24화

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Semana de exámenes: terminada. Nivel de estrés: máximo. Gramos de cafeína en la sangre: incalculable. Horas que estuve con SeAh en la biblioteca: dieciséis aproximadamente. Llamadas con JungKook: Cuatro. Tiempo que vi a JungKook: no lo vi. Tiempo que vi a MinJae: Podrían ser poco más de siete horas. Él había decidido llevarme a la escuela, luego a la biblioteca con SeAh, recogerme y llevarme a casa. Básicamente me estaba vigilando y lo detestaba como no se pueden hacer una idea. Los viajes eran silenciosos e incómodos. Eso no estaba bien, pero a él no parecía importarle. Era frustrante.

El calor de verano no había sido tan insoportable antes, al menos yo no lo recordaba. Ni cuando vivía en Busan lo había sentido así. Junto con la humedad, el clima era tan intenso que estaba usando un short y un top de tirantes, prendas que prefería evitar, porque no me hacían sentir muy cómoda. No llevaba medias y estaba tirada en el piso de mi habitación cambiando de posición de vez en cuando para sentir el frío de este.

La puerta hizo un sonido que indicaba que había sido abierta. Moví mi cabeza un poco y vi a mamá entrando. En sus manos tenía algunas camisetas y pantalones míos, también mi uniforme. Lo habitual era que yo lavara mi ropa, pero en semana de exámenes era la excepción. Durante ese periodo no pensaba en otra cosa que no fuera estudiar y sacar cien para mantener mi promedio.

―Deja de estar tirada en el piso, te puedes enfermar. ―Caminó hasta mi armario y guardó las prendas donde ella sabía que iban.

―Es que está tan fresco. ¿Tú no tienes calor, mamá? ―Me senté y crucé mis piernas.

―Si, cariño, pero puedo soportarlo. ―Soltó una pequeña carcajada mientras se daba la vuelta para verme―. Mañana es la cena en casa del señor Han.

―¡Oh! ―exclamé con falsa sorpresa y un poco de fastidio―. ¿No podías decirme mañana? ―usé un tono irónico.

―Cariño, a mi tampoco me gustan las cosas de último minuto. Si hubiera sabido antes, te lo habría dicho.

―Si, mamá, lo sé. ―Pasé mi mano por mi cabello para peinarlo hacia atrás―. Lo siento. Es que soy más estrés que persona, no me tomes muy en serio ―le resté importancia―. ¿A qué hora iremos?

―Creo que si salimos de aquí a las seis, estará bien. ―Se sentó en mi cama y palmeó un espacio junto a ella para que fuera. Así lo hice―. ¿Está bien para ti? Si necesitas descansar, puedes decirme.

―Descuida ―le sonreí para transmitirle calma―. Solo intentemos regresar temprano.

―Bien. ―Acarició mi mejilla―. Eres tan buena hija.

―Eso es porque te quiero.

―También te quiero, mucho, mucho.

―Mamá ―dije esperando por su completa atención―, gracias por todo.

―Yo solo intento ser buena madre. En cambio, gracias a ti, HaeBi, por ser tan buena hija. Nunca me has causado problemas.

El sonido de mi celular interrumpió el ambiente. Tanto mamá como yo nos limpiamos pequeñas lágrimas que querían salir; éramos muy sentimentales a veces. Ella se levantó, me dijo que la cena estaría en media hora y salió.

Mi atención cayó en mi escritorio, donde el aparato sonaba. Gracias al reloj que estaba ahí supe que eran las siete de la noche. No esperaba llamadas, al menos no a esa hora, así que, con duda, me levanté de la cama y caminé hasta tener mi celular al alcance. Lo tomé y me sorprendí al leer su nombre, aún era temprano.

Pulsé el botón verde y llevé el prisma rectangular cerca de mi oreja. Retomé el camino de vuelta a mi cama y me tiré en ella. Aunque el suelo estaba frío, no era tan cómodo, eso estaba claro. Aunque también era común que personas todavía durmieran en el suelo gracias a la tradición, yo nunca me acostumbré a eso. Siempre amanecía con dolor de cuello y espalda.

―Hola, sabelotodo. ―Rodé los ojos por el apodo que había decidido darme.

―Hola. ―Tomé el conejo de felpa que estaba a mi izquierda y lo puse sobre mi torso antes de ver al techo―. Aún es temprano.

