29화

⠇⠑⠋⠞ ⠃⠑⠓⠊⠝⠙
🍭

―¡Sky!

Daphne entró azotando la puerta sin ningún cuidado. Era su casa, pero aún no me acostumbraba a que lo hiciera. Literalmente salté en mi lugar. Siempre conseguía asustarme.

Giré en la silla rotatoria que tenía frente al escritorio de la habitación y le vi sonriendo con demasía. Dejaba ver su dentadura y sus ojos estaban cerrados por completo.

―¿Qué sucede?

―Vamos de fiesta ―dijo caminando hasta la cama y sentándose en ella―. Es en casa de Adam.

Regresé mi atención a la computadora portátil y escribí mi última idea antes de que se me olvidara. Llevaba dos semanas de intentos con eso de escribir la letra de una canción. YoonGi decía que tenía las ideas, pero no las expresaba bien. Me mandaba a pulirlas o, de plano, a crear otras. Empecé a pensar que no servía para eso.

―¿Habrá alcohol? Sabes que no puedo beber todavía.

―Claro que habrá ―soltó con obviedad―, irán universitarios, pero no tienes que beber. Adam tampoco lo dejaría ―murmuró la última oración.

―¿A qué hora? ―dije al escribir el último verso.

EunBi ignoró mi pregunta y se puso a mi lado fisgoneando lo que estaba en la pantalla del computador. No evité que lo leyera, no me importaba realmente.

―¿Ahora serás poeta? ―Subió el archivo hasta el inicio y lo leyó de nuevo―. ¿O tal vez es una canción? ¿Haces canciones? ―Me vio con atención e intensidad.

―Intento escribir una. ―Me encogí de hombros.

―Es buena. ―Regresó a leer y lo dijo en voz alta―. Me gusta esto: ¿Por qué mis manos están atadas cuando soy libre? ―Asentí y ella siguió bajando―. Oh, esto igual: Me di cuenta que mi felicidad también importa. Suena trágico.

―No se supone que debería. ―Levanté una ceja―. No sé qué escribir.

―Deja eso por ahora y vamos a la fiesta. Relájate y luego continúas. No te presiones mucho. ―Palmeó mi espalda―. Es informal, claro. Nos vamos en dos horas, a las seis. Tenemos suerte de ser vecinos. ―Me guiñó un ojo y se fue.

Me recargué por completo en el espaldar de la silla y me estiré. Moví mi cabeza en círculos relajando mi cuello. Guardé el archivo y, desde mi celular, se lo envié a YoonGi por mensaje. Esa canción la empecé después de hablar con la abuela ese día, pero no me convenció en absoluto y la dejé ahí después de escribir una estrofa y varias ideas sueltas.

Me puse de pie y fui hasta mi maleta. No había desempacado en todo ese tiempo, porque no sabía cuándo volveríamos a Seúl, aunque, al paso que iba, me acabaría toda la ropa que había llevado. Por suerte mi tía estaba al pendiente y mandaba a lavarla cada tanto.

Hace unos días había llamado a SeAh por su cumpleaños. Se escuchaba triste, ya que no pudo efectuar su grandioso plan, pues no quería ir sola. Me disculpé muchas veces, sin embargo, ella dijo que no me preocupara, que entendía la situación. También dijo que deberíamos hacer algo cuando volviera, pero no sabía cuándo sucedería eso. Ella me pidió, básicamente, que aclarara mis ideas, me relajara y regresara a terminar con Han. Todos quienes sabían decían lo mismo, que debo terminar con él.

Recibía mensajes suyos todos los días, sin falta. Solo preguntaba si estaba bien, si ya comí o si había descansado. Le respondía sin entusiasmo, pues no era capaz de dejar mensajes sin contestar. Incluso me escribía con TaeHyung de vez en cuando, decía que le hacía falta mi presencia por ahí para distraer a Jeon, quien empezaba a irritarse debido al inminente comeback.

Y, hablando de JungKook, sí hablábamos todos los días. Siempre sacaba, al menos, diez minutos y me llamaba. Yo era feliz solo con escucharle. Me encontraba mucho más tranquila que estando en Seúl y era porque sí había alejado los problemas al subir en el avión. Él incluso lo había dicho, que sonaba mejor, con más ánimo, energía y que se alegraba por eso.

