Lección dieciocho: ternura
—Mana, yo no tengo idea de cómo le hacés para aguantar que siga haciéndose el distante —reprochaba Chiara sobre su patineta mientras volvían de la escuela.
—¡Es que él es así! —afirmó Nayla— Además, prefiero que sea distante y no que sea como esos boludos que se desesperan por encararse una mina a toda costa. Líen es más confiable.
—Una cosa es que sea confiable los primeros meses, pero ¿cuánto llevan ya en ese mismo juego? No te pusiste a pensar que quizás simplemente le gusta otro tipo de cosas?
—¿Otro tipo de cosas?... —Un gesto de manos por parte de la chica de cabello violeta bastó para que la adolescente comprendiera— ¡No! No, no, no, a él le gustan las mujeres... estoy casi convencida que antes salía con una.
Chiara resopló. —Yo antes salía con un chico, así que eso no significa nada.
—Bueno, pero... pero...
—No sé Manita, por mí que hay algo que lo frena porque no puede ser que pase tanto tiempo y no se caliente viéndote las nalgas, ¡todos lo hacemos!
—¡Chiara!
—¡Sí, hasta yo!
La castaña estalló en una risa nerviosa que la hizo perder momentáneamente el equilibrio de la bicicleta. —Bueno, está bien... no es tampoco que nunca haya demostrado nada.
—¡Te está histeriqueando! Cualquier chabón teniéndote así de regalada saca un forro de donde sea y te va a buscar.
—Regalada no. Me gusta porque es bueno, pero si se comportara como un tarado le echo repelente y que se vaya como todos los demás. Yo sí me respeto.
—¡Uf! —bufó la skater—, quizás ese sea el problema: mucho respeto. Habría que faltarle un poco el respeto a esos risitos a ver si activa.
—¡Chicharra!
—¿Te lo imaginás revotando arriba tuyo, con todos los rulos saltando de acá para allá? —Nayla intentó empujar juguetona a su amiga haciendo que perdiera el control de la patineta, pero Chiara se adelantó al movimiento logrando que cayera ella también en la maniobra—. Seguro tiene rulitos también en otras partes...
—Pará un poco, desubicada. Con él vamos de a poco y nos gusta que sea así.
—A vos te gusta que sea así, pero ¿será que Líen piensa igual?
—Yo creo que sí. La verdad no lo entiendo mucho, es que es un chico muy serio... a veces eso también me hace dudar si podría tener algo con él.
—¡No es serio!
—¿Vos qué sabés?
—¿Querés ver? —desafió la pelimorada regresando a poner a rodar su tabla— Hacé algo, andá hoy a la clase de taekwondo de los más chiquitos a ver si seguís pensando que justo Líen es serio.
—¿Por? Parece que vos sabés cosas que yo no.
—Vos andá, haceme caso, a ver si lo ves diferente y te entran ganas de tener un mini Líen después de eso.
—¡Pero decime! ¿Qué voy a ver?
La chica aceleró su patineta hasta doblar en la esquina para dejar a Nayla sola mientras gritaba. —¡Van a tener los ojitos verdes y el pelito lleno de rulos! ¡Suerte con tu chico-goma, Rarayla! —Y se alejó a a toda velocidad logrando que la castaña no parara de pensar «¿Qué me habrá querido decir?»
Esa misma tarde accedió a cumplir con la propuesta de su amiga skater y llegó una hora antes a la clase de Líen, encontrándose con que el entrenamiento de los niños estaba por empezar. Se situó en los bancos junto con los padres de tal modo que el chico de rulos no notara su presencia y meditó al verlos formarse y saludar.
—Ay no, ahora los va a hacer correr y hacer ejercicios hasta que les duela todo el cuerpo—susurró por lo bajo observando como los padres se retiraban—. Con nosotros está bien, pero ellos son unos nenes... Pobres niños.
—Muy bien chicos —Comenzó el Sabón—, ¡mancha! Yamila la queda —Y para sorpresa de la castaña, en lugar de entrar en calor corriendo hasta transpirarse la vida, lo hicieron jugando a la mancha.
La clase de los niños reemplazaba las flexiones de brazo por juegos con pelota, los trotes interminables por variaciones de La mancha tan extrañas que Nayla llegó a sorprenderse puesto que más de la mitad escapaban a su conocimiento. Juagaron a contar hasta tres y congelarse en una postura mientras avanzaban hacia una pared, y el que lograba tocar el muro antes de que terminara la cuenta podría contar la siguiente vuelta, en tanto, el Sabón dictaba diferentes posturas del taekwondo que debían mantener al congelarse y el que la hacía mal o se movía cuando correspondía estar congelado debía volver al punto de inicio.