¿Cuántas veces había visto el techo en el último tiempo? Incluso empecé a considerar comprar de nuevo las estrellas que brillan en la oscuridad para ponerlas ahí, así tendría algo que ver y no solo el blanco impoluto.

―Lo sé, pero ya terminaste los exámenes, así que decidí llamarte antes. Debes dormir temprano hoy.

―¿Te preocupas por mí? ―Sonreí como tonta.

―¡Claro que lo hago! Eres importante para mí, ¿cuántas veces te lo he dicho? ―Hice un sonido con la boca para darle a entender que lo estaba pensando.

―Sinceramente perdí la cuenta después de la tercera y eso fue cuando aún vivíamos en Busan. ―Le escuché reír de manera tranquila y grave. Me gustaba su risa.

―Ha pasado mucho tiempo.

―Lo sé. Se siente cercano, pero no lo es. ―Giré sobre mi puesto provocando que el conejo cayera a un costado.

―De verdad, debemos recuperar todo ese tiempo. ¿Qué harás mañana en la tarde? Quiero invitarte a comer.

―Podemos almorzar. En la noche tengo una cena.

―¿Cena? ¿Con quién? ¿Dónde? ¿Por qué no me dijiste? ―Reí por todas las preguntas que soltó en menos de tres segundos.

―Si, cena. Es en la casa del jefe de mamá. No te dije antes, porque me enteré hace... Creo que fueron cinco minutos.

―¿El jefe de tu mamá tiene hijos?

―¿Estás celoso? ―pregunté con burla y le oí bufar. Sabía que lo estaba―. Si, tiene un hijo de mi edad.

―No le hables.

―Eso es muy descortés, JungKook. ―Negué mientras sonreía―. No tienes que preocuparte, él no me agrada.

―Bien, eso me tranquiliza.

Claro que le tranquilizaba, porque omití la parte donde aclaraba que ese idiota era mi novio. Él no había preguntado, así que estaba bien, ¿no? Bueno, tal vez no, pero no quería decirle. Estaba mal lo que mi tonto cerebro hacía.

Bostecé con fuerza y tapé mi boca. Mis ojos dejaron salir unas cuantas lágrimas. Estaba cansada y necesitaba dormir. Tenía ganas de ser un oso y de que fuera invierno para poder hibernar. Sonaba tan tentador e irreal.

―Sabes que para mí solo existes tú. ―Limpié las pequeñas lágrimas.

―HaeBi ―hice un sonido con mi boca para que continuara―, necesitas descansar.

―Lo haré después de la cena. ―Cerré mis ojos y me quedé en silencio por un momento como si mi cerebro se hubiera detenido―. Tú también necesitas descansar. No trabajes mucho.

―Solo lo suficiente.

―Hablo en serio. Eres muy perfeccionista y está bien, pero no es bueno cuando te haces daño.

―Que no, que no. Mira, no me exijo mucho ―mentira―, solo quiero que el comeback sea perfecto. Sé que aún hay tiempo, pero nunca es suficiente. En un abrir y cerrar de ojos ya será la fecha.

―¿Acaso voy a tener que cuidarte como a un bebé para que descanses? ―Carcajeó de nuevo.

―Pero si la bebé, entre los dos, eres tú. Mejor yo te cuido.

―No necesito que me cuides.

―Entonces tú tampoco me cuidas. ―«Juego sucio», pensé y me resigné.

―Si tu me cuidas, yo te cuido ―concluí―, ¿te parece?

―Si, perfecto. ―No podía verle, pero por el sonido de su voz me imaginaba que estaba sonriendo con demasía―. ¿Sabes? Se supone que debo escribir una canción para mi solo y no tengo ni idea de que escribir.

―¿¡Solo!? ¿¡Canción?! ¿¡Escribir!?

En ese punto había escuchado unas cuantas canciones de los chicos, pero tenía claro que debía darme un tiempo para oír muchas más. Ni siquiera podía reconocer la voz de JungKook. Recordaba haberle oído cantar un par de veces hace años, pero su tono había cambiado.

―Una canción en solitario. Cada uno escribirá la letra de la suya ―explicó.

―Ya quiero oír la tuya. ¿Me dejarás escucharla cuando esté lista?

―Me da vergüenza.

