Lección uno: Posturas básicas

Los padres de Nayla estaban furiosos y la acompañaron al colegio al día siguiente a los hechos para a discutir con la directora sobre las marcas que su hija llevaba en el rostro, pero la única respuesta que ésta les supo dar fue que al haber transcurrido los todo fuera del área del colegio no le correspondía a ella tomar medidas que fueran más allá de una conversación con el curso de los agresores a manera de reprimienda.

La familia salió bufando y planteándose si cambiarla de escuela valdría la pena o no. No podían arriesgarse a que le pasara algo a su preciada hija, pero tampoco contaban con los medios para llevarla a otro colegio puesto que los privados estaban muy caros y los estatales ya no poseían más vacantes. La madre resolvió pedirle ayuda a un vecino que era remisero, el cual tras una larga llamada accedió a buscarla todos los días a la salida por un costo mucho menor que el que le hubiera cobrado de no ser porque conocía la situación de la familia y se solidarizaba con ellos.

No obstante a todo, Nayla estaba muy asustada; nunca se había imaginado estar en una situación similar. Al llegar la hora del recreo se volvió a recostar contra el balcón frente de la fotocopiadora para estar a la vista de un adulto y buscaba entre la gente el rostro o el pelo de Líen, pero no lo logró visualizar.

Al cabo de unos minutos un chico y una muchacha vestidos como skaters se le acercaron y muy emocionados comentaron entre sí casi a los gritos.

—¡Mirá, es la chica del video!

—¡¿De qué video?! —estalló Nayla sin notar que ella también se había puesto a gritar.

—Pues este —dijo la muchacha extendiendo frente a la joven un celular con el video de la pelea del día anterior con algunas modificaciones significativas. Lo observó incrédula y luego volvió a preguntarles sin recuperar la compostura.

—¿Hicieron un rap sobre mí?

Los skaters asintieron felices con movimientos enérgicos de sus cabezas, mientras que en la pantalla del celular se intercalaban tomas de bailarines de breack dance, de un muchacho rapeando al ritmo de una base creada usando un remix con las palabras que la chica gritaba a sus agresoras y más imágenes de lo que había ocurrido cuando ella volvía del colegio. Sólo al final se escuchó un ruido como un disparo y una escena de la patada de Líen al muchacho enorme que se desplomó cerrando así el videoclip mostrando por única vez al chico de rulos en acción.

Nayla tomó el celular entre sus manos, volvió a colocar esa escena un par de veces y luego congeló la imagen para preguntar.

—¿Quién es él?

—¿Ese? Es el chico raro de naturales —respondió la chica skater mientras reía sin un porqué.

—No es un chico raro, él es genial —contestó el muchacho que la acompañaba—, es mi profesor de taekwondo hermana, TAE - KWON - DO. Eso es fantástico. —El chico hablaba agitando las manos como el rapero del video y la skater sonrió frente a esa afirmación.

—¿Entonces saben dónde puedo encontrarlo? —quiso saber la chica ilusionada.

—Pero por supuesto hermana, él está en aquel salón. Nunca sale al recreo así que si le querés hablar vas a tener que ir a verlo adentro.

—¿Puedo entrar a otros salones que no sean el mío? —Este detalle impropio de su anterior colegio le resultaba extraño y súmamente desafiante.

—Pero claro, ¿qué te pensabas?

Nayla les agradeció por la información y, superando su temor, atravesó el patio en dirección al salón de Líen. Al llegar a la ventana echó un vistazo dentro y entre varios de sus compañeros pudo ver en las filas de enfrente al muchacho doblando con delicadeza una hoja de papel y reforzando los pliegues con el paso de una pequeña moneda de bajo valor. Formaba su origami con extrema concentración y placer paseando hipnóticamente una figura canina entre sus dedos y acariciando con pulso lento pero firme cada doblez antes de reforzarlo y regresar al trabajo de diseño.

