lección diecinueve.

JiMin no lo pensó dos veces para llamar a la amiga de Lisa, quién era psicóloga, y reservar una cita la cual quedó agendada para el viernes después de clases.

TaeHyung se mantuvo escuchando mientras él hacía la llamada con su cabeza apoyada en el pecho de JiMin, ahora estando en su casa después de haberle curado las heridas.

Guardó su celular y besó el cabello con aroma a coco de Tae, apoyando su barbilla en dónde había besado.

—Iremos el viernes, por favor díselo a tus hermanos para que no se preocupen.

—No tendrán problemas si saben que voy contigo —comentó pasando el dedo por sus costillas—. Supongo que sabes por NamJoon que he mejorado muchas cosas gracias a ti.

—Algo mencionó al respecto.

—Mentiroso —dejó un golpecito en su pecho, portando un tono divertido—. Conociéndolo de seguro te contó todo —refunfuñó.

—No, en realidad obvió muchas cosas, asumo que son esas que sólo tú puedes contarme —dijo, luego mordió levemente su labio inferior—. Por ejemplo, el encuentro con tus padres... Es algo que creo necesitar saber para poder ayudarte.

—De verdad no quiero hablar de eso ahora, hyung. ¿Podemos dejarlo para el viernes para decírselo de una vez a la psicóloga?

Soltó un suave suspiro y accedió, entendiendo que la comodidad del menor era lo primordial. Ya no intentaría forzar a Tae y arriesgar su progreso, ahora todo sería a su ritmo.

—Supongo que el sábado podríamos tener una cita, si todo sale bien —comentó casualmente, sólo queriendo ver la reacción de TaeHyung.

Predeciblemente, se separó de su cuerpo de golpe para mirarlo sorprendido y con los labios ligeramente abiertos. JiMin le sonrió de lado con burla.

—¿Por qué pones esa cara? ¿Qué acaso no puedo invitar al chico que me gusta a una cita?

—N-No es eso —balbuceó con un puchero—. Es que... no pensé que tendríamos una tan pronto, no después de todo lo que hice —su mirada cayó mientras el labio inferior se abultaba más—. Fui un chico malo y sé que no estoy recibiendo el castigo que debería, no merezco siquiera que correspondas a mis sentimientos, por eso...

—Hey —JiMin le llamó la atención. Cuando Tae levantó la cabeza recibió un golpecito en el entrecejo.

—Auch —se quejó tocándose el lugar atacado.

Park se rió entre dientes, dándole un pequeño beso después en dónde había golpeado.

—Tonto, todos cometemos errores y tú has aprendido de los tuyos. Además, yo puedo corresponder a los sentimientos de quién yo quiera y no necesito tu aprobación para eso —alardeó fingiendo molestia. Kim rodó los ojos—. Me gustas, TaeHyung, y el sólo hecho de que tú sientes lo mismo es suficiente para querer llevarte una cita —explicó con tono más suave, acariciando su cadera por encima del pantalón de colegio—. De haber sabido que ambos nos gustábamos hubiera hecho las cosas en otro orden.

—Yo siempre fui muy obvio, no es mi culpa que seas tan ciego —se rió.

—No creo que hayas sido obvio...

—Hyung, pagué una cantidad exagerada de dinero para pasar toda la tarde contigo, te besé como un desquiciado cuando fingíamos que me declaraba, te pedí que me quitaras la virginidad... ¿Qué más señales necesitabas para darte cuenta?

—¿Me estás diciendo despistado? —cuestionó frunciendo el ceño. Ahora que lo pensaba detenidamente, pues la verdad Tae sí había sido muy obvio desde el principio.

—Sí, eres muy despistado —asintió riendo mientras se dejaba caer otra vez contra su pecho—. Pero así te quiero.

—Vaya, pues gracias —dijo con sarcasmo. Sin embargo, no tardó en envolver el cuerpo de TaeHyung con sus brazos, y así duraron un par de horas hasta que el menor se tuvo que ir.

JiMin no tenía palabras para describir lo genial que se sintió acompañar por fin a Tae hasta su casa. Aunque no lo invitó a pasar porque según él era muy tarde y Park tenía que regresar solo, fue suficiente saber que en verdad iban a progresar poco a poco.