―Solo si quieres. No te voy a obligar... aunque podría hacerlo. ―Una imagen de JungKook atado a una silla llegó a mi mente, pero la alejé de inmediato.

―Te dejo escucharla si tu cantas para mí.

―¿Cantar para ti? ¿Por qué? ―Fruncí el ceño.

―Porque no te he oído cantar en años y quiero recordar como lo haces. Me gustaba tu voz.

―Bien, trato ―solté con decisión, aunque luego pudiera arrepentirme.

―¡Ya terminó el descanso! ―una voz al otro lado gritó. Pude reconocerle como HoSeok, debía ser él. O podría ser el coreógrafo.

―Me tengo que ir.

―Si, lo escuché. Entonces nos vemos mañana, descansa y no te sobre exijas. ―Bostecé de nuevo. Si mamá no se daba prisa, acabaría por dormirme sin cenar.

―Nos vemos, HaeBi. Duerme como perezoso, come mucho y aleja tu estrés. ―Hice un sonido con mi boca para que supiera que le oí―. Voy a colgar. ―Sin más, la llamada terminó

Dejé caer mi mano junto con el celular al costado. Los párpados empezaban a pesarme de manera considerable. Antes de ceder a la necesidad de mi cuerpo por dormir, me levanté y bajé para ayudarle a mamá si lo requería. Me demoré muy poco, pero tampoco terminé el recorrido con rapidez.

Mi día terminó después de que comiéramos. Apenas terminé, mi progenitora me obligó a subir para dormir. Quise ayudarle a recoger la mesa y lavar los platos, pero no me dejó; insistió varias veces diciendo que merecía descansar. Incluso quería tomar una ducha para eliminar esa sensación pegajosa de mi cuerpo por el sudor que provocó el clima, aunque al final decidí que lo haría en la mañana. Parecía que podría dormirme en cualquier momento y eso no sonaba bien.

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Me mantenía viendo a través de la ventana del auto de mamá. Observaba a cada persona caminando bajo el sol que aún tenía tiempo de brillar antes de ocultarse. Con mis manos jugaba con la tela del vestido y mordía mi labio con disconformidad. La música de la radio sonaba de fondo y mi progenitora tenía su atención en la carretera. Hace poco había dicho que estábamos a punto de llegar.

Las canciones que sonaban de fondo las había escuchado varias veces, porque eran populares en ese entonces. Oía la letra sin prestarle mucha atención, ya que sabía lo que trataban de expresar. Había sido así hasta que empezó un ritmo hecho por sintetizador que no sentí haber escuchado antes. Pensé y analicé, aunque no supe ni el nombre ni el artista, así que me concentré en la letra apenas empezó.

Detesto esta noche, quiero respirar
Detesto mis sueños, quiero despertar
Me siento atrapado, me puedo asfixiar
Don't wanna be lonely, just wanna be yours¹

La voz me pareció conocida. Estaba claro que la había escuchado en algún lado antes, pero no era capaz de decir dónde. Sonaba familiar y a la vez desconocido. Seguí escuchando, porque la letra me había gustado.

Es tan oscuro estar sin ti, todo es tan borroso
Me hace tanto mal, se vuelve peligroso
Sálvame ya, si estoy sin ti, no sé quién soy
No sé quién soy¹

Con el propósito de conocer el nombre de la canción y el artista, saqué mi celular del bolso que mamá me obligó a usar y abrí esa aplicación que podía identificar canciones. Pasaron unos segundos de reconocimiento hasta que la información que quería apareció en la pantalla. Save Me de BTS. Algo en mi mente conectó y entendí porqué se sentía familiar.

Seguí con mi atención a la melodía y a la letra. Me preguntaba en qué parte cantaba o rapeaba cada uno. Todavía no era capaz de reconocer sus estilos, pero me hacía una idea. Tenían un color en su voz único, así que se notaba cuando dejaba de cantar uno y seguía otro. Incluso en las partes de rap se podía sentir la diferencia, pero no significaba que no tuvieran sinergia. Al juntarlos a todos, encajaban de manera armónica y era agradable.

La canción terminó solo unos minutos antes de que mamá detuviera el auto frente a una gran casa. Podría, incluso, decir mansión. Estábamos en uno de los mejores barrios de Seúl: Hannam-dong. Bajó la ventana y tocó el timbre sin estirarse mucho. Habló con la persona del otro lado y la puerta del garaje se abrió. Encendió el carro de nuevo y lo metió ahí.

