11화

⠇⠑⠋⠞ ⠃⠑⠓⠊⠝⠙
🍭

―Oh, JungKookie. ―Levanté mi cabeza para verle―. ¿No ibas a practicar? ―Negué.

―Solo reservé la sala.

―¿Cuál es el punto si no la ibas a usar? ―Me veía atentamente.

―Yo no, pero alguien está ahí. ―Saqué mi celular y vi la hora. Casi eran las nueve. Me levanté hasta una de las neveras y saqué una botella de agua―. Llévasela y dile que casi son las nueve. ―Se la tendí.

―¿A quién exactamente?

―Lo sabrás cuando estés ahí. ―Suspiré y fregué mi rostro con las manos―. Te veo en casa ―dije antes de ir al elevador.

En serio no conseguía entender a HaeBi. Un día todo se arregla y al siguiente es como si nada. Sé que tengo culpa por no haberme despedido, pero aun así, duele. Quisiera ir a explicarle, aunque sé que ahora no va escucharme ni aunque le grite. Nada ha cambiado.

🍭

Llevaba repitiendo la rutina. Me veía al espejo cada vez y parecía que estaba bien. Me sentía tan cansada y necesitaba agua. Pensé en ir por ella, pero no quería cruzarme con Jeon. Iba a caer si lo veía y a decirle que no era cierto. Correría hasta él, lo abrazaría y me fundiría en su pecho. Eso estaba mal desde cualquier punto. ¿El principal? Tengo novio y, aunque no lo quiera, se merece respeto.

Me quedé parada en medio de la sala y me veía al espejo. Estaba roja y sudada. Mi cabello era todo un desastre que no había podido controlar aunque me había hecho una coleta. Me senté abruptamente cruzando mis piernas, apoyé cada brazo en una rodilla y luego mi cabeza cayó en mis manos. Mi respiración empezaba a normalizarse.

Escuché que alguien golpeó la puerta y luego abrió la misma. Creí que sería JungKook, pero al voltear me topé con el chico sonriente. De no haberlo visto primero, seguro habría gritado improperios a la persona equivocada. Esbocé una pequeña sonrisa para el recién llegado. Se iba acercando.

―Así que la pequeña HaeBi estaba aquí. ―Se sentó junto a mí―. Toma. ―Extendió una botella de agua. Sonreí y la tomé.

―Gracias, sunbae. ―La abrí y bebí con rapidez. De verdad la necesitaba.

―Solo dime TaeHyung, no necesitas ser formal conmigo. ―Enseñó su sonrisa cuadrada. Asentí―. Además, no me agradezcas a mí. ―Fruncí el ceño.

―¿Entonces a quién? ―Cerré la botella y la puse frente a mí.

―A JungKook. Él me pidió que te la trajera. ―Apreté mis labios―. Oh, y que te dijera que casi son las nueve.

―¿Puedes agradecerle por mí? ―Sonreí tratando de hacer aegyo. Era muy mala en eso. Solo conseguí que se riera.

―No hagas eso. ―Abrasaba su estómago―. Puedes decirle mañana, hoy ya se fue.

―No puedo... ―dije más para mí que para él, pero al decirlo en voz alta él pudo escucharlo.

―¿Por qué no? JungKook no muerde ―bromeó. Solté una pequeña carcajada.

―Yo sé que no. ―Regresé a verle con mi semblante triste―. Pero no puedo, así como no vino él mismo a darme eso. ―Apunté la botella frente a mí.

―¿Qué es lo que esconden ustedes?

―Nada. ―Volví mi vista al espejo.

―¿Debo fingir que te creo? ―Vi su reflejo. Negué.

―Pero yo no voy a hablar de eso. Puedes preguntarle a él. ―Me encogí de hombros.

―No sabes mentir, ¿no? ―Reí ante lo que dijo.

―Sí sé mentir, solo que no siento la necesidad de mentirte a ti.