La chica quiso atravesar la puerta, pero un muchacho del salón se paró en frente suyo cortándole el paso para intentar sacarle conversación a lo que ella respondió evasiva y, pasando por un lado sin pedir permiso, logró llegar hasta el joven de rulos, girar una silla y sentarse frente a él. Líen soltó su artesanía y clavó la vista en los ojos verdes de la dama que lo miraba embobada y sin hablar lográndo que se sintiera intimidado. Casi balbuceando le preguntó con  vergüenza.

—Disculpame, ¿te puedo ayudar en algo?

Estaba fascinada, no tanto por la belleza poco grácil del chico sino más bien por lo que su persona significaba: no conocía a nadie que hubiera hecho algo similar por ella. Inclinó involuntariamente su cabeza hacia adelante y le respondió con su tono más risueño

—No te pude dar las gracias ayer por rescatarme.

El chico retrocedió. —No deberías agradecerme, yo solo hacía lo que creía que era correcto. No me pareció justo que tres se enfrentaran a una sola y la lastimaran así.

—Me salvaste, quién sabe qué me hubieran hecho si vos no hubieras llegado a tiempo.

— A tiempo...

Líen observaba entristecido las marcas en la cara de Nayla. Casi sin pensarlo acarició con un roce débil las cicatrices que surcaban su rostro, cicatrices de las cuales de alguna manera él se sentía responsable. Ella, al sentir la calidez del muchacho, tomó su mano entre las propias para poder fregarla contra su mejilla sin medir la magnitud ni el mensaje que arrojaba con dicha actitud.

En un acto impulsivo, el chico de rulos se alejó asustado por el gesto de Nayla. No estaba acostumbrado a ninguna forma de ternura a su al rededor, se sentía vulnerable.

—Perdoname, debí haber intervenido antes de que te hicieran eso. De verdad creo que no te lo merecías, aunque... realmente no tengo idea de qué hiciste para terminar en esa pelea, o si vos la provocaste o no.

—¿Provocado? ¿A qué te referís? —Le espetó Nayla súbitamente enfurecida. El chico intentó arreglar sus razones expresas aclarando las ideas tanto para ella como para sí mismo.

—Uno no puede simplemente meterse en peleas callejeras sin saber quién empezó el conflicto. Yo no sé si vos le tiraste la primera piedra a la otra chica, o si de alguna manera le hiciste algo peor antes o después de su choque... Eso de tomar posturas sin saber es peligroso, pero tenía que hacer algo o te podrían haber lastimado.

—Claramente yo estaba en el suelo rodeada de bestias agresivas. Es obvio que ellas eran las malas en esta situación.

El chico se rió por lo bajo, aunque a Nayla nada de eso le parecía desopilante. —No creo que sea una cuestión de bondad o maldad —comentó sin perder el gesto divertido—, más bien son personas que no saben solucionar sus problemas de la manera correcta.

—¡El problema lo generaron ellas! Yo solo caí en esa situación  —sostuvo ella subiendo drásticamente el tono de su voz. Líen no se quiso quedar atrás.

Si yo hubiera considerado que el problema lo generaron ustedes y que no tenía nada que ver en esa situación, ahora estaría viendo un rostro algo diferente. Todos somos parte de las situaciones que nos rodean y tenemos que tomar posturas; podría haberlas ayudado a ellas, podría haberte ignorado, o bien podrías haber cambiado tu postura y pararlas vos misma en lugar de esperar que interviniera alguien de afuera.

— ¡¿Y cómo te esperás que yo haga eso?! —La voz de Nayla casi alcanzaba a convertirse en un chillido berrinchudo.

—De la misma manera que lo hice yo: peleando —respondió el chico tajante con un tono de sarcasmo algo socarrón.

—Yo no sé pelear.

