10화

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Tuve suerte de que no hubiera algún maestro en el momento que MinJae me dejó en clase. Él sólo se despidió y se fue. Cuando entré, los muchos pares de ojos de mis compañeros se posaron en mí. Eso me ponía nerviosa. Siendo honesta no me gustaba que estuvieran atentos de lo que hacía. Sentía que no podía existir libremente. Para mí fortuna esa atención duró unos pocos segundos.

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Después de eso el día pasó. Entre conversar con SeAh y querer alejar a MinJae, no noté que las clases terminaron. Realmente, a veces, el tiempo pasa demasiado pronto.

Mi amiga y yo estábamos guardando todo y conversando. Ella iría a dejarme en la agencia hoy. Según ella quería probar su suerte y ver si podría ver a algún idol por ahí. Incluso un trainee le valía para la ocasión.

―Apresúrate. No quiero demorarme en llegar. ―Cerré mi mochila―. Ni siquiera sé qué clases tendré.

―¿No te dijeron? ―Negué con la cabeza.

Nos colgamos las mochilas y empezamos a salir del aula. Ahí estaba él. Apoyado en la pared, supongo que, esperando por mí. Los chicos pasaban, le saludaban y él devolvía el saludo. Las chicas le veían y sonreían. Él ni siquiera las miraba. Los rumores de que le gustaban los hombres tenían su fundamento. Podía ser algo simple, pero parecía que sí; incluso yo llegué a pensarlo. Entonces me vio.

―Por fin sales. ―Se acercó, se paró frente a mí, y tomó mis manos, pasando olímpicamente de mi amiga―. Quería verte.

―Me viste apenas el descanso pasado.

―Nunca es suficiente para mi. Siempre estás en mi mente. ―Sonrió de esa manera que aún me parecía extraña. ¿De verdad le gustaba? No podía creerlo.

―Deja de decir tonterías. ―Ladeé la cabeza.

En ese momento, llevó mi mano izquierda hasta su corazón. Realmente latía rápido. Como cuando acabas de hacer ejercicio y estás cansado. También es como cuando te gusta alguien y tu corazón se emociona al ver a esa persona.

―Solo late así por ti.

Me quedé en silencio solo viendo el lugar donde mi mano se posaba en el momento. No podía aceptar sus sentimientos si eran reales. Incluso si quisiera hacerlo, porque mi corazón no latía de esa manera por él y estaba muy consciente de eso.

―Si, yo estoy bien, MinJae. Gracias por preguntar ―dijo SeAh de manera sarcástica. El nombrado regresó a verle.

―Lo siento, SeAh. ―Le sonrió para acompañar sus palabras―. Me alegra que estés bien.

Separé nuestras manos. ―Es hora de irnos. ―Entrelacé mi brazo con el de mi amiga.

―Yo las llevo. De hecho ―clavó su vista en mí acompañante―, SeAh, necesito un favor.

―Ni siquiera me saludaste, olvídalo. ―Estaba celebrando en mi interior por sus palabras.

―Te compraré comida toda la semana ―soltó. Supe que SeAh caería.

―Bien. ―Sonrió feliz por aquel trato―. ¿Qué necesitas?

―No mucho. Solo quiero que acompañes a HaeBi a comprar un vestido formal. Tú sabes de eso. ―Le guiñó el ojo.

―Es mi especialidad. ―Con su mano movió su cabello con suficiencia―. Está bien, acepto. ¿Cuándo?

―Hoy mismo. ―SeAh mostró seriedad. Negó con su cabeza―. ¿Por qué? ―Frunció el ceño.

―Nuestro día hoy está lleno. ―Hizo una mueca falsa de tristeza―. ¿Para cuando necesitas eso?

―Para el viernes.

―Lo tendrás, lo prometo. ―Puso una mano en su pecho y otra la tenía levantada.

―Voy a confiar en ti. ―Suspiró―. ¿A dónde van a ir?

―Es un secreto ―dijo SeAh de manera rápida.

Él sólo asintió y volvió a mí. Me jaló con suavidad haciendo que me suelte de SeAh. Me tomó de los hombros y simplemente se acercó a darme un corto beso. Después sonrió y se despidió. Lo vi alejarse por los pasillos hasta desaparecer de mi vista.

―Si me dijeran que es otro MinJae, lo creo. ―La voz de mi amiga me trajo a la realidad. Volteé a verle.

―Lo sé. Ha estado actuando muy raro.

Empezamos a salir del instituto. Tomamos un autobús y recorrimos el camino. Íbamos conversando tanto que el viaje terminó en un instante para mi percepción. Sin notarlo ya nos encontrábamos frente a aquel edificio en el que había estado los últimos días.