La clase parecía muy divertida e incluso esa actitud de exigencia por parte del profesor que solía exhibir en el entrenamiento con los mayores se vio completamente reemplazada por un Líen payaso que fingía llorar cuando un nene le erraba al foco y lo golpeaba a él, que rogaba que la niña más pequeña no le pegue cuando le tocaba turno de atacar y cuando ella finalmente lo hacía saltaba disparado como si la fuerza de esa alumnita fuera meteórica; uno que desafiaba a los chicos y si estos se le venían encima se achicaba agazapándose en su lugar y después les tiraba algún chiste haciéndose el malo por lo bajo. Era completamente otra persona. Chiara tenía razón, Líen no era un chico serio, era el mismo chico tímido que había evitado mirarla cuando comenzaron las clases, sin dejar de ser ese tipo con el complejo de héroe que no dudó en ayudarla cuando vio que la chica de la navaja buscaba hacerle daño.
La clase tuvo un intervalo para que los niños se hidrataran de nuevo y entonces el muchacho logró al fin divisar el par de ojos verdes que hacía rato no le quitaban la vista de encima.
—¡Nayla! —exclamó repleto de felicidad— Todavía falta para que la clase empiece, te viniste antes.
—No tenía nada para hacer en casa y quise venir a ver. Parecés otro jugando con los nenes.
Líen puso una cara de susto que a la castaña le resultó muy chistosa. —¿En serio? No les puedo dar la misma clase que a los grandes, lo de ellos es más recreativo.
—¿Y lo nuestro qué sería?
—Competitivo.
—Claro —Se quedó callada mientras una nena llamaba al muchacho, hacía el puente y luego le pedía a su maestro que la ayudar a levantarse hacia la vertical para poder mostrarle sus habilidades a su mamá—. Qué bueno que vine antes, no te tenía así.
—¿Así cómo?
—Así de paternal.
El chico agachó la cabeza para que no lo vieran reír, gesto que dejaba ver su timidez una vez más como algo encantador a los ojos de su amiga.
Continuó con la clase invitando a quienes se animaban a realizar algunas acrobacias muy básicas; los pequeños valientes debían arrodillarse frente a las colchonetas, colocar una mano en el suelo y el hombro del lado opuesto mientras ladeaban la cabeza hacia el lado de la mano, luego levantaran bien la cola y al caminar pasarían haciendo un rol adelante.
A muchos chicos les costó bastante entender el movimiento y el profesor no dudó en asistirlos corrigiendo su postura con un flota-flota de goma espuma e indicarles pacientemente una y mil veces hasta que lo pudieran realizar. Incluso hubo quienes con toda la ayuda no lograron cumplir con la destreza, pero Líen no perdió la paciencia y los llenaba de ánimos asegurándoles que pronto lo harían.
Luego intentaron el rol atrás acostándose boca arriba y llevando las rodillas hacia un hombro para girar sobre él, pasando todo el cuerpo al otro lado. Algunos ya sabían los movimientos y pudieron hacerlos sobre ambos hombros y sin tocar el piso con la cabeza, como es debido mientras otros apenas y podían con las indicaciones. Cada uno iba a su ritmo, pero todos recibían el mismo ánimo y apoyo por parte del profesor y del resto del alumnado.
Por último practicaron la media luna apoyando las manos en una pila de colchonetas que les llegaban casi hasta el ombligo para pasar las piernas primero al ras del suelo y luego Líen usó el flota-flota como obstáculos para que pudieran elevarlas más y más paulatinamente en cada pasada para así al final retirar algunas colchonetas de la pila haciendo que bajaran las manos y elevaran de a poco los pies, todo en un trabajo armónico y repleto de felicitaciones por parte de todos en el lugar, incluidos los padres. Nayla estaba maravillada con la persona amistosa y didáctica que tenía en frente y nunca lo había notado.
Para terminar practicaron todos juntos los poomsae y se retiraron saltando y jugando mientras los padres luchaban por lograr que sus hijos abandonaran el Do yang sin rechistar, aunque algunos lo hacían con escasos resultados.
—Así que eso es tu taekwondo recreativo... es más divertido.
El chico de cabello alborotado arrugó la cara. —Pará, lo que yo les enseño a ustedes también es divertido. Siempre es así; en tiempos de paz se enseña artes marciales deportivas para que la gente se divierta y en tiempos de guerra se enseña taekwondo sin reglas para que la gente se defienda.
—Pero a nosotros nos matás a actividad, lo de ellos fue más juegos que otra cosa.
—Ustedes pueden hacer más y con eso se desarrollan mejor. Cada uno se mueve a su ritmo, pero creo que si pongo a Natanael a jugar a la mancha sabiendo que el chico se pasa tres cuartos de su vida volando sobre su skate probablemente me cambie por otro profesor.
—Sí, puede ser...