También, fue muy, muy agradable recibir un beso en los labios por TaeHyung antes de que se metiera a su hogar, sonriéndole y haciendo un gesto de despedida con la mano antes de cerrar la puerta.

JiMin regresó a su propia casa con una sonrisa tonta pegada a los labios, sin poder creer lo rápido que todo se había solucionado.

Bueno, no todo, pero por ahí iban.

El jueves por la mañana, JiMin encontró a TaeHyung esperándolo en una de las calles cercanas al instituto. No le sorprendió en lo absoluto y sólo le dedicó una sonrisa leve, pues habían otros estudiantes pasando cerca de ellos y no querían ser indiscretos.

Notó que las heridas del menor habían sido cubiertas ligeramente por maquillaje. Se lo comentó.

—Oh, SeokJin me preguntó qué había pasado, y cuando le conté me metió un golpe en la cabeza. Mira, toca aquí —señaló una parte de su cráneo. JiMin puso su dedo, sintiendo un chichón ahí—. Aún duele, pero después de golpearme me ayudó a cubrir las demás.

—Creo que se le pasó un poco la mano —dijo con gracia.

—Él es así. De pequeños cuando no le hacía caso me decía "sigue así, pero ten presente que, si te caes y lloras, voy a rematarte para que llores con más ganas".

JiMin se rió escandalosamente, asintiendo con la cabeza.

—Lisa y él se llevarían muy bien.

—¿Será? —dijo, riéndose también.

Llegaron al instituto y fueron directamente hacia el pasillo para guardar los libros de Tae en su casillero mientras hablaban de que el domingo tendría que ir a limpiar salones por castigo.

—¡TaeHyuuuuung! —gritó Mark corriendo hacia ellos y guindándose de la espalda de Kim mientras lloriqueaba. TaeHyung perdió el equilibrio un momento, tratando de apartar a Tuan que se adhería a él como un bebé koala—. ¡Estás bien! ¡Pensé que te llevarían a prisión! ¡Ayer te fuiste sin decirme nada!

—M-Mark, suéltame —suplicó casi morado por los brazos que lo asfixiaban. Mark no lo escuchó, negando con la cabeza mientras seguía lloriqueando.

—¡No vuelvas a asustarme así, maldición! ¡Estaba muy preocupado de que fueras a terminar en la cárcel y te fueran a violar los reos! ¡Yo no sé hacer pasteles, TaeHyung! ¿Cómo iba a poder meter una pala para que cavaras en el piso? ¡Tendrías que esperar a que me gradúe en derecho para poder exigir que abran tu caso y así-

—Creo que lo estás asfixiando —señaló el mayor preocupado al ver que TaeHyung había cerrado los ojos.

Mark lo miró mal y le sacó la lengua.

—¡Cállate! Tú eres el que lo asfixia con tus decisiones imprudentes. Yo jamás le haría daño a TaeHyung.

—Pero estás…

—¿Ah, quieres pelea? Ahora sí vas a ver, maldita criada —Por fin soltó a TaeHyung para arremangarse la camisa. Kim cayó de bruces en el piso, pero Mark siguió sin prestarle atención—. Vente pues, pero te advierto que soy experto en Mortal Kombat y Tekken. Voy a arrancarte la espina dorsal para- ¿TaeHyung? ¿Qué te pasó? —Recién se fijó en el cuerpo lacio e inconsciente en el piso.

—Te dije que lo estabas asfixiando —suspiró agachándose para echarle aire en el rostro con una libreta—. Está más morado que una uva.

—¡Buenos días! ¿Qué tal amanecieron los mejores amigos del- ¿por qué TaeHyung está inconsciente? —Inquirió YuGyeom acercándose y mirando perplejo al menor.

—Demasiado amor y preocupación lo dejó sin aire —respondió Mark encogiéndose de hombros.

—Ah, sí. Eso obviamente tiene mucho sentido.

—¿Estás mejor? —JiMin le preguntó cuando TaeHyung recuperó algo de color y abrió levemente los ojos, tosiendo.

—Juro que toqué las puertas de San Pedro —dijo con la voz ronca.

