25화
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¿Cuánto tiempo había pasado desde la incómoda cena en la casa de los Han? Estaban a punto de cumplirse dos semanas. Era increíble cómo, a veces, el tiempo corría y otras parecía no avanzar en absoluto. Era el peor enemigo de cualquiera, porque actuaba a su antojo en contra de los deseos de uno. Podía llegar a ser frustrante.
Por ejemplo, cuando necesitaba más tiempo para seguir practicando, el periodo había terminado y debía correr hasta la cafetería donde SeAh y yo trabajábamos. La dueña era su tía y aunque dijo que sería divertido hacerlo, la verdad era que no quería aburrirse por su cuenta, así que me arrastró con ella. Debía admitir que unos cuantos wones no le venían mal a nadie. Solo era medio tiempo y el salario era bastante decente.
Después de cerrar debíamos limpiar el local que no era tan grande, pero para nosotras solas era gigantesco. Cuando acabábamos con eso, llegaba mi tan aclamado novio a recogernos. Dejaba a SeAh en su casa y después a mí en la mía.
La relación entre MinJae y yo se había puesto tensa después de esa noche. Actuaba un poco distante y no sabía muy bien si fue por la cachetada o porque entró en razón. Optaba por la primera, era lo más lógico y coherente según los antecedentes.
Todo se podía resumir en rutinas y costumbres. De no saber organizarme, puede que hubiera explotado mentalmente el tercer día de verano. Era agobiante todo lo que tenía que hacer. Por suerte respirar no requería un espacio especial, porque si no, no sabía en qué momento del día podría ponerlo.
A todo esto, no había visto mucho a JungKook. Nos enviábamos mensajes y me llamaba de vez en cuando, pero no habíamos estado frente a frente. Unas cuantas veces lo vi a lo lejos con los otros chicos, pero se veían tan ajetreados que desistí de saludarles incluso. Debían sentir presión por su comeback. Seguían practicando y, hasta lo último que supe, tendrían que grabar algo aparte de su video musical. Eran tan dedicados y me provocaban una admiración enorme.
―Limpia esas mesas, yo limpio estas. ―SeAh señaló a medida que nombró las cosas. Yo asentí y me apuré para terminar.
Era un jueves por la noche cualquiera en verano. El calor estaba dentro de su rango habitual, al igual que la humedad del aire. En definitiva prefería el invierno, sudar no era agradable. Tenía a mi favor el hecho de que la genética no hacía que sudara tanto, pero aún así me parecía molesto.
―¿No olvidaste tu pijama? ―Le pregunté a mi amiga cuando terminé con la última mesa e iba al mostrador donde ella acomodaba unas cosas. Habíamos acabado por fin―. No voy a prestarte ninguna ―sentencié. En realidad, si le prestaría si se le olvidó.
―Mocosa ―me apuntó con el índice―, respétame, que soy mayor.
―A ver, SeAh, decídete. ―Empecé a sacarme el mandil negro y a doblarlo―. No quieres que te diga unnie porque te sientes mayor, pero quieres respeto porque eres naciste antes que yo... ―Asintió mientras caminaba hasta la parte trasera del local donde estaban los vestidores. Yo fui detrás suyo―. SeAh, no puedes tener ambas. Además eres mi amiga.
―Bien, bien. No me trates como a alguien mayor. ―Abrió su casillero y yo el mío. Empezamos a cambiarnos de ropa―. Así que tampoco me digas unnie. Suena justo.
―¿¡Justo!? ―dramaticé―. ¿Qué va a ser de mí si no puedo decirte unnie? No puedo con una desdicha tan grande. ―Acompañé la escena con un mohín.
―En serio ya no se que hacer contigo, Kwon HaeBi. ―Negó con lentitud y tomó el puente de su nariz con cansancio.
―Tú ―le señalé― solo tienes que amarme y soportarme, así como yo te amo y te soporto cuando quieres ir a hacer alguna locura.
―Sabes que ya te amo. ―Terminó de ponerse su sudadera y cerró su casillero―. Hablando de locuras... ―Puso su cara sospechosa y empezó a verme. Lo sabía, se le había ocurrido algo nuevo.
