"No podría vivir sin ti, así que nunca te dejaría escapar. "

En vísperas de graduación, los jóvenes menores acostumbran a declarar su amor por sus compañeras a punto de irse, susceso que acontecía ahora mismo.

Kaito buscaba a su novia cuando la encontró detrás de un edificio del instituto. Iba alegremente acercarse, pero se detuvo en seco pues ahí, a su lado, estaba otro chico, hablándole.

—¡M-me gustas! —exclamó él, avergonzando, extendiendo una carta bien decorada. —¡Por favor, sal conmigo! —pidió sin poder verla a los ojos.

Por un momento, Kuroba se quedó sin aliento. Una rara desesperación llenó su ser, principalmente se preguntaba quién era él y qué tenía que ver con su tan amada novia.

Por último, no soportó más y salió disparado en su dirección. Sorprendiendo con su aparición al atrevido y poniéndose de espaldas a su chica, quién no lo había notado.

—Ah... Lo siento. —apresuró ella a decir, no muy interesada. —Yo estoy...

En ese momento, Kaito la rodeó con sus brazos a la altura de sus hombros.

—¡Kaito! —exclamó asombrada.

—¡Está conmigo! —dijo orgulloso. —¡No la molestes!

El pobre muchacho salió corriendo de la vergüenza.

—¿Qué haces aquí, Kai? —preguntó feliz.

—¿Quién era él?

—Ah... Un tipo de segundo. Creo que hablé con él una o dos veces en los pasillos. Era raro.

—Oye. —murmuró todavía abrazándola.

—¿Qué?

—Eres mía.