Acabé de revolver la ropa de mi maleta y tomé unos vaqueros de un azul muy profundo, que podría verse negro, junto con una camiseta blanca que estaba diseñada para verse diez tallas más grande. Tomé las zapatillas blancas que había guardado y me vestí con calma. Me peiné, cepillé mis dientes y me maquillé un poco. Había terminado muy rápido, así que solo me tiré en la cama, entrelacé mis manos sobre mi pecho y me quedé quieta sin hacer nada.

Daph entró a la habitación minutos después haciendo una cantidad de ruido infernal. Desde pequeña era así y nunca entendí muy bien su razón. Antes estaba acostumbrada, pero ya me resultaba molesto.

―¿Lista?

―Mm-hmm ―respondí mientras me sentaba en la cama.

―Bien vamos. ―Extendió su mano y esperó a que me acercara y la tomara.

Cuando éramos niñas solíamos tomarnos de la mano siempre, como si ella me cuidara de esa manera. Poniendo atención de que no me fuera por donde sea y me perdiera.

Ambas empezamos a caminar hasta las escaleras, pero alguien carraspeó su garganta a nuestras espaldas llamándonos la atención. Volteamos con cautela y pude ver a mi mamá apoyada en el marco de la puerta del cuarto de la abuela.

―¿A dónde crees que vas? Todavía estás castigada. ―Me veía seria e imponente.

―Ay, tía ―mi prima actuó de intermediaria―, no te enojes, no seas tan seria. Vamos a una fiesta en la casa de al lado.

―Oh, claro que tu puedes ir EunBi, pero HaeBi no. ―Se cruzó de brazos.

―Por favor. Aún somos jóvenes, queremos divertirnos. No me voy a separar de ella, no te preocupes. ¿Sí?

―¿Por qué debería acceder? ―Levantó una ceja.

―Sky se ha portado bien. No sé por qué le castigaste, pero ha hecho otras cosas buenas. Ya ves su promedio, es la mejor en Seúl. Se merece divertirse.

―Bien, ganaste, EunBi. Debes vigilarle todo el tiempo. No dejes que beba alcohol.

―Seguro, la estaré vigilando. ―Le sonrió

🍭

―Vigilando, vigilando. Qué falta de palabra ―murmuraba mientras caminaba por la multitud de universitarios buscando a EunBi.

Hace treinta minutos me había dejado sola en algún lugar que no pude reconocer pidiéndome que no me moviera, y asegurando que volvería por mí. Se fue con su novio, así que asumí que no iba a volver, no era tonta. La cosa está en que empecé a aburrirme estando sola y, además, varios chicos se acercaron ofreciéndome alcohol, el cual rechacé. Había decidido que quería irme, aunque quería decirle primero para que no se preocupara. No era que no quisiera ir por mi cuenta, pues vivía en la casa de al lado, solo estaba tratando de ser buena prima.

Pregunté por aquí y por allá. La única respuesta que tuve fue que le vieron subir. Ir al piso de arriba, donde estaban las habitaciones, implicaba cosas que no quería ni imaginar. Claro que es normal tener intimidad con alguien, solo que me resultaba extraño pensar en eso si se trataba de otros. Suspiré resignada y salí al jardín trasero. Hace poco había recordado que había un par de columpios ahí, por suerte no los habían quitado.

Caminé esquivando a todos y me senté en uno de esos. Apoyé mi cabeza en la cadena que sostenía el asiento y con mis pies me movía de adelante hacia atrás de forma sutil y lenta. Cerré mis ojos y sentí el aire fresco de la noche chocar con mi rostro. Pasaron segundos hasta que alguien se sentó a mi lado. No me inmuté, solo quería relajarme.

―¿Qué eres de Adam? ―soltó una voz aguda a mi izquierda.

Abrí mis ojos con un poco de fastidio y giré un poco la cabeza para ver a esa chica. Tenía una tez clara, cabello rubio, ojos grandes, nariz fina y labios voluminosos. Se veía como una chica bonita. Aquella con quien, en las películas, los chicos se mueren por salir.

―¿Disculpa? ―Fruncí el ceño.

―¿Qué eres de Adam? ―repitió.