―Entonces me siento especial. ―Levantó un poco su cabeza y sonrió. Le sonreí de vuelta.

―¿Te puedo pedir algo?

―¿Esta amistad ya avanzó para poder pedir favores? ―Fingió sorpresa―. ¿Qué necesitas, pequeña HaeBi?

―Quiero hacer una última vez la rutina antes de irme, pero no sé si estoy haciéndolo bien. ¿Podrías verme y decirme? ―Asintió repetidas veces.

No respondió nada y solo se arrastró hasta estar con su espalda apoyada en los espejos y su vista en mí. Puse la música y esperé que llegara el momento donde tenía que empezar. Me sentía nerviosa con alguien viéndome, pero necesitaba la opinión de una persona más experimentada. Me moví un poco y entonces llegó el momento. Empecé a mover mi cuerpo y a verme en el espejo. Me concentraba en marcar cada movimiento y hacerlo exacto. Podía sentir que V me observaba, pero no pudo importarme menos entonces. Hasta que acabé la rutina.

Empezó a aplaudirme y se levantó. Yo fui a tomar la botella de agua para terminar con todo su contenido en un instante. La sensación de aquel líquido recorriendo mi interior era refrescante.

―Lo haces bien, para estar empezando. ―Mostró ambas manos en puño con el pulgar levantado.

―¿En serio? ―Sonreí ampliamente. Asintió―. Muchas gracias, TaeHyung. ―Me incliné varias veces.

―De nada, pequeña. ―Revolvió mi cabello un poco.

―Ahora voy a poder dormir en la noche ―bromeé y él rió levemente.

―¿Sabes qué? Mejor ve a casa pronto. La noche puede ser peligrosa. Nos vemos mañana. ―Salió del lugar. Agitando su mano.

Me apresuré en tomar todas mis cosas y sacar una sudadera extra que tenía para las emergencias. Me la puse y salí con dirección al ascensor. Pulsé el botón y esperé. Saqué mi celular. Faltaban dos minutos para que sean las nueve. Revisé mis notificaciones, tenía varios mensajes de SeokJin y una llamada perdida.

lunes, 20 de junio del 2016

SeokJin_20:35
Creo que todavía estás entrenando.
Te quería avisar que el lunes siguiente podemos empezar con la semana a mi cargo.

HaeBi_20:59
Está bien, sunbae. Lo tendré presente ^^

Respondí antes de que lo olvidara. Pensé en abrir alguna red social, pero entonces una llamada entró. A veces me preguntaba si SeAh tenía una bola de cristal donde me veía y sabía cuándo llamar. Nunca era inoportuna. Contesté mientras entraba a la caja de metal que ya había llegado.

―¿Eres bruja? Siempre sabes cuándo llamar.

―¡Oye, respétame! Encima de que me preocupo por ti. ―Bufó.

―Le presento mis sinceras disculpas, señorita.

―Las acepto ―dijo de manera recelosa para después cambiar su actitud―. ¿Cómo te fue?

―Bien, creo. Fue difícil, pero me esforcé.

―Ya te vas a acostumbrar ―animó.

―Espero que sí, porque si no, te va a tocar preparar mi funeral. ―El ascensor llegó a la planta baja y salí del edificio con dirección a la parada de buses.

―No juegues con la muerte ―dijo seriamente. Llegaba a ser muy supersticiosa a veces.

―Bien, no lo haré. Mejor dime cómo vamos a comprar el vestido que MinJae quiere.

―Oh, sí. Estuve pensando en eso toda la tarde. Imaginé todas las posibilidades.

―Eres toda una drama queen. ―El título le quedaba como anillo al dedo―. ¿Cuál es la mejor salida?

―Compraré uno para ti mañana. Pensé en secuestrarte y hacerlo contigo, pero tienes prioridades, lo sé.

―En este punto de mi vida empiezo a preguntarme qué haría sin ti. ―Llegué a la parada y me senté en la banqueta. Había varias personas ahí.