De pronto, Líen cambió su cara su cara llenándola de emoción e ignorando por completo a Nayla que seguía parada en el mismo lugar y salió disparado hacia la puerta donde un chico delgado y moreno de cabello casi al ras ingresaba por la puerta con gesto calmado. Al verse, ambos se abrazaron con una fraternidad tan cálida que logró despertar comentarios entre los presentes.
Una voz detrás de la castaña le recriminó. —Te lo dije —Ella volteó para encontrarse con Chiara que llegaba acompañando a su primo—, sí era.
—¡No es! Ese debe ser otro de sus hermanos.
El chico de rulos aplaudió indicando que la clase estaba por comenzar.
—Cyumbi, Charyot, Kyong ye. Chicos, quiero presentarles a alguien; algunos ya lo conocen, pero como la mayoría no, se los nombraré de todas formas. Él es Merek, mi hermano y uno de mis más grandes maestros —La clase entera realizó un saludo marcial hacia el aludido—, y hoy vino a ayudarnos con un tema que maneja mucho mejor que yo: acrobacias.
Hubo todo tipo de reacciones por ese comentario: admiración, alegría, enojo, hastío, Merek permanecía inmutable. Hicieron una entrada en calor rápida con mucho entrenamiento cardíaco más algunos roles y medialunas y luego el chico que acompañaba a Líen les indicó hacer una fila para pasar de a uno colocándose de espaldas, agachados, apoyar una mano en el suelo varios centímetros detrás del cuerpo, saltar pasando el peso del cuerpo a esa mano e intentar levantar la cadera y apoyar la otra mano así para pasar al otro lado.
A algunos realmente les costó realizar esa destreza, mas ambos profesores pusieron todo de sí para que el grupo progresara. Terminado ese ejercicio Merek les indicó agruparse de a tres y practicar ejercicios donde uno saltaba de espaldas y los otros dos lo atrapaban en el aire y lo colocaban con delicadeza en el suelo, más tarde el que saltaba debía buscar tocar el piso con ambas manos y los otros dos lo ayudarían a caer en vertical para pasar al otro lado y poco a poco irían quitando las asistencias hasta lograr un flick flack más o menos adecuado.
Nadie lo logró realmente, pero sí pudieron avanzar bastante. Antes de finalizar la clase comenzaron a hacer la medialuna buscando saltar antes de tocar con las mano el piso y así encontrar la manera de acelerarla hasta poder lograr un Aerial, pero en esta instancia Nayla se torció el tobillo quedándose fuera hasta que la hora terminara, lo cual no tardó en suceder.
Líen realmente estaba preocupado, tanto que cuando su querido hermano vino a invitarlo a regresar juntos a su caso, él sólo señaló con la cabeza a la muchacha y susurró un —Me necesita.
A lo que el moreno respondió. —Ella es la que... —E hizo un ademán con sus manos como formando un cuadrado recibiendo un gesto afirmativo como respuesta. Nayla se sintió confundida por esta escena, tanto que llamó a Chiara con su mano para preguntarle qué habrán querido decir, pero ésta, lejos de tomárselo con seriedad, simplemente le respondió.
—Yo creo que era el cuadrado de una cama. Quizás quiera decir «¿Por esta zorra me quitaste mi lugarcito en tu colchón?» y Líen dijo que sí. Felicidades, hoy te va a invitar a ver películas y cuando llegues mágicamente se va a cortar la luz.
Otro golpe en el hombro obligó a la morena de pelo violeta a alejarse de su amiga para no sufrir más daños y ésta pronto se vio acompañada por la figura del chico de rulos que regresaba de los vestidores.
—¿Podés caminar así?
Nayla dudó. —No sé... Llevame vos en la bicicleta.
—¿Qué? ¡No!
—¡Sí! Estoy lastimada, me tenés que ayudar.
—Pero...
—¡Pero nada! —chistó la castaña.
—No, pero...
—Dale, dejá de hacerte el que no querés y dame una mano que si no no puedo.
—Pero...
—¡Está bien! Me voy sola, dejá —Comenzó a caminar trastabillando hacia su medio de transporte cuando Líen la detuvo.
—No, no, está bien —Se adelantó a ella y procedió a acercarle la bicicleta—. Vení, subite al caño que yo te llevo.
La chica cumplió con el requisito de su profesor y ambos comenzaron a andar, pero para mala fortuna de la adolescente lo que el chico quería decirle era que él jamás tuvo una bicicleta. Chocaron y se cayeron repetidas veces, mas Nayla no se rendía ni cedía a las insistentes peyorativas del muchacho sobre sus propias habilidades al volante. Al fin, tras varias cuadras de intentos fallidos y golpes dolorosos que dejarían marcas en todo el cuerpo,Líen logró dominar el arte de andar en bicicleta y con gran torpeza acercó a su amiga hasta su hogar riendo en el camino por lo violento de la experiencia.