―Ha sido un placer para mi escoltarla, princesa. ―Hizo una reverencia falsa. Me causaba gracia cuando usaba lenguaje formal conmigo, porque ella era un par de meses mayor.

―Deja de hablarme formalmente.

―Lo disfrutas. ―Me apuntó con su dedo. Yo aparté su mano.

―Señalar es de mala educación. ―Solté una pequeña risa―. Creo que mejor entro rápido.

―Oh, claro. ―Abrió sus brazos. No esperé a que lo dijera, me acerqué y le di un abrazo de oso―. Estoy muy orgullosa de ti.

―Deja de hablar como si fueras mi mamá.

―Sabes que no puedo evitarlo. ―Se separó―. Siempre cuido de ti.

―Lo sé. ―Le vi a los ojos.

Desde el primer día de clases ella cuidó de mí. Sin conocerme se acercó y habló conmigo. Pudo ir con cualquiera, incluso con sus antiguos compañeros. Ella sigue diciendo que cuando me vio esa vez sintió que debía acercarse y lo hizo. Le gusta decir que es el destino. El nuestro era conocernos.

―Te veo mañana. ―Empezó a alejarse mientras agitaba su mano en alto.

―Te quiero. ―Me despedí de la misma manera.

Esperé a no ver su silueta y después entré al edificio. Me acerqué a recepción y la chica solo me dio unos papeles. Ahí estaba el horario que me preguntaba porqué no me dieron antes. Decía que tenía clases de baile, canto y una hora que debería usar para practicar más lo que quisiera. Eso era por mi cuenta.

Según me había dicho la chica de recepción, las salas que usaban los trainees estaban en el segundo piso. Debía ir primero a la sala de prácticas 1 y luego a la 3. Después supongo que a alguna libre. Ambas estaban en el mismo piso. Fui hasta el ascensor y esperé que llegara la gran caja de metal. Leí los otros papeles, no tenían cosas que no supiera ya. Hablaban sobre las otras salas que podíamos usar, incluido el comedor. Me preguntaba si llegaría a necesitar todo eso. El miedo de no mejorar se hacía presente.

―Hola, HaeBi. ―Sin necesidad de ver su cara, pude reconocer quien era. Mi corazón empezaba a latir de la manera en que lo hacía el de MinJae hace un rato. Respiré profundo y volteé a verle.

―Hola, sunbae. ―Hice una reverencia. Pude notar su cara de desconcierto y ¿cómo no estarlo?

―¿Sunbae? ―Sonrió incómodamente. Asentí―. No necesitas llamarme así.

―Supongo que no, pero lo haré de igual manera. ―Trataba de evitar el contacto visual que él estaba buscando.

―¿Por qué? ―Las puertas detrás de mí se abrieron. Me apresuré en entrar y él vino detrás.

―Porque eres mi sunbae ―dije con simpleza. Era la respuesta obvia.

―No puedo entender porqué cambias de la noche a la mañana. ―Suspiré.

Llegamos y me bajé con prisa. Según mi reloj la clase estaba por empezar. Busqué con la mirada y no sabía cuál era la sala a donde debía ir. Maldije en mi mente. Iba a empezar a caminar para buscar el lugar y entonces él me arrebató las hojas que tenía y las leyó.

―Devuelvemelas, sunbae. ―Se sentía raro decir esa última palabra.

―Si dejas de llamarme sunbae. Me haces sentir viejo. ―Sonrió.

―No hagas esto difícil, JungKook ―dije su nombre sin poder bloquearlo.

―No era difícil. ―Me devolvió los papeles―. La sala uno es esa. ―Apuntó―. Y la tres aquella. ―Señaló otra―. Te veo cuando acabes eso. Te llevaré a una sala para que practiques tu última hora.

―Gracias, sunbae. ―Me vio con cara de pocos amigos―. Gracias, Jeon.

―Me conformo con eso. Nos vemos. ―Desapareció en el elevador. Él lo hacía más difícil.

Respiré profundamente y caminé hasta donde JungKook había señalado la primera vez. Al abrir la puerta sólo estaba una persona. Supuse que sería la maestra. No entendía porqué no había más personas para entrenar. La mujer ahí se levantó y se acercó a mí. Cerré la puerta de la sala.

―¿Kwon HaeBi? ―Asentí―. Empezaba a creer que llegarías tarde y tendría que regañarte. ―Me sonrió de una manera que daba confianza. Me hizo imitar su acción por reflejo.

―Lo siento, no sabía que sala era.