―¿Sabes? No tengo ganas de responderte. ―Me encogí de hombros―. Al menos pudiste fingir ser amable y saludar primero.

La chica a mi lado bufó. No le hizo gracia mi respuesta, sin embargo, pareció que se dio cuenta que tenía razón y habló de nuevo después de un rato: ―Lo siento. Hola, me llamo Melissa.

―Es un placer ―le respondí volviendo a cerrar mis ojos y apoyando mi cabeza donde estaba antes―. Yo soy Sky.

―¿Tú eres Sky?

―¿Ya habías oído mi nombre? ―Fruncí el ceño aún sin abrir mis párpados.

―Sí... Adam lo mencionó.

―Él te gusta, ¿no?

―¿¡Qué!? ¡No!

―Bueno, no necesitas decirme. Supongo que te gusta, porque llegaste y me preguntaste por mi relación con él, aunque no entiendo la razón.

―Él ha estado vigilándote toda la noche.

―Hmm, ya veo. ―Suspiré sin ánimos―. Mira, Melissa, no debería preocuparte. Ya es historia vieja. De cualquier manera, no me voy a quedar mucho tiempo aquí, descuida.

―¿Qué quieres decir?

―Solo estoy de visita. Además, me gusta alguien más y tengo novio. Adam lo sabe. Puedes seguir intentando con él.

―¿En serio terminaron? ―inquirió con sorpresa.

―Al parecer terminamos hace como diez años. Siendo sincera contigo, yo no lo recordaba.

―Él me rechazó diciendo que esperaba a que volvieras y cumplieran su promesa ―comentó.

―¿Lo hizo? Vaya, él se lo tomó muy en serio. ―Hice una mueca―. Ahora ya no puede usar esa excusa, esa promesa fue rota.

―¿Cuál era su... promesa?

Abrí mis ojos con parsimonia y vi a la chica de nuevo. ―Al parecer dijimos que íbamos a casarnos. ―Sus ojos se abrieron como platos y su boca formó una pequeña o―. Pero no va a pasar.

―¿Cómo pudiste rechazarle? Es alto, guapo, tiene buen cuerpo ―empezó a enumerar con incredulidad―, es amable y...

―Porque me gusta otro chico y créeme que me gusta incluso más de lo que podría desear ―le dije simple―. Tú ves a Adam de la misma manera en que yo veo al chico que hace latir mi corazón. Él es alto, guapo... mmm... tiene buen cuerpo ―añadí sintiendo extraño decirlo, pero quería usar sus mismas palabras―, es amable y podría seguir. Yo lo veo así, pero tal vez tú no, porque él no te gusta. ¿Entiendes mi punto?

―Sí, sí, entendí. ―Asintió varias veces.

―Si te gusta, arriésgate. No seas una tonta como yo. ―Le sonreí con tristeza―. Aprovecha ahora, él está disponible. Solo tienes que hacer que su corazón lata por ti.

―¿Y si no lo consigo? ―sonaba realmente preocupada. Como si pensara que iba a fracasar.

―Te levantas y sigues adelante. Todos tienen a alguien esperando por ellos, no te desesperes. No sabrás si no lo intentas.

―¿Alguna vez te han rechazado? ¿Sabes cuánto duele eso? No podría soportarlo de nuevo.

―No, no me han rechazado. Pero también siento un dolor enorme ahora. ―Fruncí la nariz―. Estoy saliendo con alguien, esa persona no me gusta. No razoné mucho cuando acepté, solo quería que mi mamá fuera feliz. Debido a esa decisión tan tonta es que no puedo estar con quien me gusta y me duele.

―No es lo mismo.

―Claro que no, lo sé. ―Apreté mis labios―. Aun así, creo que mentirle a alguien que amas solo por no ser valiente para decirle las cosas de frente, duele mucho más. Saber que pudiste haber estado con él, pero lo arruinaste.

―También duele que la persona que te gusta solo tenga ojos para otra persona y no para ti. No tienes idea. Saber que nunca vas a ser su primera opción en nada porque no llegaste primero.

―Oh, no, te equivocas. No se trata de quien llega primero, se trata de quien deja más impacto en ti.

―No, no es cierto. Quien llega primero gana ―aseguró.