—¡Pensé que moriríamos! —exclamó él cuando llegaron a donde vivía la chica.
—No seas exagerado. Vení, dejame ofrecerte un vaso de gaseosa por lo menos.
—No quiero incomodar...
—No pasa nada, mis papás no están.
—¿Estamos solos en tu casa? Por ahí sería mejor que no vaya.
—No quiero que te vayas...
La damita abrió la puerta y arrastró a su amigo del brazo hacia adentro para encontrarse con su padre sentado en el living, observándolos con un gesto de desagrado marcado en el rostro. Sin darles tiempo a saludar, el tipo se levantó y retó a su hija por haber ingresado la bicicleta adentro de la casa como así también haber metido «otras cosas desagradables».
—Disculpe señor, yo sólo iba a tomar un vaso de agua y ya me iba. No quería molestar.
—¡Pero no molestás! —Se apresuró a decir Nayla. Su padre la contrarió— Después de todo, ¿por qué estás tan temprano? ¿Pasó algo?
El padre de Nayla negó con la cabeza. —Más bien no está pasando nada. No hay ventas hace más de una semana y como tu mamá me vio que estaba con dolor de cabeza me dijo que volviera y que me recuperara porque no era necesario que estuviéramos los dos así.
—Ah... Bueno, ahora te sirvo el agua. Ya vuelvo —mencionó entristecida antes de retirarse. Líen la observó salir y notó que se había quedado solo con el padre de la joven, ocasión que aprovechó para conversar.
—Nayla me contó que usted era médico.
—si, ¿y?
—Es una carrera muy difícil, qué pena que ahora sólo pueda ejercer una parte nada más.
—¿Una parte? ¿Mi hija no te contó que me quitaron la licencia para ejercer la medicina?
Notando el tono de hastío de su interlocutor, Líen se apresuró a decir. —¡Mencionó algo! Pero aunque no pueda ejercer como médico, aún así puede trabajar con el mismo título, ¿no?
—No... O sea, no puedo hacer nada que tenga que ver con la medicina y con la investigación sería casi imposible.
—¿Y con la educación?
—¿Con la educación?
—¡Sí! Nosotros tenemos un profesor que es bioquímico. Quizás podría hacer una especialización y trabajar en algún lugar dando clases con ese mismo título, ¿o no se puede?
—Sí... No había pensado en eso. Yo tengo una migo que es director de un colegio, podría llamarlo y ver si eso es posible.
—Usted es todo un luchador. Ojalá mis alumnos también aprendieran a no rendirse.
El padre de la adolescente observó al amigo de su hija con cierta indecisión. Parecía no entender qué debía pensar sobre él; por un lado seguía siendo el chico pobre que se paseaba con su hija, pero por otro, no le parecía tan tonto como lo era hace unos minutos. Nayla llegó con el agua encontrándose con una situación algo tensa que no supo descifrar.
—¿Pasó algo? —cuestionó apenas llegar.
—No, sólo estábamos conversando un poco sobre cosas de la vida con... disculpame, ¿cómo era que te llamabas?
Por más que la chica se mostrara molesta ante esa pregunta, el adolescente parecía más bien divertido en aquella situación. —Soy Líen. Un gusto.
—El placer es mío, Líen. Llamame Carlos —extendió su mano al joven quien la tomó con energía recibiendo una sonrisa a cambio—. ¿Sabías que tu nombre significa bazo?
—¿Vaso?
—Sí, pero no de los que se usan para tomar agua, bazo como una parte del cuerpo. Es el órgano que sirve de centro para las actividades del sistema inmunológico.
—El sistema inmunológico...
—Sí, es el de protección del organismo.
—La verdad, Líen no es mi verdadero nombre —mencionó el chico de cabello alborotado entristecido—. No sé cómo me llamo... mi mamá me abandonó cuando era muy chico y me crié en la calle. Ahí hacía tantas monerías que me empezaron a decir líos, después eso con el tiempo se convirtió en Líen. Me adoptó un policía y me hizo un documento con ese nombre, pero nunca supe el que me pusieron mis papás.
—Guau, ni yo sabía eso —admitió Nayla. Su padre, el señor Carlos, estaba consternado.
—Debió haber sido bastante difícil. Me gustaría conocerte más, Líen. ¿Por qué no te quedás hoy a cenar? Hay más que suficiente para todos y seguro vas a poder contarnos un montón de historias.
—¡Sí, por favor, quedate! —suplicó Nayla aunque Líen bien sabía que eso pronto pasaría de ser súplica a exigencia.
No tenía motivos para decir que no, aunque algo dentro suyo quisiera. Finalmente respondió. —Gracias, eso me gustaría.
Y acercando una silla a la mesa, cada uno se sentó a compartir.
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