―Tal vez sufrir ―bromeó.

―La verdad si. ―Reí con cautela para no molestar a nadie―. Te debo demasiado

―Yo no pido mucho. Soy fácil de complacer.

―Ay, unnie ―dije con un tono meloso.

Siseó antes de hablar: ―No me digas unnie, mocosa. ―Sabía que le fastidiaba; según ella le hacía sentir más vieja de lo que era.

―Quería molestarte, SeAh. Por favor no me mates. ―Volví a reír de la manera más silenciosa posible. Tal vez me veía como loca.

―No te mataré, porque sin ti no podré conocer a algún idol.

Hice un sonido exagerado de sorpresa acompañado con mi boca formando una gran o. ―Ya entiendo, solo me estas usando. Debí saberlo. ―Fingía estar ofendida.

―No es cierto. ―Rió exageradamente―. Solo aprovecho la situación.

―Es lo mismo. ―Vi a lo lejos el autobús llegando.

―No, no es lo mismo, mi querida HaeBi. Aún así ―hizo una larga pausa―, ya prometiste invitar a V y a JungKook ―me recordó.

Maldije en mi mente. No tenía ni idea de cómo iba a invitar a Jeon cuando acababa de romper cualquier relación con él hace aproximadamente una hora. No había manera. Incluso sería incómodo para ambos. Estaba muy consciente de lo hipócrita que me vería. Claro, le hago llorar y después le estoy invitando a vandalizar por ahí. ¿Cuál era la probabilidad de que aceptara? No creo que quisiera dañar su imagen en caso de que nos atraparan. Suspiré pesadamente. Me resigné a una opción que no quería, pero que sonaba mejor.

―Puedes invitar a MinJae. No creo que consiga invitar a JungKook. ―El bus llegó y se paró. Me levanté para subirme en él. Pasé la tarjeta por el detector y luego fui hasta un asiento junto a la ventana.

―¿Qué? ¿A MinJae? ¿Te estás oyendo? ―Habló tan rápido que parecía una rapera profesional. Estaba sorprendida y confundida.

―SeAh, hoy hice una reverenda estupidez ―confesé. Pude sentir como mis ojos daban de sí y dejaban salir las lágrimas―. Lo arruiné. ―Sin poder controlarlo, empecé a sollozar.

Últimamente andaba tan sensible que parecía que pronto me llegaría el período. Maldije las hormonas internamente.

―Oh, cielos. HaeBi, no llores. ―Pude oír sonidos extraños―. Voy a estar en tu casa antes que tú. Maldita sea, necesito que me digas que pasó.

El sonido metálico de las llaves cruzó el altavoz. Después distinguí una puerta abrirse y cerrarse. Parecía flash. Reiría de no ser porque estaba llorando. Mi ánimo empezaba a caer en picada.

―SeAh... ―hipé―. Soy una completa tonta.

―No digas eso. Ninguna tonta consigue el primer lugar. ―Trataba de animarme y le agradecía en mi interior―. Aish, joder. Malditos taxis ―exclamó aparte de la conversación. Imaginaba que ninguno se detenía.

―Voy a colgar ahora. ―Mi tono de voz era bajo. Esperaba que hubiera escuchado.

―Si, bien. Trata de calmarte, por favor. ―Hice un sonido tratando de expresar un sí.

Despegué el celular de mi oído y aplasté el gran botón rojo dando por finalizada la llamada. Guardé el aparato en el bolsillo de mi sudadera. Sequé mis lágrimas con la manga, en vano, ya que seguían saliendo, y sorbí por la nariz. Volteé mi rostro para ver por la ventana. Me quedé embelesada con nada en específico. Solo estaba buscando que nadie me viera llorar. Estaba sola y tal vez podrían sentir pena, odiaba eso. Aun así, sabía que se notaba, mi respiración entrecortada me delataba.