―No, porque, si así fuera, en este momento, estaría saliendo con Adam de nuevo, pues él llegó primero. Sin embargo, estoy a doce horas de vuelo del lugar donde vivo y de la persona que me gusta pensando a qué hora va a llamarme hoy.

―Supongo que tienes razón. ―Se quedó en silencio un rato―. Deberías salir con quien tú quieres y dejar a tu novio.

―No te haces una idea de cuantas veces ya oí eso. ―Sonreí con amargura―. Mi novio no me deja terminar con él.

―Pero esa es tu decisión, da igual si a él no le gusta.

―Lo sé, es solo que él tiene a mi mamá de su lado y si termino con él sin razón aparente, va a pedirle a ella que le ayude a volver conmigo.

―¿Es un niño consentido que lo tiene todo? ―dedujo.

―Sí, justo eso.

―Sky ―llamó mi nombre―, puedo entender que le gustaras a Adam, eres agradable. Es fácil hablar contigo.

―Gracias, supongo.

―Voy a intentarlo ―soltó decidida―. Y tú ―me señaló― vas a terminar con tu novio. Busca tu felicidad. Si no eres feliz, esa ya es una buena razón para dejarlo. ―Me sonrió poniéndose de pie.

―Lo intentaré cuando regrese a Seúl. ―Le sonreí de vuelta.

―Bien, nos vemos algún otro día. ―Agitó su mano en despedida y entró de nuevo a la casa del moreno.

Yo me quedé ahí afuera meciéndome de forma constante. Saqué mi celular de mi bolsillo trasero y prendí la pantalla para ver la hora. Casi iban a ser las once de la noche. JungKook tendía a llamar entre las diez y las doce, así que no me desesperé. Me relajé ahí afuera donde el ruido de la música era menor y la brisa de verano hacía que el calor no fuera tan insoportable.

Estaba tan calmada y casi me estaba quedando dormida en ese lugar. No podía pelear contra mis instintos. Así que, cuando mi celular empezó a vibrar de pronto, me asusté y abrí mis ojos de golpe. Vi el nombre de Jeon en la pantalla, por lo que contesté rápido.

―HaeBi, te extraño ―hizo voz de niño pequeño apenas descolgué.

―Yo igual ―respondí entre dientes.

―¿Ya ibas a dormir? Hoy se me hizo tarde.

―No... ―alargué la vocal―... bueno, estaba quedándome dormida en los columpios de la casa de un amigo, así que gracias por despertarme.

―¿Cómo puedes dormir en cualquier lugar? ―exageró cada palabra de la pregunta.

―No digas nada, tú también puedes. Sueño es sueño.

―Espera, ¿dijiste la casa de un amigo? ―enfatizó la última palabra.

―Oh, de hecho, esa es una historia graciosa, aunque puede que a ti no te haga gracia.

―Quiero que vayas a tu casa ahora. ―Celos, celos, me gustaba cuando se ponía así, era interesante―. No puedo estar contigo cuidándote, no me hagas preocuparme.

―No te preocupes, yo no salgo con nadie más.

―Bien, confío en ti. ―Gruñó―. Ahora, ¿cuál es esa historia que no me haría gracia?

―Ah, no es nada, solo algo que no recordaba.

―Cuéntame.

―¿No vas a ponerte celoso? ―pregunté un poco en broma.

―Eso es como pedirle al cielo que no vuelva a llover, no se puede.

―Entonces no te cuento ―dije con simpleza―. Si te enojas, no voy a poder hacer algo para arreglarlo.

―No, no, ya cuéntame. Mantendré la calma.

―¿Lo prometes? ―Hizo un sonido con su boca para decir que sí―. Resulta que, cuando vivía aquí, el vecino era mi novio y dije que me iba a casar con él ―solté como si fuera la cosa más simple del mundo.

―¿¡Qué tú qué!? Ya, no me digas, ¿estás en la casa de ese amigo? ―dijo la última palabra de forma despectiva.

Me reí por su reacción obvia. Daba igual que dijera que no se iba a enojar o que no iba a ponerse celoso, porque sí lo haría. Él era así.

―JungKook, dijiste que no ibas a enojarte.

―No estoy enojado ―mintió.

―Tu voz me dice que sí y estoy segura de que, si pudiera verte, tendrías fruncido el ceño.