―Debería mantener mi bocota cerrada ―me reprendí. Cerré el casillero y me solté la coleta que me había hecho. Mi cabello ya estaba más largo de lo que acostumbraba y no me gustaba. Necesitaba cortarlo uno de estos días―. No voy a hacer nada contigo de nuevo.
―Vamos, por favor. ―Juntó sus manos frente a ella y me vio con suplica.
―No voy a aceptar hasta que me digas qué se te ocurrió.
―Ya sé que quiero que hagamos este año por mi cumpleaños.
Su cumpleaños era en verano. Con más exactitud, mi linda, bella y hermosa mejor amiga había nacido un nueve de agosto. Desde que nos conocimos, sabía que le gustaba hacer cosas especiales. Eso de tener una reunión o fiesta para soplar las velas era muy simple para su personalidad extrovertida y alocada. Lo celebraba a lo grande siempre que podía y, después de esos dos cumpleaños juntas, siempre pudo.
Todavía me preguntaba cómo fue que mi pobre corazón aguantó. La primera vez me llevó a un karaoke, invitó al chico con el que estaba saliendo en ese entonces y este llevó a un amigo. Se portó tranquila esa vez, no como la siguiente. El año pasado me había llevado a saltar en bungee. Por suerte no fue saltar en paracaídas o algo así, no habría podido.
―Bien, dilo. ―No sabía qué esperar.
―Quiero ir a acampar. ―Le vi mientras pestañeaba varias veces y procesaba su petición. A primera vista no parecía tan malo―. Dormir en tiendas en medio de la nada sin personas cerca para ayudarnos y posibles animales salvajes. Es perfecto ―soltó de manera emocionada. Si, solo sonó bien por unos instantes―. Ah, y no olvides el cielo estrellado.
―¿Y si mejor tenemos una tarde de películas o vamos a la piscina? ―Ladeé la cabeza. Hubiera aceptado, pero dijo animales salvajes y lo dijo de una manera tan tranquila que daba miedo.
―No, no, no. ―Negó con ímpetu―. Esas cosas las podemos hacer cuando sea. No me gusta tener cumpleaños comunes, ya lo sabes.
―Si no te amara, ya te habría dejado sola para hacer tus locuras. ―Suspiré con resignación―. ¿Cuándo?
―Serán tres días, dos noches; saldremos el lunes ocho y volveremos el miércoles diez. Mi tía ya me dio permiso, así que es perfecto. Todo está listo. ―Dejó salir una sonrisa de satisfacción.
Ya habíamos salido y apagado todo. SeAh se encargaba de poner llave a cada puerta y de activar la alarma. Era gracioso cuando lo hacía. Ese aparato estaba casi en la parte trasera del lugar y, cuando se activaba, teníamos veinte segundos para salir y cerrar todo o sonaría. El trabajo en equipo era esencial, mientras ella corría a la entrada, yo mantenía la puerta abierta para que le fuera fácil salir.
―Necesito prepararme mentalmente.
Nos detuvimos en medio de la acera esperando por MinJae. Hoy habíamos salido una hora antes, por suerte. SeAh se quedaría a dormir en mi casa y, porque ella quiso, me ayudaría a escoger la ropa que usaría mañana en la prueba mensual. Estaba nerviosa, no lo iba a negar. Era la primera vez que evaluarían mi progreso y tenía el miedo constante de no cumplir sus expectativas y que me sacaran de una patada por la puerta. No iba a rendirme, pero no estaba segura de mí misma.
La gente decía que tengo talento para eso. Que bailo y que canto bien, siempre lo escuché. En las presentaciones en Canadá en la primaria y ahora en Seúl. No podía decir que no me gustara hacer alguna de las dos, porque de hecho me fascinaba, pero nunca me esforcé como lo hacen otros trainees para mejorar y tener esperanzas de debutar. Había empezado tarde y, aunque nací con ello, como había dicho MiEun, eso no aseguraba que pudiera mejorar lo suficiente para merecer estar en un grupo a futuro. Era un juego de azar, nada estaba asegurado.
―Tu novio ya debería estar aquí. ―Giraba su cabeza viendo de lado a lado como si buscara el auto del nombrado―. Es extraño que no sea puntual. ―Cruzó sus brazos.
―Tal vez tuvo algún inconveniente.
―Debió llamar ―chasqueó la lengua―. Ven, vamos. ―Entrelazó su brazo derecho con mi izquierdo y empezó a caminar hasta una parada de autobús.
