44화

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TaeHyung me había detenido antes de poder subir al ascensor para irme. Mi mejor amiga estaba esperándome abajo junto con mi hermano, ese día, dormiría en casa de SeAh. El mayor me estaba entregando un sobre sellado. Lo recibí y le di la vuelta varias veces intentando entender por qué y qué tenía dentro, además del papel, porque no se veía plano.

―¿Qué es esto?

―Un contrato para que le vendas tu alma al diablo. ―Fruncí el ceño divertida y me dispuse a abrir el sobre, sin embargo, me interrumpió―. ¡No! No lo tienes que abrir hoy.

―¿Entonces cuándo? ¿El diablo te dio la fecha? ―le seguí el juego.

―En realidad, sí. Es para mañana, después de tu graduación ―informó―. Felicidades, por cierto.

Sí, me graduaría el día siguiente. Eso significaba que el plazo para pensarlo y estar alejados con JungKook se estaba acabando. Obviamente nos habíamos visto, pero intentábamos interactuar lo menos posible para no romper el acuerdo. Por otro lado, ellos estuvieron ocupados en niveles extremos. Tendrían otro comeback en unos días y luego su gira, la cual empezaba el 18 de febrero, en poco menos de dos semanas.

―Gracias, oppa. ―Guardé el sobre en el bolsillo delantero de mi mochila―. Necesitas algo más.

Negó.

―No, eso era todo. Puedes irte.

Se despidió con la mano y yo con una reverencia. Volví a presionar el botón para que el elevador viniera.

A SeAh y a mí nos había hecho ilusión tener una pijamada el día antes de la graduación. Por eso, además del cambio de ropa para las prácticas, llevaba mi pijama y varias otras cosas que necesitaría después.

El camino fue ameno hasta la casa de mi mejor amiga. Los tres nos divertíamos y reíamos mucho. Me agradaba pasar tiempo con ellos.

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La ceremonia de graduación duró muchísimo. Recibí flores de parte de mí mamá, de los padres de SeAh y del señor Han. Las del último me sorprendieron, pero terminé aceptándolas.

Se sentía un aire nostálgico al saber que no volvería ahí. También me preocupaba lo que haría después. Habíamos dado los exámenes de ingreso a la universidad hace un mes, más o menos, pero estaba barajando la posibilidad de no ir. Tendría que hablar con mamá de eso después.

Ella me llevó a comer cuando todo terminó y luego me dejó en la casa, porque aún tenía que regresar a trabajar. Yo me puse ropa más casual y me senté en el sofá, viendo televisión, el resto de la tarde hasta que casi anocheció.

Cuando ya me aburrí, tomé mi celular y subí a mi habitación. Me tiré boca abajo en la cama y me apoyé en mis antebrazos mientras empezaba a revisar mi celular. Vi las notificaciones de los mensajes y caí en cuenta que aún no abría la carta que TaeHyung me dio el día anterior. Su mensaje preguntándome si ya lo hice me lo recordó.

Fui a sentarme en la silla rotatoria frente a mí escritorio y tomé mi mochila del piso. Saqué el sobre y lo abrí. Tomé la hoja doblada de dentro y la aplané para empezar a leerla.

Seúl, 5 de febrero de 2017

Hola, HaeBi.

Empezaré diciendo que no sabía qué enseñarte. Llevo pensando en eso desde tu primera reunión con PD-nim. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y sigo sin estar del todo seguro. Es patético, ¿no? Pero tengo una cosa en mente: quiero que puedas expresarte; no solo conmigo, sino con todos. Incluso, cuando te conocí, reprimías mucho tus sentimientos. Los guardabas para ti; lo sé, porque también soy así. Quería ayudarte para que estuvieras tranquila, pero no podía, no sabía cómo. En esa época, llegué a sentirme impotente. Te quería y no podía ayudarte.

No es difícil en realidad, HaeBi. Si algo está mal, debes decirlo. Si te gusta algo, demuéstralo. No seas tan indiferente ni evasiva con todos. Puede ser difícil, pero necesitas abrir tu corazón. Últimamente he visto que lo haces más y eso me alegra.

¡Listo! Ese era el punto 1. Movámonos al punto 2.

Esto ya es algo más serio. También te lo debía. Son palabras que debí decirte hace cinco años.

Lo siento.

Cuando supe que me iría, lo primero que pensé fue en ti, en nosotros. No quería apartarme de ti, pero no había opción. Claro que iba a decirte. De hecho, fui a tu casa cuando volví de Seúl, pero no estabas y tu mamá tampoco. Los días siguientes solo me concentré en empacar y no pude ir de nuevo. Al menos quería despedirme. No con un hasta nunca, sino un hasta luego. Sabía que te enojarías si no lo hacía, cualquiera lo haría.

Tampoco pude llamarte ni enviarte mensajes. La agencia lo prohibió en ese tiempo.