―Es que estás diciendo que no fui el primero.

―Yo creí que sí eras ―repuse sincera―, no me acordaba de él. Las cosas ya se hablaron y quedamos como amigos, relájate.

―¿Voy a ser el último? ―soltó con calma.

―¿Qué quieres decir con eso?

―Eso sí, después de mí, no va haber alguien más.

―¿Y yo? ¿Voy a ser la última?

―Primero, tú eres la única, segundo, no evadas mi pregunta.

―Ay, Jeon JungKook dijo que soy la única ―dije con emoción de forma exagerada―. Debo estar soñando. Tus fans van a matarme.

―Yo me muero contigo. ―Sonreí por sus palabras.

―Espero que seas el último.

―¿Cuántos novios más has tenido de los que no sé? ¿Me engañaste mientras no nos vimos?

―Me ofendes.

―Hablo en serio ―usó una voz más fría.

―Hmm, debería hablarte de eso en algún otro momento.

―¿Estás diciendo que has salido con más chicos? Pensé que solo tenías ojos para mí ―soltó ofendido.

―Solo tengo ojos para ti ―dije con calma―, créeme.

―Kwon HaeBi, aún faltan varios meses para que te gradúes, no puedo esperar tanto ―se quejó.

―¿No has encontrado la pulsera? ―A ese punto, en vez de molestarme, me hacía gracia―. ¿En serio se te perdió? Luego no te quejes de si he salido con otras personas.

―No se perdió, la guardé en algún lugar, pero no recuerdo dónde. Y yo sí puedo quejarme, porque básicamente me engañaste. ―Fruncí el ceño―. Tú y yo no terminamos.

«Oh, mierda», solté en mi cabeza. Si estaba engañando a JungKook de verdad. Al parecer tenía memoria de pez y se me olvidaba todo. Ay, qué idiota era. Él tenía razón. Así que, en base a eso, aún éramos novios. No podía creer que no me di cuenta de eso antes, era obvio.

―¿No lo hicimos? ―Fingí no recordar.

―No, no lo hicimos. Tú, HaeBi, sigues siendo mi novia ―dijo tranquilo―. Aunque debería pedírtelo de nuevo para renovar nuestra relación después de todo ese tiempo. No es lo mismo ser novios a los catorce que a los diecinueve.

―Así que, ¿novios? ¿Todavía? ―inquirí con incredulidad.

―Sí, por supuesto.

Mi mente se había detenido. ¿Por qué no dijo eso el primer día que nos vimos? Pude haber hecho elecciones diferentes. Pude haber tenido la excusa perfecta para no salir con MinJae. Muchas cosas seguro hubieran cambiado si lo hubiera dicho antes.

―Vaya ―solté con lentitud, estaba en shock―, ¿no pudiste decirlo antes?

―En realidad lo recordé hace poco ―confesó―. Vete preparando para mi propuesta, será genial ―dijo entusiasmado.

―Ey, no corras, JungKook. No va a cambiar nada hasta que encuentres esa pulsera o hasta que el semestre termine.

«O hasta que pueda dejar a MinJae y sacarlo de mi vida», dije para mí.

―HaeBi, no rompas mis ilusiones ―dijo de forma nasal, fue gracioso.

―Un trato es un trato.

―Voy a encontrar esa pulsera ―dijo decidido―. Prepárate.

―Sí, ya preparo mi sillón para esperar por eso.

―Aunque ―sonó sospechoso―, ya que no terminamos, aún tengo los derechos que tenía antes.

―¿Y eso implica?

―Abrazarte, tomar tu mano...

―Eso ya lo haces ―le interrumpí.

―Y también puedo besarte ―dijo satisfecho debido a eso.

―No, sólo puedes darme besitos.

―En los labios ―especificó.

―Si no te dejo, no.

―¿No quieres que te bese? ―Me lo imaginé haciendo un mohín.

―No es eso...

Era que había estado besando a alguien más que no era él y, debido a mi descubrimiento reciente, le estaba engañando. Le estaba ocultando cosas solo porque era cobarde. Sí o sí haría algo al regresar, daba igual si a MinJae no le agradaba la idea, no podía seguir con eso más tiempo. Solo esperaría a estar en Seúl para hacerlo de frente, porque era cierto que esas cosas no deberían hacerse por llamada y menos por mensaje.

