Tenía dos opciones, desde luego solo eran dos y tan difícil de tomar hasta casi imposible. Podría bloquearla de todo lugar y alejarla de mi vida para siempre o podría entregarme a las brasas del calor, calor que quemaba. Entregarme una vez más, tan solo una vez y sentir el infierno entre mis manos y el demonio dominando mi cuerpo, el deseo recorrer mi piel, la lujuria quemando en mi sangre.
Yo no estaba pensando bien pero el recuerdo de sus palabras en mi cuello, su olor impregnado en mi cuerpo me impedía pensar bien, yo aún poseía marcas de ella, ese mísero recuerdo que dejaba en claro cuál era mi posición en este entonces. Quemaba la necesidad en mi pecho de volver a estar con ella bloqueando en mi todas mis advertencias, sin importarme los peligros, que podría ser peor que compartir lecho con el peor enemigo del bien, el mal, mal que ella había personificado, mal que tentaba cada parte de mi ser, yo tenía que volver con ella. En realidad yo no tenía opciones..."