no pude continuar.

―¿Sí? ―Me veía expectante.

―No puedo hablar coreano ―expliqué en inglés esperando que entendiera.

―Ah, por eso no has hablado en todo el día.

Asentí varias veces.

―¿Me puedes entender? ―inquirió con sorpresa y volví asentir―. Pero no puedes hablarlo. Qué extraño.

Me encogí de hombros en respuesta. Sentí la vibración de mi celular y contesté con prisa.

―Hola, mamá. ¿Ya llegas?

―HaeBi, lo siento. No puedo pasar por ti.

Fue doloroso.

―Está bien ―fingí que no me afectó.

―Te envío la dirección de nuestra casa para que tomes un taxi. ―Tenía prisa, lo noté en su voz―. Nos vemos en casa.

Fui incapaz de responderle debido a que había colgado. Suspiré por enésima vez, bloqueando la pantalla del teléfono. Intenté contener las lágrimas. Quise que se fueran. ¿Cómo se suponía que tomara un taxi si no podía expresarme? Saber que no estaba en Canadá era jodidamente frustrante.

Solo bastó que se escapara una lagrima para que el resto lo hicieran.

―¿Estás bien?

Negué con la cabeza mientras intentaba que mi respiración no se alterara.

―¿Qué pasó? ―por algún motivo sonaba preocupado.

Y quise responderle. Quise explicarle. En serio quise, pero no podía. Apreté el celular con fuerza y solo atiné a negar con la cabeza de nuevo. Me pasé la maga del uniforme por las mejillas para secarlas. Giré la cabeza a la izquierda vi al cielo. Nunca me había gustado que me vieran llorar, sin embargo, las palmaditas que ese chico me dio hicieron que regresara a verle.

―No llores, ¿sí? Respira ―pidió quedo―. Dime que pasó.

―No sé. ―Mi poco vocabulario me iba a matar. Tomé una bocanada de aire. Si empezaba a respirar mal, también empezaría a hipar.

―¿Debería aprender inglés para poder hablar contigo?

―No, está bien.

Más bien, yo debía aprender coreano.

Mi teléfono vibró de nuevo con el mensaje de mi progenitora con la dirección de nuestra casa. Al ver el ícono de notificación, también vi la pequeña señal de 4G y tuve una idea: usar el traductor. Aún no hacían traslaciones excelentes, pero se lograban entender. Sin pensarlo mucho, abrí la página popular y escribí oraciones sencillas para que no se perdiera el significado de lo que intentaba decir. Le enseñé la pantalla cuando tuve el resultado.

Después de leer, se ofreció a llevarme.

―¿Tienes la dirección?

Asentí y la abrí antes de enseñársela.

―Ah, está cerca de mi casa. Vamos. ―Se puso de pie―. Hoy no tengo clases de taekwondo, así que puedo acompañarte.

―¿En serio? Gracias ―expresé con euforia mientras me levantaba.

Puso el paraguas en alto y me acomodé junto a él. Empezamos a caminar a la par. También decidió explicarme el recorrido por si lo necesitaba a futuro. En respuesta, solo asentí para que supiera que le estaba poniendo atención. Pensé en muchas cosas que decir, sin embargo, se quedaron en mi cabeza.

Fue cuestión de un abrir y cerrar de ojos hasta que pude reconocer el barrio donde vivía, entonces pensé en ese chico como un ángel guardián o algo por el estilo. Llegó a salvarme.

―¿Cuál es tu casa?

Apunté la edificación. Él asintió y me llevó hasta ahí. Cerró el paraguas cuando estuvimos debajo de la pérgola y nos quedamos de frente unos segundos, entonces me fijé en su broche. Lo apunté y usé una sola palabra para preguntarle cómo se llamaba.

―Nombre.

―Ah, es cierto. ―Sonrió algo apenado―. Soy Jeon JeongGuk.

Aunque estaba segura de que debió escuchar mi nombre en la mañana, me presenté también:

―Yo soy Kwon HaeBi.

Casi usé mi otro nombre.

Entonces la lluvia se intensificó. El cielo se iluminó mucho y le siguió un sonido estridente. JeongGuk miró el cielo y después a mí.

―Creo que me voy. ―Se preparó para abrir el paraguas―. Nos vemos mañana. ―Sacudió su mano en despedida.

Antes de que se diera la vuelta, tomé la manga de su blazer y señalé la puerta. Me miró un rato, confundido.

―¿Quieres que entre a tu casa?

Asentí y él ladeó la cabeza

―¿Por qué?

―Lluvia.

Esa palabra fue la primera que aprendí, porque la silaba formaba parte de mi nombre y del de mi prima. Después aprendí sol. Aunque fuera un poco egocéntrico, ambas eran mis palabras favoritas.

―No te preocupes, estoy bien.

Volví a tirar de su manga con insistencia.

―Un rato.

―No quiero molestar ―dijo.

Solo negué con la cabeza. Estaba siendo difícil convencerle y, antes de que pudiera poner otra excusa, abrí la puerta de la casa y le jalé hasta adentro. Le llevé a la sala y se sentó en el sillón más grande. Luego le di el control del televisor, encendí la calefacción y preparé chocolate caliente usando la receta especial de la abuela. Le entregué una taza llena a Jeon y yo me quedé con la otra. De forma vergonzosa, era lo más complejo que podía hacer en la cocina. Nunca fue mi fuerte.

―¿Quieres que te explique lo que vimos en clase? Te puedo prestar mis apuntes.

JeongGuk era una buena persona y lo seguía siendo. Desde la primera vez lo supe. Lo que no imaginaba era todo lo que llegó después. Me ayudó demasiado hasta que se marchó. Que lo hiciera sin avisarme fue lo que me lastimó y me hizo guardarle rencor. No entendí por qué, pero creo que eso le hizo memorable; entró y salió de mi vida de forma inusual, así como regresó varios años después.

¿Hubiera dolido menos si conocía sus razones para irse? ¿O si se despedía? Me hice esas preguntas varias veces.

(( ☕ ))

4/4

Al parecer escribí este capitulo porque estaba feliz de que JK hizo un en vivo en aquel entonces.

Por fin un vistazo al pasado. UwU
Son cinco capítulos que van a explicar los días en Busán. Distan mucho de la idea original que tuve hace unos cuatro años (dije esto como a inicios de 2021 o finales de 2020), pero me gusta.

Con amor y cariño, Bi.♡

-Bi (Rain.y) 🌧

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