Arte tetrico.
He oído sobre artistas que dejan su alma en un lienzo y lo retratan con pintura y pinceles, siempre agradecen a sus Musas, no creía en eso, nunca había creído en las Musas o en la inspiración para crear arte en todo tipo de expresión, eran ellos sus propias Musas a mi parecer, pero el 90% de ellos refutaban mi teoría.
Mi estilo era recoger diversas técnicas y juntarlas en una, creando algo único, más con ese simple trabajo que no duraba más de cuatro horas no hubiese podido, necesitaba realismo puro, una Musa que me entregará todo lo que necesitara para hacer una obra perfecta, lo había conseguido, había ingresado a una de las universidades más elogiadas en mi país. "Bellas Artes", habían quedado absortos con la última obra que había hecho.
Una niña con un vestido blanco, un peluche en su mano derecha y su cabeza ladeada ligeramente.
Sus pies bañados en sangre, me había encargado de retratar lo mejor que pude sus sentimientos, me inspire en las obras de Zdzisław Beksiński, uno de los mejores artistas para mí.
Había empezado obviamente por el boceto con mi lápiz en mano y el lienzo perfectamente apoyado en el bastidor de color negro para fines más prácticos.
Primero la silueta de la niña, no agarraba el lápiz como normalmente lo hacíamos para escribir, más parecía que agarraba una flauta para tener mejor precisión y seguí dejando los recuerdos en mi memoria entregandolos a lápiz.
Con colores oscuros pinte la habitación, una de madera podrida, daría el efecto perfecto para lo que buscaba, demore alrededor de una hora en hacer los detalles de estas.
El foco de luz estaba en su cuerpo así que el cuarto era oscuro, se podía apreciar los tablones desencajados que me costaron tanto trabajo.
El pelo de la niña era opaco, sin brillo, sin vida, unas ondas sin forma y se veía áspero, usé indescifrables colores para elaborar cada pelo de su melena, llevaba un flequillo totalmente desorganizado, el color de su pelo era marrón y verde amarronado que daba el toque final.
Sus ojos eran tan vacíos que parecían que no poseían pupilas, un negro completamente lúgubre con destellos de luz para crear eso aspecto sensible.
Su cuerpo era delgado totalmente normal, más las manches de sangre que había sacado del cadáver en la cocina le daban un toque definitivo.
Lo mismo ocurría con el vestido blanco, uno bastante anticuado, de los que se usaban para dormir hace décadas.
Y sus pies eran gorditos adorables por no ser el charco de sangre que había en sus alrededores, se veía tan real, que te seducía, se impregnaba en tu memoria y quedabas con la imagen.
El peluche era tétrico, un brazo mal cosido y los ojos de botones eran horripilantes pero era necesario para la obra.
Todo no hubiese podido ser posible sin su hermanastra pequeña.
Esa niña que entró en su vida un día cualquiera y creo de su vida una miseria.
La maldita mocosa de 10 años se había encargado de hacer la vida imposible de la protagonista.
Se robaba la atención de todos, la más importante, la de su padre.
Desde que su mamá murió fatídicamente un 19 de Febrero, ella había elaborado una relación de amor-odio hacia su progenitor.
Este había caído en una adicción hacia el alcohol, era un alcohólico.
Lamentablemente aunque ella había echo hasta lo imposible para curar a su padre, no lo había logrado y dolía mucho.
Siempre encontraba después del trabajo a su papá borracho en el sofá con una botella de vodka en mano.
Por supuesto, el borracho era tremendamente agresivo, los golpes y moretones siempre los recibió ella, por alguna extraña razón que nunca pudo decifrar su padre nunca había golpeado a su hermanastra, esta sólo miraba con una mueca de tristeza las escenas donde ella era la protagonista con patadas hacia su estómago, en ese monento ella se recordaba el rostro de su madre, su sonrisa, sus ojos, sus palabras, pero eran tan solo recuerdos, ella no existía más.
Su madrasta era una mujer buena, nunca la trató mal, siempre buscaba lo mejor para sus hijas -como llamaba ella- pero su padre estaba harto de ella, ¿por qué? Ella no lo sabía, este simplemente le odiaba. Tal vez por que se parecía mucho a su mamá o por que ella no había sido planeada como su hermanastra, sí.