―¿No crees que deberíamos esperarle? ¿Qué sucede si llega y no nos encuentra?
―¿Te preocupa MinJae?
―No es eso, solo me siento culpable.
―A veces creo que eres demasiado blanda. Ni siquiera te gusta y aún no terminas con él. ¿Sabes? Entiendo tus razones, pero no las comparto. Deberías pensar primero en ti. Es tu vida.
―No quiero decepcionar a mamá ―repetí por enésima vez.
―¿Has pensado en que no deberías decepcionarte a ti? Te estás haciendo miserable, HaeBi. No puedes decir que eres feliz con esto, porque se te nota a leguas que no es cierto.
―Nunca dije que lo fuera. ―Suspiré y agaché la cabeza con vergüenza―. Solo quiero una buena excusa para terminar con él.
―¿No te parece suficiente que no te guste?
―A mí sí, pero MinJae no va a hacerlo fácil y si lo hago de repente, puede persuadir a mamá para que me haga volver y no quiero eso.
―Últimamente Han me agrada cada vez menos. ―Frunció el ceño―. Pero han estado distantes, es decir, no te ha estado agobiando.
―Le di una cachetada en su casa, SeAh.
―¿¡Por qué no me contaste!? Que orgullo me da mi mejor amiga.
―No lo creí relevante, pero desde entonces se ha alejado y me alegra.
―Puedes usarlo como tu excusa perfecta. Como si estuviera actuando distante porque él quiere que tú termines con él.
―¿Crees que podría funcionar?
―El tiempo lo dirá. ―Se encogió de hombros.
Me quedé en silencio pensando y viendo el suelo. En él, nuestras sombras aparecían de manera alargada y luego se hacían pequeñas a medida que pasaban los autos. Quería que funcionara, no podría aguantar durante otros seis meses hasta graduarnos.
Mis pensamientos sobre las posibilidades se interrumpieron con el sonido del claxon de un auto que se detuvo a nuestro lado. Era MinJae. A pesar de tener los vidrios polarizados, el modelo de su vehículo era poco común debido a su precio. Bajó la ventana y nos vio con algo de enojo y, tal vez, fastidio.
―¿¡Por qué diablos no me esperaron al frente de la cafetería!? ―Si, confirmado, él estaba muy molesto―. Llego dos minutos tarde y no están, ¿¡qué les sucede!?
―Ey, ey, no grites, MinJae ―SeAh intervino, yo ni siquiera sentía que podía hablar―. Fue mi culpa, yo convencí a HaeBi.
―Súbanse rápido. ―Se escuchó el sonido del seguro siendo quitado y mi amiga me guió hasta la puerta del copiloto. Me subí y ella se subió detrás―. Cinturones. ―Nos abrochamos aquella medida de seguridad―. La próxima no se muevan, maldita sea.
Estaba apretando el volante con mucha fuerza. Podía distinguir, a pesar de la poca luz, como sus nudillos se ponían blancos. Tenía el ceño fruncido y apretaba sus labios. Era la primera vez que le veía enojado, daba miedo.
―Lo siento ―solté en un hilo de voz―, no va a repetirse.
Él suspiró y agachó la cabeza antes de voltear a verme. Suavizó sus facciones cuando se encontró con mis ojos y trató de sonreír; era una escena espeluznante. Estiró su mano y empezó a acariciar mi cabeza.
―No, claro que no, porque no vas a seguir trabajando ahí. ―Abrí mis ojos con demasiada sorpresa y retiré su mano de mi cabeza.
―Tú no puedes decidir eso. ―Me aparté un poco apegándome más a la puerta.
―No hagas una escena. Te estoy diciendo lo que tienes que hacer y lo vas a hacer.
Impotencia, eso sentía cada vez que él se daba el derecho de controlar mi vida. Rabia porque, aunque lo intentara, no tenía la suficiente fuerza para defenderme.
―MinJae, tú no puedes decidir sobre su vida ―SeAh se interpuso. Él volteó para verle.
―¿Pedí tu opinión? ―Ladeó la cabeza―. Si no fueras su mejor amiga, ya te habría sacado de su vida.
No podía seguir ahí. Cada vez era peor. Actuaba de manera posesiva en un extremo que resultaba insano.