Aún me resulta increíble que, a pesar de todo el tiempo que pasó, hiciste que mi corazón latiera demasiado apenas te vi. Latió tanto que parecía que quería salirse de su lugar. Supongo que fue el destino. En ese momento, supe que te había extrañado mucho y me sentí herido por tu actitud del principio. Aun así, en la cafetería, cuando vi que seguías usando nuestra pulsera, supe que todavía debías sentir algo por mí.

Tuve esperanza y, también, me golpeé mentalmente por haber olvidado dónde guardé la mía. Mi cerebro se fundió de tantos intentos por hacer memoria y fue en vano, lo admito. Así que, le agradezco a mi suerte por permitirme dar con la pulsera.

¿Te cuento la ironía? La había guardado en la misma caja que usé para regalártela. Era tan obvio que no lo supuse.

En fin, te la entrego dentro de este sobre también.

Y vamos al punto 3, uno muy importante.

Nuestro acuerdo terminó hoy (cuando leas esto) y ambos nos graduamos. ¡Felicidades! Ahora pensemos en nosotros. Dijiste que no era sano y podrías tener razón, pero no quiero aceptarlo. Todavía quiero intentarlo contigo.

Te prometí un para siempre que no quiero romper nunca. No importa cuánto me aleje o me alejes, volveré. También lo dijiste, somos imanes. ¿Por qué ir en contra de nuestra naturaleza? No vamos a dejar de acercarnos, es inevitable para nosotros, porque nos queremos.

Justo ahora, estoy deseando que tu opinión haya cambiado. Si dependiera de mí, nunca te dejaría. Antes lo hice y ya sé que no fue la mejor elección que tomé. No me dejes pasar por eso de nuevo.

Te quiero.

Atentamente, JungKook.

Revisé el sobre y ahí estaba la pulsera. «Diablos, JungKook», pensé. Las lágrimas salían sin control y ni siquiera sabía en qué momento empezaron. Me había estado sintiendo dolida todo ese tiempo y no fue su culpa del todo no haberse despedido. Me sentía un tanto culpable.

Necesitaba llamarle. Busqué mi teléfono en la cama. Al tomarlo, lo desbloqueé y, con rapidez, entré a mis contactos y marqué su número. Un pitido, dos, tres. Sonó la contestadora.

―Maldita sea. ―Colgué y volví a llamar. El resultado fue el mismo―. Si te encuentro, te voy a matar ―dije mientras buscaba el contacto de TaeHyung y lo llamaba.

Respondió al instante.

―Pero si es mi querida HaeBi.

Me levanté de la silla y fui hasta el tocador. Saqué la pulsera de donde la había guardado y empecé a ponérmela sin mucha facilidad. Usar solo una mano no era una opción inteligente.

―Oh, sí. Hola, Tae. ¿Estás con JungKook? ―dije muy rápido.

―Parece que tienes prisa. Se fue hace unos minutos. Dijo que quería dar la vuelta.

―Diablos ―dije para mí―. Gracias. Te llamaré luego. ―Colgué sin esperar respuesta y guardé mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Me dirigí a buscar una campera. Empezaba a anochecer y haría más frío. Salí con prisa después de tener mi billetera y la otra pulsera también. Agradecía que mamá no estuviera en casa. Seguro haría muchas preguntas que, con toda honestidad, no querría contestar.

Me puse los zapatos que dejé en la entrada cuando llegué hace unas horas. Iría a dar vueltas cerca del departamento de los chicos. Sabía que no podía ir gritando su nombre hasta que me dijera "estoy aquí". No sería bueno que lo reconozcan.

¿Por qué no podía tener un nombre más común? Uno como MinHo tal vez. Había visto muchos MinHos, pero nunca había visto otro JungKook.

No sé cuánto me demoré en llegar a la zona donde vivían los chicos y menos cuánto me demoré en ver a JungKook a lo lejos. No estaba segura de que fuera él, porque llevaba un cubrebocas, pero lo confirmé. Estaba sentado en una banca del parque más cercano con su celular en la mano. Movió sus dedos un rato, se llevó el móvil a la oreja y luego mi teléfono empezó a vibrar. Lo saqué como pude y contesté su llamada.

―Hola.

―Me llamaste, no pude contestarte.

―Está bien, ya no importa. ―Sonreí como boba y empecé a acercarme de forma lenta.

―Pero me llamaste varias veces.

―En serio, no importa. ―Me detuve a una distancia prudente―. Voy a colgar, ¿sí? Tengo que hacer algo.

―Oh, bien. Llámame cuando sea.

―Lo haré. Nos vemos. ―Colgué luego de que se despidió.

Guardé el celular en el bolsillo del abrigo. Él se recargó en el espaldar del asiento y guardó su teléfono. Solo veía al frente. Parecía muy distraído.

Terminé de acercarme con pasos sigilosos y toqué su hombro izquierdo, pero fui por su lado derecho. Cuando él volteó, no vio nada, sin embargo, al ver al otro lado estaba ya sentándome junto a él. Nos quedamos en silencio viéndonos un rato.

―Dijiste que tenías que hacer algo ―murmuró.