—¿Y esta rosa? —Los cuatro miraron a BaekHyun y JungKook, quiénes recién habían terminado de llegar.

—Esa no es una rosa, estúpido. Es un girasol —dijo Jeon con una mirada obvia, refiriéndose a la flor que tenía Baek en la mano.

—Lo mismo, pero más barato.

—Sí, sí —rodó los ojos, luego les sonrió tranquilamente—. ¿Cómo están?

—No son ni las ocho de la mañana y ya casi asfixian a TaeHyung —contestó YuGyeom.

—Excelente servicio —Baek asintió dándole el girasol a TaeHyung—. Toma, escuché que cumple milagros, así como yo, que sigo más virgen que-

—Cómo que amaneciste medio chistosito, ¿no? —dijo JiMin con gracia mientras ayudaba al menor a levantarse──. Vulgar.

—Ay no, quién te entiende. Primero soy demasiado sarcástico y amargado, ahora soy demasiado chistoso y vulgar. Voy a cortarme la lengua y venderla por eBay para ver qué demonios van a hacer.

—Una fiesta —dijo JungKook.

—Jódete —espetó. Luego resopló y miró a TaeHyung y JiMin—. Como sea, ya no hay resentimientos ni nada, ¿verdad?

JiMin intercambió miradas con el menor, el cual le sonrió ligeramente, apenas mostrando sus dientes.

—No los hay —afirmó JiMin.

—¡Bueeeeno! De repente siento que estoy haciendo mal tercio, yo como que me voy —dijo Mark girando sobre sus talones y comenzando a caminar.

—Yo iré con él —dijo BaekHyun, pero antes de que pudiera avanzar JungKook lo detuvo con una sonrisa pícara.

—¿Irás con Mark? ¿Por qué?

—Qué te importa.

—Come torta.

—¿Y si mejor me como otra cosa? —respondió mirándolo con los ojos muy abiertos, como tratando de mandar una indirecta.

JungKook frunció el ceño y lo dejó ir. Baek le dedicó una falsa sonrisa y siguió a Mark, los vieron empezar a conversar al lado del bebedero.

—Eso fue raro —comentó TaeHyung.

—Es mejor dejarlo así, capaz si le preguntamos otra cosa nos patea —se rió JiMin acariciando su cabello—. ¿Te veo después de clases? ¿Cuándo comenzaran tus repasos?

—Me lo dirán el domingo, la profesora Nancy debe organizarse y todo eso. ¿Me acompañarás a casa?

—Por supuesto, más ahora que por fin puedo literalmente llevarte a tu casa —bromeó, recibiendo un codazo de Tae.

Vio que, por el pasillo, venían YeonJun y SooBin. JiMin los saludó con una mano, a lo que SooBin le sonrió. YeonJun, por otro lado, no hizo nada hasta que llegó a ellos, extrañamente muy serio. Los miró a ambos fijamente por un par de segundos.

—JiMin, te tengo una pregunta —declaró. El mayor ladeó la cabeza.

—Uhm, ¿está bien?

—Quieres mucho a TaeHyung, ¿no es así? —Arqueando una ceja, asintió—. ¿Mucho? —asintió de nuevo—. Si tuvieras la oportunidad de evitar que reciba una patada en las bolas, recibiéndola tú, ¿lo harías?

—Ehm, supongo que sí, ¿pero por qué-

Su oración fue cortada cuando recibió una muy dolorosa patada en la entrepierna por parte de YeonJun.

Mientras se retorcía en el piso maldiciendo a cada deidad que se le ocurriera en idiomas que probablemente ni existían, percibió que SooBin le sonreía avergonzado.

—Lo siento, se enteró de lo que pasó ayer.

JiMin se obligó a devolverle la sonrisa, aunque probablemente sólo consiguió hacer una mueca llena de sufrimiento.

—N-No te preocupes.

—¡Hyung! ¿Qué te pasa? —exclamó TaeHyung mirando a YeonJun con enojo.

—¡Ayer golpeaste a SooBin y yo no estaba para defenderlo!

—¡Pero no tenías que patear a JiMin en las pelotas! Ahora van a parecer dos campanas de plastilina.