El bus se detuvo en la siguiente parada. Pude ver como se subían unas cuantas personas. Una de ellas se sentó junto a mi. Lo supe gracias al reflejo en la ventana, era un chico. Traté de voltear más mi cuerpo para que no me viera, como si eso me protegiera.

No pasó mucho hasta que pude sentir algo a un costado de mi rostro. Giré lo suficiente para ver que era. Un pañuelo se encontraba ahí. El chico junto a mi agitó la mano con la que lo sostenía animándome a tomarlo. Me quedé sin moverme pensando si sería una buena idea.

―Anda, tómalo. No es venenoso ―incitó.

Lentamente estiré mi mano y lo tomé. Pasé el pañuelo por mis mejillas secando las gotas saladas.

―Gracias. ―Mi tono de voz era bajo y sonaba entrecortado.

―De nada. ―Voltee un poco más y pude ver su cara, estaba sonriendo. Traté de regresarle el pedazo de tela, pero no lo aceptó―. Si te pregunto por qué lloras, no me dirás, ¿verdad? ―Negué―. Lo supuse.

―Ni siquiera te conozco. ―Empezaba a calmarme un poco.

―Y yo a ti tampoco ―agregó con falsa sorpresa―, pero no iba a dejar que llores. ―Se encogió de hombros.

―¿Por qué? ―Le veía atentamente mientras trataba de regular mi respiración.

―Mi mamá me enseñó a ser un caballero. ―Me pareció un poco graciosa su respuesta.

―Estará orgullosa entonces.

―No lo dice a menudo, pero creo que sí. Aunque también me reprende mucho, ya sabes. Incluso llega a perseguirme para tirar de mi oreja cuando se enoja. ―Me hizo gracia la idea, así que simplemente reí.

―¿Cuántos años tienes? Pareces muy grande para eso.

―Tengo diecinueve. Puede parecer mucho, pero no realmente. ―Hablaba serio―. Siento que eres mayor que yo.

―¿Mayor? Estoy con uniforme. ―Me estaba riendo demasiado. Pasó sus ojos por todo mi cuerpo y luego regresó a mi rostro.

―No me había fijado. ―Rascó su nuca y sonrió como si estuviera avergonzado.

―Gracias. ―Ese extraño había logrado que dejara de llorar, al menos por ese momento. Volví a pasar el pañuelo por mi rostro una última vez.

Me vio sonriendo. Pasó su vista a la ventana y volvió a mí. ―Ya me voy. ―Empezó a levantarse.

―¿Ya? ―Asintió. Le tendí el pañuelo pero no lo tomó.

―Guárdalo y así no me olvidas. ―Parecía un coqueteo―. ¿Cómo te llamas?

―HaeBi, ¿tú? ―El bus se detuvo en la parada. Estábamos una antes de la mía.

Empezó a bajarse. Antes de estar fuera me dijo: ―Si nos vemos de nuevo, me presento.

Él se quedó en la parada y agitó su mano para despedirse mientras seguía sonriendo. Imité su acción. Era muy probable que no fuera a verle de nuevo. Entre diez millones de personas, ver a una por casualidad otra vez, era como buscar una aguja en un pajar. Me resigné a la idea de que no sabría su nombre nunca.

Me mantuve viendo por la ventana hasta que mi destino llegó. Me bajé rápidamente y empecé a recorrer el camino que me llevaba a casa. Agarraba los tirantes de mi mochila con firmeza y veía al suelo. Caminaba tan lento como me era posible. No quería llegar todavía. De hecho me iría a caminar toda la noche por donde fuera, pero sabía que SeAh estaría esperando que llegara.

«¿Cuándo mi vida se volvió tan deprimente?», pensé. Pateé una piedra del camino y suspiré. «Nunca debí audicionar».

―Maldita sea.

🍭

Amor y más amor para ti. 👀👌💖

- 비🌧

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top