―Sí, hablar contigo de frente ―le dije y movió su cabeza de arriba a abajo, entendiendo―. Me demoré mucho en encontrarte.

―Lo siento.

―No es tu culpa, fue mi impulsividad. ―Me encogí de hombros.

―¿La leíste?

―Por eso estoy aquí. ―Giré un poco más sobre el asiento y me apoyé de lado en el espaldar―. ¿Estás seguro de que quieres seguir con esto?

―Siempre. Eres mi elección, HaeBi. ―Sus ojos se escogieron, por lo que supuse que estaba sonriendo.

También sonreí.

―Okay, entonces, cierra los ojos y dame tu mano.

―¿Para qué?

―Solo confía en mí ―pedí y me dio su mano izquierda―. La derecha. ―Señalé y me hizo caso.

Cuando vi sus ojos cerrados, saqué su pulsera de mi bolsillo y se la puse intentando que no la sintiera hasta que la ajustara a su muñeca. Traté de que el imán de la mía no atrajera el dije de la suya mientras lo hacía. Después, levanté un poco mi manga izquierda y acerqué ambas pulseras hasta que se llamaron la una a la otra y se juntaron. JungKook abrió los ojos al sentirlo.

Su atención fue directo a nuestras muñecas. No tardó en entrelazar nuestras manos y las dejó sobre su regazo.

―¿Tu elección cambió?

―No. ―Negué―. Mi elección siempre fuiste tú. Siempre vas a ser tú.

Me soltó y se acercó más para abrazarme. Me estrechó con ímpetu. Yo lo hice de forma más delicada, en parte, porque no tenía tanta fuerza como la suya.

―Estaba nervioso de que decidieras alejarte.

―No soy capaz. Termino volviendo a ti una y otra vez.

―Como imanes, HaeBi, lo sabes.

―Lo sé.

Aflojó su agarre y vio alrededor varias veces. No entendía por qué lo estaba haciendo. Se quitó el cubrebocas y me dejó ver su sonrisa. Estaba enamorada de cada parte de él, pero sabía que teníamos que conocernos de nuevo. Tendríamos tiempo para eso.

―Creo que está bien si lo hago.

―¿El qué?

Vio mis labios y relamió los suyos. Empezó a acercarse de forma lenta y pausada. Puso su mano derecha sobre mi mejilla y acarició con su pulgar.

―Besarte. No vas a detenerme, ¿cierto? ―Hizo contacto visual conmigo.

Me limité a negar de forma casi imperceptible. Sus labios entraron en contacto con los míos y estuvo ahí un tiempo. Cuando se separó, sonreí, había sido un beso tan simple.

―¿Eso es besar para ti?

―¿Cómo es para ti?

Me acerqué y empecé a besarle de forma no tan inocente. Tampoco tenía una experiencia enorme, pues solo había besado a MinJae de una forma más intensa, así que no sabía muy bien cómo hacerlo. JungKook empezó a seguir el ritmo y fue nuestro primer beso real.

Nos separamos cuando nos hizo falta aire y me dio un beso esquimal. Unió nuestras frentes y cerró sus ojos. También lo hice.

―Eso fue mejor ―murmuró. Su aliento chocó contra mis labios―. ¿Ahora es oficial que estamos juntos?

―Supongo.

―¿Serías mi novia otra vez?

―Sí, JungKook. Todas las veces que sean necesarias.

Dio un beso en mi mejilla y se alejó para verme de nuevo. Sonreí.

―Parece tan irreal.

―No lo es. ―Le solté y me dispuse a acomodar su cubrebocas. Aún no olvidaba la vez que esa señora, en la parada de autobuses, intentó tomarle una foto. Fue un mal sabor de boca―. Está pasando.

―Eres mía.

―Y tú eres mío.

―Te quiero mucho.

―También te quiero.

Noté como sus ojitos se hacían pequeños de nuevo. Siempre que sonreía, se formaban líneas en la esquina de ellos. Además, arrugaba su nariz.

―Te acompañaré a casa.

―Es peligroso que lo hagas.

―No quiero separarme de ti. En unos días voy a tener que irme.

Recordé la gira y el comeback. Fue como si agua helada cayera sobre mí. Teníamos pocos días y luego nos separaríamos de nuevo.

―No quiero que te vayas ―admití.

―Te llamaré todo el tiempo. Hasta entonces, quédate conmigo.

Asentí y volví a abrazarle. Estuvimos ahí unos minutos y luego me acompañó a casa. Caminamos por caminos casi vacíos, pero no me sentía insegura o temerosa, porque él estaba ahí.

Estuve muriendo de emoción todo el tiempo hasta que le vi irse después de que me hiciera entrar. Pegué un grito ahogado antes de subir a mi habitación. Me cambié de ropa y me acosté a dormir. Se me complicó un poco, pues me quedé pensando mucho en qué pasaría después. No había forma de saberlo.

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2/5

Por fin están juntos. *Llora brillitos*

-비🌧

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