Quería irme y no pensé mucho en no hacerlo. Desabroché el cinturón y abrí la puerta. Salí corriendo con todas mis fuerzas sin una dirección fija. Mi vista se nublaba por las lágrimas, pero eso era una nimiedad en el momento. Sentía la necesidad de escapar y tener la mente en blanco. Olvidarme de quién era sonaba bien, tan bien e irreal.
Pude oír los gritos de mi amiga y de MinJae a lo lejos, pero no di la vuelta. Quería huir al menos por un día. Quería desaparecer y que nada de eso sucediera. Quería volver en el tiempo para cambiar muchas cosas. Al final sabía que no podía conseguir nada de lo que quería.
Estuve corriendo por varios minutos en una dirección que no conocía. Me detuve cuando llegué a la orilla del río Han. Solo había estado ahí pocas veces, pero siempre me había parecido bonito. Caminé y me senté en el césped. Abracé mis rodillas y escondí mi cabeza. Solo podía llorar, era lo único que mi cuerpo hacía.
Sentí que mi celular empezó a vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón. Lo saqué con lentitud mientras limpiaba mis lágrimas. Leí el nombre de contacto y, por primera vez, no sentía que hablar con él me sirviera. Las cosas estaban yendo mal por mi culpa y oír su voz me haría sentir peor, porque le estaba ocultando cosas que debí decirle desde el segundo uno.
Aplasté el botón de bloqueo provocando que la llamada se cortara. Solo pasaron tres segundos hasta que llamó de nuevo. No quería hablar con él, mi voz se quebraría a la primera palabra y no iba a dejar que me escuchara así, tan miserable.
―¿Por qué? ―Colgué por segunda ocasión―. No puedo seguir haciendo esto.
Debía decirle pronto. Dejar de ocultar la razón por la que no aceptaba sus sentimientos y tampoco admitía los míos. ¿Cómo se supone que avanzaría si no decía la verdad?
jueves, 28 de julio de 2016
JungKook_21:45
¿Qué sucede?
¿Estás ocupada?
Quiero oírte.
Leí sus mensajes una y otra vez. Mi cuerpo y mente no iban a responder, no en mi estado. Solo deseaba desaparecer, ¿era mucho pedir?.
JungKook_21:47
HaeBi, por favor.
Sé que ya leíste mis mensajes, no me ignores.
Te extraño.
Si no me dices algo, voy a ir a verte.
Tragué con pesadez y empecé a escribir. ¿Todo podría solucionarse si terminaba con MinJae? Quería creer que sí, pero ya me sentía culpable y esa sensación era fuerte e intensa.
HaeBi_21:48
Perdón, estoy ocupada.
JungKook_21:48
Está bien.
Mañana quiero verte.
HaeBi_21:48
¿Tienes tiempo?
JungKook_21:49
Para ti siempre lo tengo.
HaeBi_21:49
Entonces nos vemos mañana.
JungKook_21:49
Bien, descansa.
Bloqueé la pantalla y me volví a esconder con mi cuerpo. Estaba llorando en silencio. No había gente que me pudiera escuchar a esa hora, pero tampoco buscaba que, quien pasara por ahí, pudiera notarlo. Sentirían pena o tal vez indiferencia, no quería eso.
Pasaron minutos y no tenía el deseo de moverme. Volver a casa no sonaba como algo bueno. Levanté mi vista y vi al otro extremo del río. Los edificios estaban llenos de luz, era muy bonito. Sequé mis lágrimas de nuevo.
Alguien se acercó y se sentó a mi lado. Iba a ignorar a quien fuese, pero al parecer se acercó para hablar conmigo.
―¿Por qué lloras hoy? ―«¿Hoy? ¿Que diablos?», pensé y volteé a ver su cara―. Al parecer siempre te encuentro llorando.
Era ese chico de la otra vez, el del autobús. Ni siquiera sabía su nombre, ¿cómo debería llamarle?
―La vida sigue dándome golpes en la cara ―dije con simpleza y apreté mis labios.
―¿Es por tu novio?
―¿Cómo sabes que tengo novio?
―Me sorprendería si no lo tuvieras. Eres muy bonita. ―Se encogió de hombros―. Aunque no cuando lloras, ahí te ves fea. ―Levanté las comisuras de mis labios.