―Descuida. A todos les sucede a la primera. ―Se acercó un poco a mi oído y empezó a susurrar―. Incluso yo llegué tarde la primera vez.

Esa mujer en la sala me transmitía una confianza demasiado grande. Me sorprendía tanto eso, porque yo no solía confiar fácil en cualquier nueva persona en mi vida.

―¿Van a llegar más personas? ―inquirí. Ella negó.

―Digamos que, por ahora, eres la única chica en la agencia. Ponerte a entrenar con los chicos no sonaba como una buena idea. ―Entonces asentí. Tenía sentido, no sabía cómo no se me ocurrió antes―. Mañana deberías venir con ropa más adecuada para bailar. ―Señaló todo mi atuendo. Estaba con el uniforme.

―Tiene razón. ―Agaché mi cabeza.

―Presentémonos primero. Yo soy Lee MiEun, tu profesora de baile. ―Hizo una pequeña reverencia.

―Es un placer. Yo soy Kwon HaeBi. ―Me incliné formando noventa grados.

―Eres muy bonita. ―Analizaba mi rostro detenidamente―. Incluso sin maquillaje. ―Me sentí rara que lo dijera de la nada. Empecé a sonrojarme―. Lo siento. ―Rió nerviosamente―. Mejor empecemos. ¿Has bailado antes?

―Solo para la audición. ―Dibujó una pequeña o con sus labios.

―Bang PD en serio debe haber visto algo. Bien, te voy a enseñar una rutina básica. Si no la sacas hoy, espero verla mañana antes de empezar.

Así empezó la clase y la hora que duraba pasó. Logré memorizar los pasos, pero MiEun dijo que aún me faltaba pulirlos, hacerlos más exactos. Practicaría después de la clase de canto, porque no tenía otro momento para ello.

Al terminar nos despedimos y yo fui hasta la sala tres. Agradecía que Jeon me hubiera dicho cual era. Me imaginaba toda perdida de no ser por él. Siempre estaba para salvarme y ni siquiera creo que él intentara hacerlo. Crucé por la puerta y la cerré al instante. Ahí estaba un hombre. Supuse que sería mi maestro.

―Que bueno que llegas pronto. Siéntate ahí. ―Señaló un sillón. Vi a mi alrededor y pude distinguir que era un estudio―. Soy Im GeoNu. Ya sé tu nombre, así que no necesito que te presentes. Empecemos.

Iba directo al grano, tan opuesto a MiEun. Me pidió cantar una canción con la que me sintiera cómoda. Analizaba cada nota. Después me pidió cantar alguna nota alta. Lo intenté, ese no era mi fuerte, nunca lo había hecho antes. El no decía nada.

Después me empezó a explicar varias cosas y conceptos. Me dio una canción que debería aprender para después cantarla en la evaluación mensual. Fue la primera vez que oí sobre eso. Me daba nervios. Casi al finalizar me dijo que practicara rap por mi cuenta. Nos despedimos y salí de ahí.

Mi hora de práctica individual comenzaba. Necesitaba pulir el baile que me había enseñado la maestra temprano. Me di un golpe mental por no estar mejor vestida, había sido incómodo bailar así.

En ese momento alguien empezó a llamarme. Saqué el celular y vi que era mamá. Contesté y puse el móvil en mi oído. Levanté la vista y ahí estaba Jeon como había dicho hace dos horas. Me sonrió y agitó su mano. Yo me incliné.

―HaeBi, ¿estás en casa?

―No, mamá. Fui a la biblioteca. ―Veía como se acercaba lentamente.

―Supe que MinJae te invitó a cenar y lo rechazaste ―su tono era regañón―. ¿Por qué?

―Mamá, las pruebas están cerca y necesito estudiar para mantener mi promedio. ―Hizo un sonido con la boca.

―Aun así es tu novio.

―Cuando termine el semestre saldré con él. ―JungKook ya estaba frente a mí y podía oír todo. Frunció el ceño.

―Bueno, si ustedes decidieron eso. ―La oí suspirar―. También llamaba para avisarte que el viernes el señor Han nos invitó a cenar.

―Si, MinJae me dijo.

―Llámalo con más cariño, es tu novio.

―Si, si, mamá. Lo haré. ―Rodé los ojos.

―Si no, haces pensar que no le quieres.

«Eso es porque no le quiero», pensé.

―Nos vemos en casa. ―Colgué.

Guardé el celular en mi bolsillo. Y después vi a JungKook. Me veía atentamente aún con el ceño fruncido.

―Dilo. ―Sabía que él quería hablar.

―Primero, no estás en la biblioteca. ―Asentí con desgano―. ¿Entonces?

―Ella no sabe. ―Me encogí de hombros.