―Bueno, si no quieres, tampoco puedo obligarte ―dijo resignado.

La llamada acabó unos minutos después cuando le gritaron para regresar a practicar. Distinguí que fue HoSeok sunbae. Hace unos días había mencionado que, además de su canción principal, estaban preparando otras dos coreografías. Estaría esperando para ver su comeback y apoyarle.

🍭

―¡Levántate! ―Daphne gritó mientras tiraba de mis cobijas para quitármelas y yo ponía resistencia para que no lo lograra.

―¿Ahora qué? Déjame dormir ―rezongué.

―Ya es tarde, levántate.

―Recién son las ocho. EunBi, quiero dormir.

―No, no, si te levantas más tarde no nos dará tiempo para hacer todo lo de la lista.

Después de la fiesta, donde mi adorada prima me dejó abandonada, los días siguieron corriendo. Pasaba tiempo con mi familia en el día y, en la noche, escribía más canciones para YoonGi sunbae. La rutina se repitió siempre igual y, sin notarlo, estaba en mi penúltimo día en Canadá. La abuela se había recuperado hace un par de días, así que mamá decidió que era tiempo de volver.

―Hazlo sola y déjame dormir.

―Ay, por favor, Sky. No sé cuándo te voy a volver a ver, por favor ―dijo suplicante y poniendo ojos de cachorro.

―Dame un resumen.

―Seguro. ―Sonrió satisfecha de haber ganado―. Primero iremos a un salón de belleza, ya tengo cita para las dos con mi estilista favorito. Después a un Spa. Luego de compras y cuando volvamos iremos a casa de Adam para ver una película.

―Solo acepto porque necesito cortarme el cabello ―dije levantándome de la cama con pereza.

―Bien, vístete y baja a desayunar. Debemos salir en una hora.

Mi prima salió tarareando a un ritmo desconocido para mí. Me preparé con rapidez sin preocuparme mucho y luego fui al primer piso para tomar el desayuno. EunBi era tan puntual que a las nueve en punto me sacó de la casa y me llevó en su auto al primer lugar que mencionó. Se veía lujoso y pulcro.

Estuvimos ahí bastante tiempo. Mientras a una le cortaban el cabello, a otra se lo lavaban. Mientras a una se lo peinaban, a otra se lo decoloraban. Daphne me convenció de aclarar un poco el color de mi cabello en las puntas, así crecería y no debería preocuparme por retocar las raíces. Me lo cortaron un poco más abajo de la altura de los hombros y me dieron textura haciendo capas y dándole una leve forma de uve. También cortaron el fleco de forma sutil. Parecía que perdí la mitad de mi cabello y al principio sentí que algo me faltaba.

Después estuvo el Spa. Más tiempo invertido. Nos relajamos mucho, incluso me dormí cuando estaban dándonos masajes. Se sintió como todo el estrés se fue volando. En efecto me hacía falta algo así. Hubo una pausa para comer algo y seguir. Continuamos con ir de compras. Entrar, salir de tiendas y caminar cargadas de fundas. Yo no compré mucho, apenas tenía dos bolsas, mi prima llevaba como cinco o seis. Dejando la carga en su auto volvimos a casa.

Si hubiera podido quedarme en mi cama después de eso, habría caído como la bella durmiente sin ser capaz de despertar, sin embargo, sí fuimos a casa de Adam. Ahí ya estaba mi primo. Al parecer sería noche de amigos. Vimos una película cualquiera que ya no recuerdo y también hicieron una pequeña despedida adelantada. Lo admito, lloré, porque no creí que se tomarían el tiempo de hacer algo así. Eso realmente fue un gran detalle.

Así terminó uno de mis últimos días en ese país. No sabía cuándo volvería o si lo haría. Mi mamá y yo ya nos habíamos asentado en Seúl y, a menos que hubiera otra emergencia, regresar parecía muy difícil a ese punto. Se sentía como una despedida definitiva. Como cuando te despides de tus amigos al cambiarte de escuela prometiendo que se verán con frecuencia a sabiendas de que no siempre se cumplía.

🍭

-비🌧

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top