—Yo podría no estar ahí si me necesitaras una segunda vez —La amabilidad de su voz había desaparecido hasta convertirse en algo más bien distante, como si la estuviera regañando—. Te recomiendo tomar ciertas posturas básicas para garantizar tu seguridad a futuro. Un chofer solo te puede proteger cuando estás fuera del colegio.

— ¿Cómo supiste que me iba a buscar un chofer?

—Eso no importa.

—Bien, entonces tengo que aprender a defenderme. Vos me vas a enseñar.

El nerviosismo volvió a poblar los gestos del muchacho. —No veo por qué haría eso.

—Sos profesor de taekwondo, ¡enseñame!

—Veo que no soy el único que sabe un poco más del otro que lo ordinario —respondió Líen un poco más divertido por el asunto—. Dar clases es mi trabajo, no lo hago gratis porque sí a cualquier desconocido.

—¡Pero no soy una desconocida!

—No estoy de acuerdo.

Nayla se estaba irritando mucho, nunca había sido una persona que gozara de una saludable paciencia ni tampoco estaba acostumbrada a que un chico se negara a cualquiera de sus peticiones. Se paró de golpe y estampando la mesa con una mano le gruñó entre dientes.

—Bien, entonces voy a ir a tus clases y ahí me vas a enseñar.

Líen no cedió. —Doy clases en un lugar algo apartado, es peligroso para vos andar sola por esos lados. ¿Por qué no mejor te buscás un profesor de por acá en la zona y que él te siga los caprichos?

Nayla enfurecía más y más a cada segundo hasta perder el tono risueño que había manifestado en un principio y convertirlo en un chillido al final de la charla. El timbre sonó indicando que los alumnos debían volver a sus aulas y la chica se dirigió dando algunos pisotones hasta la puerta chocando con el muchacho que la había abordado al entrar, para luego empujarlo mientras cerraba la conversación gritándole a Líen.

—Vos me vas a enseñar y después me vas a acompañar a mi casa. ¡Y no es pregunta!

Dicho esto, dobló por la puerta y se retiró a las zancadas. Uno de los compañeros de Líen se le acercó sorprendido por la situación y sin poderle sacar los ojos de encima a la hermosa muchachita que ahora cruzaba el patio planteó en voz alta.

—Mierda Líen, ¿esa es tu novia?

— ¡No, ni hablar! Está demasiado loca para mí.

— ¿Pero vas a darle clases y acompañarla hasta su casa igual, no?

—Y... creo que no me dio alternativas.

—¡Fua, loco, qué suertudo que sos! —Le dijo tan emocionado como si la historia le estuviera pasando a él—. Aunque yo en tu lugar no me haría muchas ilusiones, es demasiado linda para vos.

—Ah sí, ni hace falta que lo digas —Líen meditó unos instantes para luego suspirar mirando como el hermoso rostro de Nayla se perdía en las escaleras mientras subía a su aula y le respondió entristecido —. Yo también soy un poco lindo..., como un cachorro de Pug.

Su compañero se rió exageradamente. —Si, viejo, pero ella es más bien una chica de Caniches, Coquers o Schnawzers, no de Pugs.

—Es dura la vida del Schnawzer. —comentó el chico de rulos para no quedarse callado.

—Es dura la vida del Schnawzer. —aceptó el muchacho y luego se retiró.

Apartando un poco la triteza, Líen jugó un momento con el lobo de origami que acababa de realizar, luego reposó la cabeza sobre su puño y cerrando los ojos recordó el momento en que sus manos y las de Nayla se encontraban mientras él acariciaba su rostro. Ella era tan hermosa, pero esas marcas... De pronto el recuerdo de una mano pequeña sosteniendo un cuchillo a pocos centímetros de su propia cara intervino en sus pensamientos, y tras el derramamiento de un grueso chorro de roja sangre caliente, Líen se sobresaltó y volvió súbitamente a la realidad.

—Es demasiado bonita para mí —Se susurró a si mismo a fin de no olvidarlo y luego desvió su atención hacia la profesora que ya comenzaba con su clase.

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