―¿Sabes? Es por mi novio, pero no solo por él, también es por mí. Nada sale como yo quiero.
―Solo espera, seguro buenas cosas están por venir. ―Se acomodó estirando sus piernas y apoyando sus brazos en el piso mientras se recargaba en ellos―. Mi padre lo dice seguido: "Buenas cosas están por venir" ―repitió de manera lenta y como si imitara la voz de su progenitor.
―¿Ahora me vas a decir tu nombre? Lo prometiste ―le recordé.
―No lo olvidaste, ¿eh? ―Sonrió de manera ladina y cerró los ojos―. Me llamo Kwon JaeHyun. ―Hizo una pausa―. Siendo honesto, creí que no te vería de nuevo.
―Yo también lo pensé ―solté con ironía.
―Oye, si tu novio está haciendo que llores, debe ser un cretino. Deberías terminar con él.
―Ya lo había pensado.
―¿Entonces por qué sigues con él?
―Tengo miedo de lo que puede suceder si termino con él. Además no tengo valor para hacerlo.
―Ninguna persona debería tener miedo para terminar una relación en la que no es feliz. ―Sonaba como alguien sabio con respecto al tópico.
―Solo estoy esperando por la excusa perfecta. Mi mamá lo ama, aunque a mí ni siquiera me gusta, pero no puedo culparla, ella no lo sabe. ―Suspiré y opté por cambiar de tema―. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes novia?
―No, no he encontrado a ninguna chica con la que quiera salir en serio. Tampoco estoy buscando a alguien perfecta, pero quiero que me entienda. Tal vez muera solo. ―Soltó una carcajada ante la idea.
―Todos encuentran a alguien a quien amar, no vas a morir solo ―dije con esperanza.
―¿Sabes? Tú me llamas la atención siempre que te veo.
―Solo han sido dos veces ―dije con extrañeza.
―Si, pero desprendes un tipo de aura que me llama. ―Me veía con atención y fruncí el ceño―. No digo que me gustes ―agregó con prisa.
―Que bueno, porque a mí ya me gusta alguien más. ―Reí con calma.
―Yo... yo tengo una hermana, solo que no la conozco. Ella debería tener tu edad, tal vez es eso ―explicó―. Además tenemos el mismo apellido. ¡Podrías ser mi hermana perdida! ―Ladeé la cabeza y sonreí por su ocurrencia.
―Yo no tengo hermanos, solo primos. ―Chasqueó la lengua.
―¿De qué año eres? ―Fruncí el ceño antes de responder.
―Del noventa y ocho.
―¡Perfecto! ―exclamó―. Yo soy del noventa y siete, así que me autoproclamo como tu hermano mayor. ―Levantó su mano derecha―. Ahora dime oppa. ―Se acomodó cruzando sus piernas.
―¿Oppa? ―Asintió con emoción―. Bien, bien, puedes ser mi hermano mayor falso ―Le seguí el juego. Se veía muy entusiasmado al respecto.
―Ahora, hermanita menor falsa, intercambiemos números y luego te acompaño a tu casa. Ya es tarde como para que sigas en la calle.
Él me dio su celular y yo le di el mío para que guardáramos nuestros números de teléfono. Después nos levantamos y empezamos a caminar hasta mi casa. JaeHyun dijo que vivía por la zona, así que no era una molestia acompañarme. Caminamos por casi una hora y hablamos sobre cualquier tontería que se nos cruzara por la mente. Él me agradaba por algún motivo y me transmitía familiaridad.
Cuando llegamos, me dejó en la puerta de mi casa y se fue. Le vi alejarse por la calle durante unos segundos antes de entrar. En ese momento hubiera deseado nunca cruzar por el umbral de la puerta. Sabía que mamá me iba a reprender, lo vi en su rostro, estaba enojada. MinJae también estaba ahí, SeAh igual. Los tres pares de ojos acabaron sobre mí cuando estuve en su rango visual. La única que no estaba molesta era SeAh, ella solo se veía preocupada. Pude ver que me sonrió y fue lo único bueno, porque después mamá me gritó y sentí como si soltaran un balde de agua helada sobre mí.
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Notita para agradecer a HiJully por su apoyo. ♡ Hace tiempo que estaba por ponerlo, pero mi memoria de pollito me hacía olvidarlo. De verdad gracias. ^^
-비🌧
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