Pude ver vehículos de diversas marcas y, suponía que, de precios elevados. Al fin y al cabo, el señor Han tenía el poder adquisitivo para pagar por todo eso. Además, lo más seguro, es que esa casa fuera totalmente suya, es decir, no pagaba una mensualidad por ella. Su precio podría rondar los mil millones de wones. Parecía irreal poder tener tanto dinero.

Después de bajar del auto, caminamos hasta la entrada. La puerta se abrió y una señora nos recibió de manera cálida. Se notaba como cuidaba de su aspecto en base a su lugar de trabajo. La gente gustaba de aparentar, también era la costumbre, porque juzgar por la apariencia era el pan de cada día.

―Bienvenidas. ―Sonreía acompañando su amabilidad e hizo una reverencia de noventa grados mientras nos hacía paso para entrar―. El señor Han y el joven MinJae están en la sala. ―Se irguió y señaló una dirección indicando a dónde debíamos ir.

―Gracias. ―Mamá le devolvió la sonrisa e inclinó un poco su cabeza, cosa que también hice.

Se podía notar el esfuerzo para que todo se vea pulcro. Colores blancos, negros, grises, era monocromático. Un diseñador de interiores pudo haber estado trabajando en cada detalle para transmitir esa idea de que quienes vivían ahí eran de clase alta.

La primera persona que vi cuando llegamos a la sala fue a MinJae. Él, al notarlo, sonrió de manera automática y se puso de pie. Empezó a caminar en mi dirección haciendo que su padre también se percatara de nuestra llegada. Cuando él estuvo frente a mí me besó y puso su brazo alrededor de mis hombros.

―¡Por fin llegaron nuestras invitadas! ―exclamó el señor Han con un entusiasmo inhumano―. La cena aún no está lista ―informó―, por favor, siéntense. ―Hizo un ademán con sus manos señalando los sillones.

Mi madre se sentó en uno individual, el señor Han retomó su asiento en el sillón más grande y MinJae tomó mi mano para guiarme al sillón mediano donde me hizo sentar. Empezó a jugar con mis manos, se veía muy distraído y sumido en eso.

Los adultos empezaron a hablar y reír, eran el único sonido de fondo que tenía. Eché un vistazo a toda la habitación reafirmando mis ideas pasadas y preguntándome cuánto valía cada cuadro o jarrón. Sonaba superficial, lo sé, pero no podía pensar en nada más. Empezaba a aburrirme.

―Y cuéntame, HyeRi. ―El señor Han habló. Deduje que se dirigía a mí, porque me estaba mirando.

Fruncí el ceño con descontento y confusión mientras le devolvía la mirada. De reojo pude ver una sonrisa nerviosa de mamá y sentí como MinJae dejó de jugar con mis manos. Incluso el señor Han noto que dijo algo mal y pude ver cómo tragó con nerviosismo. Era la novia de su hijo, pero ¿no sabía mi nombre? Qué tontería.

―HaeBi ―le corregí de manera poco amable―. Soy HaeBi no HyeRi. ―Sonrió con incomodidad.

―Oh, sí, perdona. ―Se rascó la nuca antes de rectificarse y continuar―. Entonces, HaeBi, cuéntame ¿qué quieres estudiar?

Ya sentía la noche arruinada con ese error. La incomodidad se percibía en el aire y la tensión podía romperse con lo más mínimo para después explotar. De no ser por mamá, me habría levantado y me hubiera ido.

―Estaba pensando en alguna ingeniería, tal vez química. ―Ni siquiera sabía si iría a la universidad y era algo que debería decirle a mamá tarde o temprano.

―Así que eres una mujer de ciencia, ¿eh? ―trató de sonar amigable.

―Si, supongo. ―No tenía ni el mínimo interés en seguir la conversación.

Si bien el señor Han no era tan arrogante como MinJae, no significaba que no lo fuera. Ese hombre estaba consciente de su posición en la sociedad y se jactaba de ello de manera discreta.

―La cena está lista, pasen a la mesa. ―La misma señora que nos recibió dio el aviso. En mi interior le agradecí por interrumpir esa situación tan penosa.

Mi progenitora y el señor Han se levantaron en un santiamén y caminaron hasta el comedor. Cuando quise ir detrás de ellos, mi novio no me dejó, haciendo que volviera a sentarme de golpe. Tomó mi rostro con ambas manos sobre mis mejillas y me vio a los ojos con intensidad.