La niña recibía regalos, acaricias, abrazos, iba a la mejor escuela y le contaban un cuento siempre para dormir.
Ella recibía golpes, menosprecio, insultos, trabajaba todos los días y siempre escuchaba lo mismo "Eres una buena para nada".
Lloraba todas las noches pero encontraba entre sollozos su lápiz favorito con un papel cualquiera arrugado y dibujaba, dejaba todos sus sentimientos en papel, los trazos eran su arte.
A veces escribía, tristes poemas, historias, nunca felices, ella no era felíz. A veces también cantaba tristes canciones que se acordaba en el momento, su voz era débil, suave como un susurro pero nadie estaría allí para decirle lo bien que lo hacía, así era su vida.
Hasta que uno de sus compañeros de trabajo le dijo que la universidad "Bellas Artes" estaba buscando chicos con talento y darles una beca completa.
Ella ese día por primera vez lloro de felicidad. La esperanza era su mejor aliado y tal vez el único. Dejó el trabajo y con sus ahorros compró oleos, pintura, pinceles, lapices, lienzos y un bastidor, empezó a practicar, al principio obviamente no eran los mejores resultados hasta que fue mejorando, la práctica hace al maestro decían por ahí.
Empezó a vender sus obras para conseguir más dinero y su vida fue mejorando.
Pero cuando llegaba a casa veía a su padre leyendo un cuento con su hermanstra en su regazo, los dos en una pequeña burbuja y el odio en ella fue incrementando. Los golpes fueron mas duros pues ella a las justas podía aportar en casa y siempre estaba afuera o en su cuarto, practicando.
Harta de la rutina y desesperada por que le quedaba tan solo una semana para presentarse, ideó un plan, había oído sobre las Musas, ella necesitaba una o tal vez una escena que le haga crear la perfección entonces ella pensó que podría matar a su padre por que la imperfección es arte pero la perfección es muerte y eso buscaba.
En un primer momento ella pensó en retratar el cuerpo de su padre muerto pero no le parecía lo suficiente, después vio a su hermanastra jugando feliz y terminó su idea.
El día 23 de septiembre por la noche, ella mató a su padre, con un cuchillo de cocina cuando este intento desahogar su ira en ella una vez más. Exactamente fueron 23 apuñaladas en el pecho y manos por que ella odiaba esas manos, con esas había recibido golpes por mucho tiempo.
Feliz como nunca, fue en busca de su hermanastra, ya casi terminaba. Le puso un vestido blanco que había comprado y la llevo hasta la escena.
- ¿Vamos a salir con papi?- preguntó con inocencia y ella solo se carcajeo con sorna.
- Por supuesto cariño, él te espera en la cocina, vamos.
Los gritos y llantos no se hicieron esperar, la niña en desesperación abrazaba a su padre llenándose de sangre por todos lados, jalaba sus lindos cabellos destrozando su peinado.
- ¡Pa-papá! ¡Pa-papá! ¡D-despierta! ¡D-dijiste que jugaríamos a las muñecas! ¡P-por favor, hermana! ¡Has que despierte, yo lo quiero mucho mucho!- el llanto no la dejaba hablar con normalidad y sus ojos perdieron ese brillo, su sonrisa desapareció para no volver más y la niña inocente que algún día existió, murió junto a su padre.
- Tranquila, ¿sabes? Yo vi al señor peluche matando a tu papá, creo que merece un merecido anda a buscarlo. -la sonrisa en su rostro no desaparecía y apoyada en el umbral de la puerta cruzada de brazos, observaba el espectáculo.
No se hizo esperar que la niña destrozara su peluche hasta que cansada lo agarro del brazo y con los ojos perdidos observó desde un rincón como las moscas estaban encima de su padre muerto.
Ella encontró a su Musa en ese monmento.
esto fue escrito como
hace dos o tres años ¿?
hace tres años yo pensaba
que este era mi mejor escrito,
ahora, lo leo y siento pena
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