—TaeHyung, bebé, no me defiendas —dijo el mayor con ironía.

—Puedo hacerte un cartel que diga "fuera de servicio" —se ofreció YuGyeom mientras se carcajeaba.

—¿Qué están esperando para ir a clases? —consultó el profesor ChangBin mientras iba de paso—. Para los de último año, hoy hay examen sobre la Primera Guerra Mundial, espero hayan estudiado.

Tras intercambiar miradas con los demás, JiMin supo que nuevamente debía ir preparando los papelitos para que se copiaran de él.

Tal y cómo habían quedado, el viernes después de clases JiMin y TaeHyung se fueron por una ruta diferente, tomaron el autobús porque el consultorio quedaba algo lejos.

Durante el viaje, TaeHyung se la pasó removiéndose en su asiento y mordiéndose el pulgar insistentemente mientras miraba por la ventana. Estaba nervioso, notó Park con ternura. Él mismo lo estaba, a decir verdad, no sabía qué esperar de lo que Tae fuera a declarar delante de la psicóloga, pero fuera lo que fuera estaría ahí con él para que supiera que no estaba solo. Que si no lo había estado cuando sólo se trataba de sus notas, mucho menos lo estaría ahora.

Por lo que, tomando la mano de Kim entre las suyas para acariciarla, ganando así la mirada del menor, le sonrió para poder comentarle sobre una colección de cómics que había visto en el centro comercial el otro día y que le gustaría poder comprarle. De esta manera consiguió distraer a TaeHyung por el resto del viaje, por lo que cuando llegaron al consultorio estaba notablemente menos ansioso.

No les costó mucho tiempo que los atendieran pues la cita ya estaba reservada. Hwasa los recibió de forma amable y les preguntó si pasarían los dos, JiMin dejó esa decisión a manos de Tae, recibiendo –por suerte– una afirmación del chico.

Hwasa fue breve y tras haberle explicado el problema que los había llevado a verla, empezó a hacerle preguntas concisas a Tae, las cuales fueron respondidas en susurros que apenas se entendían.

Para cuando la historia estuvo concluida, JiMin no podía sentir más odio hacia los señores Kim, aunque se encargó de no demostrar demasiado todo el desagrado que sentía. TaeHyung no estaba llorando, afortunadamente, pero sí se le notaba incómodo cada vez que tenía que agregar algo más. Sus acciones de repente no se veían tan alocadas a juzgar por todo lo que cayó sobre sus hombros con las palabras de sus padres, obvio no las justificaban completamente, pero sin dudas Park no podía molestarse por lo que había sido el resultado de un ataque directo por parte de las personas que el menor reconocía como ejemplos a seguir.

Eso mismo declaró Hwasa, misma que no había ni fruncido una ceja en todo ese rato. Comenzó a explicarle muchas cosas a Kim, empezando por las múltiples razones que podían haber generado ese nivel de homofobia en sus padres, por qué TaeHyung se vio tan afectado con su encuentro y cuáles fueron las inseguridades desatadas.

Posteriormente, les sugirió muchas cosas a ambos que podían ayudarlo a mejorar, y les indicó que el próximo viernes por favor fueran con los hermanos de TaeHyung, los tres para poder tratar el problema también desde el ámbito familiar.

Cuando salieron del consultorio después de haber terminado la sesión, ya era algo tarde, por lo que JiMin lógicamente se ofreció acompañarlo. TaeHyung le sonrió levemente y aceptó con la cabeza. Se mantuvo muy callado mientras tomaban el autobús de nuevo.

Park no podía juzgarlo. Abrirse tan de repente a nuevas percepciones de seguro no era fácil tras haber vivido con una sola por un año.

—Hyung, ¿quieres pasar? —le invitó Tae cuando estuvieron en la puerta de su casa y JiMin estaba a punto de despedirse. No le permitió ni asombrarse—. Es que... mis hermanos no están, y no quiero estar solo ahora. ¿Sólo un ratito? —agregó.

JiMin pasó saliva de forma nerviosa y asintió.

Él sabía por qué Tae no quería estar solo, y obviamente él no lo iba a dejar, ni ahora ni nunca.

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