―Lo siento por lo de mi papá. ―Se acercó más a mi―. Suele olvidar cosas con facilidad. ―Ladeó un poco la cabeza y sonrió de lado―. Por cierto, me gusta tu vestido. ―Me besó de manera brusca. Me causaba repulsión.

Le empujé hasta que dejó de hacerlo. Me vio con el ceño fruncido como si le extrañara mi actitud, cuando él sabía muy bien que odiaba eso. Odiaba cada cosa que hacía, porque lo hacía sin importarle si yo lo quería. Porque me usaba a su antojo sabiendo que era débil.

―No me beses. No me gusta que lo hagas.

―Tengo derecho, eres mi novia.

―¡Ah, maldita sea! ―Retiré sus manos de mi rostro―. Me da igual que sea tu novia, no tienes derecho a hacerlo. Detesto que me beses.

―¿Crees que me importa? ―Me dieron ganas de darle una cachetada―. Tu mamá está a unos metros, no dejes de actuar como si te gustara. ―Volvió a tomarme y besarme a la fuerza. Era más débil que él, así que no me dejó alejarme.

―Te odio. ―Le abofeteé, porque se lo merecía. Era un completo cretino.

Me levanté y caminé por donde los adultos se habían ido hace un momento. Les vi sentados conversando de manera amena muy ajenos a lo que sucedió hace segundos a unos metros. Mamá se veía tan feliz y me preguntaba si de verdad eso era lo que ella quería, porque yo no sabía durante cuánto podría aguantar fingir, ante sus ojos, que me gustaba MinJae.

«¿Cuánto tiempo más? ¿Cuando voy a conseguir valor para terminar con esto? ¿Cuándo voy a poder decirle lo que siento a la persona que me gusta? ¿Cuándo voy a decidir sobre mi vida?», me preguntaba en bucle. No tenía el valor para borrar su sonrisa. Ella había dado todo de sí para criarme, no podía decepcionarle. No quería verle así, porque lo odiaba, hacía que también me doliera a mí.

Suspiré y agaché la cabeza antes de seguir caminando hasta sentarme junto a la mujer que me dio la vida. Ella tomó mi mano y la acarició con su pulgar, después me sonrió con calidez. Podría hacer todo por ella, se lo merecía. Me crió sola y se esforzó para que no me faltara algo. Intentó ocultar su dolor de mí, el vacío que sentía por no tener a mi padre junto a ella, aunque le había visto llorar varias veces. Ni siquiera me atreví a preguntarle sobre eso, no quería que lo recordara a pesar de que quisiera saber porqué no estaba.

Había tantas cosas en mi vida que eran un espacio en blanco sin explicación. Me preguntaba si murió, sonaba probable, pero también había considerado que se fue y eso sonaba loco, porque habíamos vivido con su familia durante años. ¿Qué familia vive con la ex esposa de uno de ellos? Suena tonto e incoherente. También estaba el hecho de que ni siquiera lo mencionaban, no había fotos suyas. Como si no hubiera existido, cuando claramente si lo hizo. Me preguntaba si algún día sabría que sucedió.

Pasó un rato hasta que MinJae llegó y se sentó a la derecha de su padre. Fue entonces cuando empezamos a comer. Todo era silencioso e incómodo. Rogaba por que la noche pasara rápido y que terminara para salir de ahí.

Parecía que, por cada vez que avanzaba con JungKook o simplemente por haber estado con él, me iba peor con MinJae. Tal vez no debí decirle que alguien más me gustaba, porque ahora no dejaba de controlarme cuando podía. Le había visto analizar a cada chico que pasaba cerca tratando de deducir cual de todos me gustaba; agradecía que, lo más probable, era que él nunca iba a conocer a Jeon, no imaginaba la posibilidad.

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¹ BTS. (2016). Save Me [Adaptación al español de Jósema]. The Most Beautiful Moment In Life: Young Forever. [Digital]. Seúl, Corea del Sur: Big Hit.

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Volví a cambiar la portada por quinta vez, si no estoy mal, pero es que cada vez encuentro mejores fotos y me tiento. Aunque igual y esta se queda, no lo sé.

P.D. les amo, amito. ♡

-비🌧

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