―Bien... ―No dejaba de verme―. Segundo, ¿con quién saldrás?

―Con alguien. ―No quería que supiera que tenía novio. No necesitaba saberlo.

―¿Alguien?

―Solo olvida eso. No importa. El tiempo corre y no puedo quedarme aquí pasadas las nueve.

―Si, es verdad. Ven.

Tomó mi mano y me llevó al ascensor. Subimos un par de pisos y me arrastró hasta una sala de práctica. En ningún momento soltó su agarre y yo tampoco hice intento de hacerlo. Realmente me gustaba sentir su tacto.

―Nadie va a molestarte aquí. Reservé la sala para practicar, pero te la presto. ―Me sonrió.

―Gracias, sunbae.

―Deja de decirme así. Parece que no me conoces.

―Lo siento ―me quedé en silencio un instante―, pero ahora hay una pared entre nosotros.

―Yo no veo ninguna. ―Empezó a mover su cabeza como si buscara algo. Después levantó nuestras manos agarradas―. Esto no indica que haya una pared. ―Sonrió dejando ver su dentadura.

Solo observé nuestras manos un segundo. Vi mi muñeca vacía a falta de la pulsera. Él lo notó segundos después y su semblante se volvió triste.

―¿Por qué? ―Me soltó.

―Yo... ―No esperaba que fuera difícil―. Ya no puedo.

―Pero ayer...

―Eso fue un error ―le interrumpí.

―Para mí no lo fue. ―Su mirada era oscura.

―Lo siento. ―Bajé mi mirada. Sentía que podía llorar. Mi corazón empezaba a doler y sabía que el suyo también dolía, pero entonces el recuerdo de la aflicción por su partida llegó.

―Pensé que podríamos arreglarlo. ―No pude aguantar más y las gotas saladas empezaron a salir de mis ojos―. ¿Hice algo mal? ―Su voz temblaba.

―Si ―solté sin percatarme del daño que podía causar el monosílabo. Sequé las lágrimas, necesitaba hacerlo.

―¿Entonces es mi culpa?

―No puedo verte sin que duela. ―Levanté la cabeza para verle. Una lágrima salió de su ojo izquierdo. Me sentí como basura.

―No digas eso. ―Empezó a borrar el espacio entre nosotros―. Por favor no.

―Lo siento. ―Me agarraba del dolor que aún guardaba para soportar ser dura con él.

No esperaba que llorara. Pensé que no le importaba ya, después de todo ese tiempo. Entonces me abrazó con fuerza, como si quisiera que nunca me fuera. Me quedé estática por la sorpresa. No podía hacerlo.

―Dime que es mentira. ―Podía sentir su aroma. Olía tan bien, casi me embriagaba.

―No puedo hacer eso. ―Sabía que le dolía, pero no podía encontrar otra manera.

―No voy a soltarte tan fácil de nuevo.

Me separé un poco y tomé su rostro entre mis manos. Era tan guapo como la primera vez, pero las lágrimas en sus ojos no eran un buen adorno. Las limpié con cuidado. Él me veía atentamente. Podía distinguir la tristeza.

―No hagamos esto, ¿sí? Tú eres mi sunbae y yo soy tu hoobae. No crucemos nuestros caminos de nuevo.

―No puedo aceptar eso. No quiero.

―Solo acéptalo, Jeon. Debe haber un final. ―Solté su rostro.

―No. ―El monosílabo salió de sus labios―. Te prometo que voy a encontrar la pulsera y entonces vas a perdonarme ―sonaba decidido.

«No es sobre perdonarte. Es que ya no hay lugar para ti en mi vida ahora», pensé.

―Yo no accedí a eso.

―Lo sé. Pero lo harás, espero que sí. ―Se alejó con dirección a la puerta―. Puedes practicar aquí siempre. Lo voy a guardar para ti. ―Salió de la sala de prácticas.

―Solo no quiero verte ―murmuré.

No podía negar todo lo que él me hacía sentir. Me gustaba y lo sabía, por eso no podía fijarme en MinJae, pero aún estaba ahí ese otro sentimiento. Lo hacía agridulce. No podía perdonarle que no se haya despedido. Me hizo sufrir demasiado y no quería tener que recordar eso cada vez que lo veía. Aunque mi corazón se emocionara, también dolía. Me encontraba dividida. Una parte de mi quería que él encontrara la pulsera y la otra no, para darme más razones de olvidarlo. Ya no hablaría con él a menos que fuera necesario. Necesitaba ser fuerte.

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Capítulo larguísimo. 👀✌

P.D. Te quiero si lees esto. ♡

- 비🌧

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